SAN BERNARDO EN AZULEJERÍA

SAN BERNARDO

Vamos a reproducir aquí un nuevo artículo de la serie «El Santoral del Barro», sobre las representaciones en azulejería de Talavera de los santos con su iconografía, en este caso del siglo XVIII.

Representación de San Bernardo en la puerta oeste del convento de La Encarnación de Talavera. Siglo XVIII
Representación de San Bernardo en la puerta oeste del convento de La Encarnación de Talavera. Siglo XVIII

La representación en azulejos que traemos aquí está situada en la puerta occidental del monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación de las madres “bernardas” de Talavera. Es un panel con aspecto de haber sido elaborado en el siglo XVIII. Aparece el santo con su báculo de abad y el hábito blanco y holgado de su orden. El pelo rapado y una delgada cinta de cabello alrededor. A los pies aparece la mitra de obispo arrojada al suelo como símbolo de su rechazo cuando se negó a serlo en varias ocasiones. También se ve a la derecha en el suelo un corazón y unas azucenas, probablemente como símbolo de su amor por la Virgen.

Enmarcado con motivos vegetales en azul y blanco delimitados por cordoncillo.

Bernardo nació en una familia noble de Borgoña a finales del siglo XII y profesó como monje cisterciense en el monasterio de Citeaux. Tres años después fundó con otros monjes el monasterio del valle de la Amargura, llamado así por estar infectado de bandoleros. Él lo convirtió en el valle de Claraval o valle de la luz. Fue abad del cenobio hasta su muerte, renunciando a otras dignidades eclesiásticas que le ofrecieron.  Es el santo más considerado durante el siglo XIII y un hombre protagonista de su tiempo, durante el que destaca en teología con numerosas obras en las que es una voz autorizada en los conflictos doctrinales de la época. Predicó la cruzada enardeciendo a las masas para ir a luchar contra los sarracenos, pero fue un gran fracaso en el que murieron decenas de miles de personas y fue acusado de ser un falso profeta. Estos hechos y las mortificaciones sufridas en vida acabaron con su vida, siendo canonizado en 1174.

Fue reformador de su orden, en la que introdujo el desprecio por el lujo y su desinterés por las imágenes, tolerando en sus fundaciones solamente el crucifijo. Impulsó el culto por la Virgen y puso todas sus iglesias bajo la advocación de Nuestra Señora.

Aparte de la imagen más habitual del santo pintado sólo con sus atributos aparece además en muchas representaciones durante algunas de las apariciones que según su leyenda tuvo en vida de Cristo y la Virgen. En una de ellas Jesús desclava su brazo derecho de la cruz para abrazar a Bernardo, y en la más conocida una imagen de la Virgen cobra animación y oprime su pecho para que unas gotas de leche caigan en la boca del santo en premio por la defensa que de su culto había hecho.

Otras dos escenas frecuentes son el sueño de su madre embarazada en el que da a luz un perro blanco que ladra a los enemigos de Dios que en esta época eran considerados los miembros de sectas herejes como las de los cátaros, albigenses y valdenses. Por esta razón otro de sus atributos es el demonio encadenado como sucede con San Bartolomé. En otra escena frecuentemente reproducida se salva de la tentación que le hace sentir deseos incestuosos por su hermana, al igual que en una venta se salva del acoso de una mesonera gritando ¡Ladrones, asesinos! para que acudan los que allí pernoctan y así evitar el pecado.

Era tan elocuente que llegó a conseguir que le siguieran en su vocación sus hermanos y su propio padre y, que en principio se oponía a su vocación religiosa. Por ese poder de convicción se le llamaba “doctor melifluus” ya que se decía que sus palabras fluían dulces como la miel,  por lo que a veces aparece en las imágenes junto a un panal de abejas.

Es patrón de Borgoña de donde era originario y de Gibraltar, además de proteger a los colmeneros y cereros. Es uno de los Doctores de la Iglesia.

GUÍA FÁCIL DE LA CIUDAD DE VASCOS

GUÍA FÁCIL DE LA CIUDAD DE VASCOS

Completamos al capítulo anterior sobre fortalezas del Tajo con esta excursión a la Ciudad de Vascos, toda una ciudad amurallada musulmana abandonada  hace casi mil años

Vista general de la alcazaba de ciudad de Vascos
Vista general de la alcazaba de ciudad de Vascos

conocervascos

Recorrido aproximado 19 kilómetros ida y vuelta si vamos andando desde Puente del Arzobispo, 6 horas; 10 kilómetros si el recorrido lo hacemos solamente desde el cruce de Navalmoralejo, 3 horas.

Calle calzada en Ciudad de Vascos
Calle calzada en Ciudad de Vascos

Salimos de Talavera y nos dirigimos a Puente del Arzobispo, cruzamos el puente y tomamos la carretera de La Estrella. En el camino podemos visitar el dolmen de Azután y un paraje junto al Andilucha en el que vemos un viejo puente, un horno tejar y los restos de un viejo molino. Llegamos después al cruce de Navalmoralejo. Justo enfrente, parte un camino que nos conducirá a la Ciudad de Vascos tras un recorrido de unos cuatro kilómetros. Los conejos saltan a nuestro lado mientras recorremos un agradable encinar adehesado.
Trescientos metros antes de llegar a la muralla podemos observar enterramientos musulmanes a ambos lados del camino. Se trata de una de las necrópolis de la ciudad compuesta por inhumaciones de cadáveres colocados de costado, orientados de este a oeste y con cuatro cipos o piedras alargadas que delimitan las cuatro esquinas de cada sepultura. Parece que antropológicamente, los individuos allí enterrados son de la etnia bereber, que sabemos también por datos históricos que fueron traídos por su carácter aguerrido a esta línea del Tajo para defender la frontera contra los cristianos.
Aparcamos el coche en una pequeña explanada junto a la muralla y accedemos al interior a través de un derrumbe de la misma. Pasamos al interior de la zona amurallada e iniciamos el recorrido siguiendo los indicadores. Descendemos por la zona oeste del recinto amurallado, que encierra nada menos que las ocho hectáreas de superficie que tiene esta misteriosa ciudad.
vascos croquisLlegamos a la zona “A”, situada en una pequeña vaguada bajo la alcazaba. Es uno de los sectores urbanos ya excavados donde observamos las dependencias de las viviendas, habitaciones pequeñas en torno a un patio y algunos detalles como molinos de mano fragmentados, silos de almacenamiento excavados en la roca, las jambas de las puertas, el lugar chamuscado donde se situaba el hogar y alguna pila excavada en la piedra.
Junto a esta puerta noroccidental de la muralla se observan las dependencias del cuerpo de guardia con acceso directo al muro. Es curioso ver en la cara exterior de la puerta un arco de herradura labrado en bajorrelieve para darle aspecto musulmán, en una especie de arabización a posteriori de la puerta.

