CAPILLA DE SANTA LEOCADIA, SAN SEBASTIÁN Y QUINTA ANGUSTIA EN LA COLEGIAL

CAPILLA DE SANTA LEOCADIA, SAN SEBASTIÁN Y QUINTA ANGUSTIA EN LA COLEGIAL

Cuadro de Santa Leocadia que preside la capilla del mismo nombre obra de Blas de Prado

La siguiente capilla del lado norte si seguimos hacia poniente desde la de los Samtos Mártires es la de Santa Leocadia. En ella es de destacar un buen retablo emparentado con los realizados por el Greco para Santo Domingo el Antiguo de Toledo, según el profesor Juan Nicolau. En la predela se representan en relieve algunas escenas del martirio de la santa y en la parte central se enmarca la mejor pintura que guarda la Colegial según el mismo autor y “pintura muy estimable” para el conde de Cedillo.

El autor es Blas de Prado, fue pintada en 1592 y está en su estilo muy influenciada por la corriente manierista. Tiene por motivo a la santa saliendo de su tumba y San Ildefonso cortando un fragmento de su velo en presencia de Recesvinto. El otro cuadrito de la parte superior del retablo representa a la Virgen y el Niño mientras unos ángeles la ofrecen unas rosas. Blas de Prado fue un pintor renacentista nacido en Camarena en 1545. Fue enviado por Felipe II a pintar en Marruecos unos retratos de la familia del sultán. Destacan entre sus obras una Virgen con el Niño y un retrato del venerable Alonso de Villegas, ambos en el Museo del Prado. Fue también autor de buenos bodegones y algunos ven en su estilo influencias rafaelistas.

También se encuentran en esta capilla dos cuadros de Tristán que representan a San José y a San Jerónimo, y que probablemente proceden del monasterio de Santa Catalina.

Cuadro de San José obra de Tristán en la capilla de Santa Leocadia

Fundó esta capilla el canónigo Alonso de Paz en 1588 y en ella radicaba la Hermandad de la Purificación que ayudaba con «socorros y entierros» a los clérigos pobres de la villa y de fuera de ella. Tuvo también la función de capilla de la parroquia de Santa María propiamente dicha y por ello tenía anexa una pequeña dependencia que hacía las veces de sacristía. Hoy día se utiliza también también para decir en ella las misas de diario.

Es interesante otro retablo con una pintura de San José que parece se encontraba antes en la sacristía y es obra de Antonio Palomino sobre un buen altar de mármol. Este pintor de origen valenciano nació en 1655 y trabajó en Córdoba donde comenzó a trabajar haciendo copias. Marchó a Madrid en 1678 donde con el apoyo de Claudio Colello y Lucas Jordán fue nombrado pintor del rey en 1688. A partir de entonces realizó numerosas obras tanto en frescos como en lienzo escribiendo además imprescindibles obras sobre historiografía del arte español.

San Jerónimo en una obra de Tristán que se encuentra en la capilla de Santa Leocadia

También se conserva una pintura de la Virgen del Sagrario. A finales del siglo XVIII el deán Bartolomé de Cisneros hizo pintar el recinto y colocar un retablo con la Virgen del Sagrario, siendo a su muerte enterrado en esta capilla que está cerrada por una gran reja renacentista y cuenta con un zócalo de azulejería talaverana del siglo XVII.

CAPILLA DE SAN SEBASTIÁN

Rejería con el escudo de en la capilla de San Sebastián

Iluminada por una gran ventana con buena reja que da a la Plaza del Pan se encuentra una capilla erigida por Hernando de Alonso, fundador también del Hospital de la Misericordia ( lo que hasta hace poco fue «Casa de Socorro»,  frente a la Colegial). Ésta que fue capilla bautismal con la pila donada por él mismo, sala capitular adornada con cerámica en la que se reunía el cabildo de los canónigos y capilla de San Sebastián, acabó convirtiéndose en la sala que alberga el rico archivo de este templo y de las demás parroquias talaveranas.

En ella se encuentran representados los apóstoles en 12 cuadros que proceden también del monasterio jerónimo y que se hallaban antes de su traslado aquí en la iglesia de El Salvador.  Se inspiran en grabados de Hendrick Goltzius de 1617.

Capilla de San Sebastián con veijos documentos de l archivo de la colegial y cuadros representando a los apóstoles
Fotografía de la Colegial de la revista Blanco y negro en la que todavía se puede ver el coro con la capilla de la Quinta Angustia hoy desparecida

CAPILLA DE LA QUINTA ANGUSTIA

En el trascoro se instaló la capilla de la Quinta Angustia hoy desaparecida. Estuvo adornada con un grupo escultórico hispano flamenco del siglo XVI sobre el mismo tema que acabó en la capilla de San Juan Bautista, hoy  dependencia de paso al claustro. La cámara que nos ocupa sirvió como enterramiento del primer marqués de Sofraga, miembro de los consejos de Estado y de Guerra de Felipe III, aunque su fundación también se debió a Hernando de Alonso, que además financió la construcción del púlpito. Este clérigo siempre ponía por armas  en sus obras un libro, pues le gustaba decir que «las armas de un sacerdote no eran otras sino el breviario».

El grupo escultórico de la Quinta Angustia que se ve en la foto anterior y que ahora está instalada en la capilla de entrada al claustro

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2) de Caesaróbriga a la Talavera Medieval

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2)
de Caesaróbriga a la Talavera Medieval

Continuamos una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Ara romana en la que aparece el nombre de nuestra ciudad en la que aparece el nombre romano de nuestra ciudad: Caesaróbriga. En dibujo del padre Fita

Los romanos distribuyen las tierras hispanas en las tres provincias, la Bética, la Tarraconense y la Lusitana. Observan que nuestra tierra está poblada por los vettones, pueblo de la misma etnia que los lusitanos y que por tanto son encuadrados por el Imperio en esta misma demarcación territorial, que tiene como frontera oriental una línea que discurre aproximadamente a la altura de la localidad de Santa Olalla, claramente coincidente con el límite geográfico queaún hoy mantiene nuestra comarca natural. Son varios los autores que consideran que ya en tiempos romanos Talavera era una especie de capital administrativa de un gran territorio rural en el que se distribuían numerosas villas dispersas y donde parece haber tenido importancia económica la minería de numerosas explotaciones de La Jara,  la trashumancia y el asentamiento de las legiones romanas. Talavera fue sin duda una importante ciudad romana, capital de un extenso territorio en la que había lujosos templos y edificios y donde no se descarta que hubiera edificio públicos como circo o teatro, aunque todavía no se hayan encontrado por los numerosos arrasamientos de la época medieval.

