Labranzas ycorrales como este encontraos en nuestro recorrido hacia Puerto
Su iglesia dependió de la ya nombrada parroquia de Santiago de Zarzuela que agrupó a gran parte de la Jara occidental, pasando más tarde su cabecera a la iglesia de La Estrella. El actual templo de Puerto probablemente se asentó sobre una primitiva ermita de San Vicente. A su vez, de la parroquia local dependió un hospital que durante siglos sirvió de refugio a pobres, enfermos y peregrinos. También Santiago Zamora, saca a la luz un documento de 1624 en el que se describe el templo como “de una nave, capilla mayor con tres altares. El mayor con retablo dorado y finas pinturas y los dos laterales en nichos pobres aunque decentes. La sacristía está al lado del evangelio con pocos ornamentos y poca plata. El coro y la pila bautismal en capilla a los pies de la iglesia con alacena para los óleos. Su edificio es de piedra y cal. La techumbre es de madera, todo nuevo, reparado con torre de espadaña y en ella dos campanas y un cymbalillo, todo está aseado y con gusto”.Seguir leyendo CAMINO DE LOS BANDOLEROS (13) CONOCEMOS PUERTO DE SAN VICENTE→
Sierra de Altamira con los arroyos que descienden desde ella y que eran aprovechados por las gentes de Moheda
Mohedas se encuentra muy cerca de la Sierra de Altamira por lo que podemos organizar desde el pueblo alguna que otra excursión a sus laderas. Los caminos suben por entre los arroyos que descienden de sus cumbres y que fueron cultivados desde antiguo con pequeños huertecillos y frutales que suponían un complemento económico para las economías familiares locales, ya que sus productos eran comercializados en caballerías por todos los pueblos vecinos. Entre las más pintorescas de estas pequeñas gargantas podemos destacar las del Zauceral, Las Tablas o La Huesa.
Peculiar torre de Mohedas con la portada occidental bajo ella
Si ascendemos por las laderas comienzan a aparecer los bosques de chaparros, madroños, quejigos y rebollares con manchas dispersas de castaño que hacen de estos parajes un lugar sumamente agreste y agradable. Podemos subir hasta los Riscos Altos o hasta las Moras, las dos elevaciones más destacadas de la sierra donde se refugiaban partidas de maquis y desde las que podemos disfrutar de un magnífico paisaje con la Jara hacia el este y el valle del Gualija y las Villuercas al oeste; el ascenso es duro pero realmente vale la pena. Otra elevación cercana, situada más al norte del término, es el Cerro del Castillo llamado así seguramente por los restos de amurallamientos que lo circundan. En el llano, el paraje de La Dehesa conserva como su nombre indica un buen espacio de bosque mediterráneo adehesado.
Fuente en Mohedas junto a los molinos
Entre las fiestas populares de Mohedas debemos resaltar la que se celebra el quince de Agosto en honor de la Virgen del Prado, patrona del pueblo a quien está dedicada la ermita ya reseñada. En invierno se celebra San Sebastián. Esta es sobre todo una fiesta religiosa sin las connotaciones arcaicas y a veces paganas que suelen tener los festejos celebrados bajo esta advocación en otros pueblos, aunque por supuesto no faltan la música, pólvora y la procesión con subasta de las andas del santo. El día de Todos los Santos se sigue manteniendo la costumbre de hacer el Calvote saliendo los vecinos al campo pertrechados de toda clase de frutos secos a disfrutar de un día en contacto con la naturaleza.
Olivo en Mohedas, donde decían en el siglo XVIII que el aceite es como ámbar
Abandonamos Mohedas por el camino de Puerto de San Vicente que coincide con la actual carretera desde el límite del término de Mohedas, aunque los primeros cinco kilómetros discurre paralelo a la carretera. Ya sabemos que también podemos acceder directamente por la cañada que desde “Aldeanovita” nos lleva a Puerto sin pasar por Mohedas.
