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UN DÍA CORRIENTE Y MOLIENTE

UN DÍA CORRIENTE Y MOLIENTE

Molino de Riofrío en Sevilleja de la jara
Molino de Riofrío en Sevilleja de la jara

Salvador había nacido en el molino. Su madre casi le parió cuando se agachaba para abrir uno de los aliviaderos del canal. Su padre tuvo que correr con la mula hasta llegar al pueblo para traerse a Juana, la comadrona, hasta la ribera. Lo primero que escuchó al nacer fueron los tres ruidos molineros: el agua al salir del saetín para mover el rodezno, las piedras en su roce benéfico pero atronador y la tarabilla golpeando sobre las muelas.

Aquel día era importante para Salvador. Había construido un cubo nuevo junto al antiguo para poder así mover una piedra más que hoy tendría que traer desde la cantera. Habían pasado muchos días desde que localizó la buena veta de granito para labrar las dos muelas necesarias. Con paciencia y unas buenas cuñas que le había preparado especialmente su amigo Remigio, el herrero, había conseguido separar el bloque adecuado que con paciencia había ido retocando a ratos perdidos. Ayer acabó de hacer el ojo de la piedra y hoy tenía que trasportarla. Se había levantado temprano y había dicho a su mujer que preparara un buen almuerzo para sus dos cuñados y el molinero de abajo que vendrían a echarle una mano. El esfuerzo necesario para mover esas moles debía serles reconocido a sus ayudantes y también había preparado algunos buenos chorizos para regalárselos. Al fin y al cabo a él le sobraban. En el molino nunca se pasaba hambre y sus cerdos y gallinas siempre estaban bien hermosos comiendo la harina y el salvado que recogía de barrer  la sala.

Molino en el río Guadyerbas cerca de Navalcán
Molino en el río Guadyerbas cerca de Navalcán

Habían preparado una rampa. Acularían el carro y, metiendo un palo por el ojal de las piedras, después de levantarlas con una palanca, las harían rodar hasta el interior de la carreta tirada por bueyes. Después las llevarían por el pedregoso carril hasta el molino. Todo salió bien y el vino corrió en abundancia. Por fortuna no había sucedido como cuando el molinero de arriba perdió un brazo al caerle una piedra.

Solamente quedaba repicar la superficie de las dos muelas, la solera y la volaera, con el dibujo que su padre le enseñó, con sus rayones y sus abanicos. Se puso las gafas de red de alambre para no herirse los ojos. Lentamente, con sumo cuidado, empezó con la piqueta a trazar los dibujos que tronzarían el grano y llevarían la harina hacia el exterior de la piedra.

Su mujer le observaba. Siempre le había sorprendido lo serio y abstraído que su marido se ponía cuando realizaba esta labor. Sabía que durante ese tiempo no debía hablarle, pues entraba en una especie de trance. En el misterioso tintineo de la piqueta palpitaba la musica de su vida.

Molino de cubo en el arroyo Cubilar, en Campillo de la Jara

Con la cabria colocó la piedra  ajustando la lavija y, con gesto grave, le ordenó a su hijo que abriera la compuerta del canal que movería el nuevo rodezno. El cubo comenzó a llenarse y enseguida todo quedó dispuesto para abrir una nueva puerta al futuro de su familia. Tiró de la palanca de la paraera y el agua comenzó a golpear en los álabes de la rueda que, con un crujido, hizo girar al árbol. El ruido y el olor a piedra nueva un poco quemada le gustó. Abrió la espita de la tolva y el grano comenzó a caer. Ya salía la harina por la pitera.

Acercó un saco al harinal para llenarlo de aquel fecundo polvo blanco. Quería ofrecer la primicia a su padre en reconocimiento a su maestría de viejo molinero.

Todo iba bien. Ajustó la corriente con la llave de dar agua y la separación de las piedras con la barra de alivio. Todo funcionaba a la perfección. Se sentó en el poyete, junto a la saetera y, mirando hacia los fresnos del río, comenzó a liar un cigarro. Por entre las ramas podía ver a su mujer afanándose entre  las tomateras del huerto que se regaban con el mismo canal del molino. María levantó feliz la cabeza al oir la nueva piedra.

Miró sonriendo hacia la ventana donde estaba Salvador. Le lanzó un beso con la mano y volvió a sus surcos. Pensó que al año próximo podrían comprarse la casa en el pueblo y el pequeño podría ir a la escuela. Ella quería que fuese maestro; no deseaba que se oxidara su vida entre las humedades del río.

Por la tarde llegaron algunos clientes a moler y, como el caudal ya no era muy abundante, la espera se hacía necesaria. Uno de ellos sacó la guitarra y la bota empezó a correr. Entre canción y canción se contaba algún chisme del pueblo que la molinera degustaba con curiosidad. Salvador recordó aquella ocasión en que, en pleno enero, se atascó el saetín con un cabrito muerto que habían arrastrado las aguas y estuvo a punto de morir de una pulmonía que le trató don Segismundo. Recordaba con orgullo que su mujer se hizo cargo del molino durante dos meses sin que ningún cliente se quejara, salvo las protestas habituales por el desacuerdo con las maquilas que todos sabían eran algo más de los estipulado, pues no había molinero honrado. Dicho esto por el mismo Salvador causó la risa de los demás contertulios aunque fueran ellos los perjudicados. Pero también sabían que en los años de la sequía, había ayudado a algunos de los vecinos del pueblo más necesitados que habían acudido a él en demanda de un poco de pan.

Paco, el arriero que más trabajo traía a su molino,  pidió que les contara una vez más lo sucedido cuando aquel bandolero intentó robarle una noche de tormenta y despúes de volcarle encima la tolva del trigo le sacudió con la paleta poniendole en fuga tras quitarle la escopeta.

En ese momento llamaron a la puerta. Era la pareja de la Guardia Civil que venía haciendo su recorrido. Les invitaron a sentarse y aunque se sentaron un poco aparte con el gesto algo distante que les exigían las ordenanzas, también participaron en la conversación con monosílabos mientras trasegaban de la bota. Salvador estaba contento y echó unos pedazos de tocino a la lumbre. La juerga continuó, el molino palpitaba, el molino tenía vida.

Cárcavo de un molino de agua

LAS PRESAS DE LOS MOLINOS DE AGUA (1)

III.- DESCRIPCIÓN DEL MOLINO DE AGUA. LAS PRESAS

Ya hemos visto cómo lo que básicamente consigue un molino es aprovechar una determinada elevación del agua – mantenida por un canal – desde una presa río arriba, para que al caer el agua por la fuerza de la gravedad mueva la rueda de nuestro artificio (fig. 5).

Partimos de la estructura del molino de rueda horizontal o rodezno para explicar este mecanismo, ya que se trata del más frecuente con mucho en nuestros ríos y arroyos. Es además el modelo más sencillo a partir del cual explicaremos las peculiaridades de otros tipos de molino.