Excavaciones de edificios y templos romanos bajo el actual centro Rafalel Morales en la Plaza del Pan

De cualquier forma, la gran cantidad de inscripciones romanas localizadas en nuestra ciudad, de las que entre otras cosas se ha deducido la denominación de Talavera como Caesarobriga, nos hablan de una población de importancia, como se deduce por tener uno de los corpus epigráficos más ricos de la península.

En la época más tardía se produce una crisis generalizada que conlleva una dispersión rural de la población, como demuestran los numerosos yacimientos tardorromanos y las villas que se hallan esparcidas por la tierra de Talavera. Algunas de esas grandes villas romanas presentan plantas basilicales que demuestran la cristianización en la época de las gentes que habitaban la comarca, cuyo ejemplo más representativo es la villa romana de Saucedo en Talavera la Nueva. Estos asentamientos parece que también estaban vinculados a explotaciones metalúrgicas y, de la misma manera que en otras épocas históricas, los arqueólogos han observado en los materiales hallados un gran paralelismo con los de yacimientos localizados en Extremadura. Nuevamente volvemos a percibir esa mayor vinculación cultural de nuestra ciudad con el occidente peninsular que con la zona central, como algo constante en el devenir histórico de esta tierra.

Mosaico de la Villa romana de Saucedo

En época visigoda los nuevos pobladores no arrasan la ciudad, pero sí que dan una nueva orientación urbanística a la misma. La distribución del territorio estaba entonces muy unida a la demarcación eclesiástica y en Talavera parece que se localizaba la sede episcopal de Elbora, sufragánea de la de Mérida. En Aquis, núcleo de población identificado con Talavera o con la cercana finca de La Alcoba, se crea un obispado en relación con la devoción que atrae a numerosos fieles al sepulcro de San Pimenio, pero el metropolitano de Mérida se queja al rey Wamba por la existencia de esta diócesis, por lo que Talavera se mantiene vinculada a la Lusitania hasta la llegada de la invasión musulmana.

Capitel visigodo de Mohedas de la Jara

Durante la época musulmana son diferentes los viajeros e historiadores que califican a Talabayra como una gran ciudad de la que depende “una provincia importante”.Esta provincia o korá es repoblada en gran parte por aguerridas tribus bereberes que, acostumbradas a batallar, son mantenidas aquí para controlar a la levantisca Toledo con la que mantienen no pocos enfrentamientos, pues Talavera, esa ciudad “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas”, está destinada a servir de bastión ante los cristianos y ante las fuerzas toledanas rebeldes al califato de Córdoba. La ciudad sufre después los enfrentamientos entre el taifa de Toledo y el taifa extremeño de Badajoz, entre los cuales se encuentra geográficamente. Las tierras de Talavera a raíz de la reconquista por Alfonso VI corresponden según J.Gómez Menor con ese territorio o iqlim de la Talabayra musulmana que “no estaba sujeta a Toledo sino que su iqlim formaba una pequeña provincia independiente integrada dentro de la Marca fronteriza Media. Su independencia administrativa está atestiguada: tenía un gobernador, y un cadí o autoridad judicial, y las crónicas árabes nos han conservado el nombre de algunos”.

Lucerna o candil árabe hallado en excavaciones de Talavera

Alfonso VI conquista Talavera y la repuebla con castellanos y francos, que en principio ocupan los arrabales, aunque persiste una numerosa población mozárabe que se asienta en la villa, dentro del caserío que dejaron las clases dominantes árabes. También los moriscos constituyen un núcleo de población importante que se acrecienta durante siglos posteriores, así como la aljama judía, que es de una importancia numérica media-alta entre las comunidades hebreas de Castilla. Más al oeste, la repoblación leonesa es más importante y ya desde la Campana de Oropesa hacia poniente pueden observarse algunos aspectos etnográficos y linguísticos que así parecen confirmarlo claramente.

Alfonso VII participa personalmente en el amojonamiento del término que sería el embrión de las futuras Tierras de Talavera, pasando numerosas temporadas cazando en nuestra ciudad. Fernando III el Santo aumenta la extensión de los territorios talaveranos con la cesión para su repoblación de las Siete Heredades del Pedroso, que formaban parte de La Jara y que actualmente se encuentran comprendidas en Extremadura, desde la división provincial de 1833, como también lo están las dehesas de Ivan Román y Castrejón de Ibor, lo que más tarde sería territorio de Guadalupe y del valle del río Ibor con núcleos de población como Castañar, Navalvillar o el despoblado de la Avellaneda.

El mudéjar quedó como huella de la cultura musulmana en la Talavera ya reconquistada

Hacia el sur, las tierras talaveranas se van repoblando hasta el Guadiana debido a la seguridad militar que se produce en el territorio después del avance de las tropas cristianas tras la batalla de Las Navas de Tolosa. El señorío de La Puebla de Alcocer tendrá no pocos problemas fronterizos con Talavera, principalmente ocasionados por las disputas sobre los pastos y las barcas del río. También son numerosas las luchas de las gentes de Talavera con los caballeros abuleses que abusan de su prepotencia militar y que hace necesario que nuestra villa firme una alianza con Plasencia para intentar afrontar la situación.

Es curioso constatar cómo en la repoblación medieval la cabeza del alfoz se encuentra al norte de la ciudad de cabecera y sus tierras se extienden hacia el sur, tanto en el caso de Talavera que llega hasta el Guadiana como en el caso de Ávila, ciudad cuya jurisdicción comprendía localidades tan cercanas a talavera como Velada, todos los pueblos de la Sierra de San Vicente e incluso la Campana de Oropesa, aunque evidentemente todas esas poblaciones se encuentran desde siempre en el ámbito geográfico y económico de Talavera.

