HISTORIA DE LOS MOLINOS EN EL VALLE DEL ALBERCHE Y SIERRA DE SAN VICENTE

HISTORIA DE LOS MOLINOS EN EL VALLE DEL ALBERCHE Y SIERRA DE SAN VICENTE

Cárcavo con su rodezno en un molino de la Sierra de San Vicente

Antes de dar unos apuntes sobre los molinos ya descritos de la Sierra de San Vicente y Valle del Alberche vamos a conocer algunos que todavía no hemos descrito.

En Nombela existen referencias históricas de hasta seis molinos. Tres de ellos permanecen todavía en pie con su llamativa arquitectura popular en mampostería de granito (Pa 1), (PA 2) y (Pa 3). El segundo no tiene presa pero consigue desviar el agua mediante el curioso sistema de haberse labrado una acanaladura en la roca de una chorrera. En las proximidades del pueblo hay noticias de la existencia de otros tres molinillos pero los restos son prácticamente irreconocibles.

Sobre el arroyo Pedroso de Aldeancabo de Escalona queda un cubillo de menos de un metro de diámetro, tal vez el menor de la provincia, y sobre el arroyo de Pedrillán funcionaron cuatro artificios (Pe 1), (Pe 2) (Foto 38), (Pe 3) y (Pe 4). Sus ruinas nos permiten constatar que el primero movía su rodezno mediante un cubo de grandes proporciones, el segundo era de doble rampa con dos piedras, el tercero era muy similar al anterior y el último tenía por receptor un doble cubo muy arruinado en la actualidad.

Molino en el arroyo Pedrillán de Nombela

En Almorox quedan restos de tres molinos, dos de ellos en el arroyo de Tabalón, uno muy modificado como segunda vivienda (Tr 1) y otro con un cubo de planta cuadrada (Tr 2). El tercero, ya sobre el arroyo Tordillos, tiene una gran rampa que daba movimiento a dos piedras (Tr3).

En Escalona, la capital del señorío, hubo en el siglo XVII un molino harinero de dos piedras que funcionaba ocho meses al año, podemos por ello presumir que molía con las aguas del río Alberche pues resulta ser el único río de la zona con caudal suficiente durante tan largo periodo tiempo. Actualmente no he hallado resto alguno de este ingenio.

Cubo de un molino junto al castillo de San Silvestre, cerca de Maqueda

Historia

No es mucha la documentación molinera histórica sobre esta comarca. En las Relaciones de Felipe II referentes al pueblo de Los Cerralbos se dice que cuando el río Tajo iba crecido se molía en la sierra de Castillo de Bayuela. Ya hemos visto que en la zona de Puente y Valdeverdeja sí se dotó a sus grandes artificios de molinos de creciente o de invierno, pero no he hallado otros casos similares en el resto de la provincia. Esta carencia llevaba a los habitantes de sus comarcas a buscar alternativas en caso de inundación.     En las respuestas de San Román aparecen ya los molinos de Guadamora y, en cuanto a la zona oriental de la Sierra de San Vicente, sí que se alude a los molinos del arroyo de La Parra en Nombela y al hecho de que los vecinos de Santa Cruz de Retamar  iban a moler su grano al arroyo Tordillos de Almorox.

En el siglo XVIII el Catastro de Ensenada nos aporta una interesante serie de referencias a los molinos serranos. Un primer vistazo sobre el número y la dispersión de los artificios nos lleva a pensar que la práctica totalidad de ellos son los que hoy, más o menos arruinados o reformados, hemos podido estudiar. Así, en Almendral molía uno sobre el arroyo de Las Anchuelas, en Almorox ya funcionaban los tres del Tordillos que, según el diccionario de Madoz, también lo hacían en 1845. En Buenaventura sucedía lo mismo con su único ejemplar.

En Castillo de Bayuela seguían moliendo los vetustos artificios de Guadmora y El Batán, el ya referido afluente del Saucedoso. En el mismo Saucedoso ya molían los cinco ejemplares de los que pueden verse restos en la actualidad. Esta coincidencia se produce también con los ejemplares únicos de Sotillo de las Palomas, Sartajada y San Román, o con los tres ejemplares de La Iglesuela o de Pelahustán. Sin embargo, en otras villas como Nuño Gómez o Marrupe, localizamos hoy incluso un molino más. En Nombela y El Real de San Vicente son dos más los ingenios actuales y cuatro, aunque estén en ruinas, en Navamorcuende. Probablemente, la mayoría de estos nuevos molinos se construyeron en esa segunda edad de oro de la edificación molinera que fue  el final del pasado siglo y el comienzo del actual.

Molino de San Román de los Montes en el arroyo de Las Tenebreras

Hay otros dos molinos que no aparecen en las referencias históricas publicadas y son los dos que, sobre el arroyo Guadmora, se encuentran próximos a Hinojosa (Gu 1) y (Gu 2), mientras que los otros dos ejemplares que se situaban aguas abajo de ese mismo arroyo sí son conocidos al menos desde el siglo XVI[1].

Durante el siglo XVIII, la propiedad molinera se encuentra mayoritariamente en manos de particulares salvo un molino propio del señor de Navamorcuende y cuatro de propiedad religiosa: dos de los carmelitas también en Navamorcuende y otros dos que eran patrimonio de capellanías, uno en Pelahustán y otro en Garciotún.

El tiempo durante el que podía trabajar un molino dependían fundamentalmente del caudal del arroyo que lo alimentaba. Encontramos en los catastros del siglo XVIII que los molinos del Tiétar muelen hasta ocho meses, los del río Guadyerbas seis, y los demás, que se sitúan sobre arroyuelos de escasa entidad, oscilan entre uno y tres meses de operatividad. Incluso, en el caso de algunos ejemplares, se habla solamente de semanas de funcionamiento. Por ejemplo, en  un arroyo molinero como es el Marrupejo, sólo se molía entre uno y dos meses.[2]

Todavía en los años cincuenta de este siglo las aguas movían las piedras de algunos de los molinos de La Iglesuela, Almendral, Garciotún y Navamorcuende, aunque la mayoría ya habían sido sustituidos por fábricas eléctricas de harina o molinos adaptados a gas-oil[3].

En la vertiente sur del valle del Alberche solamente había un arroyo molinero, se trataba del arroyo de San Silvestre en Maqueda. Encontramos referencias en el siglo XVI a dos molinos del Duque de Maqueda en los actuales despoblados de Belvis y San Silvestre (SS 1). Durante la Edad Media perteneció este molino a la orden de Calatrava pero su funcionamiento era controlado por el alcalde y el almotacén según el “fuero de la tierra”. Uno de los molinos de Maqueda fue donado por Alfonso VII a un caballero llamado García García[4]. En la capital del señorío se responde sin embargo que se va a moler al Tajo lo que nos indica la escasa entidad de los molinillos de Maqueda..

Durante el siglo XVIII son ocho los molinejos que funcionan en este arroyo, uno de ellos es propiedad de las religiosas de la Concepción Franciscana. Hoy en día se encuentran en el despoblado de San Silvestre los únicos restos reconocibles de un molino de cubo octogonal de gran diámetro, con sus ocho metros podemos considerar a éste receptor como una balsa más que como un cubo. Recientemente se destruyeron los restos de otro de estos molinos en término de Santa Olalla.

En tiempos de Felipe II hubo piedras movidas por el Alberche en Méntrida y La Torre de Esteban Hambrán. En este último pueblo molían dos artificios en el siglo XVIII.