        

Presa de un molino de agua en el río Huso. Trazado muy irregular construido con pizarras y cuarcitas rodadas Presa de un molino de agua en el río Huso. Trazado muy irregular construido con pizarras y cuarcitas rodadas

LAS PRESAS

Lo primero que necesitamos en la construcción de una instalación molinera es retener el agua en un punto del cauce con una altura determinada y desviar ese agua hacia un canal cuya misión es mantener ese nivel hasta llegar al edificio del molino. Ambas cosas se consiguen mediante la presa que podemos definir por tanto como un obstáculo fijo, opuesto a la corriente y que embalsándola con elevación de nivel produce un remanso[1].

Se sitúan estas presas en lugares topográficamente favorables para su construcción como es el caso de estrechuras del cauce, elevaciones del fondo del río o lugares donde la existencia de rocas laterales o un fondo firme y berroqueño del río permitan un mejor anclaje de la estructura. Se buscan sobre todo pérdidas de nivel de la corriente lo más bruscas posible, de forma que consigan hacer ganar  desnivel al canal en un corto recorrido para ahorrar así esfuerzo en su excavación. Es el caso de los molinos situados junto a las cascadas y chorreras de los arroyos.

Para la construcción de presas se huye en general de los terrenos arenosos con gran filtración. También se intentan evitar los tramos de cauce fluvial muy anchos que hacen necesaria la construcción de presas de gran longitud, más frágiles ante las avenidas y que se colmatan de sedimentos más fácilmente. Se precisa además no trazar los azudes en perfiles topográficos de escasa pendiente porque conllevarían canales demasiado largos. Aunque hay excepciones, como es el caso de las zonas donde ese mismo canal se aprovecha para regadíos ribereños y la utilización para este fin hace más rentable su excavación.

Presa de los molinos de los Sacristanes reutilizada para una central eléctrica. Obsérvese la disposición de los bloques graníticos ajustados como granos de granada Presa de los molinos de los Sacristanes reutilizada para una central eléctrica. Obsérvese la disposición de los bloques graníticos ajustados como granos de granada.

Las presas se fabricaban con esmero aunque la pobreza de los antiguos materiales disponibles y la, generalmente, modesta condición económica de los molineros influía en la precariedad de estas construcciones, salvo en las más potentes aceñas y molinos del Tajo. A estas circunstancias se unía el régimen semitorrencial de muchos de nuestros arroyos y riachuelos serranos que presentaban en invierno avenidas importantes que ayudaban a su destrucción, obligando a frecuentes reparaciones de mantenimiento. En la actualidad quedan pocas de estas presas completas, existen numerosas referencias históricas a destrozos de las riadas y a las obras necesarias para su reparación, principalmente en la documentación existente sobre los molinos de Toledo y Talavera.

Otras presas que resistieron el embate de las aguas se han visto con el paso del tiempo anegadas por el arrastre de arenas y cienos. Para evitar esto se acudía en ocasiones al levantamiento aguas arriba de otra presa de peor factura que intentaba retener los materiales que anegaban la principal. Ese parece ser el objeto de una presa secundaria construida en el primer molino del arroyo de Piejachica en Valdeverdeja.

Las presas tienen dimensiones variables dependiendo de la entidad y características topográficas de la corriente sobre la que se construyan. Van desde los dos metros escasos de las presas de los molinos de Garganta Tejeda en el Real de San Vicente, hasta las presas o azudas del Tajo que sobrepasan los cien metros en algunas ocasiones. La altura y la anchura de los muros de las presas varían entre uno y diez metros.

Anclaje en la orilla de una presa en el río Huso que muestra las lanchas de pizarra reforzando el calicanto de la estructura Anclaje en la orilla de una presa en el río Huso que muestra las lanchas de pizarra reforzando el calicanto de la estructura

Las presas podían construirse sobre el lecho de la corriente sin ningún apoyo especial, pero a veces se anclaban en grandes rocas o en los tajamares de los puentes. También las orillas de los islotes que jalonaban los ríos servían a veces como apoyo para su edificación.

Las secciones pueden ser rectangulares, trapezoidales o escalonadas. Estas dos últimas formas intentan evitar que se socave el cauce y peligre la cimentación de la presa, ya que impiden que el agua caiga violentamente desde el rebosadero (fig. 7). Asociados a estos perfiles podemos encontrar contrafuertes de obra que intentan conseguir una mayor resistencia de la presa a las avenidas del río.

Los materiales empleados suelen ser la piedra de extracción local  y la argamasa. Las rocas más frecuentemente empleadas en nuestra geografía son el granito, las cuarcitas rodadas o no y la pizarra (Foto 1). El paramento se refuerza con esmerado ripio a presión que ajusta la estructura de sillarejo. En La Jara, sobre el arroyo Cubilar, se pueden ver algunas presas fabricadas con grandes lajas de pizarras clavadas oblicuamente en el cauce y reforzadas con acúmulo posterior de otros materiales. El ladrillo o el mero acúmulo de tierras son poco empleados en las presas aunque sí se utilizan en los canales.

Presa y arranque del canal en una presa de Riofrío

En los grandes ríos como el Tajo e incluso el Tiétar, las presas conllevan una obra de mucho mayor envergadura. Son generalmente de sección trapezoidal, su base es ancha y suelen estar formadas por grandes bloques graníticos que constituyen el núcleo de la obra. Posteriormente se enlosará con sillería más regular e incluso se rematará con un revocado  exterior.

A veces adopta el aparejo una curiosa disposición como en el caso de la presa de las Aceñas del Conde en término de El Torrico. En este gran azud del Tajo los bloque exteriores de la cubierta de la presa se han tallado con formas trocopiramidales similares a los granos de una granada, muy acuñados con ripio a presión y relleno de mampostería en el interior de la estructura.

El borde superior de las presas molineras se encuentra especialmente bien rematado, en general con acabados curvos que eviten la erosión, incluso en ocasiones puede construirse en sillería o con pizarras alineadas y unidas con argamasa. Las presas suelen tener también rebosaderos y compuertas que no sólo desaguan en el canal del molino sino que a veces sirven también para el abastecimiento de canales de riego y abrevaderos.

[1]  DIPUTACIÓN FORAL DE VIZCAYA: Bizkaiko Presoak, Presas de Vizcaya. Catálogo. Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 1990, pp. 11-19.

