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VIDA PASTORIL DE LOS CABREROS DE GREDOS, LOBOS, NIEVE Y OTRAS COSILLAS. LOS PASTORES DEL ALTO GREDOS (III)

VIDA PASTORIL DE LOS CABREROS DE GREDOS

Refugio o ventera en la garganta Blanca Refugio o ventera en la garganta Blanca

Ayer describíamos la vivienda y otras dependencias de los cabreros del alto Gredos, además de diversas construcciones complementarias. Nos queda por conocer el recinto en el que se cerraba el ganado. Generalmente se construía con palos y ramajes dispuestos en forma de “berenga”, cuando se colocaban inclinados hacia el interior impidiendo así que los animales saltaran y escaparan y al mismo tiempo sirviendo de cobijo en caso de temporal. Cuando se colocaba otra fila de palos inclinados sobre los anteriores dejando en su interior un espacio habitable para el ganado, al que se accedía mediante aberturas llamadas portillas, entonces se denominaba “berengón”. La cumbrera del berengón remataba con un canalón de roble cóncavo vuelto hacia abajo. Los deshechos y el agua salían por un agujero de drenaje llamado “camilleja”

Con las cabras en la berenga

Estos lugares para encerrar a las cabras servían también como protección ante el ataque de los lobos que nuestro amigo Alejandro Garro ha conocido en las soledades de las alturas serranas rondando en torno a su ganado. Más peligroso era dormir con el ganado al sereno sin ningún tipo de protección, como sucedía en los traslados. Entonces había que dormir a “jogueril”, es decir con la hoguera encendida y la escopeta cargada, y más de una vez se veían obligados “ a liarse a tizonazos” con los troncos de la lumbre encendidos para defenderse del ataque del lobo. Hubo ocasiones en que fueron tan abundantes que se hizo necesario organizar batidas para eliminar a los depredadores por la mortandad que producían en el ganado. Unos pastores iban armados y otros actuaban de “echaores” para espantar y conducir a los lobos hasta la encerrona.

Berengas, chozos y casillas de la majada de Braguillas Berengas, chozos y casillas de la majada de Braguillas

No eran estos los únicos peligros que habían de afrontar los pastores serranos. No eran infrecuentes los accidentes provocados por caídas, algunos de ellos al intentar recuperar algún animal en situación comprometida sobre alguna risquera o, como sucedió en el paraje de los Hospitalones, con un macho montés herido que hizo precipitarse al vacío a un pastor. La climatología era sin embargo el peor enemigo y la humedad permanente con los pies mojados durante largos inviernos es un recuerdo poco agradable para algunos de estos pastores. Cuando le preguntamos a Alejandro por su protección contra el frío cuando dormía al sereno responde: “Pues mire usted con media manta arriba y media manta abajo”. También recuerda cómo antes se podían adquirir sombreros de paño que realmente eran impermeables y que ya es imposible encontrar o cómo se fabricaban botas y sandalias de cuero de una resistencia que hoy no superan los nuevos materiales, y de hecho, para los pastores, en su estricta economía de subsistencia el desembolso en metálico que les resultaba más gravoso era el que invertían en ropa y zapatos, porque el resto de sus necesidades eran cubiertas prácticamente con lo que ellos mismos producían.

Camillejas para de roble vaciado para dar de comer a las cabras Troncos de roble vaciado para dar de comer a las cabras

Las cabras que más se aprovechan en Gredos son las de la especie llamada serrana, la cabra verata y algunos híbridos de ambas, además de otras especies recientemente introducidas como la cabra “granaína”. En la conversación aparecen los sugerentes nombres de las especies vegetales que servían de pasto a los rebaños: alambrillo, calvitero, berceo, cerrillo o vainilla, el fruto de los piornos que a veces ocasionaba ciertas disputas entre los pastores de una vertiente y otra de Gredos. También se podía completar la alimentación del ganado con el ramaje de los robles, y algunos cubos de castañas o de bellotas. Los pastos del monte público solían ser subastados y en el monte privado los pastores eran “acogíos”, una forma de arrendamiento que ocasionaba a veces abusos por parte sobre todo de los administradores de las fincas que introducían cláusulas abusivas que no figuraban en los contratos como la entrega de cargas de leña o el apropiamiento indebido del estiércol, preciada mercancía principalmente para los hortelanos de la cara sur de la sierra.

queseracascada Quesera bajo una cascada

A veces llegaban los administradores a cobrar a los pastores el propio estiércol que producían sus cabras y que les era necesario para sus huertos familiares, o a cobrarles el ramón de los robles que se aprovechaba en las épocas de sequía y más escasez de pastos. Era tan ajustada su economía que a veces “no alcanzaban” siquiera a pagar el arrendamiento de los pastos y si además tenían la mala suerte de que la gota, la mamitis, la gripe u otras enfermedades del ganado afectaran a su majada, no era infrecuente que familias enteras quedaran en la ruina más absoluta sin ni siquiera un pedazo de pan que llevarse a la boca.

Su vida cotidiana era dura pasando largos ratos en la sierra labrando algún objeto de arte pastoril como huesos para adornar sus mochilas, morteros de madera, zajones o petacas de cuero etc. Aunque algunos pastores siguen ocupando sus ratos libres con esta artesanía, el transistor casi ha acabado con ella pero a supuesto una magnífica compañía y aún muchos de ellos guardan un recuerdo entrañable de un programa de Radio Andorra de canciones dedicadas con el que desde sus alturas comenzaron a conectarse con el resto del mundo.

Subiendo a la majada

De los dos centenares aproximados de majadas que poblaban las más recónditas gargantas de Gredos, hoy apenas quedan algunas que se cuentan con los dedos de una mano. Cuando el que esto escribe iba a mostrar el primero de estos artículos a Alejandro Garro, nuestro guía en este viaje pastoril, este pastor de las alturas falleció, sirvan mis palabras como pequeño homenaje a él y a los que como él son los últimos testigos de una forma de vida que se acaba.

Acabaremos con un nuevo capítulo sobre la gastronomía de los pastores de Gredos

LAS PRESAS DE LOS MOLINOS DE AGUA (y2)

Plano del proyecto de navegación del Tajo de Carducci en el siglo XVII donde se ve la presa de  los molinos de Abajo de Talavera.