La repoblación cristiana dejó muestras como estas ruinas del castillo de Santisteban en San Martín de Pusa

La repoblación de ese enorme territorio desierto por las razzias permanentes de uno y otro bando a lo largo de la Edad Media hace que sea necesaria la formación de una fuerza armada que defienda a colmeneros y ganaderos del bandidaje que en la fragosidad de los montes de La Jara impide por su inseguridad que se asienten poblaciones estables. Nace así una de las instituciones más antiguas de policía rural y uno de los símbolos de nuestra ciudad durante siglos. Se trata de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que junto a la de Toledo y la de Ciudad Real son el antecedente y modelo de la Hermandad Nueva que impulsarán los Reyes Católicos, y de la misma Guardia Civil, que con sus uniformes verdes recuerdan a la vieja institución hermandina. Durante siglos, los nobles se disputaban los cargos de la misma por ser signo de poder en la villa. La Santa Hermandad también protegía de alguna forma los intereses pecuarios, camineros e incluso “ecológicos” de nuestra tierra. Su pendón era colocado simbólicamente a la entrada de la Puebla de Guadalupe en recuerdo de la dependencia de aquellas tierras de Talavera y también perseguía los delitos perpetrados o a delincuentes huidos en la comarca natural de Talavera, en territorios muy lejos ya de los límites históricos de su alfoz.

Las torres albarranas, símbolo de la primera Talavera cristiana tras la reconquista

Doña María de Portugal recibe de su esposo Alfonso XI la villa de Talavera como regalo de bodas, por lo que, al ser señorío de realengo, nuestra ciudad mantiene cierta independencia relativa comparada con las poblaciones que sufren un señorío feudal, siempre más presionadas desde el punto de  vista impositivo o político.

El cambio de Talavera por la villa de Alcaraz con los arzobispos toledanos hace que nuestra ciudad caiga en señorío eclesiástico, aunque los datos apuntan a que históricamente los arzobispos no presionaron en exceso al concejo talaverano, que mantuvo hasta la eliminación de los señoríos en el siglo XIX una considerable independencia de la mitra toledana. Esto permitía, sin embargo, que la nobleza y los ricohombres de la villa fueran quienes realmente detentaran el poder efectivo.

continuará

LA CAPILLA DE LOS SANTOS MÁRTIRES DE LA COLEGIAL

LA CAPILLA DE LOS SANTOS MÁRTIRES DE LA COLEGIAL

Panel deazulejería de San Juan Evangelista por ser la primitiva advocación de la capilla

En el ábside lateral izquierdo se encuentra la capilla que en un principio estuvo bajo la advocación de San Juan Bautista según algunos autores, pero el santo representado en el altar en azulejería talaverana es San Juan Evangelista. Más tarde se dedicó a los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, patrones de Talavera.

En ella puede observarse tras una reja la piedra en la que, según la tradición, permaneció de pie  San Vicente, derritiéndose la roca y quedando marcados los pies y la punta de su báculo. Cuenta la leyenda que este hecho se produjo en el momento en que el santo talaverano comparecía ante Daciano en el pretorio romano que, también según la tradición, se localizaba en la plaza de San Esteban. Curiosamente, en la cueva de los Santos Mártires que se encuentra en la cumbre del cerro de San Vicente, su redescubridor Francisco de Raudona creyó ver la marca de las espaldas de los tres santos en tres concavidades que todavía pueden observarse en la piedra del lado derecho de la gruta.

Piedra de San Vicente en la capilla de los Santos Mártires de la Colegial

Angel Deza ha publicado un documento del archivo municipal de Castillo de Bayuela en el que se relata cómo la piedra que hoy está en la capilla de la Colegial fue robada del santuario de El Piélago por un individuo probablemente pagado por el concejo talaverano. Recordemos que en la iglesia de Santiago el Nuevo existe otra piedra relacionada con el santo.

Francisco de Soto nos dice que «mucha parte de los gloriosos cuerpos de los Santos Mártires naturales de esta villa se trajeron a ella del monasterio de San Pedro de Arlanza en el 1638 y se colocaron en dicha capilla donde se encuentran en arca de plata». Todavía se custodian en el templo esas reliquias en su caja con los documentos que dan fe de las diferentes vicisitudes históricas sufridas por las mismas.

Imágenes de los Santos Mártires en su capilla de la Colegial

En el siglo XVIII, al arruinarse la ermita de los Santos Mártires, las tres imágenes son trasladadas a esta capilla pero las que actualmente podemos contemplar son seguramente otras que por orden del ayuntamiento se esculpen con los seis mil reales obtenidos de la venta del solar y los sillares a don Manuel Montero Gaitán, no sin la oposición del pueblo talaverano.

Es de gran valor la cerámica del siglo XVI que adorna esta capilla con un medallón que representa su antigua advocación, San Juan con los Evangelios y el cáliz con la serpiente en las manos. Se trata de un magnífico frontal que intenta simular los tejidos que se utilizaban en la época para adornar los altares. Durante muchos siglos se alojaron aquí infinidad de reliquias de santos y mártires muy diversos que figuran enumerados en las Relaciones de Felipe II.

Sepulcro de Jufre de Loaysa en la capilla de los Santos Mártires de la Colegial

Esta capilla de los Santos Mártires conserva además dos tesoros escultóricos funerarios del siglo XV. Se trata de dos magníficos sepulcros destinados a albergar los restos del linaje de los Loaysa. García Jufre de Loaysa fué sepultado en una urna de piedra negra que presenta elaborada decoración vegetal con alguna silueta femenina e inscripción en letra gótica que dice:«Aquí yaze el honrrado cavallero García Jufre de Loaysa fijo de Hernán Jufre de Loaysa que Dios haya. El cual finó a XXVI de henero año de nestro salvador jessuchristo de de M CCCCXXX Años». Los escudos frontales con las siete rosas del linaje de los Loaysa, así como los leones que soportan el sarcófago son de alabastro. Se encuentra el sepulcro depositado en el interior de un nicho enmarcado por dos columnas también negras. Como curiosidad, recordaré que para representar artísticamente a Talavera en la EXPO 92 se hizo un molde del frente del sepulcro y se expuso en el pabellón de Castilla-La Mancha.

