Rejería de la capilla de San Juan Bautista de la Colegial
CAPILLA DE SANTA ANA
La siguiente capilla es la de Santa Ana, también llamada de los Reyes, en ella es de destacar su antigua cerámica.
Hernando Suárez de Toledo fue Limosnero Mayor de Felipe II y ayo de su hijo el infortunado Príncipe D. Carlos. Al morir dejó dispuesto que se celebrara un aniversario a Santiago por el alma de su discípulo, de ahí el segundo nombre de la capilla que perteneció más tarde a los Condes de la Oliva, cuyo palacio se encuentra frente al Teatro Victoria. Antiguamente servía de paso al claustro y por este motivo estuvo dotada de reja por ambos lados.
Fragmentos del retablo mayor con escenas de la vida de la Virgen
Aunque tuvo un retablo plateresco hoy exhibe otro en el que las imágenes sobre la vida de la Virgen sí pertenecen probablemente al primitivo.
Sepulcro de doña Mencía Suárez en la capilla del Pópulo
CAPILLA DE SANTA MARÍA DEL PÓPULO
A continuación, la capilla de Santa María del Pópulo, fundada en 1471 por la familia de los Montenegro, más tarde condes de Villariezo, debido a la devoción que tenían a esta imagen de un monasterio agustino de Roma. Es de destacar la urna funeraria gótica adornada con ramaje en que se sepultó a una tal Mencía Suarez, hija de un regidor talaverano.
Cuenta Fray Andrés de Torrejón que en el escudo de los Montenegro aparecen tres cabezas porque uno de sus antepasados dio muerte en una justa a tres caballeros que importunaban a una dama.
Relieve de San Juan Bautista en su capilla
CAPILLA DE SAN JUAN BAUTISTA
A continuación, se sitúa el paso al claustro que no es otra cosa que la antigua capilla de S. Juan Bautista. Nos lo delata un relieve empotrado del Bautismo de Cristo. También se recoge aquí, como ya hemos visto, la Quinta Angustia, obra pictórica, como muchas de las que adornan la colegial de la época de transición del siglo XV al XVI. Fue también Hernando de Alonso el fundador de esta capilla y, tras el incendio del Hospital de la Misericordia, fueron trasladados aquí sus restos mortales.
Pila bautismal de la Colegial
CAPILLA BAUTISMAL
Él mismo regaló también la pila bautismal que se sitúa hoy en la siguiente capilla, última de nuestro recorrido, que se halla decorada con magnífica cerámica antigua de Talavera adornada de hermosos motivos de lacerías vegetales. Según la historia de la cerámica del padre Vaca “es la obra más exquisita en su género que se hizo en Talavera”. Es una obra de magnífico colorido y dibujo, ejecutada en el siglo XVI con estilo de tradición mudéjar.
Frontal magnífico de azulejería talaverana del siglo XVI con clara tradición mudéjar
El coro fue concedido en 1415 a Gutierre Gaytán para su enterramiento, no sin antes pleitear con el cabildo para ser sepultado en la capilla mayor. En nuestro paseo por las capillas debemos observar las columnas y bóvedas donde nos sorprende a veces la presencia de restos mudéjares de las antiguas estructuras mezclados con las nervaduras de las bóvedas góticas en ocasiones de hermosa factura. Es el caso de la capilla de Santa María del Pópulo.
TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (5)
HACIA LA TORMENTA PERFECTA
Manifestación contra el polígono de tiro de Anchuras (Efe)
Con el régimen democrático llegó la España de las comunidades autónomas. Talavera quedó incluida en la Comunidad de Castilla.-La Mancha pero estas nuevas fronteras artificiales vinieron a perjudicar gravemente los intereses de nuestra ciudad que, aunque era la segunda de la región en número de habitantes, no recibió desde el principio las fuertes inversiones que se inyectaron en otras ciudades que, tal vez por ser capitales de provincia, vieron como se asentaba en ellas la Universidad regional, en el caso de Ciudad Real, los tribunales de justicia en el caso de Albacete o los organismos oficiales que requería la capitalidad en el caso de Toledo.Por otra parte, muchos otros aspectos, desde el patrimonial hasta el deportivo o el cultural eran ampliamente respaldados por las autoridades regionales en esas ciudades con la creación de infraestructuras, mientras que la nuestra y su comarca quedaba siempre en segundo plano y marginada en todos los aspectos. Incluso, las actividades más indeseables se proyectaba establecerlas en la ciudad, ante el silencio cómplice de diferentes corporaciones que asumían con fruición todo aquello, por perjudicial que fuera, que se ordenara desde el partido en Toledo.
Manifestación de Nosotros Talavera contra la marginación de la ciudad
Y así, casi de forma simultánea, se proyectaron el parque de tiro de Anchuras, una planta de incineración de residuos en Cazalegas, un cementerio nuclear en Nombela y hasta se planteó la posibilidad de llevarse el agua del embalse de Azután hasta el Levante, sin que a los políticos se les moviera un pelo para impedirlo. Tuvo que ser el propio pueblo talaverano organizado en el colectivo “Nosotros Talavera” el que pusiera el grito en el cielo por las agresiones y la marginación de Talavera de la Reina que incluso veía como se quedaba sin campus universitario. Un campus que se hizo a regañadientes y que luego, a pesar de las escasas titulaciones ofrecidas mantiene una demanda muy superior a la de otros situados en capitales de provincia. Muchachos de toda la comarca natural de Talavera llegan a la ciudad a formarse ignorando las ridículas fronteras artificiales establecidas por las autonomías. Esas mismas fronteras que condicionan las comunicaciones de forma antinatural y así, conservamos carreteras tercermundistas para unirnos con La Vera, con la Jara “extremeña”, con el valle del Tiétar y la Sierra de San Vicente etc, porque la política de las diferentes autonomías es centrípeta en cuestión de comunicaciones. De forma que se mejoran las carreteras hacia el interior y las capitales de la comunidad autónoma, mientras instituciones regionales ignoran las vías que deberían comunicar las comarcas adyacentes de comunidades diferente.
CONCENTRACIÓN PARA PEDIR MEJORAS EN LA CIUDAD
Algo parecido sucede con el ferrocarril pues, aunque se hizo haciendo una autovía de los viñedos para comunicarnos con Tomelloso ¡¡? ?, los talaveranos deben utilizar líneas ferroviarias tercermundistas para llegar a Madrid, ciudad con la que Talavera se encuentra mucho más relacionada que con Toledo en todos los aspectos no burocráticos. También para este tema hubo de formarse una Plataforma del Ferrocarril ante la pasividad de las autoridades, locales, provinciales y regionales siempre atentas a las órdenes que venían de Toledo.