Segunda parte del capítulo referido a las presas molineras de mi libro agotado «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo»

Desviación del agua hacia un canal molinero en el río Arbillas, en Gredos

La fábrica y reparación de estas grandes presas se realizaba durante el estiaje, hincando estacas de unos quince centímetros de diámetro en el fondo del cauce. Se dejaba entre ellas una distancia de entre veinticinco y cuarenta centímetros, a continuación se clavaban tablas de trabazón de estaca a estaca y se iban volcando piedras con carros y caballerías aguas arriba de esta armadura de madera. En otras ocasiones era la simple acumulación de bloques de piedra la que formaba el núcleo de la presa. En algunos grandes molinos del Tajo como el de los Rebollos en Valdeverdeja todavía se pueden observar en la misma orilla las canteras desde donde se dejaban caer los peñascos al río.

La capacidad de estos azudes varía entre los 0,1 y los 3 hectómetros cúbicos. Al encontrarse en grandes ríos se sitúan en disposición más o menos oblicua con respecto a la corriente para evitar mayores desbordamientos y los posibles daños ocasionados por las crecidas. La función de estas grandes presas es accionar las aceñas o los molinos de regolfo ya que los molinos de rodezno, situados en los pequeños arroyos, precisan de menor cubicaje, alrededor de 0,2 hectómetros cúbicos.

Presa o azud semiderruido por la corriente, que da servicio al molino de los Capitanes en el Tajo a su paso por Valdeverdeja

Como quiera que hay cierta confusión con la terminología que hace referencia a estas presas, diremos que su nombre es en realidad azud y que las palabras azuda, zuda o zua se refieren más bien a las ruedas elevadoras de agua aunque, por extensión, se denomine así también a las presas que las alimentan, tanto en el caso de que sirvan a esas ruedas como a otros artificios como molinos, batanes, lavaderos etc. Muchas de estas presas se destinaban desde la antigüedad a cañales de pesca y de ahí que al azud también se le conociera con el nombre de pesquera.

Plantas, sección y partes de una presa molinera según se explica en el texto Plantas, sección y partes de una presa molinera según se explica en el texto

Casi todas estas grandes presas han sido utilizadas y reutilizadas desde la Edad Media y muchas de ellas se han adaptado en la actualidad para abastecer a centrales eléctricas, tanto por ser obras de sólida factura , como por estar situadas en los lugares topográficamente adecuados. Es el caso de antiguas presas molineras como Valdajos, Cebolla, Puente Viejo de Talavera, Ciscarros, Sacristanes y varias de la ciudad de Toledo, entre otras.

También se ha dado el caso de que se adaptaran para movilizar las turbinas que durante el siglo pasado y comienzos de éste accionaron las fábricas harineras, por ejemplo las máquinas de Monteagudo sobre el Tiétar en Oropesa  o diferentes industrias impulsadas por energía hidráulica como la alpargatería situada junto a la presa de los molinos de Abajo en Talavera de la Reina.

Además de esta primera división en grandes y pequeñas presas podemos establecer otra tipología en función de su orientación respecto a la dirección de la corriente (fig. 8).

Perpendiculares: Son más frecuentes en pequeños caudales pues al ofrecer una mayor resistencia son de más fácil ruina.

Oblicuas: Adaptadas a corrientes caudalosas para no ocasionar en las crecidas reboses excesivos gracias a su mayor longitud, evitando así perjuicios a la obra de la presa e inundaciones al molino. Son con mucho las más frecuentes y las que más se corresponden con la denominación de azud.

Paralelas: Son muy raras y aprovechan un codo del arroyo para conducir la corriente por un canal que seguirá artificialmente la misma dirección que tiene el arroyo antes del codo natural (fig. 8d). Son ejemplo de este tipo las presas de algunos molinos de rodezno como Marrupejo 3, Bárrago 1 y Saucedoso 5.

Aún podemos hacer una última clasificación de las presas según su planta en presas rectas o de gravedad y curvas o en arco. Las primeras mantienen retenidas las aguas por el propio peso de la mampostería, mientras que las segundas, por su diseño curvo, hacen cargar las líneas de fuerza sobre pilares laterales de las orillas o sobre contrafuertes situados más o menos a mitad de su recorrido. Seguimos en esta tipología a Fernández Casado[1].

Las presas molineras con respecto a la dirección de la corriente como se explica en el texto Las presas molineras con respecto a la dirección de la corriente como se explica en el texto

En realidad la mayoría de las presas tienen estructura mixta gravedad-arco, gravedad-contrafuerte y arco-contrafuerte e incluso en otras ocasiones son de planta absolutamente irregular o quebrada por distintas readaptaciones o por la necesidad de anclaje en diferentes islotes, como en el caso, por ejemplo, de la presa de los molinos de Abajo de Talavera.

Puede también darse el caso de que no exista presa y que se aproveche íntegramente todo el caudal, previamente canalizado, de un determinado río cuyas aguas discurren bajo el edificio del molino que se apoya en ambas riberas (fig. 9A). Es el caso de la mayoría de los molinos manchegos de regolfo sobre los ríos Cigüela y Riansares.

La presa tampoco es absolutamente necesaria cuando se utiliza la desviación natural o artificial de una parte del caudal fluvial hacia un brazo de río que ha sido ocasionado por una isla que divide el cauce, aprovechándose casi siempre el ramal por el que la corriente es de menor cuantía.

En Talavera por ejemplo, se incrementa con la presa de Palomarejos la corriente que discurre al sur de la isla del Chamelo (fig. 9E). En Malpica, el molino de Corralejo se situaba junto a una isla similar. Cerca de Toledo, frente al paraje de San Bernardo, existen ruinas de un molino que también aprovechaba la corriente que circunda el islote pero con la presa situada a la misma altura del río que el propio edificio del molino (fig. 9D).

Otro tipo particular de presa es la del molino del Estanco en Riofrío (fig.9C) que se sitúa en la misma desembocadura de este afluente del río Uso y que aprovecha todo su caudal con dos cubos adosados al muro. La presa se ha construido perpendicular a la dirección de la corriente obstruyendo completamente el cauce del Riofrío antes de desaguar en el Uso.

Las presas ocasionaban continuos trabajos a los molineros por su encenagamiento, oclusión de compuertas y fracturas de la obra. Era muy  importante que se construyeran de forma que el remanso ocasionado no llegara a inundar el cárcavo y el socaz del anterior molino impidiendo así el correcto funcionamiento de los rodeznos. Tampoco podían perjudicarse las corrientes y caudales de los hortelanos ni las zonas de abrevadero del ganado. Referencias muy abundantes a todos los pleitos generados por estas circunstancias pueden encontrarse en la documentación histórica que alude a los molinos.

Era frecuente que el remanso producido por la presa molinera se aprovechara para la instalación de una barca que facilitaba el paso a los clientes del molino y a otros viajeros. Es por ejemplo el caso del molino del Barquillo en Valdeverdeja, el de Ciscarros en Aldeanueva de Barbarroya o el de Cebolla.

