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CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (4): LAS HERENCIAS-ALDEANUEVA

LAS HERENCIAS-ALDEANUEVA

Bunker sobre el reculaje del Tajo en la desembocadura deel Jébalo

Abandonamos Las Herencias tomando el camino de Belvís que asciende desde la parte oriental del casco urbano. No debemos confundirlo con el de Alcaudete, que sale del mismo punto pero más hacia la izquierda. Después de un empinado ascenso llegamos a las elevaciones donde nace la impresionante barranca de Valdecasillas. Limita por el oeste con los cortados de Los Castillos.

El valle bajo de El Jébalo desde el camino que vamos recorriendo

El camino discurre paralelo a las cumbres y permite una magnífica vista, hacia el sur contemplamos el valle bajo del Jébalo con las riberas pobladas de frenos y choperas de repoblación y, al norte, el Tajo con las tablillas de Azután. Río abajo, se sitúa el paraje de Canturias identificado por el padre Fita como el “Castellum Ciselli”, que se desplomó sobre las aguas debido al desgaste de las riberas por la corriente y en cuyo entorno se encontró además una lápida funeraria visigoda. En el caserío de la finca actual se ha establecido un complejo de turismo rural que dejaremos a la derecha de nuestro recorrido.

Puente sobre el río Jébalo en nuestro recorrido

La ruta discurre entre chaparros, retamas y algunas coscojas, especie esta última característica de las terrazas altas del Tajo más adaptada a la condición más caliza del terreno. Comenzamos a descender hacia el valle del Jébalo después de haber andado unos cuatro kilómetros desde Las Herencias. Quinientos metros antes del río el camino se bifurca en dos, uno de ellos seguirá hasta Belvís y atravesará por un hermoso puente de ladrillo situado en un ameno paraje.

Torre medieval de la dehesa de castellanos sobre el valle del Jébalo

Tomando a la izquierda otro camino que parte río arriba pero, antes de cruzar el puente, podemos acercarnos a la Torre de Castellanos. Esta construcción medieval es una de tantas que servían de observatorio y refugio en los inseguros tiempos medievales en que las acometidas de los cristianos y las razzias de los árabes batían las tierras fronterizas del Tajo. La torre está muy deteriorada por las malas actuaciones que se han realizado sobre ella para utilizarla en funciones agrícolas y ganaderas, pero desde su altura domina esta antigua Dehesa de Castellanos propiedad en el siglo XIV de Juan Ortiz Calderón, un caballero de vida poco edificante que poseía una gran fortuna. Al parecer mató a un alcalde de Talavera y desterrado en Portugal conoció al obispo de Coimbra que en aquel entonces era don Pedro Tenorio al cual nombró albacea testamentario. Su última voluntad era que en estas fértiles vegas se fundara un monasterio jerónimo, pero la insuficiente dote y lo insalubre del terreno llevaron al ya por entonces arzobispo de Toledo a destinar tanto esta propiedad como la de Pompajuela al nuevo convento jerónimo que se establecería en Talavera, el monasterio de Santa Catalina.

Volvemos sobre nuestros pasos y cruzamos el puente. Recorremos un kilómetro hasta la carretera y seguimos por ella hasta otro puente que cruza el sobre el Jébalo, también a un kilómetro aproximadamente. Poco antes de este puente sale a la izquierda el camino de Aldeanueva a Talavera por el que continuaremos nuestro periplo jareño.

Objetos de plata hallados en la tumba principesca de transición de la edad del Hierro a la del Bronce halla en la orilla del embalse

Nos encontramos en otro paraje natural de gran belleza. El Tajo, debido al reculaje del embalse de Azután, sube e inunda el valle del Jébalo sobre su antigua desembocadura y aquí, al igual que en las tablillas de Azután, la riqueza de avifauna es considerable. Anátidas y garzas reales abundan entre las espadañas o se posan en los troncos secos de los árboles muertos por la inundación. El paisaje al atardecer es digno de disfrutarse armados de unos prismáticos que nos permitan observar las aves. El camino continúa bordeando la margen izquierda del pantano atravesando unos parajes que también son muy ricos en yacimientos arqueológicos. En la finca de La Golilleja se encontró una de las primeras muestras de la cerámica llamada campaniforme.