Seguimos con estructuras ferroviarias del siglo XIX
Don Fernando Jiménez de Gregorio dice que la geografía manda y la historia obedece y así quieren las gentes de la comarca que siga siendo, a pesar de los políticos. Gentes como aquel alcalde de Poyales del Hoyo que, ante la dificultad de acudir al hospital de Ávila atravesando los puertos, sugería poder utilizar el de nuestra ciudad diciendo: “Hagamos la provincia de Talavera y luego veremos en que autonomía nos metemos”, o la significativa actitud de los vecinos de la Vera Alta que, con la intención de presionar a las autoridades castellano-manchegas para mejorar sus comunicaciones, amenazaban con no comprar nada durante todo un mes en Talavera.
El tiempo ha demostrado la necesaria vinculación sanitaria del Valle del Tiétar o de Anchuras y actualmente son asistidos por el área de Talavera del SESCAM.
No contentos con ser cómplices de la marginación de Talavera, nuestros políticos locales y regionales han permitido también que nuestros ríos sean expoliados. El PP ha sido el gran felón del Tajo con el Memorandum aprobado por los populares en el senado y el Psoe quien permitió que se llevaran el Alberche a Madrid por un pacto de Barreda con Cristina Narbona a cambio de la tubería de la Mancha. También tuvieron que ser los propios ciudadanos los que se levantaran contra esta ignominia mediante la Plataforma en Defensa de los Ríos Tajo y Alberche.
Manifestación dela Plataforma en Defensa Tel tajo y el Alberche en 2009
Los políticos siempre descalifican y despachan con desprecio interesado cualquier protesta sobre la marginación de la ciudad o cualquier iniciativa para mejorar las relaciones con las localidades vecinas de otras comunidades mediante la acusación de “abertzalismo” o de actitudes provincianas, cuando precisamente lo que más ha perjudicado a Talavera de la Reina ha sido precisamente la creación de las provincias en 1833.
Esas provincias que en comunidades como Galicia o Cataluña ya han desaparecido prácticamente ante la comarcalización del territorio que allí se ha acometido, mientras que en Castilla-La Mancha seguimos erre que erre con la decimonónica y arbitraria división provincial.
RUIZ DE LUNA Y LA CAPILLA DEL CRISTO DEL MAR O DE SAN FRANCISCO
Retablo de Ruiz de Luna para la capilla del Cristo del Mar. En la esquina la estatua orante del fundador de la capilla.
Ya hemos visto las capillas de la Colegial de su lado norte. En este mismo lado del evangelio junto a la puerta norte, la llamada de los Apóstoles, la Capilla de San Francisco que también se llamó de San Jerónimo y que desde 1943 se conoce como la Capilla del Cristo del Mar, imagen probablemente de finales del siglo XV que se halla enmarcada por un magnífico retablo de cerámica ejecutado y donado por Ruiz de Luna.
Acoge también una escultura orante del clérigo Francisco Méndez de Arellano, fundador de la capilla en 1529. Dejó rentas para decir misa a cincuenta pobres y después darles una limosna de un duro a cada uno. También dejó fondos para que todos los días del año se diera de comer a los indigentes encarcelados, para sacar de la cárcel a los pobres con deudas, y con el fin de rescatar cautivos naturales de Talavera.
Estatua orante de Francisco Méndez-Arellano
Aunque no fueron suficientes, dejó más fondos para la creación de tres cátedras en Talavera. Se sepultó a mediados del siglo XVI en esta capilla a su familiar Francisco Ramírez de Arellano que fue camarero del papa Paulo III y trajo de Roma varias reliquias, entre las que Francisco de Soto destaca una espina de Cristo que todavía se conserva y una canilla de San Blas.
Después pasó a ser capilla propiedad de D. Rodrigo Albornoz, tío del Cardenal talaverano D. Gil de Albornoz, fundador del colegio de Bolonia y que está enterrado en el sarcófago de yeso que hay en la Iglesia de las Monjas Bernardas en el lado del Evangelio.
Cuando se extinguió el patronato de esta familia dio el Calbildo la Capilla a D. Diego Montero de Espinosa, vecino y corregidor de Talavera.
Santas Justa y Rufina, patronas de los alfareros
Pero la capilla de San Francisco tiene actualmente otro nombre la del Cristo del Mar, con una curiosa historia relacionada con la religiosidad de Juan Ruiz de Luna.
Nuestro gran ceramista no sólo era un gran artista, sino un gran empresario que supo vender su obra por todo el mundo. Entre otras iniciativas comerciales quiso extender su cerámica por América y por ello envió allí a dos de sus hijos en 1934 para difundirla mediante una exposición en Buenos Aires. Entonces, los viajes trasatlánticos se hacían por mar y don Juan tenía el lógico temor de que les sucediera algo a sus hijos Juan y Salvador, por lo que entraba a diario a rezar ante a una imagen de Cristo crucificado solitaria que se hallaba junto a la puerta norte del templo y que a él le provocaba una especial devoción. Durante dos meses se estuvo arrodillando en el reclinatorio que estaba delante del crucifijo hasta que volvieron sus hijos y prometió hacer una gran obra para agradecer que volvieran sanos y salvos de su periplo marítimo.
Detalle de la reja dela capilla del Cristo del Mar
La Guerra Civil retrasó el cumplimiento de su promesa, pues incluso estuvo la Colegial llena de material bélico durante aquellos azarosos años. Cuando volvió a entrar no vio el crucifijo y pensó si no habría sido destruido, pero afortunadamente se encontraba en la parroquia de Santa Leocadia, entonces en la iglesia de San Francisco. Más tarde restauraría Ruiz de Luna una imagen de San Francisco que había en la capilla para sustituir al Cristo que se iba a traer de dicha iglesia.
Se decidió a comenzar su empresa pidiendo permiso al arcipreste y al obispo. El 3 de mayo de 1942 comenzaron las obras, y primero se limpió la capilla vendiéndose un viejo retablo que tenía a la iglesia de San Martín de Pusa.
Ruiz de Luna estaba entonces enfermo e incluso sufrió una intervención quirúrgica pero el panel de azulejos para esa misma capilla que representaba a las Santas Justa y Rufina quedaron terminados en septiembre de 1942 y fue inaugurado con la presencia del arzobispo Pla y Daniel que bendijo la capilla. Éstas fueron las palabras de nuestro ilustre paisano como ofrenda de su obra, en la que participaron sus tres hijos.
Ofrenda. Excmº. Señor. Mis 70 años en los 79 que llevo vividos son remunerados con exceso en este acto en que V.E. bendecirá esta obra mía que también lo es de mis hijos, labor lograda con perseverancia y amoroso obstinación. Hoy Excmº Señor hago entrega de ella, sintiendo que mi posición económica no me permita dejarla dotada como era costumbre en la antigua Nobleza. Los elementos que constituyen el decorado de esta Capilla están hechos con modesta arcilla, materia avalorada por el fuego y nuestra fe Cristiana. “Cristo del Mar” le he titulado, advocación que espera de V.E. ser refrendada, en atención a mi estado de ánimo cuando hice la promesa y en honor, sobre todo, a que esta Sagrada Imagen ha hecho resurgir en los corazones talaveranos su proverbial piedad para allegar fondos y realizar las obras de restauración de nuestra querida Colegial.