En los años de 1641, 1755 y 1828 se hicieron diferentes reconocimientos del río Tajo con motivo de estudiar la viabilidad de los correspondientes proyectos de navegación encargados por los regentes de la época a sus respectivos ingenieros Carducci, Simón Pontero y Cabanes. En estos proyectos se reflejan los accidentes del río que pueden obstaculizar el paso de las embarcaciones aportándonos datos preciosos sobre las presas y la molinería  en el trayecto fluvial comprendido entre Toledo y la frontera con Portugal[2]. Se señalan en el recorrido ochenta y seis presas de las que treinta y ocho estaban arruinadas. Cincuenta y tres del total pertenecían al tramo del río comprendido en la actual provincia de Toledo.

 

[1] FERNÁNDEZ CASADO, C.: Ingeniería Hidráulica Romana.. Madrid,1983.

 [2]  Corografía del río Tajo: Proyectos de navegación del río Tajo a que corresponden los reconocimientos puestos a continuación:

11.- Año de 1641, proyecto de Carduchi y reconocimiento de Martelli.

21.- Año de 1755, proyecto de Simón Pontero y reconocimiento de Briz -Simó.

31.- Año de 1828, proyecto de Cabanes y reconocimiento de Marco Artú

Cuadserno con la copia de los tres proyectos cedido para su consulta por la Excma Diputación de Toledo.

LAS FUENTES DE LA SIERRA DE SAN VICENTE (y 2)

LAS FUENTES DE LA SIERRA DE SAN VICENTE (y 2)

Fuente en Almendral de la Cañada Fuente en Almendral de la Cañada[/caption]

La fuente es el siguiente escalón después del pozo y el manantial. Es frecuente que se excave una tarjea de captación. Se rellena de cantos rodados de manera que sirva para recoger los caudales subterráneos y hacerlos desembocar en la fuente propiamente dicha. En la sierra encontramos varios tipos de fuentes y uno de los más peculiares es el que se localiza principalmente en los términos de La Iglesuela y Almendral de la Cañada, aunque también se reparten otros ejemplares por toda la geografía serrana. Se trata de una construcción formada por una bóveda de sillares de granito que sirve para cubrir a un pozo-fuente con el brocal elaborado con grandes sillares planos y rectangulares. Son fuentes estéticamente acabadas y que deberían conservarse como patrimonio peculiar de estos pueblos.

En Almendral una de ellas se ha reinstalado junto al monumento a la Beata Ana de San Bartolomé y en La Iglesuela son realmente numerosas acercándose a la decena el número de las mismas. Pero, ya que nos encontramos en estas dos localidades de la sierra norte, debemos reseñar la importancia de las dos magníficas fuentes con las que cuentan ambos pueblos. En el ejido de La Iglesuela un magnífico ejemplar en granito con un largo abrevadero para el ganado, pilones y un lavadero. En Pelahustán existe también otra fuente con esa misma triple finalidad. En la misma cañada de Almendral se sitúa otro ejemplar con pilón labrado en granito y rematado con pináculos ornamentales. Dentro de las fuentes urbanas más acabadas, contamos en Navamorcuende con la situada delante del atrio de la iglesia y que está datada en el siglo XVII. Como no podía ser menos, también está labrada en granito con un cuerpo esférico tallado con una inscripción. En San Román de los Montes se restauró hace unos años la fuente que se encuentra a la entrada del pueblo con sus pilas de lavar. Curiosamente una de ellas parece haberse labrado en un bloque granítico que puede haber formado parte de algún monumento megalítico, como un dolmen o un menhir, ya que está repleta de cazoletas, pequeñas oquedades semiesféricas donde los hombres de la edad del cobre podrían, según algunos autores, haber realizado rituales relacionados con el agua. También junto al cordel cuenta Marrupe con dos magníficas fuentes rematadas en un tímpano tallado en granito.

Fuente con abrevadero y lavadero en Pelahustán Fuente con abrevadero y lavadero en Pelahustán

Repartidas por toda la geografía serrana se localizan numerosas fuentes adosadas directamente a muros de contención o a los mismos terraplenes del terreno. Suelen servir sobre todo de abrevadero y fuente de abastecimiento público con varias pilas unidas en línea o un gran pilón corrido. Ejemplo característico es la fuente que se halla a la salida de El Real de San Vicente hacia Sotillo de la Adrada.

El valor simbólico de las fuentes se observa en detalles como el de Buenaventura, donde se halla representado sobre la fuente el santo que da nombre al pueblo. Son así mismo muchos los aspectos mágicos que se dejan entrever en las descripciones que el pueblo hace de las fuentes; por ejemplo, cuando en el diccionario de Madoz se dice de la fuente de la Julara que es muy abundante y sale de entre unos peñascos, o en Almendral, donde se cuenta que en una fuente vive una serpiente que si se toca se convierte en un hilo de oro. A otras fuentes, sin embargo, se les atribuyen efectos curativos o benéficos sobre los que beben de ellas y por eso en ocasiones se cristianizan, como en el caso de la fuente adosada a la misma ermita de la Virgen de la Fuensanta en La Iglesuela.

Las  propiedades físicas del agua sirven para clasificarlas en dos grandes grupos según el saber popular: las de aguas “finas” o “delgadas”, concepto que podíamos asimilar al de aguas con pocas sales y minerales en disolución y las de aguas gruesas o zarcas, que tienen más concentración de solutos y por tanto suelen tener un color más turbio y blanquecino. No son, sin embargo, los de la sierra terrenos que den aguas sulfurosas o ferruginosas como es el caso de las fuentes de la cercana comarca de La Jara. En Pelahustán dice el párroco en el siglo XVIII que la fuente del Terrero es medicinal y “ que manda el cirujano que traigan de ella para que se refresquen los enfermos…y abre además las ganas de comer”. En este aspecto debemos resaltar la fuente de los Baños de la Pólvora que alivian las dolencias reumáticas de aquellos que acuden a ellos.

Fuente de la ermita de la virgen de la Fuente Santa en La Iglesuela Fuente de la ermita de la virgen de la Fuente Santa en La Iglesuela.

