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TIEMPOS DEL CÓLERA 100 AÑOS ANTES QUE GARCÍA MÁRQUEZ

Este curioso azulejo talaverano se encontraba sobre la entrada de una vivienda del pueblo de Las Herencias, en La Jara.

Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX
Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es curiosa la referencia a «los azarosos tiempos  del cólera» a mediados del siglo XIX, 100 años antes de que escribiera algo similar el gran García Márquez.

En realidad se trata de dos azulejos. En el primero se representa a la Inmaculada Concepción en la ya decadente cerámica talaverana de la época, aunque el dibujo no deja de tener su encanto popular.  La decoración de las cenefas son flores y motivos que nada tienen que ver con los de la azulejería renacentista.

En el azulejo de abajo se nombra a los dueños de la vivienda y al albañil que la construyó. Es cierto que el cólera produjo estragos horrorosos por ser una enfermedad que produce intensas diarreas muy violentas y deshidratación que en aquella época eran difíciles de tratar al no contar con los antibióticos ni los medios adecuados. Se trasmite por aguas con contaminación fecal y en aquella época sin saneamientos ni tratamiento de las aguas potables la infección se extendía rápidamente.  La epidemia fue catastrófica y causó miles de muertos dejando algunas localidades prácticamente despoblados.

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (2): LA EDAD DEL COBRE O CALCOLÍTICO

LA CERÁMICA EN LA EDAD DEL COBRE EN LA TIERRA DE TALAVERA

VASIJAS CAMPANIFORMES DE LA GOLILLEJA EN BELVÍS DE LA JARA

CALCOLÍTICO PRECAMPANIFORME

Los hallazgos de este periodo histórico son, sin embargo, mucho más frecuentes que los del neolítico y responden a un patrón característico, situación en los cursos medios de los afluentes del Tajo, sobre elevaciones graníticas con cuevas y oquedades entre los batolitos que se aprovechan como depósitos funerarios o para habitación. La localización de estos asentamientos suele ser estratégica y a veces se complementa con amurallamientos y atalayas. Es común en ellos la cercanía de afloramientos cupríferos en los límites geológicos de la plataforma continental erosionada por los riachuelos junto a los que se asientan los yacimientos, junto a un entorno adecuado a la agricultura y el pastoreo[1]

El río Tajo desde el yacimiento de Los Castillos

Aun así es difícil diferenciar las culturas del neolítico y las del calcolítico. En nuestro ámbito solo se han excavado yacimientos como el de Los Castillos en Las Herencias y otro en Mesegar de Tajo. Únicamente  ciertas características de las cerámicas Nos sirven para diferenciar las dos épocas.

Los materiales hallados en este tipo de yacimiento son principalmente, en cuanto a cerámica se refiere, cuencos de casquete esférico, vasos de paredes rectas algo exvasadas con algún ejemplar decorado a la almagra, vasijas de borde vuelto, las abundantísimas ollas de borde entrante y algunos platos y piezas carenadas que junto a fragmentos de pesa de telar y de queseras, complementan el repertorio de cerámicas a mano que se han encontrado en prospecciones de superficie.

El material lítico es muy característico de este periodo ya que son muy numerosas las lascas y los núcleos poco trabajados-incluso auténticos cantos trabajados, con un aspecto completamente arcaizante hasta el punto de ser difícil establecer una tipología concreta.

Cerámica de la Edad del Cobre del yacimiento de Los Castillos en Las Herencias

Tanto el material descrito como los patrones de asentamiento, vinculan estas culturas al calcolítico extremeño, relacionado a su vez, como en el caso del neolítico, con toda la zona occidental de la península, en claro contraste con los pueblos que habitaron en aquella época el sudeste español[2].

Los poblados calcolíticos que acabamos de describir serían, en parte, los que erigieron algunos de los monumentos megalíticos descubiertos en la zona, constituyendo su manifestación funeraria más genuina, aunque no la única, como demuestran el enterramiento de San Martín de Pusa, donde se ha excavado junto al talud de la carretera, un enterramiento colectivo en fosa con un cuenco decorado a la almagra[3].

Frente al yacimiento de Mildiablos, en Villarejo de Montalbán, se encontró un enterramiento en cueva femenino con un cuenco también globular como ajuar[4]

FRAGNENTOS CERÁMICOS HALLADOS EN LOS YACIMIENTOS CALCOLÍTICOS DE LA COMARCA TALAVERANA

De una mayor entidad es el yacimiento calcolítico de «Los Castillos» situado en una barranca junto al Tajo, en término de Las Herencias. Tiene este yacimiento importancia no sólo por la abundancia de los materiales y la calidad de los mismos, sino que además parece haber tenido características de transición entre las dos áreas consideradas tradicionalmente de la Edad del Cobre.  Lo más destacable es la abundancia de cerámicas a mano decoradas ya sea con pintura de tonos rojos, ocres, anaranjados y blancos, en trazos curvos, meandros y motivos radiales, ya sea con decoración impresa de triángulos y acanaladuras o, más escasamente, con relieves y pastillas repujadas.

La industria lítica, al contrario que en los yacimientos descritos anteriormente, se halla confeccionada en sílex, los útiles más frecuentes son las láminas y las puntas, en algunas de las primeras se observa el lustre de cereal, por haberse destinado a la siega engarzadas en palos curvos y, en el caso de las puntas, destacaremos los tres tipos, de base cóncava, foliáceas y pedunculadas. También se han hallado punzones de hueso y dos de los llamados «idolillos de violín» además de morillos o ídolos de cuernos.

[5]En el caso de los materiales descritos está más clara su adscripción a culturas del occidente peninsular, mientras que otros tienen mayores paralelismos con pueblos del sudeste. La cronología de estos asentamientos y de los anteriores se puede establecer entre el 2500 y el 1.800 a.d.C. y puede que, dentro del ámbito local, los yacimientos periféricos tuvieran una mayor relación con los aprovechamientos mineros y su protección y control, mientras que los del valle del Tajo, como el de Los Castillos, tendrían una mayor importancia en cuanto a los aprovechamientos agrícolas, intercambiando sus productos con los anteriores, situados en tierras menos fértiles.

