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CAMINO DE GUADALUPE (8) UNA EXCURSIÓN A LA FORTALEZA DE CASTROS

UNA EXCURSIÓN A LA FORTALEZA DE CASTROS

Puerta Sur de la fortaleza musulmana de Castros

Ya que estamos en Puente nos acercaremos en un agradable paseo ribereño hasta la fortaleza musulmana de Castros que, aunque se encuentra en término de Villar del Pedroso, es más accesible desde aquí. Los lugareños conocen el paraje como “La Muralla” y para ir hasta allí cruzaremos el puente e inmediatamente tomaremos un camino que sale a la derecha bajando por la ribera del río. Desde esta orilla tenemos una pintoresca vista de la villa con el puente, los molinos y el caserío.

Desembocadura del río Pedroso, donde se desarrolla la leyenda de la mora

Después de andar unos dos kilómetros tropezamos con la desembocadura del río Pedroso que se despeña en cascada sobre el Tajo en un hermoso paraje. Una curiosa leyenda dice que una mora que vivía en el castillo que vamos a visitar, despechada por mal de amores, se arrojó desde estas alturas al río y se la puede ver todavía saltando y escucharse sus lamentos en las noches de luna del día de San Juan.

Justo en el codo que hace el río Pedroso antes de su desembocadura se observan sobre el cauce los restos de un batán con cuyos beneficios dejó también estipulado el arzobispo Tenorio que se financiaran los hospitales de Puente. Siguiendo el cauce del riachuelo nos encontramos con el bonito conjunto que forman un puente y un molino de ribera.

Molino-batán sobre el río Pedroso

En la elevación situada entre los dos ríos se sitúa la fortaleza que formaba, junto a Vascos, Espejel, Alija, Azután, Canturias o Talavera, parte de una línea defensiva  destinada a impedir que los cristianos atravesaran la línea del Tajo en su avance hacia el sur.

Puerta de la torre de la alcazaba de Castros

Se trata de una alcazaba con un poblado alrededor sin contar en este caso con el amurallamiento que rodea al caserío en el caso de la Ciudad de Vascos pero que, como se deduce por sus características constructivas, también se construyó entre los siglos IX y XI por las aguerridas gentes bereberes con las que los árabes repoblaron estas orillas.

Puente y fortaleza de Castros

La vista desde sus murallas es impresionante y vemos al Tajo que discurre por terreno quebrado con su cauce cortado por las azudas o presas que llevaban agua a los molinos, como las aceñas del Conde de Oropesa, un gran edificio que se contempla algo más abajo de Castros.

Aljibe de la fortaleza de Castros

Parece que esta fortaleza tenía también como misión la defensa de un puente que se encuentra a sus pies y del que se mantienen todavía los tajamares. Reconquistada esta tierra por Alfonso VI fue encomendada la defensa de este castillo a los caballeros de Calatrava y de ahí que a unos molinos cercanos, situados río arriba, se les conociera como molinos “de Calatravilla”.

Molino de Calatravilla frente a la fortaleza de Castros

EL CAMINO REAL DE GUADALUPE (6) LOS PUENTES DE PUENTE

EL CAMINO REAL DE GUADALUPE (6) LOS PUENTES DE PUENTE

Puente entre Alcolea y Puente del Arzobispo sobre el arroyo de Bienvenida

Antes de llegar a Puente del Arzobispo desde Alcolea hemos de cruzar un puente sobre el arroyo de Bienvenida por donde cruzaban peregrinos y ganados que discurrían por el Camino Real y la Cañada Leonesa Oriental. Es un buen puente de un solo ojo construido en buena sillería.

Otro puente blasonado con un escudo arzobispal se sitúa en el rincón sudeste del casco urbano cerca de la desembocadura del mismo arroyo.

Puentecillo sobre el arroyo de Bienvenida junto al casco urbano

Hablaremos ahora de la leyenda del origen  del puente del Arzobispo, aunque dejaremos para el próximo capítulo su descripción.

Se puede decir que Puente del Arzobispo es un pueblo que nace directamente del camino de Guadalupe. Aguas abajo de Talavera de la Reina eran muchos las leguas que recorría el Tajo sin que hubiera ni un solo puente estable desde el tiempo de los romanos. Talavera mantenía a ultranza sus derechos sobre el paso del río por los grandes beneficios económicos y estratégicos que ello le reportaba, y ponía por ello toda clase de dificultades a la construcción de algún otro puente que hiciera competencia al suyo, aunque a duras penas se mantuviera en pie y hubiera de sufrir continuas reparaciones causadas por las crecidas. Por este motivo, incluso llegó a haber encuentros violentos con las gentes de la villa de Azután que defendían el paso a través del Puente Pinos, situado bajo el embalse de la villa de Azután cerca del muro. Era éste muy precario en su construcción y pertenecía a las monjas del convento de San Clemente de Toledo, señoras de esta villa ribereña. Las gentes que querían cruzar el Tajo y aventurarse en La Jara, bien para repoblarla o para dirigir hacia los pastos de invierno a sus ganados trashumantes, debían vadearlo en las zonas más favorables durante el estiaje o atravesarlo en las barcas y cajones que cruzaban el río y que estaban frecuentemente situados aguas arriba de las presas molineras.