Los topónimos de las fuentes serranas están relacionados en muchos casos con los de árboles u otras especies vegetales que crecen en sus inmediaciones. Es el caso de las fuentes del Espino, el Castaño, el Rubisco, el Majuelo o la Perijona, por ejemplo. Otras llevan el nombre de alguna persona vinculada a la fuente o al paraje como las fuentes de Pero Muñoz o de Mari Muñoz. Los accidentes geográficos o las vías de comunicación cercanas marcan otros topónimos como es el caso de las fuentes del Carrilejo del Barranco o del Prado de la Encina. Pero todas las fuentes tienen algo en común, que han formado parte de la vida de las gentes que desde hace miles de años han trabajado sus campos, que han servido para aliviar su sed, para deleitarse junto a ellas con un gazpacho elaborado con sus aguas frescas en el cuerno o en el cucharro, o simplemente para descansar de las duras tareas agrícolas regalando a sus habitantes algún momento de placidez en sus vidas afanosas. Merecen por tanto el respeto como elemento cultural y que se tomen las medidas necesarias para conservar estos elementos del patrimonio etnográfico fundamentales para el desarrollo del senderismo y el turismo rural.

Fuente abrevadero en el Ejido de La Iglesuela

 

LAS FUENTES DE LA SIERRA DE SAN VICENTE (1)

 

Manatial en en Cervera de los Montes conocida como Fuentesanta

 Manantial en en Cervera de los Montes

Desde el paleolítico, el hombre ha asociado el agua con el renacer de la vida y la fertilidad de la tierra. El conjunto luna-agua-mujer ha sido asumido por diferentes culturas como el círculo antropocósmico de la fecundidad. Nuestra civilización greco-romana es una de las muchas en las que su cosmogonía, sus religiones, afirman que al principio sólo existía el agua y que de ella surgió la vida.

Los pueblos vettones, que habitaban nuestra sierra hace dos mil años, también veneraban a dioses acuáticos o que moraban en las aguas. En nuestro ámbito, en un yacimiento arqueológico cercano como es el del castro de El Raso se encontró un exvoto de bronce arrojado a la corriente de la garganta de Alardos. En el poblado vettón de Ulaca, en Ávila, se ha descrito un complejo labrado en el granito con depósitos y escalinatas que podría estar relacionado con ritos de agua y sangre de este pueblo que, además, como pueblo céltico que era, consideraba entre sus lugares sagrados a las fuentes y los ríos. Los romanos, tal vez como herencia de divinidades locales anteriores, han dejado en la epigrafía de la villa de Saucedo en Talavera, entre otras, la referencia a las ninfas en un ara votiva. Entre todas las ninfas, las náyades eran las que habitaban en las fuentes de agua.

 Fuente en término de La Iglesuela

El rito iniciático de la religión cristiana, el bautismo, está directamente relacionado con el agua y es lógico que fuentes a las que probablemente se asociaron cultos antiguos hayan acabado convirtiéndose en “fuentes santas” como la de La Iglesuela. Las fuentes siempre estuvieron vinculadas a esos lugares frescos, amenos y en plena naturaleza donde en la Edad Media se localizaban siempre las apariciones marianas, el locus amoenus que frecuentemente aparece en los relatos de Gonzalo de Berceo.

Esta amenidad convierte a las fuentes en uno de esos hitos naturales, siempre agradables, en el recorrido del viajero por los parajes más atractivos de nuestra Sierra de San Vicente. Es lo que sorprendió, por ejemplo, al padre Juan de Mariana, precursor de las ciencias históricas en España, cuando vino aquí para escribir el libro que pretendía ser el manual de instrucción de Felipe III y que por las avanzadas ideas que propugnaba para su época llegó a costarle la cárcel. En el prólogo de su tratado “Del Rey y la Institución Real” nuestro ilustre paisano dice acerca de El Piélago: Brotan de todas partes las más frescas aguas, corren acá y acullá fuentes cristalinas, cosas todas por las que no sin razón fue aquel lugar llamado Piélago.

Cuerno de pastor para beber con la representación muy frecuente de una sirena o ninfa.

 Cuerno de pastor para beber con la representación muy frecuente de una sirena o ninfa.

Piélago se define como el lugar del mar que dista mucho de la tierra pero, por extensión, podríamos asimilarlo a un lugar de aguas abundantes. Tan abundantes que un cronista del siglo dieciocho llegaba a decir que en la sierra había contado más de mil fuentes. Fuentes de muy diversa categoría. Desde el manantial que ha sido algo excavado y delimitado mediante algunas lanchas de granito en la tierra de su naciente hasta las, casi monumentales, fuentes que servían de abrevadero o lavadero en las cañadas o en los ejidos de los pueblos serranos.

Las fuentes siempre han representado la imagen cíclica de la vida, el agua cae del cielo en forma de don de los dioses, penetra en la tierra y vuelve a aflorar en las fuentes, es el enlace entre el mundo alto y el bajo, entre las divinidades celestes y los poderes ctónicos.

 Fuente en San Román de los Montes

Cuando el agua no mana directamente del terreno el hombre ha sabido desde antiguo que es necesario cavar para conseguir el preciado líquido y por ello ha excavado los pozos. En la sierra de San Vicente podemos encontrar numerosos muchos de ellos que intentan utilizar los acuíferos superficiales que apenas permiten aprovechar los duros e impermeables suelos graníticos de la zona. Son numerosísimos estos pocillos y tienen un especial encanto por su rústica arquitectura. Encontramos, en primer lugar, pozos con el brocal formado simplemente por lanchas de granito hincadas en el suelo sin ni siquiera argamasa que las una. Este tipo es muy numeroso, por ejemplo, en el arroyo de los Pozos de Marrupe.

Pozo con pequeñas pilas labradas en Castillo de Bayuela

 Pozo con pequeñas pilas labradas en Castillo de Bayuela

El  hueco subterráneo del pozo suele, en general, estar fabricado de mampostería granítica con un par de lanchas horizontales que tapan parcialmente la boca del mismo. El brocal puede estar construido de grandes sillares rectangulares bien trabajados y engarzados entre sí con grapas de hierro. Un tercer tipo se construye utilizando mampostería y argamasa con la típica forma cilíndrica de los pozos y no con planta cuadrada o poligonal, que es más frecuente en los anteriores. Por último, aunque no son abundantes, también podemos encontrar algunos ejemplares en los cuales el brocal ha sido fabricado de una sola pieza, labrando y perforando un gran bloque de granito.

La palabra manantial se define como “ el nacimiento del agua” y generalmente se entiende por tal el lugar donde la humedad del suelo es suficiente como para aflorar a la superficie y así, con una pequeña excavación se consigue el acúmulo de agua suficiente como para que puedan beber el ganado o las personas. Estos manantiales eran conocidos sobre todo por los pastores que realizaban una labor de mantenimiento sobre las vetas acuíferas superficiales. En la actualidad, la disminución del pastoreo ha causado la pérdida de no pocos de estos manantiales. Alrededor de la afloración del agua se colocaban unas sencillas lanchas de piedra y, a veces, una teja, una caña o un pedazo de corcho que dirigía el pequeño chorro y hacía más fácil beber o recoger el agua en un recipiente. Por ello es frecuente encontrar en la toponimia fuentes con nombres como fuente de la Teja o fuente del Corchito, por ejemplo.

