ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, BAYUELA

EL PATRIMONIO ETNOLÓGICO DE CASTILLO DE BAYUELA (1)

Primera parte de una conferencia impartida por Miguel Méndez-Cabeza en Castillo de Bayuela. Trata de los antecedentes prehistóricos y algunos datos arqueológicos.

Los cerros del Castillo y del Obispo, donde se asentaron los primeros bayoleros
Los cerros del Castillo y del Obispo, donde se asentaron los primeros bayoleros

La etnología es la parte de la antropología que estudia las razas, los pueblos, las diferentes culturas, en todos sus aspectos físicos y psíquicos. Se basa para ello en los materiales aportados por otra ciencia antropológica, la etnografía.

La historia es otra de las armas de las que se sirve la etnología para estudiar las formas de vida del hombre, aporta una visión evolutiva del modo de sobrevivir del ser humano que se va adaptando en el curso del tiempo a diferentes condicionantes naturales y sociales para conseguir vivir sobre un espacio natural determinado aprovechando un entorno concreto.

Pero esta historia de la que hoy hablaremos no es la historia de las grandes batallas, los reyes y los señoríos, los grandes monumentos o las grandes conquistas, es la historia de las gentes y de cómo nacen, se alimentan, se visten, se divierten, se reproducen, se aman o mueren adaptándose al engranaje de la naturaleza que les ha sido dada.

Un ejemplo que todos entenderéis es el de la población de Montesclaros, asentado su término sobre el territorio más calizo de toda nuestra comarca, acabaron sus habitantes por explotar la cal  en casi una treintena de hornos caleros que la cocían y, tras comerciar con ella se enjalbegarían los pueblos de nuestra tierra, se elaboraría la argamasa con que se se construirían los edificios más significativos e incluso se exportaría fuera de aquí constituyendo una de las formas de vida características de esa localidad cercana. Pues bien, la etnología estudiaría todos los aspectos materiales y culturales de ese mundo de la cal .

Pero hemos venido a hablar de vuestro pueblo y de sus habitantes que hace miles de años cazaban grandes animales sobre las terrazas del Alberche y sus arroyos afluentes dejando sobre los sedimentos fluviales las hachas con las que partían la carne o las raederas con las que cortaban las pieles y que algunos vecinos coleccionan hoy día.

Camino empedrado que sube al cerro del Castillo tal vez desde tiempos prehistóricos
Camino empedrado que sube al cerro del Castillo tal vez desde tiempos prehistóricos

Con el Neolítico, el hombre desarrolla el cultivo de los cereales y el pastoreo. Como en casi toda la meseta central, la localización de yacimientos neolíticos es incierta y sólo podemos aventurar su existencia por el hallazgo de hachas pulimentadas de difícil datación, ya que también se encuentran en los asentamientos de la Edad del Bronce. De esa época sí que tenéis en Bayuela una buena representación en el Cerro del Obispo. Ahí  arriba se enterraron hace unos 3500 años unos hombres que ya dominaban el trabajo de los metales como indican los crisoles hallados en el yacimiento; se inhumaban con sus cuchillos de sílex, sus hachas de piedra y sus molinos barquiformes que nos informan de ese balbuceante dominio de la agricultura. También se encuentran fusayolas o pesas de telar y leznas que nos sugieren un trabajo textil y del cuero que les dotaría de sus vestidos y recipientes, los cuencos y vasijas de variada tipología que fueron hechos a mano, sin conocer todavía el torno, nos demuestran que estos primitivos bayoleros conocían la cerámica. El hallazgo de un brazalete de arquero nos sugiere que desarrollaban una actividad cinegética y que estos hombres del bronce medio como culturas posteriores que se asentaron en el cerro del Castillo lo hicieron por lo fácil que resulta la defensa de un grupo humano, debido a lo escarpado de las pendientes rocosas de vuestro cerro más significativo.

Pero hay otra constante en la dedicación de las gentes de este pueblo que ya aparece en época tan lejana, parece, según sus excavadores, Gil Pulido, Menéndez  y  Reyes, que estos enterramientos rituales en pithoi, delimitados por una lancha de granito y una torta de cerámica como tapadera, contenían cuartos de animales como ofrenda al muerto, como sustento simbólico en su viaje al más allá. Este detalle nos habla ya desde hace 3.500 años de la actividad quizá más característica de estas tierras, la ganadería.

A lo largo de nuestro viaje por las formas de vida bayoleras vamos a ver como , en realidad no han variado mucho los recursos y el aprovechamiento del entorno desde aquellos remotos tiempos de la Edad del Bronce.

Verracos vettones de Castilla de Bayuela. El mayor cuentan que se bajó desde el cerro del Castillo por los quintos en los años 30
Verracos vettones de Castilla de Bayuela. El mayor cuentan que se bajó desde el cerro del Castillo por los quintos en los años 30

Damos otro salto  en la historia y nos encontramos en la Edad del Hierro, y un pueblo eminentemente ganadero como el de los vettones vio también en el cerro del Castillo el lugar idóneo para guardar sus ganados, y puso en la puerta de su gran cerca esculturas zoomorfas que protegieran simbólicamente a sus reses, son vuestros verracos. Eran un pueblo que deambulaban de un lado a otro con sus ganados y que por tanto dejaron muy pocos restos materiales de su cultura y de sus formas de vida, muchos historiadosre consideran que son los precursores de los ganaderos trashumantes y que fueron ellos los que comenzaron a dibujar las cañadas que todavía hoy atraviesan vuestros pastos. Esta cultura prerromana extendía su ámbito de influencia por las actuales provincias de Ávila, Salamenca, Cáceres y la comarca de Talavera, los verracos de Castillo de Bayuela son de los que se encuentran en una situación más oriental ya que la zona de influencia de Toledo no está ya en el ámbito de los pueblos célticos sino en el mundo de los pueblos ibéricos. Los asentamientos vettones se localizaban en castros, zonas elevadas y rodeadas por amurallamientos donde construían sus viviendas circulares en muchas ocasiones similares a las viviendas más simples de las que todavía podemos contemplar por vuestros campos, me refiero a los chozos de pastor o a las cochineras, que recuerdan a las viviendas que formaban los poblados de los castros gallegos, o en ejemplos más cercanos como el Castro de El Raso, cerca de Candeleda o el del arroyo Manzanas en Talavera.

Los romanos también dejaron su huella en Bayuela y en parajes como la Vega del Debate o la zona de la Fuente del Moro se hallan muros, tégulas y cerámica que nos habla de su presencia. Formando parte del muro de una cerca podemos todavía ver una mole de piedra a medio labrar que no es otra cosa que el enorme peso que en los lagares romanos ayudaba a que la viga presionara la aceituna para obtener su preciado aceite, los lagares o molinos de aceite que se mantuvieron hasta hace poco en el pueblo son herederos directos de aquellos lagares romanos. Nunca sabremos si realmente fue la sierra de San Vicente la que sirvió al guerrero lusitano Viriato como refugio y base de sus razzias sobre los romanos que se aventuraban buscando pastos, cómo no, por esta zona siempre unida al pastoreo y la ganadería.

Los visigodos también dejaron restos de su paso por Bayuela en esa concentración de historia y arqueología que es el cerro del Castillo. Allí quedaron las fíbulas y los broches con que estos pueblos guerreros se enterraban. 