Tanto el camino como la carretera son agradables pues sus nueve kilómetros de trayecto pasan muy cerca de las faldas de la sierra, entre pinares de repoblación con buenas vistas sobre La Jara profunda.
Chozo junto a los huertos en Mohedas
LLEGAMOS A PUERTO DE SAN VICENTE Y CONOCEMOS ALGO DE SU HISTORIA
Debido al estratégico lugar en que se sitúa este encantador pueblecito jareño, no es extraño que haya sido habitado desde antiguo en torno a las fuentes que brotan en el casco urbano o en sus alrededores. Es probable que también en este paraje se localizara una antigua ermita además de las ventas referidas. Pero incluso antes de los primeros núcleos habitados por la repoblación cristiana, los visigodos dejaron aquí muestras de su paso, como lo demuestra el tenante de altar labrado típico de esta época que se puede ver en la iglesia parroquial.
Puerto de San Vicente desde la cueva de la Fuente Santa
Varias monedas locales de los siglos XI y XII se han encontrado en el propio caserío según nos cuenta la historia local escrita por su párroco Santiago Zamora. En el siglo XIV ya andaba Alfonso XI cazando por estos montes entregado a su pasión venatoria y todavía en el siglo XVI, Puerto de San Vicente es, como todos los pueblos de La Jara, “del arzobispo de Toledo y sujeto a Talavera”.
Cerca del lugar había entonces dos ermitas, la de San Bartolomé de la Raña, que probablemente coincide con el actual lugar de Puerto Rey, “que está dos leguas de este lugar y por donde sus majestades han pasado y pasan a Nuestra Señora de Guadalupe”; y por otra parte también hay constancia de la existencia de la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que se encontraba en el mismo collado del puerto, en el hermoso lugar desde el que, al trasponer la sierra, se contemplan los desiertos valles serranos de los Guadarranques, y el curso del río Gualija, entre las sierras del Obispo y la de Altamira. Lugares todos ellos muy agrestes, como decían en 1578 sus vecinos: “…no es tierra abundosa y que tiene leña abundosa y que es muy montosa de montes bajos de jara y berezo y madroñas y aulagares y que hay muchos osos y lobos y zorras y texones y guarduñas y gatos monteses y algunos venados y ciervos y jabalínes y conejos y liebres y otras cazas que por la prolixidad no se ponen y salvaxinas con que comen los panes y no dexan medrar los labradores comiéndose los ganados y las colmenas en que les hacen mucho daño”.
Piedras de molino de mano de diferentes yacimientos arqueológicos
Recorridos cinco kilómetros desde Aldeanovita en dirección sur nos encontraremos con el pueblo de Mohedas, si es que vamos siguiendo el camino que discurre por los núcleos urbanos y no seguimos el cordel que como hemos señalado conducía de una manera más directa a los peregrinos hasta el Puerto de San Vicente.
Mohedas es otra población que tiene un término con una considerable riqueza arqueológica. El historiador local Fermín Fernández Craus ha localizado decenas de yacimientos donde aparecen piedras trabajadas datadas en el paleolítico o molinos barquiformes, puntas de flecha y hachas pulimentadas de épocas posteriores como el calcolítico o la Edad del Bronce, habiéndose hallado incluso un bonito brazalete de este metal. Son también numerosos los hallazgos de cerámicas de época romana y molinos de mano dispersos por su demarcación. Incluso se han documentado tres aras romanas, dos de las cuales se utilizan como poyos para sentarse a la entrada de la ermita de la Virgen del Prado. De época visigoda son varios enterramientos localizados en los alrededores y un hermoso capitel y algunos fustes de columna.
Detalle de la portada occidental de la iglesia de Mohedas
Como todos los pueblos jareños, Mohedas fue aldea de Talavera que la repobló después de la conquista cristiana del territorio. El propio nombre del pueblo es de origen árabe pues parece que “mohedas” significaría lugar de monte alto o jaral. Es como si dijéramos que nuestro pueblo se llama “Jaral de la Jara”. De aquellas épocas de razzias e inseguridad queda en las cumbres de su sierra un lugar llamado Las Moradas donde se ocultarían los habitantes mozárabes durante las épocas de enfrentamiento entre los dos bandos, como ya hemos descrito en la sierra de La Estrella.