 Fuente en Marrupe

El  recipiente tradicionalmente más utilizado por los pastores era un cuerno con asa de cuero o sin ella y decorado muchas veces con motivos de arte pastoril como la efigie del dueño y sus iniciales, motivos vegetales o animales y un curioso motivo de un ser mitad pez y mitad mujer que para algunos etnólogos no es sino la representación tradicional de las ninfas de las fuentes, y no de las sirenas marinas, poco conocidas como motivo mitológico por nuestras rústicas gentes castellanas.

LAS PRESAS DE LOS MOLINOS DE AGUA (1)

III.- DESCRIPCIÓN DEL MOLINO DE AGUA. LAS PRESAS

Ya hemos visto cómo lo que básicamente consigue un molino es aprovechar una determinada elevación del agua – mantenida por un canal – desde una presa río arriba, para que al caer el agua por la fuerza de la gravedad mueva la rueda de nuestro artificio (fig. 5).

Partimos de la estructura del molino de rueda horizontal o rodezno para explicar este mecanismo, ya que se trata del más frecuente con mucho en nuestros ríos y arroyos. Es además el modelo más sencillo a partir del cual explicaremos las peculiaridades de otros tipos de molino.

        

Presa de un molino de agua en el río Huso. Trazado muy irregular construido con pizarras y cuarcitas rodadas Presa de un molino de agua en el río Huso. Trazado muy irregular construido con pizarras y cuarcitas rodadas

LAS PRESAS

Lo primero que necesitamos en la construcción de una instalación molinera es retener el agua en un punto del cauce con una altura determinada y desviar ese agua hacia un canal cuya misión es mantener ese nivel hasta llegar al edificio del molino. Ambas cosas se consiguen mediante la presa que podemos definir por tanto como un obstáculo fijo, opuesto a la corriente y que embalsándola con elevación de nivel produce un remanso[1].

Se sitúan estas presas en lugares topográficamente favorables para su construcción como es el caso de estrechuras del cauce, elevaciones del fondo del río o lugares donde la existencia de rocas laterales o un fondo firme y berroqueño del río permitan un mejor anclaje de la estructura. Se buscan sobre todo pérdidas de nivel de la corriente lo más bruscas posible, de forma que consigan hacer ganar  desnivel al canal en un corto recorrido para ahorrar así esfuerzo en su excavación. Es el caso de los molinos situados junto a las cascadas y chorreras de los arroyos.

Para la construcción de presas se huye en general de los terrenos arenosos con gran filtración. También se intentan evitar los tramos de cauce fluvial muy anchos que hacen necesaria la construcción de presas de gran longitud, más frágiles ante las avenidas y que se colmatan de sedimentos más fácilmente. Se precisa además no trazar los azudes en perfiles topográficos de escasa pendiente porque conllevarían canales demasiado largos. Aunque hay excepciones, como es el caso de las zonas donde ese mismo canal se aprovecha para regadíos ribereños y la utilización para este fin hace más rentable su excavación.

Presa de los molinos de los Sacristanes reutilizada para una central eléctrica. Obsérvese la disposición de los bloques graníticos ajustados como granos de granada Presa de los molinos de los Sacristanes reutilizada para una central eléctrica. Obsérvese la disposición de los bloques graníticos ajustados como granos de granada.

Las presas se fabricaban con esmero aunque la pobreza de los antiguos materiales disponibles y la, generalmente, modesta condición económica de los molineros influía en la precariedad de estas construcciones, salvo en las más potentes aceñas y molinos del Tajo. A estas circunstancias se unía el régimen semitorrencial de muchos de nuestros arroyos y riachuelos serranos que presentaban en invierno avenidas importantes que ayudaban a su destrucción, obligando a frecuentes reparaciones de mantenimiento. En la actualidad quedan pocas de estas presas completas, existen numerosas referencias históricas a destrozos de las riadas y a las obras necesarias para su reparación, principalmente en la documentación existente sobre los molinos de Toledo y Talavera.

Otras presas que resistieron el embate de las aguas se han visto con el paso del tiempo anegadas por el arrastre de arenas y cienos. Para evitar esto se acudía en ocasiones al levantamiento aguas arriba de otra presa de peor factura que intentaba retener los materiales que anegaban la principal. Ese parece ser el objeto de una presa secundaria construida en el primer molino del arroyo de Piejachica en Valdeverdeja.

Las presas tienen dimensiones variables dependiendo de la entidad y características topográficas de la corriente sobre la que se construyan. Van desde los dos metros escasos de las presas de los molinos de Garganta Tejeda en el Real de San Vicente, hasta las presas o azudas del Tajo que sobrepasan los cien metros en algunas ocasiones. La altura y la anchura de los muros de las presas varían entre uno y diez metros.

Anclaje en la orilla de una presa en el río Huso que muestra las lanchas de pizarra reforzando el calicanto de la estructura Anclaje en la orilla de una presa en el río Huso que muestra las lanchas de pizarra reforzando el calicanto de la estructura

Las presas podían construirse sobre el lecho de la corriente sin ningún apoyo especial, pero a veces se anclaban en grandes rocas o en los tajamares de los puentes. También las orillas de los islotes que jalonaban los ríos servían a veces como apoyo para su edificación.

Las secciones pueden ser rectangulares, trapezoidales o escalonadas. Estas dos últimas formas intentan evitar que se socave el cauce y peligre la cimentación de la presa, ya que impiden que el agua caiga violentamente desde el rebosadero (fig. 7). Asociados a estos perfiles podemos encontrar contrafuertes de obra que intentan conseguir una mayor resistencia de la presa a las avenidas del río.

Los materiales empleados suelen ser la piedra de extracción local  y la argamasa. Las rocas más frecuentemente empleadas en nuestra geografía son el granito, las cuarcitas rodadas o no y la pizarra (Foto 1). El paramento se refuerza con esmerado ripio a presión que ajusta la estructura de sillarejo. En La Jara, sobre el arroyo Cubilar, se pueden ver algunas presas fabricadas con grandes lajas de pizarras clavadas oblicuamente en el cauce y reforzadas con acúmulo posterior de otros materiales. El ladrillo o el mero acúmulo de tierras son poco empleados en las presas aunque sí se utilizan en los canales.