Portada mudéjar de la arruinada iglesia del cerro del Castillo en Bayuela

RUBÉN DARÍO SE ECHA NOVIA EN GREDOS

RUBÉN DARÍO SE ECHA NOVIA EN GREDOS

Francisca Sánchez y un hijo de Rubén darío
Francisca Sánchez y un hijo de Rubén Darío

Cuando pasado el puerto de El Pico dejamos atrás la Venta del Obispo y antes de llegar la Cueva del Maragato hay una desviación a la izquierda a un pueblecito llamado Navalsaúz . Podemos dar un paseo por él y observar algunos rincones de su arquitectura popular, disfrutando del bonito enclave en el que se encuentra, elevado su caserío en un rincón sobre el valle del Alberche. Paseando por el pueblo encontraremos en una casa algo más vistosa que el resto de viviendas de Navalsaúz  una placa sobre la puerta que recuerda a la muchacha  que enamoró a Rubén Darío y convivió con él hasta su muerte.

Navalsaúz, pueblo de Gredos donde nació Francisca Sánchez, mujer de Rubén darío

Navalsaúz, pueblo de Gredos donde nació Francisca Sánchez, mujer de Rubén Darío

El poeta conoció a Francisca Gervasia Sánchez del Pozo  en un paseo por la Casa de Campo en Madrid con su amigo Valle Inclán. Era una muchachita muy joven y analfabeta, pero de una gran belleza, por lo que el nicaragüense que había contraído matrimonio con su primera mujer, ya fallecida, y se había distanciado de la segunda, convivió durante años con la joven abulense, a la que enseñó a escribir y a guisar al estilo de centroamérica.

Rubén es invitado por sus «suegros» a las fiestas del pueblo para que conozca a la familia y en el viaje a Gredos disfruta del paisaje:  «Hoy he visto bajo el más puro azul del cielo, pasar algo de la dicha que Dios ha encerrado en el misterio de la Naturaleza». En la modestísima vivienda de sus suegros, Rubén Darío pasa dos días «bajo el imperio de lo primitivo».

Entre ellos se llamaban «conejo» y «coneja». Le sigue a Madrid, Barcelona, Mallorca y se va con él a París justo después de que lo deje una mujer francesa llamada Margotón con quien el poeta cada vez más alcoholizado ha tenido una apasionada aventura. Amado Nervo también está allí e igualmente enseña a Francisca a leer y escribir y la llama «La Princesa Paca». ¡Vaya dos maestros para una campesina de Gredos!

Rosario Murillo, la segunda mujer con la que se casó obligado durante una borrachera vino a presionarle y consiguió sacarle cierta cantidad de dinero a cambio de dejarlo tranquilo. Aunque Rubén Darío no se pudo deshacer  definitivamente de las pretensiones de Rosario divorciándose y por ello nunca conseguiría casarse legalmente con la de Navalsaúz. Finalmente Rosario Murillo con el poeta ya muy enfermo consigue llevárselo a Nicaragua tras una gira y allí muere.

Francisca Sánchez y la periodista Rosa Villacastín en 1956
Francisca Sánchez y la periodista Rosa Villacastín en 1956

Darío le dedicó versos: «Seguramente Dios te ha conducido / para regar el árbol de mi fe / hacia la fuente de noche y de olvido / Francisca Sánchez acompáñame». Paca ayudó al poeta a inspirarse cuando el alcohol y la falta de inspiración lo estrangulaban.

Cuenta Rosa Villacastín  , nieta de Francisca por otro matrimonio posterior, en su obra «La Princesa Paca» que Darío debía redactar el poema de apertura de un importante encuentro de escritores y políticos hispanoamericanos en el Ateneo de Madrid. Cuando Paca llegó a casa, lo encontró desmayado por la angustia y la borrachera. Casi llorando le suplicó que bailara desnuda ante él. Ella lo hizo. De pronto, al poeta le entró un arrebato inspirador y escribió del tirón su Salutación del optimista, que comienza con los versos:

«Ínclitas razas ubérrimas, / sangre de Hispania fecunda…».

Francisca es la única mujer a la que agradecido por su lealtad y cuidados se refiere por su nombre en sus poemas. Con ella tuvo un cuatro hijos, pero dos murieron prematuramente.

He aquí el artículo de Rubén Darío sobre su viaje a Navalsaúz con el burro, el suegro y dos cuñados, quejándose de las ventas donde no pudo dormir por los ronquidos de los arrieros.

Un hombre del campo me invito hace pocos días a ver la fiesta de su aldea, en tierra de Ávila. (…) Una buena mañana tome el tren para Ávila, en cuya estación me esperaba mi invitante, en compañía de dos hijos suyos, robustos mocetones que tenían preparadas las caballerías consiguientes. (…) En el tiempo del viaje, se encuentran a un lado de la carretera mesones o ventas harto pobres, que nada tienen que ver con los caserones que en la árida Castilla se le antojaban castillos a Don Quijote.
En una hubimos de pernoctar. Mi amigo grita con una gran voz: “¿Hay posada?”. “Si, señor; pasen ustedes”. Y de la casa maltrecha sale la figura gordinflona del ventero. Mientras los mocetones llevan los burros al pienso, heme allí conducido a la cocina, donde una gran lumbre calienta olorosas sartenes, y conversan en corro otros viajeros, todos de las aldeas próximas, de higiene bastante limitada, pero gentes de buen humor que charlan y se pasan de cuando en cuando una bota. Entre yo también al corro y de la bota guste. … La cena estuvo suculenta y luego fue el pensar en dormir. ¿Camas? Ni soñarlo. Cada cual duerme en los aparejos y recados; quien en la cocina, para no perder lo sabroso del calor; quien en la cuadra. Yo prefiero la vecindad de la lumbre y entro en esa escena de campamento. Por otra parte, no me es posible dormir. Esos benditos de Dios roncan con una potencia abrumadora.

(…) ¡Bello día en el fragante y bondadoso campo! Sale un claro sol, comienzan a verse las ovejas, … Y mi burrito sigue impertérrito, en tanto que me llegan de repente soplos de los bosques, olientes a la hoja del pino. … si hubiese tenido un libro de notas a la mano, en esa mañana deliciosa habría escrito, sin apearme de mi simpático animal: “Hoy he visto, bajo el mas puro azul del cielo , pasar algo de la dicha que Dios ha encerrado en el misterio de la naturaleza” …

(…) Seguimos la caminata todo el día hasta llegar a la posada de Santa Teresa, … El terreno cambia, se suceden las cuestas y honduras; y de pronto me indican lo que debo hacer. “Señorito, ¡a pata! Obedezco, y continuo el camino llevando el burro del ronzal, hasta llegar a Navazuelas, … Y diviso el pueblo: un montoncito de casucas entre peñascos con una alameda al lado de la puerta; … Estamos en el imperio de lo primitivo. Buen fuego, si, se me ofrece, y ricos chorizos y patatas, y sabroso vino. Duermo a maravilla. A la mañana siguiente, vivo en plena pastoral. Se me conduce aquí y allá, entre cabras y vacas y ovejas. Estoy en la pastoría. Después, a la iglesia, en donde las mozas están adornando a la Virgen. (…) El traje de la paleta es curioso y llamativo. Más de una vez lo habéis visto en las comedias y zarzuelas. Falda corta y ancha, de gran vuelo que deja ver casi siempre macizas y bien redondas pantorrillas; la media calceta es blanca y el zapato negro. En corpiños y faldas gritan los mas furiosos colores. Al cuello llevan un pañuelo, también de vivas tintas y flores, y otro en la cabeza, atado por las puntas … Le cuelgan de las orejas hasta los hombros enormes pendiente, y usan gargantillas y collares en gran profusión. El pelo va recogido en un moño de ancha trama y resalta sobre el moño la gran peineta que a veces es de proporciones colosales, …Generalmente no llevan sortijas en sus pobres manos oscuras, hechas a sacar patatas y cuidar ganados. Al entrar yo en la iglesia, las muchachas cantaban, adornando con gran muchedumbre de flores la imagen de la patrona, la Virgen del Rosario.