Sepulcro gótico de Jufre de Loaysa en la capilla de los Santos Mártires

Enfrente de éste se sitúa otro monumento funerario también encuadrado en la escultura de la escuela castellana del siglo XV. Consiste en un sarcófago que  se apoya sobre leones pero que en este caso está completamente fabricado en alabastro. Así lo describe el Conde de Cedillo: «sobre la tapa descansa la estatua yacente, de tamaño natural de un joven guerrero que viste cota, arnés y manto; sujeta sobre sus manos una espada hoy rota. Un bonete o pequeño gorro cubre su cabeza, poblada de melena. A los pies hay un paje en triste actitud reclinado sobre el yelmo». Parece que el caballero aquí enterrado era Francisco de Loaysa y, aunque se halla deteriorada la inscripción, sabemos por Fray Andrés de Torrejón que algunos de los escudos pertenecen a los Loaysas y los Carvajales. Otro muestra una cruz de Alcántara o de Calatrava y una inscripción dice: «Aquí yaze el cuerpo del noble cavallero Francisco de Loaysa fijo de Juan de Loaysa y de doña Leonor de Carvajal. dexó a esta yglesia la heredad de…». Miembros de esta familia enterrados en el suelo de la capilla fueron los padres de García Jufre. Álvaro y Pedro de Loaysa, ambos regidores de la villa, pero éste último trasladado más tarde a San Ginés por haber fundado este monasterio su hijo García de Loaysa, cardenal y arzobispo de Sevilla. Otro regidor, Pedro Girón, fue sepultado en esta capilla por ser su mujer, Inés de Loaysa, hermana de Pedro. También se enterraron aquí otros restos de la familia de los Meneses que luego se trasladaron a su capilla del monasterio de Santa Catalina. Juan de Cerezuela era hijo del Arzobispo de Toledo del mismo nombre y casó con doña Teresa Meneses, llegando a ser alcalde mayor de la villa y depositándose sus restos también en esta capilla. De algunos de estos enterramientos no queda resto alguno.

Tabla gótica fragmento de un retablo, que representa a Santa Bárbara  y que parece obra de la escuela de Juan de Borgoña. Hay otras dos tablas del mismo retablo que habrían estado anteriormente en la capilla de San Juan Bautista, que yo creo es diferente a ésta.

Otros elementos de interés en esta capilla son un relieve del bautismo de Cristo de finales del siglo XV y de la escuela flamenca enmarcado en una moldura gótica, una predela que tal vez es parte de un antiguo retablo y donde está pintado el martirio de San Juan en una caldera de aceite hirviendo, obra de finales del siglo XVI y una pintura de Santa Teresa de cierta calidad.

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (1)

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (1)

Prehistoria

Iniciamos hoy una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Dolmen de Azután

Los condicionantes naturales han hecho desde tiempos prehistóricos que las Tierras de Talavera constituyan una unidad geográfica, humana y cultural en la que se ha determinado una identidad específica y bien diferenciada de los territorios adyacentes.

Vamos a remontarnos nada menos que 5500 años, hasta la época en que los primeros agricultores del Eneolítico y la Edad del Cobre poblaban nuestros campos y dejaban como muestra de su paso dólmenes como los de Navalcán, La Estrella o Azután.

Estos monumentos megalíticos se enmarcan en el conocido como Megalitismo Extremeño, por tener características similares tanto en su estructura como en el arte esquemático, y en el ajuar en ellos depositado a los megalitos hallados en Extremadura y Portugal, que a su vez se enmarcan en la denominada cultura Alentejana. Es ésta la primera muestra de la vinculación de nuestra comarca con las culturas del occidente peninsular.

Menhir de la Laguna del Conejo en Gamonal

Los menhires de la Laguna del Conejo, cerca de Velada, o el conocido como menhir de Parrillas son también manifestaciones de esta cultura que curiosamente se hallan, al igual que los dólmenes, en las inmediaciones de la Cañada Leonesa Oriental, constituyendo este hecho una primera muestra de esa constante vinculación de las gentes que habitaron nuestras tierras con la actividad de la ganadería.

Ya en la Edad del Bronce se reparten por nuestra geografía varias estelas de guerrero que nos vinculan también con las culturas orientalizantes provenientes del mundo protofenicio de la costa mediterránea de Asia que, después de colonizar la zona de las actuales provincias de Cádiz y Huelva, hicieron sentir su influencia en un recorrido ascendente siguiendo el eje de la Vía de la Plata hasta Talavera y su entorno, localizándose así nuestra tierra en el límite noreste de la referida influencia cultural del oriente mediterráneo.

Estela de Guerrero de Las Herencias

En la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro sucedió algo similar, como nos indican los materiales del ajuar encontrado en una tumba de características “principescas” que fue hallada en El Carpio, finca situada en el término de Belvís de la Jara.

Las influencias del mundo tartésico se siguen produciendo durante la Edad del Hierro y son significativos los hallazgos de una vasija piriforme, que se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York, y un timaterio o braserillo ritual, como objetos que tienen también características de clara influencia orientalizante, así como un puñal hallado en término de Mesegar datado en torno al siglo IX a.C. o unas fíbulas localizadas en Azután. Todos estos son hallazgos que, en general, coinciden con la llegada a la península de las primeras colonias fenicias.

Verraco de Cabeza del Moro

Los pueblos que se asentaban en Talavera antes de la llegada de los romanos eran pueblos célticos con esas evidentes influencias culturales del suroeste peninsular, que a su vez estaba influido por las culturas orientales llegadas a la península. Los vettones son un pueblo celta que ocupa la comarca de Talavera, Ávila y gran parte de las actuales provincias de Salamanca y Cáceres. Distribución que coincide claramente con el que más tarde llamarían los romanos Conventus Emeritensis. Son más de medio centenar los verracos de piedra que se encuentran distribuidos a lo largo y ancho de nuestra comarca y en el mismo término de Talavera. Estos pueblos celtas están también vinculados a la ganadería y se piensa que hacían desplazamientos con sus ganados, siguiendo probablemente muchos de aquellos viejos caminos y cañadas pecuarias. Esta vinculación con la ganadería como principal forma de vida es, como vamos anotando, una constante de las tierras talaveranas.

Mapa de la Lusitania romana en la que se incluyen las Tierras de Talavera (Caesaróbriga) actuales

Ese sustrato céltico se observa, por ejemplo, en el primer nombre conocido de nuestra ciudad: Caesaróbriga, que quiere decir algo así como “población fortificada de César”. Los vettones, aunque eran bravos guerreros y se enfrentaron duramente a los romanos, se integraron después en sus ejércitos con relativa facilidad como fuerzas indígenas. Antes de ello, en coaliciones con los lusitanos o con los carpetanos, lucharon contra las legiones y, aunque es difícil de comprobar la veracidad histórica de la cuestión, autores como Schulten han asegurado la presencia de Viriato en la zona, concretamente en el Monte de Venus, al cual identifica el famoso historiador con el cerro de San Vicente. En este mismo sentido, también se ha querido localizar la batalla de Quinto Fulvio Flaco contra una coalición carpetovetona en las llanadas del actual polígono industrial de Torrehierro donde, por cierto, existen los restos de una posible tumba turriforme conmemorativa.