Caldarium del baño de la Mora
Caldarium del baño de la Mora

Y ya que hemos salido por esa puerta, precisamente subiendo unos metros por el arroyo de La Mora arriba se encuentran los restos de uno de los baños árabes de la ciudad. Con su vestuario, sus salas de baño caliente y frío, la leñera y la dependencia donde se calentaba el agua etc.

Mezquita de la Ciudad de vascos
Mezquita de la Ciudad de vascos

Volvemos nuevamente al interior del recinto amurallado y subimos hacia la alcazaba, la parte más fuerte de las ciudades medievales. Antes de entrar observamos una dependencia de planta rectangular con columnas que es la mezquita principal de la ciudad. Es curioso observar en ella los restos del mihrab, esa pequeña dependencia orientada a la Meca que estaba más o menos lujosamente decorada según la riqueza de la mezquita, aunque en este caso solamente queda un hueco en el tapial del muro sur. A la entrada de la mezquita se observa una pileta apenas conservada donde probablemente hacían sus lavados rituales los musulmanes antes de rezar. Se mantienen también fragmentos de algunas de las columnas que sostenían la techumbre.

Se ha llado otra mezquita de menores dimensiones en el barrio situado al sur de la alcazaba.

La entrada a la alcazaba, donde además residía el jefe militar de la plaza, conserva todavía el arranque del arco de herradura, restos de murallas y torreones y un aljibe para almacenar agua. Si nos asomamos al sur contemplamos una vista espléndida con la confluencia del arroyo de la Mora en el río Huso o el embalse de Azután y Gredos al fondo.

Puerta de la alcazaba con el arranque del arco de herradura
Puerta de la alcazaba con el arranque del arco de herradura

Bajamos de la alcazaba y vamos observando la zona “E”, donde se encuentran los cimientos y muros viviendas de rango superior y algunos edificios públicos. En esta zona se han hallado también restos de poblamiento romano anteriores a la ocupación árabe de la ciudad, e incluso lascas de sílex y cerámica que demuestran poblamiento prehistórico.
Ascendemos hacia la zona “B” donde veremos lo abigarrado de las callejuelas, su empedrado, los sistemas de desagüe de las viviendas, los hogares etc. En la muralla de esta parte se observa un portillo de los seis que se conservan actualmente.

Aquí nos asomamos a la muralla y vemos un entorno paisajístico de gran belleza con el bosque mediterráneo rodeando la ciudad, en cuyo interior crecen los almendros. Está flanqueada al este por el impresionante cañón granítico del río Huso en cuyos despeñaderos abundan los espárragos de cambronera y las rapaces que sobrevuelan la impresionante formación granítica. Los patos también transitan por las aguas tranquilas del reculaje del embalse de Azután en el río Huso. Al otro lado del arroyo de La Mora se esconden también los restos de un barrio extramuros, con las ruinas de unas tenerías y quizá otras dependencias artesanales.

Puerta oeste de la Ciudad de vascos que da acceso a los baños
Puerta oeste de la Ciudad de vascos que da acceso a los baños

Muchas teorías se han aventurado sobre la significación del nombre “Vascos” pero ninguna está fundamentada. La despoblación de la ciudad en el siglo XI también es un enigma, aunque sí sabemos que tuvieron que abandonarla los musulmanes por las exigencias de Alfonso VI, que ya preparaba la toma de Talavera y Toledo. Sí conocemos la finalidad estratégica que tuvo esta población defendiendo, junto con otras fortalezas, como Castros, Espejel o Alija, la línea defensiva del Tajo del avance de los cristianos en la Reconquista. Sí sabemos que la propia ciudad o al menos su ámbito de influencia se conoció como Nafza en el mundo musulmán. También conocemos que en el siglo XVII aparece en documentos como la ciudad de “Vasquez”, por lo que puede que este nombre de “Vascos” simplemente haga alusión al apellido de un antiguo dueño, y tal vez pueda esta explicación tan sencilla darnos la solución al enigma.
La tradición local vincula a Vascos con cierta actividad metalúrgica pues, aparte de ciertos restos hallados, se encuentra comunicada por un viejo camino con las minas de oro y hierro de Sierra Jaeña.
Desde aquí partieron tropas convencidas por un santón musulmán llamado Al Quit para conquistar la ciudad cristiana de Zamora. Los generales bereberes no se fiaron de su jefe en el último momento y abandonaron el asedio, por lo que los pocos fieles que le quedaron no pudieron evitar su derrota por Alfonso III y que su cabeza quedara expuesta clavada en una pica junto a las murallas del Duero. Este curioso personaje convencía a la gente mediante trucos de magia y predicaba a los fieles de pie sobre un asno.
Además del patrimonio que antes hemos mencionado antes de llegar a la Ciudad de Vascos también podemos acercarnos a Navalmoralejo, donde se ha instalado un pequeño museo para dar a conocer mejor los restos arqueológicos de la ciudad hispanomulmana.

También podemos acercarnos al embalse de Azután pasando por el pueblo que le da nombre, que fue propiedad de las monjas del monasterio de san Clemente de Toledo. Quedan junto al río restos escasos de la torre árabe de observación que lo originó y un viejo molino que se halla junto a ella. El pueblo cuenta con una arquitectura tradicional en adobe y tapial.
Se puede hacer el camino hasta la Ciudad también en turismo, aunque la parada en el dolmen es un tanto dificultosa y debemos avanzar para aparcar hasta el arroyo Andilucha por seguridad.

RUTA DEL CASTRO DEL RASO Y LA GARGANTA TEJEA

RUTA DEL CASTRO DEL RASO Y LA GARGANTA TEJEA

En otra ruta conocíamos algunos aspectos del patrimonio candeledano relacionados con la arqueología, pero sin duda el yacimiento más importante que podemos visitar es el castro celta de El Raso, pequeño pueblo perteneciente a su ayuntamiento.
Ruta de la garganta Tejea
Ruta de la garganta Tejea

Aunque el yacimiento se conoce desde antiguo, es en las dos últimas décadas cuando se han acometido las excavaciones más importantes que han descubierto un poblado vettón que tal vez sea el de mayor entidad de los conocidos actualmente y el que ha dado más datos sobre este pueblo prerromano. Tiene varias zonas excavadas. En una de ellas, la más extensa, han quedado al descubierto numerosas viviendas que presentan la misma estructura, con planta rectangular y con una dependencia principal en la que los habitantes de la casa se sentaban en un banco corrido delante del hogar, que se sitúa en el centro de la habitación. Allí comían pasándose los alimentos de unos a otros. La vivienda tenía otras pequeñas habitaciones que servían tanto de cuadra como de almacén o lugar de trabajo para telares u otras actividades artesanas.