Después fueronse a casa de las mayordomos, al obligado convite; castañas, higos y vino. Por la noche, en medio de la cena, en la casa en que se me hospedaba, las mozas tiraron las cucharas de pronto y echaron a correr fuera. Era el tambor que sonaba a la entrada del lugar; venían de un pueblo vecino, y su son con el de la gaita haría danzar esa misma noche, en la plaza, a las alegres gentes. Luego pude observar algo de un fondo ciertamente pagano. Las mozas formaron un ramo de laurel, cubierto de frutas varias y dulces, para ser llevado a la iglesia al día siguiente. Mientras tanto, vi venir del campo a varios mozos con grandes ramas verdes que iban poniendo sobre los techos de ciertas casas. Se me explico que en donde había una muchacha soltera colocaba ramos su novio o su solicitante. Era extraño en verdad para mi ver al día siguiente coronadas de follaje casi todas las casitas del villorrio. Del pueblo vecino también llegó el señor cura, un cura joven, alegre y de buena pasta, … Al curita le fueron a buscar los varones, con el tambor a la cabeza del concurso, mientras el campanario llamaba a misa. Las mozas, vestidas de fiesta esperaban en el camposanto. El alcalde esta allí también, con su vara y sus calzones cortos y su ancho sombrero y su capa larga. Las mozas abren la puerta para que pasen el señor cura y la “justicia”, y detrás todos los hombres. La puerta vuelve a cerrarse, y ellas quedan fuera. Entonces, en coro, empezaron a cantar: …

(…) Por la tarde se reanuda el baile con la gaita y el tambor, en la pradera, donde se merienda gozosamente. Por la noche, baile y más baile. Por largo tiempo resonaran en mis oídos la aguda chirimía y el tan tan del tambor, ese tambor infatigable. Todavía hasta el chocolate cural, se pasa por la rifa del celebre ramo. Aún queda, el día que viene, tiempo para que sigan danzando mozos y mozas, en tanto que los viejos aldeanos vuelven al campo a su tarea de sacar patatas.

Un hijo posterior de Francisca que llevaba el apellido de Rubén Darío vivió en Villarejo del Valle, donde editó algunas de las obras del gran hispanista.

Ruben Darío y Francisca
Placa en memoria de Francisca en su casa de Navalsauz

TRES MUCHACHOS EN UNA CUEVA

 

TRES MUCHACHOS EN UNA CUEVA

Relato sobre la huida de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, patrones de Talavera

Septiembre del año 306

Cueva de los Santos Mártires en la cumbre del cerro de San Vicente Cueva de los Santos Mártires en la cumbre del cerro de San Vicente[

 Entre la grieta que dejan dos grandes moles de granito se asoman los ojos asustados de un joven mientras el viento agita su túnica. Desde la cumbre del Monte de Venus mira como el Tajo se acuesta en el valle. Al fondo, angustiado, vislumbra los tejados de los templos de la ciudad de Ébora. Vincencio ha recogido unas bellotas que lleva envueltas en un pedazo de lienzo. Vuelve sobre sus pasos hasta le entrada casi oculta de una cueva por la que desciende hasta su interior. Con las espaldas apoyadas sobre la piedra dos muchachas esperan aterradas, pero sonríen aliviadas al verle mientras le interrogan con su mirada.

-No se ven soldados. El día ha salido despejado y debemos continuar -dice entre imperativo y cariñoso su hermano.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es P2233519-1024x630.jpg

Aunque las hace estremecer el aire que azota la cumbre esa mañana, al salir de su refugio, la luz y el tibio sol de otoño las reconfortan. Con un poco agua de un fontarrón cercano lavan las heridas de sus pies defendidos de una caminata de nueve horas bajo la lluvia tan sólo por unas pobres sandalias. Antes de descender hacia el Piélago, el muchacho mira desconfiado hacia atrás y recuerda las historias que le contaba su abuelo. Aquí mismo se había fortificado el famoso guerrero Viriato y tuvo en jaque a los romanos desde estas alturas. Pero el lusitano al menos tenía armas. Vincencio, sin embargo, sólo tiene la certeza que empapaba todas sus vísceras de que la religión del judío crucificado, la que dice que los pobres heredarán la tierra, era la religión verdadera. Tan seguro estaba que hacía dos días, delante de Dacio, el gobernador que había encerrado a la piadosa Leocadia en las mazmorras de Toledo, había renegado de los viejos dioses asegurando que cuando los romanos los adoraban era como si veneraran a un montón de piedras y palos. Vincencio no lo creía, pero oyó decir a los soldados que le custodiaban que, en la piedra sobre la que descansaba cuando compareció ante el gobernador, quedaron marcados, como si la roca fuera de cera, sus pies y el báculo que le sostenía.

Esos mismos soldados le liberaron esa noche y con sus hermanas Sabina y Cristeta había huido entre encinas y enebros hasta el Monte de Venus. No podía permitir que el empecinamiento que Dacio achacaba sólo al fanatismo de los cristianos afectara a sus hermanas. Pero ellas, tanto y con tanta vehemencia habían escuchado hablar a su hermano sobre la nueva religión, que ya le acompañaban en lo que para unos era delirio y para otros eran convicciones profundas. Estaban ya dispuestas a morir con él sin renunciar al nuevo Dios que los emperadores perseguían con tanta saña.

Los bosques de El Piélago desde la Cueva de los Santos Mártires. Al fondo, Gredos Los bosques de El Piélago desde la Cueva de los Santos Mártires. Al fondo, Gredos

Caminando entre los robles habían llegado al otro extremo de aquellos montes y podían ver frente a ellos la alta sierra de Gredos que deberían cruzar si querían ponerse a salvo. Unos pastores que los encontraron comiendo moras junto al río Tiétar les dieron refugio esa noche. No subieron por el puerto del Pico pues, junto a la calzada, siempre había soldados que controlaban el paso del ganado y de las mercancías. La senda por la que les condujo uno de los cabreros era empinada pero más segura. Después de alimentarse de carne seca durante cuatro días llegaron, tras atravesar los piornales y las praderas de las cumbres, hasta la ciudad de Ávila. Uno de los pastores, interrogado por los soldados, delató a los hermanos y cuando llegaron a la ciudad de los fríos inviernos estaban esperando para apresarles.