Azuejería de Talavera del siglo XVI en la iglesia de Mohedas
Mohedas perteneció también a la parroquia de Santiago de Zarzuela hasta que se independizó pasando a ser cabeza eclesiástica de los pueblos de su entorno pues a su iglesia quedaron subordinadas las de Aldeanovita, Campillo y Puerto de San Vicente. Tal vez por ello su templo del siglo XVI sea el menos modesto de la zona y no deja de ser una buena expresión de la arquitectura religiosa rural. Se trata de una construcción en mampostería de tres naves con una puerta en la fachada sur, formada por un arco de medio punto protegido por un recuadro o guardapolvo con ménsulas, y otra portada en el lado de poniente que se abre sobre una bóveda de cañón en los mismos pies de la torre. Es un arco conopial sobre el que se ven a ambos lados dos medallas de estilo con el sol y la luna labrados en piedra.
Ermita de la Virgen del Prado en Mohedas
En el interior del templo es de destacar el arco triunfal apuntado que indicaría una construcción más antigua, tal vez edificado en el siglo XV. Las naves están separadas por dos filas de columnas renacentistas que sostienen arcos rebajados. El retablo mayor probablemente labrado en el siglo XVII es de cierta calidad y el presbiterio se encuentra adornado con varios paneles de hermosa cerámica de Talavera del siglo XVI formando un zócalo. Entre los motivos que decoran los azulejos vemos un escudo de armas y las imágenes de la Virgen y San Sebastián enmarcadas por los típicos motivos geométricos y vegetales de la azulejería renacentista talaverana.
Arquitectura popular en Mohedas de la Jara
La Virgen del Prado es patrona de Mohedas y su ermita se sitúa en la entrada oriental del casco urbano. Se trata de un bello edificio de buenas proporciones con planta basilical de tres naves que está levantado en ladrillo y sillería. En su entrada se sitúan haciendo de poyos dos bloques de granito de los que al menos uno fue un ara romano.
Mohedas conserva bastantes construcciones de factura tradicional jareña en bonito aparejo de pizarra combinada con granito, como sucede en casi todos los pueblos de la jara occidental. Aquí se conservan algunos edificios cuya arquitectura tiene algo más de empaque que en el resto de la comarca. Entre ellos debemos señalar la vivienda en la que nació uno de los más ilustres personajes mohinos, como denominan a los habitantes de Mohedas sus vecinos de Aldeanovita. Se trata de don Juan Álvarez de Castro obispo de Coria y héroe de la Guerra de la Independencia.
Puente del sigloXVII sobre el arroyo Cubilar en Mohedas
Arquitectura popular de Aldeanueva de San Bartolomé
Como todos los lugares de La Jara, estuvo habitada por los árabes y más tarde fue repoblada por los cristianos desde Talavera a partir de su conquista por Alfonso VI en 1083. Toda la zona occidental de La Jara estaba comprendida en la dehesa del Pedroso, dividida más tarde en diecisiete heredades y cuyo territorio fue otorgado por Fernando III el Santo en 1220 al concejo talaverano para su repoblación.
En la zona que visitamos ahora, el núcleo urbano más antiguo es Mohedas de la Jara y, según Jiménez de Gregorio, unos pastores que procedían de esta cercana localidad fueron los que en 1425 refundaron una nueva aldea o “aldea nuevita”, la conocida por el nombre de Aldeanueva de Mohedas, como todavía aparece en las Relaciones de Felipe II, estableciéndose posiblemente su primer caserío alrededor de un núcleo inicial en torno al actual barrio de “Toledillo”.