CONCEPTOS BÁSICOS DEL FUNCIONAMIENTO DE LOS MOLINOS DE AGUA

Segundo capítulo de mi libro agotado «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo» en el que se dan algunos conceptos básicos sobre la energía hidráulica para comprender su funcionamiento

II.- LA ENERGÍA HIDRÁULICA

Molino de cubo en Riofrío, Sevilleja de la Jara
Molino de cubo en Riofrío, Sevilleja de la Jara

Conozcamos ahora algunos conceptos básicos sobre energía hidráulica que, aunque en su desarrollo teórico no eran conocidos por la mayoría de los constructores de molinos, sí que eran, sin embargo, intuitivamente aplicados por ellos. Conseguían así adaptarse al medio en condiciones frecuentemente muy adversas de topografía, pendientes y caudales, consiguiendo la máxima rentabilidad del artificio para una molienda más productiva y un aprovechamiento del caudal de forma que se pudiera moler el mayor tiempo posible del año hidrológico.

Es fundamental  saber que a mayor altura de una columna de agua, mayor será la potencia del molino. Por esta razón la altura de los cubos es la que determina la fuerza de salida del agua a través del saetín para accionar el rodezno. La altura mínima de estos cubos necesaria para mover piedras de mediano tamaño ha sido considerada desde antiguo como de unos cinco o seis metros[1], los treinta palmos que nos recomiendan los libros de Juanelo.

La potencia en caballos de un artefacto hidráulico vendría dada por la fórmula:

 

Potencia = Cantidad de agua en litros   X   Altura en metros

                                                                             75

De aquí podemos deducir que cuando el caudal es pequeño, para conseguir una potencia similar, deberemos aumentar la altura. Esto es lo que los molineros conseguían elevando la envergadura de sus cubos cuando construían lo que luego describiremos como molinos de bombo (fig. 16). Como dicen los libros de Juanelo: A que cuanto fueren ellos más altos los cubos, aunque sean muy estrechos, por causa que el mucho peso del agua es el que hace la molida.@[2]

Esquema topográfico básico de una instalación molinera
Esquema topográfico básico de una instalación molinera

Considerando la viscosidad del agua constante y las diferencias de rozamientos y turbulencias despreciables entre un ingenio y otro, el principio de Pascal nos dice que toda presión ejercida sobre un líquido se transmite íntegra y normalmente en todos los sentidos. De esta forma la presión soportada por una superficie AS@ sería:

P = S x H x V

donde S es la superficie, H es la altura y V la viscosidad, que en nuestro caso consideramos con un valor homogéneo de 1 ( fig. 6) [3].

Una consecuencia de este principio es que la presión no es dependiente de la cantidad de agua almacenada sino solamente de su altura; de esta forma, por ejemplo, un tubo de un metro de diámetro y cien de altura haría soportar a su base una presión igual a la que soportaría esa misma base si se encontrara bajo millones de metros cúbicos de un gran embalse que tuviera esos mismos cien metros de altura. Todo ello nos indica que el volumen contenido en el cubo de un molino no influye sobre la potencia, aunque sí que influirá sobre el tiempo de molienda, pues tendremos un mayor caudal disponible para una misma sección del tubo de salida del agua o saetín.

En determinados lugares como La Mancha, donde nos encontramos con escasas pendientes que hacen necesarios grandes recorridos de canal para conseguir un mínimo desnivel, estos largos canales son poco rentables por su elevado coste, por las pérdidas de caudal ocasionadas por los escapes de agua y por las obstrucciones frecuentes que conlleva la escasa pendiente. El molinero soluciona este problema controlando todo el caudal por canalización del cauce y mediante la construcción de molinos de regolfo que aprovechan más la energía centrífuga que la gravitatoria como luego describiremos.

Esquema básico que explica el funcionamiento de un molino de agua
Esquema básico que explica el funcionamiento de un molino de agua

Definimos como gasto o caudal la cantidad de agua que pasa por la sección de una conducción en un segundo. Según el Teorema de Torricelli  este caudal depende del diámetro y forma del orificio así como de la velocidad del líquido.

Podemos resumir todos los conceptos anteriores diciendo que la potencia de un artificio molinero está en relación directa con el desnivel H, entre los dos puntos extremos del canal, y que también depende del caudal. El caudal a su vez es proporcional a la velocidad media del agua y a la sección de la corriente que en nuestro caso coincide con la sección de la boca del saetín (figs. 5 y 6).

Es necesario también que la corriente de agua incida de una manera suave sobre las ruedas, sin impactos bruscos que hagan perder parte de la energía. La salida del agua, después de haber accionado las ruedas, debe producirse sin turbulencias ni estancamientos que desperdicien la energía al impedir o dificultar el giro libre de los rodeznos o de los rodetes de los regolfos. Para conseguirlo los cárcavos de los molinos deben permitir una salida libre de la corriente mediante la construcción aguas abajo de espigones de obra que conduzcan el agua en la dirección adecuada. El estancamiento se previene con un adecuado diseño molinero y construyendo las presas de los molinos posteriores situados en ese río de forma que el remanso de sus presas no alcance e inunde el cárcavo del molino anterior.

Para un mejor aprovechamiento energético es también necesario un estudio de la inclinación adecuada que debe tener el chorro del agua al salir del saetín. Todo un tratado sobre este tema se desarrolla también en Los XXI Libros de los Ingenios y las Máquinas de Juanelo Turriano[4].

[1] GONZÁLEZ TASCÓN, I . Opus cit. pp. 183-192.

[2] LOS VEINTIÚN LIBROS…Opus cit. p. 333.

[3] De IGUAL, J.: Opus cit. pp. 67-70.

[4] LOS VEINTIÚN LIBROS…Opus cit pp. 323-333.

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, CASTILLO DE BAYUELA (III)

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, CASTILLO DE BAYUELA (III)

Cultivos y arquitectura popular

Espada de espadar el lino y rueca para hilar
Espada de espadar el lino y rueca para hilar

En el siglo XVIII se nos dice que la mayor parte de las parcelas de regadío se dedican al cultivo del lino, sesenta fanegas nada menos son para este aprovechamiento que junto al de la morera son los dos grandes desaparecidos en la historia de la Sierra de San Vicente. Vamos a acudir a un paisano nuestro, el talaverano Gabriel Alonso de Herrera para saber algunos datos de cómo era el cultivo tradicional del lino, este clérigo de la parroquia de San Miguel que durante el siglo XVI vivió en Talavera sacó de sus vivencias por toda la comarca sus conocimientos para escribir el primer tratado de agricultura de España y uno de los primeros que en Europa intentaban hacer una ciencia del cultivo de los campos. Hoy da nombre a un instituto donde estudian muchos de los hijos de este pueblo. Pues bien sobre los tipos de lino dice: “ Uno es invernizo, que se siembra antes del invierno que en algunas tierras llaman vayal, otro hay que se siembra a la primavera, que es por hebrero o marzo, y porque se riega llaman regantío”

Aparece una palabra que a todos os sonará, vayal y que es una bayuela, sino un diminutivo de vayal, yo estoy con los que mantienen que el nombre de vuestro pueblo y el apellido de bayolero por el que se conoce a los vecinos de aqui deriva directamente de estos linares ya desaparecidos.