A continuación de este acto de bendición de la Capilla el señor Arzobispo hizo el acto de desagravio por los destrozos de la Iglesia terminando con una exhortación a los fieles para que llegasen fondos para la restauración de este hermoso templo, cuyo resultado fue reunir unas ochenta mil pesetas como inicial de suscripción, cuyas obras dieron comienzo el 26 de Abril de 1943.
En julio de 1943, en un acto familiar en el que se bautizó a una de sus nietas y cuando ya Ruiz de Luna contaba 80 años, fue inaugurada la capilla con toda su obra cerámica instalada.
El retablo es copia en cerámica de la de la madre del obispo García de Loaysa en alabastro que se conserva en la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo.
Esta es la descripción de la capilla que hace el propio Juan Ruiz de Luna y que me ha llegado de un fragmento de sus memorias inéditas:
Es de planta cuadrilonga de 4 metros 50 cms. Por 5,60 y altura de techo 7,50. Se le hizo un zócalo de azulejos en tableros o fondos de dibujo repetido, espaciados por pilastras de composición, todo ello enmarcado con mampuestos de rasilla imitando piedra berroqueña del país, esmeradamente imitada, como así también el cornisamento general y las aristas que dividen en cuatro pañoletas la bóveda del techo, que se reúnen en un florón o pendolón con cartel heráldica, pero sin armas. Los fondos de estas pañoletas como las de las paredes están blanqueados. Este Retablo de cerámica policromada de gusto Plateresco de 6,50 metros de alto, está coronado con un medallón con Virgen tenante por dos ángeles, de puro estilo Luca della Robbia, como así también las columnas y cornisamentos, que constituyeron el Retablo que estuvo expuesto en el pabellón de Castilla la Nueva de la Exposición Hispano Americana celebrada en Sevilla el año 1929-1930 que fue galardonado con el Gran Premio, conjunto que complementan una magnífica mesa de altar, con relieves de cerámica policromada y fondo con tres medallones en forma de Camafeos, con un barco en el centro como alegoría al Santísimo Cristo y de los dos restantes, San Francisco de Asís y San Antonio de Pádua, muy de la devoción del donante. Como detalle original y de gran acierto artístico es de notar el fondo sobre el que se destaca el Santo Cristo, de azulejos de reflejo metálico que dan al cuadro un efecto asombroso.
Retablo de Ruiz de Luna del Cristo del Mar en la Colegial. Foto del Libro del VIII centenario de la Colegiata Mayor de Santa María
En la meseta o Credencia del Evangelio está la escultura orante de alabastro del canónigo D. Francisco Méndez Arellano, ya descrito y la de al lado de la Epístola está completamente hueca, dispuesta para levantar la solería de ella, para que cuando haya pasado el tiempo reglamentario y las leyes de Sanidad y la Autoridad Eclesiástica lo autorizase, sea trasladados en un cajoncito los restos del donante para estar al lado de su Santísimo Cristo del Mar que es su venerable deseo.
Panel cerámico del siglo XVI en la casa de Platón Páramo
OTRA AZULEJERÍA DE OROPESA, SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA (7)
Detalle de la decoración cerámica de la antigua casa de Platón Páramo. En el centro un escudo de cerámica talaverana del siglo XVII con el blasón de la casa de Velada
En Oropesa, además de las placas cerámicas funerarias del cementerio viejo, hoy Jardines del Virrey, podemos ver salpicadas por el casco algunas obras de azulejería talaverana de interés. Y no es extraño pues su antiguo farmaceútico Platón Páramo fue uno de los artífices de la recuperación de la cerámica talaverana por su amistad y estímulo a la obra de Ruiz de Luna. Amigo de otros personajes de su época como Sorolla, hizo un abigarrado museo con patrimonio de aquí y de allá con algunas obras cerámicas de las que queda todavía una mínima parte decorando sus dos casas, una de ellas visitable por alojar actualmente un comercio.
Junto a la casa de Platón Páramo que no se puede visitar se encuentra esta otra casa decorada con típica azulejería azul de mediados del siglo XX con grifos ninfas y motivos vegetales tipo renacimiento.
Detalle de la azulejería de la casa anterior
En la fachada norte de la plaza Mayor se encuentra un edificio de 1946 con el rótulo de Hogar Rural pero que luego ha sido una biblioteca como dependencia municipal.
Cerámica en la fachada del hogar rural.
Hay algún establecimiento comercial que también tiene cerámica de Talavera en su fachada, así como algunos rótulos de las calles o dedicados a personajes como el de Fray Hernando de Talavera en la escalera del parador o a Sorolla. También hay algú recargado edificio decorado con abundante y variada azulejería.
Escudo de Oropesa en azulejería en una fachada
También hay azulejería de Ruiz de Luna en la iglesia parroquial donde se representa al santo local San Alonso de Orozco, aunque también San Juan de Dios, que fue pastorcillo por estas tierras está también representado en un panel moderno.
La Virgen de Peñitas, patrona local representada en azulejería talaverana
Pero la cerámica más antigua se encuentra en la ermita de la Virgen de Peñitas al sur de la población y con dos buenas representaciones en cerámica del siglo XVI en el pórtico con una representación de San Pablo y otro de la Virgen con el Niño.
Azulejería del siglo XVI-XVII representando a San Pablo en el pórtico de la Virgen de Peñitas
También en la aldeíta oropesana de La Corchuela hay una escuela con cerámica de Ruiz de Luna con imágenes de la Virgen y de San Jorge
TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (4) DEL DESASTRE PROVINCIAL AL DESASTRE AUTONÓMICO
Los franceses fueron causa principal de la decandencia talaverana del siglo IX
Y es en esos mismos años en los que Talavera sufre una de sus más agudas crisis económicas y demográficas de su historia cuando se acomete la división del territorio nacional en las actuales provincias. Nos encontramos en 1833 y éste es uno de los hechos más desafortunados de la historia de nuestra ciudad, pues se incluye a la misma en la provincia de Toledo, partiendo su territorio histórico entre varias otras provincias. La Jara no se conserva como unidad geográfica y parte de ella se incluye en la provincia de Cáceres, con localidades como Valdelacasa, Garvín, Peraleda de San Román, Alía, Villar del Pedroso o Guadalupe; otra parte se incluye en la provincia de Badajoz, concretamente los pueblos de Castilblanco y Valdecaballeros, y, por último, la población de Anchuras, que a su vez había sido aldea de Sevilleja de la Jara es incluida de una manera absurda en la provincia de Ciudad Real. Seguir leyendo TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (4) DEL DESASTRE PROVINCIAL AL DESASTRE AUTONÓMICO→
LA FARMACIA DE BELVÍS, PRIMER TRABAJO DE LOS RUIZ DE LUNA EN LA COMARCA DE TALAVERA
Decoración de los techos de la farmacia
Artículo publicado en La Tribuna de Talavera el 19-9-2023
Juan Ruiz de Luna y Rojas, el hombre al que Talavera deberá estar eternamente agradecida por haber hecho renacer su cerámica con una obra que nada tiene que envidiar a la cerámica renacentista, llegó a Talavera de una manera tan fortuita como afortunada para nuestra ciudad.