Grabado idealizado del puente del Arzobispo del siglo XIX, conservando aún las dos torres

A finales del siglo XIV detentaba la mitra toledana el arzobispo Tenorio quien al parecer tenía propiedades en la zona de Alcolea que había heredado de su madre Juana Duque, de una noble familia talaverana. El prelado frecuentaba la zona por esta razón y conocía de los peligros que debían hacer frente los miles de peregrinos que se dirigían al monasterio de Guadalupe. Conmovido por los riesgos que afrontaban, el arzobispo inició la construcción de un magnífico puente medieval,  aunque parece que antes de este puente existió otro de madera junto a una pequeña población llamada Alcherina.

El Puente del Arzobispo representado en el plan de navegación del Tajo de Carducci del siglo XVII

La Leyenda del puente.

Como hemos visto, la construcción del puente tuvo su origen en razones devotas y en otros motivos económicos no tan altruistas pues las monjas de San Clemente percibían “el pontazgo que pagaba el ganado trashumante y todo ganado forastero de pezuña hendida, yeguada y muletadas”. El Alcaide de las torres se llevaba también en tiempos de Felipe II diez mil maravedíes,  un leño por cada carga de leña que pasara y mil maravedíes por cada esclavo fugitivo que se apresara en la villa, o se quedaba con él si no aparecía el dueño.

A pesar de todas estas circunstancias, el pueblo tejió sobre la magnífica edificación una bonita leyenda: “En cierta ocasión bajaban las aguas bravas. Tanto que se habían llevado con la crecida algunos ojos del puente de Talavera y los tablones del puente Pinos. El arzobispo tenía que cruzar sin falta el río para acudir a las granjerías que su madre le dejó en herencia por estas tierras. Esperó varios días pero las aguas seguían bajando altas. Al cruzar, un remolino hizo casi zozobrar la barca y, al sujetarse el prelado en la pértiga del  barquero para no caer al río, su anillo se hundió en las aguas. Era una joya magnífica con un rubí del tamaño de un huevo de gorrión que le habían regalado los judíos de Toledo. Tan disgustado quedó su eminencia por la pérdida, que ofreció una bolsa de monedas al mozo que consiguiera sacarlo del fondo del Tajo. Muchos lo intentaron en los días siguientes pero no consiguieron encontrarlo aunque ya sabéis que el agua de este río si no hay riada es como un cristal.

El Puente del Arzobispo representado en azulejería local

Cuando volvió el Arzobispo al cabo de unos meses y preguntó por su anillo. Unos pastores le dijeron que había sido imposible encontrarlo por más que hasta los zagales se sumergían en las pozas gritando  ¡A por el anillo del obispo!

Pues escuchad pastores -dijo el arzobispo Tenorio- Sed testigos de mi promesa: Si el anillo volviera a mí, he de construir un puente por el que ganados, peregrinos y viajeros crucen el río sin los trabajos con que ahora lo hacen.

Pasaron dos años y cuando el Arzobispo se disponía cierto día de primavera a comer en sus casas de Alcolea, ordenó le sirvieran uno de los grandes barbos del Tajo que tanto le gustaban y que se pescaban en el canal del molino de las monjas de Azután. Al abrir el pez las cocineras comenzaron a gritar y a reír pues entre las tripas brillaba el rubí. Conmovido por el hallazgo y considerándolo milagro de la Virgen de Guadalupe, esa misma noche ordenó que se comenzaran los trabajos para hacer un puente en el paraje donde había perdido su anillo”.

CAMINO REAL DE GUADALUPE 4, HASTA ALCOLEA

CAMINO REAL DE GUADALUPE 4, HASTA ALCOLEA

Torre de la iglesia de Alcolea

Hemos llegado por el cordel a Alcolea de Tajo, a la izquierda del camino,  al sur de la población, se encuentra el paraje de Vaciatrojes. Allí se han encontrado restos de animales prehistóricos en las excavaciones de una gravera. Se trata de huesos de mamut (Elephas Antiqus) y de cérvidos (Cervus Elaphus) datados en el cuaternario. Junto a ellos también se han hallado cantos rodados tallados por el hombre del paleolítico que cazaba en estas terrazas del Tajo.

Las fértiles tierras ribereñas de los grandes ríos estuvieron pobladas desde la prehistoria por lo que en estas estratégicas vegas de Alcolea, además de con los restos arqueológicos aludidos, podemos tropezarnos con yacimientos  de la Edad del Bronce situados en elevaciones cercanas.

Los verracos de El Bercial o de El Rincón  nos hablan de la presencia vetona durante la Edad del Hierro. En el próximo capítulo nos acercaremos al embalse de Azután y al yacimiento del cerro de la Mesa que es de la Edad del Hierro y tiene un aula de interpretación en El pueblo de El Bercial.

Arquitectura popular en Alcolea de Tajo

Los romanos dejaron también su impronta en la zona, como en la cercana finca Torrejón, situada junto a la cañada y cuyo nombre es sugerente de antiguas fortificaciones. En una fuente cercana se ha utilizado otro sepulcro antropomorfo como abrevadero. En la finca El Rincón se han encontrado capiteles labrados y columnas como muestra del paso de los visigodos.

La huella musulmana la lleva Alcolea en su propio nombre pues “Al- culay´a” quiere decir “el castillejo” en árabe. Tras la reconquista de la comarca, la que entonces se llamaba Alcolea de Talavera es cedida por Alfonso VI al arzobispo de Toledo D.Bernardo. Pero es en el siglo XIV cuando otro arzobispo vinculado a estas tierras por las propiedades de su madre doña Juana Duque, funda en la jurisdicción de Alcolea, como más tarde veremos, la Villafranca de la Puente del Arzobispo. Alcolea también estaba vinculada a los señores de Oropesa y eran ellos quienes nombraban a los justicias desde que el rey Felipe II, que la había recibido de los arzobispos toledanos, se la vendió a Cosme de Meneses, de la casa de Oropesa.

