Este localidad que cuenta con una población de unos dos mil quinientos habitantes debe su nombre a la unión de dos núcleos, Calera situado en el lugar que el pueblo ocupa actualmente y otro, ya despoblado, que se situaba hacia el norte y se conocía como Chozas de Talavera. Ambos pertenecieron históricamente a las Antiguas Tierras de Talavera.
Por su situación, tan cercana a las buenas tierras de la vega del Tajo, existen testimonios de culturas que habitaron su suelo desde la prehistoria.
Cobisa es otro de los despoblados medievales que dieron origen al pueblo actual y que probablemente coincida con la antigua Cusivis de los romanos. En su entorno se han encontrado mosaicos y otros restos que nos hablan de su presencia. Este pueblecito hoy desaparecido fue el lugar de nacimiento de Fray Mateo de Cobisa, fraile dominico que se marchó a evangelizar nada menos que la isla Formosa, la actual Taiwan, a él se dedica un monumento en la plaza de CaleraSeguir leyendo NUESTROS PUEBLOS, CALERA Y CHOZAS→
El nombre del cerro del Castillejo sugiere la existencia de alguna fortificación o atalaya de las muchas que moros, cristianos o gentes prehistóricas dejaron por toda La Jara. Salvo algunas hachas pulimetadas, son escasos los hallazgos arqueológicos del término de Campillo. El pueblo se funda como tal a principios del siglo XV como una más de las jareñas aldeas de la Tierra de Talavera. Se llamó durante los primeros años de su historia La Nava del Campillo y junto a otros pueblos de la zona suroeste de la comarca, fue usurpado a Talavera en tiempos de don Álvaro de Luna por el Maestre de la Orden de Alcántara, su amigo, aunque por sentencia posterior fue reintegrado al dominio de la villa de Talavera y al señorío arzobispal.
Al igual que todas las de la zona, la iglesia de Campillo estaba adscrita a la parroquia de La Estrella, como heredera que era de la antigua cabecera de Santiago de Zarzuela. Este templo de Campillo se fundó bajo la advocación de San Pedro ad Víncula.
Es desde siempre pueblo ganadero y agrícola que durante este siglo vio como aumentaba la proporción de su terreno dedicada al olivar, del que se extrae por cierto un magnífico aceite. También hay constancia de la existencia de minas de cobre, documentadas al menos desde el siglo XVII, aunque todavía en los años cincuenta se explotaban las vetas de casiterita del entorno.
LUGARES DE INTERÉS
Por su término atraviesa la Vía Verde de La Jara a la que podemos incorporarnos si lo deseamos para llegar a través de ella hasta Puerto de San Vicente recorriendo así zonas de impresionante soledad. Antes de llegar a El Campillo viniendo desde La Nava de Ricomalillo, parte una pista que nos conduce hasta la estación. Muy cerca de la estación, dirigiéndonos por la vía en dirección norte, llegamos frente a la desembocadura de Riofrío en el Uso y, justo en el lugar donde se juntan sus aguas se instaló el molino del Estanco en un paraje sumamente pintoresco. Si la corriente del río Uso lo permite, podemos cruzar y subir por las riberas de Riofrío en una bonita excursión porque, como ya hemos dicho, a lo largo de su cauce hay nada menos que veintitrés artificios molineros de una interesante arquitectura popular.
Si, por el contrario, seguimos la vía verde trescientos metros en dirección sur, accederemos al embalse del arroyo de San Vicente donde se puede practicar la pesca, como en el mismo río Uso del que es afluente y en el arroyo Cubilar, que a su vez, cuenta también con algunos viejos molinos de “cubo” en sus riberas. Cruza este mismo arroyo un bonito puente que mandó construir a sus expensas en 1798 el obispo de Coria don Juan Álvarez de Castro, nacido en Mohedas y asesinado por su resistencia contra los franceses. Se trata de un puente de tres ojos construido en mampostería con arcos de ladrillo y barandillas, sobre una de las cuales, se ve una piedra de granito que recuerda en una rústica inscripción la fecha de su construcción.
CONJUNTO URBANO
Campillo es un pueblo típico de la Jara Baja. Conserva una arquitectura popular con numerosos rincones tradicionales, principalmente en los modestos arrabales de La Pasión y del Calvario, también conocidos como barrio de la Zorra. Están situados al este del casco, sobre una zona elevada, y constituyen un bonito conjunto bastante bien conservado y homogéneo, donde son numerosas las construcciones de vivienda con anejos de utilidad agropecuaria como las huertas o los corrales.
El trazado de las calles es irregular y abigarrado, con los muros de mampostería de pizarra a veces enjalbegada, pequeñas ventanas y remate redondeado en sus esquinazos. Es característico del casco urbano la alternancia de las edificaciones con espacios todavía dedicados a prados, huertas u olivares sin que, como sucede en otros pueblos de La Jara, el caserío esté tan concentrado.
IGLESIA
La iglesia es del siglo XVI pero la vía del tren modificó su aspecto exterior, ya que la empresa constructora ayudó a remozarla revocándola y adornándola con piedras salpicadas en sus muros, lo que provocan un poco afortunado efecto estético. Cuenta el templo así mismo con un artesonado de tradición mudéjar en la cabecera que, aunque es de diseño sencillo, tiene su interés. Las portadas norte y sur son claramente de la época de construcción del templo y el espacio interior se distribuye en tres naves separadas por arquerías de medio punto sobre columnas de orden dórico de estilo renacentista
ERMITA
Al noroeste del pueblo se podemos visitar una ermita porticada dedicada a Santa Ana. Levantada en mampostería de pizarra, tiene planta cuadrada y un pequeño pórtico. Cerca de ella, delante del cuartel de la Guardia Civil, se localiza una fuente de pizarra típicamente jareña con su pozo cubierto.
ARTESANÍA
En cuanto a la artesanía, podemos adquirir cerámica de estilo talaverano-puenteño elaborada por un alfarero de El Campillo. También había un vecino que fabricaba tajos de corcho. Vendía estos rústicos asientos además de otros objetos de interés etnográfico.
GASTRONOMÍA
El aceite de oliva que se obtiene en el pueblo es de gran calidad como el del resto de La Jara. Con él se elaboran también las ricas rosquillas de aceite, uno de los tradicionales dulces locales, además de los buñuelos. Con el primer aceite de las almazaras se elabora el sopetón con rebanada de pan tostado, zumo de naranja y la miel, que también en Campillo es de especial calidad. El ajocano y la caza son platos típicos como en otros lugares de la comarca y en la matanza destacan tal vez los salchichones.
En Campillo puede dormirse en una casa de huéspedes y nos servirán algo de comer en sus bares.
FIESTAS
Una de las fiestas locales es invernal y se celebra el 3 de febrero, San Blas. Por la noche los mozos comen y beben al calor del “leño”. La fiesta de verano tiene lugar la primera semana de agosto, aunque también en julio se celebra una procesión a la ermita de Santa Ana.
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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