Catalina Luna fue su madre, una mujer con gran sentido estético que tuvo varios hijos y hermanos relacionados con las bellas artes. La familia se había dedicado desde antiguo a la fabricación de castañuelas desarrollada en Noez, su pueblo de origen. Era una actividad artesanal con un asentado prestigio nacional y que a mediados del siglo XIX tenía su mercado en el público en general y en los numerosos establecimientos hosteleros y teatros en los que bailarinas y cantantes las utilizaban en sus actuaciones.
Plantas medicinales en la decoración.
Catalina tuvo dos hermanos que se dedicaron a la decoración artística de domicilios particulares, pero también a la pintura y diseño de decorados teatrales y a la restauración de retablos e imaginería religiosa. Se llamaban Jerónimo y Antonio, pero a su vez Catalina tuvo dos hijos de su primer matrimonio con Antonio Herráez que se dedicaron a una actividad parecida y que se llamaban Jerónimo y Emilio Herráez de Luna, por lo que a veces se confunden los tíos con los sobrinos. Muerto el primer marido de Catalina, contrajo matrimonio con Alfonso Ruiz Rojas y de esa unión nacería el protagonista de nuestra historia Juan Ruiz de Luna, que sería por tanto hermanastro de Jerónimo y Emilio.
Juan fue también de pequeño castañetero, un trabajo duro que, como me cuenta su nieto Pedro García del Pino Ruiz de Luna, al que debo muchos datos de este artículo, se hacía hasta durante doce horas diarias con solo herramientas manuales como la sierra, la escorfina, el berbiquí y la lija que el mismo Juan hizo con un trapo viejo, cola y arena. Pero también heredó Juanito una gran afición por el dibujo y la pintura y su hermano Jerónimo, al que adoraba, fomentaba su afición obsequiándole lápices, cuadernos y colores para que practicara.
Jerónimo conoció en la pensión de la calle Arganzuela de Madrid, donde residía, a un médico llamado Manuel Díaz que era natural de un pueblo cercano a Talavera que bien podría ser Las Herencias, ya que sabemos que otro de los primeros trabajos de Jerónimo fue la decoración de la casa del médico de esa localidad. Con él visitaba la ciudad y siendo un hombre extrovertido y simpático hacía con su amigo médico correrías frecuentes por Talavera y sus pueblos, donde conoció y se hizo amigo de algunos jóvenes de clase acomodada de la zona. Uno de ellos era a su vez amigo del médico y encargó a Jerónimo que le decorara su tienda de quincallería, uno de los primeros trabajos de los Luna en Talavera. De ese trabajo derivaron otros encargados para la burguesía talaverana que se fueron sucediendo hasta que en 1878 vieron los hermanos Herráez de Luna la posibilidad de establecerse en la ciudad.
Y tantas fueron las peticiones, que ofrecieron a su medio hermano Juan Ruiz de Luna que viniera a Talavera para ayudarles, ya que conocían de sus cualidades para la expresión artística. Tenía entonces el muchacho diecisiete años. En la madrugada del 8 de noviembre de 1880 salió en una mula de su pueblo para ir a cruzar el Tajo en la barca de Portusa y coger así en Torrijos el tren que l llevaría a Talavera.
También tuvo Jerónimo otro encargo en Talavera para ayudar a su maestro don Rudesindo Martín en la decoración de una vivienda particular. Mostró Jerónimo los cuadernos de Juanito al prestigioso decorador y le sorprendieron por su calidad en un pintor tan joven. Con él estuvo también ayudando Juan en el proyecto de decoración del teatro Victoria, llamado entonces Principal, en el que se pintaría el telón y el retrato de algunos autores teatrales, aunque parece que finalmente no se acabó. Jerónimo incluso llevó a Juan a Madrid para dotarle del material necesario que le sirviera para desarrollar su capacidad artística, desde modelos de escayola a las pinturas, lienzos y papel.
Por otra parte, en la misma pensión de Madrid los hermanos Jerónimo y Emilio habían conocido a Filadelfo Chico, estudiante de farmacia al que entre bromas y veras prometieron decorar su farmacia cuando finalizara sus estudios y abriera su oficina. Y así fue, Filadelfo abrió farmacia en su pueblo, Belvís de la Jara, y los dos hermanos de Juan le pintaron el establecimiento. Una obra sencilla pero que tiene el valor de ser el primer trabajo de los Luna en la comarca.
Recientemente han llegado a mis manos unas fotografías de esa farmacia y creo que tienen un gran interés para la historia de la cerámica de Talavera en su resurgir de finales del siglo XIX, aunque muy probablemente Juan Ruiz de Luna no tuvo intervención directa en esa decoración, pues en aquella época era en realidad un aprendiz de sus hermanos y todavía no debía haber llegado a Talavera.
La farmacia se sitúa en la calle de la Iglesia número siete de la localidad jareña y está decorada con madera que enmarca algunas pinturas de plantas medicinales y otros motivos decorativos sencillos, además de otros elementos de escayola como el plafón.
Sería interesante que esa decoración fuera conservada en Belvís o, si los propietarios no desean hacerlo, podría donarse al Museo Ruiz de Luna para montarse en él y ser expuesta por su interés histórico.
Jerónimo y Emilio murieron en la epidemia de cólera de 1885 y Juan quedó solo en Talavera luchando por sobrevivir de su trabajo y comenzando a hacer encargos en la ciudad con los que a veces pagaba sus deudas, pero esa ya es otra historia.
Miguel Méndez-Cabeza
Detalle de la decoración con pinturas de plantas medicinales
TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (3)
SIGLOS XVI-XVIII AUGE Y DECADENCIA
Dibujo de Enrique Reaño sobre foto antigua del patio del palacio de la plaza de El Salvador
En tiempos de los Reyes Católicos y del Emperador Carlos es cuando nuestra ciudad alcanza una de sus épocas de mayor pujanza, su Edad de Oro, junto a la época de la Talavera musulmana y a la actual.
Durante el reinado de los Reyes Católicos y la época Imperial Talavera vivió uno de sus periodos de mayor pujanza. No dejan de construirse palacios y es muy numerosa la nobleza asentada en la villa. La sociedad talaverana de la época contaba con un diez por ciento de hidalgos y una nobleza con “las haciendas de las más crecidas del reino”. Según el novelista talaverano coetáneo Gonzalo de Céspedes y Meneses en su novela “Varia Fortuna del Soldado Píndaro”, donde también dice que la nobleza talaverana“es mucha y lucidísima y de las más calificadas casas de nuestra España”. En otra de sus obras nos describe sus actividades: “siendo nuestro particular entretenimiento caballos, toros, máscaras, sortijas y torneos y otros pasatiempos con que alegrando la gente, nosotros nos hacíamos prácticos y diestros. Otros días gastábamos en la caza, campo y montería, que cualquier género de esta materia es abundante en aquel terreno”. Se admira también el escritor de los nobles locales por “sus ricas libreas, su adorno y aparato”.