Cuando se agotaba el agua en todos los molinos señalados en este capítulo, los habitantes de la Sierra de San Vicente y del valle del Alberche iban a moler a las aceñas siempre “corrientes y molientes” que se situaban en el tramo del Tajo comprendido entre Talavera y La Puebla de Montalbán.

[1] VIÑAS,C. y PAZ, R.: Opus cit, “Castillo de Bayuela”.

[2] AHPT, Catastro de Ensenada, libros maestros de Navalcán, Velada y Parrillas.

[3] MORENO NIETO, L.: Opus cit, pp. 64, 234, 268 y 422.

[4] RODRÍGUEZ -PICAVEA MATILLA, E.: La Villa de Maqueda y su Tierra en la Edad Media. I.P.I.E.T-Diputación Provincial de Toledo, Toledo 1996, pp. 136.

EL TRAJE TÍPICO DE LAS COMARCAS DE TALAVERA, INTRODUCCIÓN

EL TRAJE TÍPICO DE LAS COMARCAS DE TALAVERA DE LA REINA

INTRODUCCIÓN

Tipos con traje tradicional en vista parcial de foto de principios de siglo al comienzo del paseo de los arqueros. Ellos con faja muy ancha, montera y blusón y ella con el guardapiés y el pañuelo

Tradicionalmente se han venido distinguiendo los habitantes de una zona determinada por su lengua y por su indumentaria, ya que es mucho más difícil y compleja su diferenciación por características físicas o antropométricas, y aún más por sus características psicológicas.

Desde los años cincuenta, con la atención que por razones obvias prestaba el régimen anterior a las cuestiones identitarias nacionales, que de forma más o menos adecuada potenciaba la Sección Femenina con la promoción del folklore, se comenzó a prestar atención a lo que entonces se denominaban trajes regionales.

Mujeres en un comercio de principios del sigloXX ataviadas con los guardapes, el mandil y el pañuelo

Precisamente la identificación que se hacía de estas cuestiones con la dictadura franquista hizo que durante los primeros años del sistema democrático se minusvalorara e incluso se rechazara todo lo que se asociaba al folklore y la identidad nacional, aunque afortunadamente una vez pasado este sarampión político se volvieron a valorar diferentes aspectos de la etnografía como expresión cultural de los pueblos.

Las mujeres han sido las verdaderas guardianas de muchas de las expresiones de la cultura popular y, al organizarse en asociaciones locales, han conseguido conservar no sólo el traje típico, sino también la artesanía, la gastronomía, los bailes o las fiestas de muchas localidades que sin su esfuerzo habrían caído en el olvido. Vinieron estos grupos a sustituir a los maestros de los pueblos, que durante años fueron en muchos casos los únicos que se esforzaron por buscar, y conservar muchas de estas tradiciones populares, aunque no podemos olvidar la aportación de francotiradores de la cultura popular como eruditos locales, anticuarios o recopiladores que individualmente se interesaron por el traje típico.

Tipo masculino y femenino con guardapies en el pueblo jareño de Espinoso

La indumentaria tradicional viene conformada por la confluencia de numerosos factores climáticos, geográficos, sociales, económicos y culturales. Hoy día no se visten estos trajes a diario, sino que su utilización es una forma de volver al pasado, a una cultura rural en la que todo tenía su porqué desde el punto de vista práctico y también desde el simbólico.

La bibliografía sobre métodos de estudio en tema tan interesante desde el punto de vista etnográfico como es el de los trajes tradicionales es muy escasa, no así el gran número de los estudios meramente descriptivos de un traje determinado que son muy numerosos.

Mujer en vista parcial de Ruiz de Luna junto a la Portiña, detrás el desaparecido Puente Moris

Los métodos que se han utilizado para el estudio de la indumentaria popular y la combinación de todos ellos nos llevará al menos a introducirnos en tema tan difícil de encarar, y más en estos momentos en que las asociaciones culturales, sin emplear en muchas ocasiones criterios contrastados, fantasean sobre los modelos tradicionales, introduciendo elementos fantásticos que, siendo frecuentemente discutibles desde el punto de vista estético, tienen además poca relación con los trajes que realmente han utilizado las gentes de nuestros pueblos. De todos los datos que se nos aportan, deberemos filtrar la información mediante una criba que nos separe los nuevos tejidos, los nuevos motivos decorativos o los frutos de la imaginación de quienes sin documentarse o sin buscar entre las fotografías, estampas antiguas o en los arcones de las abuelas, diseñan nuevos trajes que poco o nada tienen que ver con el traje típico, regional, popular, tradicional o como queramos llamarlo, pues hasta en esto no se acaban de poner de acuerdo los expertos.

NOS DESPEDIMOS DE PUENTE CON SU ARTESANÍA Y FESTEJOS

POR LA CAÑADA LEONESA ORIENTAL X
PUENTE: ARTESANÍA Y FESTEJOS

 

Alfarero de Puente del Arzobispo en el torno
La construcción del puente  con el trasiego de gentes, ganados y mercancías que supuso, unido a las exenciones de impuestos de una villa franca como ésta de Puente del Arzobispo, atrajo desde su fundación a una abundante población de artesanos y comerciantes entre los que se encontraban numerosos judíos.
CERÁMICA: La artesanía es por tanto una actividad que nace con el propio pueblo, conocido hasta hoy día por su cerámica principalmente. La historia de la cerámica de Talavera y Puente discurre por caminos paralelos y, como se deduce de las excavaciones realizadas en su testar —lugar donde se han ido arrojando durante siglos los cascotes y piezas defectuosas cocidas en los hornos—  todas las variaciones que en el transcurso del tiempo sufrieron las decoraciones y técnicas de su cerámica han sido bastante similares. Aún así, hay ciertas características que tradicionalmente se han asociado con el arte del barro de Puente. Una de ellas es el tono verde esmeralda de muchas de sus producciones, la segunda es el fondo más cremoso de su vidriado que lo diferencia del más blanco de la cerámica talaverana debido a la mayor cantidad de estaño en su composición. En tercer lugar, algunos de los motivos más repetidos por sus pintores, como “elpino”, que en realidad tiene forma de ciprés y aparece sólo o en número de tres decorando muchos de sus platos.
Piezas de cerámica en un escaparate de Puente del Arzobispo
Otro motivo típico en la cerámica de Puente es la “cola de gallo” acompañada de diversos motivos florales y la encantadora “pajarita”, un ave estilizada también abundante entre los motivos de esta alfarería. La cerámica de Puente del Arzobispo siempre ha tenido fama, sobre todo en sus producciones antiguas, por los motivos populares en los que se ve la mano del humilde artesano que decora su obra con sencillez artística llena encanto y de sabor popular. De todas formas, otras series famosas similares a las de Talavera, como la de las “mariposas”, la “tricolor”, las alcoreñas, los cántaros del siglo XIX con motivos de héroes de la Guerra de la Independencia a caballo o con la efigie del rey Fernando VII y otros, no han tenido nada que envidiar a los de la hermana ciudad alfarera, aunque sus precios también fueran más populares.
Herramientas de espartero de un artesano local de Puente
Actualmente producen cerámica alrededor de sesenta talleres que en muchos casos comercializan su propia producción. No debe el trashumante marcharse sin llevar una de esas piezas de cerámica de Puente. En cuanto a la cacharrería, siempre fue bueno el barro de Puente para “agua”, no para “fuego” siendo sus botijos y cántaros  muy apreciados, aunque hoy día los podemos ver sobre todo en su versión vidriada y decorada de cerámica.
Representación del rito de mojar la vara en el río Tajo por los gitanos de Puente
LAS FIESTAS: Como ya hemos dicho, el Arzobispo Tenorio era muy devoto de Santa Catalina y por ello puso bajo su advocación muchas de sus fundaciones. Esta es la patrona del pueblo cuya fiesta se celebra el 25 de noviembre con la “Quema del Chozo” por la noche entre otros actos.

