TRES CURIOSIDADES DE LA GUERRA CIVIL
EL MORITO DE CEUTA, EL TREN BLINDADO Y OTRAS COSILLAS
EL MORITO DE CEUTA
Cuando el ejército del bando nacional toma Talavera, el gobierno republicano se encuentra a la espera de noticias de la batalla debido a la importancia estratégica de nuestra ciudad de cara a la defensa de Madrid. Y es una anécdota referida por diferentes fuentes que, cuando llama por teléfono desde la capital el Ministro de la Guerra para informarse de cómo se desarrollan los acontecimientos y pregunta por el comandante de las tropas republicanas, su sorpresa es mayúscula, pues le contesta una voz con acento extranjero que dice:
-Yo no soy ese, yo soy un morito de Ceuta.
Según otras versiones la voz dice “soy uno de rigulares”, pero el caso es que el ministro cuelga inmediatamente al darse cuenta de que las tropas africanas de los nacionales habían entrado en el puesto de mando de los republicanos, que ya se batían en retirada por la zona del Alberche. La república había perdido Talavera del Tajo.
EL TREN BLINDADO
Deslumbrados por los acontecimientos revolucionarios de la Rusia soviética, las milicias republicanas, intentaban emular al ejército rojo con algunas de las iniciativas que se relataban en la abundante literatura revolucionaria de la época. Una de esas iniciativas fue la de preparar trenes blindados que pudieran adentrarse en las líneas enemigas mediante ataques relámpago. Iban armados con piezas artilleras que se transportaban sobre los vagones blindados un tanto artesanalmente mediante fuertes chapas metálicas.
Según nos cuenta en un artículo el investigador José Pérez Conde, el tren enviado a Talavera era de los denominados de tipo “B”. Presentaba blindaje tanto en la máquina como en el ténder, además de llevar un vagón de fusileros con troneras por donde se podía disparar. El techo del tren estaba especialmente blindado para proteger a fusileros y artilleros de los ataques de la aviación. El vagón armado llevaba dos cañones Vickers de 75 mm y algunas ametralladoras. Entre el cañón delantero y el trasero había una zona cubierta y blindada a modo de santabárbara para proteger la munición.
El tren se escondía bajo los eucaliptos que había hasta hace poco junto al puente de la vía de la carretera de Cervera, mientras los milicianos y soldados de su dotación hacían su vida en una huerta cercana.
El punto débil de este tren, y por el que en definitiva resultó un fracaso, era que si se inutilizaban las vías mediante explosivos o simplemente desmontándolas el tren quedaba no sólo inmovilizado, sino que se convertía en un medio muy vulnerable. En Talavera tuvo algunas actuaciones en las que además se constató la escasa operatividad y capacidad de ataque inmediato, en parte debido a las características de los viejos trenes de la época.
El tren tuvo algunas intervenciones con diferente fortuna. Antes del ataque nacional a nuestra ciudad, llegó cerca de Oropesa y disparó contra los nacionales acantonados ya en el castillo. El mismo día de la toma de Talavera el tren huyó a toda prisa, seguramente al verse sorprendido por las fuerzas de regulares, que rompieron las líneas republicanas por la carretera de Cervera entrando a Talavera por la estación de ferrocarril.
Su acción más brillante se produjo en el contraataque del ejército republicano, cuando se intentó recuperar Talavera el día 6 de Septiembre, pues sorprendió a las fuerzas moras de regulares causando bajas numerosas.
Desde septiembre el frente quedó fijado a ambas orillas del río. Los republicanos reforzaron sus defensas en el lado del cerro Negro y desde allí disparaban su artillería que, por ejemplo, dejó numerosas huellas en el puente de Hierro permaneciendo las abolladuras hasta su restauración.
Algunos otros ataques artilleros llegaron a afectar a la plaza de toros, que fue bombardeada en plena corrida el día 12 de Octubre, ocasionando algunos muertos.
Ese frente tan cercano condicionó la construcción de numerosos búnkers y trincheras en toda la línea del Tajo, para intentar con ellos contener el avance de los nacionales hacia el otro lado del río. También protegían lugares estratégicos como los puentes, y podemos ver todavía los que defendían el paso del Alberche, probablemente construidos por los nacionales. Algunas de estas defensas republicanas se conservan en la zona de Las Herencias y Alcaudete y mantienen grabado todavía el nombre del regimiento que los construyó.