Casa Palacio del siglo XVI en la calle del Sol
Barreiros nos dice en 1542 que en Talavera “hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular, y muchos hidalgos honrados, algunos de los cuales son del linaje de los Meneses”. Además de esta casa nobiliaria eran de destacar por su riqueza y poder los Ayala, los Suárez de Toledo o los Gaytán, junto a muchos otros también muy pudientes, como los Suárez de Carvajal, los Loaysa, los Estrada, los Carvajal, los Salcedo, los Girón etc…
El resto de habitantes de Talavera formaban una sociedad agropecuaria a la que se añadía la artesanía de la cerámica que, aunque tuvo altibajos a lo largo de ese medio siglo y el inicio del siglo XVII, siguió haciendo de su loza la más demandada de España y América, donde se llegó a dar el nombre de “talavera” a toda la cerámica, casi como si fueran sinónimos. Hasta cuarenta y dos alfareros se dedican a su producción en aquellos tiempos, y no les falta el trabajo, pues hacen incluso miles de azulejos para los palacios reales como el de El Escorial.
Caballeros españoles en cerámica del pórtico de la ermita del Prado
Muchos de los palacios nobles que todavía quedan en pie en Talavera son de esa época. Como los dos de la calle del Sol, el de los Girón, la llamada casa del Deán, el edificio blasonado de la calle San Sebastián o el ya desaparecido de los Loaysa en la plaza de Aravaca; o algo más tardíos, ya del siglo XVII, como el de los condes de la Oliva. También son de esta época, segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII, otros edificios nobles con bellas portadas que se sitúan en torno a la plaza del Pan, como la portada principal del ayuntamiento que da a la plaza Juan de Mariana o la que se abre a la misma plaza con los emblemas arzobispales y que hoy ocupa el ayuntamiento. También se acometen entonces las obras de la ermita que la darán el aspecto actual y son muchas las capillas que los nobles dotan y realzan en iglesias y conventos. Las casas talaveranas mantienen la vieja estructura de la casa-patio que hunde sus raíces en la presencia musulmana en la ciudad, pero en muchas se colocan encastrados sus fachadas los blasones de su boyante nobleza.
En 1518 Talavera intenta recuperar su antiguo obispado, según nos cuenta el historiador Cosme Gómez de Tejada, basándose en que el papa León X concedió una bula en 1514 permitiendo la creación de obispados en Madrid y Talavera. El documento fue remitido al cardenal regente Adriano de Utrech, pero Toledo puso enérgicas dificultades por lo que Talavera hubo de desistir en el empeño. Y como dice Gómez de Tejada “Esto trajo como consecuencia muchísimos disgustos con Toledo, ya que el ayuntamiento de Talavera no iba a Toledo nada más que cuando le convenía, pero cuando quería algo iban al Papa o al Rey”.
Monumento funerario de la madre de García de Loaysa, confesor del emperador Carlos V en el que fue monasterio de Santo Domingo
Nos encontramos en esta segunda mitad del siglo XVI y primeros años del siglo XVII en otro de los periodos de mayor florecimiento de nuestra ciudad. Es como ya hemos dicho el verdadero Siglo de Oro talaverano con personajes de la talla del padre de la historia española, el Padre Juan de Mariana, influyentes prelados y sabios como el confesor de la reina Católica fray Hernando de Talavera o el Doctor Talavera, de la familia de los Maldonado, personajes clave ambos en la aventura americana; el padre de las ciencias agronómicas españolas Gabriel Alonso de Herrera, militares de prestigio como los Duque de Estrada, los Girón o los Verdugo, novelistas como Céspedes de Meneses, además de verdaderos artistas de la cerámica.
Aunque se le niega el derecho atener obispado primero por parte de mérida y ahora por parte de Toledo, desde el punto de vista eclesiástico Talavera llega a ser un arcedianato con más de 110 parroquias, lo que nos habla de la importancia de su ámbito de influencia.
Como casi siempre sucedió en otras épocas históricas, Talavera no se unió a las rebeliones de la cercana ciudad de Toledo y estuvo de parte del bando contrario. El caso más evidente se dio durante el levantamiento de los comuneros, cuando nuestra villa permaneció fiel al Emperador. Sobre ello se conoce la significativa anécdota histórica en la que, cuando desde Toledo llegó una carta para que los talaveranos se unan a la sublevación, un tal Juan García de Cuerva se levantó durante la junta celebrada por los vecinos en la iglesia de San Pedro y dijo: “Señores, buen Rey tenemos y estamos como estamos”, siendo por aclamación rechazado el apoyo al Toledo sublevado, aunque, curiosamente, uno de los tres famosos cabecillas de la revuelta, Maldonado, era de familia de origen talaverano afincada en Salamanca, descendiente del famoso doctor Talavera, que asesoró a Isabel la Católica sobre la empresa americana entre otras cuestiones. El también talaverano Hernán Duque de Estrada fue embajador del Emperador y a él le encomendó a su madre Juana la Loca durante su retiro forzoso en Tordesillas. Éste y otros personajes originarios de nuestra villa como el obispo García de Loaysa, confesor de Carlos V, tendrán gran influencia en la Corte.
La Talavera pujante del siglo XVI en el dibujo de Van der Wingaerde
En fecha tan temprana como es el siglo XIII se comienzan a desgajar determinadas zonas de las antiguas tierras talaveranas. Sancho IV otorga Mejorada y Marrupe a su Portero Mayor, Alfonso XI en el siglo XIV funda el monasterio de Guadalupe y segrega parte de la dehesa de Ivan Román para dársela al recién fundado cenobio. En 1556 ya adquieren su privilegio de villazgo las lejanas localidades de Castilblanco y Valdecaballeros, en la actual provincia de Badajoz, aunque curiosamente esta última localidad es la única que en la actualidad lleva con orgullo en su escudo la torre y los dos toros del emblema talaverano, como símbolo de la antigua pertenencia a las tierras de Talavera..
El reinado de Felipe II tiene aspectos positivos y negativos para Talavera. Por un lado favorece a la cerámica declarándola junto a la de Sevilla como una especie de “cerámica oficial del reino”, pasa en varias ocasiones por nuestra ciudad y se sorprende en una de ellas con el templo de la Virgen del Prado bautizándola como“la Reina de las Ermitas”, pero, sin embargo, acuciado por las deudas de guerra otorga a los lugares de su demarcación el privilegio de villazgo, comenzando por Espinoso, aunque Talavera consigue retrasar la independencia de sus antiguas aldeas pagando al monarca una cantidad considerable.
El siglo XVII es una época de decadencia, aunque en la primera mitad Talavera disfruta del gran esplendor de su industria más significativa, la cerámica. Así, don Francisco de Quevedo en una de sus jácaras nos llama “hijos del vidriado”, demostrando además en esos mismos escritos conocer muy de cerca los prostíbulos de la ciudad.