Como no podía ser menos, en Puente se tiene también devoción a las santas alfareras Justa y Rufina, patronas de los ceramistas, cuya festividad es el 19 de julio. Pero el acontecimiento festivo que fue desde siempre más conocido y concurrido en Puente del Arzobispo es la Feria de San Juan. Ese día se celebraba antiguamente un mercado de ganados al que acudían los serranos y veratos a comerciar con sus cerezas y gentes de diversos lugares que traían sus ajos para vender. Venían a esta feria agricultores, ganaderos y tratantes, entre ellos los de raza gitana que bajaban al Tajo a mojar sus varas para tener más suerte en sus negocios, un ritual de los muchos que tienen que ver con el agua en el día de San Juan y que se pueden encontrar repartidos por toda nuestra geografía. Por último, la romería a la ermita de la Virgen de Bienvenida se celebra los lunes de Pascua y es muy concurrida por los puenteños, aunque antiguamente venían gentes de toda la comarca.

El día de Santa Catalina se hace la tradicional quema de los chozos.  Hogueras repartidas por todo el pueblo en cuyas brasa se asan las viandas que comparten sus vecinos.

Quema de los chozos en Puente del Arzobispo

Salimos de Puente y cruzamos el río para tomar la cañada que va paralela a la carretera de Villar del Pedroso, y que en este tramo coincide además con el antiguo camino real a Guadalupe que tantos peregrinos llevó al monasterio de las Villuercas. Incluso quedan las ruinas de algunas ventas situadas en la orilla de la cañada, pero antes de seguir nuestro camino haremos una excursión hasta la fortaleza de Castros que conoceremos la semana próxima.

Escena en azulejería popular de la ermita de Bienvenida en Puente del Arzobispo

EL REY ORDOÑO II DE LEÓN ARRASA LA TALAVERA MUSULMANA

EL REY ORDOÑO II DE LEÓN ARRASA LA TALAVERA MUSULMANA

Rey cristiano somete a una ciudad musulmana en azulejería de Ruiz de Luna

Traigo hoy tres curiosos documentos en los que se relata cómo el rey Ordoño II de León arrasa la Talavera musulmana. Ese asalto y la debilidad de las murallas musulmanas de entonces hace que Abderramán III las fortalezca y haga que se construya la alcazaba.

«Fallecido ya su padre y habiéndole sucedido García, su hermano, el belicoso Ordoño, movilizando de nuevo su ejército, se puso en marcha contra Évora, ciudad del reino toledano, que ahora es designada como Talavera; una vez llegado ante ella, la rodeó con sus campamentos, y sin que le valiera para nada la robustez de sus murallas ni el valor de sus defensores sucumbió ante Ordoño, el victorioso y poderoso luchador. Pues, tras un pronto asalto, no sólo tomó, sino que dio muerte a todos los que habían acudido a la lucha con su jefe Suit, y habiendo saqueado todos los bienes de los ciudadanos, regresó rápidamente con una gran multitud de cautivos a su base de partida.»

CRÓNICA SILENSE

Fotografía de Ruiz de Luna que muestra una torre árabe de la muralla a la derecha, en la zona de El Charcón

A comienzos de este año [301 de la hégira, que comenzó el 7 de agosto del 913] movilizó sus tropas Urdun ibn Adfuns, (Ordoño, hijo de Alfonso) rey de Galicia, y salió con un gran ejército, formado aproximadamente -entre jinetes, infantes y arqueros- por 30.000 hombres, en dirección a la ciudad de Évora, cuyo amil era a la sazón Marwan ibn Abd al-Malik ibn Ahmad.

Acampó cerca de Évora el miércoles 13 de mubamzm de este año [19 agosto 913], y luego se adelantó entre un grupo de sus guerreros hacia la ciudad, dando la vuelta a su muralla. En esta inspección vio que la muralla era baja, sin antemuros ni almenas, y que en un lugar por la parte de fuera había unos montones de la basura de la ciudad, arrojada junto a la puerta desde dentro de la plaza, que en algunos sitios eran casi tan altos como la muralla. Estas circunstancias le movieron a codicia de tomar la ciudad, y, no dudando que la ganaría, la cercó por todas partes, asedió con rigor a sus habitantes e hizo descabalgar a todos sus jinetes y condes, quedándose sólo con unas cuantas personas de los principales de la gente de su casa, en número no superior a cinco.

Placa fundacional de la Alcazaba y la restauración de la muralla árabe que se encontraba en la esquina Carnicerías -Ronda del Cañillo

Las tropas iniciaron las hostilidades contra los habitantes de Évora, que los rechazaban desde encima de la muralla cuanto podían; pero como los arqueros enemigos les hacían llover las saetas, y no había parapeto que contuviera su avance, llegó un momento en que les abrasaron las flechas, y en que, no pudiendo resistirlas, dejaron libre toda la muralla y se retiraron de ella. Los enemigos entonces se acercaron a la muralla, y, llegando a lo más alto de aquellos montones de basura, lograron echar abajo un remiendo de albañilería recién hecho allí para tapar un boquete. Cuando quisieron darse cuenta los habitantes de la ciudad, ya ésta había sido invadida por varios sitios y se encontraron con el enemigo dentro.

Reaccionaron, sin embargo, los musulmanes en esta ocasión, unidos como un solo hombre; lograron expulsar de la plaza a los invasores, y, retornando a las murallas, mataron buen número de enemigos. Volvieron éstos, sin embargo, a la carga, los derrotaron, y entraron de nuevo en la ciudad. Encarnizóse el combate y arreció la pelea, muriendo mucha gente por ambas partes, hasta que a la postre los enemigos se impusieron por su número, los desbarataron y los obligaron a refugiarse en un sitio, al oriente dela ciudad, cerca de la muralla donde se aglomeraron en poco espacio y no les era posible desenvolverse por causa de la angostura. En consecuencia, los mataron a todos (iDios tenga misericordia de ellos!), y, además, los politeístas se apoderaron de todas sus mujeres, hijos y bienes. Sólo se salvaron diez personas de nota, gente conocida, que se refugiaron con sus familias en algunos de aquellos edificios antiguos; que, encaramados en lo más alto de ellos, resistieron hasta la noche, y que, cuando ésta cerró, bajaron de su escondite y, amparados en la oscuridad, se deslizaron furtivamente hasta llegar a Beja. Nadie se salvó de los  habitantes de Évora más que ellos, que eran de sus vecinos principales. En esta batalla encontró el martirio por la fe Marwan ibn Abd al-Malik,amil de Évora, que fue muerto en su oratorio, y cuyas mujeres e hijos cayeron en cautividad. El número de mujeres y niños hechos prisioneros dentro de la plaza se acercó a los 4.000, y los muertos en el recinto de la ciudad fueron alrededor de 700 hombres.

Tramo de muralla restaurado en la zona de El Charcón

Se cuenta que no había memoria en al-Andalus de un desastre del Islam, por parte del enemigo, más afrentoso y terrible que éste. Durante algún tiempo, el que entraba en la plaza, luego de haberla abandonado el enemigo, y se dirigía al lugar en que se habían apretujado los musumanes sin encontrar ante ellos salida, veía sus cadáveres, apilados unos encima de otros, hombres y mujeres, en montones, casi tan altos como dos veces la talla de un hombre, que llegaban al filo de la muralla.