Artesonado de la iglesia de Alcolea

Desde la fundación de la Villafranca se fue desplazando el centro económico de la zona hacia el entorno del puente por el que cruzaban miles de peregrinos y ovejas merinas. Al mismo tiempo se fue desarrollando una importante actividad artesana en los alfares de Puente del Arzobispo que fue adquiriendo mayor número de pobladores y aumentando su caserío, aunque su expansión se encontró con el problema de la escasa extensión de su término, ya que Alcolea rodea completamente al pueblo de la cerámica verde.

Si damos un paseo por el caserío de Alcolea podemos observar que su arquitectura popular se caracteriza por el empleo del adobe y el tapial como material de construcción, es tal vez, junto a Alcañizo, la localidad de la comarca en la que este tipo de edificaciones en barro son más abundantes. De unas charcas cercanas se extraía el barro adecuado que se amasaba con paja para darle más consistencia y resistencia. Un molde llamado “gradilla” daba forma a cada uno de los adobes que más tarde se dejaban secar al sol.

Barandilla de Alcolea de Tajo en cerámica de Puente del Arzobispo

El ladrillo nos habla también de las tradiciones mudéjares de la comarca y su expresión más hermosa es la original torre de la iglesia parroquial adornada con tres niveles de arquerías. Su advocación es la de Nuestra Señora de la Asunción y se celebra el 15 de Agosto, aunque la fiesta grande del pueblo se dedica a la Virgen de los Dolores el 12 de Mayo continuándose con la festividad de San Isidro el día 15 del mismo mes.

En cuanto a la artesanía, algunos de los talleres de cerámica de Puente se han instalado en el ámbito del pueblo hermano de Alcolea.

Cerradura del herrero Bernardo Igual, cuya artesanía vemos en muchos de los pueblos de la zona

En el camino hacia Puente nos encontramos con algunas de las extracciones de arcillas que se utilizan en sus alfares y un buen puente de sillería sobre el arroyo de las Praderas por el que cruzaban las ganados trashumantes y los peregrinos que deambulaban por la Cañada Leonesa Oriental que venimos ahora recorriendo. Otro vetusto puentecillo salva casi en su desembocadura el arroyo de Bienvenida en cuyas riveras, a menos de dos kilómetros, “a dos tiros de ballesta”, por la carretera de Puente a Oropesa se sitúa la ermita de Nuestra Señora de Bienvenida. Se trata de un bonito edificio de considerables proporciones.

Ermita de la Virgen de Bienvenida en término de Alcolea de Tajo

Tiene tres naves con bóveda de crucería gótica en la central. El conjunto se adorna con un porche de acceso bajo arcadas y algunos detalles de cerámica de Puente del Arzobispo. Según cuenta la tradición, la Virgen se apareció sobre una morera a un labrador mientras dormía. El hombre se despertó y se dirigió a la aparición diciendo “Bienvenida seáis” y de ahí el nombre de la advocación de la ermita. En las crónicas antiguas se dice que, como los vecinos de Alcolea tenían abandonado el lugar, las gentes de Puente comenzaron a cuidar de él, aunque la devoción a la imagen considerada milagrosa era grande en todos los pueblos vecinos que acudían a su romería.

CAMINO REAL DE GUADALUPE (3) CALERA EL BERCIAL

CAMINO REAL DE GUADALUPE (3) CALERA- EL BERCIAL

Mientras hacemos este tramo recorremos los campos y páramos entre Calera y Alcolea con el farallón de Gredos al fondo

Desde Calera y Chozas partimos en dirección oeste siguiendo el cordel que va paralelo a la carretera de Talavera a Valdeverdeja, coincidiendo incluso con su trazado en algunos tramos. El paisaje era desolador a la vista de muchos viajeros que pasaban en siglos pasados por estas llanuras limitadas por el valle del Tajo y las rañas que se prolongan desde las sierras jareñas si miramos hacia el sur y por las llanuras y el gran farallón a veces nevado de Gredos que se eleva majestuoso al norte, dominando por su altura el pico Almanzor.

Hoy día se intentan explotar estas tierras para el regadío mediante canalizaciones desde el río Tajo, pero antiguamente viajeros como Antonio Ponz decían: “Causa lástima ver cuán eriales son las tierras desde Calera hasta Puente del Arzobispo; siendo estas de excelente calidad, no se descubre sino tal cual casa de labranza, muy distantes unas de otras”.

Verracos vettones de El Bercial con el curioso verraco siamés

Algunas de estas antiguas labranzas construidas con adobes mantienen sus arruinados muros lamidos por las aguas sobre colinas cercanas, pero otra gran parte de este territorio estuvo aprovechado para pastos pues toda la comarca era visitada por los ganados trashumantes que encontraban aquí las hierbas de invierno que las frías tierras de Castilla la Vieja o de León les negaban. Hasta aquí venían por ejemplo las cuarenta mil cabezas de ganado merino que bajaban a extremos desde Burgos enviadas cada otoño por el monasterio de las Huelgas Reales. Cerca del kilómetro veintiséis de la carretera parte hacia la izquierda una pista que nos acercará a un viejo edificio que se divisa al sur, se trata de las casas de El Bercial.