Vasijas de cerámica Campaniforme de la Edad del Cobre halladas en La Golilleja, cerca de la desembocadura del Tajo

En la orilla norte, dentro de la finca de El Carpio, que conserva todavía los grandes edificios de su labranza, se encontró una tumba principesca de la transición de la Edad de Bronce a la del Hierro con interesantes cerámicas y un puñal de este metal, novedad tecnológica para la época. También son estos restos, como los ya reseñados de Las Herencias, de tendencia orientalizante y vinculan a esta comarca con el sureste español y el mundo tartésico. Esta tumba fue descubierta por las aguas, al igual que una villa romana cuyas piedras hizo también aparecer el embate de las olas del embalse.

Fresnedas en el Jébalo bajo

Seguimos el viaje hasta una casa casi inundada por las aguas desde la que el camino asciende separándonos del río. Atravesamos junto a las típicas casillas de piedra de las fincas de almendros antes de llegar al arroyo Tamujoso. En este mismo lugar se produjo en los años cuarenta un asalto de los maquis a los vecinos de Aldeanueva que volvían de las ferias de Talavera.

Desde estas lomas podemos ver a la derecha el viaducto o puente de Amador, una impresionante obra que se construyó para el paso de la “Vía del Hambre”. Cruzamos el arroyo y subimos hacia el antiguo solar que ocupaba Corralrrubio, un pueblo hoy desaparecido del que solamente queda una fuente y los vallados de las antiguas propiedades. Proseguimos nuestro viaje y llegamos a Aldeanueva de Barbarroya

LAS TABLILLAS  DE AZUTÁN Y EL PARAJE DE LOS CASTILLOS, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (3)

LAS TABLILLAS  DE AZUTÁN Y EL PARAJE DE LOS CASTILLOS

Paraje de Los Castillos en Las Herencias

Las Herencias es un pueblo ribereño del Tajo y casi hasta su caserío se acercan las aguas del reculaje del embalse de Azután. En esta zona, al inundar el río las antiguas vegas, forma pequeñas tablas de poca profundidad, pero de humedad casi permanente, que atraen hacia su vegetación palustre de carrizos, eneas y mimbreras numerosas especies que hacen del lugar un observatorio privilegiado para los amantes de las aves, que pueden encontrar aquí garzas imperiales, garcillas, cigüeña negra y gran variedad de anátidas y limícolas.

Tablllas de Azután

El paisaje es de gran belleza pues, además de las zonas inundadas, la vegetación de ribera está representada por los álamos blancos, sauces y tarays y al sur destacan las elevadas barrancas del cerro de Los Castillos.

Orillas del Tajo en el paraje de Los Castillos

LOS CASTILLOS

Vale la pena visitar este paraje natural recientemente acondicionado por el ayuntamiento y subir hasta la cumbre para disfrutar del paisaje con el río a los pies y al norte las vegas talaveranas, las elevaciones de El Berrocal y, en los días claros, las cumbres de Gredos. Este cerro de Los Castillos es también un importante yacimiento arqueológico habitado desde la Edad del Cobre, hace cuatro mil quinientos años, pero, como lugar dominante que es, fue habitado también en la Edad Media y durante la Guerra Civil, cuando se cavaron las trincheras que todavía se perciben y que con pequeños túneles asomaban a las paredes del barranco que hoy sobrevuelan los grajos y desde donde se dominaba el estratégico vado del río y una antigua barca que cruzaba a Calera y Chozas.

Uno de los bunkers republicanos cercanos al paraje de Los Castillos

En 1801 se produjo un derrumbe de las tierras que forman estas elevadas terrazas sobre el Tajo causando un gran estruendo e interrumpiendo la corriente del río durante unos minutos. Algo similar sucedió dos kilómetros río abajo en el paraje conocido como Canturias, donde se levantaban las ruinas de un castillo árabe y restos arqueológicos romanos que se desplomaron al río en su totalidad.

Paisaje al trasponer de Las Herencias al Valle del Jébalo

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (1)

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE

Talavera-Las Herencias

Cuadrillero de la Santa Hermandad de Talavera, Perseguían a los bandoleros que hacían asaltos en el Camino de Guadalupe

Iniciamos hoy el segundo camino más utilizado por los peregrinos para acercarse a Guadalupe. El Camino Real o Camino VIejo, ya descrito, es el más antiguo pero debido a lo inseguro, despoblado y agreste de su recorrido fue menos utilizado desde el siglo XVII en adelante, cuando se comenzó a utilizar el camino que discurría a través de La Jara cruzando los Guadarranques. Sobre esta vía de acceso y sus variantes versarán los siguientes capítulos.