Presa y arranque del canal en una presa de Riofrío

En los grandes ríos como el Tajo e incluso el Tiétar, las presas conllevan una obra de mucho mayor envergadura. Son generalmente de sección trapezoidal, su base es ancha y suelen estar formadas por grandes bloques graníticos que constituyen el núcleo de la obra. Posteriormente se enlosará con sillería más regular e incluso se rematará con un revocado  exterior.

A veces adopta el aparejo una curiosa disposición como en el caso de la presa de las Aceñas del Conde en término de El Torrico. En este gran azud del Tajo los bloque exteriores de la cubierta de la presa se han tallado con formas trocopiramidales similares a los granos de una granada, muy acuñados con ripio a presión y relleno de mampostería en el interior de la estructura.

El borde superior de las presas molineras se encuentra especialmente bien rematado, en general con acabados curvos que eviten la erosión, incluso en ocasiones puede construirse en sillería o con pizarras alineadas y unidas con argamasa. Las presas suelen tener también rebosaderos y compuertas que no sólo desaguan en el canal del molino sino que a veces sirven también para el abastecimiento de canales de riego y abrevaderos.

[1]  DIPUTACIÓN FORAL DE VIZCAYA: Bizkaiko Presoak, Presas de Vizcaya. Catálogo. Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 1990, pp. 11-19.

ARQUITECTURA POPULAR PUEBLO A PUEBLO: CERVERA DE LOS MONTES

Ventana enjalbegada en Cervera de los Montes

Cervera de los Montes es una localidad cercana a Talavera situada en la subcomarca de El Berrocal. Y como ese nombre indica se trata de un territorio granítico y su mampostería de piedra es su principal material de construcción.

Cerradura y cerrojo en una casa de Cervera

Los muros se levantan en mampostería y sillarejo en general bastante irregular, aunque también hay edificios más modernos o de servicio público que están erigidos con sillería, Entre ellos el viejo edificio hoy convertido en casa de vecinos, donde se alojaban ciertas dependencias de las Reales Fábricas de Seda de Talavera. La mayor de las casas tradicionales son de dos plantas, la vivienda en la baja y la troje en la alta, aunque también entre las casas más recientes existen edificios de dos plantas reales, y no el bajo granero de las trojes

Típica portada de Cervera

Muchas de ellas tienen un patio que precede a la vivienda al que da acceso una puerta protegida por tejadillo o por un bloque de piedra a modo de dintel. En otros casos la puerta tiene dimensiones de portón o incluso de puertas carreteras. Estas mismas puertas dan también acceso a pajares y corrales. El piso tradicional era de ladrillo aunque calles y corrales se hallaban empedrados.

Foto de 1960 de una de las calles de Cervera. Del libro de Moreno Nieto «La Provincia de Toledo»

El piso era de lanchas de piedra o de ladrillo, aunque más recientemente se solaba con baldosa hidraúlica. Los huecos son pequeños como sucede en todas las construcciones de mampostería poco trabajada, aunque en las esquinas algunas cuentan con sillería, aunque no muy elaborada en general.

Casa en Cervera de mampostería ripiada y ventana con típico cerco enjalbegado.

También en algunas edificaciones más modernas se mezcla la piedra con el ladrillo, y en edificaciones secundarias podemos ver algunos muros o medianeras de adobe.

Muchas de las puertas y ventanas están recercadas y enjalbegadas, aunque hay viviendas completamente blanqueadas.

Plaza de Cervera en 1960
Cuadra y corral en Cervera de los Montes

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, CASTILLO DE BAYUELA (III)

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, CASTILLO DE BAYUELA (III)

Cultivos y arquitectura popular

Espada de espadar el lino y rueca para hilar
Espada de espadar el lino y rueca para hilar

En el siglo XVIII se nos dice que la mayor parte de las parcelas de regadío se dedican al cultivo del lino, sesenta fanegas nada menos son para este aprovechamiento que junto al de la morera son los dos grandes desaparecidos en la historia de la Sierra de San Vicente. Vamos a acudir a un paisano nuestro, el talaverano Gabriel Alonso de Herrera para saber algunos datos de cómo era el cultivo tradicional del lino, este clérigo de la parroquia de San Miguel que durante el siglo XVI vivió en Talavera sacó de sus vivencias por toda la comarca sus conocimientos para escribir el primer tratado de agricultura de España y uno de los primeros que en Europa intentaban hacer una ciencia del cultivo de los campos. Hoy da nombre a un instituto donde estudian muchos de los hijos de este pueblo. Pues bien sobre los tipos de lino dice: “ Uno es invernizo, que se siembra antes del invierno que en algunas tierras llaman vayal, otro hay que se siembra a la primavera, que es por hebrero o marzo, y porque se riega llaman regantío”

Aparece una palabra que a todos os sonará, vayal y que es una bayuela, sino un diminutivo de vayal, yo estoy con los que mantienen que el nombre de vuestro pueblo y el apellido de bayolero por el que se conoce a los vecinos de aqui deriva directamente de estos linares ya desaparecidos.

Y sigue Alonso de Herrera: “ Cuando lo arrancaren han de hacer pequeños manojos…unos lo sacuden sobre sábana y otros con un peine de madera tan estrecho de púa que la cabezuela donde está la simiente no pueda pasar..y luego lo lleven al río… pónganle pesas encima porque ello es muy liviano…después bien enxuto y soleado, tráyanlo so techado, y antes que lo majen pónganlo en lugar algo húmido que la hebra tome correa, que si así seco lo majassen y espadassenc ortaríen la hebra y perdería mucho. Esto hecho entréguenselo a las mujeres que hagan dello como saben y lo pongan en perfición”

He leido en un artículo de AGUASAL como se guarda todavía memoria de los lugares donde se cultivaron los últimos linares y las piedras donde se majaba el lino virgen, y cómo todavía se guardan algunas espadas de madera de espadar el lino y algún peine de púas para obtener la fibra vegetal además de algunas mañas de esta fibra vegetal.

Molino de agua del arroyo Saucedoso
Molino de agua del arroyo Saucedoso

En el Catastro de Ensenada se hace también referencia a los olivares de donde se obtenía la aceituna que más tarde se molturaría en los lagares o molinos de aceite del pueblo. En aquella época eran dos y hoy todavía queda algún resto del llamado molino del Cura, hoy todavía se puede recrear la planta de sus instalaciones.

En cuanto al vino, hemos visto que en época tan temprana como el siglo XIV ya se hace referencia a las “viñuelas del castiello”. Todavía en la actualidad quedan algunas bodegas donde se mimaba la producción vinícola de la zona que, en el caso de una de las aldeas de Castillo, como es Hinojosa llegó a tener cierta fama.