Y sigue Alonso de Herrera: “ Cuando lo arrancaren han de hacer pequeños manojos…unos lo sacuden sobre sábana y otros con un peine de madera tan estrecho de púa que la cabezuela donde está la simiente no pueda pasar..y luego lo lleven al río… pónganle pesas encima porque ello es muy liviano…después bien enxuto y soleado, tráyanlo so techado, y antes que lo majen pónganlo en lugar algo húmido que la hebra tome correa, que si así seco lo majassen y espadassenc ortaríen la hebra y perdería mucho. Esto hecho entréguenselo a las mujeres que hagan dello como saben y lo pongan en perfición”

He leido en un artículo de AGUASAL como se guarda todavía memoria de los lugares donde se cultivaron los últimos linares y las piedras donde se majaba el lino virgen, y cómo todavía se guardan algunas espadas de madera de espadar el lino y algún peine de púas para obtener la fibra vegetal además de algunas mañas de esta fibra vegetal.

Molino de agua del arroyo Saucedoso
Molino de agua del arroyo Saucedoso

En el Catastro de Ensenada se hace también referencia a los olivares de donde se obtenía la aceituna que más tarde se molturaría en los lagares o molinos de aceite del pueblo. En aquella época eran dos y hoy todavía queda algún resto del llamado molino del Cura, hoy todavía se puede recrear la planta de sus instalaciones.

En cuanto al vino, hemos visto que en época tan temprana como el siglo XIV ya se hace referencia a las “viñuelas del castiello”. Todavía en la actualidad quedan algunas bodegas donde se mimaba la producción vinícola de la zona que, en el caso de una de las aldeas de Castillo, como es Hinojosa llegó a tener cierta fama.

Entre las instalaciones preindustriales de interés en Castillo de Bayuela debemos destacar la molinería de sus arroyos, nada menos que ocho molinos de agua eran movidos por el Guadmora y el Saucedoso. Son preciosas muestras de arquitectura popular en granito que debéis conservar, son molinos de cubo, de rampa y algunos de cubo-rampa según la terminología que utilizo en mi trabjo sobre los molinos de la provincia, el molino fue siempre lugar de trabajo pero también de encuentro, de vida y porqué no decirlo, de sisa y de estraperlo. Nos llevaría mucho tiempo hablar de su funcionamiento, de la maquila, de sus presas de sus canales de sus cárcavos y rodeznos, pero quede constancia de nuestra referencia a los molinos de agua, primera máquina que ahorra tiempo y esfuerzo al ser humano.

Ejemplar de vivienda arquitectura popular tradicional en castillo de Bayuela. Mampostería de granito con piso bajo blanqueado
Ejemplar de vivienda arquitectura popular tradicional en castillo de Bayuela. Mampostería de granito con piso bajo blanqueado

Ya me he referido a la belleza que como arquitectura popular tienen los edificios molineros, pero hay muchas otras muestras de esa arquitectura tradicional  que tuvimos tiempo de analizar en una conferencia anterior monográfica sobre ese tema. Pero recordemos que la sencilla forma de costruir de estas sierras hunde sus raices en el mundo céltico de las edificaciones redondas con techos vegetales que luego se transforman en falsas bóvedas por superposición de lanchas de granito, es el caso de los chozos y las cochineras, repartidas por vuestros montes. La arquitectura popular tiene una característica fundamental que es la utilización de los materiales más inmediatos y así el granito en mampostería y en más raras ocasiones en sillería predomina sobre otros materiales como el adobe y el tapial que se reservan para construcciones secundarias o para aumentar la altura de las escasas viviendas dobladas. Ese segundo nivel de vuestras casas donde se guardaba la paja y que os valió el nombre que se os aplica en el conocido dicho “ Los de Castillo pajariegos, que toda la paja encierran y un año que no la cerraron se murieron las becerras.”

Cerradura tradicional de madera empleada en muchas puertas y porteras de la Sierra de san Vicente
Cerradura tradicional de madera empleada en muchas puertas y porteras de la Sierra de san Vicente

La tradición arquitectónica de los pueblos serranos abulenses se deja también sentir en vuestras viviendas tradicionales: bajos perfiles de prolongadas techumbres, pequeños huecos y vanos y sobriedad absoluta en la ornamentación. Si acaso alguna cerradura en la que el herrero se entretuvo en adornar con motivos sencillos.

Pero no debemos olvidar las encantadoras construcciones secundarias como los pilones graníticos, los abrevaderos y comederos de animales vaciados en la piedra o en grandes troncos, las parideras, las majadas, los ameales, las fuentes y los puentes de bloques ciclópeos de granito, ese granito que también sirvió para labrar las cruces del calvario o la calavera que preside el cementerio, porque hasta en el cementerio se puede encontrar el sabor de la cultura popular y alli también me adentré con todo respeto y contemplé algunas de esas preciosas lápidas de cerámica de Talavera que tienen escritos bonitos epitafios imaginados por el corazón sencillo de un labrador que ha perdido a un ser querido, casi siempre algún niño.

No había sin embargo lavaderos en Castillo, las mujeres se encontraban en el arroyo y allí cambiaban impresiones y chascarrillos, hoy la consulta del médico y los comercios han sustituido a ese lugar de encuentro que era la fuente o el lavadero.

Pero volvamos otra vez doscientos años atrás y analicemos la sociedad bayolera de entonces: Dos clérigos representaban a la iglesia en el pueblo, los funcionarios de entonces entre comillas eran un administrador del señor feudal, un cirujano y un boticario, un maestro de primeras letras y un escribano;  hoy, la mejora de los medios de comunicación y el falso atractivo de la ciudad hace que ni los sanitarios, los maestros o los administrativos vivan en los núcleos rurales en su mayoría, este hecho disminuye de alguna manera el dinamismo social de nuestros pueblos.

Pozos y pilas en Bayuela

BREVE HISTORIA DE LOS MOLINOS DE AGUA (I)

LOS MOLINOS DE AGUA DE LA PROVINCIA DE TOLEDO

(Fragmento de mi libro publicado por la Diputación de Toledo y ya agotado «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo))

Autor: Miguel Méndez-Cabeza

Molinos de los Rebollos en el Tajo (Valdeverdeja)
Molinos de los Rebollos en el Tajo (Valdeverdeja)

I.- INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A LA MOLINERÍA

   El concepto de máquina se define como el de “ un conjunto de piezas con movimientos combinados mediante el que se aprovecha una fuerza para producir un trabajo”. Podemos considerar al molino de agua -que es la aplicación más directa de la rueda hidráulica- como la primera máquina, el primer artificio que ahorra tiempo y energía al ser humano y a sus animales domésticos. Solamente la vela impulsó a las embarcaciones antes de que las aguas hicieran rodar las piedras de molino[1].