Pintura del siglo XIX que representa la muerte de Viriato

Vemos por tanto que nuestra ciudad se encuentra en el centro peninsular, pero claramente vinculada a los pueblos occidentales de ascendencia céltica, al contrario que la vecina Toledo y el resto de Castilla-La Mancha, cuyos territorios se hallan enmarcados más bien dentro del mundo cultural ibérico.

Continuará

LA CAPILLA MAYOR DE LA COLEGIAL

LA CAPILLA MAYOR DE LA COLEGIAL

Retablo mayor actual de mármol gris de Montesclaros enmarcando la pintura de la Asunción de Salvador Maella

Ya hemos hablado en otras entradas del edificio de la Colegial talaverana y de su historia. Comenzamos hoy otra serie sobre el interior del templo principal de nuestra ciudad y lo hacemos con la capilla mayor.

Se renovó completamente bajo el arzobispado del cardenal Lorenzana, pues antiguamente estuvo decorada por un gran retablo gótico que tenía siete metros de ancho por catorce de altura con seis cuerpos que alojaban cincuenta y ocho pinturas y tres estatuas de Cristo crucificado, San Juan y la Virgen. Este retablo habría sido encargado por Juan de Ayala, primer patrón de la capilla, cuyo patronazgo luego heredarían los señores de Oropesa. De él solamente quedan dos pinturas, una de ellas en la sacristía, muy deteriorada, y la otra en el Museo de Santa Cruz a donde fue a parar para una restauración en 1968 sin haber sido devuelto a la iglesia talaverana.

La reja es de José Duperier y fue realizada a finales del siglo XVIII.

Talavera tuvo buenos herreros que hicieron rejas como ésta de la capilla mayor y otras por toda la comarca

Ambas tablas, según Mª del Carmen González Muñoz, podrían haber sido pintadas por Juan de Borgoña que también estuvo durante esa época en Talavera realizando trabajos para el retablo del monasterio de Santa Catalina. La talla de la Virgen, que probablemente estuvo destinada a ser la titular de la iglesia, todavía se conserva en la sacristía y es una magnífica obra escultórica del siglo XV probablemente de la escuela de Egas Cueman, según Juan Nicolau. Puede que también un Cristo Crucificado de comienzos del siglo XVI que se halla ahora en la capilla de Santa María del Pópulo formara parte de este retablo.

Imagen de la Virgen y el Niño, actualmente en la sacristía que es muy posible fuera la imagen mariana principal del templo (Del libro sobre el VIII centenario de la Colegial

A finales del siglo XVIII «el Cardenal Lorenzana sustituyó el antiguo retablo por el existente, que es neoclásico, hermoso y severo, hecho con mármoles de Montesclaros, decorado con dos pilastras corintias y un entablamento curvilíneo en la parte alta sobre el que se posan dos ángeles de gran tamaño sosteniendo una corona»  según descripción del Conde de Cedillo. Aunque otros autores refieren que el mármol es de Bayuela, yo  considero más bien que sea originario de las vetas calizas de Garciotún, aldea de Castillo de Bayuela. Fue obra del arquitecto de la catedral toledana Eugenio López Durango.

Enmarca este retablo una pintura al óleo con el motivo de la Asunción de la Virgen que aún se conserva aunque fue afectada por el incendio de 1846. En ella se refleja cómo asciende la Virgen mientras los apóstoles miran sorprendidos su sepulcro

Su autor es Salvador Maella, pintor de la escuela española del siglo XVIII. De origen valenciano y estilo academicista, fue continuador del arte de Mengs con el que realizó algunos trabajos para Carlos III en el Palacio Real. Su padre era también pintor y lo envió a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de la capital y en Roma. Nombrado Pintor de Cámara del rey en 1774 llegó a ser presidente de la Real Academia de Bellas Artes. Entre sus obras destacan numerosos cuadros religiosos como éste de la Colegial, algunos retratos y los frescos que realizó en los palacios reales y en la catedral de Toledo.

Mariano Salvador Maella, autor del cuadro que hoy preside la capilla mayor de la Colegial

LA ARQUITECTURA POPULAR DE MADRIGAL DE LA VERA ( y 2)

LA ARQUITECTURA POPULAR DE MADRIGAL DE LA VERA ( y 2)

La diferencia de la arquitectura verata, y por tanto la de Madrigal, con comarcas aledañas como el Campo Arañuelo o la vertiente norte de Gredos, es la mayor frecuencia en La Vera de viviendas con tres y hasta cuatro alturas, con aleros que casi se tocan, y generalmente levantadas con arquitectura de entramado, pero que en las otras zonas referidas suelen ser de uno o dos pisos solamente.

La arquitectura de entramado es común en La Vera, los valles del Jerte y del Ambroz y otras zonas de Castilla la Vieja y las sierras salmantinas, incluso en Guadalupe. Para algunos nace en los siglos XIV-XV y viene de técnicas constructivas de tradición mudéjar. Esta estructura del entramado se levanta mediante un esqueleto de palos gruesos de castaño y roble, que son los puntales verticales o montantes, otros horizontales de la solera, y los travesaños transversales o riostras. Los espacios que quedan entre esos palos del esqueleto se llaman mencales y se rellenan con adobes o ladrillos. En ocasiones la parte exterior de los muros más expuestos a la lluvia se cubren con tablas superpuestas para impedir así el deterioro de los muros. Los elementos de toda la estructura se unían mediante grandes clavos fabricados de las fraguas locales. Desde el siglo XVI ya aparecen referencias en las relaciones de Felipe II a que en toda la zona e incluso en poblaciones tan lejanas como Madrid se utilizaba el pino para la viga maestra que sostenía la techumbre cuando era necesario salvar grandes vanos, especialmente los pinos procedentes de los montes de Arenas de San Pedro.