Entre los yacimientos periféricos de La Jara destacaremos la variedad de materiales cerámicos de Mildiablos, los amurallamientos y bastiones del Riscal de Velasco y Alcaudete I, y la existencia de una atalaya junto al Gébalo que comunica visualmente los asentamientos de Alcaudete I y Alcaudete II [6].

En el yacimiento amurallado de Castrejón, en Aldeanueva de san Bartolomé, pueden observarse algunos grabados de antropomorfos en el mismo recinto del asentamiento.

VASIJA CAMPANIFORME HALLADA EN TALAVERA. COLECCIÓN CERRALBO

CALCOLÍTICO CAMPANIFORME

En cuanto a este periodo solamente podemos referirnos a los hallazgos cerámicos puntuales de Talavera [7] y en La Golilleja, en término de Belvis de la Jara, así como en el arroyo Manzanas[8].

Conocemos por otra parte la utilización de los dólmenes en la fase campaniforme. En el de Azután, por ejemplo, se recogieron fragmentos de campaniforme marítimo, en la Estrella campaniforme inciso y en Navalcán, el de tipo Ciempozuelos. Es frecuente, por tanto la denominada «intromisión campaniforme» en los monumentos megalíticos[9]

No se ha estudiado en nuestra comarca ningún asentamiento campaniforme aunque, por la localización de los hallazgos cerámicos, hay un predominio de los asentamientos en el valle del Tajo, dominando vías de comunicación sobre cotas elevadas y junto a las tierras fértiles, por lo que de los tres patrones descritos para los yacimientos campaniformes en el valle del Tajo: asentamientos mineros, comerciales y agrícolas, nos encontraríamos más bien en el caso de estos últimos[10].

Las vasijas campaniformes son piezas que probablemente realizaban alfareros profesionales y que se han hallado en gran parte de Europa. Eran elementos de prestigio que se enterraban con sus dueños como ajuar junto con otros objetos, adornos y armamento.

[1]CARROBLES, J. Y MÉNDEZ-CABEZA, M.: Introducción al Calcolítico en la Jara Toledana. ANALES TOLEDANOS nºXXVIII, Toledo, Diputación Provincial, 1991.

[2]Opus Cit. Los orígenes…

[3]ALVARO, E. : La Edad del Cobre en el Valle del Tajo. CARPETANIA I, 1987.

[4]Notificación personal de Miguel Méndez.

[5]ALVARO, E. MUNICIO, L. y PIÑÓN, F. Informe sobre el yacimiento de Los Castillejos, Las Herencias. I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha Tomo II, pp.181-182

[6]MÉNDEZ-CABEZA FUENTES, M. : comunicación personal.

[7]CASTILLO, A.. El neoeneolítico, en Historia de España de Menéndez Pidal, Tomo I , La prehistoria

[8] CARROBLES, J. , MUÑOZ, K. Y RODRÍGUEZ, S. : Poblamiento durante la Edad del Bronce en la cuenca media del tajo, Actas del Simposio LA EDAD DEL BRONCE EN CASTILLA -LA MANCHA, Diputación provincial deToledo, Toledo 1990

[9]BUENO RAMÍREZ, P. : Megalitos en la submeseta sur. La provincia de Toledo, en Actas del primer congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo.

[10]ROJAS RODRIGUEZ-MALO, J.M. : Relación habitat-economía en el mundo campaniforme toledano, en Actas del Primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha.Junta de Castilla-La Mancha. Talavera de la Reina, 1988.

[11]ROJAS RODRIGUEZ-MALO, J.M. : Relación habitat-economía en el mundo campaniforme toledano, en Actas del Primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha.Junta de Castilla-La Mancha. Talavera de la Reina, 1988.

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (3) LA EDAD DEL BRONCE

BRONCE ANTIGUO Y PLENO

Pithoi hallado en el yacimiento del Cerro de la Mesa de Alcolea de Tajo

Aunque es difícil establecer en la meseta una secuencia para el calcolítico y la Edad del Bronce por falta de estudios estratigráficos, podemos hablar en nuestra zona de varios asentamientos en los periodos iniciales del bronce. Entre ellos se encuentra el yacimiento de Villarejo de Montalbán conocido como Riscal de Velasco, del que ya hemos hablado en el capítulo anterior [1] y cuyas fortificaciones no sabemos si pertenecen al calcolítico o a la edad del bronce. Otro poblado se situó en el Cerro de la Mesa (Alcolea de Tajo) sobre un cerrete que domina la orilla derecha del Tajo[2], «Muestran estos yacimientos, además de una gran extensión y algunas fortificaciones de la época, unas características por las que podrían representar una variedad local en la zona más en contacto con Extremadura y que podría ser una evolución de los poblados existentes en esta misma zona».

Hachas pulimentadas halladas en el entorno de los yacimientos de la Edad del bronce y Calcolítico de Villarejo de Montalbán. Colección Garayalde

En cuanto a las necrópolis, contamos con un yacimiento bastante significativo que es el del Cerro del Obispo en Castillo de Bayuela, necrópolis de inhumación en «pithoi» que se localizan de costado, contorneados por bloques de granito formando una caja exterior y una torta de cerámica que cubre la totalidad de la estructura. En el ajuar de estos enterramientos encontramos acompañamiento funerario propiamente dicho consistente en objetos del difunto inutilizados (cuchillos de sílex, hachas de piedra pulimentadas, molinos barquiformes, brazales de arquero, ídolos de cuernos, fusayolas, crisoles, vasos, cazuelas, leznas…), ajuar funerario de carácter ritual ( cazuelas, vasos y cuencos rituales más pequeños y sin utilizar) además de ofrendas funerarias para el sustento de «la otra vida» como son cuartos de cáprido, bóvidos y ganado lanar que se depositan entre el «pithoi» y las lajas de granito[3]

Riscal de Velasco

En el próximo Cerro del Castillo puede que habitara la población que se enterraba con estos ritos de inhumación que tienen cierta correspondencia con prototipos argáricos.

La cultura material de este tipo de yacimientos es bastante homogénea, cerámicas sin decoración como vasos carenados, cuencos hemiesféricos, botellas, grandes orzas de provisiones etc. La industria lítica de láminas de sílex, dientes de hoz, molinos barquiformes y algún punzón de hueso[4].