Viviendas reconstruidas en el castro vettón de El Raso

También hay construcciones de planta circular que probablemente servían como silos o almacén, y hornos que delatan la dedicación a actividades metalúrgicas de sus habitantes, aunque, como es sabido, su principal dedicación era la ganadería y por ello esculpían su manifestación artística más conocida, los verracos de piedra que se encuentran salpicados por toda nuestra geografía y que parece ser eran una especie de grandes amuletos que protegían a los ganados, por lo que aparecen en ocasiones a las puertas de sus corrales. Dos de las casas excavadas han sido reconstruidas y existe el proyecto de hacer un pequeño museo de interpretación del yacimiento con los objetos y herramientas descubiertos. Entre ellos se encuentra un tesorillo hallado en la entrada de una de las viviendas, bajo las cenizas de destrucción de la misma, que se produjo probablemente en el momento del asalto de la población por los romanos. Otra de las zonas excavadas se encuentra en la parte más elevada del yacimiento y cuenta con un bastión que defiende una de las puertas de la muralla, la cual circunda a todo el núcleo urbano y ha sido también excavada en algunos tramos. Pero la mayor riqueza de armas, cerámica, ornamentos etc. ha sido encontrada en la necrópolis, donde se enterraron los restos de sus muertos.

Recientemente se ha acometido la excavación de más tramos de la muralla en los que se ha descubierto un torreón que habría tenido 6 metros de altura, entre otras estructuras.

Pinturas rupestres que representan cérvidos en el valle de la garganta Tejea
Pinturas rupestres que representan cérvidos en el valle de la garganta Tejea

Este pueblo adoraban entre otros a un dios innominado al que cantaban en las noches de plenilunio, según nos cuenta Estrabón, y eran magníficos soldados que resistieron con fuerza a los romanos, para después incorporarse a sus ejércitos como mercenarios.

Garganta Tejea

 Ascenso por la garganta Tejea

 Puede que el nombre de esta hermosa garganta derive de la existencia de tejos, especie arbórea hoy en remisión en toda la sierra. Nos podemos introducir en su alto recorrido siguiendo desde el Raso por la pista que lleva al castro vettón. Siguiéndola hasta el final llegamos a una zona donde se puede dejar el vehículo y desde donde parte una senda que lleva hasta el puente Pinillos para después, cruzando el puente, seguir por la orilla oeste ascendiendo por la garganta. Pasada la vega de las Berceas (berzas) es mejor coger la senda que sube hasta unas majadas para después llegar a los Chozos de tío Domingo y la fuente del Brial. A partir de aquí el paisaje se va haciendo más árido con grandes canchales de piedra y llegamos a la vega del Zapato, desde donde poco antes sale una senda que asciende por la ladera de la izquierda aunque luego se pierde. El final de la garganta es muy abrupto y su cauce desciende muy encajonado por la zona de los Barquetes.

Las paradisíacas pozas de Gredos
Las paradisíacas pozas de Gredos

El paseo es muy ameno, con el sonido de la garganta, los chozos, queseras y majadas, que nos encontramos en el trayecto, y las agradables pozas trasparentes donde podremos bañarnos. No es extraño que veamos cabras monteses.

Aquellos que lo deseen pueden subir por una vaguada hasta los Hermanitos de Tejea, dos picachos gemelos con vistas desde su cara oeste sobre un paisaje de gran belleza con despeñaderos impresionantes. Delante del más sureño de los dos picos se perciben los restos de la muralla de otro castro.

Garganta Tejea, a la derecha los dos picos llamados hermanitos de Tejea
Garganta Tejea, a la derecha los dos picos llamados hermanitos de Tejea

En el plano solamente figura el trayecto que se realiza desde la pequeña zona de aparcamiento, pues desde El Raso, pasando por el castro, no hay pérdida ya que solamente debemos seguir la pista. Este aparcamiento del que hablamos es también el mejor lugar para darnos acceso a la cabecera de la garganta de Alardos.

 Recorrido aproximado 11 kilómetros, 3 horas y media

Con subida a los Hermanitos de Tejea 5 horas

LA TALAVERA ASEDIADA

LA TALAVERA ASEDIADA

Llama la atención de algunos arqueólogos el hecho de que siendo Talavera una importante ciudad musulmana, los restos que nos quedan de aquella Talabira pujante son relativamente pobres. Aventuran la hipótesis de que en la Edad Media, tanto en la época árabe como en la cristiana, los asedios, asaltos y razzias de uno y otro bando produjeron en varias ocasiones la destrucción de gran parte del caserío e incluso de parte de las murallas, por lo que son frecuentes los niveles arqueológicos de arrasamiento que se encuentran en las excavaciones.

Las rocas en primer plano podrían pertenecer al azud o presa que desviaba el agua del río para una mejor defensa de la alcazaba, al fondo.
Las rocas en primer plano podrían pertenecer al azud o presa que desviaba el agua del río para una mejor defensa de la alcazaba, al fondo.

Los reyes castellanos, y sobre todo los leoneses como Alfonso I, don García, Ordoño II o Ramiro II atacaron Talavera en numerosas ocasiones, e incluso, en “Las Mocedades del Cid”, se hace referencia a que nuestro épico héroe nacional venció al jefe moro de Talavera. Nuestra ciudad tenía una gran importancia estratégica tanto en la defensa de la frontera contra los cristianos como en el control que le encomendaron los califas cordobeses sobre la ciudad de Toledo, que en numerosas ocasiones se levantó contra ellos, atacando a la guarnición de Talavera que contaba para su defensa con aguerridos soldados bereberes. Incluso, en época tan temprana como el año 741, cuando se sublevan diferentes núcleos bereberes de la península, entre ellos el de Talavera, debe venir el general Baly ben Bisr al Qusayri para sofocar la rebelión con tropas árabes sirias, y aunque vence a los rebeldes en Guazalete, muere de resultas de las heridas recibidas.