Se llamaba aquel lugar al-Atrás [¿el Estrecho?], a causa de su angostura. El tirano Urdun partió rápidamente con su ejército el jueves, a otro día de su entrada en la ciudad. El resto de los habitantes del Algarve y de otras regiones se afligieron sobremanera por esta calamidad de Évora, y concibieron tan grande temor del enemigo, que se consagraron a reparar las murallas y a fortificar sus castillos. Los que lo tomaron más a pecho fueron los habitantes de la ciudad de Badajoz, cuya muralla, de adobe y tapial, era la misma de los tiempos de Abd al-Rahman ibnMarwan al-Yilliqi. En efecto, escribieron a su emir Abd Allah ibn Muhammadibn Abd al-Rahman, comunicándole la decisión que habían tomado de fortificar la plaza, y el príncipe, no sólo les animó en su decisión, sino que tomó personalmente a su cargo, en compañía de sus consejeros, el vigilar la obra y reunió a los obreros necesarios para la edificación de la nueva muralla. La hicieron de un ancho de diez palmos en un solo tapial, y los trabajos se continuaron ininterrumpidamente, hasta dejarla concluida en este mismo año”.

UNA CRÓNICA ANÓNIMA DE ABDERRAMÁN III.  E. Levy Provenzal y Emilio García Gómez

 

 

 

El señor de Badajoz, Abdallah b. Muhammad temió que, al haber quedado Évora desierta, se metieran en ella algunos de los bereberes de las inmediaciones y resultara perjudicado, por lo que, saliendo con los suyos hacia allí, destruyó los torreones y echó abajo el resto de las murallas, hasta dejarlas por tierra.

Al-Muqtabis

MOLINOS DE LA SIERRA DE SAN VICENTE, CUENCA DEL ALBERCHE

MOLINOS DE LA CUENCA DEL ALBERCHE

SIERRA DE SAN VICENTE

Molino en término de Hinojosa sobre el arroyo Guadmora

En la cuenca del Alberche, sobre los pequeños arroyos de pendiente media que descienden de la Sierra de San Vicente hubo molinos que, al menos en épocas lluviosas, molieron para las gentes serranas pero también dieron servicio a los pueblos del valle del Alberche y la comarca de El Horcajo ya que, como hemos visto, el Alberche era río poco molinero.

Recorriendo río arriba los afluentes de la orilla norte del Alberche, nos detendremos primero en el arroyo de Las Tenebreras o de la Virgen, junto a la carretera que va de San Román de los Montes a Hinojosa. Se trata de un molino de cubo en sillería con el depósito característico de agua que delata su adaptación a de motor de gasoil (Te1). Su accesibilidad facilita su visita y el recorrido del canal de corto trayecto que hará comprender fácilmente al curioso el mecanismo básico de los molinos de agua (Foto 31).

Molino del arroyo de Las Tenebreras en San Román

En el mismo casco urbano de El Real de San Vicente existen restos de cuatro molinos de cubo, junto a un quinto un poco aguas abajo del pueblo, cerca del cruce con la carretera de Castillo de Bayuela. Este último conserva su rampa y un canal elevado que deja por debajo un portillo que permite el paso al otro lado del molino donde se encuentra el huerto. Todos estos ejemplares se sitúan sobre las orillas del arroyo de las Cañadillas (C1), (C2),(C3), (C4) y (C5) (Foto 32 y 33).

Molino en el casco urbano de El Real de San Vicente sobre el arroyo de Las Cañadillas

Hinojosa de San Vicente cuenta en su término con dos magníficos ejemplares molineros interesantes por su bonita arquitectura popular, (Gu1) y (Gu2) (Foto 34). Están situados sobre el arroyo de Guadmora que aguas abajo, ya en término de Castillo de Bayuela, movilizaba otros dos artificios de gran antigüedad y que, como los anteriores, cuentan con un receptor de cubo. Uno de ellos sirvió también como batán (Gu3) y (Gu4) (Foto 35).

Además, Castillo de Bayuela tiene en su demarcación otros seis molinos sobre el arroyo de Saucedoso, en la zona conocida como “del Puente Romano”. Los tres más bajos (S4), (S5) y (S6) son de tipología muy similar, con un cubo que tiene la base del mismo sumamente inclinada hasta el punto que podemos definir a estos receptores como de cubo-rampa.

Molino que también fue batán en el arroyo Guadmora

El segundo ejemplar (S2) tiene la peculiaridad de haber asegurado la estanqueidad del cubo mediante unos cilindros de cerámica de un metro de altura que cubren superpuestos la pared interior del receptor evitando así escapes de agua. Esto es lo que fabricado en piedra se conoce en otros lugares de España como “atanores”. El tercer artificio (S3) (Foto 36) toma sus aguas del afluente arroyo del Batán, aunque se sitúa a las orillas del Saucedoso, pero el cuarto (S 4) es de doble captación ya que toma el caudal de ambas corrientes. La presa del quinto molino es de las pocas existentes en la provincia que hemos definido como de “presa paralela a la corriente”, mientras que la presa del sexto tiene su anclaje en los mismos pilares del “Puente Romano”. Aguas abajo hubo un séptimo molino del que hoy ya no quedan restos.

Molinos de Saucedoso

Todos estos artificios estaban también en relación con la cercana localidad de Garciotún donde se pueden observar los pobres restos de un molino de aceite que, por la piedra que todavía permanece junto a sus ruinas, bien pudo haber sido primitivamente un pequeño molino harinero (Ga 1).

Uno de los molinos de Saucedoso

El siguiente afluente del Alberche es el arroyo de San Benito sobre el que se encuentra un hermoso ejemplar dotado de una larga y estrecha rampa. En sus muros se ven todavía los rótulos que indicaban su confiscación durante la guerra civil (S B1) y en su interior se ha dibujado sobre un muro un esquema del repicado de las piedras para recordarlo el molinero (Foto 37). En el arroyo de la Dehesa, tributario del anterior, podemos ver los restos de un pequeño cubo de tan solo un metro de diámetro (De 1). Estos dos ejemplares se encuentran en el término de la pequeña localidad de Nuño Gómez.

Molino de Nuño Gómez en el arroyo de San Benito

Otro arroyo de esta cuenca es el de La Nava que al pasar por Pelahustán daba movimiento a tres ejemplares entre cuyas ruinas  pueden distinguirse  los cubos de dos de ellos (Na 1) y (Na 2). Nos encontramos ya en el antiguo señorío de Escalona, aunque geográficamente estemos todavía en la Sierra de San Vicente, de la que siguen bajando pequeños afluentes hacia el Alberche.

SOROLLA Y RUIZ DE LUNA (y 2) su correspondencia

En el museo Sorolla también se custodia alguna correspondencia entre el pintor y el ceramista que vamos a comentar:

En 1909 se data esta carta de la que se desprende que Sorolla conoció a Ruiz de Luna antes de su visita a Talavera, Oropesa y Lagartera en 1912 para buscar tipos para su obra de la Hispanic Society

Carta de Juan Ruiz de Luna y Enrique Guijo a Sorolla, expresando la grata impresión que conservan de su cariñoso recibimiento y de la entusiasta apreciación de sus trabajos, que hoy les permite proseguir con su empresa con gran aliento y entusiasmo. Agradecen su apoyo y el de Mariano Benlliure, y esperan poder recibirles en la fábrica a los dos pronto. Si efectúan dicha visita, les piden que avisen con antelación, para tenerles preparados algunos objetos antiguos de fabricación talaverana en sedas y cerámicas, para que puedan contemplarlos. Adjuntan el talón de una caja que contiene tres platos, una media fuente de Talavera y un frutero de Puente del Arzobispo, que aunque no son de lo mejor que tienen, si poseen «algún carácter», con la esperanza de que los acepten y formen parte de su colección.