Pebetero hallado en las excavaciones del Cerro de la Mesa en Alcolea de Tajo

A estos yacimientos podemos sumar el del Cerro del Oso en el Real de San Vicente y el de la alcazaba de la ciudad de Vascos que, antes de ser un yacimiento romano o musulmán, fue un asentamiento de la Edad del Bronce, situado como otros que hemos visto en un cerro elevado junto a una corriente fluvial, en este caso, el río Huso.

Según Juan Manuel Rojas Rodríguez Malo, las Características comunes de las cerámicas de estos yacimientos del Bronce Pleno son la presencia de un alto porcentaje de vasijas con bordes exvasados y con carenas medias bajas con cuencos tanto globulares como de media esfera, aunque también se dan vasos de paredes rectas. Son frecuentes los motivos decorativos a base de cordones horizontales y mamelones, con motivos impresos de digitaciones y ungulaciones sobre el borde y los cordones. En el Bronce Pleno es frecuente la decoración con triángulos y paralelas rellenos de puntos y líneas.

Las cerámicas del horizonte Cogotas I aparecen sobre los sustratos del bronce pleno, en algunos de los casos antes referidos, llenándose el vacío que hasta ahora había en la dispersión de estos yacimientos en la meseta sur y así en nuestro ámbito localizamos los dos tipos de asentamiento de este periodo, yacimientos en llano como El Carpio I o el Golín; y el arroyo Manzanas o el cerro Torrejón de Malpica de Tajo, más en la línea de los poblados de altura[1]. Los primeros suelen tener el patrón de los llamados «fondos de cabaña» como el del Golín de Puentes Caídos a las orillas del pantano de Navalcán hallado por mí en la retirada de las aguas del mismo, con una vasija de aprovisionamiento, hecha a mano, semiesférica y carenada de gran tamaño y decorada con incisiones en zig-zag, cremallera y dientes de lobo, con tipología encuadrable en el horizonte de Cogotas I Podían observarse en los alrededores los restos arrasados de algunos silos más, de forma circular[2].

Parece que la ganadería y la caza estarían relacionados con este tipo hábitat y la economía de intercambio y agricultura con los segundos.

Las cerámicas encuadradas en esta cultura “Cogotas I” presentan la novedad de las decoraciones del tipo “boquique”, como sucede con algunos fragmentos hallados en el yacimiento de arroyo Manzanas. Se trata de una técnica elaborada mediante con un dibujo superficial de «punto y raya» que caracteriza a esta decoración alfarera doble o mixta, se conseguía punteando con un punzón o algún tipo de sierra dentada, trazos pequeños y sucesivos a lo largo de una línea incisa continua, “dando el aspecto de un cosido”.

[1]CARROBLES, J. ,MUÑOZ, K. Y RODRÍGUEZ, S. Op. Cit. La Edad del bronce…

[2]VILLA GONZÁLEZ J.R. : Arqueología de urgencia en la campana de Oropesa, en Actas del Primer Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo. Diputación Provincial de Toledo, Toledo 1990.

Muralla del yacimiento de Cerro del Oso

[1]CARROBLES, J. y MENDEZ-CABEZA FUENTES, M. Op. Cit. Introducción al calcolítico…

[2]CARROBLES, J. , MUÑOZ, K. y RODRÍGUEZ, S. Op. Cit. La Edad del Bronce en el valle medio del Tajo…

[3]MENÉNDEZ ROBLES, M.L. ,GIL J.I., REYES, F. y REYES J.L. Tipología del material procedente de la necrópolis del Bronce Medio de El Cerro del Obispo en castillo de bayuela Toledo en Actas del primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha ,Tomo III. Junta de comunidades de Castilla La Mancha. Talavera de la Reina 1988.

[4]CARROBLES , J., MUÑOZ, K. y RODRÍGUEZ, S. Op. Cit. La Edad …

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (1) CACHARREROS DE HACE 6000 AÑOS

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA

ANTECEDENTES PREHISTÓRICOS

En los monumentos megalíticos de la comarca se han hallado algunos de los primeros fragmentos cerámicos fabricados en esta tierra.

Talavera de la Reina se sitúa a las orillas del río Tajo, en una vega que llamó por su fertilidad la atención de los viajeros desde hace siglos. Los depósitos sedimentarios hacen que tanto en la propia Talavera como en poblaciones cercanas como Calera y Chozas se pueda extraer un barro especialmente apropiado para la cerámica. La disponibilidad de materia prima es un factor importante que a veces se olvida en el estudio del origen de nuestra artesanía más famosa.

La vega talaverana ha sido poblada desde la prehistoria y las diferentes civilizaciones que han pasado por ella han dejado desde el neolítico muestras de sus elaboraciones cerámicas.

Los arqueólogos han demostrado que el origen de la cerámica no se debe datar en los tiempos en los que el hombre comenzó a producir sus alimentos mediante la agricultura y la ganadería allá por el neolítico, sino que mucho antes, cuando todavía los grupos humanos eran cazadores y recolectores, ya elaboraban vasijas cerámicas para producir y tal vez almacenar entre otros, determinados productos del pescado o los crustáceos y mariscos que se recogían en el mar o en las zonas inundadas y fluviales. Ese origen estuvo muy alejado de nuestra tierra, pues uno de esos focos estuvo en Japón y en la Siberia más oriental y otro en el este central africano. Por ello, nuestra comarca es de las más alejadas y de las que más tardarían en ver llegar la cultura tecnológica de la cerámica, coincidiendo, aquí sí, con el neolítico final.

Cerámica hallada en el dolmen de Navalcán. Fotografía libro de P.Bueno y R Balbín

EL NEOLÍTICO EN LAS TIERRAS DE TALAVERA

Es muy discutida la presencia de yacimientos arqueológicos con una clara dotación en el periodo neolítico dentro del territorio de la meseta sur. Algunos autores han aventurado la hipótesis de que parte de los asentamientos calcolíticos, como los que luego describiremos, tienen sus estratos más antiguos identificables con culturas del neolítico final. Otras opiniones, sin embargo, consideran esas dudosas muestras neolíticas como pertenecientes a culturas calcolíticas arcaizantes.