Torre semicircular de la muralla árabe de Talavera

En el 795 vuelven a refugiarse en Talavera los bereberes sublevados en la zona de Ronda. En el año 857 los bereberes toledanos hacen una incursión hasta Ta l a v e r a poniéndola sitio, tal vez en venganza por la matanza que hicieron los talaveranos en el clan de los Banu-Majsi de Toledo. En el año 951 Abderramán III se encuentra en Toledo y envía soldados a sofocar una nueva rebelión de bereberes.

El rey Ramiro II fue uno de los monarcas leoneses que asediaron Talavera
El rey Ramiro II fue uno de los monarcas leoneses que asediaron Talavera

También fueron frecuentes los ataques a nuestra ciudad desde otros reinos taifas como el de Badajoz, cuando se fragmentó Al-Andalus. De hecho, es posible que las atalayas que salpican nuestro territorio no sólo vigilaran la llegada de las huestes cristianas, sino también la de las tropas de taifas árabes enemigos. Estas atalayas aparecen en algunas crónicas árabes como “torres de señales”, ya que en ellas se encendían hogueras que con el humo avisaban a los talaveranos para que se protegieran refugiándose en el interior de la muralla. En la época cristiana Talavera hubo de resistir los frecuentes asedios de los almohades, los almorávides y los benimerines, estos últimos ya en el siglo XIII, por lo que no es extraño que sus habitantes decidieran construir las emblemáticas y magníficas torres albarranas que fortalecieron nuestros muros, además del segundo y tercer recinto amurallado. Es fácil deducir, por los diferentes aparejos de piedra que se observan en los lienzos de la muralla, que ha habido las numerosas reconstrucciones que los talaveranos se vieron obligados a hacer en algunos de los muros.

Fotografía de Ruiz de luna de la presa de los molinos de Abajo, que fue rota en un asedio a Talavera para disminuir el nivel del río y poder atacar a la ciudad más fácilmente
Fotografía de Ruiz de luna de la presa de los molinos de Abajo, que fue rota en un asedio a Talavera para disminuir el nivel del río y poder atacar a la ciudad más fácilmente.

Durante uno de esos asedios los árabes destruyeron la presa de los molinos de Abajo para que, al descender el nivel del río, fuera más fácil acceder al interior de la villa, ya que las aguas lamían la muralla por su cara sur. Precisamente en esa zona se encontraba la torre de Nazar que, como se ve en la fotografía, se introducía en el cauce del río. Puede ser que en ella se hubiera nstalado en epoca árabe una rueda como la de la albolafia de Córdoba, para subir así desde el río el agua al caserío. De hecho, se sabe de la instalación posterior de una rueda en esa torre que se aprovechaba para subir agua a un huerto de los jerónimos. No sería el agua de todas formas un gran problema en los asedios, por ser conocida desde antiguo la existencia de pozos en casi todas las viviendas de Talavera en el centro de sus casas-patio de clara tradición musulmana.

Parte de la muralla de la alcazaba por su zona sur con un portillo que daba acceso a la barbacana o tal vez para acceder a la fuente próxima del Cañillo.

En aquellos episodios bélicos destacaron los ballesteros cristianos de Talavera, famosos desde el medievo por su destreza con los arcos y ballestas. Entre las leyendas locales relacionadas con los asedios destaca la de los pasadizos y túneles que pasaban al otro lado del río, pero que según parece formaban más bien parte del alcantarillado romano.

Escultura del Cid en Burgos
Escultura del Cid en Burgos

Mocedades del Cid

La batalla venció Rodrigo

Por ende sea Dios loado

Mató al rey Garay, moro de Atiença

E al rey de Çigüenza su hermano

Mató al de Guadalajara

Et prisso al Madriano

et al Talaverano

et a otros moros afartos

et traxieron los dos reis moros

para el reino çamorano

EL TAJO FRONTERIZO

EL TAJO FRONTERIZO

Un nuevo capítulo de «Ríos de Hstoria» en el que tratamos del Tajo como frontera entre cristianos y musulmanes en Talavera y su «korá» o provincia musulmana

Castillo árabe de Espejel junto al Tajo en Valdelacasa

Llama la atención de algunos arqueólogos el hecho de que siendo Talavera una importante ciudad musulmana, los restos que nos quedan de aquella Talabira pujante son relativamente pobres. Aventuran la hipótesis de que en la Edad Media, tanto en la época árabe como en la cristiana, los asedios, asaltos y razzias de uno y otro bando produjeron en varias ocasiones la destrucción de gran parte del caserío e incluso de parte de las murallas, por lo que son frecuentes los niveles arqueológicos de arrasamiento que se encuentran en las excavaciones. Los reyes castellanos, y sobre todo los leoneses como Alfonso I, don García, Ordoño II o Ramiro II atacaron Talavera en numerosas ocasiones, e incluso en “Las Mocedades del Cid” se hace referencia a que nuestro épico héroe nacional venció al jefe moro de Talavera.

La atalaya de El Casar vigila la vega talaverana

Nuestra ciudad tenía una gran importancia estratégica tanto en la defensa de la frontera del Tajo contra los cristianos como en el control que le encomendaron los califas cordobeses sobre la ciudad de Toledo, que en numerosas ocasiones se levantó contra ellos, atacando a la guarnición de Talavera que contaba para su defensa con aguerridos soldados bereberes. Incluso, en época tan temprana como el año 741, cuando se sublevan diferentes núcleos bereberes de la península, entre ellos el de Talavera, debe venir el general Baly ben Bisr al Qusayri para sofocar la rebelión con tropas árabes sirias, y aunque vence a los rebeldes en Guazalete, muere de resultas de las heridas recibidas. En el 795 vuelven a refugiarse en Talavera los bereberes sublevados en la zona de Ronda. En el año 857 los bereberes toledanos hacen una incursión hasta Talavera poniéndola sitio, tal vez en venganza por la matanza que hicieron los talaveranos en el clan de los Banu-Majsi de Toledo. En el año 951 Abderramán III se encuentra en Toledo y envía soldados a sofocar una nueva rebelión de bereberes.

Las torres albarranas de El Charcón en un dibujo de Enrique Reaño sobre grabado del siglo XIX

También fueron frecuentes los ataques a nuestra ciudad desde otros reinos taifas como el de Badajoz, cuando se fragmentó Al-Andalus. De hecho, es posible que las atalayas que salpican nuestro territorio no sólo vigilaran la llegada de las huestes cristianas, sino también la de las tropas de taifas enemigos. Estas atalayas aparecen en algunas crónicas árabes como “torres de señales”, ya que en ellas se encendían hogueras que con el humo avisaban a los talaveranos para que se protegieran refugiándose en el interior de la muralla.