Entre las instalaciones preindustriales de interés en Castillo de Bayuela debemos destacar la molinería de sus arroyos, nada menos que ocho molinos de agua eran movidos por el Guadmora y el Saucedoso. Son preciosas muestras de arquitectura popular en granito que debéis conservar, son molinos de cubo, de rampa y algunos de cubo-rampa según la terminología que utilizo en mi trabjo sobre los molinos de la provincia, el molino fue siempre lugar de trabajo pero también de encuentro, de vida y porqué no decirlo, de sisa y de estraperlo. Nos llevaría mucho tiempo hablar de su funcionamiento, de la maquila, de sus presas de sus canales de sus cárcavos y rodeznos, pero quede constancia de nuestra referencia a los molinos de agua, primera máquina que ahorra tiempo y esfuerzo al ser humano.

Ejemplar de vivienda arquitectura popular tradicional en castillo de Bayuela. Mampostería de granito con piso bajo blanqueado
Ejemplar de vivienda arquitectura popular tradicional en castillo de Bayuela. Mampostería de granito con piso bajo blanqueado

Ya me he referido a la belleza que como arquitectura popular tienen los edificios molineros, pero hay muchas otras muestras de esa arquitectura tradicional  que tuvimos tiempo de analizar en una conferencia anterior monográfica sobre ese tema. Pero recordemos que la sencilla forma de costruir de estas sierras hunde sus raices en el mundo céltico de las edificaciones redondas con techos vegetales que luego se transforman en falsas bóvedas por superposición de lanchas de granito, es el caso de los chozos y las cochineras, repartidas por vuestros montes. La arquitectura popular tiene una característica fundamental que es la utilización de los materiales más inmediatos y así el granito en mampostería y en más raras ocasiones en sillería predomina sobre otros materiales como el adobe y el tapial que se reservan para construcciones secundarias o para aumentar la altura de las escasas viviendas dobladas. Ese segundo nivel de vuestras casas donde se guardaba la paja y que os valió el nombre que se os aplica en el conocido dicho “ Los de Castillo pajariegos, que toda la paja encierran y un año que no la cerraron se murieron las becerras.”

Cerradura tradicional de madera empleada en muchas puertas y porteras de la Sierra de san Vicente
Cerradura tradicional de madera empleada en muchas puertas y porteras de la Sierra de san Vicente

La tradición arquitectónica de los pueblos serranos abulenses se deja también sentir en vuestras viviendas tradicionales: bajos perfiles de prolongadas techumbres, pequeños huecos y vanos y sobriedad absoluta en la ornamentación. Si acaso alguna cerradura en la que el herrero se entretuvo en adornar con motivos sencillos.

Pero no debemos olvidar las encantadoras construcciones secundarias como los pilones graníticos, los abrevaderos y comederos de animales vaciados en la piedra o en grandes troncos, las parideras, las majadas, los ameales, las fuentes y los puentes de bloques ciclópeos de granito, ese granito que también sirvió para labrar las cruces del calvario o la calavera que preside el cementerio, porque hasta en el cementerio se puede encontrar el sabor de la cultura popular y alli también me adentré con todo respeto y contemplé algunas de esas preciosas lápidas de cerámica de Talavera que tienen escritos bonitos epitafios imaginados por el corazón sencillo de un labrador que ha perdido a un ser querido, casi siempre algún niño.

No había sin embargo lavaderos en Castillo, las mujeres se encontraban en el arroyo y allí cambiaban impresiones y chascarrillos, hoy la consulta del médico y los comercios han sustituido a ese lugar de encuentro que era la fuente o el lavadero.

Pero volvamos otra vez doscientos años atrás y analicemos la sociedad bayolera de entonces: Dos clérigos representaban a la iglesia en el pueblo, los funcionarios de entonces entre comillas eran un administrador del señor feudal, un cirujano y un boticario, un maestro de primeras letras y un escribano;  hoy, la mejora de los medios de comunicación y el falso atractivo de la ciudad hace que ni los sanitarios, los maestros o los administrativos vivan en los núcleos rurales en su mayoría, este hecho disminuye de alguna manera el dinamismo social de nuestros pueblos.

Pozos y pilas en Bayuela

FOTOS ANTIGUAS DE LA PLAZA DEL RELOJ (Y 2)

Vamos hoy a observar otra serie de fotografías de la plaza del Reloj en la que estudiaremos otros lados y perspectivas de esta plaza emblemática de Talavera situada junto a una de las entradas principales del primer recinto amurallado y donde confluían varias calles que alojaron oficios y comercios medievales y de ahí sus nombres: Cerería, Mesones, Zapaterías (San Francisco) o Carnicerías , además de la Corredera que discurría a lo largo de la muralla.

Fue cruce de caminos y lugar de encuentro donde se desarrolló una mayor actividad comercial que hizo que en tiempos se la denominara plaza del Comercio. También se llamó plaza de la Villa y en ella se instaló el rollo jurisdiccional durante un tiempo. Plaza de la Constitución en diferentes épocas históricas y de monarcas como Fernando VII, Isabel II o Alfonso XIII, para después de la guerra llamarla del Generalísimo.

Tuvo esta plaza esos nombres a lo largo de la historia, aunque popularmente ha sido conocida como Plaza del Reloj porque desde el siglo XVI se instaló sobre la torre albarrana adosada al arco de San Pedro un reloj que regía la vida de la ciudad, sustituyendo a otros que se instalaron anteriormente en la plaza del Pan y en la torre de la Colegial. Después se situó en una torre derribada en 1934, hasta que se instaló en el edificio actual.

Fachadas del lado oriental de la Plaza del Reloj. A la izquierda el edificio que ocupaba el actual solar del bar Nueva España

Esta primera foto nos muestra las edificaciones de tres alturas del lado oriental de la plaza con los balcones típicos talaveranos que cantó Rafael Morales y comercios en la planta baja. Una farola de hierro ocupaba el centro de la plaza.

Edificio que ocupaba el lado sur de la confluencia de la calle San Francisco.

El edificio de ese lado sur, en la confluencia de la calle San Francisco en la plaza del Reloj se construyó en los años 50 con un estilo muy similar al del hotel La Española situado enfrente con la torre del Reloj.

Confluencia de la calle Carnicerías con la plaza del Reloj de los años cuarenta.

En la otra acera del inicio de la calle San Francisco se encontraba el bar Metro Chico del que se observa en la foto anterior la cerámica de su fachada. Todavía no se ha construido el edificio del Banco de España y se combinan edificios de ladrillo de arquitectura tradicional con otros que pretenden tímidamente mostrar cierto aire de modernidad.