En las orillas del Tajo, el embate de las aguas del embalse de Valdecañas ha descubierto, en el interior de abrigos graníticos, algunas muestras escasas, pero bastante significativas de cerámicas, industria lítica y pesas para las redes de pesca que se enmarcan dentro de las tipologías neolíticas tardías que conectarían a esta zona -hoy extremeña pero incluida en el ámbito comarcal de las tierras de Talavera- con el mundo todavía no muy bien conocido del neolítico del occidente peninsular[1].

Cuenco hallado en un enterramiento neolítico del valle del Arcipreste en San Martín de Pusa

Más cerca de Talavera, se han localizado sobre la ribera del Tajo en la finca El Arco materiales similares, y también en las orillas del Embalse de Navalcán, cuencos de casquete esférico, cazuelas con carena, ollas de vasos de bordes exvasados, son algunas de las formas más frecuentes de las cerámicas encontradas[2].

La excavación de los dólmenes de la comarca nos aportan datos que confirman esa presencia neolítica, «las formas cerámicas de estilo antiguo, los tratamientos a la almagra, mamelones perforados e incluso alguna impresión, conviven con elementos líticos geométricos trapezoidales, triangulares, núcleos y desechos de talla, láminas y laminitas, prismas de cuarzo y todo un interesante conjunto de industria tallada muy diversificada que se conoce bien en yacimientos de habitación neolíticos al aire libre»[3]

En el dolmen de Azután, muy expoliado desde antiguo, solamente se han encontrado pequeños fragmentos. En el de La Estrella sí se encontraron cuatro cuencos más completos y algunos restos de ollitas. En el de Navalcán se han encontrado fragmentos cerámicos del llamado campaniforme  tipo Ciempozuelos, de fecha algo posterior y que conoceremos en el capítulo siguiente.

Se han hallado restos cerámicos también en la zona de Mesegar de Tajo en viejos fondos de cabaña y en el Valle del Arcipreste,  término de San Martín de Pusa en un enterramiento en una fosa en forma de pera con forma de ollita.

Puede que sea esta la clave de la escasez de yacimientos neolíticos documentados en estas tierras, los yacimientos al aire libre son de más difícil localización, y más teniendo en cuenta que estas culturas no se solían asentar en elevaciones del terreno, como es el caso del calcolítico, por lo que se hace aún más dificultosa su identificación. A esto se añade que las cubiertas vegetales, ya dominadas por las culturas neolíticas, no dejan apenas restos de habitación identificables arqueológicamente.

No es tan convincente la razón aducida por otros de lo inadecuado de los suelos locales para esas culturas, ¿No son acaso fértiles las vegas del Tajo o de otros ríos talaveranos?, ¿Por qué, entonces, los lugares donde se han localizado los escasos restos de estas culturas no son precisamente las zonas con más posibilidades agrícolas, sino que son riscos y riberas pronunciadas y poco fértiles generalmente con suelos de granito degradado?

Cuencos hallados en el dolmen de La Estrella

[1]GÓNZALEZ CORDERO, A. Y QUIJADA GONZÁLEZ, D.: Los orígenes del Campo Arañuelo y La Jara Cacereña y su integración en la prehistoria regional, Navalmoral de la Mata ,Excmo Ayuntamiento, 198     , pp.

[2]MÉNDEZ-CABEZA FUENTES, M., comunicación personal.

[3]BUENO RAMÍREZ, P. :Megalitos de la Submeseta Sur, en Actas del Primer Congreso de Arqueología de la Provincia de Toledo, Toledo, Diputación Provincial, 1987, p.154.

SANTA ÚRSULA en azulejería de talavera

SANTA ÚRSULA

Santa Úrsula en un panel de la iglesia de Villanueva de la Vera

La biografía de esta santa y la de sus once mil compañeras vírgenes entra más bien en el terreno de lo legendario. La historia tiene su origen en una inscripción en piedra de la iglesia de Santa Úrsula en Colonia. La santa, cuyo nombre no aparece hasta el siglo XI, habría sido hija de un rey cristiano de Bretaña que recibió la visita de los embajadores de un monarca pagano de Inglaterra que venía a pedirle la mano de su hija para el príncipe Conon. La joven puso como condición que su prometido debería convertirse y acompañarla en un viaje de tres años por el mundo con diez vírgenes que a su vez irían acompañadas cada una de otras mil muchachas. Las doncellas llegaron de muchos países y todas se convirtieron al cristianismo. Parece que el número tan abultado de vírgenes procede de una mala interpretación de la abreviatura XIMV que significaría “once mártires y vírgenes” y no “once mil vírgenes”.

Panel de azulejos de Puente del Arzobispo a la entrada de Villanueva de la Vera

Inician su viaje por mar ascendiendo después por el Rin en los barcos. Después de algunos curiosos episodios arriban a Colonia y Basilea. Llegan después a Roma y allí se entrevistan con el Papa Ciriaco que bautiza al novio con el nombre de Eterio y acompaña a la comitiva en el camino de vuelta, pues había tenido una visión en la que  recibió la orden de acompañarlas y sufrir con ellas el martirio.

Cuando regresan a Colonia hacia el año 383 son atacados por los hunos que matan al príncipe e intentan violar a las jóvenes sin conseguirlo, matándolas finalmente a todas. Úrsula a su vez es presionada por el rey de los bárbaros para que se convierta en su mujer, pero al negarse es asesinada por una flecha que la atraviesa el corazón. Todos los mártires de la expedición fueron enterrados en la iglesia de Colonia.

Santa Úrsula y las once mil vírgenes en el panel de Villanueva de la Vera

*Iglesia parroquial de Villanueva de la Vera (Cáceres). Frontal de altar del lado del evangelio. Siglo XVI. Policromía. Enmarcada con otros azulejos con motivo vegetal renacentista. Úrsula, coronada, viste ricamente como corresponde a su posición real y debajo del manto lleva la túnica ceñida. Su atributo es una flecha que lleva en su mano derecha, además de la palma, que también llevan las vírgenes que la acompañan.