Artesanía de la trenza en Aldeanovita
En el siglo XVI, cuando se construye el templo parroquial y se pone bajo la advocación de San Bartolomé, el pueblo toma el apellido del santo y en 1833, al abolirse todos los señoríos, Aldeanueva adquiere la independencia respecto a Talavera como todos los lugares de La Jara. Es Aldeanovita un lugar de gente emprendedora que tradicionalmente se dedicó al campo y al trato de ganados. Cuenta con uno de los mayores índices de universitarios por número de habitantes de España y como curiosidad diré que aquí fue agraciado el “primer millonario” de las quinielas, lo que mereció un reportaje del No-Do sobre esta localidad.
Las pinturas del ruso Vladimir en la iglesia de Aldeanovita
IGLESIA: La iglesia merece una visita pues se trata de una construcción en sillería granítica del siglo XVI muy similar en su curiosa estructura al templo de Mohedas, con el que coincide en la peculiar entrada situada bajo la torre en su cara oeste.
Otra curiosidad del templo es la decoración que el pintor ruso Wladimir Straschko ha realizado en la capilla mayor de la iglesia que, aunque chocante por su estética en este pueblo jareño, no deja por ello de tener calidad artística.
Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa
CONJUNTO URBANO: Un paseo por el caserío no dejará de sorprendernos con algunos rincones de pintoresca arquitectura popular en pizarra, aunque son cada vez más escasos los edificios que conservan el aparejo tradicional.
Antiguamente dieron su servicio terapéutico a la comarca los baños de la Ferrumbrosa donde venían los lugareños a intentar aliviar sus dolores reumáticos, hoy solamente queda la fuente medicinal de la que se abastecían ya que el edificio destinado a las bañeras y hospedaje ha desaparecido.
Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé
GASTRONOMÍA: No hay restaurantes en la población aunque podemos comer algo en sus bares y no debemos marcharnos sin adquirir uno de los magníficos quesos de oveja que se comercializan en las dos queserías locales. Entre los platos de la gastronomía local debemos destacar el pisto y su cordero excepcional. Para postre los dulces llamados candelillas o el rosco de la Virgen.
Vieja fotografía del antiguo ayuntamiento de Aldeanovita
FIESTAS: Entre las fiestas populares debemos destacar las patronales de verano en honor a San Bartolomé, celebradas el 24 de Agosto. Todavía se festeja la “Candelaria” en invierno aunque ya queda solamente el rito religioso con la procesión y los dulces típicos, sin los aspectos carnavalescos que se mezclaba con esta celebración hace años.
Arquitectura popular en el entorno de Aldeanueva de San Bartolomé
Abandonamos La Estrella y vamos paralelos al arroyo Andilucha que en esta zona está muy deforestado y solamente conserva las resistentes y punzantes tamujas que festonean sus riberas. Comienzan ya a aparecer las primeras labrancillas y majadas construidas en pizarra.
Dolmende la Aldehuela en La estrella, cerca de Aldeanovita
En el siglo XIV Alfonso XI debía frecuentar estas tierras porque a la sierra de La Estrella la nombra en su Libro de la Montería como “Real Monte”. Aún quedan restos de una casa señorial de los Caballeros de Calatrava sobre cuya portada se conserva la cruz de la orden militar. Otra gran cruz se encuentra en el interior de la propia iglesia. Existió un hospital en el pueblo que sin duda alojó a muchos de los peregrinos que iban camino de Guadalupe, ya sea por el camino que vamos recorriendo, o bien conectando con el Camino Viejo mediante un camino que va desde La Estrella a Carrascalejo.
Cruz de calatrava en el dintel de una portada en La Estrella, similar a otra esculpida en piedra que ahora forma parte de una fuente
La parroquia madre de esta zona de La Jara se situaba en el actual despoblado de Santiago de Zarzuela en Aldeanueva de Barbarroya pero, arruinada en época temprana y despoblado el lugar, pasó esta preeminencia a la iglesia de La Estrella de la que llegaron a depender hasta doce templos jareños. Tal vez por esta circunstancia es uno de los escasos templos que tienen cierta monumentalidad en esta humilde comarca. Se construyó bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y se compone de tres naves. Su capilla mayor está cubierta por un alfanje octogonal con lacería mudéjar tardía en forma de estrella, las naves están cubiertas por un sencillo artesonado Seguir leyendo PARAMOS EN LA ESTRELLA, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (8)→
Desde La Estrella podemos acercarnos a la pequeña aldea de Fuentes, y a conocer algún paraje más de su entorno además de los ya señalados, como el de «la Puente».