Los viajeros debían cruzar primero el Puente Viejo de Talavera, arruinado por las avenidas del río y en muchas ocasiones restaurado precariamente con tablas y maderos. Ya en la otra orilla, tomaban el camino a la derecha hacia el puente de Hierro donde, paralelo a la carretera de Alcaudete, discurre más próximo al río, el antiguo camino de Las Herencias.

Las elevaciones de la orilla sur del Tajo han sido habitadas desde la prehistoria

El recorrido podría ser más agradable si no fuera por el destrozo incontrolado que las graveras han ocasionado en el entorno y que llevan camino de destruir toda la ribera, pues solamente quedan restos de la vegetación ribereña en un pequeño soto de tarays y fresnos y en algunos álamos blancos que apenas resisten el empuje de la especulación.

Foto del autordel kiosco del paredón en sus últimos tiempos hacia 1974

Pasaremos primero por la presa de El Paredón que forma parte del conjunto de azudas que retenían el agua del Tajo para mover los molinos de Abajo y que, según muchos de los viajeros antiguos que pasaban por Talavera, eran la causa de que el paludismo, las fiebres tercianas que decían entonces, fuera un mal endémico en la ciudad por la facilidad con que se criaban los mosquitos anófeles en las aguas estancadas. Era costumbre en Talavera acudir en procesión con los jerónimos a abrir las compuertas de estas presas para que se limpiaran una vez al año las arenas y limos retenidos en el fondo.

Una de las estelas de guerrero de Las Herencias en la Edad de Hierro

Vamos a discurrir por parajes de nombre antiguo, heredades llamadas de la misma forma desde la Edad Media como Miralrío, Los Álamos, Aldea del Rey, Albiches, Tejadillo o Manzanas. Tierras fértiles de vega que han sido pobladas desde la prehistoria como iremos viendo.

Esquema de estela de guerrero en el que se aprecia el escudo,el guerrero, la lanza, el carro o la cimera

UN POCO FENICIOS

Primero cruzaremos el arroyo de Lientes en el que han sido hallados huesos de animales prehistóricos y cantos tallados que nos recuerdan que hace cientos de miles de años ya estaban pobladas estas terrazas del Tajo durante los deshielos cuaternarios. El siguiente arroyo es el Manzanas donde el erudito talaverano, y tal vez el primer defensor del maltratado patrimonio histórico de la ciudad, Luis Jiménez de la Llave, encontró en el año 1860, en el paraje conocido como Las Fraguas, una tumba de dos mil seiscientos años de antigüedad en cuyo interior se hallaban varios objetos de gran interés por cuanto demostraba en sus influencias orientalizantes que nuestra comarca fue la frontera norte del mítico mundo tartésico.

Vasija hallada en el arroyo Manzanas, actualmente en el museo metropolitano de Nueva York

Una cultura íntimamente unida a influencias fenicias, por lo que no van tan descaminados los que tildan de “fenicios” a los talaveranos a causa de su ancestral dedicación a las más variadas actividades comerciales. En el enterramiento en cuestión se encontró una vasija metálica de gran interés, un jarro piriforme con asa de triple sección que termina en tres cabezas de serpiente y en su arranque se decora con una palmeta rematada por dos capullos. El profesor Fernández Miranda demostró que esta pieza no es otra que la que hoy día se expone en el Museo Metropolitano de Nueva York al que fue donada en 1956, después de estar en poder de varios anticuarios hasta que la fundación Pulitzer- Bequest la donó al museo en 1956. También se halló en la sepultura un timiaterio y restos de un braserillo que servían para la realización de una serie de rituales con libaciones e incineración de sustancias olorosas que acompañaban a los enterramientos de rango aristocrático.

Esquema de la vasija del Metropolitano en dibujo de Jiménez de la Llave

Siguiendo arroyo arriba por el mismo Manzanas en un agradable paseo de un kilómetro, se llega al lugar donde se encuentra la fuente del Sauco junto a la que antiguamente se levantaba la ermita del mismo nombre, hoy desaparecida.