DOMINGO DE RAMOS EN AZULEJERÍA DE TALAVERA

DOMINGO DE RAMOS EN AZULEJERÍA DE TALAVERA

LA ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN

Entrada de Jesús en Jerusalén del retablo del Hospital de San Antonio Abad actualmente de la ermita del Prado

 *Basílica de Nuestra Señora del Prado. Talavera de la Reina. Panel procedente del hospital de San Antonio Abad. Talavera de la Reina Siglo XVI. Policromía. Aunque hay numerosos azulejos descolocados Se puede ver a Jesús con el asno y su pollino y al fondo un personaje que corta los ramos de olivo, otro hombre de los que están junto a una puerta de la ciudad tiende su manto a los pies de la montura de Jesús. Sobre la puerta y la muralla de Jerusalén los niños aclaman a Jesús, uno de ellos agitando una rama de olivo. Una fortaleza sobre un monte y un árbol de follaje en estratos rellenan la escena. Los niños son un detalle extraído del texto apócrifo de Nicodemo.

Mateo 21.1-11

1 Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos,2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos.3 Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá.»
4 Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta:5  Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de yugo.  6 Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había encargado:7 trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima.8 La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.9 Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: = «¡Hosanna = al Hijo de David! = ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna = en las alturas!» 10 Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?» decían.11 Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.»

Cuando Jesús va a entrar en Jerusalén, había una multitud que había acudido a la fiesta de la Pascua. Según Juan (12, 12-15) las gentes tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro, mientras que según Mateo (21-1-11) cortaron ramas y las tendieron por el camino. Sin embargo, ante la entrega de la muchedumbre, Cristo reacciona con tristeza porque piensa que no han comprendido su mensaje de Paz, como dice Lucas (19, 29-42). El tema también es tratado en Marcos (11, 1-10) y se ha considerado tradicionalmente como la primera escena del ciclo de la Pasión, aunque también puede aparecer de forma independiente en el arte. El Salvador suele representarse montado a horcajadas sobre un asno ante la puerta de Jerusalén.

Panel de la entrada de Jesús en Jerusalén de la Iglesia de Piedraescrita

*Iglesia de Piedraescrita. Robledo del Mazo (Toledo). Policromía. Siglo XVI. Juan Fernández?. Panel enmarcado por cabezas de querubín en friso superior e inferior. Solamente se dibuja un asno, y se ve también algún niño, pero hay un nuevo elemento, un hombre subido a un árbol que puede pertenecer a otro momento de la vida de Jesús, cuando va a Jericó y el rico recaudador de impuestos Zaqueo se sube a una higuera para verlo, aunque también puede ser simplemente alguien que corta ramas para recibir a Jesús.

LA LÁMPARA TALAVERANA DE PÍO BAROJA

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En la biografía «Pío Baroja y su máscara» de Marino Gómez Santos se nos describe el estudio del gran escritor y cuando se habla de su mesa de trabajo dice:

«Y la mesa de trabajo. Larga y amplia como de refectorio de convento. Sobre ella hay varias carpetas de cartón y cintas diferentes, hechas por el propio Baroja. A la derecha está colocado un gran jarrón de Talavera, al que le han colocado una pantalla de tela para que sirva de lámpara…»

Detalle de la lámpara de Pío Baroja

 

La afición de la generación del 98 por las manifestaciones culturales tradicionales españolas y la coincidencia en el tiempo con el mayor prestigio de Ruiz de Luna, nos permite sospechar que la lámpara en cuestión hubiera sido cocida en el alfar del famoso ceramista. Buscando en el catálogo de piezas de Ruiz de Luna, mi amigo Pedro García del Pino Ruiz de Luna considera que la lámpara es similar aunque no igual a la que lleva el número 12 en dicho catálogo.

Su diseño se basa en un aguamanil del siglo XVIII del hospital de San Antonio Abad que se encuentra en la ermita del Prado. Sugiere Pedro que probablemente se utilizó el agujero del grifo para introducir el cable.

EL QUIJOTE EN LA CERÁMICA DE TALAVERA ( y 2)

EL QUIJOTE EN LA CERÁMICA DE TALAVERA ( y 2)

Ánfora con escena quijotesca del Centro Cerámico de Talavera. Foto de Vicente Canseco

Más tarde extiende Ruiz de Luna los motivos de El Quijote a todo tipo de piezas, no solo de azulejería, y otros ceramistas como Niveiro también utiliza en su alfar de El Carmen las escenas cervantinas, además de todos esos ceramistas de gran calidad pero desgraciadamente considerados como segundones, eclipsados por la luz de Ruiz de Luna, aunque indudablemente merecen también estar en lugar destacado de la historia de nuestra cerámica. Me refiero a los Henche – con su obra de decoración con azulejería de la venta de El Toboso-, Montemayor, Ginestal y Machuca, Durán y tantos otros que acompañaron en su aventura a los dos más famosos alfares del siglo XX sin desmerecer en absoluto y escribiendo una página importante de la historia de nuestra cerámica por su inquebrantable resistencia a que desapareciera su actividad.

Por razones obvias la dictadura de Franco, nacida de una Guerra Civil en la que el bando ganador se llamaba a sí mismo de los nacionales, los motivos de las antiguas glorias culturales de España eran magnificados, y el Quijote era nuestra obra más universal, por lo que el ámbito cultural de la época también era el adecuado para que se valoraran los motivos cervantinos. Durante los años que transcurren entre el cierre de los alfares de Ruiz de Luna y Niveiro y el nuevo renacimiento actual de nuestra cerámica, pasan los años setenta con el alfar de Mauri y Corrochano como taller artesanal más productivo y expansionista, acompañado de otros muchos que languidecían manteniendo apenas encendida la antorcha de nuestra artesanía. También entonces son muchos los alfares que tienen en los motivos de el Ingenioso Hidalgo un recurso pictórico con buena demanda comercial, por lo que se han mantenido hasta ahora, momento en que todos los actuales obradores, algunos con raíces familiares y muchos otros nutridos con las jóvenes manos salidas de la Escuela de Artes y Oficios, continúan inspirándose en los viejos motivos cervantinos, aunque innovando en muchos casos en formas y en colores, pero sin perder nunca el espíritu tradicional que desde hace siglos guía a nuestra artesanía.