Columna probablemente romana del El Bercial juto a los verracos. Tal vez fue el rollo jurisdiccional de la villa de El Bercial

Alfonso VIII donó al Hospital del Rey de Burgos, regentado por el monasterio de las Huelgas Reales de esa misma ciudad, la dehesa que entonces se conocía como “Real Vosque, Villa y Casa de Vercial”. Su tierra se dividía en diez departamentos o millares donde pastaban las ovejas que eran propiedad del monasterio. Como tenía consideración de villa, tenía su rollo y su horca, así como la iglesia parroquial y una casa- palacio, actualmente en pie, donde residía el Caballero-Comendador, delegado de la abadesa del monasterio para administrar la cabaña. La campana del torreón tenía por fin “llamar a los pastores repartidos por la dehesa en el caso de ser acometidos en tal desierto de alguna invasión de gente de mal vivir o de algún incendio”. Contaban también con “fuertes y seguros calabozos con porzión de grillos y cadenas y todo género de prisiones”

Los habitantes de los alrededores se beneficiaban de la finca con la recogida de criadillas de tierra, muy valoradas en toda España, y con la corta de retamas destinadas a los hornos alfareros de Puente del Arzobispo. Esta actividad contribuiría sin duda a la deforestación que actualmente se observa en el paisaje de la zona. En su término se encontraban, sobre la orilla del Tajo, los antiguos molinos de Ciscarros y el puente de Pinos que pertenecía a las monjas de San Clemente de Toledo, señoras del pueblo de Azután.

Inscripción romana sobre mármol en el patio de El Bercial de San Rafael

Hoy día esta finca se denomina El Bercial de San Rafael y pertenece al patronato que financia al hospital de San Rafael de Madrid. Quedan muestras en su entorno de haber sido habitado el territorio desde antiguo, como demuestran los dos curiosos verracos unidos por el costado a modo de siameses y otro más deteriorado, esculturas zoomorfas que nos hablan de las raíces célticas de estas tierras que antes de los romanos estuvieron habitadas por los vetones que las esculpieron. Varios son los hallazgos romanos de los alrededores, como la fuente de La Solana, que cuenta con dos sepulcros antropomorfos por abrevadero, o la fuente de El Arco, en la que se aprecia una piedra de molino romana formando parte de su estructura. Pero sin duda la pieza más valiosa se encuentra encastrada en el muro del hermoso patio del palacio. Se trata de una inscripción sobre mármol que según algunos eruditos se refiere a la muerte de un joven en unas carreras y para otros dice que el individuo en cuestión murió joven, demasiado rápidamente.

Fuente de La Solana con dos sepulcros romanos como abrevaderos

CAMINO REAL DE GUADALUPE (2) CALERA Y CHOZAS

CAMINO REAL DE GUADALUPE (2) CALERA Y CHOZAS

Monumento al quinto centenario del descubrimiento en Calera. Fray Mateo de Cobisa fue evangelizador de Taiwan

Nos marchamos de Alberche del Caudillo por el mismo camino que hemos traído, es decir, por el Camino Viejo de Calera. El cordel sigue discurriendo entre las huertas de la vega del Tajo donde se ha pasado del cultivo de tabaco y algodón con que se iniciaron los regadíos en los años cincuenta al actual aprovechamiento fundamentalmente forrajero de maíz y alfalfa, pues parece que estas tierras de Talavera, tradicionalmente ganaderas, vuelven irremisiblemente una y otra vez a su ancestral aprovechamiento pecuario. Aún así, se encuentran algunas parcelas aprovechadas para frutas y verduras y los restos arruinados de algunas de las antiguas huertas que, antes de la construcción del canal del Alberche, sacaban con norias las abundantes aguas del subsuelo. Seguir leyendo CAMINO REAL DE GUADALUPE (2) CALERA Y CHOZAS

CAMINO REAL DE GUADALUPE , de Talavera o camino viejo (1)

Camino Viejo, de Talavera o Real de Guadalupe

Primera etapa. Talavera-Alberche

Puente del siglo XV sobre el arroyo de Bárrago

Vamos a comenzar nuestro viaje a Guadalupe por el camino más antiguo. Se trata del camino que históricamente unía Talavera de la Reina, capital de un extenso alfoz, con las aldeas de La Jara más occidental. Es una de las vías que condujo a los primeros pobladores medievales hasta los valles de los ríos Ibor y Gualija y a las dehesas del Pedroso y de Los Guadalupes. En esta última es tradición se apareció la Virgen a un vaquero cacereño, fundándose el monasterio al que peregrinarían millones de personas desde el siglo XIV. Este camino ha sido tradicionalmente conocido con el nombre de “Camino Real” por haber sido protegido y utilizado por diferentes monarcas. En Guadalupe se denomina “Camino de Talavera” .

Laguna junto al río en Talaverilla

Partiremos desde Talavera de la Reina por el camino del cementerio para coger el Camino Viejo de Calera, un cordel ganadero por el que discurre una pista que casi en todo su trayecto va paralela a la actual carretera de Talavera a Valdeverdeja. Pasamos primero junto al popular barrio de Patrocinio de San José y después de unos tres kilómetros cruzamos el arroyo de Bárrago por un antiguo puente de finales del siglo XV. En el muro de la cabecera de la ermita de la Virgen del Prado se encuentra el blasón, encastrado anteriormente en el puente, de su constructor el cardenal Mendoza. Más adelante atravesamos el arroyo de Baladiez y poco después sale un camino a unos trescientos metros hacia la derecha que puede llevar a quien lo desee a Talavera la Nueva.

