LA ARQUITECTURA POPULAR DE MADRIGAL DE LA VERA ( y 2)

LA ARQUITECTURA POPULAR DE MADRIGAL DE LA VERA ( y 2)

La diferencia de la arquitectura verata, y por tanto la de Madrigal, con comarcas aledañas como el Campo Arañuelo o la vertiente norte de Gredos, es la mayor frecuencia en La Vera de viviendas con tres y hasta cuatro alturas, con aleros que casi se tocan, y generalmente levantadas con arquitectura de entramado, pero que en las otras zonas referidas suelen ser de uno o dos pisos solamente.

La arquitectura de entramado es común en La Vera, los valles del Jerte y del Ambroz y otras zonas de Castilla la Vieja y las sierras salmantinas, incluso en Guadalupe. Para algunos nace en los siglos XIV-XV y viene de técnicas constructivas de tradición mudéjar. Esta estructura del entramado se levanta mediante un esqueleto de palos gruesos de castaño y roble, que son los puntales verticales o montantes, otros horizontales de la solera, y los travesaños transversales o riostras. Los espacios que quedan entre esos palos del esqueleto se llaman mencales y se rellenan con adobes o ladrillos. En ocasiones la parte exterior de los muros más expuestos a la lluvia se cubren con tablas superpuestas para impedir así el deterioro de los muros. Los elementos de toda la estructura se unían mediante grandes clavos fabricados de las fraguas locales. Desde el siglo XVI ya aparecen referencias en las relaciones de Felipe II a que en toda la zona e incluso en poblaciones tan lejanas como Madrid se utilizaba el pino para la viga maestra que sostenía la techumbre cuando era necesario salvar grandes vanos, especialmente los pinos procedentes de los montes de Arenas de San Pedro.

En el primer piso del interior encontramos el zaguán o patio, generalmente enlosado de piedra, y que daba acceso a las cuadras, gallineros e incluso a las zahurdas. En esta planta o, en algunos casos en un entresuelo intermedio, se situaba la bodega. En el segundo piso los dormitorios y otra habitación llamada sobrao o vasar porque se muestran en ella la vajilla y la loza. En el tercer nivel se encuentra la cocina que no solía contar con chimenea, pues el humo salía entre los huecos de la techumbre, pasando a veces por un emparrillado de madera que se utilizaba par ahumar los embutidos y jamones. Esos emparrillados de los sequeros y a veces los de las viviendas urbanas eran de aliso. Muchas veces en estas cocinas está instalada en el suelo una lancha de piedra que protegía del fuego el suelo de madera.

En este mismo nivel hay un espacio o corredor que sirve como tendedero para la ropa y secadero para frutas o tabaco. La solana es un balcón en voladizo decorado muchas veces con flores y que también se utiliza como secadero de diferentes frutos entre los que son frecuentes las ristras de pimientos. Cuando llegó el alcantarillado a los pueblos, muchos de estos corredores y solanas sirvieron para alojar un característico cubículo con un ventanuco donde se instalaba el servicio.

Las cubiertas son de teja y en general a dos aguas, con el eje mayor paralelo a la fachada. Aunque no son muy frecuentes en Madrigal y los que quedan son de pequeñas dimensiones, sí son característicos de la arquitectura verata los soportales que se construyen con grandes vigas de madera (machetes) que sobresalen de la fachada apoyándose en la “solera”, que es una viga de gran dimensión que a su vez se apoya en puntales de madera. Estos se aíslan del suelo mediante un calzo o pilastrilla de piedra, aunque en algunos casos son simplemente columnas de piedra.

Los huecos de la fachada suelen ser una puerta central dividida en dos, la batipuerta inferior y el portón superior, a la que suelen acompañar ventanillos laterales a diferentes niveles, todo ello generalmente construido en piedra de granito que a veces tiene grabados en los dinteles símbolos religiosos, el año de la construcción o algún escudo. Es frecuente que los extremos de los canecillos estén decorados con motivos geométricos. Las tablas de las balaustradas de los balcones están recortadas con diferentes diseños o son palos de madera torneados.

Dado que el turismo rural es uno de los recursos económicos más importantes de Madrigal, sería necesario catalogar todos los edificios y rincones pintorescos que aún quedan para conservar estos elementos de arquitectura popular, creando por supuesto las líneas de subvención necesarias para que sus propietarios puedan utilizar y mantener en pie estos importantes elementos culturales.