El siglo XVIII es para Talavera una época de recuperación económica y demográfica, como para casi todo el territorio nacional, pero ese avance se retrasa en los primeros años porque nuestro territorio debe sufrir el paso de los ejércitos contendientes en la Guerra de Sucesión.
En la iglesia de San Andrés quedan algunas casullas fabricadas en las Reales Fábricas de Seda de Talavera
Sin embargo, durante el reinado de Fernado VI, mediado ya el siglo, se produce un hecho de vital importancia para la historia de la ciudad: la decisión de don José de Carvajal, un verdadero benefactor de Talavera que ni siquiera tiene una calle en ella, de instalar a las órdenes del ingeniero francés Juan Rulière las Reales Fábricas de Seda que llegarán a dar de comer a tres mil familias de Talavera y su comarca. Una instalación fabril que probablemente fuera en aquel tiempo la mayor de la península y que supuso un cambio importante para la economía local. Durante esa época Talavera llega a ser una ciudad cosmopolita donde se mezclan las lenguas de los cientos de operarios franceses, suizos o piamonteses traídos para enseñar sus técnicas artesanas a los obreros locales. También traen sus costumbres y su religión protestante, que chocan con la sobria cultura católica de una villa castellana. El ministro Carvajal, viendo el progreso de la fábrica quiso constituir en Talavera una intendencia, una especie de provincia de la época independiente de la de Toledo, añadiéndole una parte de la de Ávila para encomendársela a don Juan Rulière junto a la dirección de las fábricas, pero él mismo le pidió que lo suspendiese hasta que éstas tomasen más cuerpo. El encarcelamiento de Rulière, debido a una malversación que luego demuestra falsa y fruto de la coalición de varios de sus enemigos, hace que la fábrica entre en una franca decadencia que culminará cuando los franceses, a quienes se había copiado la tecnología, al llegar a Talavera destruyan en gran parte sus instalaciones. Pero esta destrucción es sólo una pequeña muestra de los males causados por la presencia del ejército napoleónico y la Batalla de Talavera, con toda la secuela de hambre, pobreza y despoblación y expolio causados por ellos, ya que el número de vecinos de la ciudad llega a reducirse a la cuarta parte. Pero sin embargo los franceses perciben también la unidad territorial, la unidad geográfica de Talavera y sus tierras, y deciden estructurar su territorio como la subprefectura de Campo Arañuelo en el marco de la prefectura de Cáceres. De nuevo nos unen a Extremadura, como cuando los hombres del calcolítico venidos de allí construían sus dólmenes o cuando los romanos nos situaron en la Lusitania.
Escudo real de las Fábricas de Seda en el ábside de la ermita
Talavera va saliendo como puede de la grave situación de crisis en que la dejan las tropas napoleónicas y el declive de las fábricas de seda. Sorprendentemente se produce aquí el primer alzamiento carlista de España, cuando se subleva el jefe de correos. La revuelta es sofocada, la mayor parte de sus protagonistas ejecutados y Talavera no volverá a tener protagonismo en las crónicas guerras carlistas del siglo, aunque su comarca sí sufrirá las partidas y el bandidaje que éstas dejan como secuela.
No hay nada tan ansiolítico como un paseo por La Jara y sus campos, cada día más despoblados pero llenos de lugares atractivos que te hacen reencontrarte con esas pequeñas cosas realmente importantes.
Salgo a recorrer con unos amigos las riberas del Riofrío, entre La Nava de Ricomalillo y Sevilleja, en el cogollo de La Jara. Bajamos desde el puente de la carretera en este año tan seco, sin esperar ver ni verdes orillas ni charcas trasparentes. Vamos recorriendo uno de los canales que, desviados por pequeñas presas ya colmatadas de tierra por los años trascurridos, llevaban el agua a los molinos para ahorrar así tiempo y esfuerzo al ser humano que habitaba estos jarales rozados para el cultivo con tanto trabajo. E imaginamos el día en el que uno de aquellos modestos paisanos de la Tierra de Talavera decidió mejorar su bienestar y el de su familia construyendo uno de estos artificios. Y se puso manos a la obra sin topógrafos ni asesores de empresa, construyendo la presa que seguro derrumbaron una y otra vez las crecidas, aunque tuvo que comprar la cal para hacer la argamasa que le diera fuerza al muro. Y ahí se fueron gran parte de sus ahorros, porque la pizarra, el barro y el sudor con el que hacer el resto de la obra sólo requirieron el trabajo duro del pico, el azadón y las cuñas que abrían los lanchones para ir dejando paso al agua.
Molino de Riofrío
Cuánto trabajo, cuántas ilusiones yacen ahora abandonadas con las vigas pudriéndose y los tejados caídos ante la desidia culpable de los que deberían velar por conservar estos elementos tan venerables de la historia de la pequeña “gente”, a la que algunos dicen defender, pero que en realidad desprecian olímpicamente.
Porque para mí eso es amar a España, no el patrioterismo de unos ni el odio a tu propia patria de otros. El patriotismo es el amor a tu cultura en el más amplio sentido de la palabra, el acervo tuyo y de los que te rodean, y la forma en que han sabido estar en el mundo, su mundo, el mundo de los que nos precedieron y los que nos seguirán, y que no significa en absoluto el desprecio a los otros sino una forma de mirarles desde lo nuestro, desde lo que hemos mamado.
Y en nuestro periplo jareño vamos viendo las huertas y los chozos abandonados que daban más vida a estas riberas, e imaginamos el ambiente de arrieros, molineros, cabreros, cazadores, colmeneros, maquis, y hasta civiles o agentes de Fiscalía, y tantas otras gentes que entonces daban vida a los campos hoy abandonados y de los que nada saben esos jóvenes a los que nadie enseña humanidades y que, eso sí, desarrollan hoy los dos pulgares que a tremenda velocidad pulsan las letras de los teclados de sus smartphones, igual que aquellos homínidos abuelos nuestros desarrollaron el pulgar para que nuestras manos fueran más útiles al ser prensiles.
Y pasamos junto a una gran lancha de piedra en la que se mezclan grabados de pastores aburridos de hace unos años con grabados rupestres de la Edad del Bronce, y comentamos la pulsión del hombre a pintar monos más o menos simbólicos en cualquier superficie, desde Altamira a los maníacos del spray grafitero actual.
En realidad, qué poco cambian las cosas, qué relativo es todo, incluso la pobreza. Y comento a mis compañeros cómo estos recursos de supervivencia que hoy vemos arruinados, o los barbechos y dehesas abandonados, serían hoy un verdadero paraíso para una tribu de somalíes o de algún pueblo del Sahel con sus cabras comiendo las púas de sus escasos arbustos, y ellos muriendo de hambre y sed en su tierra.
Aunque es fácil decirlo delante de unas buenas migas con esos botellines tan fresquitos, casi hielo, que dan en La Jara.