Vista aérea de Talaverilla, uno de los «pueblos nuevos» recién construido

Los “Pueblos Nuevos”: Nos vamos adentrando en nuestro viaje en la vega del Tajo. Sus fértiles tierras fueron parceladas en los años cincuenta para explotar los regadíos que aprovechan las aguas del Canal Bajo del Alberche, alimentado por la presa de Cazalegas y excavado por los presos forzados republicanos de la penitenciería de Santa Apolonia. Las instalaciones de ésta fueron casi totalmente dinamitadas el día antes de ser inaugurados por el general Franco los nuevos pueblos que acogerían a los colonos.

Los viejos secaderos de tabaco salpican la vega según vamos por el camino Real de Guadalupe

Estas poblaciones fueron diseñadas y construidas por el Instituto Nacional de Colonización. Talavera la Nueva y Alberche del Caudillo son dos de ellas y conservan en gran medida su fisonomía característica, muy uniforme en su trazado urbanístico y en el aspecto de su blanco caserío dotado de los típicos elementos rurales como, ayuntamiento, cementerio, iglesia, fuentes, pilones etc. Pero tienen sin embargo un sabor muy peculiar, entre andaluz y castellano, que no deja de tener su encanto. Los colonos eran de muy diversa procedencia, constituyendo un grupo muy numeroso el de los emigrados de La Vera, considerados históricamente buenos hortelanos y cultivadores de regadío. Otras gentes eran originarias de pueblos cercanos como Gamonal, Navalcán, Parrillas o Segurilla, o bien de lugares afectados por la construcción del embalse, como es el caso de San Román, Cazalegas o Pepino.

Familia de colonos en los pueblos nuevos de los regadíos de la vega talaverana

En el término de Talavera la Nueva se localiza un importante yacimiento arqueológico:

Mosaico de la villa de Saucedo que representa dos delfines con las colas enredadas en un tridente. Foto de un folleto municipal

La villa romana de Saucedo. Nos desviaremos de nuestra ruta y nos acercaremos a Talavera la Nueva para seguir después por el camino de El Casar y, pasado el puente sobre el ferrocarril Madrid-Lisboa, tomaremos a la derecha el camino que discurre paralelo a la vía y luego nos desviaremos por el primero a la derecha. Algo más de dos kilómetros en total que nos acercarán a esta villa romana en la que se realizan campañas estivales de excavación y estudio. Se trata de una explotación agropecuaria cuyas construcciones se sitúan entre los siglos I y VII de nuestra era. Durante las centurias III y IV, se construyó una villa de corte palaciego donde vivía el señor o dominus y de la cual debemos destacar los noventa y siete metros cuadrados de  mosaicos con bellos motivos geométricos y un curioso panel con dos delfines enlazados con un tridente.

Restos de los baños de la villa romana de Saucedo en Talaverilla

También se debe reseñar la existencia de un complejo termal con su vestuario y baños caliente, templado y frío para el disfrute de los habitantes del conjunto señorial. Entre sus ruinas se han encontrado fichas y otros elementos de los juegos con los que mataban el tiempo sus usuarios. Estas dependencias tienen un ingenioso sistema de calefacción a través del suelo y de dobles paredes. Como todas las villae que aprovechaban las buenas tierras de la vega talaverana, esta de Saucedo cuenta con una zona de trabajo donde se sitúan las dependencias de almacen, talleres, almazaras, cuadras etc…

Torre de la iglesia de Alberche

El lugar puede que fuera ya considerado sagrado en tiempos prerromanos, tal vez se localizaba en las fuentes próximas un culto a las ninfas, pero a finales del siglo V se cristianiza modificándose las estructuras anteriores para conseguir una edificación basilical con una piscina para bautismos por inmersión. En el siglo VIII, un nivel de incendio indica la destrucción de la villa durante los últimos años de la España visigoda. En “Talaverilla”, como cariñosamente se conoce a esta población en la zona, podemos adquirir alguna pieza de la tradicional cerámica talaverana que también aquí fabrican sus artesanos. En la piscina municipal se puede comer algo antes de volver al camino.

Volvemos al camino principal y seguimos nuestro trayecto a través de las vegas del Tajo por el Camino Viejo de Calera llegando a Alberche del Caudillo que, como hemos dicho ya, es una localidad fundada también por el Instituto Nacional de Colonización que parceló todas estas tierras en 437 unidades de entre cuatro y cinco hectáreas para los colonos y 202 huertos familiares de media hectárea para los obreros agrícolas, todo ello regado por una red de acequias de 325 kilómetros entre las que se salpican las huertas, establos y los secaderos, recuerdo su antiguo aprovechamiento tabaquero.

 

Fiestas: Aunque hubo que buscar el santo patrón en cuyo honor celebrar las fiestas en estos “pueblos nuevos”, no por ello dejan sus festejos de tener el encanto y la alegría de las manifestaciones rurales.

En Talavera la Nueva se celebra el día del patrón el segundo domingo de septiembre bajo la advocación de San Francisco de Asís. En Alberche se festeja a San Miguel y San Isidro, como no podía ser menos en estos pueblos creados para la agricultura, y se va en romería a una ermita cercana donde se hacen  las típicas pujas y bailes.

VISITANDO UN MUSEO DE FÓSILES EN LA JARA

UN MUSEO DE FÓSILES EN LA JARA

EL MUSEO DEL GEOPARQUE DE VILLUERCAS EN NAVATRASIERRA

Trilobites

He tenido la oportunidad de visitar el museo de fósiles y de interpretación de la particular geología de las Villuercas en un pueblo jareño actualmente en la provincia de Cáceres, Navatrasierra.