Otra vez los ofrecimientos de renuncia, otra vez mantenerse en esa curiosa fe que a Daciano, en realidad, le parecía tan falsa como la suya propia, una forma más de someter a los que debían someterse. Los desnudaron y los sacaron fuera de la ciudad y después les azotaron hasta la extenuación. En el tormento que llaman hecúleo descoyuntaron sus miembros sobre una cruz en aspa. Como no acababan con sus vidas apretaron las cabezas de los tres hermanos en una prensa formada por dos tablones poniéndoles, en fin, grandes losas de piedra y golpeando sobre ellas con grandes mazos hasta que sus sesos quedaron desparramados.

Después de muertos los arrojaron  a una cueva que llaman de la Soterraña. Y dicen las gentes de Ávila que, como no permitieran los soldados que nadie enterrase los cuerpos, una gran serpiente salió de las profundidades levantada la cerviz y dando temerosos silbidos. Cuentan que un judío miraba sus cuerpos con poca reverencia y la culebra se enroscó en su cuerpo casi asfixiándole hasta que prometió, convirtiéndose al cristianismo, levantar un templo que custodiara los cuerpos de los tres muchachos de Ébora.

Los Santos Mártires huyen de Talavera, decoración esculpida en el cenotafio de la basílica de San Vicente en Ávila

DOS ENCINAS MONUMENTALES EN EL BERROCAL

LA ENCINA MEREGIL

Encina Meregil en Cervera de los Montes
Encina Meregil en Cervera de los Montes

La primera de ellas se encuentra al noroeste de Cervera de los Montes y hay una ruta indicada desde el pueblo en un paseo agradable y liviano. Es conocida como la encina Meregil.

Se encuentra sobre un plinto redondo de piedra y desde el lugar se contempla una espléndida vista sobre la zona occidental de la sierra de San Vicente y el valle del Tiétar con el farallón de Gredos.

El tronco deteriorado de la encina Meregil por la extración de madera del corazón para la fabricación de badajos para los cencerros
El tronco deteriorado de la encina Meregil por la extración de madera del corazón para la fabricación de badajos para los cencerros

Es uno de los símbolos incluidos en el escudo del lugar y su tronco se encuentra un tanto deteriorado porque antiguamente se hacían los badajos de la mejor madera conocida para la fabricación de cencerros, el corazón de encina.

Su copa no es especialmente frondosa pero su inclinación como vencida por el viento le da un aspecto pintoresco.

LA ENCINA DE DOÑA GERMANA

Encina de doña Germana en término de Pepino
Encina de doña Germana en término de Pepino

Este ejemplar se encuentra ya muy descuidado y deteriorado pero es curiosa la leyenda de esta encina monumental que se encuentra a algo más de tres kilómetros de la población de Pepino en dirección este por el cordel que une esta localidad con San Román de los Montes.

No sabemos por qué se dice que en ella se columpió doña Germana de Foix, la bella y joven noble francesa que se casó en segundas nupcias con Fernando de Aragón tras la muerte de su esposa Isabel la Católica.

Precisamente murió el rey en Madrigalejo, en la provincia de Cáceres cuando para que pudiera yacer con la muchacha, al ya anciano rey le dieron un brebaje compuesto de hierbas y testículos de toro, y a la mañana siguiente amaneció muerto, vamos que falleció víctima de un «viagrazo».

Puede que en alguno de los viajes de la corte pasaran los monarcas por Talavera y se columpiara en la vetusta encina doña Germana, ¿quién lo sabe? Lo que sí es cierto es que la joven reina tuvo tras la muerte del rey Fernando una apasionada relación con su nietastro Carlos V de la que nació una hija bastarda.

Está el árbol monumental en la misma linde del camino y su tronco está hendido en dos. Su copa es más frondosa y globular que la de la encina Meregil.

Cerca de ella hay otra encina peculiar llamada en Pepino «La Tiesa» por estar podada de forma que ha alcanzado gran altura.

 

Camino empedrado hacia la encina Merejil

 

FOTOS ANTIGUAS DE LA PLAZA DEL RELOJ (Y 2)

Vamos hoy a observar otra serie de fotografías de la plaza del Reloj en la que estudiaremos otros lados y perspectivas de esta plaza emblemática de Talavera situada junto a una de las entradas principales del primer recinto amurallado y donde confluían varias calles que alojaron oficios y comercios medievales y de ahí sus nombres: Cerería, Mesones, Zapaterías (San Francisco) o Carnicerías , además de la Corredera que discurría a lo largo de la muralla.

Fue cruce de caminos y lugar de encuentro donde se desarrolló una mayor actividad comercial que hizo que en tiempos se la denominara plaza del Comercio. También se llamó plaza de la Villa y en ella se instaló el rollo jurisdiccional durante un tiempo. Plaza de la Constitución en diferentes épocas históricas y de monarcas como Fernando VII, Isabel II o Alfonso XIII, para después de la guerra llamarla del Generalísimo.

Tuvo esta plaza esos nombres a lo largo de la historia, aunque popularmente ha sido conocida como Plaza del Reloj porque desde el siglo XVI se instaló sobre la torre albarrana adosada al arco de San Pedro un reloj que regía la vida de la ciudad, sustituyendo a otros que se instalaron anteriormente en la plaza del Pan y en la torre de la Colegial. Después se situó en una torre derribada en 1934, hasta que se instaló en el edificio actual.

Fachadas del lado oriental de la Plaza del Reloj. A la izquierda el edificio que ocupaba el actual solar del bar Nueva España

Esta primera foto nos muestra las edificaciones de tres alturas del lado oriental de la plaza con los balcones típicos talaveranos que cantó Rafael Morales y comercios en la planta baja. Una farola de hierro ocupaba el centro de la plaza.

Edificio que ocupaba el lado sur de la confluencia de la calle San Francisco.

El edificio de ese lado sur, en la confluencia de la calle San Francisco en la plaza del Reloj se construyó en los años 50 con un estilo muy similar al del hotel La Española situado enfrente con la torre del Reloj.

Confluencia de la calle Carnicerías con la plaza del Reloj de los años cuarenta.

En la otra acera del inicio de la calle San Francisco se encontraba el bar Metro Chico del que se observa en la foto anterior la cerámica de su fachada. Todavía no se ha construido el edificio del Banco de España y se combinan edificios de ladrillo de arquitectura tradicional con otros que pretenden tímidamente mostrar cierto aire de modernidad.

Postal de Ruiz de Luna de la plaza del Reloj vista desde la confluencia de la calle Carnicerías.

La entrada de Arco de San Pedro como vemos a la izquierda en la foto anterior también tenía soportales en una acera, y en la otra se encontraba la antigua torre del reloj de la que hablaremos en otra ocasión. En el centro se observa la farola de fundición. Las casas castellanas porticadas del fondo nos muestran la verdadera arquitectura tradicional talaverana.

Arco San Pedro con dos de los edificios que supusieron un intento de modernización de la plaza en los años 50

La torre del reloj antigua se derriba en 1934 y se sustituye por el edificio que hace esquinazo exhibiendo arriba el reloj y un remate típico de la arquitectura urbana de mediados del siglo XX. Al lado, el hotel La Española que es en realidad un edificio diferente como se ve en las siguientes fotografías, aunque se combinaron después ambos para formar un conjunto.