Otra muestra arqueológica de esas influencias orientales en los pueblos indígenas de nuestra comarca se encuentra en las estelas de guerrero, datadas ochocientos años antes de Cristo. Una de las más significativas se halló también en estas elevaciones al sur del Tajo. Se trata de una laja de pizarra en la que se representa esquemáticamente al guerrero enterrado bajo la misma. También se han grabado en esquema los objetos de su ajuar que indicarían que se trata de un miembro destacado de la tribu o que en vida fue un héroe de la misma. En esta estela aparecen concretamente un carro, una lanza, un escudo de los llamados de escotadura, un espejo y lo que tal vez pudieran ser unas tenazas. Este antiguo guerrero jareño aparece tocado con un casco de cimera.

Las elevaciones que limitan hacia el sur la vega debido a la proximidad del río, a la feracidad del terreno y a su fácil defensa han estado pobladas desde antiguo, como demuestran los numerosos yacimientos arqueológicos hallados en su suelo. Justo al oeste del arroyo Manzanas se sitúan sobre estos cerros restos de la edad del bronce y de la edad del hierro. De esta última época es uno de estos yacimientos donde vivieron gentes relacionadas con el mundo de los vetones y que por su cultura y cronología estarían vinculados con el famoso castro céltico de El Raso que podemos visitar en Gredos y que nos dará una idea de cómo vivían estas gentes hace más de dos mil años. Del peculiar ecosistema de estas barrancas pobladas por enebros y coscojas hablaremos en próximos capítulos.

TARTESSOS LLEGA AL TAJO, DE LA SERIE «RÍOS DE HISTORIA» (6)

RÍOS DE HISTORIA

TARTESSOS LLEGA AL TAJO

El PERIODO ORIENTALIZANTE DE LA EDAD DEL BRONCE

Estela de guerrero de Las Herencias
Estela de guerrero de Las Herencias

A partir de una serie de objetos metálicos singulares, se propuso hace unos años la existencia de una ruta natural en dirección sur-norte que discurría por el occidente de la península ibérica, ruta que sería el precedente de lo que más tarde, ya en época romana, sería la Vía de la Plata.

Desde Huelva y Cádiz, ascendía un trayecto jalonado de hallazgos de braseros y jarros, con ramificaciones por los valles de los grandes ríos hacia el interior. Varios hallazgos en la comarca de Talavera nos indican que al menos hasta aquí llegaba una de esas vías secundarias que nos relacionaban con el mundo de Tartessos.

El llamado «puñal de Ronda» o de El Carpio de Tajo, aunque en realidad se encontró en término de Mesegar, es de una tipología ya enmarcada en la llamada metalurgia del «grupo Ría de Huelva» y se datan en torno al siglo IV a. d. C.

La estela hallada en las Herencias, que pudiera estar relacionada con la  necrópolis indígena de un asentamiento cercano del Arroyo Manzanas donde se han encontrado algunas cerámicas contemporáneas, es una estela de las llamadas del tipo II C de Pingel. Este tipo se caracteriza por la presencia de figura humana a la que suelen acompañar una serie de atributos como la espada, lanza, escudo, carro o espejo. En nuestro caso, el personaje aparece tocado con un casco de cimera, una lanza con la hoja hacia abajo, un escudo con escotadura en V, una posible fíbula y tal vez unas tenazas bajo la mano derecha. También se ha datado en el siglo IX a.d. C.

Vasija de bronce hallada por el talaverano Jiménez de la Llave en Manzanas y que hoy se encuentra en el museo metropolitano de Nueva York
Vasija de bronce hallada por el talaverano Jiménez de la Llave en Manzanas y que hoy se encuentra en el museo metropolitano de Nueva York

El ajuar funerario de» Las Fraguas» fue dado a conocer por el historiador talaverano Jiménez de la Llave en 1860 y consiste en tres elementos, un jarro y un timiaterio en dos piezas además de la referencia a «trozos muy delgados de cobre que indican haber pertenecido a una caldera u otro cuerpo esférico». El jarro es de los llamados tartéssicos y es un jarro piriforme de boca plana con asa de triple sección que termina junto a la boca en tres cabezas de serpiente y que arranca de una palmeta con dos canalículos rematados en un capullo esquemático.