Gráfico del museo de Navatrasierra que muestra un esquema de los plegamientos geológicos de los valles del Gualija y Guadarranques

Este pueblecito serrano se halla en pleno Camino Real de Guadalupe y es entidad local menor dependiente de Villar del Pedroso, pero con sus apenas 180 habitantes ha potenciado tanto este recurso como el camino de peregrinación y otras iniciativas. Un paseo hasta allí es sumamente agradable y podremos entre otras cosas disfrutar de las impresionantes vistas desde el puerto de Arrebatacapas o la naturaleza agreste de los valles del Gualija o el Guadarranque, pero dejaremos para otro día todos esos atractivos cuando vayamos analizando los recorridos por el Camino de Guadalupe.

Crucianas sobre cuarcitas en el museo de Navatrasierra

Accederemos por Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso Carrascalejo para, después de pasar el puerto,  encontrarnos ya en Navatrasierra, pueblecito que aún conserva algunos elementos de la arquitectura popular de pizarra y cuarcita y en cuyo subsuelo se han hallado por los propios vecinos en obras y excavaciones muchos de los fósiles exhibidos y donados por ellos. Muchos de ellos, especialmente los trilobites son de gran tamaño, hasta de 20 centímetros.

Uno de los gráficos que muestran la fauna que hace quinientos millones de años vivían en el mar que inundaba La Jara

El museo se encuentra abierto viernes y sábado y las mañanas de los domingos y un joven geólogo explica de manera divulgativa y sencilla los secretos del relieve apalachense, uno de los geológicamente más antiguos y que da sus características formas al relieve de esta zona con sus empinadas sierras paralelas y sus cresterías en las cumbres que en realidad son fondos marinos elevados hace quinientos millones de años por grandes presiones tectónicas entre los dos continentes primigenios.

Otras especies de fósiles como gasterópodos y bivalvos

Además de la magnífica colección de fósiles se exponen gráficos y un audiovisual didácticos y atractivos que hace que esta visita valga la pena para después disfrutar del entorno por las muchas rutas del Geoparque de las Villuercas cuyos planos también te facilitan en el museo. Después podremos refrescarnos y tomar alguna tapilla en los bares de la localidad.

Los trilobites se hacían una «bola» para defenderse como hacen actualmente las cochinillas de humedad
Otros ejemplares de trilobites

CAMINO REAL DE GUADALUPE (18) Y LLEGAMOS CON CERVANTES A GUADALUPE,

Y LLEGAMOS CON CERVANTES A GUADALUPE,

CAMINO REAL DE GUADALUPE (18)

Humilladero de Guadalupe antes de su restauración
Humilladero de Guadalupe ya restaurado

Es obligada la parada en El Humilladero, lugar desde donde los peregrinos daban vista por primera vez al monasterio y agradecían a la Virgen de Guadalupe su protección en el camino. Es el equivalente al Monte do Gozo desde donde los peregrinos ven Santiago de Compostela por primera vez, y se trata de un monumento gótico-mudéjar de gran valor artístico. Se construyó a principios del siglo XV bajo el priorato del padre Yáñez y se restauró en el siglo XVI durante el del padre Siruela, cuando se labraron de cantería las gradas de la cruz y se alzó el techo en forma de pirámide decorada con azulejos.

Detalle del Humilladero de Guadalupe

Es de planta cuadrada abierto por los cuatro lados mediante puerta rematada con arco carpanel sobre el que se levanta un arco apuntado decorado con un rosetón gótico realizado en ladrillo mudéjar. Sobre este cuerpo cuadrado se levantaba un segundo en forma de pirámide cubierta de azulejos. Casi todo el monumento, salvo los contrafuertes de las esquinas, está construido en ladrillo aplantillado que estuvo enyesado y enlucido. Son encantadores los capiteles de granito decorados con rostros típicos de la arquitectura gótico- mudejar de Guadalupe.

Puente sobre el camino de Guadalupe antes de llegar al humilladero

El descenso hasta la Puebla de Santa María de Guadalupe y su monasterio es muy pintoresca por las vistas que sobre la población, el monasterio y el paisaje circundante de bosques de pinos, castaños que podemos disfrutar. En parte discurre paralelo a las antiguas conducciones de agua que abastecían el monasterio y es una senda muy agradable.

Vista de Guadalupe desde el Humilladero

CERVANTES PEREGRINO

Desde este humilladero vieron por primera vez el monasterio muchos peregrinos entre los que se estuvo Miguel de Cervantes. Se sabe que después de su cautiverio en Orán vino, como tantos otros liberados de las prisiones otomanas, a ofrecer sus grilletes a la Virgen de Guadalupe. Eran tan numerosos los grillos y cadenas que colgaban como exvotos de los muros del templo que debían en ocasiones fundirse en los martinetes del monasterio. En su novela póstuma “Los Trabajos de Persiles y Segismunda” describe ese momento en que:

Guadalupe, desde el sendero que desciende desde el humilladero

“Apenas hubieron puesto los pies los devotos peregrinos en una de las dos entradas que guían el valle, que forman y cierran las altísimas sierras de Guadalupe, cuando, con cada paso que daban, nacían en sus corazones nuevas ocasiones de admirarse; pero allí llegó la admiración a su punto cuando vieron el grande y suntuoso monasterio, cuyas murallas encierran la santísima imagen…que es libertad de los cautivos, lima de sus hierros y alivio de sus pasiones… Entraron en su templo, y, donde pensaron hallar por sus paredes pendientes por adorno las púrpuras de Tiro, los damascos de Siria, los brocados de Milán, hallaron en lugar suyo muletas que dejaron los cojos, ojos de cera que dejaron los ciegos, brazos que colgaron los mancos, mortajas que se desnudaron los muertos”.