Otra de las cartas datada en abril de 1912, justo después de la visita de Sorolla a Talavera, Oropesa y Lagartera. En esta correspondencia aparecen detalles sobre los encargos realizados por el pintor al ceramista para su casa de Madrid. Esta carta es resumida así en la ficha del museo:

Carta de Juan Ruiz de Luna a Sorolla, lamentando el fracaso en el asunto de las tejas, como ya le comunicó su compañero Guijo Navarro, y expresa su disgusto por no poder complacerle.
Le explica que no le ha escrito antes sobre el tema de las columnas por encontrarse su dueño fuera. Éste llegará ya en un par de días y podrá ultimar este asunto.
Ha sabido por Guijo que ha tomado medidas de su encargo, que se ejecutará tan pronto las remita.
En posdata añade que le adjunta un talón por tres cajas que contenían los cacharros que escogió en la fábrica y los que encargó. Las macetas se las mandará en cuanto estén.

Foto del arrimadero y piezas cerámicas de la habitación en la que trabajó Ruiz de Luna en la casa museo de Sorolla en Madrid

La tercera carta está fechada en octubre de 1912 e igualmente hace referencia a los encargos de Sorolla a Ruiz de Luna:

Carta de Juan Ruiz de Luna y Enrique Guijo Navarro a Sorolla, en Talavera, en la que le comunican que le adjuntan un talón de las 88 cajas que le envían, que contienen los azulejos del patio y de la habitación que les había encargado, y que esperan sean de su agrado.
Le informan de que esa tarde se han facturado las columnas, basas y capiteles que encargó al sr. Luna. Incluirán la factura en el talón si la han acabado, en caso contrario se la mandarán al día siguiente.
Le ofrecen los servicios de un chico que tienen en la fábrica para la colocación de azulejos, especificando que su jornal es de 6 pesetas diarias cuando sale fuera, más el viaje de ida y vuelta
.

La cuarta carta es de de Juan Ruiz de Luna y Enrique Guijo Navarro a Sorolla, adjuntándole un talón por cuatro cajas de 80 azulejos, que como han sabido por el albañil, necesita para los ángulos de la puerta.

Boceto de Sorolla de la habitación de su casa museo que encargó a Ruiz de Luna
Otra carta de noviembre de 1912 trata de la instalación de los azulejos encargados por Sorolla:

Carta de Juan Ruiz de Luna a Sorolla comentándole que en, cuanto llegó a la fábrica, comenzó a pintar los azulejos para aprovechar así un horno que estaban cargando, y que por eso no le ha dado tiempo a consultarle primero si la cenefa era la misma que tienen sus azulejos del patio, convencido de que era igual a las que hay en la catedral de Lérida.
Por este motivo no le ha podido mandar al chico para colocar los azulejos, como habían convenido cuando se vieron. Le advierte que al mandarle al operario de la casa, éste no podrá llevar consigo más que las herramientas manuales, tales como peleta, nivel, etc., siendo necesario que Sorolla tenga dispuestos los artefactos necesarios para mezclar la cal y la arena para la colocación de los azulejos. Le aconseja que se emplee una mezcla de cal común envuelta con algo de cemento, pues es la mejor argamasa especialmente para los azulejos de la planta baja, puesto que al yeso le ataca mucho la humedad. Si esto le produce algún inconveniente o molestia, puede recurrir al operario de Madrid que ya le colocado otros azulejos.
Boceto de un fragmento de un friso de azulejos. Boceto para un friso, probablemente un arrimadero, de azulejos. Es de estilo Renacimiento, dentro de los historicismos de comienzos de siglo XIX. Está firmado por E. Guijo y fechado en 1912. Corresponde por tanto a los talleres talaveranos. Enrique Guijo Navarro formó sociedad con Juan Ruiz de Luna en 1908, llamándose «Ruiz de Luna e Guijo y Cía», durando hasta 1915 en que Ruiz de Luna se convierte en el único propietario.

Parece que hubo algún problema con la retribución del operario que puso los azulejos porque una carta de Enero de 1913 de Sixto de la Cruz, tal vez contable de la empresa de Ruiz de Luna, pues la carta lleva su membrete y habla de los 80 azulejos encargados a los que se refiere la carta anterior:


Carta de Sixto de la Cruz a un tal Luis (?), diciéndole que ese mismo día ha escrito el maestro al Sr. Joaquín Sorolla, diciéndole que le entregue (a Luis), cincuenta pesetas, o lo que él necesite. Si Sorolla no se las da o no le dice nada, tendrá que preguntarle si no le ha escrito el Sr. Luna para decirle que le entregue ese dinero que le es necesario, y que el Sr. Luna le ha dicho que se lo pida en carta de 1 de enero.

En otra entrada hablaremos de la cerámica de Talavera en la casa-museo Sorolla

EL PATRIMONIO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

POR LA CAÑADA LEONESA ORIENTAL XIII

EL PATRIMONIO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

ROLLO JURISDICCIONAL DE pUENTE DEL ARZOBISPO

 

El símbolo del privilegio de villazgo de Puente del Arzobispo se conserva todavía y es un magnífico rollo jurisdiccional. Se sitúa a la entrada del pueblo por la Cañada Real y se ha datado a finales del siglo XV. Se asienta sobre una gradería labrada en granito como el resto del monumento. La columna es claramente de estilo gótico tardío y su fuste se compone de nueve tambores. Dos de sus caras están decoradas por sendas piletas labradas pero sin imágenes y las dos opuestas con las cabezas de dos animales fantásticos. En el capitel destacamos los escudos y los cuatro canes que recuerdan a las gárgolas góticas.

DETALLE DECORATIVO DEL ROLLO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

La afluencia de romeros a Guadalupe era tal que se hizo necesaria la institución de dos hospitales que acogieran por un lado a las mujeres y niños expósitos y por otro a los hombres. Sus dependencias se situaban en torno a dos patios y su estructura general se conserva, pues formaban parte del edificio que ocupa todo el lado oeste de la plaza mayor puenteña. El concepto medieval de hospital es muy diferente del actual y en su mayor parte eran simplemente edificios donde se cobijaban de las inclemencias del tiempo los viajeros pobres sin que su fundación conllevara, en la mayor parte de los casos, la manutención ni los servicios de médico o barbero-cirujano propios de la época. En el caso de los hospitales de esta villa, el arzobispo Tenorio dejó ordenada la entrega de pan a los peregrinos y para hacer frente a los gastos les dotó de una serie de rentas que durante mucho tiempo permitieron su mantenimiento, como las de la Dehesa del Carrizal, el huerto, el batán, los molinos harineros, los diezmos y el pontazgo que se cobraba a los ganados mazariegos, pues el impuesto que se cobraba a los ganados mesteños o trashumantes correspondía a las monjas de San Clemente como compensación por los perjuicios que ocasionó el nuevo puente a las rentas del suyo de Pinos en Azután. Todas estas rentas fueron aumentando a lo largo de los años por las donaciones realizadas por particulares en sus testamentos, de manera que ya en el siglo XVIII los enfermos tenían asistencia médica y también se abastecían sus dependencias de leña y alimentos.