A unos tres kilómetros del casco urbano en dirección oeste, por la pista que va a Carrascalejo, se sitúa el paraje de “La Puente”. Sobre el arroyo Andilucha cruza un puente de aspecto medieval de buena factura con el piso bien empedrado. Aguas arriba y aguas abajo del puente se sitúan sendos pozos con sus pilas de lavar en un conjunto ameno para visitar. El arroyo Andilucha va trazando numerosas curvas en su recorrido en unos parajes solitarios y áridos, pero con cierto encanto.
Arquitectura popular de Fuentes
FUENTES
Esta pequeña aldea jareña nació junto al cordel de merinas en un lugar donde reposaban y abrevaban los ganados en las proximidades de una fuente que todavía puede visitarse, la fuente del Venero. Para los curiosos de la etnografía, cerca de esta fuente, en una elevación situada al suroeste, se sitúan dos caleros, hornos en los que se elaboraba la cal que serviría para hacer el mortero para trabajar en albañilería antes de la generalización del cemento. También se utilizaba para la decorativa e higiénica labor de blanquear o “enjalbegar” las paredes de las viviendas.
Horno de cal en Fuentes
Las calles de Fuentes conservan todavía algunos edificios de la arquitectura tradicional. La iglesia cuenta con un modesto artesonado y está bajo la advocación de San Juan Bautista, pero las fiestas se dedican a la Virgen de las Nieves los días 5 y 6 de agosto en conmemoración de una nevada que se produjo en tan calurosas fechas.
Con motivo de una epidemia de langosta que afectó también a La Nava de Ricomalillo, se celebra otra fiesta el primer domingo de mayo
Fachada de la iglesia de Fuentes
Para llegar desde La Estrella hasta Puerto de San Vicente tenemos dos opciones. Una de ellas es continuar por la carretera que une La Estrella con “Aldeanovita” para, después, pasar por Mohedas y llegar así a Puerto de San Vicente atravesando las tres poblaciones. La otra posibilidad es continuar por el cordel que desde Aldeanueva de Barbarroya cruzaba el ya aludido puente del siglo XVI que construyó la Mesta para el paso de ganados trashumantes y que llegaba hasta Fuentes
Detalle de esgrafiado en Fuentes
Desde esta aldea podemos seguir el mismo cordel que discurre paralelo a la carretera pero que no atraviesa los núcleos urbanos pasando su trazado casi paralelo a la carretera, pero unos cuatro kilómetros al este de ella. Los peregrinos a Guadalupe utilizaban las dos alternativas, pero en épocas de mala climatología o de inseguridad en los caminos preferían recorrer el camino que va de pueblo en pueblo.
Abandonamos La Estrella y vamos paralelos al arroyo Andilucha que en esta zona está muy deforestado y solamente conserva las resistentes y punzantes tamujas que festonean sus riberas. Comienzan ya a aparecer las primeras labrancillas y majadas construidas en pizarra.
En el entorno de Aldeanueva encontramos hermosos parajes dignos de visitar. De especial interés son las empinadas laderas que van a dar al Tajo en la zona de Los Riberos, La Marquesa y Ciscarros, lugar este último donde se situaban unos antiquísimos molinos a los que hoy cubren las aguas del reculaje del embalse de Azután. Aquí, sobre la presa del molino, cruzaba antiguamente una barca de maroma, sobre la que atravesaba las gentes de uno y otro bando durante la Guerra Civil. Antes de la construcción del muro del pantano, el Tajo discurría por aquí en “rápidos muy furiosos” que hicieron pensar a los ingenieros de los planes de navegación del siglo XVII en hacer un canal que llevara a las barcazas, a través del arroyo de Alcañizo y del Tiétar, de nuevo hasta el Tajo evitando estos obstáculos, una obra quimérica para la época. Las riberas son muy agradables, pobladas de olivos, almendros y cornicabras entre los que discurren arroyuelos y donde nos tropezamos con algunos chozos de bonita arquitectura popular. En las orillas se puede intentar echar la caña y sacar algún barbo, carpa o black-bass de buenas dimensiones.