La torre llamada del Polvorín, del segundo recinto amurallado

En la época cristiana Talavera hubo de resistir los frecuentes asedios de los almohades, los almorávides y los benimerines, estos últimos ya en el siglo XIII, por lo que no es extraño que sus habitantes decidieran construir las emblemáticas y magníficas torres albarranas que fortalecieron nuestros muros, además del segundo y tercer recinto amurallado. Es fácil deducir, por los diferentes aparejos de piedra que se observan en los lienzos de la muralla, que ha habido las numerosas reconstrucciones que los talaveranos se vieron obligados a hacer en algunos de los muros.

Durante uno de esos asedios los árabes destruyeron la presa de los molinos de Abajo para que, al descender el nivel del río, fuera más fácil acceder al interior de la villa, ya que las aguas lamían la muralla por su cara sur. Ya nos hemos referido a que precisamente en esa zona se encontraba la torre de Nazar que se introducía en el cauce del río.

No sería el agua de todas formas un gran problema en los asedios, por ser conocida desde antiguo la existencia de pozos en casi todas las viviendas de Talavera en el centro de sus casas-patio de clara tradición musulmana. Esos pozos se hallan en todos los estratos arqueológicos de la ciudad. Entre las leyendas locales relacionadas con los asedios destaca la de los pasadizos y túneles que pasaban al otro lado del río, pero que según parece formaban más bien parte del alcantarillado romano. En aquellos episodios bélicos destacaron los ballesteros cristianos de Talavera, famosos desde el medievo por su destreza con los arcos y ballestas.

Arco de herradura en la entrada al castillo árabe de Marco en Villar del Pedroso

Comienza la repoblación de los antiguos distritos árabes en que se dividía la tierra de Talavera, uno de ellos era Bask, la ciudad de Vascos junto a la desembocadura del Uso en el Tajo,  que abarcaría probablemente gran parte de La Jara, la Ladera (al-sanad) y la Vega (Al –fash) de nuestro gran río con las mejores tierras de cultivo. Esas zonas más ricas y cercanas a la propia ciudad estaban desde la época musulmana explotadas con cultivos de secano pero también con huertas. Era la árabe una civilización con gran dominio de la cultura del agua y que ha dejado en nuestro vocabulario castellano numerosas palabras relacionadas con la horticultura y la hidrología. La Talavera reconquistada muestra algunos topónimos heredados de esas explotaciones como la “almunia de la Reina”, la “huerta del Rey” y otras muchas.

EL FRAILE QUE ARRODILLÓ A LA REINA

El FRAILE QUE ARRODILLÓ A LA REINA

Monumento a Fray Hernando de Talavera
Monumento a Fray Hernando de Talavera

Un fraile jerónimo de cuerpo delgado y rostro alargado permanecía sentado en la gran sala abovedada que daba entrada a las dependencias del Santo Oficio. La expresión de su nariz aguileña y sus ojos, tan vivos a pesar de su edad, causaban al joven clérigo que le acompañaba una sensación de serenidad que ninguna otra persona había conseguido transmitirle. Dos criados que cruzaron las frías dependencias, al pasar junto a él, murmuraron  sorprendidos que el modesto fraile que ahora esperaba sentado para ser interrogado por  el Inquisidor de Córdoba, Diego Rodríguez Lucero, era nada menos que el arzobispo de Granada, Fray Hernando de Talavera.

Siempre había sido un hombre modesto y con humildad aceptaba la que él consideraba una dura prueba impuesta por Dios. Lucero, al que el pueblo conocía como Ael hombre de las hogueras@ se había cebado con él y con su familia. Había conseguido que unas mujeres recompensadas con unas monedas acusaran al arzobispo y a su familia de prácticas de brujería en las que sus sobrinas se entregaban embriagadas a bacanales y ritos satánicos, montando a la grupa de machos cabríos y recorriendo España para buscar prosélitos para el judaísmo.

Fray Hernando de Talavera yMaldonado, el Doctor Talavera entre otros en la exposición de Colón de su proyecto de navegación a Indias

Miraba el fraile a la pared de piedra de enfrente como si fuera a obtener de ella alguna respuesta. Se acordó de su madre, la hermosa judía que el señor de Oropesa don Fernando Álvarez de Toledo quiso tener por amante y, aunque pasó algún tiempo de su niñez en Oropesa, sus primeros recuerdos venían de Talavera de los alrededores de la calle del Contador, del patio de la casa donde sus tíos Pedro Suárez y Diego López de Ayala habían instalado a su madre para alejarla de la condesa.

Empezó a notar frío, el mismo frío húmedo de iglesia que desde los cinco años se había acostumbrado a sentir cuando cantaba en la Colegial de Talavera, mientras aprendía a leer y escribir entre el ir y venir de los canónigos. Desde entonces no había dejado de oler a cera e incienso en toda su vida. Recordaba sus visitas al monasterio de Santa Catalina donde su pariente Fray Alonso de Oropesa, más tarde General de la Orden de los jerónimos, había sido elegido en plena juventud prior del poderoso convento talaverano. Allí  pensó por primera vez en hacerse monje. En realidad, pensó, hubiera deseado permanecer toda su vida en el monasterio del Prado donde fue prior, entre sus libros y sus frailes.

Placa en la casa natal de fray Hernando de Talavera
Placa en la casa natal de fray Hernando de Talavera

En ese momento, dos dominicos cruzaron la sala mirándole de reojo sin ni siquiera saludarle, él volvió a sus pensamientos y recordó el día en que con toda su ilusión ofreció a su padre la traducción de un libro de Petrarca en la magnífica caligrafía que había aprendido en Barcelona. Asaltaban su mente imágenes de los días felices de bachiller en Salamanca, aunque la penuria económica del hijo bastardo de un noble le obligaba a tomar pupilos en su casa a los que además daba clase para poder sobrevivir. Cuando podía, se escapaba al monasterio jerónimo de San Leonardo en Alba de Tormes donde acabó ingresando como novicio. El nunca dejó de ser un fraile e incluso siendo arzobispo de Granada organizó su casa como si de un convento se tratara, imbuido de la modestia que él quiso volver a introducir en la vida religiosa de los monasterios con el impulso que sus amigos llamaban A la reforma talaverana , la que él mismo aplicó siendo prior del monasterio del Prado en Valladolid.