Mola asinaria romana, molinos de "sangre" movidos por fuerza de animales o de esclavos

Mola asinaria romana, molinos de «sangre» movidos por fuerza de animales o de esclavosHasta su invención, eran pequeños molinos de mano o los denominados en la antigüedad con el significativo nombre de “molinos de sangre” los que, movidos por energía animal (mola asinaria) (fig. 1) o humana (mola trusátilis), abastecían de harina a una sociedad esclavista como la romana[2]. Es probable que hace tres mil años existieran ya rudimentarios molinos de rueda horizontal en Asia Menor, precisamente en la misma zona de la tierra que vio nacer las culturas neolíticas y con ellas el cultivo de los cereales.[3]

A comienzos de nuestra era estos ingenios se documentan en Grecia y Escandinavia. Hacia el año 100 antes de Cristo, Estrabón, en una crónica sobre Mithridates del Ponto, se refiere a un tal Manganareios Hydraleia que vivía en Sardes. Este nombre ha sido traducido como “ constructor de molinos de agua”.[4]También Antipater de Salónica se refiere a nuestros ingenios en un texto que, según la traducción de V. Gordon Childe, dice:

“ Molineras, no toquéis más el molino de mano porque Deméter ha pedido a las ninfas que realicen vuestro trabajo. Ellas corren en lo alto de la rueda y hacen girar sus ejes”.[5]Existen además algunas otras referencias posteriores de autores helenísticos que parecen hablarnos de molinos hidráulicos.[6]

En tiempos de César, describió Vitrubio en el libro X de su obra “ De Architectura” el molino de rueda vertical que posiblemente se habría inspirado en la rueda persa o saquiya. Este artilugio precisaba de engranajes que transmitieran el movimiento a las piedras situadas en un plano horizontal y por tanto perpendicular a la dirección del movimiento de la rueda.[7] La necesidad de estos engranajes hizo preciso el desarrollo de una carpintería mecánica que acompañaría a la evolución de los molinos de agua y de viento hasta la Edad Moderna, impulsando así una cada vez más compleja tecnología preindustrial.[8]

Molinos del primer ojo del puente en el dibujo de Van der Wingaerde
Molinos del primer ojo del puente en el dibujo de Van der Wingaerde

Además de Vitrubio otros autores de la misma época citan molinos de agua. Es el caso de Plinio que describe un artificio para moler grano en el norte de Italia. Encontramos referencias similares en la historia de Jutlandia, Inglaterra y China donde aparecen molinos de tecnología muy sencilla.[9]

En el ágora ateniense se hallaron restos arqueológicos de estructuras que parecían pertenecer a un molino de rueda vertical de tipo vitrubiano y que se dataron en torno al siglo V a.C. También en Francia, cerca de Arlés, se encontraron restos de ingenios romanos dedicados a la molturación y que aprovechaban el desagüe de una presa.[10]

Podemos añadir, a estos escasos restos arqueológicos que nos confirman la presencia de molinos en la antigüedad, la presencia en mosaicos de época romana o bizantina de imágenes que nos sugieren la silueta de ruedas y molinos de agua.[11].

Por los datos que tenemos, estos primeros ingenios habrían sido movidos por una rueda vertical que, como luego veremos, precisa de corrientes de caudal considerable para su funcionamiento. Las avenidas que durante siglos tuvieron esos grandes ríos habrían dificultado la conservación de los restos de estos primeros artificios.

Molino de arroyo en el Guadmora . Hinojosa de San Vicente
Molino de arroyo en el Guadmora . Hinojosa de San Vicente

Los pequeños molinos de rueda horizontal, aunque tienen el inconveniente de aprovechar en menor medida la energía hidráulica, se adaptan, sin embargo, a regímenes más torrenciales y de mayor pendiente pero de menor caudal.. Se produce gracias a esto una gran dispersión de los pequeños molinos de ribera desde la Edad Media. De esta manera se distribuyen en zonas más montuosas y marginales en menor relación con los grandes ríos y sus fértiles y pobladas vegas.

A pesar de que ya los romanos legislaron sobre el molino hidráulico, éste debió tener poca importancia en la época imperial pues en una economía esclavista como la romana no resultaba rentable su construcción por el desembolso de capital que precisaba. La escasez de mano de obra a partir del siglo IV motivó la consideración de utilidad pública para los molinos y, por ejemplo durante el siglo V en Irlanda y en el VI en la legislación de otros pueblos bárbaros, aparece reflejada la dispersión e importancia que fueron tomando.

Molinos de Calatravilla aguas abajo de Puente del Arzobispo

[12]

A partir del siglo X se localizan en Castilla la Vieja gran cantidad de instalaciones molineras aunque en nuestra zona, el escaso conocimiento de las fuentes árabes hace que no documentemos con certeza la existencia de molinos hasta el siglo XI y sobre todo el XII, centuria en la que aparecen dentro del ámbito de Castilla la Nueva alusiones a molinería en el fuero de Cuenca, mientras que en el territorio de Castilla la Vieja ya en época tan temprana como es el siglo IX hay abundantes referencias a molinos en los fueros de diferentes ciudades. En nuestra provincia, durante el siglo XII, el viajero árabe al- Idrisi a su paso por Talavera nos habla de que “ un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río” (fig. 2).[13]

Para estas fechas el molino de agua ha alcanzado una considerable difusión en Europa, baste decir que Guillermo el Conquistador censa en sus territorios británicos un número de 5.684 molinos de ribera.

1 DAUMAS, M.: Las Grandes Etapas del Progreso Técnico. México, Fondo de Cultura Económica 1983, p. 46.

[2]  ESCALERA,J.y VILLEGAS, A.: Molinos y panaderías tradicionales. Madrid, Editora Nacional, 1983, p. 23.

[3]  GARCÍA, N y CARRICAZO, C.: Molinos de la Provincia de Valladolid. Valladolid, Cámara Oficial de Comercio e Industria de Valladolid, 1990, p. 50.

[4] DAUMAS, M.: Opus cit. p. 48.

[5] MUMFORD, L.: Técnica y Civilización. Madrid, Alianza Editorial, 1982, p. 132.

[6] DAUMAS, M.: Opus cit. p. 48.

[7] VITRUVIO, Marco Lucio.: Los diez libros de Arquitectura. BLANQUEZ, A. Editorial Iberia, Barcelona 1955, Libro X, p. 269.

[8] GONZÁLEZ TASCON, I.: Fábricas Hidráulicas Españolas. Madrid, M.O.P.U.- C.E.H.O.P.U. 1987.

[9] DERRY, T.K. y WILLIAMS, T.I. : Historia de la Tecnología. Madrid, Siglo XXI,1986,p. 369.

[10] GARCÍA ,N. y  CARRICAZO C.: Opus cit. p. 150.

[11] Ibidem p. 53.

[12] MUMFORD, L. Opus cit. p. 133.

[13] GARCÍA MERCADAL, J.: Viajes por España. Madrid, Alianza Editorial, 1972, p. 45.