En el primer piso del interior encontramos el zaguán o patio, generalmente enlosado de piedra, y que daba acceso a las cuadras, gallineros e incluso a las zahurdas. En esta planta o, en algunos casos en un entresuelo intermedio, se situaba la bodega. En el segundo piso los dormitorios y otra habitación llamada sobrao o vasar porque se muestran en ella la vajilla y la loza. En el tercer nivel se encuentra la cocina que no solía contar con chimenea, pues el humo salía entre los huecos de la techumbre, pasando a veces por un emparrillado de madera que se utilizaba par ahumar los embutidos y jamones. Esos emparrillados de los sequeros y a veces los de las viviendas urbanas eran de aliso. Muchas veces en estas cocinas está instalada en el suelo una lancha de piedra que protegía del fuego el suelo de madera.

En este mismo nivel hay un espacio o corredor que sirve como tendedero para la ropa y secadero para frutas o tabaco. La solana es un balcón en voladizo decorado muchas veces con flores y que también se utiliza como secadero de diferentes frutos entre los que son frecuentes las ristras de pimientos. Cuando llegó el alcantarillado a los pueblos, muchos de estos corredores y solanas sirvieron para alojar un característico cubículo con un ventanuco donde se instalaba el servicio.

Las cubiertas son de teja y en general a dos aguas, con el eje mayor paralelo a la fachada. Aunque no son muy frecuentes en Madrigal y los que quedan son de pequeñas dimensiones, sí son característicos de la arquitectura verata los soportales que se construyen con grandes vigas de madera (machetes) que sobresalen de la fachada apoyándose en la “solera”, que es una viga de gran dimensión que a su vez se apoya en puntales de madera. Estos se aíslan del suelo mediante un calzo o pilastrilla de piedra, aunque en algunos casos son simplemente columnas de piedra.

Los huecos de la fachada suelen ser una puerta central dividida en dos, la batipuerta inferior y el portón superior, a la que suelen acompañar ventanillos laterales a diferentes niveles, todo ello generalmente construido en piedra de granito que a veces tiene grabados en los dinteles símbolos religiosos, el año de la construcción o algún escudo. Es frecuente que los extremos de los canecillos estén decorados con motivos geométricos. Las tablas de las balaustradas de los balcones están recortadas con diferentes diseños o son palos de madera torneados.

Dado que el turismo rural es uno de los recursos económicos más importantes de Madrigal, sería necesario catalogar todos los edificios y rincones pintorescos que aún quedan para conservar estos elementos de arquitectura popular, creando por supuesto las líneas de subvención necesarias para que sus propietarios puedan utilizar y mantener en pie estos importantes elementos culturales.

TALAVERANOS EN LA CONQUISTA DE ORÁN CON EL CARDENAL CISNEROS

TALAVERANOS EN LA CONQUISTA DE ORÁN CON EL CARDENAL CISNEROS

El Cardenal Cisneros desembarca en Orán. Detalle de uno de los frescos que decoran la capilla mozárabe de la catedral de Toledo. Obra de Juan de Borgoña

El cardenal y arzobispo de Toledo don Francisco Jiménez de Cisneros, cuya exposición sobre su vida, obra y época se puede ver estos días en la catedral de Toledo, era como tal señor de Talavera y su tierra y decidió enviar a su costa una expedición contra Argelia.

Con voluntarios de nuestra ciudad y de sus tierras de La Jara formó un cuerpo de seiscientos hombres entre los que destacaban por su pericia los arcabuceros. Estaban al mando de Bernardino de Meneses, de la noble familia talaverana emparentada con los señores de Oropesa, los Ayala de Cebolla y don Álvaro de Luna.

Conquista de Orán en la capilla mozárabe de la caedral de Toledo

Sus antepasados vinieron a Castilla en compañía de doña Beatriz, esposa de Juan I, a principios del siglo XV y dio su estirpe nombres famosos a la historia. Como Juan de Meneses, que estando en Roma fue con el cardenal Carvajal por orden del Papa a luchar contra los turcos y participó en la toma de Belgrado. Don Antonio de Padilla y Meneses, cortesano y presidente del Consejo de Indias durante el reinado de Felipe II, o su hermano Pedro, que fue militar de fama reinando también el Rey Prudente.

Nombrado entre otros cargos Capitán General de Orán y castellano de Milán, tuvo señaladas intervenciones en las guerras de Europa, Africa, o la conquista de las islas Terceras. Pablo Meneses que en compañía de Lagasca intervino en las guerras de Perú y llegó a ser Jefe del Ejército Real contra el levantamiento de Francisco Fernández Girón en Cuzco.

Conquista por los talaveranos y jareños de la puerta de Canistel o de Talavera en Orán. Juan de Borgoña

Don Juan de Austria dijo que prefería haber perdido mil hombres antes que a Carlos de Meneses, otro aguerrido miembro de la familia que murió en Flandes durante el asedio de Mastrik. Otros miembros militares de la familia fueron Pedro de Meneses y Verdugo gobernador de algunas plazas en Italia o don Juan de Meneses que también luchó en Flandes al mando del coronel Verdugo.

Los Meneses eran protectores del monasterio de Santa Catalina enviando algunos de ellos al cenobio jerónimo las banderas de los regimientos vencidos y otros trofeos de sus batallas tanto a ese monasterio como a la ermita de la Virgen del Prado, donde, por ejemplo, permanecen las llaves de la puerta de Canistel de la ciudad de Orán.

Pues bien, Bernardino de Meneses, más conocido como el Adalid Meneses dirigió el destacamento de talaveranos que fueron en vanguardia en la expedición de Cisneros contra Orán.

Llave de la puerta de Orán ofrecida por los talaveranos a la Virgen del Prado

Partieron de Cartagena diez galeras y cien embarcaciones menores que llevaban unos diez mil hombres al mando de Pedro Navarro, hombre experto en minas de pólvora para expugnar las ciudades. Tropas musulmanas les salieron al paso, pero fueron vencidas y con la pinza efectuada entre la artillería de la flota y las fuerzas de tierra se consiguió tomar la ciudad en menos de dos horas. En la batalla tuvieron un importante papel los talaveranos, pues tomaron la puerta por la que los españoles consiguieron entrar en la ciudad que es la antes referida de Canistel y que se llamó desde entonces de Talavera, cuyo pendón hicieron ondear tras la toma de la ciudad norteafricana.