CAPILLA DE SANTA LEOCADIA, SAN SEBASTIÁN Y QUINTA ANGUSTIA EN LA COLEGIAL
Cuadro de Santa Leocadia que preside la capilla del mismo nombre obra de Blas de Prado
La siguiente capilla del lado norte si seguimos hacia poniente desde la de los Samtos Mártires es la de Santa Leocadia. En ella es de destacar un buen retablo emparentado con los realizados por el Greco para Santo Domingo el Antiguo de Toledo, según el profesor Juan Nicolau. En la predela se representan en relieve algunas escenas del martirio de la santa y en la parte central se enmarca la mejor pintura que guarda la Colegial según el mismo autor y “pintura muy estimable” para el conde de Cedillo.
El autor es Blas de Prado, fue pintada en 1592 y está en su estilo muy influenciada por la corriente manierista. Tiene por motivo a la santa saliendo de su tumba y San Ildefonso cortando un fragmento de su velo en presencia de Recesvinto. El otro cuadrito de la parte superior del retablo representa a la Virgen y el Niño mientras unos ángeles la ofrecen unas rosas. Blas de Prado fue un pintor renacentista nacido en Camarena en 1545. Fue enviado por Felipe II a pintar en Marruecos unos retratos de la familia del sultán. Destacan entre sus obras una Virgen con el Niño y un retrato del venerable Alonso de Villegas, ambos en el Museo del Prado. Fue también autor de buenos bodegones y algunos ven en su estilo influencias rafaelistas.
También se encuentran en esta capilla dos cuadros de Tristán que representan a San José y a San Jerónimo, y que probablemente proceden del monasterio de Santa Catalina.
Cuadro de San José obra de Tristán en la capilla de Santa Leocadia
Fundó esta capilla el canónigo Alonso de Paz en 1588 y en ella radicaba la Hermandad de la Purificación que ayudaba con «socorros y entierros» a los clérigos pobres de la villa y de fuera de ella. Tuvo también la función de capilla de la parroquia de Santa María propiamente dicha y por ello tenía anexa una pequeña dependencia que hacía las veces de sacristía. Hoy día se utiliza también también para decir en ella las misas de diario.
Es interesante otro retablo con una pintura de San José que parece se encontraba antes en la sacristía y es obra de Antonio Palomino sobre un buen altar de mármol. Este pintor de origen valenciano nació en 1655 y trabajó en Córdoba donde comenzó a trabajar haciendo copias. Marchó a Madrid en 1678 donde con el apoyo de Claudio Colello y Lucas Jordán fue nombrado pintor del rey en 1688. A partir de entonces realizó numerosas obras tanto en frescos como en lienzo escribiendo además imprescindibles obras sobre historiografía del arte español.
San Jerónimo en una obra de Tristán que se encuentra en la capilla de Santa Leocadia
También se conserva una pintura de la Virgen del Sagrario. A finales del siglo XVIII el deán Bartolomé de Cisneros hizo pintar el recinto y colocar un retablo con la Virgen del Sagrario, siendo a su muerte enterrado en esta capilla que está cerrada por una gran reja renacentista y cuenta con un zócalo de azulejería talaverana del siglo XVII.
CAPILLA DE SAN SEBASTIÁN
Rejería con el escudo de en la capilla de San Sebastián
Iluminada por una gran ventana con buena reja que da a la Plaza del Pan se encuentra una capilla erigida por Hernando de Alonso, fundador también del Hospital de la Misericordia ( lo que hasta hace poco fue «Casa de Socorro», frente a la Colegial). Ésta que fue capilla bautismal con la pila donada por él mismo, sala capitular adornada con cerámica en la que se reunía el cabildo de los canónigos y capilla de San Sebastián, acabó convirtiéndose en la sala que alberga el rico archivo de este templo y de las demás parroquias talaveranas.
En ella se encuentran representados los apóstoles en 12 cuadros que proceden también del monasterio jerónimo y que se hallaban antes de su traslado aquí en la iglesia de El Salvador. Se inspiran en grabados de Hendrick Goltzius de 1617.
Capilla de San Sebastián con veijos documentos de l archivo de la colegial y cuadros representando a los apóstolesFotografía de la Colegial de la revista Blanco y negro en la que todavía se puede ver el coro con la capilla de la Quinta Angustia hoy desparecida
CAPILLA DE LA QUINTA ANGUSTIA
En el trascoro se instaló la capilla de la Quinta Angustia hoy desaparecida. Estuvo adornada con un grupo escultórico hispano flamenco del siglo XVI sobre el mismo tema que acabó en la capilla de San Juan Bautista, hoy dependencia de paso al claustro. La cámara que nos ocupa sirvió como enterramiento del primer marqués de Sofraga, miembro de los consejos de Estado y de Guerra de Felipe III, aunque su fundación también se debió a Hernando de Alonso, que además financió la construcción del púlpito. Este clérigo siempre ponía por armas en sus obras un libro, pues le gustaba decir que «las armas de un sacerdote no eran otras sino el breviario».
El grupo escultórico de la Quinta Angustia que se ve en la foto anterior y que ahora está instalada en la capilla de entrada al claustro
TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2)
de Caesaróbriga a la Talavera Medieval
Continuamos una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia
Ara romana en la que aparece el nombre de nuestra ciudad en la que aparece el nombre romano de nuestra ciudad: Caesaróbriga. En dibujo del padre Fita
Los romanos distribuyen las tierras hispanas en las tres provincias, la Bética, la Tarraconense y la Lusitana. Observan que nuestra tierra está poblada por los vettones, pueblo de la misma etnia que los lusitanos y que por tanto son encuadrados por el Imperio en esta misma demarcación territorial, que tiene como frontera oriental una línea que discurre aproximadamente a la altura de la localidad de Santa Olalla, claramente coincidente con el límite geográfico queaún hoy mantiene nuestra comarca natural. Son varios los autores que consideran que ya en tiempos romanos Talavera era una especie de capital administrativa de un gran territorio rural en el que se distribuían numerosas villas dispersas y donde parece haber tenido importancia económica la minería de numerosas explotaciones de La Jara, la trashumancia y el asentamiento de las legiones romanas. Talavera fue sin duda una importante ciudad romana, capital de un extenso territorio en la que había lujosos templos y edificios y donde no se descarta que hubiera edificio públicos como circo o teatro, aunque todavía no se hayan encontrado por los numerosos arrasamientos de la época medieval.
Excavaciones de edificios y templos romanos bajo el actual centro Rafalel Morales en la Plaza del Pan
De cualquier forma, la gran cantidad de inscripciones romanas localizadas en nuestra ciudad, de las que entre otras cosas se ha deducido la denominación de Talavera como Caesarobriga, nos hablan de una población de importancia, como se deduce por tener uno de los corpus epigráficos más ricos de la península.
En la época más tardía se produce una crisis generalizada que conlleva una dispersión rural de la población, como demuestran los numerosos yacimientos tardorromanos y las villas que se hallan esparcidas por la tierra de Talavera. Algunas de esas grandes villas romanas presentan plantas basilicales que demuestran la cristianización en la época de las gentes que habitaban la comarca, cuyo ejemplo más representativo es la villa romana de Saucedo en Talavera la Nueva. Estos asentamientos parece que también estaban vinculados a explotaciones metalúrgicas y, de la misma manera que en otras épocas históricas, los arqueólogos han observado en los materiales hallados un gran paralelismo con los de yacimientos localizados en Extremadura. Nuevamente volvemos a percibir esa mayor vinculación cultural de nuestra ciudad con el occidente peninsular que con la zona central, como algo constante en el devenir histórico de esta tierra.