ANTIGUO HOSPITAL DE PUENTE DEL ARZOBISPO, HOY RESIDENCIA DE ANCIANOS

El edificio actual, en el que se alberga una residencia de ancianos, está construido en aparejo mudéjar con los huecos protegidos por rejas, de las que es especialmente llamativa la central con una reja-mirador de grandes proporciones. En el interior se conserva un patio cuadrado con doble galería y en el exterior podemos distinguir una espadaña de construcción más moderna y un pasadizo que comunicaba directamente con la iglesia. Por otra parte, en la hospedería se refugiaban los viajeros que no estaban aquejados de ninguna enfermedad.

IGLESIA PARROQUIAL DE PUENTE DEL ARZOBISPO

La iglesia parroquial de Puente del Arzobispo conserva poco de la primitiva edificación del siglo XV pero en detalles como la torre con los escudos del arzobispo Tenorio, la escalera de caracol de piedra, una portada mudéjar y la lacería gótica de la capilla bautismal persisten muestras de su antigüedad, a pesar de haber sido reedificada en su mayor parte en el siglo pasado debido a los destrozos ocasionados por los enfrentamientos con los franceses durante la Guerra de la Independencia. Es curioso el remate de la torre en un campanil de planta octogonal y decorado con cerámica del siglo XVII.

SOPORTALES DE PUENTE DEL ARZOBISPO, DONDE DESCANSARON MUCHOS PEREGRINOS A GUADALUPE

La plaza donde se sitúan el hospital y la iglesia cuenta con mobiliario urbano decorado con cerámica puenteña al igual que alguno de los edificios del entorno. Delante de la fachada del hospital se ha erigido un monumento al fundador y benefactor de Puente, el arzobispo Tenorio. La arquitectura popular puenteña es en el caso de las viviendas humildes una arquitectura, como la de Alcolea, edificada en adobe y tapial, aunque todavía sobreviven algunas construcciones antiguas porticadas con columnas graníticas de curiosos capiteles. Podemos imaginar a los muchos peregrinos que por aquí deambulaban descansando o guardándose de la lluvia bajo estos pórticos.

CONVENTO FRANCISCANO DE PUENTE DEL ARZOBISPO

El convento franciscano de Puente, del que persiste la iglesia todavía en pie, fue construido con las limosnas de toda la villa y en especial con las de Juan de Villaroel, personaje local que deseaba que se trasladaran sus restos y los de su familia a este monasterio. Su hermano fue Diego de Villaroel, capitán en la conquista de América y fundador de San Miguel de Tucumán.

Ya nada queda de los dos claustros, las celdas y la huerta. En el templo se veneraba la Virgen del Majano, llamada así por haberse aparecido sobre un majano o montón de piedras a un sacristán de Alía. Construida en 1620 es de sillería en las esquinas con mampostería en el resto y ladrillo moldurado en sus cornisas. A los pies tiene una espadaña herreriana y el interior es de una sola nave de buenas proporciones con cúpula sobre pechinas.

MOLINOS DE PUENTE DEL ARZOBISPO EN EL TAJO

LOS MOLINOS DE PUENTE: Varados en el río se hallan los olvidados molinos de Puente que por su importancia etnográfica e histórica bien merecerían la atención de las diferentes administraciones para su conservación. En el siglo XVIII se dice de ellos que “no hay en el Tajo otros mejores ni más resistentes”, pues tenían nada menos que mil fanegas anuales de trigo de utilidad, es decir de ganancia a efectos fiscales. Estos molinos presentan en la actualidad un aspecto impresionante con su gran edificio de al menos siete cuerpos con cuatro tajamares y hasta once piedras, cada una con su propio nombre: Rayo, Vapor, Espolique, San Juan, Santa Catalina etc. Tres de ellas se sitúan en un edificio construido en un nivel más elevado, se trata del molino de invierno que se utilizaba cuando las otras piedras estaban inundadas por las crecidas. Contaban también estas aceñas o molinos con otras dependencias para cernedero, almacén de los costales e incluso una pecera para mantener frescos los barbos y las anguilas que se pescaban en el “cañal” del mismo molino. El conjunto se complementa con otro edificio también rematado en tajamar donde se situaban la carretería y la herrería, las cuadras y los alojamientos.

Estos molinos eran la más jugosa fuente de ingresos para los hospitales de Puente y gracias a sus beneficios se atendió a miles de peregrinos y enfermos. Es posible que existieran ya en época musulmana aunque más tarde el arzobispo Tenorio los heredó de su madre, legándolos luego para sus obras pías y poniéndoles por nombre Santa Catalina. Era muy devoto de esta santa ya que puso también bajo su advocación a los hospitales y a la iglesia de Puente, así como a otras fundaciones suyas como el monasterio de jerónimos de Talavera o el puente de esta misma ciudad. El edificio molinero, que a su entrada tiene labrada en la piedra la rueda dentada con que se martirizó a esta santa, es digno de que curioseemos en su interior y tiene su mejor perspectiva desde la orilla opuesta del río.

DESCRIPCIÓN DEL MONASTERIO DE SAN AGUSTÍN

DESCRIPCIÓN Y CURIOSIDADES DEL MONASTERIO DE SAN AGUSTÍN

Fachada de la iglesia y convento de San Agustín

 La  iglesia es también obra de Fray Lorenzo de San Nicolás, en su capilla mayor se enterraban los marqueses de Montesclaros y todavía puede observarse alguno de sus blasones en los restos de la decoración. En la sacristía había un hermoso altar de la Virgen bajo el que estaba sepultado el fundador del Hospital de San Juan de Dios de Talavera, Antonio Cruz de Albiano. La capilla del Cristo servía para dar entierro a los familiares del regidor perpetuo Cárdenas de Salazar. Había además dos capillas dedicadas a Nuestra Señora de La Paz, advocación del convento, y a Nuestra Señora de Copacabana.

Edificio conventual con la elaborada obra de ladrillo de fray Lorenzo de San Nicolás

Seguimos a Pedro López Gayarre en la descripción del templo:

«La planta de la iglesia es de salón con capillas laterales comunicadas entre sí por la central. Se conservan hoy en lamentable estado, la nave central y las capillas del lado izquierdo. Las del lado derecho han desaparecido.

El presbiterio está cubierto por una bóveda encamonada, realizada en ladrillo y madera y adornada por diversas yeserías y molduras.

El arranque de la bóveda falsa de medio cañón de la nave central está recorrido por molduras de yeso que así mismo están presentes en las capillas laterales. Todas las bóvedas se cubren de dibujos geométricos realizados en yeso y que concuerdan con los reproducidos para ese fin en el tratado de arquitectura de Fray Lorenzo…

Fachada de la iglesia de San Agustín con las grandes molduras y ornamentos superiores típicos de la arquitectura de fray Lorenzo de San Nicolás

Los muros se realizan en ladrillo, tapial y mampostería, combinados en lo que se ha dado en llamar “obra toledana” consistentes en la unión de estos tres materiales en cajones de tapial y mampostería rodeados de hiladas y verdugadas de ladrillo que aporta consistencia y regularidad al aparejo. La fachada, sin embargo, como ocurrirá en todos los demás edificios se realiza íntegramente en ladrillo siendo el elemento más característico en estos templos…» Esta fachada se compone de tres cuerpos verticales. Destaca el central con el esquema típico de la época con puerta, hornacina, vano y óculo culminando en frontón  semicircular partido y moldurado.