La conquista de Orán consolidó el poder de Fernando el Católico en el norte de África, dominando con acciones posteriores Argel y la costa de Túnez, por lo que concibió con ilusión la posibilidad de realizar una cruzada que reconquistara los Santos Lugares. Toda Europa quedó sorprendida por la proeza, pero lo que más importó a los españoles, incluidos los talaveranos fue el gran botín obtenido, al que siguió el saqueo de las tierras colindantes: “e cada uno fue señor de lo que tomó; e ovo hombre que tomó más de dos mil ducados. E los soldados e los atambores traían las manos llenas de doblas de oro, e las jugaban como si fueran blancas” para disgusto del Cardenal Cisneros que pretendía más bien una labor evangelizadora y no tanto conseguir el botín de unos trescientos mil ducados y numerosos esclavos y cautivos que trajeron los barcos a España.

Edición italiana del libro de agricultura de Gabriel Alonso de Herrera, protegido de Cisneros

El cardenal Cisneros protegió y financió los estudios y viajes del talaverano Gabriel Alonso de Herrera, padre de las ciencias agronómicas españolas con su «Libro de Agricultura»

LA ARQUITECTURA POPULAR URBANA DE MADRIGAL DE LA VERA (1)

LA ARQUITECTURA POPULAR URBANA DE MADRIGAL DE LA VERA

1.-Arquitectura de entramado con relleno de adobe y algo de ladrillo. Quedan tablas que protegían el muro de la humedad

Artículo editado en la Revista de las fiestas de Madrigal de la Vera 2023

Madrigal y otros pueblos de la Vera Alta, como Villanueva o Valverde, son las localidades de la comarca que conservan en su casco urbano un mayor número de edificios de arquitectura vernácula. En el caso de Madrigal, es en las calles más altas del casco urbano donde se mantiene en pie un mayor número de estas construcciones tradicionales. Dejaremos para otra ocasión los elementos de arquitectura rústica del entorno como chozos, secaderos, zahurdas, pajares etc.

2.-Hasta cuatro e incluso cinco alturas tienen los edificios de Madrigal

La arquitectura popular se caracteriza por la utilización de los materiales más inmediatos. Por ello suele ser de gran belleza al mimetizarse con el medio y no desentonar con el mismo. Pero tal vez su característica más especifica es su utilitarismo. Los espacios están destinados no solo a la vivienda de sus habitantes, sino que deben alojar las actividades agropecuarias a las que se dedican. Otro condicionante muy importante es la climatología que en La Vera se caracteriza por una mayor pluviosidad y la suavidad de sus temperaturas. Vemos además en la comarca que los volúmenes se unen unos a otros con cierto caos determinado por su adaptación a los desniveles y a lo tortuoso de sus calles, en las que desde los pisos superiores casi pueden darse la mano los vecinos fronteros. Esos voladizos también protegen al viandante de la lluvia o del sol. Aunque hay que señalar que en Madrigal, salvo el más abigarrado centro histórico, las calles son algo más anchas y paralelas, menos sinuosas, debido al crecimiento del casco hacia arriba sobre la loma en la que se asienta el pueblo.

3.-Los pintorescos balcones y solanas

En La Vera es especialmente abundante la arquitectura de granito por su geología berroqueña, aunque, según la situación del pueblo y la importancia de la construcción, se emplean también el adobe, el ladrillo y en muy poca medida el tapial, que sin embargo sí abunda en las zonas fronterizas de las Tierras de Talavera y el Campo Arañuelo. En las viviendas de Madrigal el granito se emplea más frecuentemente en el piso bajo donde los muros son de piedra ajustada con barro y ripio de lascas graníticas. En las esquinas, jambas y dinteles se emplea la sillería más elaborada por los canteros. La mampostería es la piedra sin retocar, el sillarejo, más frecuente en los muros veratos, es un bloque de piedra levemente trabajado para que así se coloque más fácilmente y dé mejor la cara, pero sin necesitar el mayor trabajo que supone labrar los sillares.

4.-Edificio casi construido completamente en adobe

“El adobe es un ladrillo de tierra cruda o cocida solamente al sol, y mezclado con algo de paja para que se una y consolide», según definición del Diccionario de Autoridades. Los adobes se elaboraban con barro mezclado con paja, frecuentemente de centeno, al que se daba forma con unas gradillas de madera y se dejaban secar al sol. La elaboración del adobe era más frecuente en primavera para evitar el excesivo calor que los resquebrajaba. Ocasionalmente también se fabricaban a finales del verano o comienzos de la otoñada, época en que el clima era lo suficientemente suave. El barro se extraía de lugares apropiados de composición arcillosa y preferentemente de tipo gredoso. aunque debía tener en su composición arena como “desgrasante”, para no ser excesivamente pastoso y no quebrarse con facilidad ante los cambios bruscos de temperatura.

Después de amasarse se mezclaba con paja, generalmente de centeno, y se extendía sobre una era donde previamente también se había esparcido paja que impedía que el barro se pegara al suelo. Era conveniente que el barro así elaborado se oreara a la intemperie al menos un mes, volteándolo en repetidas ocasiones. El paso siguiente era introducir el barro en unos moldes adecuados llamados “gradillas” o adoberos, pasando una tablilla o rasero que eliminara las rebabas. Después de secarse durante dos días se colocaban sobre un lado para que se airearan ambas caras y a continuación se apilaban dejando espacios intermedios para su secado definitivo. Una forma de conservación de los adobes hasta su utilización era cubrirlos de paja para evitar las inclemencias del tiempo. El adobero era un artesano que solía tener otros medios de subsistencia, cobrando los adobes generalmente por unidad.

5.-Los dinteles a veces se decoran con motivos religiosos, la fecha de construcción o escudos

También el barro, mezclado o no, se utilizaba como mortero para unir los adobes o los ladrillos, como masa aglutinante de los mismos, o se empleaba apisonado como suelo de las viviendas más pobres y primitivas, como los chozos, o en las cuadras y dependencias secundarias. Además, se utilizaba mezclado con paja en el enlucido de paredes de tapial, adobe o mampostería. En ocasiones se enjalbegaba.

Aunque podemos encontrar construcciones de adobe en la zona que nos ocupa, es en los valles fluviales y tierras bajas donde la escasez de piedra hace más frecuente su utilización, encontrándonos no solo los doblados y las edificaciones secundarias y de almacén hechas de este material, sino también algunas viviendas completas. En muchos pueblos como Madrigal lo más frecuente es encontrar fabricada en piedra la primera planta y que el doblado sea de adobe, en forma de entramado o no. Los muros sin carga y medianerías están en muchas ocasiones construidas con este material.