La antigua torre del Reloj y el Hotel La Española
El hotel La Española antes de derribar la primitiva torre del Reloj
La plaza del Reloj desde la confluencia de la calle Carnicerías

En la anterior fotografía se observa a la derecha el edificio que ocupaba la actual oficina de correos, en cuya planta baja primero hubo unos billares y después una zapatería .

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA (1)

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA

Ayer en nuestra sección del Museo de los Horrores veímos el esperpento causado por las obras de remodelación de la Plaza del Reloj y hoy traemos algunas fotos de cómo era la plaza antes de que varias generaciones de talaveranos hicieran de las suyas con este lugar emblemático de la ciudad.

Hoy traemos una serie de fotografías y postales que nos muestran el lado norte de la plaza y en próxima entrada veremos otras perspectivas.

Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece por detrás de la mujer es la actual cafetería Nueva España Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece junto a la escalera es la actual cafetería Nueva España

Esta primera fotografía nos muestra la zona noreste de la Plaza, Al fondo, tras una escalera de mano se puede ver la vivienda de tres pisos que ocupa actualmente la cafetería Nueva España, fundada en los años cuarenta como su nombre hace sospechar. Edificio de Vargas todavía está porticado como en toda buena plaza castellana y un grupo de guardias civiles hablan junto a él con paisanos. Aparece el rótulo de Ferretería Carrasco» y da la sensación de haberse celebrado un acto público antes de tomarse la instantánea

El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recear con el adefesio de la entrada anterior en esta web El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recrear con el adefesio del post de esta web «Un ovni en la plaza del Reloj»

Como vemos en esta otra fotografía, la Corredera y la plaza del Reloj mostraban a principios de siglo unos magníficos soportales con columnas de granito decorados con capiteles que en algunos casos parecen antiguos. En una talavera rural como aquella las caballerías pasaban por la plaza y vemos que todos los tipos salvo el del fondo parecen tipos dedicados a las labores agrícolas. También adornan las fachadas balcones como los que recuerda Rafael Morales en sus poemas.

Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente

Bonitas viviendas de tres alturas en los edificios que albergarían a   «Vargas» y «Mazuecos», aunque este último establecimiento es posible que ya sea uno de los comercios por la edad de la foto. Si pincháis la foto veréis como todo el rincón inferior derecho está retocado por posible deterioro de la plaza, aunque se aprecia el rótulo «Almacén de Hierros» «Ferretería y quincalla» también se ve la base de la antigua torre del Reloj de la que hablaremos otro día. Se ven carros tirados por caballerías.  En la foto anterior el edificio está porticado.

Al fondo se ve un edificio que en la última altura tiene las típicas ventanas rematadas en arco de medio punto de las que apenas quedan muestras pero que eran muy frecuentes desde el siglo XVI en los edificios talaveranos, como se observa en el dibujo de Van der Wingaerde.

Es una fotografía más antigua que la anterior que ya muestra en este solar otro edificio sin el corral delantero.  A su izquierda lo que hoy es  el bar Nueva España y luego un edificio con una relojería en su bajo donde comienza la calle de Mesones.

Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del reloj Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del Reloj.

Esta escena costumbrista con tipos rústicos en la plaza del Reloj nos da algunos datos sobre las forma de vestir a principios de siglo en nuestro medio rural, los sempiternos pañuelos y largos guardapiés para ellas y la faja, los pantalones de pana, el blusón y la montera del personaje del borrico. vemos también enfrente la ferretería Carrasco en el edificio de «Vargas» y es foto coetánea con la primera por estar todavía los edificios porticados.

Fachadas del lado norte de la Plaza del Reloj

Es frecuente ver vehículos detenidos en la plaza por ser lugar  habitual de la parada de los primeros coches de línea y coches de alquiler que operaban en la ciudad,

Otra vista de la misma línea de fachadas de época muy próxima.

Vemos en las dos fotografías las casas porticadas y las casas con comercios, una arquitectura castellana desgraciadamente desaparecida salvo las casas porticadas situadas frente al Cristo de los Mercaderes.

Pórticos del noroeste de la plaza del Reloj

UNA HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICA DE TALAVERA (8) APUNTES SOBRE LA TALABAYRA MUSULMANA

La corte de Abderramán III gran impulsor de Talavera y sus fortificaciones

TALABAYRA

Recién iniciadas las campañas de conquista de los musulmanes en la península, aparece Talavera en las crónicas como el lugar donde Muza, gobernador del Magreb, se encuentra con su lugarteniente Tarik que, con su expedición relámpago, había conseguido el dominio de la hispania visigoda venciendo al rey Rodrigo. Este hecho un tanto legendario y que diferentes autores localizan en diferentes lugares parece que tuvo lugar en Talabayra en el año 713 y el liberto bereber Tarik, para suavizar el enfado de su superior que venía a su encuentro desde Mérida, trajo inmensas riquezas como presente desde Toledo, ciudad en la que se encontraba cuando fue requerido por su superior. Los cronistas destacan entre esos regalos la llamada mesa de Salomón fabricada en metales y piedras preciosas, además de las coronas de los reyes godos, pero cuentan que no fueron suficientes para aplacar las iras de Muza por la desobediencia del general, humillándole de palabra e incluso abofeteándole.

Talavera y su entorno fueron ocupadas y repobladas por aguerridos pueblos beréberes que defendieron la zona fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes convirtiéndose la ciudad en una de las llaves estratégicas entre ambos territorios. En ocasiones, tribus beréberes que se habían sublevado en otros lugares y ciudades del territorio de Al-Andalus acudieron a refugiarse a Talavera en la que los repobladores eran mayoritariamente de esa etnia, como lo eran los habitantes de la próxima ciudad de Nafza, que parece se corresponde con Ciudad de Vascos.

Arco de herradura en el castillo árabe de Marco en Villar del Pedroso

Dado que muchas de las sublevaciones internas contra el poder árabe estaban protagonizadas por estos pueblos norteafricanos, la frontera norte de Al-Andalus se convirtió, sobre todo en el valle del Duero, en una zona sumamente insegura que aprovechó el rey asturiano Alfonso I para ampliar su dominio territorial hacia el sur. Este hecho obligó a los árabes a crear una línea de fortalezas con el Tajo como eje que servirían para frenar el avance cristiano. En nuestra comarca, la propia Talavera, Canturias, Nafza, Castros, Espejel o Alija fueron algunas de esas fortalezas, todas ellas situadas a las orillas de nuestro río.

En el año 788 muere Abderramán I dejando su reino al tercero de sus hijos, Hixem. Sus dos hermanos, Suleiman y Abdalah no lo aceptan y se hacen fuertes en Toledo sitiándolos Hixem. A duras penas se mantiene la paz hasta su muerte en 796. Nombra heredero a su hijo Al-Hakam, que ordenó mejorar las fortificaciones de Talavera, pero sus tíos Abdalah y Soleimán vuelven a reclamar su derecho dinástico y se sublevan nombrando a Ubayd Allah Humayd como autoridad suya en Toledo.

Los bereberes de Talavera, al mando del renegado Amrús, permanecen fieles al emir de Córdoba que le ordena sofocar la rebelión de los toledanos. Consigue el jefe de la guarnición talaverana que, a cambio de dinero y riquezas, le entreguen la cabeza del general rebelde de Toledo. Los emisarios que traen la cabeza a nuestra ciudad son bereberes toledanos, los Banú-Majsi, que tenían cuentas pendientes con el clan de los bereberes talaveranos y al anochecer, aunque habían depuesto sus armas contra el emir son asesinados por venganza. Amrús deja en Toledo a su hijo Yusuf como jefe de la guarnición.

