TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (6) LA «REGIÓN TALAVERANA» Y SUS CÍRCULOS DE INFLUENCIA

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (6)

LA «REGIÓN TALAVERANA» Y SUS CÍRCULOS DE INFLUENCIA

Postal de los años 70 con el Tajo todavía limpio

Podemos en definitiva asegurar que, con grandes dificultades sobrevenidas de la marginación histórica de la ciudad, de la anacrónica división provincial y la caprichosa y perjudicial estructura autonómica condicionada por sus fronteras antinaturales, las Tierras de Talavera vienen manteniendo una unidad geográfica en la que se pueden apreciar varios círculos de influencia de intensidad decreciente según nos alejamos de la propia ciudad.

Llanos de Alcolea de Tajo con Gredos al fondo

El primer círculo estaría compuesto por la parte de las antiguas tierras que actualmente se incluyen en el territorio de Castilla-La Mancha. Estarían aquí incluidas por tanto las comarcas de La Jara, salvo la parte extremeña, la Sierra de San Vicente, El Berrocal, El Alcor, la Campana de Oropesa y las cuatro Villas ribereñas del Tajo (Alcolea, Puente del Arzobispo, Valdeverdeja, El Torrico). Por el este, el Horcajo de Santa María, Valdepusa, que fue segregada en el siglo XIV de La Jara, y otras localidades históricamente no vinculadas a Talavera como Santa Olalla o El Casar de Escalona, Carriches, Erustes o Mesegar, entre otros, que por su proximidad están dentro del área más cercana.

Esta unión de las poblaciones del primer círculo con su cabecera es muy fuerte con una actividad comercial y administrativa intensa que se aprecia en los dos sentidos, además de una vinculación humana que hace raro que cualquier habitante de la zona no tenga familiares o propiedades en Talavera. Incluso se está produciendo el hecho de que por la carestía de la vivienda muchos talaveranos están comenzando a desplazarse a los pueblos más cercanos para domiciliarse en ellos.

Paisaje en La Jara Alta

El segundo círculo de influencia abarca zonas que, aunque históricamente han estado unidas a otras provincias, sus condicionantes geográficos son tan significativos que por fuerza las relaciones con Talavera han de ser intensas, a pesar de que administrativamente no estén incluidas en la misma provincia ni en la misma comunidad autónoma. Me refiero concretamente a las poblaciones del Valle del Tiétar que para acudir a Ávila precisan pasar dos puertos muchas veces nevados y con carreteras de montaña. Sus habitantes acuden con muchísima frecuencia al hospital de Talavera o a la medicina privada de la ciudad de forma que las autoridades sanitarias de las dos castillas se han visto obligadas a firmar un acuerdo para que los vecinos del valle del Tiétar sean atendidos en Talavera no sólo en las urgencias. Pocos son los que van a Ávila para adquirir equipamientos, tanto por las dificultades de comunicación como por la mayor oferta de nuestra ciudad. Otro vínculo importante es el que en dirección contraria se produce cuando los talaveranos adquieren su vivienda de recreo en la sierra de Gredos o simplemente utilizan sus bosques y gargantas como lugares para disfrutar el tiempo libre durante los fines de semana.

El río Tajo a su paso por Aldeanueva de Barbarroya

También podemos incluir en este segundo círculo de influencia a los pueblos de la Vera Alta, es decir Madrigal, Villanueva y Valverde de la Vera, que por su proximidad geográfica tienen similares circunstancias que los pueblos del valle del Tiétar abulense. Además, muchos de sus habitantes formaron parte de los colonos que vinieron a las vegas talaveranas para cultivar sus regadíos y es raro el “verato” que no tiene algún familiar en nuestra ciudad.

Por otra parte, las localidades jareñas que fueron incluidas arbitrariamente en la provincia de Cáceres, habiendo pertenecido geográfica e históricamente a Talavera, siguen manteniendo fuertes lazos de unión con Talavera. Me refiero a Villar del Pedroso, Valdelacasa, Peraleda de San Román, Garvín, Navatrasierra o Alía, que siguen abasteciéndose comercialmente de Talavera y mantienen estrechos vínculos humanos con sus habitantes. El pueblo jareño de Anchuras de los Montes, aunque esté actualmente en la provincia de Ciudad Real, debemos incluirle en el primer círculo de influencia simplemente por cuestiones geográficas evidentes.

El Baldío o llanos de Velada

El tercer círculo de influencia comprende a localidades más distantes, pero que en realidad también se encuentran muy alejadas de otras ciudades de referencia, o éstas son pequeñas poblaciones con pocos servicios y escaso potencial comercial. Me refiero por ejemplo a los pueblos de Campo Arañuelo que, aunque tienen por capital comarcal a Navalmoral de la Mata, se desplazan a Talavera para muchas de sus transacciones, al igual que sucede con las poblaciones del valle del Río Ibor incluyendo a Guadalupe. Parecida circunstancia se da en los pueblos del señorío de La Puebla de Alcocer y Herrera del Duque, con los antiguos pueblos jareños de Castilblanco y Valdecaballeros, además de muchas localidades de la llamada Siberia Extremeña. La Vera Baja ya se encuentra más unida a Plasencia y a Navalmoral, pero mantiene una relación comercial muy fuerte con Talavera.

Como dice Jiménez de Gregorio, el territorio de nuestra ciudad es por tanto una región, en el sentido geográfico estricto del término, ya que está formada por diferentes comarcas y subcomarcas que, aunque tienen sus pequeñas capitales de referencia como Arenas de San Pedro, Belvís de la Jara, Los Navalmorales, Castillo de Bayuela, Oropesa etc… mantienen una inequívoca unión con esa ciudad a la que ellos mismos llaman “el pozo” por considerar irónicamente que es el lugar donde van a parar los frutos económicos de todas ellas.

El embalse de Guadyerbas

Talavera necesita a su comarca y los pueblos necesitan a esa ciudad cuyas calles conocen como si fueran las suyas y por eso, el día de Mondas, cuando el alcalde de Talavera se intercambia en la basílica del Prado el bastón de mando con los alcaldes de los pueblos de las Tierras de Talavera es un día sumamente simbólico, en el cual se representa la unión de todos los habitantes de la que Cervantes denominó “la mejor tierra de castilla”.

El bosque mediterráneo en los montes de La Jara