 LAS ENFERMEDADES DEL MOLINO

Molino arruinado sobre la garganta Torina en Sartajada

Traemos hoy un nuevo capítulo en el que se tratan las enfermedades del molino y los incidentes que afectaban al edificio, y próximamente acabaremos con otra entrada sobre las enfermedades del molinero mi libro «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo».

“Lo que el agua trae el agua lo lleva”, este refrán ilustra lo que muchas veces sucedía con los molinos, que al estar en su mayoría muy cerca del cauce corrían el riesgo de ser arrastrados por las crecidas, sobre todo los más rentables que se surtían de las aguas del Tajo. Hay dichos que hacen referencia a esa mayor seguridad de los molinos de arroyo, como el que dice: “Heredad por heredad molino de pan en arroyo y no en caudal”.

Molino en la confluencia de los arroyos de Saucedoso y El Batán, en Garciotún

Era tan frecuente la inundación anual de los molinos y aceñas del Tajo que en algunos casos -como sucedía en las aceñas del Conde, molino de Rebollos, molino Nuevo y en los de Puente del Arzobispo- se construyeron molinos de creciente o de invierno. Se levantaban estos edificios en localización más elevada sobre la ladera del cauce, para poder así dar servicio en caso de inundación de las piedras más bajas, situación ésta no muy frecuente ni continuada en el tiempo; por ello se decía “molino de creciente poco moliente” refiriéndose a estos edificios que precisaban de lluvias muy abundantes para funcionar.

Molinos de Espejel en el Tajo, en término de Valdelacasa, inundados y colmatados de limo en la actualidad

Los arreglos de los desperfectos causados por las avenidas eran muchas veces motivo de disputa entre dueños y arrendatarios de los molinos, como ejemplo citaré el que nos relata Jiménez de Gregorio[1] al transcribirnos las actas del ayuntamiento talaverano en el siglo XVIII cuando en una de ellas se dispensa al arrendatario de los molinos del Puente de pagar las obras de reparación por haber acometido a sus expensas otras anteriores en el “alfacén” (interesante término que define al canal del molino), en la azuda o presa y en los “matazones” que parecen ser según el Diccionario de Autoridades “el dique que mantiene seco al molino para proceder a  su reparación”.

La humedad hacía pudrirse con facilidad todos los componentes de madera de la maquinaria que se encontraban en contacto con el agua, aunque también facilitaba la destrucción del resto del maderamen del edificio que además, al estar repleto de harina y cereales, era visitado con frecuencia por insectos, parásitos y roedores que contribuían a esa destrucción. La abundancia de roedores se intentaba combatir con diferentes artificios sonoros conectados al movimiento de las piedras.

Molino de agua arruinado en Navaltoril, sobre el Jébalo

La abundancia de madera, grano y paja hacía que no fueran infrecuentes los incendios; el refrán: “Por una paja se pega fuego al molino” nos lo recuerda. En los grandes molinos del Tajo he comprobado la dificultad de adaptar chimeneas a las abovedadas y compactas estructuras de sus grandes edificios al estar situadas excesivamente próximas a la zona de trabajo, lo que, unido al trasiego continuo dentro de la sala, podía facilitar estos incendios.

[1] JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : “Temas Talaveranos (LXXXVII)  en LaVoz del Tajo, 19-9-1992.

LOS MOLINOS DE AGUA COMO REFERENCIA GEOGRÁFICA

LOS MOLINOS DE AGUA COMO REFERENCIA GEOGRÁFICA

Molino de rampa en Nuño Gómez

Además de su significación económica los molinos han tenido una gran importancia como lugares de referencia rural y han servido, dada la  antigüedad de muchos de ellos, como hitos en la determinación de las jurisdicciones de nuestros pueblos y en los amojonamientos de las dehesas. De hecho, el mayor número de las referencias a molinos que podemos encontrar en la documentación histórica, se halla en los expedientes de deslindes. Incluso las mismas piedras de molino han servido como mojones para delimitar los términos, como en el caso de Los Navalmorales en el siglo XVIII, cuando una muela señalaba la confluencia de cuatro municipios distintos.[1]

Molino en el arroyo Cubilar

Las mismas vías de comunicación se han visto a su vez condicionadas en ocasiones por las barcas que se instalaban en los remansos de las presas molineras o por los puentes que daban acceso a la industria molturadora.

Ya sabemos que el emplazamiento de los molinos dependía de muchos factores como las pendientes y caudales de los ríos, las comunicaciones, la propiedad de las tierras donde se asentaban o el régimen señorial bajo el que se encontraban, además de otros condicionantes económicos como era, sobre todo, la demanda de sus servicios derivada de la mayor o menor producción cerealista de la zona.

Molino de agua con horno adosado

Este último factor lo vemos reflejado por ejemplo en el hecho de que históricamente la zona con mayor cosecha de cereales ha sido la de Talavera[2], que aparece junto a Calera en tiempos de Felipe II produciendo trescientas fanegas por vecino, casi duplicando incluso en valores absolutos la cosecha de las siguientes comarcas cerealistas. Puede ser ésta una de las razones por las que las Tierras de Talavera, incluyendo a La Jara y la Sierra de San Vicente, cuentan con un número de molinos más elevado dentro del total del cómputo provincial, aunque también han influido en esta abundancia otros factores históricos y topográficos.

Menor importancia tuvieron otros condicionantes en el asentamiento de la molinería.Uno de ellos derivaba de las relaciones de vecindad pues el molino era una de esas actividades que hoy consideraríamos molesta. Así, aparecen en el refranero alusiones como “ Ni horno ni molino tengas por vecino” o “Guárdate de molino por confín ni de puerco por vecín”. Ruidos, trasiego de gentes y problemas con el uso del agua motivarían estas expresiones populares.

Aceñas del Conde en el Tajo

Pero quienes principalmente planteaban inconvenientes y constituían una permanente fuente de conflictos eran los hortelanos. Como es lógico, no eran muy amigos de que se utilizara el agua para otros fines que no fuera el regadío y por ello las disputas, que en muchas ocasiones acababan en procesos judiciales, entre molineros y hortelanos motivaron, ya desde los primeros códigos medievales, que las viejas normativas regularan la utilización del agua con unas prerrogativas determinadas y que el derecho de aguas sea uno de los más antiguos dentro de la legislación española.

Como ejemplo de estas antiguas reglamentaciones en materia de aprovechamiento de recursos hidráulicos, vamos a citar el caso de Huerta de Valdecarábanos donde hacia 1785 nos dice el párroco del lugar : “ Ai un arroio cuias aguas vienen encazadas y primero sirven a un batán… y después sirven para regar los cáñamos y otras sembrados. De estas aguas desde el sábado a las doce del día hasta el domingo siguiente, a la puesta de sol, es propia de esta villa y asciende su venta anualmente a diez mil reales. El martes es propia del señor de esta villa para regar dentro de sus veinticuatro horas sus posesiones. Los demás días se reparte según su orden entre los vecinos, a cuio efecto tienen sus veedores para avisar al dueño que le toca. El remanente, quando no se necesita, entra en la dehesa boyal y sólo en años de muchas aguas pasa a la vega y allí sirve para el molino que llaman de Dos Aguas”[3] .