6.-En las construcciones más modernas se revocaban las fachadas con barro o con cal y arena. La planta baja es de mampostería y sillares en los huecos y esquinas

LA PLAZA DE ESPAÑA EN FOTOS ANTIGUAS

LA PLAZA DE ESPAÑA EN FOTOS ANTIGUAS

Plaza de España de Talavera, lado sur y Trinidad

Esta zona de Talavera fue parte del extrarradio hasta prácticamente el boom urbanístico de la ciudad en los años 70.  En la proximidad de sus explanadas se celebraban mercados de ganados y era lugar de mucho tránsito donde paraban algunos autobuses y trasportistas, hasta que otras zonas de Talavera fueron sustituyendo ese lugar de trasiego. S importancia comenzó a acrecentarse con la construcción del ferrocarril y de los paseos del Muelle y La Estación. Y también le dio vida la instalación del cuartel de la Guardia Civil y el asilo de ancianos en sus inmediaciones.

Este barrio periférico era conocido como casas de la Paz hasta que después de la Guerra Civil se le puso el nombre de plaza Héroes del Alcázar, que llevó hasta que desde 1983 fue denominada Plaza de España.

Empezamos con las fotografías  del plan de Ensanche de Talavera de 1945 donde vemos ya establecimientos como Casa Ufe.

Ya se observa las escuelas del Prado y la calle Trinidad ya formada y con movimiento comercial, además de viejos edificios con balaustrada superior  que todavía se ven en la fotografía en color de los años 70.

Detalle de la foto anterior al fondo la torre de la iglesia de San Francisco

 

El cuartel de la Guardia Civil y más tarde la «Casa de la Cultura» fueron cerrando ese espacio por el lado oriental de la plaza.

Lado oeste de la Plaza de España en 1945
La plaza de España con la casa de comidas Ufe, entonces Eufemio
La plaza de españa en los años 70 con edificios tadavía en pie de las foto anteriores de 1945, como casa Ufe
Lado norte de la Plaza de España con el paseo de la Estación
Viandantes por el paseo de la Estación en un detalle de la foto anterior

En una foto aérea de finales de los años 60 podemos ver la plaza de España con el cuartel de la Guardia Civil, el asilo de ancianos o la casa de la cultura en construcción, las escuelas etc, aunque ya se van viendo otros de los edificios que conformarían su estado actual.

La plaza de España en una fotografía aérea de finales de los 70
Las escuelas del Prado delimitan la plaza por su esquina sureste
Detalle de la foto anterior
Fotografía particular en la que se observan  los numerosos camiones que frecuentaban el lugar.

 

LOS NOMBRES DE LOS MOLINOS DE AGUA

LOS NOMBRES DE LOS MOLINOS DE AGUA

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Molino en el arroyo Cubilar

Entre nuestras villas y lugares se extienden grandes zonas despobladas en las que solamente se localizan fuentes, labranzas, granjas y molinos, como lugares que tienen cierta frecuentación humana.Es por ello que los molinos han dejado numerosas huellas en la toponimia. Podemos así localizar caminos de moledores, camino del molino, cuesta del molino, casa de la molinera, arroyo del cubo, arroyo del cubillo, arroyo Cubilar, camino de las aceñas, la aceñuela, el caz, arroyo de la presa, o del estanco, el molinillo, o la molineta, como términos que salpican con relativa frecuencia nuestra geografía.

Los nombres de los molinos tienen su origen en circunstancias muy variadas como por ejemplo el entorno vegetal (molino de los Olivos, del Álamo, de la Chopera, de los Rebollos), en la cercanía de determinados accidentes topográficos (de la Garganta, de la Chorrera, del Risco) o en la situación del edificio con respecto al núcleo urbano más próximo ( molino de Arriba, de Abajo o de Enmedio).

Otras veces es la profesión de alguno de los antiguos dueños del artificio la que condiciona su denominación y encontramos por ello molinos del Sastre, de los Capitanes, del Cirujano o de los Sacristanes. También los títulos nobiliarios o instituciones religiosas con propiedad molinera condicionaron el nombre de muchos artificios ( del Conde, de las Monjas, de Santa Catalina, de la Capellanía, de Calatravilla). También puede ser que lleven simplemente el mote o el nombre de su último propietario (molino del Cojo, del Tuerto, molino de tío Ceferino, de doña Sol, de Peña, de Montoya, del Andariego).

La proximidad de determinados edificios o de ciertas obras públicas  llevaron a asignar nombre a algunos molinos como los que se llaman del Puente, del Artificio, del Batán, del Barquillo etc. Las características de las construcciones molineras como el color, el tamaño o el tipo de receptor dieron origen a la denominación de molinos como los del Cubo, del Cubillo, Molinillo, Molineta, Aceñuela, molino Blanco y otros. La antigüedad de funcionamiento de unos ingenios con respecto a otros molinos cercanos se observa en nombres como el de molino Viejo, Nuevo, la Vieja.

Otros muchos ejemplares tomaban el nombre del paraje, de la finca o del mismo río sobre el que se asentaban ( Monteagudo, Corralejo, Bergonza, Estiviel, Espejel, Riolobos, Riofrío, de Uso)

Molino de agua en el arroyo Pedrillán, en término de Paredes de Escalona

No vamos a enumerar por su denominación concreta a todos y cada uno de los molinos, ya que muchos de ellos han recibido varios apelativos a lo largo de su historia o bien mantienen nombre simultáneos, como por ejemplo el del dueño actual y el nombre tradicional. También se da el caso, sobre todo en pequeños molinillos de arroyo, de que haya desaparecido ya el nombre del molino o se aplique genéricamente una denominación a todos los edificios molineros que se encuentran en un determinado paraje. Todo ello generaría confusión por lo que he preferido nombrarlos por la inicial que representa a ese río o arroyo y el número de orden en la cuenca comenzando por el ejemplar que se encuentra situado más aguas arriba de la corriente. Solamente señalo a los grandes molinos del Tajo con su nombre tradicional que, en general, por su significación histórica, se ha mantenido a lo largo de los años y hace difícil la confusión. Aún así, las plantas de los edificios sirven para identificar cada uno de los ejemplares y no confundirlos con los posibles ingenios que yo no haya localizado en este trabajo y puedan aparecer en estudios posteriores.