Riberos del Tajo frente a Ciscarros
Además de esta romería de verano, Aldeanueva celebra en invierno bajo la advocación de la Virgen de La Paz una típica fiesta de quintos que mantiene todavía aspectos muy arcaicos como costumbre “ La Vaquilla” por la que los mozos recorren el pueblo con una armadura de madera con unos cuernos acometiendo al personal e invitándoles a beber de la bota. Este ritual no es otra cosa que la “vitula” de los romanos que hace dos mil años salía en las fiestas invernales y que ha pervivido impregnando las celebraciones cristianas.
La Vaquilla en la fiesta de las Paces
Reanudamos el camino desde el lavadero de Aldeanueva en dirección oeste y a un kilómetro aproximadamente nos encontraremos con la Vía Verde de la Jara. Recorridos unos metros de la misma, accedemos a la pista asfaltada que une Aldeanueva con La Estrella. De ella parte un camino en dirección oeste por el que nos desviaremos y, recorridos unos trescientos metros, encontraremos una roca situada en la misma margen izquierda del camino que los lugareños conocen como “ El Canto del Perdón”.
Canto del Perdón. Se observan las piedras depositadas en sus grietas
En este lugar mágico y curioso podemos observar sobre la piedra un grabado rupestre que, aunque tiene labrada junto a él una fecha del siglo XVIII, se trata probablemente de un grabado de la Edad del Bronce con añadidos posteriores. La tradición popular asegura que si arrojas una piedra y formulas un deseo, éste se cumplirá y se perdonarán tus pecados.
Grabado del Canto del Perdón
Se explica el origen de la creencia en cierta pendencia sucedida en un mesón del pueblo, un hombre es perseguido con saña por el ofendido que pretende dar fin a su vida, cuando llegan a este paraje y ya está a punto de consumarse el asesinato por venganza, el agresor se arrepiente perdonando la vida a su víctima. En algunas versiones se dice que se aparece la Virgen a continuación.
Puente de la Mesta sobre el río Huso
Volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo a la pista asfaltada por la que descendemos en dirección al río Uso. Antes se cruzaba por un puente colgante casi arruinado que se localiza pasado un molino de agua río arriba del puente actual, a algo menos de un kilómetro
Valle del río Uso con un viaducto de la vía verde y la sierra de La Estrella al fondo
El valle del río Uso en este tramo bajo de su cuenca merece que nos detengamos y disfrutar de sus paisajes que impresionan por lo abrupto de las paredes de piedra que delimitan su cañón. Los parajes más agrestes podemos localizarlos río abajo del puente referido hasta la desembocadura en el Tajo. Son pintorescas formaciones graníticas donde anidan numerosas especies de pájaros y rapaces. Para los esparragueros es esta zona, junto con la inmediata sierra de La Estrella, un magnífico lugar para hacernos en su época con un buen manojo de espárragos “de cambronera”, que se diferencian de los trigueros por su mayor grosor, su sabor algo más amargo y, como sugiere su nombre, por ser su planta de mayores dimensiones y más punzante.
Los espárragos de «cambronera» del río Uso con su fruto
«La Puente» sobre el arroyo Andilucha con La Buha al fondo
A poniente contemplamos desde la pista la Sierra de La Estrella. Esta encantadora sierrecilla, que se levanta como un bastión en medio de la Jara Baja, conserva en la vertiente oriental su vegetación de bosque mediterráneo con arroyuelos que riegan terrazas y huertecillos. Sus cumbres fueron siempre un lugar estratégico de observación y refugio donde actualmente se proyecta instalar un parque de energía eólica.