Un pasadizo unía, sobre la calle que da acceso a la Puerta de Pescaderías, el huerto con las dependencias conventuales que, debido a sus diferentes utilizaciones y reformas han perdido todo su  trazado primitivo.

Arco de San Agustín restaurado

 CURIOSIDADES

Personajes y un fantasma

 El convento agustino fue noviciado desde sus primeros tiempos y en él se formaron misioneros como el escocés Tomás Bort de Santa María que predicó más tarde en su tierra. Otros monjes talaveranos formados aquí llegaron a ser vicarios generales de la congregación y provinciales de la misma. También lo fue el padre Agustín de San Ildefonso, un teólogo de prestigio que publicó su gran obra Teología Mystica. Hubo frailes que marcharon a evangelizar Filipinas y América y otros acabaron retirados en el desierto de La Viciosa, como es el caso del padre talaverano Jerónimo de la Resurrección que fue vicario general de la orden recoleta.

También se guarda un documento en el archivo municipal en el que se describe cómo las autoridades hubieron de tomar parte ante el rumor repetido en la población de que en los sótanos del convento y actual museo se oían ruidos extraños por la existencia de un fantasma.

MONASTERIO DE SAN AGUSTÍN

MONASTERIO DE SAN AGUSTÍN CASA MADRE DE LOS RECOLETOS Y ACTUAL MUSEO RUIZ DE LUNA

FOTO DE LOS AÑOS 20 DEL PASADO SIGLO EN LA QUE SE OBSERVA DE IZQUIERDA A DERECHA LA IGLESIA DEL MONASTERIO, LAS DEPENDENCIAS CONVENTUALES Y EL ARCO QUE LO UNE CON EL HUERTO DE LA ALCAZABA QUE APARECE SEMBRADO DE MAÍZ. dETRÁS DEL TEJADO DE LA IGLESIA ASOMA LA IGLESIA DE SANTA LEOCADIA

San Alonso de Orozco, nacido en Oropesa y predicador de Felipe II, funda en 1566 este convento bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz, en la zona de la actual plaza de San Agustín, entonces llamada de Almairo. A duras penas consigue subsistir el cenobio hasta que muerto su fundador y protector, desaparece. La institución de este monasterio no estuvo exenta de dificultades ya que, como sucedió en otros casos, la existencia de una nueva comunidad religiosa local chocaba con los intereses de las ya asentadas que veían peligrar su subsistencia, por ser Talavera una villa que no contaba con tan gran vecindario que permitiera mantener tantas casas conventuales. Los nobles partidarios de los monasterios consolidados presionaban sobre el concejo y las autoridades eclesiásticas para impedir nuevas fundaciones. La primera excusa que se puso a la venida de los agustinos fue que habían actuado con nocturnidad y alevosía instalando el Smo. Sacramento en un lugar «indecente que fue una cocina donde durmieron mozos».

El ayuntamiento llega a impugnar su fundación «por ser mucha parte de los vecinos de esta villa pobres y los monasterios de esta villa no se pueden sustentar y padecen detrimento».

FOTO DEL ARCO DE SAN AGUSTÍN ANTES DE SU RECONSTRUCCIÓN. APARECEN TODAVÍA VIVIENDAS ADOSADAS A LA MURALLA.

Más tarde, el municipio comenzó a perder la unanimidad en sus planteamientos e incluso permite a los monjes asistir a una procesión a la Virgen del Prado en demanda de lluvias. Poco a poco se van limando asperezas pero el convento no consigue salir de su pobreza hasta que, en 1589, es refundado por agustinos recoletos con la protección de Felipe II y su limosnero, el talaverano García de Loaysa. El convento se encuentra desierto y paupérrimo a su llegada y los frailes comienzan su andadura guiándose por las órdenes reformadas inspiradas por fray Luis de León. Es éste de Talavera el primer monasterio que las abraza y por ello es considerado como la casa madre de los agustinos recoletos, habiéndose celebrado en él con frecuencia los capítulos de la orden.

MONASTERIO DE SAN AGUSTÍN Y SU HUERTOEN LA ALCAZABA EN UNA FOTO AÉREA DE 1937

Tras su fundación, como nos cuenta su cronista Angel Martínez Cuesta, sufrieron numerosas penalidades pero conectaron rápidamente con el pueblo talaverano por su ascetismo sincero. Hasta el punto de que, cuando el fraile encargado de recoger los donativos enfermó, eran las propias gentes las que se acercaban a ofrecer sus ayudas a los agustinos. Además, el pueblo trabajó desinteresadamente en las obras y reformas del edificio, incluso en masa, como cuando se precisó el concurso de mucha gente para derribar un muro.

BLASONES DE LOS MARQUESES DE MONTESCLAROS,PROTECTORES DE ESTE CONVENTO ANTES DE LA RESTAURACIÓN DEL MISMO. LAS PINTURAS DECORABAN EL SALÓN DE BAILE QUE ALOJÓ LA IGLESIA DESAMORTIZADA

En el siglo XVII el marqués de Montesclaros, antiguo Virrey de Méjico y Perú, toma bajo su protección este convento, y estimula el culto al Ave María que incluso llega a dar nombre al cenobio.

El monasterio fue utilizado como noviciado y profesado en el siglo XVII, durante el que viene teniendo una media de 45 frailes. Pero en el siglo XVIII se mantiene una lenta decadencia pues nunca había sido esta institución muy dotada de propiedades y rentas y esto les obliga a salir a predicar por los pueblos, a ser párrocos rurales e incluso maestros. Uno de ellos tenía el cargo de administrador de la fábrica de sayales que la orden poseía en Calzada de Oropesa. En 1788 se cambian los monjes a la casa que habían dejado los expulsados jesuitas en el convento de San Ildefonso, actual solar ocupado por el teatro Palenque y el mercado de Abastos. El ayuntamiento destina en 1793 el antiguo edificio agustino para escuelas municipales aunque, mientras se realiza el traslado definitivo, los maestros dan clases en los antiguos hospitales de San Bartolomé y San Lázaro.

DETALLE DE LA FACHADA DE LA IGLESIA DE SAN AGUSTÍN EN DIBUJO DE JESÚS MORALES

Durante la invasión francesa la destrucción del viejo monasterio casi se consuma pues hasta desmantelaron las tropas buena parte del tejado. Más tarde se convierte en pajar con la desamortización de 1835 y en 1886 se utiliza la iglesia como teatro “La Unión”. Actualmente la iglesia se mantiene en pie a duras penas y el convento aloja el Museo de Cerámica Ruiz de Luna.

En su nueva localización de San Agustín el Nuevo, sufrió la comunidad la inquina de los franceses y a duras penas se mantuvo con cinco frailes hasta su disolución en 1834 debido a la desamortización de Mendizábal. El huerto de San Agustín, antiguo alcázar, se vendió a un particular.

DESASTRES DE LA GUERRA

DESASTRES DE LA GUERRA

Grabado alegórico a los sufrimientos del pueblo español en la Guerra de la Independencia

En la Guerra de la Independencia no sufrió Talavera solamente los efectos de la gran batalla que lleva el nombre de nuestra ciudad, sino que las idas y venidas de los ejércitos franceses provocaron gran cantidad de víctimas, daños en el caserío y una gran miseria posterior debida a su rapiña insaciable.

En 1819 el ayuntamiento de Talavera emite un informe por orden del rey Fernando VII en el que relata “narraciones verídicas, hechos heroicos, acciones brillantes, sentimientos leales, sufrimiento y trabajos que haya padecido el pueblo desde que las huestes francesas ocuparon su suelo”.