Camino de Guadalupe cerca de su final

A Cervantes se le atribuye también una comedia que lleva por título «Comedia de la Soberana Virgen de Guadalupe y sus Milagros y Grandezas de España» que dicen fue escrita durante el cautiverio en Argel para ser representada en los baños. En ella se dice del monasterio de las Villuercas:

Adornan este alcázar soberano

profundos pozos, perenales fuentes

huertos cerrados, cuyo fruto sano

es bendición y gloria de las gentes

cipreses altos, palmas eminentes

altos cedros, clarísimos espejos

que dan lumbre de gracia, cerca y lejos.

El cinamomo, el plátano y la rosa

de Hiericó se halla en sus jardines

con aquella color, y aun más hermosa

de los más abrasados querubines.

Del pecado, la sombra tenebrosa

ni llega ni se acerca a sus confines

todo es luz, es gloria, todo es cielo

este edificio que hoy se muestra al suelo

CAMINO REAL DE GUADALUPE 14: HOSPITAL DEL OBISPO-HUMILLADERO

HOSPITAL DEL OBISPO- GUADALUPE
Hospital del Obispo en elcamino Real de Guadalupe
El lugar es delicioso, situado entre las sombras de los robles y la frescura de los prados se levanta el Hospital del Obispo.El edificio ha sido rehabilitado, principalmente la capilla gótica de esta casa que sirvió de refugio pues “los peregrinos pasan por montañas yermas, sin poblado alguno, y muchos mueren por el campo”, como se recoge en el privilegio que Pedro I el Cruel otorga en Sevilla el doce de octubre de 1360 para que se funde una venta en el puerto de La Cereceda y se ponga a su servicio a dos matrimonios, vecinos de Guadalupe que tendrán viandas francas y libres y estarán bajo la autoridad del prior del monasterio. Parece que el lugar escogido es un antiguo refugio cinegético de Pedro I o de su padre, el rey cazador, don Alfonso el Onceno. Como ya veremos más tarde, el concejo y oficiales de Talavera no se resignaban a la pérdida de Guadalupe como parte de su extenso alfoz y por ello ocasionaban daños a los venteros y molestaban a los romeros, por lo que Enrique II, ante las protestas del prior, confirma los privilegios de la hospedería despachando cédulas para consolidar la posesión y el buen funcionamiento de la venta.
Fuente junto al Hospital del Obispo, donde muchos peregrinos saciaban su sed

A finales del siglo XV, el edificio es ampliado por el canónigo de la catedral de Sigüenza don Diego de Muros, que luego fue obispo de Canarias, circunstancia de la que deriva el nombre de este hospital y de la dehesa que le circunda. Más tarde, el obispo de Cuba, don Juan del Castillo, dota de rentas a este hospital para que a cada peregrino se le socorriese con un pan de libra.

El edificio sigue varias vicisitudes hasta la exclaustración de los frailes e incluso se dedica a Cuartel de la Guardia Civil para vigilar y reprimir a las partidas de guerrilleros antifranquistas que se han refugiado en estas sierras y que durante muchos meses tuvieron un campamento cercano sin que se apercibiera la Benemérita.

Puente de los Álamos en el camino de Guadalupe

Continuamos nuestro camino después de refrescarnos en la fuente que se encuentra junto al hospital y en la que se consolaron del calor del camino miles de viajeros, como Ponz, que en el siglo XVIII describe el recorrido hasta el monasterio diciendo que “Las tres leguas de camino desde el hospital hasta Guadalupe son, como las antecedentes, montuosas, solitarias, tierra fecunda en su naturaleza; pero sin provecho para los hombres”.

Pero, antes de iniciar el descenso desde el collado del Hospital, podemos hacer una pequeña excursión que vale la pena por lo pintoresco de las vistas que nos esperan al final del camino. Tomaremos una pista que sale a la izquierda y asciende casi hasta la cumbre del pico Carbonero de 1428 metros de altura, con un recorrido de unos tres kilómetros. Desde la cumbre, donde hay un puesto de observación de incendios, podemos contemplar los valles del Ibor al oeste y del Gualija y Guadarranque al este con las sierras paralelas típicas de las Villuercas elevándose sobre ellos. En sus cercanías, unos trescientos metros hacia el sur por la cumbre existen restos de lo que parece un castro prehistórico con pequeñas viviendas circulares.

El camino de Guadalupe discurre por el valle del Ibor en su último tramo

Volvamos a la carretera. Si queremos seguir escrupulosamente el viejo camino descenderemos por una senda que parte a la derecha desde el mismo collado durante un kilómetro escaso, para volver otra vez a la carretera por debajo del puerto del Cubero. El camino cruza la carretera y se dirige por Cabeza Rebollosa descendiendo entre robles y pinos de repoblación hasta la zona conocida como Venta Real, dejando la Casa del Cubero a la izquierda. De la venta que da nombre al paraje, no queda nada, aunque sabemos que se situaba en este lugar de confluencia entre este viejo camino de Talavera y el otro camino real que subía paralelo al Ibor desde Navalmoral.

El camino viejo coincide con ella durante un kilómetro para después cruzar el puente de Los Álamos en un paraje muy ameno y seguir ya por la derecha de la carretera hasta el Humilladero. Es un camino agradable que transcurre en gran parte amenizado por la sombra de los pinares y robledales.