No tenía miedo a la muerte, pero en ese momento se acordó de las humillaciones que el Santo Tribunal había hecho pasar a su familia y un escalofrío de indignación le recorrió la espalda. Al fin y al cabo era un pobre hombre hijo de judía y ya no vivía su gran valedora, su señora la Reina Católica. Jamás se hubieran atrevido a tocarle un pelo si ella viviera. No pudo evitar recordar de nuevo la primera confesión con la reina Isabel. Siempre había dudado si en aquella ocasión había actuado tal vez con cierta soberbia cuando la reina le indicó que se arrodillara junto a ella para confesarla y él respondió: ANo señora, yo he de estar sentado y vuestra alteza de rodillas porque este es el tribunal de Dios, y aquí hago sus veces@. Pero desde entonces la reina hizo de su persona el  consejero más fiel. Hasta cuando con su amigo y paisano Maldonado, el doctor Talavera, analizaron el proyecto de Colón para viajar a las indias aconsejando a la reina que apoyara la empresa.

Casa donde es tradición que nació Fray Hernando de Talavera
Casa donde es tradición que nació Fray Hernando de Talavera

Por la insistencia de Isabel aceptó Hernando abandonar su vida monacal y hacerse obispo de Ávila. Pero no gustaba de ser un prelado al viejo estilo, un obispo cuyo fin es mandar y enseñorearse de los menores, ser temido, reverenciado, servido, regalado. No tratar sino de sus contentos y descansos, comidas espléndidas, camas blandas, número de pajes y criados, caballos, mulas aparadores y vajillas ricas, teniendo delante de sus ojos una infinidad de pobres feligreses muertos de hambre, desnudos, enfermos y lastimados. Hernando de Talavera no sería uno de ellos, pero eso le costaría las primeras enemistades de los poderosos los primeros roces con los que siempre querían que todo siguiera igual, los que decían que el fraile se dedicara a decir misa, que no se distrajera con tantos y difíciles negocios de Estado.

Pero la reina siguió confiando en su humilde persona y le hizo arzobispo del último pedazo de España que había estado en manos de los hijos de Alá, el reino de Granada. También allí quiso acercar su iglesia a los más desfavorecidos, a los vencidos, a los moriscos y a los conversos, pero intentó aproximarse a ellos sin la espada, en su misma lengua, respetando sus costumbres y hasta permitiendo su música y sus canciones en las iglesias. Pero los grandes, como siempre, como había sucedido durante siglos, no cesaban en su gula de sangre y riqueza, y ahora le tocaba a este pequeño fraile ser molido en las inmensas piedras del poder.

«RÍOS DE HISTORIA» EL TAJO MORO ( y 2)

«RÍOS DE HISTORIA» EL TAJO MORO ( y 2)

Torre medieval de Alcaudete, actual casa del cura
Torre medieval de Alcaudete, actual casa del cura

También se fortificaban los lugares estratégicos que dominaban los ríos y arroyos de nuestra comarca instalando torres, torrejones, torrecillas y atalayas distribuidas por toda la geografía comarcana. Es el caso de la torre de Alcaudete defendiendo el valle del Jébalo, de la de Navalmoralejo defendiendo la entrada del valle del arroyo Andilucha.

No vamos a entrar en una detallada descripción del recinto amurallado árabe, el que hoy conocemos como primer recinto amurallado y que tiene diferentes tipos de torres (semicirculares, cuadradas..) y puertas como el Arco de San Pedro, la de Mérida o la del Río) pero sí podemos señalar que la zona de la muralla que linda con el Tajo conserva restos en su parte occidental, junto a la Portiña, aunque los restos de las torres albarranas que se conservan en la zona de la calle de La Lechuga son ya de época cristiana. Sí se conserva un tramo de un lienzo que se sitúa junto al puente de Hierro que conserva la salida de una tarjea de probable origen romano. Entre el puente de hierro y el puente Viejo, sí que existía sin embargo una torre todavía visible en las fotosy en los grabados antiguos que se introduce en el cauce del río un poco al oeste del lagar de los jerónimos (museo Etnográfico) y que sostenía una rueda de  arcaduces que elevaba el agua del río a la ciudad en época musulmana y más tarde a una huerta del monasterio jerónimo. Se trata de la puerta de Nazar, muy similar a la que todavía se mantiene en pie en Córdoba bajo el nombre de la Albolafia, era un artificio movido por la propia corriente para elevar el agua muy similar a la que había también en Toledo en la zona de Safont y que aparecía en los cuadros del Greco y que también ha sido recientemente restaurada. Si seguimos el recorrido aguas arriba  nos encontramos el puente Viejo que aunque no conozcamos referencias históricas de época árabe, ya existía en época romana.

Torre musulmana del castillo del Cerro de San Vicente

Es posible que el azud que daba agua al molino que se situaba en el primer ojo del puente sirviera también para inundar la barbacana en caso de asedio por los cristianos y que también existieran tanto la presa que alimenta a los molinos de Arriba en Palomarejos, como la que lleva la corriente a los actuales molinos de Abajo. Lo mismo sucede con los molinos y batán de Cabañuelas, de los que tenemos referencias en documentos muy tempranos posteriores a la reconquista, por lo que igual que los anteriores existirían con toda probabilidad en época musulmana.

El la torre más occidental del alcázar talaverano podemos aún hoy ver el hueco donde se encastraba una placa de mármol en la que se conmemoraba el fortalecimiento de las murallas árabes de Talabayra por Abderramán III, aunque el pueblo había querido ver en aquella inscripción con escritura cúfica otro mensaje: «Cuando el Tajo llegue aquí, Talavera ¡ay! de tí» condicionado por el temor que desde hace siglos han tenido los talaveranos por las grandes crecidas del río. Esa placa de mármol fue llevada a la Real Academia de la historia por el propio ayuntamiento a petición del erudito decimonónico Luis Jiménez de la Llave privando de este importante elemento histórico y arqueológico a la ciudad, aunque hoy se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional

2-Placa fundacional de la alcazaba árabe Talavera que conmemoraba su construcción por Abderramán III
2-Placa fundacional de la alcazaba árabe Talavera que conmemoraba su construcción por Abderramán III

Muy cerca de allí estaba la fuente que daba nombre a la actual Ronda del Cañillo, fuente que es también muy probable que condicionara la instalación aquí del alcázar árabe por facilitar el abastecimiento de agua potable y no en zonas más elevadas como por ejemplo la cuesta de San Clemente. Esa fuente se denominó durante algún tiempo fuente de Tetuán, no por ninguna causa de época musulmana sino por hechos de las guerras del norte de -Africa en el siglo XIX.