A finales de noviembre de 1808 se crea en Talavera con vecinos de la villa y de sus tierras el Regimiento de Infantería Voluntarios Leales de Fernando VII, bajo las órdenes del también talaverano coronel Genaro Rezábal. Las tropas salen hacia Badajoz ante el avance francés después de cuatro meses de ejercitarse en las armas.

En esta misma época pasa por la villa huyendo de la represión francesa en Madrid “la Suprema Junta Central y todo nuestro ejército en dispersión, prelados eclesiásticos, comunidades religiosas de ambos sexos, grandes títulos, empleados y multitud de familias afligidas y desoladas, y todos encuentran en el recinto de Talavera y sus moradores tantos héroes como vecinos, que se esmeran y distinguen en prestar a estos fieles errantes súbditos cuantos auxilios y recursos hallaban en sus alcances ”.

El llamado patio de San José, antigua casa de la dirección de la Real Fábrica de Sedas fue el lugar donde se alojó José Bonaparte, Pepe Botella, a su paso por Talavera

Podemos imaginar a toda la abigarrada muchedumbre de personalidades, nobles funcionarios y religiosos de Madrid huyendo de las tropas francesas y alojándose en las casas de Talavera. El 11 de diciembre de 1808, un domingo a las ocho de la mañana, entran en nuestra ciudad las tropas francesas al mando del general Lasalle con los regimientos franceses del 10º de Cazadores y el 5º de Dragones, que por su crueldad provocan la huida de nuestros paisanos y “se cubrieron los caminos de personas de todos estados, sexos, condiciones y edades que como náufragos barquichuelos caminaban por donde les conducía el viento de sus desconsuelos en el agitado mar de sus tribulaciones. Volvían sus humedecidos ojos a los muros de su amada patria, que quedaban en el más pavoroso silencio, y se despedían de ella juzgando que no volverían a verla, como sucedió a muchísimos, que de sentimiento, necesidad y miseria fallecieron en los pueblos inmediatos, o en las labranzas, alquerías y cortijos”.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 1e44c12f52afba3f236ff2eb462bef4f-744x1024.jpg

El general Lasalle, uno de los más crueles generales franceses con la población de Talavera

Una semana más tarde llegan a Talavera más tropas francesas al mando del general Lefevre y se alojan en las casonas, palacios y conventos. “Hacia las ocho de la tarde se esparcen en patrullas de seis u ocho hombres por las calles de la villa con velas encendidas y se dedican a un saqueo general, rompiendo las puertas con hachas y cometiendo toda clase de insultos y violencias con las pocas personas que se habían quedado. Continuaron por todo el día siguiente destrozando y rompiendo en las bodegas y lagares las tinajas de vino y vasos que contenían aceite, de suerte que una y otra especie corrían por las calles hasta incorporarse con la corriente del Tajo ”. El mismo general francés desvalijó el palacio arzobispal y se llevó un furgón cargado, entre otras cosas, con toda la vajilla y telas ricas en las que le sirvieron la cena.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 3e25f07c4086e14c6e2c716a2c098b30-686x1024.jpg

El general Lefèvre otro militar francés que fue especialmente violento en Talavera

Cuando el 6 de enero de 1809 los franceses abandonaron Talavera tras su primera estancia, habían robado cien mil fanegas de trigo, cuarenta mil de cebada y ocho mil arrobas de garbanzos, cincuenta mil cántaros de aceite y doscientas mil arrobas de vino, además de incontables carnes, aves y ganados. Pero al cabo de sólo nueve días volvieron los gabachos a ocuparla con tropas del primer cuerpo al mando del mariscal Víctor, duque de Bellune que, además de otros agravios, intentó saquear la riqueza en metálico que pudiera quedar en la villa.

Grabado del siglo XIX que representa la Batalla de Talavera

La fría noche del siete de febrero de 1809 fueron los gendarmes y soldados franceses sacando de sus casas a las personas más ricas e influyentes y las llevaron al ayuntamiento. Todos los talaveranos allí encerrados quedaron de acuerdo en no entregar a los invasores ni un solo maravedí de los que les exigían con la excusa de acusarles de apoyar a los insurgentes españoles. Para aterrorizarlos les sacaron de madrugada para llevarlos, seguidos de varios cañones con la mecha encendida, para marchar a pie hasta Almaraz, donde dijeron que les pasarían por las armas. No quebraron así su voluntad y cuando iban por la iglesia del Salvador, viendo los franceses que no amedrentaban a estos paisanos, volvieron a llevarlos al ayuntamiento.

Siguieron entrando y saliendo los franceses de Talavera cometiendo toda clase de tropelías. Pero especialmente cruel fue el general Lavalle cuando volvía de incendiar Arenas de San Pedro, donde además había pasado a cuchillo a muchos de sus habitantes.

Como ya habían dejado en Talavera pocos víveres y riquezas, se llevaron las mantas y sábanas de los vecinos y maltrataron al vicario y cura de Santa Leocadia, registrando y destrozando su casa.

Soldados franceses en un grabado alegórico sobre los desastres de la Guerra

Se empiezan entonces a producir los primeros ataques de los guerrilleros españoles contra los ejércitos napoleónicos, llegando en sus incursiones hasta la plaza del Comercio (hoy del Reloj) y atacando a la guardia francesa del puente. Un guerrillero talaverano llamado Jerónimo Moreno llegó a disparar un cañón contra los invasores desde el sitio conocido como La Redondilla.

Los franceses se alojaban en las casas de los talaveranos y allí les exigían toda clase de alimentos, maltratándoles si no los conseguían, como cuando les pedían castañas frescas en pleno verano. Obligaban a los vecinos a dormir en el suelo y ni siquiera les dejaban arrimar al fuego el miserable puchero que podían permitirse después de los saqueos. Con ocasión de que varios soldados de Napoleón habían muerto en una emboscada a manos de los insurgentes españoles, los franceses dinamitaron más de cuatrocientas casas en Talavera, cebándose especialmente en el barrio de la Puerta de Cuartos por pensar que allí habían ocultado a los guerrilleros que les habían atacado.

Fue notorio el gélido recibimiento que se dio al rey José Bonaparte, “Pepe Botella” para el pueblo, cuando entró en Talavera al mando de treinta mil hombres. Se alojó en la Casa de la Dirección de las Reales Fábricas de Sedas, el conocido como patio de San José, y durante su estancia de tres días no recibió ni el más mínimo obsequio por parte de los talaveranos, ni se escuchó ni una sola vez en la villa el grito de ¡Viva el Rey José!, mientras que al llegar nuestro ejército con los aliados ingleses y portugueses, el recibimiento fue clamoroso.

Después vendría la Batalla de Talavera y los franceses que volvieron a recuperar después la ciudad se vengaron de la ayuda prestada a los aliados sometiéndola a un nuevo y horroroso saqueo. Otra vez se producen crímenes, tala masiva de los centenarios olivos talaveranos y arrancamiento de cepas.

La miseria, la destrucción y las enfermedades hicieron que la población se llegara a reducir a una tercera parte y Talavera entró en una crisis de la que tardaría muchos años en recuperarse, ya que a ello se unía la decadencia de las Reales Fábricas de Seda que había dejado en desempleo a miles de personas de la ciudad y su comarca. Talavera fue la primera población que recibió al mensajero del alcalde de Móstoles con el llamamiento a la sublevación militar contra los franceses y en el Archivo Municipal se guarda incluso el recibo de uno de las postas que contestó a la llamada de auxilio contra los franceses.