Placa fundacional de la muralla y la alcazaba levantadas por Abderramán III

Pero no es este el único suceso sangriento en que se ve envuelto el jefe militar musulmán de Talavera, ya que en el 805 los toledanos, ayudados por soldados francos, vuelven a sublevarse y Yusuf es tomado preso. Amrús vuelve a vencer, se inician conversaciones y se restablece la paz simulando Amrús haber perdonado a los insumisos e invitándoles a una fiesta en la que, durante la conocida como “Jornada del Foso”, asesina y decapita a cuatrocientos notables árabes toledanos y expone sus cabezas en público. Cuentan las crónicas que este hecho fue presenciado por un adolescente, el futuro Abderramán II, que quedaría afectado toda su vida por un tic nervioso originado por la impresión que le causó la masacre.

Estas y otras sublevaciones de los toledanos explican la importante fortificación de Talavera pues, como vemos, su importancia estratégica no estaba sólo condicionada por ser un bastión ante el avance cristiano sino también como punto de control sobre los insumisos toledanos, junto a otras ciudades como Madrid, Zorita y Calatrava  que con ese fin fueron fortificadas por Muhamad I que, en el caso de esta última fortaleza manchega, refuerza su guarnición en el año 855 con  gentes de Talavera, conocidas en la época por su ímpetu y preparación militar.

Pero los enfrentamientos entre Toledo y nuestra ciudad no cesarían y así, en el año 857, las tropas bereberes toledanas atacan Talavera, sufren una emboscada y son setecientas las cabezas de los vencidos atacantes que son enviadas a Córdoba.

Ahmed ben Muhawiya, un cordobés apodado Ibn al Quitt, “el hijo del Gato” se hace pasar por mahdí, jefe religioso miembro de la familia de Mahoma que debía venir a destruir la fe corrompida y restablecer la verdadera fe del Islam en todo el universo. Este visionario predica la guerra santa a los bereberes de las fronteras inferior y media prometiéndoles conquistar la ciudad de Zamora. Las gentes berberiscas de Talavera y su alfoz se unen masivamente a la iniciativa y Al-Quitt reúne un ejército de 60.000 hombres. Le ayuda el jefe de Nafza y en esta ciudad musulmana se establece el cuartel general. Cercada Zamora en el año 901, Al -Quitt es derrotado y su cabeza colgada como trofeo en una de las puertas de la ciudad.

A medida que se fortalecen los reinos del norte, comienza Talavera a sufrir las incursiones de los monarcas cristianos como es el caso de Alfonso III, rey de León que, en una expedición contra el reino de Toledo, ataca Talavera y vuelve a Zamora con un rico botín a comienzos del siglo X. Otras incursiones de D. García, Ordoño II, Ramiro II y Ordoño III afectan a la Talabayra musulmana de este siglo ocasionándola en mayor o menor medida daños en sus murallas, despoblación, destrucción de cosechas y pérdida de ganados y otros bienes.  En el año 936, Abderramán III construye la alcazaba talaverana dejando en la torre sureste la placa fundacional que hoy se halla en el Museo Arqueológico Nacional.

En otras ocasiones Talavera servía de campamento base para las razzias de los musulmanes contra los reinos cristianos de Galicia o León.  El mismo Almanzor pernocta en la alcazaba talaverana en una de sus aceifas contra los cristianos.

Tinaja musulmana con inscripción en árabe hallada en Talavera al hacer obras en el arco de San Pedro, una de las puerta musulmanas de la muralla

Todos estos hechos bélicos en torno a la ciudad condicionaron no sólo la ya comentada fortaleza de sus murallas, sino la abundancia de atalayas y torres de observación en su entorno y en toda la comarca, es el caso de las atalayas de Segurilla, El Casar y Mejorada, o de castillos como el del Cerro de San Vicente, toda una línea de observación y avanzadilla situada en las elevaciones de El Berrocal, para que Talavera no fuera sorprendida ni por los ataques cristianos ni por los reinos taifas vecinos en los últimos años de la dominación árabe. Parece que desde las atalayas se avisaba a la población con señales de humo. Tenían una puerta elevada sobre el suelo con una escala que se podía retirar en caso de peligro y varios pisos sin apenas huecos de ventana y almenadas en su borde superior. La de El Casar se observan algunas estructuras de habitación en su entorno.

Talavera contaba con un sistema de inundación del foso que discurría entre la muralla y otro muro externo de menor envergadura. Este sistema se alimentaba de las aguas del Tajo que inundaban el foso cerrando las presas y aliviaderos de los molinos y aceñas del Tajo pero en algún asedio se invalidó su misión defensiva derribando simplemente la presa de los molinos de Abajo.

Dividido Al-Andalus en reinos taifas, Talavera queda incluida en el reino de Toledo y uno de sus reyes, Al Mamum tiene que huir a Talavera tras su derrota a manos del reino taifa de Zaragoza que había conquistado parte de sus territorios de Guadalajara. Desde nuestra ciudad pide ayuda al rey de Pamplona enviándole dinero y regalos.

Atalaya de El Casar de Talavera

El sucesor de Al-Mamum fue el último rey árabe de Toledo, Al- Qadir. Su debilidad, las revueltas internas y la injerencia de taifas vecinos como el de Badajoz o el de Zaragoza, obligaron a Al Qadir a pedir ayuda a Alfonso VI que se la concedió en varias ocasiones, pero imponiéndole cada vez condiciones más duras, incluso la concesión de la fortaleza musulmana más cercana a Talavera, Canturias, en el Tajo, frente a la actual población de Calera.

Alfonso VI había sido acogido por Al- Mamum en Toledo hasta la muerte de su hermano y enemigo Sancho IV. Aunque Alfonso VI, mientras vivió su anfitrión, respetó la integridad del reino de Toledo, pero la precariedad de la situación de Al-Qadir llevó a la postre a la capitulación de la ciudad de Toledo en 1085. Dos años antes, en 1083, Talavera y otras plazas cercanas, ya estaban en manos cristianas.

DONDE LA CELESTINA ECHABA GASOLINA

Hoy traemos al Museo de los Horrores el estafermo que permanece en pie en la plaza de El Salvador.

Espantosa estructura en la Plaza del SalvadorLos vecinos, con muy buen criterio, han calificado al invento de «gasolinera» por ser una estructura de hierro con azulejería más digna de un anuncio de Nitrato de Chile que de la tradicional cerámica renacentista del Imperio Español, aunque lo que aquí impera es el más gusto y el sin sentido.

Una plaza es por definición un lugar de encuentro, un lugar abierto donde sobran paredones, hierros y escalinatas, y que tal vez en otro lugar fuera aceptable, de mucha modernidad e ingenioso efecto, pero no aquí.

Fotografía de los restos de Fernando de Rojas en el momento de su descubrimiento

 

Otra visión del petardo con la iglesia de El Salvador al fondo

En esta plaza se encuentra uno de los cuatro monumentos del mudéjar de Talavera, la iglesia de El Salvador, que como todo el mundo sabe es lo que mejor combina con la estética Campsa del petardo que nos endilgó el anterior ayuntamiento.