Es obligada la parada en El Humilladero,  del que hablaremos en el próximo capítulo en el que llegaremos a Guadalupe de la mano de Cervantes

CAMINO REAL DE GUADALUPE (14) CARRASCALEJO- NAVATRASIERRA

CAMINO REAL DE GUADALUPE (12)

CARRASCALEJO- NAVATRASIERRA

Vista de La Jara desde el puerto de arrebatacapas

Antes de salir de Carrascalejo, pueden los aficionados dirigirse al embalse de Recuerda que abastece al pueblo de agua potable. Se encuentra en un hermoso lugar que se ha convertido en foco de atracción para los muchos pescadores de la zona que acuden a sus orillas para capturar buenos ejemplares de carpa o de black-bass.

Si hemos pernoctado en Carrascalejo, podemos subir hacia el puerto de Arrebatacapas siguiendo la carretera y disfrutando del paisaje y la vegetación de las laderas de la sierra de Altamira, donde el monte agreste se puebla de alcornoques, grandes madroños, castaños, chaparrales, brezo y un sin fin de plantas aromáticas que harán muy agradable el ascenso. La otra opción es intentar subir por el antiguo Camino Real partiendo desde el paraje donde se situaban las antiguas ventas de San Miguel. Ascenderemos siguiendo un trayecto similar al que sigue el cortafuegos que actualmente se puede ver desde abajo cómo sube hasta el mismo puerto. Aunque el antiguo camino tenía un trazado más curvo, está casi perdido en muchas zonas y es más operativo seguir el empinado cortafuegos.

Arquitectura popular en Navatrasierra

La vista panorámica que se observa desde el puerto de Arrebatacapas es impresionante, al norte el valle del Tajo, el Campo Arañuelo y la Sierra de Gredos; al este toda La Jara con la Sierra de La Estrella que destaca sobre la llanura y, más al fondo, la Jara Alta y los Montes de Toledo. Los días más claros pueden llegar a verse los edificios de Talavera al nordeste y podemos jugar a distinguir todos los pueblecitos que se reparten entre las tierras de colores pardo y verde oscuro de La Jara. Al sur se levantan las cresterías de la Sierra de Altamira y al oeste el valle del Gualija que se dirige hacia el Tajo y el de Los Guadarranques que se encamina en dirección opuesta, hacia el Guadiana.

La parada en este bonito collado nos hará recuperar el resuello por las fatigas de la subida. Aquí se ha construido una hornacina para recordarnos que nos encontramos en el camino de Guadalupe, pues en su panel de cerámica de Puente del Arzobispo se representa a la Virgen de las Villuercas y a los dos patrones de los pueblos limítrofes, San Pedro y San Mateo.

Puente de los Horcones en el camino Real antes de subir al Hospital del Obispo

Iniciamos el descenso y, después de recorrer unos setecientos metros, desciende a la derecha, hacia el valle, un camino de fuerte pendiente que nos llevará hasta el puerto de La Venta, hoy desaparecida como tantas otras. La senda sube después sobre la ladera del cerro de enfrente, por encima de un arroyo con una aliseda, para descender más tarde hasta las orillas del río Gualija. Este es el trayecto original del Camino Real o camino viejo, pero también tenemos la posibilidad de acercarnos hasta el pintoresco pueblecito de Navatrasierra, comprendido en el ayuntamiento de Villar del Pedroso. Es el único núcleo habitado de este valle que cuenta con uno de los índices de población por kilómetro cuadrado más bajos de la Península, un lugar ideal para aquellos que quieran perderse en una naturaleza todavía virgen con parajes solitarios de gran riqueza ecológica, como iremos viendo.

Empedrado en la calle Real de Navatrasierra

Este despoblamiento fue una de las causas que llevaron al paulatino abandono de este camino de Guadalupe, el más atractivo y antiguo de todos, pero el más inseguro, pues contemplando su paisaje podemos imaginar a las gentes que desde el siglo XIV se aventuraban por estas sierras, cuando sus montes y bosques estaban habitados por lobos y osos, como demuestra el hecho de que la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera, bajo cuya jurisdicción se hallaban estos despoblados, pagara cantidades de cierta importancia a quienes mataran a los osos y a sus crías, más remuneradas estas últimas, presentando en sus dependencias de Talavera las garras de los animales que eran clavadas con un cartel en la puerta de su cárcel. Y es que esta institución de policía rural de la que hablaremos más tarde nació como una asociación de colmeneros que querían defenderse de los bandoleros y golfines que asolaban La Jara, y, como podemos imaginar, los plantígrados eran especialmente golosos con las colmenas de sus posadas, en las que causaban grandes destrozos.

Los grandes desiertos de los valles serranos del Gualija y el Guadarranque

Podemos imaginar las nieves y las tórridas temperaturas del verano, las alimañas, los bandoleros y los contrabandistas que, unido al cansancio, el hambre y las enfermedades que aquejaban a muchos de los peregrinos nos podrá dar una idea de cómo la muerte tuvo que ser algo muy habitual entre los caminantes que se atrevían a cruzar estos desiertos. Estas circunstancias motivaron la fundación en el siglo XIV del conocido como Hospital del Obispo, a mitad de camino entre Navatrasierra, último pueblo habitado del camino, y la puebla de Guadalupe. Por todo lo reseñado, el camino que discurre por Puerto de San Vicente y Alía fue tomando auge hasta conseguir casi sumergir en el olvido a este otro viejo Camino Real en el que tantos viajeros fueron asaltados o devorados por los lobos.

Otro camino alternativo asciende desde Carrascalejo directamente hasta Navatrasierra mediante una senda muy agradable sin pasar por el Puerto de Arrebatacapas sino por el puerto llamado de Navatrasierra.

En el próximo capítulo hablaremos del relieve apalachense, la geología y los fósiles que se muestran en el museo de Navatrasierra.