La llamada fuente de Tetuán, junto a la alcazaba, en la Ronda del Cañillo
La llamada fuente de Tetuán, junto a la alcazaba, en la Ronda del Cañillo

Otro hecho curioso para reseñarlo es el gran parecido que tiene el perfil ribereño de nuestra ciudad  con la propia Córdoba, capital del Califato, de la que Talavera fue siempre aliada con sus tropas bereberes contra la levantisca Toledo. En Córdoba incluso había una puerta de Talavera al norte de su casco antiguo que daba nombre a la salida de la ciudad hacia Talabayra, la ciudad que los propios árabes llamaban «la ciudad más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeÍstas» es decir con los cristianos, que eran llamados así por los musulmanes por creer en la Trinidad y en los santos.

Motivos decorativos de cerámicas árabes talaveranas según trabajo de Alberto Moraleda
Motivos decorativos de cerámicas árabes talaveranas según trabajo de Alberto Moraleda

Ese perfil con el puente romano en los dos casos, los molinos varados en el río, la albolafia o la rueda de la torre de Nazar y los perfiles de la colegial y su catedral con el edificio de San Prudencio con gran parecido con las torres cordobesas de la catedral-mezquita.

El acceso principal se realizaba por una doble escalinata de piedra  mientras que un postigo, en la parte opuesta, daba acceso al río. Entre sus dinteles y sillares se hallaron numerosas lápidas sepulcrales romanas. La planta del alcázar es rectangular con unas dimensiones aproximadas de 86×64 metros. Las excavaciones realizadas a la puerta de la alcazaba demostraron la existencia de un habitat tardorromano anterior de cierta importancia.

LA PLAYA DE LOS ARENALES: LA FELICIDAD ROBADA A LOS TALAVERANOS

CUANDO EL TAJO NOS REFRESCABA. MÁS FOTOS DE BAÑISTAS DE VARIAS ÉPOCAS EN LOS ARENALES

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Presentamos aquí varias fotografías de diferentes épocas situadas en la playa de Los Arenales antes de su expolio del trasvase, otro día traeremos otras tomadas en otros lugares como Palomarejos, El Paredón y otros puntos de baño del río Tajo.

En algunas se ven los kioscos donde los talaveranos y gentes de la comarca pasaban los calores veraniegos.

Venía a Talavera en los años cincuenta y sesenta el que llamaban entonces el «tren botijo» , denominado así porque venían en él turistas desde Madrid a disfrutar de nuestra playa y marchaban hacia Madrid y otros puntos con el típico botijo de cerámica talaverana como recuerdo. En tiempos había coches de caballos o más tarde taxis, que llevaban a la gente desde la estación de ferrocarril hasta el río.

 

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Los Arenales, y los árboles de la isla en primer plano. Al fondo los kioscos y los edificios de Ronda del Cañillo, aunque no todos los construidos hoy día
Los balones de Nivea o similar, todo un clásico
Este puente era necesario cruzarlo para llegar a los baños y kioscos de Los Arenales
Los niños disfrutando con el monasterio jerónimo al fondo
Luciendo los últimos modelos de bañador en los años 60
Obsérvese que aún no se ha levantado ninguno de los grandes edificios de la Ronda del Cañillo
Toda la familia iba a disfrutar del río.
La playa de los Arenales a principios del siglo XX, casi tres kilómetros de playa.

 

EL TIÉTAR POR LA SIERRA DE SAN VICENTE Y EL BERROCAL

EL TIÉTAR POR LA SIERRA DE SAN VICENTE  Y EL BERROCAL

Seguimos hoy con el segundo tramo del Tiétar al paso del río por los pueblos ribereños de la Sierra de San Vicente y El Berrocal, con su naturaleza y patrimonio

El Tiétar, sigue descendiendo y deja a su izquierda los pueblos de la Sierra de San vicente como La Iglesuela. En esta zona el río es de singular belleza por discurrir entre un bosque de pinos autóctonos. Además, en estos parajes es muy abundante la cigüeña negra y un gran número de rapaces y otras especies de aves.

El Tiétar va cogiendo caudal de otras gargantas
El Tiétar va cogiendo caudal de otras gargantas

Descendemos después el Tiétar por su misma ribera si vamos andando, o por un camino que nos conduce a la carretera de Casavieja. Junto al puente de la carretera, río arriba, se halla otro puente más antiguo en un paraje muy ameno, donde podemos, como en el resto del trayecto fluvial, intentar pescar algún barbo, cachuelo e incluso black-bass.

Cárcavo de un viejo molino en el Tiétar
Cárcavo de un viejo molino en el Tiétar

En el descenso del río se adornan las orillas con algunas alisedas, saucedales, choperas y fresnedas, en los lugares, donde el regadío y las plantaciones de espárragos, no han deteriorado el bosque de ribera. También encontraremos tres ejemplares de molino de agua que dan un toque pintoresco al entorno, sobre todo el conocido como de Castillo construido en obra de buena sillería con un gran canal elevado.

Puente sobre el Tiétar en término de La Iglesuela
Puente sobre el Tiétar en término de La Iglesuela

En el valle del Tiétar, por el término de Lanzahita podemos encontrar zonas cultivadas que producen entre otros productos sus famosas sandías y sus carillas (legumbre de pequeño tamaño que presenta una mancha negra en el centro). Pero también podemos disfrutar de bellas dehesas con encinares y manchas de alcornoque o de roble, además de las solitarias orillas del río Tiétar con amenos rincones donde perdernos.

Caballos enjaezados después de cruzar el Tiétar en la romería entre Lanzahita y Hontanares
Caballos enjaezados después de cruzar el Tiétar en la romería entre Lanzahita y Hontanares

UNA ROMERÍA  QUE CRUZA EL RÍO

La fiesta más peculiar de Lanzahita es la romería, celebración de gran antigüedad que algunos datan en el siglo XVI y que basa su tradición en una curiosa leyenda. La imagen del Cristo de la Luz fue encontrada por un pastor cerca del vecino pueblo de Hontanares, en las proximidades del río Tiétar. Esta imagen fue llevada a Lanzahita, pare ser custodiada en la ermita de la Virgen del Prado, pero desapareció para ser hallada otra vez en el lugar de su aparición. Nuevamente se llevó a Lanzahita, pero volvió a aparecer en Hontanares. El pastor indicó que le había sido revelado que el Cristo debía estar en Hontanares, por lo que se le construyó una ermita en este pueblecito, hoy su iglesia. Los vecinos de Lanzahita olvidaron el culto a la imagen y todo tipo de desgracias cayeron sobre el pueblo, por lo que se volvió a recuperar la devoción al Cristo, llevando todos los años en romería un cirio que se bendice previamente en la ermita de la Virgen del Prado.