Escena del Quijote de Artesanía Talaverana. Foto de Vicente Canseco

Las piezas sobre las que aparece el loco genial y su escudero son de lo más variopintas. En primer lugar, debemos hacer referencia a los paneles de azulejería que en número de doce hasta casi cien están destinados a decorar superficies de dimensiones muy variables. Muchos de ellos presentan grecas renacimiento enmarcando la escena quijotesca y otros simplemente dibujan el motivo sin orla o cenefa alguna que lo enmarque. Algunos alfares conservan las técnicas y motivos de la cerámica talaverana del siglo XVI y XVII, mientras que otros utilizan los nuevos pigmentos que les dan juego para mayores variaciones de tonos y colores. Es precisamente en estos paneles en los que también los dibujos se suelen salir de los moldes tradicionales mediante diferentes enfoques artísticos, desde el intento de conseguir cuadros que podrían confundirse con pinturas al óleo hasta los que por la sencillez y colorido de su paleta podrían parecer viñetas de comics. Lo que no es en absoluto peyorativo porque ¿Qué eran los paneles que representaban hace cuatro siglos en las iglesias las vidas de santos y las escenas de la vida de Jesús o de la Virgen, sino un tebeo en barro, no exento de arte por supuesto, pero con el que se pretendía llegar a la mentalidad sencilla y muchas veces analfabeta de los feligreses.

Panel de azulejos con escena quijotesca de Cerro. Foto Vicente Canseco

El segundo soporte más frecuente de los motivos quijotescos es el de los platos, en policromía o en tonos azules, con diseños tradicionales o más avanzados pero que, como sucede con los paneles de azulejos, si son de trazado clásico se suelen enmarcar con bordes azules con algún filete y grecas renacentistas ocupando el ala y dejando el fondo del plato para la escena, mientras que si son diseños más modernos se extiende la escena, en general, a toda la superficie de la pieza. Estos platos pueden ser lisos, de borde ondulado o levemente lobulado, e incluso de castañuelas o de borde rizado, como las vajillas ideadas por Ruiz de Luna.

Algo parecido sucede con las bandejas, que pueden ser ovaladas o rectangulares, con asas o sin asas pero que en general tienen las mismas características antes referidas para los platos. Variando solamente en la profundidad de las mismas y en los bordes lisos, lobulados o rizados.

Es evidente que tanto los paneles de azulejos como los platos son formas planas que por su superficie permiten un mejor lucimiento de las imágenes de El Quijote, pero no por ello se dejan de decorar formas redondas como jarras, floreros, ánforas o cuencos, tibores o barriletes, en los que la escena suele ocupar el cuerpo de las mismas.

Panelde azulejos con escena quijotesca de Timoneda. Foto Vicente Canseco

Otros perfiles y formas más actuales son difícilmente clasificables, como los ceniceros, tableros de mesa, placas ovaladas, jarras de cuello de jirafa etc. Y se da incluso el caso de una vajilla de El Carmen con viejos diseños de Niveiro que presenta grecas de influencia valenciana, donde además de los platos hay otros elementos como salseras o soperas también decoradas con la vida de nuestro hidalgo.

Las cenefas más frecuentes utilizadas son las de roleos renacentistas, pero también dentro del mismo estilo algunos artesanos han desarrollado modelos característicos de su alfar en los que se combinan motivos vegetales diversos de acanto, florecillas, ovas, guirnaldas etc con puntillas de Beraín y otras más geométricas, con óvalos, cordones, glifos y ovas,  aunque son menos frecuentes.

Sancho representado en un plato de Ruiz de Luna. Foto Vicente Canseco

Las ilustraciones y grabados de las diferentes ediciones de El Quijote han servido de modelo a la mayoría de las piezas cerámicas que lo han tenido como motivo durante los ochenta años en que se vienen realizando. Podemos asegurar después de un análisis de las piezas examinadas que en más de un setenta por ciento las escenas han sido inspiradas en los grabados de Gustavo Doré, que, por otra parte, son probablemente los que tienen una mayor calidad artística y han tenido una mayor difusión. Son ilustraciones que además están muy bien documentados en tipos y ambientación, ya que el mismo Doré recorrió La Mancha con Duvalier para tomar apuntes y motivos.

Son muchas las ediciones de El Quijote en España y el extranjero que han sido ilustradas, pero aparte de Doré apenas podemos constatar fehacientemente unos pocos artistas que hayan servido de inspiración a las escenas representadas en la cerámica talaverana. Una de estas ediciones es la aparecida en Londres en 1725 e ilustrada por Charles -Antoine Coypel, además de dos ilustradores españoles del siglo XIX, Ricardo Balaca y José Luis Pellicer que también lucen algún ejemplo en las piezas exhibidas en este libro.

Sin duda, son muchos los motivos inspirados con mayor o menor fidelidad en ediciones populares más modernas, pero de difícil identificación por la adaptación más o menos imaginativa realizada por los artesanos y por el enmarque de los motivos en los patrones de espacio, color y estética de la propia cerámica talaverana, que condicionan en gran medida las versiones de los ceramistas.

Otro panel del portal de San Bernardo en Madrid, primera obra quijotesca de Ruiz de Luna. Foto Vicente Canseco

La sistemática utilizada en este trabajo ha intentado hacer durante el mes de Enero de 2005 una instantánea de los motivos quijotescos existentes en la práctica totalidad de los talleres talaveranos, donde se han fotografiado el mayor número posible de las obras, exponiendo en el libro toda la tipología posible de las escenas descritas en la novela. Para situar al lector se ha hecho un pequeño comentario introductorio de cada uno de los episodios y se ha añadido el texto original de Cervantes para facilitar su lectura a aquellos que quieran disfrutar del texto al mismo tiempo que observan la imagen. Además, se ha añadido a cada pieza una pequeña descripción de la misma con el alfar que la ha realizado.

Este libro pretende ser un homenaje a todos los artesanos talaveranos que, contra viento y marea, siguen trabajando el barro con entusiasmo a veces quijotesco, perpetuando así la actividad artesanal por la que desde tiempos de Cervantes se nos dio a conocer al mundo.