Entre los paralelos de este jarro había uno que era muy similar y que se encontraba depositado en el Metropolitan Museum de Nueva York; el estudio de M. Fernández Miranda y J. Pereira ha permitido conocer que se trata del mismo, dada la coincidencia con el dibujo de Jiménez de la Llave y su procedencia del comercio de antigüedades.

El jarro, el timiaterio y el posible brasero permiten identificar el conjunto con un ajuar funerario con el que se realizarían rituales-libaciones e incineración de sustancias olorosas; estos rituales serían privativos de los individuos más relevantes del área tartéssica y su zona de influencia. Estas fórmulas funerarias estarían datadas en torno al siglo VII a. de C.

El enterramiento de la casa de El Carpio se sitúa en el actual reculaje del embalse de Azután en la desembocadura del río Jébalo, el embate de las aguas puso al descubierto esta interesante inhumación del momento en que se produce en nuestra comarca la transición de la Edad del Bronce a la de Hierro.

Recipiente cerámico orientalizante hallado cerca de la desembocadura del Jébalo en el Tajo
Recipiente cerámico orientalizante hallado cerca de la desembocadura del Jébalo en el Tajo

Se trata de una fosa de sección escalonada en la que se practicó la inhumación de, al menos, dos individuos, un adulto femenino y un recién nacido con un ajuar abundante en el que se combinan piezas locales y foráneas. Diversos cuencos a mano con decoración pintada con motivos geométricos que podrían formar parte de un depósito de ofrendas, seis grandes urnas, anillos y brazaletes de bronce, son algunos de de los objetos hallados que podríamos considerar como autóctonos.

Recipiente cerámico de tradción fenicia hallado cerca de la desembocadura del Jébalo en el Tajo
Recipiente cerámico de tradción fenicia hallado cerca de la desembocadura del Jébalo en el Tajo

Los materiales de inspiración externa serían: una vasija globular cuya forma y decoración tiene paralelos en el horizonte cultural andaluz, dos recipientes de pequeño tamaño y clara adscripción al mundo cultural fenicio, se trata de una ampolla y un alabastrón de cerámica que tenían la función de conservar aceites perfumados.

En cuanto al ajuar metálico, los restos de un caldero de bronce, una vasijita de plata usada para libaciones, y lo más significativo quizás de este hallazgo, dos pequeños fragmentos de hierro, ya que ese metal en un contexto cronológico de transición del bronce al hierro, se consideraría un objeto exótico y muy valorado.Todo este hallazgo se debe considerar formando parte de un ritual autóctono de inhumación y las ofrendas de tipo alimenticio, la distribución de los ajuares y el mismo ajuar son componentes de origen más bien foráneo.

Vasijas orientalizantes de plata halladas en el yacimiento de El Carpio junto al Tajo en Belvís de La Jara
Vasijas orientalizantes de plata halladas en el yacimiento de El Carpio junto al Tajo en Belvís de La Jara

Un último hallazgo, unas fíbulas encontradas en Azután, confirmaría la presencia de tradiciones indígenas asociadas a influencias procedentes del suroeste peninsular, del área de influencia tartéssica y fenicia occidental.

Puede que estos indígenas, enriquecidos por el comercio con esos lugares, se enterraran con los ricos ajuares que hemos visto y que identifican más bien a las clases más poderosas de esas culturas, que habrían conseguido su enriquecimiento a través del comercio de metales, sal etc…

BRONCE FINAL.

Las cerámicas del horizonte Cogotas I aparecen sobre los sustratos del bronce pleno, en algunos de los casos antes referidos, llenándose el vacío que hasta ahora había en la dispersión de estos yacimientos en la meseta sur y así en nuestro ámbito localizamos los dos tipos de asentamiento de este periodo, yacimientos en llano como El Carpio I y el Golín, y el arroyo Manzanas o el cerro Torrejón de Malpica de Tajo, más en la línea de los poblados de altura.

Los primeros suelen tener el patrón de los llamados «fondos de cabaña» como el del Golín a las orillas del Guadyerbas en el pantano de Navalcán hallado por mí, en la retirada de las aguas del mismo, con una vasija de aprovisionamiento, hecha a mano, semiesférica y carenada de gran tamaño y decorada con incisiones en zig-zag, cremallera y dientes de lobo, con tipología encuadrable en el horizonte de Cogotas I .Podían observarse en los alrededores los restos arrasados de algunos silos más, de forma circular.