Ofrenda en la romería entre Lanzahita y Hontanares
Ofrenda en la romería entre Lanzahita y Hontanares

La fiesta está declarada de interés turístico regional y durante ella los caballistas y carruajes engalanados van hasta el Tiétar acompañando al cirio tradicional. El último tramo del camino se hace a la carrera en un espectáculo lleno de alegría y colorido y, después de la procesión con el Cristo por las calles de Hontanares se hace una comida campestre a orillas del río. 

Molino de Castillo en el Tiétar
Molino de Castillo en el Tiétar

El entorno de Buenaventura es muy ameno con sus dehesas, los bosques ribereños del Tiétar y otros parajes de interés, como son la charca de la Margañona, desde donde subiremos al oeste del caserío y a la que podemos acceder siguiendo el arroyo de Pedro García que va saltando en pequeñas cascadas, como lo hace el arroyo que baja desde Navamorcuende en el paraje de las Chorreras, por donde podemos subir en un recorrido que nos lleve al pueblo vecino.

Tiétar a su paso por el término de La Iglesuela
Tiétar a su paso por el término de La Iglesuela

NUESTROS RÍOS: TIÉTAR, PRIMER TRAMO

NUESTROS RÍOS: TIÉTAR, PRIMER TRAMO

Comenzamos hoy una nueva serie sobre nuestors ríos en la que haremos un recorrido por sus cauces y con los elementos culturales y naturales que se ven en sus inmediaciones.

El Tiétar nace en la Venta del Cojo
El Tiétar nace en la Venta del Cojo

Hoy comenzamos a recorrer uno de los ríos más importantes de nuestra comarca. Se trata del río Tiétar, que nace en el límite entre las provincias de Madrid y Ávila, cerca de la carretera nacional 501 y justo en la frontera de los términos de Santa María del Tiétar y Rozas de Puerto Real. La carretera discurre por el trazado de la antigua Cañada Leonesa Oriental y junto a ella se sitúa la Venta del Cojo, que daba servicio a los ganaderos trashumantes y en cuyo entorno brotan los manantiales que darán los primeros caudales a nuestro río.

Santa María del Tiétar, antes Escarabajosa, y Sotillo de la Adrada, los primeros pueblos del valle del tiétar
Santa María del Tiétar, antes Escarabajosa, y Sotillo de la Adrada, los primeros pueblos del valle del tiétar

Durante gran parte de sus ciento cincuenta kilómetros discurre al sur de la sierra de Gredos, de la que recibe por su orilla derecha el caudal de las gargantas de la sierra, mientras sirve de frontera entre las provincias de Ávila y Toledo, para adentrarse más adelante en Cáceres, donde desemboca en el Tajo, recorriendo antes la comarca de La Vera.

Casillas y Sotillo de la Adrada son los primeros pueblos del señorío de La Adrada que vamos a encontrar en nuestro recorrido por el Valle del Tiétar, cuya cabeza, La Adrada, fue capital del estado al comienzo de la Edad Media.

Castillo en la cabeza del señorío de La Adrada por cuyos pueblos discurre el Tiétar en su cabecera.
Castillo en la cabeza del señorío de La Adrada por cuyos pueblos discurre el Tiétar en su cabecera.

En 1393, el condestable de Castilla y corregidor de Ávila don Ruy López Dávalos recibió del rey Enrique III un gran señorío al sur de Gredos que incluía lugares tan lejanos como La Adrada, Arenas de San Pedro, Castillo de Bayuela o Puebla de Santiago del Arañuelo, muy cerca ya del Tajo en las proximidades del actual pueblo de Valdeverdeja. En 1422 le son confiscados estos territorios y de ellos La Adrada, Arenas y Bayuela pasan a formar parte de los extensos territorios del otro condestable, don Álvaro de Luna como herencia de su mujer. Tras su ejecución por orden del Rey, Bayuela y Arenas siguen en poder de su esposa la “Triste Condesa”, ya que habían sido recibidos por ella en herencia de su padre, pero La Adrada y los pueblos que formaban el estado (Sotillo, Casavieja, Casillas, Fresnedilla, Piedralaves e Iglesuela) los recibe don Beltrán de la Cueva como donativo de Enrique IV. Pasará todo este territorio a manos de su segundo hijo don Antonio de la Cueva y Mendoza, separándose así del señorío de Mombeltrán en manos del duque de Alburquerque, hermano mayor de la familia.

Apenas un hilo de agua es el Tiétar a su paso por Sotillo de la Adrada, pero el río discurre por los agradables parajes del puente Mosquea sobre el Tiétar y el puente Chico sobre un pequeño afluente en la orilla izquierda. Aguas abajo, donde la carretera de La Iglesuela cruza también el río, se encuentra la puente Mocha, otro pintoresca construcción medieval. Todo el recorrido discurre entre pinares muy amenos en un trazado llano muy agradable.

Puente Mosquea sobre el Tiétar
El Puente Mosquea y la Puente Mocha son dos magníficas obras  sobre el Tiétar

Puente Chico sobre un afluente cerca del tiétar
Puente Chico sobre un afluente cerca del tiétar

Al término de Gavilanes se une en el siglo XIX el de la aldea de Las Torres, la más vieja población del lugar que queda así desierta desde entonces.

Ruinas de la iglesia del despoblado de Las Torres, uno de los primeros núcleos habitados del valle del Tiétar
Ruinas de la iglesia del despoblado de Las Torres, uno de los primeros núcleos habitados del valle del Tiétar

Al despoblarse el núcleo cercano al río de las Torres en 1773, el altar mayor de la iglesia se trasladó a Mijares.

El Tiétar es en este primer tramo poco caudaloso pues todavía ha recogido el caudal de pocas gargantas. Alamos, blacos, alisos y sauces festonean sus riberas que a veces son muy intrincadas en su vegetación y llegan a formar galerías. Suele en verano detenerse el río en pozas a veces muy extensas y al final empiezan a aparecer las primeras rocas graníticas y los primeros playazos por arrastre de las arenas graníticas de Gredos.

El Tiétar adolescente comienza a recorrer su valle
El Tiétar adolescente comienza a recorrer su valle

Alamedas, alisedas y saucedales festonean sus orillas
Alamedas, alisedas y saucedales festonean sus orillas

Los cultivos de regadío con espárragos y maizales comienzan a aprovechar sus aguas
Los cultivos de regadío con espárragos y maizales comienzan a aprovechar sus aguas