La plaza de El Salvador en los años 70 antes del desaguisado

En la parte posterior de la fotografía se observa el escaparate de algo muy bien traído al caso, una carnicería. Pues bien, el solar de ese edificio ocupa el del antiguo convento de la Madre de Dios donde fue enterrado Fernando de Rojas, alcalde de Talavera y autor de la segunda obra más universal de la literatura española, «La Celestina».

Fachada del desaparecido convento de la Madre de Dios, donde fue enterrado Fernando de Rojas

Pero en eso no han caído, tal vez porque ni lo sepan, y por ello ni un monumento, ni una referencia, ni una humilde placa al inmortal autor que debería ser orgullo de la ciudad. Eso sí, los alcaldes de Talavera se ponen calles y placas unos a otros al acabar sus mandatos, merecidamente por supuesto, pues todos conocemos el estado calamitoso en el que han dejado unos y otros a su ciudad.

Grabado en una de las primeras ediciones de La Celestina

 

 

HISTORIA FÁCIL DE LA CERÁMICADE TALAVERA (7) LOS VISIGODOS

LOS VISIGODOS EN TALAVERA

Botella visigoda hallada en la villa de Saucedo

A comienzos del siglo V llegan las primeras oleadas de pueblos bárbaros a nuestra tierra. Los hispano-romanos que, en plena decadencia del imperio, habían sufrido un proceso de ruralización ven llegar en primer lugar a los alanos que permanecen aquí hasta el año 409.

No sabemos si la actual Talavera se correspondía con la Caesaróbriga romana o coincidía más bien con la que los visigodos llamarían Aquis y que fue sede episcopal, o la Elbora  que además fue ceca en la que se acuñaron monedas, y era identificada con Talavera por Lucas de Tuy. Lo cierto es que nuestra ciudad se encontraba tanto en lo político como en lo eclesiástico en el ámbito de la Lusitania, provincia de la que, ya desde los tiempos romanos, había sido límite occidental. Los suevos ocupan la comarca en la tercera década del siglo V y permanecen en ella hasta el año 456, cuando a su vez son desplazados por los visigodos que, tras algunos años de inseguridad y luchas con los suevos de gran crueldad y destrucción, se asientan aquí definitivamente con Eurico en el año 468.

Las dos terceras partes de las muchas villae que sin duda se repartían por las vegas talaveranas caen en manos godas, permaneciendo el resto en propiedad de los hispanorromanos. Puede que Aquis fuera una de esas villae que con la cristianización se convirtieron en basílicas, como la de las Tamujas en Malpica o la de Saucedo en Talavera la Nueva.

El rey Wamba convierte a Elbora en sede episcopal presionando al metropolitano de Mérida, de nuestro obispado fugaz se conocen los nombres de dos obispos Leovigildo y Marino. También en ese monasterio se encontraba el sepulcro de San Pimenio que se traslada a Aquis en tiempo de Ervigio, año 681. Los suevos continúan atacado la lusitania por lo que no cesa el proceso de ruralización al que también contribuye la endémica lucha interna de las facciones visigodas, Witiza parece que destruyó las murallas de la ciudad en su política de destruir las defensas de las ciudades no adeptas a él.

Otro rey godo, Liuva, hijo de Recaredo, fue, según se cuenta en los cronicones en 1079 el párroco de Santa Justa de Toledo, quien en el año 601 “con celo cristiano mandó quitar los ídolos (Ceres, Palas y Júpiter) y derribar el templo, fabricó nueva y suntuosa ermita y en ella colocó la imagen de Nuestra Señora de la Madre de Dios del Prado” También San Ildefonso, tomó a la ermita bajo su protección, según los antiguos historiadores talaveranos, aunque con poco fundamento. En la iconografía de su cerámica aparece este obispo toledano que vivió en el siglo VII, cuando le es impuesta la casulla por la Virgen.

Capitel visigodo en Mohedas de La Jara

Entre los hallazgos arqueológicos de la época podemos enumerar algunos fragmentos de elementos arquitectónicos como fustes de columna, un cimacio de tipología emeritense del siglo VII, pedazos de celosías y varias fíbulas entre las que resalta una aquiliforme del Museo Arqueológico Nacional. La pilastra del museo Ruiz de Luna es de los elementos más significativos entre los de antiguas construcciones visigodas que se han hallado en la ciudad

Tapa de la sepultura de Litorio hallada en La Trinidad y que hoy se encuentra en la Basílica del Prado

Pero la pieza más interesante de la arqueología talaverana de este periodo, es la lápida sepulcral de Litorio, aunque está datada en época visigoda, pertenece a un hispanorromano, Litorio. Se encontró en 1512 cuando un hombre cavaba un pozo junto al que fue monasterio de La Trinidad, al comienzo de la calle que hoy lleva ese nombre. Se trataba de un sepulcro de mármol blanco, aunque la tapa de pizarra negra es la que se conserva con una inscripción que dice: LITORIUS FAMULUS DEY VIXIT ANNOS PLUS MINUS LXXV. REQUIVIT IN PAZE DIE VIII KLS JULIOS ERA DXXXXVIII (Litorio, siervo de Dios, vivió años setenta y cinco, poco más o menos: reposó en paz a 23 de Junio, era de 548). Una cruz y un crismón con su alfa y omega se hallan también grabados en la lápida. Según Ildefonso Fernández, puede que este Litorio fuera hijo de otro del mismo nombre, general en Roma que fue apresado por los godos y que tuvo un vástago que vivió y murió en Ebura de la Carpetania.

Cuenco visigodo hallado en Valdepusa

En el yacimiento romano de Saucedo se ha constatado también la transformación de la gran sala de la villae en una basílica paleocristiana, en el lado sudoeste se ha encontrado una piscina bautismal de inmersión con escalera de ascenso y descenso, una plaqueta decorada de mármol servía de sumidero y se dibuja en ella una roseta hexapétala, también se halló un altar paleocristiano con un crismón grabado. La planta es rectangular con ábside cuadrado. En los mosaicos destaca un neptuno que entre los primeros cristianos tuvo el significado simbólico de la salvación, otro de los motivos es el delfín que como el pez simbolizó al Salvador, una crátera es también motivo paleocristiano. Otros mosaicos tienen motivos geométricos o una mujer con una cornucopia. Las monedas que se han documentado en el yacimiento nos hablan de una ocupación continuada desde el siglo II al VIII.

Jarrito hallado en Los Navalmorales. Como éste son los que se encuentran en muchas de las tumbas visigodas.

Las piezas cerámicas tal vez más representativas so los jarritos y botellas que aparecen con mucha frecuencia en los enterramientos visigodos. Es el caso de la necrópolis del Cerro de los Moros en Torrecilla de la Jara, donde aparecieron en las tumbas estas vasijas junto a la cabeza de los difuntos, de considerable altura, por cierto. No se sabe si formaba parte de rituales para que el muerto tuviera alimentos en su paso al más allá o simplemente contenían perfumes.

En cuanto a las vajillas de uso doméstico es difícil a veces diferenciarlas de las cerámicas de uso común tardorromanas porque las tipologías permanecen en el tiempo dada la romanización de estos pueblos germánicos recién llegados. Suelen estar hechas a torno lento con cocción oxidante y a veces algo alisadas las superficies.