Parece que la ganadería y la caza estarían relacionadas con este tipo de hábitat y la economía de intercambio y agricultura con los segundos.

TIEMPOS DEL CÓLERA 100 AÑOS ANTES QUE GARCÍA MÁRQUEZ

Este curioso azulejo talaverano se encontraba sobre la entrada de una vivienda del pueblo de Las Herencias, en La Jara.

Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX
Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es curiosa la referencia a «los azarosos tiempos  del cólera» a mediados del siglo XIX, 100 años antes de que escribiera algo similar el gran García Márquez.

En realidad se trata de dos azulejos. En el primero se representa a la Inmaculada Concepción en la ya decadente cerámica talaverana de la época, aunque el dibujo no deja de tener su encanto popular.  La decoración de las cenefas son flores y motivos que nada tienen que ver con los de la azulejería renacentista.

En el azulejo de abajo se nombra a los dueños de la vivienda y al albañil que la construyó. Es cierto que el cólera produjo estragos horrorosos por ser una enfermedad que produce intensas diarreas muy violentas y deshidratación que en aquella época eran difíciles de tratar al no contar con los antibióticos ni los medios adecuados. Se trasmite por aguas con contaminación fecal y en aquella época sin saneamientos ni tratamiento de las aguas potables la infección se extendía rápidamente.  La epidemia fue catastrófica y causó miles de muertos dejando algunas localidades prácticamente despoblados.

LAS BARRANCAS AL SUR DEL TAJO

LAS BARRANCAS AL SUR DEL TAJO

Una de las barrancas del término de Pueblanueva junto a las Vegas de Santa María
Una de las barrancas del término de Pueblanueva junto a las Vegas de Santa María

La gran erosión y las especiales características edafológicas de las barrancas labradas en las terrazas del terciario al sur de Talavera condicionan un paisaje muy peculiar con una vegetación característica.

Las barrancas más conocidas son las de Burujón río arriba de la Puebla de Montalbán, pero las de los términos de Talavera, La Pueblanueva o Las Herencias no tienen nada que envidiarlas en altura y riqueza ecológica.

Talavera a los pies de las elevaciones de las errazas del Tajo

En las laderas con más pendiente predomina el  enebro ( Juníperus Oxicedrus ) que con sus profundas raíces y su predilección por zonas secas y soleadas se llega a criar en barreras casi verticales.

En las zonas más sombrías se ven ejemplares aislados de quejigo ( Quercus Fagínea ) y en los tramos más húmedos puede observarse todavía algún álamo blanco ( Pópulus Alba) resto de los bosques de ribera que antes de su degradación subirían acompañando a los arroyos de las barrancas desde su desembocadura en el Tajo. Por supuesto la encina está también representada aunque en forma de chaparros o de ejemplares de escaso porte en general.

Las barrancas del término de Las Herencias cubiertas de coscoja
Las barrancas del término de Las Herencias cubiertas de coscoja

Pero la mayor superficie de los empinados suelos de las barrancas se hallan ocupados por la coscoja  (Quercus Coccífera), casi siempre en forma de arbusto, se distingue de las pequeñas encinas o chaparros por ser su hoja de un verde más claro y vivo, tener las hojas con pequéñas acículas en sus bordes y por su bellota, más pequeña y con la caperuza espinosa. Un insecto que la coloniza, el Cocus Infectorius, se utilizó para la extracción de tintes color carmesí. Para este mismo fin se utilizó también la  llamada ¿retama de tintoreros?.

Otros arbustos frecuentes en nuestras barrancas son el espino blanco (Crataegus Monogyna)y el espino amarillo, este último menos abundante. Se sitúan en los ribazos de los arroyos junto a las zarzas y juncales

Las plantas aromáticas están representadas por el romero, el tomillo y la mejorana. Algunas rapaces tienen en ellas un hábitat inmejorable

Las barrancas de Talavera y en las de Las Herencias cuentan con tricheras, búnkers y polvorines en cuevas de la Guerra Civil. De hecho su especial geología ha hecho que se aprovechen para hacer enormes túneles para almacenar proyectiles de artillería en el polvorín del Cerro Negro. También es terreno especialmente adecuado para el circuito de motocross que alberga campeonatos mundiales.