EL QUIJOTE EN LA CERÁMICA DE TALAVERA (1 de 2)

EL QUIJOTE EN LA CERÁMICA DE TALAVERA (1 de 2)

Primer plato conocido de motivo quijotesco de la colección de Angel Sánchez Cabezudo, hacia mediados del siglo XVIII

Mucho se ha escrito ya sobre la historia de la cerámica de Talavera, que hunde sus raíces en alfares de los tiempos de la romana Caesaróbriga o en las cerámicas que se cocían en los hornos de la musulmana Talabayra. Pero es a partir del siglo XVI cuando comienzan a fabricarse los platos adornados con los motivos en azul incluidos en la llamada «serie de las mariposas», que se alternan en sus orlas decorativas con motivos vegetales y animales muy esquemáticos. De esta misma época es la técnica del esponjado a la que pertenecen algunos albarelos de la farmacia de El Escorial. De origen renacentista italiano, pero con influencia flamenca en la decoración de las piezas es la conocida como serie de las «ferroneríes», denominada así por imitar los motivos de los trabajos de hierro forjado.

A finales del siglo XVI y durante todo el XVII predomina la serie conocida como «tricolor»: azul, naranja, y el manganeso que perfila los dibujos. En esta serie, además de motivos animales y vegetales aparecen ya figuras humanas sencillas.

Es la época de esplendor y difusión de la cerámica de Talavera, cuando los palacios reales de Felipe II y, más tarde, Felipe III o Felipe IV contarán con vajillas talaveranas en sus ajuares y El Escorial o las casonas de la nobleza se adornarán con su azulejería. El Rey Prudente había hecho de nuestra loza y azulejería una especie de cerámica oficial del reino que únicamente con la de Triana se podía exportar al nuevo mundo.

Playo de Guijo copia del anterior, hacia 1910

Durante todo el siglo XVII, comienzan a llegar otras influencias extranjeras, como la francesa, italiana o portuguesa. Esta última con los motivos conocidos como de «golondrinas» y otros coloniales y chinescos que enriquecen la estética del arte del barro, aunque sin hacerla perder su personalidad, su identidad propia. Se llega así, con el final de este siglo y primer cuarto del XVIII, al esplendor de la policromía en azules, naranjas, amarillos, verdes y negros amoratados que representan escenas campestres, de montería o mitológicas en fondos paisajísticos arbolados.

En el siglo XVIII comienza una lenta decadencia, pero el peso de Alcora y sus motivos dejan sentirse con una esquematización en los dibujos, a veces casi infantil, pero de bonito sabor popular. Las jarras de bola son las formas más peculiares de este siglo, así como en la siguiente centuria el motivo más característico es la Guerra de la Independencia y sus personajes, además de los toros y las fiestas tradicionales. La invasión de los franceses, con la decadencia en la que sus tropelías dejaron sumida a Talavera, dieron casi la puntilla a la ya decadente artesanía de la ciudad.

Es sin embargo a mediados del siglo XVIII cuando se fabrica el primer plato conocido con motivo quijotesco y que pertenece a la colección de Ángel Sánchez Cabezudo.

Pero los Niveiro a mediados del siglo XIX y los Ruiz de Luna a principios del siglo XX impulsan una revitalización de la cerámica talaverana que vuelve a conseguir que humeen los alfares junto a las orillas del Tajo. Hasta esta época no se conoce que haya habido ninguna representación de El Quijote en cerámica. Sólo sabemos de la representación de algunas de las ilustraciones en loza de origen chino durante el siglo XVIII, pero nunca se había utilizado como motivo en los alfares talaveranos.

Plato de la colección del autor, obra de Niveiro, que representa la llegada de don Quijote a la venta

Es en el contexto cultural de la segunda decena del siglo XX cuando de la mano de Juan Ruiz de Luna, aparecen los primeros motivos de la novela cervantina en azulejos cocidos en su alfar. La Institución Libre de Enseñanza y los movimientos culturales de su ámbito habían comenzado ya a potenciar las artes industriales españolas desde finales del siglo XIX. Y ya nos hallamos en la época de influencia cultural de la generación del 98, cuando con la pérdida de las últimas colonias se había originado una corriente de pesimismo nacional y al mismo tiempo se perdían los últimos mercados que la en otros tiempos boyante cerámica de Talavera había inundado. Pero también es la época en la que se volvía a valorar de nuevo todo aquello que en el pueblo había de positivo y genuinamente español, todo lo que de grande había tenido la tradición literaria o artística de una patria herida por el desengaño, pero que un puñado de intelectuales querían revitalizar, aunque sin olvidar el deseo de progreso y la vuelta a Europa. Tiempos en que Miguel de Unamuno se encarama en Gredos y mirando hacia nuestros valles escribe: “Sólo aquí en la montaña, solo aquí con mi España – la de mi ensueño- cara al gigantesco rocoso Ameal, aquí mientras doy huelga a Clavileño…

Y en esos valles que sobrevuela Unamuno con el caballo de madera y pólvora de don Quijote, y en esa misma época, el socio de Ruiz de Luna, Platón Páramo, el farmacéutico de Oropesa y gran coleccionista de cerámica, trae a Lagartera a gentes como Sorolla o Ortiz Echagüe que retratan allí los tipos y trajes tradicionales, cuando en torno a un grupo de amigos y entusiastas, como casi siempre forasteros y talaveranos al mismo tiempo, se vertebran en la comarca una serie de inquietudes intelectuales y empresariales que llevarán, entre otras, a iniciativas como la de buscar el renacimiento de la cerámica que fue famosa y utilizada en aquel imperio ya acabado donde no se ponía el sol.

El mismo Unamuno dejaría en una visita al alfar de Ruiz de Luna la dedicatoria siguiente:

“Resucitar el pasado renovando la tradición es una de las maneras más hondas de fraguar porvenir y hacer progreso”, una frase que bien puede resumir el espíritu que animaba a aquellos quijotescos emprendedores sin apenas medios para conseguirlo.

En ese contexto es cuando, ya a pleno rendimiento los hornos de Ruiz de Luna, entre otros muchos encargos en la capital del reino, recibe el  ceramista de Noez  el de decorar con azulejería un portal del número 67 de la calle San Bernardo de Madrid. Algunos autores dan como fecha de realización de esta obra el año de 1916, pero lo cierto es que está datada en uno de sus azulejos en 1926, por lo que debemos retrasar en diez años la fecha que hasta ahora se tomaba como la del nacimiento de El Quijote en los barros talaveranos.