Molino en las huertas de Alcaudete

Este caso en que el molinero es el último en el orden de preferencia para disfrutar el agua no suele ser frecuente sino que, por el contrario, los derechos de uso del agua para los molinos eran  generalmente más antiguos y solían prevalecer sobre los de los hortelanos, muchas veces a causa de haber sido miembros de la nobleza o de la iglesia sus propietarios en origen.

No sólo se disputaban los molineros el agua con los hortelanos, sino que también los ganaderos de zonas como la Sierra de San Vicente acostumbraban a regar sus prados mediante complicados sistemas de canales que llevaban el agua a sus praderas. Hay normativas locales donde se también establecen órdenes de preferencia en el aprovechamiento hídrico sobre pastizales y su relación con los canales y presas molineros, como es el caso de la  regulación de tradición popular que se puede consultar en el archivo municipal de Castillo de Bayuela, municipio situado en la zona con más tradición de regadío de pastos de la provincia, la Sierra de San Vicente.

[1] LORENZANA , Opus cit.

[2] SALOMON, N.: Opus cit. pp. 388- 391.

[3] LORENZANA, Opus cit. p.290.

Piedras de molino graníticas

MOLINOS DEL PUSA Y AFLUENTES

MOLINOS DEL PUSA Y AFLUENTES

Molino de Bodegas en el río Pusa

Alrededor del curso del río que le da nombre se formó el señorío de Valdepusa, ejemplo ilustrativo de la evolución histórica de la repoblación molinera tras la reconquista. Las primeras alusiones que aparecen corresponden a los molinos de Corralejo, sobre el Tajo y cerca de Malpica, eran propios del señor y cercanos a su castillo feudal1. El poblamiento medieval va ascendiendo por el río Pusa y en los deslindes con Talavera en el siglo XV aparece un molino del Andariego, topónimo que todavía hoy existe cerca de Santa Ana de Pusa.2

Ruinas de otro molino en el Pusa

El feudal construye varios artificios sobre el Pusa que aparecen en las relaciones de 1578. En verano se secaba el río y los vecinos debían acudir a moler al Tajo, a los molinos del señor y a otros que son particulares, lo que ya nos indica cierta liberalización de este sector económico.

Cubo de ladrillo y mampostería de uno de los molinos del Pusa

Si consultamos el Catastro de Ensenada del siglo XVIII, vemos que en San Martín de Pusa sigue moliendo el artificio que el señor tenía en el Pusa, pero en Navalmoral de Pusa, una capellanía es dueña de cinco molinos asentados algunos de ellos en las orillas del arroyo Navajata, mientras que el lugar de Santa Ana contaba ya en su término con dos molinos.

Canal elevado casi megalítico en un molino del arroyo Navajata

Subiendo el río se encontraba Navalucillos de Talavera, pueblo que pertenecía históricamente a La Jara aunque el Pusa pasa también por su término. Este pueblo se servía de cinco molinos en el Pusa, uno de ellos patrimonio de una cofradía.

Mediado el siglo XIX, hay dos molinos en San Martín, “algunos” en Santa Ana, seis en Navalmoral de Pusa y cuatro en Navalucillos.

Molino sobre el Pusa

De todos los ejemplares del río Pusa enumerados anteriormente quedan restos en la actualidad de once artificios con su sistema receptor repartido a partes iguales entre las rampas y los cubos, aunque algunos de estos tienen el suelo tan inclinado que podríamos considerarlos como receptores de cubo-rampa.En dos casos, (Pu 6) y (Pu 10) (Foto 53 y 54), el ingenio movilizaba dos piedras. Tienen plantas de tipo medio con varias dependencias anejas entre las que se incluye en tres de ellos la presencia de un horno de pan y una habitación con funciones exclusivamente de tahona.

Molino de Malpasillo en Santa Ana de Pusa

Se sitúan los molinos de Pusa a lo largo de todo el trayecto ribereño desde la zona serrana de Navalucillos hasta el puente cercano a San Martín, donde se encuentra el último reconocible (Pu11) que tiene un gran azud y conserva todavía el edificio, aunque ya no es perceptible el sistema receptor por haberse adaptado a motor en sus últimos años de funcionamiento, aunque mantiene el resto de la maquinaria.

El noveno ejemplar se adaptó a una turbina que también producía luz para Santa Ana y Retamoso y probablemente también molió con motor ya que conserva el depósito de refrigeración (Pu 9).

Molino en el arroyo Navajata de San Martín de Pusa

En el afluente del Pusa llamado arroyo Navajata, en el tramo que ahora se conoce como arroyo de Los Navalmorales, molieron tres molinillos, el primero tenía una rampa y un cubo anejo como receptores ( Na 1) y es el último de los tres que dejó de moler. El segundo (Na 2) conduce el agua, por un canal construido con bloques de piedra de grandes proporciones elevados sobre pilares, hasta un receptor de rampa construido con excelente sillería. Tiene una balsa de almacenamiento que servía además a un canal de riego. El tercer molino también era dinamizado por una rampa de buena sillería.

Al pasar por San Martín toma este arroyo el nombre del pueblo. A la salida del casco urbano se pueden todavía ver, aunque muy modificados por actividades ganaderas, los restos del llamado Molinillo con el que acabamos nuestro recorrido por los molinos de La Jara y Valdepusa (Sm 1)3.

1PALOMEQUE TORRES, A. : Opus cit.

2SUÁREZ ÁLVAREZ, Mº.J.: Opus cit.p. 87.

3VIÑAS,C. y PAZ, R.: Opus cit.JIMÉNEZ DE GREGORIO, F.: Opus. cit. Los Pueblos de … PORRES,J. y OTROS Opus cit. MADOZ, P. Opus cit. Ver los epígrafes respectivos a “San Martín de Pusa”, “Santa Ana de Pusa”, “Navalmoral de Pusa” y “Navalucillos de Talavera”.

MOLINOS DEL SANGRERA Y EL FRESNEDOSO

MOLINOS DEL SANGRERA Y EL FRESNEDOSO

Molino en el arroyo de Fresnedoso

El valle del Sangrera es el más occidental de los valles jareños. Uno de sus tributarios es el río Fresnedoso, sobre el que molían dos molinillos de cubo (Fr 1) y (Fr 2) que están en término de Espinoso del Rey.

Plantas de los dos molinos de Fresnedoso

El segundo tiene un cubo estrecho y algo inclinado que podríamos considerar un receptor híbrido tubo-cubo Un tercer molino se intuye por su canal y tal vez un pequeño cubo, justo en la desembocadura del Fresnedoso en el Sangrera (Fr 3).

