LA FARMACIA DE BELVÍS, PRIMER TRABAJO DE LOS RUIZ DE LUNA EN LA COMARCA DE TALAVERA

LA FARMACIA DE BELVÍS, PRIMER TRABAJO DE LOS RUIZ DE LUNA EN LA COMARCA DE TALAVERA

Decoración de los techos de la farmacia

Artículo publicado en La Tribuna  de Talavera el 19-9-2023

Juan Ruiz de Luna y Rojas, el hombre al que Talavera deberá estar eternamente agradecida por haber hecho renacer su cerámica con una obra que nada tiene que envidiar a la cerámica renacentista, llegó a Talavera de una manera tan fortuita como afortunada para nuestra ciudad.

Catalina Luna fue su madre, una mujer con gran sentido estético que tuvo varios hijos y hermanos relacionados con las bellas artes. La familia se había dedicado desde antiguo a la fabricación de castañuelas desarrollada en Noez, su pueblo de origen. Era una actividad artesanal con un asentado prestigio nacional y que a mediados del siglo XIX tenía su mercado en el público en general y en los numerosos establecimientos hosteleros y teatros en los que bailarinas y cantantes las utilizaban en sus actuaciones.

Plantas medicinales en la decoración.

Catalina tuvo dos hermanos que se dedicaron a la decoración artística de domicilios particulares, pero también a la pintura y diseño de decorados teatrales y a la restauración de retablos e imaginería religiosa. Se llamaban Jerónimo y Antonio, pero a su vez Catalina tuvo dos hijos de su primer matrimonio con Antonio Herráez que se dedicaron a una actividad parecida y que se llamaban Jerónimo y Emilio Herráez de Luna, por lo que a veces se confunden los tíos con los sobrinos. Muerto el primer marido de Catalina, contrajo matrimonio con Alfonso Ruiz Rojas y de esa unión nacería el protagonista de nuestra historia Juan Ruiz de Luna, que sería por tanto hermanastro de Jerónimo y Emilio.

Juan fue también de pequeño castañetero, un trabajo duro que, como me cuenta su nieto Pedro García del Pino Ruiz de Luna, al que debo muchos datos de este artículo, se hacía hasta durante doce horas diarias con solo herramientas manuales como la sierra, la escorfina, el berbiquí y la lija que el mismo Juan hizo con un trapo viejo, cola y arena. Pero también heredó Juanito una gran afición por el dibujo y la pintura y su hermano Jerónimo, al que adoraba, fomentaba su afición obsequiándole lápices, cuadernos y colores para que practicara.

Jerónimo conoció en la pensión de la calle Arganzuela de Madrid, donde residía, a un médico llamado Manuel Díaz que era natural de un pueblo cercano a Talavera que bien podría ser Las Herencias, ya que sabemos que otro de los primeros trabajos de Jerónimo fue la decoración de la casa del médico de esa localidad. Con él visitaba la ciudad y siendo un hombre extrovertido y simpático hacía con su amigo médico correrías frecuentes por Talavera y sus pueblos, donde conoció y se hizo amigo de algunos jóvenes de clase acomodada de la zona. Uno de ellos era a su vez amigo del médico y encargó a Jerónimo que le decorara su tienda de quincallería, uno de los primeros trabajos de los Luna en Talavera. De ese trabajo derivaron otros encargados para la burguesía talaverana que se fueron sucediendo hasta que en 1878 vieron los hermanos Herráez de Luna la posibilidad de establecerse en la ciudad.

Y tantas fueron las peticiones, que ofrecieron a su medio hermano Juan Ruiz de Luna que viniera a Talavera para ayudarles, ya que conocían de sus cualidades para la expresión artística. Tenía entonces el muchacho diecisiete años. En la madrugada del 8 de noviembre de 1880 salió en una mula de su pueblo para ir a cruzar el Tajo en la barca de Portusa y coger así en Torrijos el tren que l llevaría a Talavera.

También tuvo Jerónimo otro encargo en Talavera para ayudar a su maestro don Rudesindo Martín en la decoración de una vivienda particular.  Mostró Jerónimo los cuadernos de Juanito al prestigioso decorador y le sorprendieron por su calidad en un pintor tan joven. Con él estuvo también ayudando Juan en el proyecto de decoración del teatro Victoria, llamado entonces Principal, en el que se pintaría el telón y el retrato de algunos autores teatrales, aunque parece que finalmente no se acabó. Jerónimo incluso llevó a Juan a Madrid para dotarle del material necesario que le sirviera para desarrollar su capacidad artística, desde modelos de escayola a las pinturas, lienzos y papel.

Por otra parte, en la misma pensión de Madrid los hermanos Jerónimo y Emilio habían conocido a Filadelfo Chico, estudiante de farmacia al que entre bromas y veras prometieron decorar su farmacia cuando finalizara sus estudios y abriera su oficina. Y así fue, Filadelfo abrió farmacia en su pueblo, Belvís de la Jara, y los dos hermanos de Juan le pintaron el establecimiento. Una obra sencilla pero que tiene el valor de ser el primer trabajo de los Luna en la comarca.

Recientemente han llegado a mis manos unas fotografías de esa farmacia y creo que tienen un gran interés para la historia de la cerámica de Talavera en su resurgir de finales del siglo XIX, aunque muy probablemente Juan Ruiz de Luna no tuvo intervención directa en esa decoración, pues en aquella época era en realidad un aprendiz de sus hermanos y todavía no debía haber llegado a Talavera.

La farmacia se sitúa en la calle de la Iglesia número siete de la localidad jareña y está decorada con madera que enmarca algunas pinturas de plantas medicinales y otros motivos decorativos sencillos, además de otros elementos de escayola como el plafón.

Sería interesante que esa decoración fuera conservada en Belvís o, si los propietarios no desean hacerlo, podría donarse al Museo Ruiz de Luna para montarse en él y ser expuesta por su interés histórico.

Jerónimo y Emilio murieron en la epidemia de cólera de 1885 y Juan quedó solo en Talavera luchando por sobrevivir de su trabajo y comenzando a hacer encargos en la ciudad con los que a veces pagaba sus deudas, pero esa ya es otra historia.

 

Miguel Méndez-Cabeza

Detalle de la decoración con pinturas de plantas medicinales
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