Postal de Ruiz de Luna de la plaza del Reloj vista desde la confluencia de la calle Carnicerías.

La entrada de Arco de San Pedro como vemos a la izquierda en la foto anterior también tenía soportales en una acera, y en la otra se encontraba la antigua torre del reloj de la que hablaremos en otra ocasión. En el centro se observa la farola de fundición. Las casas castellanas porticadas del fondo nos muestran la verdadera arquitectura tradicional talaverana.

Arco San Pedro con dos de los edificios que supusieron un intento de modernización de la plaza en los años 50

La torre del reloj antigua se derriba en 1934 y se sustituye por el edificio que hace esquinazo exhibiendo arriba el reloj y un remate típico de la arquitectura urbana de mediados del siglo XX. Al lado, el hotel La Española que es en realidad un edificio diferente como se ve en las siguientes fotografías, aunque se combinaron después ambos para formar un conjunto.

La antigua torre del Reloj y el Hotel La Española
El hotel La Española antes de derribar la primitiva torre del Reloj
La plaza del Reloj desde la confluencia de la calle Carnicerías

En la anterior fotografía se observa a la derecha el edificio que ocupaba la actual oficina de correos, en cuya planta baja primero hubo unos billares y después una zapatería .

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA (1)

LA PLAZA DEL RELOJ ANTES DE ATILA

Ayer en nuestra sección del Museo de los Horrores veímos el esperpento causado por las obras de remodelación de la Plaza del Reloj y hoy traemos algunas fotos de cómo era la plaza antes de que varias generaciones de talaveranos hicieran de las suyas con este lugar emblemático de la ciudad.

Hoy traemos una serie de fotografías y postales que nos muestran el lado norte de la plaza y en próxima entrada veremos otras perspectivas.

Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece por detrás de la mujer es la actual cafetería Nueva España Vista de la plaza del Reloj. El edificio que aparece junto a la escalera es la actual cafetería Nueva España

Esta primera fotografía nos muestra la zona noreste de la Plaza, Al fondo, tras una escalera de mano se puede ver la vivienda de tres pisos que ocupa actualmente la cafetería Nueva España, fundada en los años cuarenta como su nombre hace sospechar. Edificio de Vargas todavía está porticado como en toda buena plaza castellana y un grupo de guardias civiles hablan junto a él con paisanos. Aparece el rótulo de Ferretería Carrasco» y da la sensación de haberse celebrado un acto público antes de tomarse la instantánea

El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recear con el adefesio de la entrada anterior en esta web El comienzo de la Corredera en la plaza del Reloj mostraba estos magnífcos pórticos que se han querido recrear con el adefesio del post de esta web «Un ovni en la plaza del Reloj»

Como vemos en esta otra fotografía, la Corredera y la plaza del Reloj mostraban a principios de siglo unos magníficos soportales con columnas de granito decorados con capiteles que en algunos casos parecen antiguos. En una talavera rural como aquella las caballerías pasaban por la plaza y vemos que todos los tipos salvo el del fondo parecen tipos dedicados a las labores agrícolas. También adornan las fachadas balcones como los que recuerda Rafael Morales en sus poemas.

Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente Visión de la plaza del reloj desde la librería Camino aproximadamente

Bonitas viviendas de tres alturas en los edificios que albergarían a   «Vargas» y «Mazuecos», aunque este último establecimiento es posible que ya sea uno de los comercios por la edad de la foto. Si pincháis la foto veréis como todo el rincón inferior derecho está retocado por posible deterioro de la plaza, aunque se aprecia el rótulo «Almacén de Hierros» «Ferretería y quincalla» también se ve la base de la antigua torre del Reloj de la que hablaremos otro día. Se ven carros tirados por caballerías.  En la foto anterior el edificio está porticado.

Al fondo se ve un edificio que en la última altura tiene las típicas ventanas rematadas en arco de medio punto de las que apenas quedan muestras pero que eran muy frecuentes desde el siglo XVI en los edificios talaveranos, como se observa en el dibujo de Van der Wingaerde.

Es una fotografía más antigua que la anterior que ya muestra en este solar otro edificio sin el corral delantero.  A su izquierda lo que hoy es  el bar Nueva España y luego un edificio con una relojería en su bajo donde comienza la calle de Mesones.

Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del reloj Dibujo de Enrique Reaño sobre una fotografía antigua de la plaza del Reloj.

Esta escena costumbrista con tipos rústicos en la plaza del Reloj nos da algunos datos sobre las forma de vestir a principios de siglo en nuestro medio rural, los sempiternos pañuelos y largos guardapiés para ellas y la faja, los pantalones de pana, el blusón y la montera del personaje del borrico. vemos también enfrente la ferretería Carrasco en el edificio de «Vargas» y es foto coetánea con la primera por estar todavía los edificios porticados.

Fachadas del lado norte de la Plaza del Reloj

Es frecuente ver vehículos detenidos en la plaza por ser lugar  habitual de la parada de los primeros coches de línea y coches de alquiler que operaban en la ciudad,

Otra vista de la misma línea de fachadas de época muy próxima.

Vemos en las dos fotografías las casas porticadas y las casas con comercios, una arquitectura castellana desgraciadamente desaparecida salvo las casas porticadas situadas frente al Cristo de los Mercaderes.

Pórticos del noroeste de la plaza del Reloj

TIEMPOS DEL CÓLERA 100 AÑOS ANTES QUE GARCÍA MÁRQUEZ

Este curioso azulejo talaverano se encontraba sobre la entrada de una vivienda del pueblo de Las Herencias, en La Jara.

Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX
Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es curiosa la referencia a «los azarosos tiempos  del cólera» a mediados del siglo XIX, 100 años antes de que escribiera algo similar el gran García Márquez.

En realidad se trata de dos azulejos. En el primero se representa a la Inmaculada Concepción en la ya decadente cerámica talaverana de la época, aunque el dibujo no deja de tener su encanto popular.  La decoración de las cenefas son flores y motivos que nada tienen que ver con los de la azulejería renacentista.

En el azulejo de abajo se nombra a los dueños de la vivienda y al albañil que la construyó. Es cierto que el cólera produjo estragos horrorosos por ser una enfermedad que produce intensas diarreas muy violentas y deshidratación que en aquella época eran difíciles de tratar al no contar con los antibióticos ni los medios adecuados. Se trasmite por aguas con contaminación fecal y en aquella época sin saneamientos ni tratamiento de las aguas potables la infección se extendía rápidamente.  La epidemia fue catastrófica y causó miles de muertos dejando algunas localidades prácticamente despoblados.