NUESTROS PUEBLOS, LAS HERENCIAS (y2)

NUESTROS PUEBLOS

LAS HERENCIAS Y EL MEMBRILLO

Espadaña metálica para la campana del ayuntamiento
Espadaña metálica para la campana del ayuntamiento

FIESTAS

Las fiestas populares de Las Herencias se celebran el catorce y el quince de Septiembre en honor de el Santísimo Cristo de la Vera Cruz, aunque recientemente se ha levantado una ermita a la Virgen de La Paz y se celebra una romería a la misma el día de San Isidro.

GASTRONOMÍA

En cuanto a los productos autóctonos y la gastronomía debemos resaltar los magníficos garbanzos de Las Herencias que son la base del exquisito cocido a la paja, típico de las tierras jareñas y que podemos degustar en alguno de los bares de la localidad que ofrecen comidas o en el nuevo restaurante.

LUGARES DE INTERÉS
Paraje de Los Castillos y embalse de Azután en Las Herencias
Paraje de Los Castillos y embalse de Azután en Las Herencias
El embalse de Azután y Los Castillos

Vale la pena visitar este paraje natural, recientemente acondicionado por el ayuntamiento con un área de recreo, y subir hasta la cumbre de los cortados sobre el Tajo para disfrutar del paisaje, y divisar con el río a los pies, las tablillas que ha producido el embalse con su riqueza en avifauna, las vegas talaveranas, las elevaciones de El Berrocal y en los días claros las cumbres de Gredos al fondo. Este cerro de Los Castillos es también un importante yacimiento arqueológico habitado desde la Edad del Cobre, hace cuatro mil quinientos años, pero, como lugar dominante que es, fue habitado también en la Edad Media y durante la Guerra Civil, cuando se cavaron las trincheras que todavía se perciben y que con pequeños túneles asomaban a las paredes del barranco que hoy sobrevuelan los grajos y desde donde se dominaba el estratégico vado del río y una antigua barca que cruzaba a Calera y Chozas. En 1801 se produjo un derrumbe de las tierras que forman estas elevadas terrazas sobre el Tajo causando un gran estruendo e interrumpiendo la corriente del río durante unos minutos. Algo similar sucedió dos kilómetros río abajo en el paraje conocido como Canturias, donde se levantaban las ruinas de un castillo árabe y restos arqueológicos romanos que se desplomaron sobre el río en su totalidad. Seguir leyendo NUESTROS PUEBLOS, LAS HERENCIAS (y2)

NUESTROS PUEBLOS: LAS HERENCIAS (1)

LAS HERENCIAS

PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO

Estela de la Edad del Bronce de Las Herencias
Estela de la Edad del Bronce de Las Herencias

En los arroyos que descienden de las cárcavas formadas sobre las terrazas del Tajo han sido hallados huesos de animales prehistóricos y cantos tallados que nos recuerdan que hace cientos de miles de años ya estaban pobladas estas riberas durante los deshielos cuaternarios. En el arroyo Manzanas el erudito talaverano, y tal vez el primer defensor del patrimonio histórico de la comarca, Luis Jiménez de la Llave encontró en el año 1860,  en el paraje conocido como Las Fraguas, una tumba de unos dos mil seiscientos años de antigüedad en cuyo interior se hallaban varios objetos de gran interés por cuanto demostraban por sus influencias estéticas orientalizantes que nuestra comarca fue la frontera norte del mítico mundo tartéssico. Era ésta una cultura íntimamente condicionada por sus influencias fenicias, por lo que no van tan descaminados los que tildan de “fenicios” a las gentes de Talavera y comarca a causa de su ancestral dedicación a las más variadas actividades comerciales. En el enterramiento en cuestión se encontró una vasija metálica de gran interés, un jarro piriforme con asa de triple sección que termina en tres cabezas de serpiente y en su arranque se decora con una palmeta rematada por dos capullos. El profesor Fernández Miranda demostró que esta pieza no es otra que la que hoy día se expone en el Museo Metropolitano de Nueva York desde 1956. Anteriormente había estado en poder de varios anticuarios, hasta que la fundación Pulitzer- Bequest la donó al museo aquel año. También se halló en la sepultura un timiaterio y restos de un braserillo que servían para la realización de una serie de rituales con libaciones e incineración de sustancias olorosas que acompañaban a los enterramientos de rango aristocrático en aquella época.

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