Mosaico de la Villa romana de Saucedo
En época visigoda los nuevos pobladores no arrasan la ciudad, pero sí que dan una nueva orientación urbanística a la misma. La distribución del territorio estaba entonces muy unida a la demarcación eclesiástica y en Talavera parece que se localizaba la sede episcopal de Elbora, sufragánea de la de Mérida. En Aquis, núcleo de población identificado con Talavera o con la cercana finca de La Alcoba, se crea un obispado en relación con la devoción que atrae a numerosos fieles al sepulcro de San Pimenio, pero el metropolitano de Mérida se queja al rey Wamba por la existencia de esta diócesis, por lo que Talavera se mantiene vinculada a la Lusitania hasta la llegada de la invasión musulmana.
Capitel visigodo de Mohedas de la Jara
Durante la época musulmana son diferentes los viajeros e historiadores que califican a Talabayra como una gran ciudad de la que depende “una provincia importante”.Esta provincia o korá es repoblada en gran parte por aguerridas tribus bereberes que, acostumbradas a batallar, son mantenidas aquí para controlar a la levantisca Toledo con la que mantienen no pocos enfrentamientos, pues Talavera, esa ciudad “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas”, está destinada a servir de bastión ante los cristianos y ante las fuerzas toledanas rebeldes al califato de Córdoba. La ciudad sufre después los enfrentamientos entre el taifa de Toledo y el taifa extremeño de Badajoz, entre los cuales se encuentra geográficamente. Las tierras de Talavera a raíz de la reconquista por Alfonso VI corresponden según J.Gómez Menor con ese territorio o iqlim de la Talabayra musulmana que “no estaba sujeta a Toledo sino que su iqlim formaba una pequeña provincia independiente integrada dentro de la Marca fronteriza Media. Su independencia administrativa está atestiguada: tenía un gobernador, y un cadí o autoridad judicial, y las crónicas árabes nos han conservado el nombre de algunos”.
Lucerna o candil árabe hallado en excavaciones de Talavera
Alfonso VI conquista Talavera y la repuebla con castellanos y francos, que en principio ocupan los arrabales, aunque persiste una numerosa población mozárabe que se asienta en la villa, dentro del caserío que dejaron las clases dominantes árabes. También los moriscos constituyen un núcleo de población importante que se acrecienta durante siglos posteriores, así como la aljama judía, que es de una importancia numérica media-alta entre las comunidades hebreas de Castilla. Más al oeste, la repoblación leonesa es más importante y ya desde la Campana de Oropesa hacia poniente pueden observarse algunos aspectos etnográficos y linguísticos que así parecen confirmarlo claramente.
Alfonso VII participa personalmente en el amojonamiento del término que sería el embrión de las futuras Tierras de Talavera, pasando numerosas temporadas cazando en nuestra ciudad. Fernando III el Santo aumenta la extensión de los territorios talaveranos con la cesión para su repoblación de las Siete Heredades del Pedroso, que formaban parte de La Jara y que actualmente se encuentran comprendidas en Extremadura, desde la división provincial de 1833, como también lo están las dehesas de Ivan Román y Castrejón de Ibor, lo que más tarde sería territorio de Guadalupe y del valle del río Ibor con núcleos de población como Castañar, Navalvillar o el despoblado de la Avellaneda.
El mudéjar quedó como huella de la cultura musulmana en la Talavera ya reconquistada
Hacia el sur, las tierras talaveranas se van repoblando hasta el Guadiana debido a la seguridad militar que se produce en el territorio después del avance de las tropas cristianas tras la batalla de Las Navas de Tolosa. El señorío de La Puebla de Alcocer tendrá no pocos problemas fronterizos con Talavera, principalmente ocasionados por las disputas sobre los pastos y las barcas del río. También son numerosas las luchas de las gentes de Talavera con los caballeros abuleses que abusan de su prepotencia militar y que hace necesario que nuestra villa firme una alianza con Plasencia para intentar afrontar la situación.
Es curioso constatar cómo en la repoblación medieval la cabeza del alfoz se encuentra al norte de la ciudad de cabecera y sus tierras se extienden hacia el sur, tanto en el caso de Talavera que llega hasta el Guadiana como en el caso de Ávila, ciudad cuya jurisdicción comprendía localidades tan cercanas a talavera como Velada, todos los pueblos de la Sierra de San Vicente e incluso la Campana de Oropesa, aunque evidentemente todas esas poblaciones se encuentran desde siempre en el ámbito geográfico y económico de Talavera.
La repoblación cristiana dejó muestras como estas ruinas del castillo de Santisteban en San Martín de Pusa
La repoblación de ese enorme territorio desierto por las razzias permanentes de uno y otro bando a lo largo de la Edad Media hace que sea necesaria la formación de una fuerza armada que defienda a colmeneros y ganaderos del bandidaje que en la fragosidad de los montes de La Jara impide por su inseguridad que se asienten poblaciones estables. Nace así una de las instituciones más antiguas de policía rural y uno de los símbolos de nuestra ciudad durante siglos. Se trata de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que junto a la de Toledo y la de Ciudad Real son el antecedente y modelo de la Hermandad Nueva que impulsarán los Reyes Católicos, y de la misma Guardia Civil, que con sus uniformes verdes recuerdan a la vieja institución hermandina. Durante siglos, los nobles se disputaban los cargos de la misma por ser signo de poder en la villa. La Santa Hermandad también protegía de alguna forma los intereses pecuarios, camineros e incluso “ecológicos” de nuestra tierra. Su pendón era colocado simbólicamente a la entrada de la Puebla de Guadalupe en recuerdo de la dependencia de aquellas tierras de Talavera y también perseguía los delitos perpetrados o a delincuentes huidos en la comarca natural de Talavera, en territorios muy lejos ya de los límites históricos de su alfoz.
Las torres albarranas, símbolo de la primera Talavera cristiana tras la reconquista
Doña María de Portugal recibe de su esposo Alfonso XI la villa de Talavera como regalo de bodas, por lo que, al ser señorío de realengo, nuestra ciudad mantiene cierta independencia relativa comparada con las poblaciones que sufren un señorío feudal, siempre más presionadas desde el punto de vista impositivo o político.
El cambio de Talavera por la villa de Alcaraz con los arzobispos toledanos hace que nuestra ciudad caiga en señorío eclesiástico, aunque los datos apuntan a que históricamente los arzobispos no presionaron en exceso al concejo talaverano, que mantuvo hasta la eliminación de los señoríos en el siglo XIX una considerable independencia de la mitra toledana. Esto permitía, sin embargo, que la nobleza y los ricohombres de la villa fueran quienes realmente detentaran el poder efectivo.
continuará
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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