Molinillo de Sangrera en el que se percibe su cubo formado por atanores y en primer plano el cárcavo

Las noticias históricas nos hablan de varios molinos de agua en el Sangrera funcionando desde antiguo. Cerca de la cabecera, en el paraje conocido como del Molinillo he  encontrado los restos de tres molinillos de cubo. Son cubos muy peculiares formados por anillos vaciados de piedra superpuestos. Solamente uno de ellos se percibe en su totalidad con su cubo inclinado y las ruinas de su edificio. Los otros dos están muy arruinados y ocultos por la vegetación (S 1, S 2 y S 3).

Croquis de los restos de molinos en la cabecera del Sangrera

Detalle del cubo-tubo inclinado de atanores en el Sangrera

Junto al puente de la carretera que lleva a Torrecilla de La Jara desde Talavera solamente se percibe la huella del canal y unos fragmentos de muros caídos pertenecientes a otro ingenio (S 4).

Otro de los cubos de atanores del Sangrera oculto por la vegetación

Sí permanece todavía en pie, ya en término de Retamoso, un gran molino de tres plantas que conserva en la más alta la vivienda y las cuadras, en la segunda las piedras y la maquinaria junto a la cocina y un palomar, y en la planta más baja, un motor de gasoil que auxiliaba al mecanismo hidráulico en épocas de escasez de agua y movía la maquinaria complementaria. El cuarto nivel estaba ocupado por el cárcavo con su rodezno (S 5) (Foto 52).En planos de los años treinta aparecía a continuación otro ingenio con el nombre de molino de Cedenilla del que hoy no quedan restos (S 6).

Planta del molino de Sangrera

Molino del Sangrera o del Grajo

Más abajo, frente a la finca El Bañuelo, se conserva solamente una presa bien rematada en sillería que pudo haber servido a otro ingenio más del Sangrera (S 6).    Mucho más abajo, frente a Pueblanueva se conserva el edificio molinero que tenía dos rampas como receptores y que molían ya desde el siglo XVI “en los años mojados abundantes de aguas”.[1]

Cubo del molino de Sangrera

[1] VIÑAS,C.  y PAZ, R.: Opus cit ver “Pueblanueva”, respuesta 20.

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA  Y VALDEPUSA ( y 2)

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE LA JARA  Y VALDEPUSA ( y 2)

Uno de los molinos del arroyo de las Lanchas

En el valle de Robledo del Mazo se molía en la garganta de las Lanchas o en Riofrío, lo que quiere decir que todavía no se habían construido los más cercanos molinos del curso alto del Gébalo. Ya casi en el curso medio de este río, en el paraje del Martinete, sí debía existir ya algún molino pues desde Espinoso bajaban a moler allí.

En las relaciones de Espinoso también se declara que se muele en el río Fresnedoso. Se trata de seis molinos a los que se califica de retamizos, término que alude a la precariedad de estas construcciones de techo de retama. Pero es posible que por extensión se definan así a algunos sencillos artificios que se construirían con un pequeño apoyo en alguna roca del río sobre la que situar un par de vigas de madera que a su vez sostuvieran la piedra. Estos molinillos primitivos pero prácticos aparecen descritos en zonas nórdicas de Europa pero precisamente la precariedad de su construcción habría impedido su conservación hasta hoy.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es escanear0016.jpg

Otro dato curioso que podemos extraer de las Relaciones de los pueblos jareños es la mención que se hace en el interrogatorio de Campillo de la Jara de unos molinos calificados como de “sequera” en el arroyo Cubilar. Puede que sea ésta una referencia a los molinos que en el presente estudio denomino “de presa en arco invertido” por la forma que tienen las plantas de los cubos de muchos molinos de La Jara donde, debido a la escasez de caudal se almacenaba el agua en estas presas-cubo para poder así moler en tiempos de sequía. Se trata de cubos de tan grandes dimensiones que podríamos considerarlos como un tipo intermedio con el molino de presa de acceso directo, diferenciándose de éste en que la presa no se encuentra en el cauce del río y sí están dotados de canal en el caso jareño. También la misma palabra “Cubilar” que da nombre al arroyo, puede que haga referencia toponímica al gran número de cubos de molino que movía este pequeño arroyo.

Molino del arroyo de San Vicente

En Torrecilla y Espinoso molían ya en el siglo XVI algunos artificios situados sobre el Sangrera y el Pusa. En esta época es curioso constatar la existencia de un número de piedras incluso superior al actual, hecho que solamente se produce en la comarca que nos ocupa.

En la parte norte de La Jara durante todo el año, y en el resto de su extensión cuando se agostaban los arroyos, acudían las gentes a moler en las grandes aceñas del Tajo más cercanas. Hay un mayor número de alusiones como destino a los molinos de Silos y a los de Ciscarros pero es lógico pensar, a pesar de no haber citas concretas de moliendas en Talavera o Puente del Arzobispo, que también acudieran a estas grandes paradas, más teniendo en cuenta la férrea normativa de la cabeza del señorío más arriba comentada. En este sentido, solamente hay una respuesta de Las Herencias que narra cómo sus habitantes iban a moler a Cabañuelas, cerca de Talavera.[1]

Durante el siglo XVIII sigue aumentando la dispersión de los pequeños molinos maquileros y en Sevilleja ya muelen nada menos que quince piedras en el Riofrío, crece el número de ellos en otros arroyos más lejanos y aislados como el Fresnedosillo o el de San Vicente.[2]

Uno de los molinos de Riofrío

 

La Cuenca del Guadiana, en el sur de La Jara, tenía además otros arroyos molineros como el de Valdemoro, el Estenilla y otro río también llamado Fresnedoso, adonde  se iba a moler desde localidades como Puerto Rey, Minas de Santa Quiteria, Los Alares, Valdeazores y Anchuras que entonces formaba parte de la tierra de Talavera .

A mediados del pasado siglo todavía se construían nuevos molinos. Madoz nos informa en su diccionario de que en el Uso y el Cubilar hay un total de catorce molinos, seis de ellos arruinados. En Mohedas muelen seis sobre el Pedroso y en Belvis ya se ha construido uno sobre el Tamujoso[3].

Cuenta el párroco de Aldeanueva de Barbarroya en las relaciones del cardenal Lorenzana que, en este pueblo jareño de paisaje granítico, se fabrican gran cantidad de piedras de molino[4].

[1] Ibidem.: Opus cit. Ver “Las Herencias”

[2] JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : Opus. cit. Los Pueblos de …ver “Sevilleja”

[3] MADOZ, P.:Opus cit. p. 260.

[4] PORRES DE MATEO, J., RODRIGUEZ, H. Y SANCHEZ,R.: Opus cit. p. 92.

Atanores formando el cubo de un molino en el naciente del río Sangrera