Dolmen de La Estrella
En la cima de la Sierra Ancha, la mayor de las dos elevaciones que la forman, podemos visitar los restos del amurallamiento de un castro de la Edad del Hierro en el que es curioso observar los huecos disimulados en el grueso del muro y que servían como refugio. Probablemente, estas cuevas camufladas también fueron utilizadas como escondite por los cristianos que, tras la reconquista, se atrevían a repoblar estas tierras inhóspitas batidas por las razzias de almohades y almorávides que les obligaban a refugiarse en estas alturas que eran denominadas “ las moradas” por los asustados repobladores que dejaron en otras elevaciones de La Jara topónimos y murallas similares.
Fuente y abrevaderos en la sierra de La Estrella
En la Buha, el cerro más puntiagudo, se sitúa una explotación minera antigua. La forma del monte y la cueva minera han hecho que la fantasía popular haya querido ver un antiguo volcán en la cumbre de esta montaña.
Objetos romanos de bronce hallados en La Estrella
Desde el collado que cruza el camino entre la Buha y la Sierra Ancha desciende en dirección este hacia el río un camino que nos llevará a otro paraje curioso. Se trata de la Cabeza del Conde, una elevación granítica formada en su cumbre por grandes bloques de piedra entre los que se refugiaron los hombres de la Edad del Cobre, más tarde gentes que se escondían durante los inseguros tiempos del medioevo, bandoleros y, más recientemente, los grupos de maquis que frecuentaban La Jara, sobre todo las partidas de Quincoces.
Arquitectura popular en las inmediaciones de la Cabeza del Conde
Por debajo de Cabeza del Conde discurre el río Uso sobre el que cruza un puente del siglo XVI construido para el paso de los ganados trashumantes por un cordel que anteriormente vadeaba la corriente río arriba para llegar hasta la pequeña aldea de Fuentes. Unos setecientos metros río abajo del puente, podemos visitar las ruinas de un antiguo molino, situado también en un lugar muy ameno en el que durante las primaveras y comienzos del verano disfrutaremos del baño en sus tablas solitarias.
«Marmilas de gigante» formadas por la erosión de las aguas en el río Uso
Desde el collado de la sierra recorremos los dos kilómetros que nos separan del pueblo de La Estrella. En su término se han hallado numerosos restos arqueológicos que demuestran la presencia de pueblos antiguos. Es el caso de las gentes del Calcolítico o Edad del cobre que hace más de cuatro mil años construyeron el dolmen de La Aldehuela. Por él pasaremos más adelante siguiendo nuestro camino hacia Guadalupe. Hay quien quiere hacer derivar Estrella de “stella”, es decir que éste sería un lugar donde se encuentran enterramientos con estelas que llevan inscritas inscripciones sepulcrales romanas en las que aparecen nombres latinos como Sereno, Apiano o Ifito. Jiménez de Gregorio sugiere también que el nombre de “El Estrella” quiere decir en realidad “El castillo”, y pudiera que la fortaleza en cuestión fuera el castro céltico encaramado en la cumbre de sierra Ancha del que hablamos en el capítulo anterior.
Amurallamientos del castro de La Estrella en la cumbre de su sierra
Ventana en Las Herencias, decorada con azulejería de Ruiz de Luna
Enfrente de la isla de El Alariche se encuentra la antigua granja de Pompajuela. Es una explotación agrícola que aparece en los textos históricos desde la Edad Media y cuyo nombre, según Jiménez de Gregorio, derivaría de algún personaje romano llamado Pompeyo. No sería extraño que en tierras tan feraces hubiera tenido su solar alguna villa romana y en el mismo sentido apuntarían los restos arqueológicos de la época hallados en su entorno. Seguir leyendo PASAMOS POR LAS HERENCIAS, Camino de Los Bandoleros a Guadalupe (2)→
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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