Además de la habitual decoración renacentista podemos en este conjunto observar por primera vez escenas concretas de la obra inmortal de Cervantes, como la llegada de don Quijote a la venta, donde le reciben las dos mozas de fortuna, escena que curiosamente es muy similar en su diseño a otra de un plato de Niveiro. También figura en sus azulejos la aventura del Yelmo de Mambrino, cuando nuestro caballero despoja al barbero de su bacía para utilizarla como yelmo, la lucha contra las ovejas, el apedreamiento de los galeotes o la imagen que muestra al hidalgo y su escudero cuando vuelven a su aldea y contemplan con gozo su caserío en la distancia, además de otra con don Quijote desmontado después de su batalla con los molinos.

Para conocer exhaustivamente la vida y obras de los Ruiz de Luna en Talavera es de obligada referencia el libro de Mª Isabel Hurley Molina “Talavera y los Ruiz de Luna”, donde aparece la descripción de esta primera obra de inspiración quijotesca que reproduzco aquí por su interés:

Panel de azulejos del portal de la calle de San Bernardo en Madrid, considerado el primer Quijote de Ruiz de Luna. Foto de Vicente Canseco

“La altura máxima es de 1,87 metros y en metros lineales cubren 8,48, perímetro de la pieza, además de la gran jardinera cuarto esférica del lado derecho, que nos evoca la construcción del ángulo del aguamanil de la sacristía de la ermita del Prado. La principal novedad se cifra en que estos azulejos inauguran la puesta en circulación de las características de la serie polícroma con el tema de El Quijote. Son nueve escenas; en cuatro de ellas, con 30 x 35 cm, desfilan ante nuestros ojos pasajes famosos de tan entrañable personaje y su fiel escudero…Todas con el marco simétrico de dos árboles de grueso y tortuoso tronco, a veces varios entrelazados, en cuyas ramas altas y jóvenes florecen las hojas espiriformes del final de esta serie. El terreno se presenta en pequeños montículos ajenos a la plenitud que debiera tener el paisaje de la más célebre novela de ambiente manchego, pues al fondo se elevan, ya en azul, distantes y elevadísimos picos en cordillera. La figura se ha tratado con un eminente sentido de lo popular e ingenuo, propio de tal serie, matiz que se repite en los arbustos que a izquierda y derecha de la composición dan una nota anecdótica más. Surcan el cielo pinceladas azules y amarillas en continuidad con las del suelo, además de unas graciosas aves de larga cola y nubes pequeñas.”

A los alfareros talaveranos no les eran desconocidos ni la ambientación ni el vestuario de los personajes cervantinos, porque su cerámica había gozado precisamente desde los tiempos en que nace Cervantes y durante todo el Siglo de Oro, de su máximo apogeo, y especialmente en la serie en policromía, con escenas de montería de ambientación rústica en la que eran dibujados sin problema por los artesanos los jinetes y sus caballos con su armamento y su movimiento. Era fácil por tanto, cambiar los cazadores y ojeadores de la cerámica de inspiración tradicional por los conocidos personajes de la novela de Cervantes, y es por ello que ni siquiera varían los motivos que completan y ambientan las escenas como son las terrazas en las que se desenvuelven las figuras con parecidas matas y árboles escalonados y los fondos celestes azulados o montañosos, que por eso desentonan a veces con el paisaje manchego, colocando, por ejemplo, los molinos sobre picudas montañas en vez de sobre las crestas manchegas, o dando a los suelos y a los paisajes un verdor que choca con el concepto que habitualmente tenemos de La Mancha.

SAN RAFAEL EN AZULEJERÍA TALAVERANA

SAN RAFAEL

*Panel que forma parte del púlpito ejecutado y donado por el taller de Ruiz de Luna por devoción de su mujer Francisca para la basílica de El Prado. Lado de la epístola. Siglo XX (1954). Dedicado al hijo del artita Rafael Ruiz de Luna. Policromía. Enmarcado en cenefa de hojas de acanto de tonos amarillos y verdes. Vestido como peregrino con bordón y calabaza presenta el pez del relato de Tobías con fondo de paisaje marítimo, a pesar de que la escena se describe en un río.

San Rafael es el ángel guardián de los hombres, el ángel custodio por antonomasia. Las escrituras se refieren a él en dos ocasiones relacionadas con Tobías y Sarra. Queda ciego el santo cuando le caen las inmundicias de un nido de golondrinas. El ángel lo cura, y por ello aparece en algunas representaciones con un tarro que contiene la medicina. En el Libro de Tobías se describe además cómo el ángel, haciéndose llamar Azarías, acompaña a su hijo, también de nombre Tobías, en un viaje que hace con el objeto de recuperar un depósito de plata que había entregado a un judío de Media. El muchacho coge en el camino un pez que le ataca al cruzar un río y, siguiendo las instrucciones de Rafael, le extrae el corazón, el hígado y la hiel. Por esta circunstancia se representan a veces con un pez en la mano tanto a Tobías y como a San Rafael. La hiel la utiliza el joven para hacer la medicina con la que por recomendación del ángel su padre sanará de la vista. El hígado y el corazón los empleará Tobías quemándolos para  echar de la habitación de Sarra a un demonio que había matado ya a los siete hombres con los que anteriormente esta joven había contraído matrimonio. San Rafael persiguió al demonio y lo encadenó.

Rafael acompañando a Tobías se convirtió en su más extendida imagen y por el hecho de ser un ángel viajero, aparece con la capa de viaje abrochada ante el pecho. También es característica en la mayor parte de sus imágenes la larga cabellera y el bordón o bastón de peregrino con la calabaza para beber, aunque en otras representaciones artísticas sostiene una lanza como protector del joven Tobías. Como otros ángeles, lleva a veces también la corona con una cruz sobre la frente.

*Basílica de Nuestra Señora del Prado. Talavera de la Reina. Siglo XVI. Retablo de San Cristóbal en el sotocoro y zaguán de entrada. Se sitúa en el frontón con el que remata en el ático del retablo y aparece el arcángel entre nubes en espiral, con la túnica y el bordón de peregrino.