La mayor parte son vasijas algo toscas y con escasa decoración, solamente algún zig-zag o algunas incisiones de repetición. Se han hallado ollas, jarras, jarritos y pucheros de pequeño tamaño tal vez de uso individual, botellas con pitorro o botijitas, cuencos, tazas etc…

LA PRIMERA POLICÍA RURAL, LA SANTA HERMANDAD REAL Y VIEJA DE TALAVERA

¿QUÉ ES LA SANTA HERMANDAD DE TALAVERA?

Breve introducción al conocimiento de esta institución que es el antecedente directo de la Guardia Civil con atribuciones de vigilancia de la naturaleza, el primer Seprona

Cuadrillero de la Santa Hermandad en el siglo XVIII, ballestero.
Cuadrillero de la Santa Hermandad en el siglo XVIII, ballestero.

Cuenta la leyenda que cuando Fernando III el Santo cruzaba los Montes de Toledo fue asaltado por una partida de bandidos y, aunque él no sufrió daños, llegaron a robar el ajuar al propio Rey. Fue entonces cuando éste cayó en la cuenta de la gravedad de las denuncias de inseguridad que los repobladores de los Montes de Toledo y de La Jara le hacían desde hacía tiempo sobre que toda esa tierra de nadie que había quedado desierta tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 estaba infectada de bandoleros y soldados de fortuna licenciados y sin oficio, además de otros bandidos, que asaltaban a los ganaderos, labriegos y sobre todo a los colmeneros. Estos últimos habían decidido defenderse contra esos malhechores que asustaban a los repobladores por la rapiña que ejercían sobre el territorio casi desierto entonces de La Jara.

Fragosas sierras de La Jara, despobladas con su bosque mediterráneo impoluto entre casqueras, refugio ideal para partidas de bandoleros

Fragosas sierras de La Jara, despobladas con su bosque mediterráneo impoluto entre casqueras, refugio ideal para partidas de bandoleros

Muchas de esos grupos pertenecían a los famosos golfines,  salteadores que con el tiempo se hicieron nobles e incluso construyeron palacios que se mantienen todavía en pie en la ciudad de Cáceres.

Aunque esta es una versión legendaria de la fundación de las hermandades, lo cierto es que a partir del siglo XIV se fundan estas instituciones que son unas de las primeras policías rurales que se establecen en Europa y el precedente directo de la Guardia Civil. También son precursoras del ejército, ya que son las primeras fuerzas armadas que se mantienen de forma permanente, siendo requeridas con frecuencia por los monarcas para ayudarles en los enfrentamientos bélicos de la Edad Media. Es por ello que todos los reyes les dan numerosos privilegios fiscales y de otro tipo, pues les son de gran utilidad. Los Reyes Católicos crean las hermandades nuevas, basándose en la Hermandad Real y Vieja de Talavera, Toledo y Ciudad Real.

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Monumento a los repobladores de La Jara en Alcaudete

Las hermandades aparecen en numerosas alusiones de la literatura del Siglo de Oro por sus temidos cuadrilleros, e incluso en dichos populares como ese que dice “A buenas horas mangas verdes” para referirse a alguien que llega tarde a solucionar un problema. Los cuadrilleros de la Santa Hermandad vestían de verde y como iban a caballo o a pie y tenían que cubrir grandes distancias, a veces era poca su efectividad real en la persecución de los delincuentes. Este color verde lo tomó después la Guardia Civil, como sucesora que fue de la hermandad en la vigilancia del medio rural.

La Santa Hermandad estaba perfectamente organizada con una jerarquía compuesta por dos alcaldes, dos regidores, un Cuadrillero Mayor, jefe directo de la fuerza armada, un carcelero y los escribanos. Los alcaldes eran al mismo tiempo jueces, por lo que su poder era simultáneamente ejecutivo y judicial y de hecho, en los primeros tiempos de la Hermandad se asaeteaba a los delincuentes atados a un árbol cuando se les capturaba in fraganti después de un delito. Aunque en general se hacían juicios con todas las garantías habituales en la época, con su defensor e incluso sus pruebas periciales. Como por ejemplo, cuando después de un robo de trigo se midió el grosor y la densidad del grano para comprobar que era el mismo cereal que el hallado a los ladrones. También se realizaban reconocimientos forenses por el médico, el cirujano o la comadrona en caso de violaciones, asesinatos, lesiones etc. Cuando se iniciaba un proceso lo primero que se le hacía al acusado era embargarle todos sus bienes para pagar así las costas del proceso y, en general, era difícil que se los devolvieran aunque luego resultara inocente.

También se les podía aplicar tormento a los reos para que declararan y en el Archivo Municipal de Talavera se guardan algunas actas de estas torturas con todo lujo de detalles escabrosos sobre, por ejemplo, la aplicación del potro a algún acusado. En la cárcel se les daba poca alimentación y en general los presos comían lo que les llevaban sus familias o algunas instituciones caritativas. Las penas eran muy variadas, desde la cárcel a las galeras, los trabajos forzados, el destierro de la comarca etc. La pena de vergüenza pública se hacía recorriendo siempre un trazado concreto del callejero talaverano, arrastrando al culpable en un serón de esparto con el sambenito puesto y pregonando sus delitos, salvo en el trayecto de la calle de El Perdón, llamada así por este motivo. La pena de muerte no era muy frecuente, pero sí la de trabajos forzados en las minas de azogue de Almadén, que equivalía a una muerte casi segura debida a la intoxicación por mercurio.

Tenía la hermandad una serie de normativas que podíamos considerar “ecológicas”, que derivaba de la original protección que se quería dar a los colmeneros al comienzo de la historia de la institución. Esas normas impedían perjudicar a la apicultura por los incendios, las talas abusivas de arbolado, las quemas de monte bajo, o el descorche de los alcornoques, pues los corchos servían para hacer las colmenas. Incluso se premiaba en metálico a aquellos que trajeran a la sede de la hermandad en la puerta de Zamora las garras y la cabeza de un oso, e incluso se pagaba más cantidad si era una hembra o un osezno.

En la Santa Hermandad estaba por cuestiones de prestigio la mayor parte de la nobleza talaverana, pero también por cuestiones de exención fiscal, ya que desde la Edad Media no estaban obligados a pagar ciertos impuestos sus componentes. El impuesto que principalmente financiaba a la entidad era la asadura, que correspondía a una cabeza de ganado por un determinado número de reses que cruzara las tierras talaveranas.

Las hermandades de Toledo, Talavera y Ciudad Real se juntaban en las Llegas, que eran reuniones en lugares más o menos equidistantes de las tres ciudades como el pueblo de Navas de Estena o El Molinillo. Establecían sus tiendas y pendones en señal de su poder y hacían en determinadas ocasiones desfiles muy vistosos haciendo alarde de su armamento y sus trajes.

Su sede y cárcel estaba en la Puerta de Zamora, donde se guardaban sus documentos y privilegios en su capilla de la Virgen de Rocamador, patrona hermandina Edificios todos prácticamente desaparecidos por la desafortunada remodelación de la plaza, incluido un magnífico artesonado decorado con pinturas mudéjares. En el Archivo Municipal de Talavera se guardan casi mil causas criminales donde se pueden extraer argumentos para mil novelas.

 

Dehesas y sierras de La Jara occidental

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

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