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A LAS CASCADAS DE LAS LANCHAS

A LAS CASCADAS DEL ARROYO DE LAS LANCHAS

Cascadas en el arroyo de Las Lanchas en Las Hunfrías
Cascadas en el arroyo de Las Lanchas en Las Hunfrías

 

 

 

Hace más de 20 años publiqué en mi libro «Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas» esta ruta que ha adquirido con la pandemia una gran afluencia de visitantes.

El punto de partida y de llegada se sitúa hoy en Espinoso del Rey, la “Ispinum” de los romanos donde nos detendremos unos momentos para visitar el rollo que simboliza el privilegio real de villazgo de este pueblo que se independizaba así de su villa madre, Talavera. A la entrada del pueblo hay una ermita desde donde se observa una bonita vista de las rañas rojizas de la Jara Oriental y podemos dar una vuelta observando la peculiar arquitectura popular mudejarista de ladrillo y mampostería de cuarcita.

Robledales, pinares y castaños en el arroyo de Las Lanchas

Robledales, pinares y castaños en el arroyo de Las Lanchas

Iniciamos el recorrido en dirección oeste por la carretera que se dirige hacia Guadalupe y, a unos dos kilómetros, encontramos antes del puente sobre el río Fresnedoso una pista que parte en dirección sur paralela al cauce. Cuando comienza a ascender vemos a la derecha entre chopos un bonito molinillo de agua que por su vista pintoresca merece una parada.

Seguimos el valle del Fresnedoso y comenzamos a subir por la umbría de la sierra, pasando por un bosque de robles y rebollos con una zona de esparcimiento preparada por la Consejería de Agricultura junto a una fuente.

Al coronar el collado la vista sobre el valle de Robledo del Mazo es encantadora y al poco tiempo llegamos a la bonita aldea de Robledillo que con su puñado de habitantes es el lugar situado en una cota más alta de toda nuestra comarca.

Descendemos hacia el valle por la carretera, llegamos a un cruce y seguimos en dirección oeste  paralelamente al río Jébalo, que en esta parte más alta de su cauce discurre entre fresnedas y choperas, dejando pequeñas pozas donde podemos bañarnos o intentar capturar bogas y cachuelos, lo que se llama en la zona «peces de bocao», por ser de fino paladar y pequeño tamaño.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_1546-828x1024.jpg

Pasamos el pueblecito de Las Hunfrías y a unos 300 metros encontramos a la izquierda los muros del cementerio y una explanada desde donde parte la ruta a pie.

Después de un breve recorrido bien indicado llegamos a una zona muy agradable de pozas y pequeñas cascadas y chorreras rodeada de rebollares y algún ejemplar de tejo y de loro, el llamado árbol de las nieblas, porque conduce el agua de las mismas que se condensa en sus hojas hacia la base del tallo para así “autoregarse” .Descansamos y nos refrescamos disfrutando del paraje.

Podemos volver por donde hemos venido o descender durante unos tres kilómetros por el propio cauce del arroyo entre huertecillos abandonados y castaños, pasando junto a tres molinillos, el primero de los cuales tiene un cubo que sorprende por su gran altura.

Dibujo que representa la ruta de las cascadas de el arroyo de Las Lanchas
Dibujo que representa la ruta de las cascadas de el arroyo de Las Lanchas

Nuevamente en la carretera seguiremos hacia el oeste hasta encontrarnos con la población de Robledo del Mazo, capital de este hermoso valle.

Se llama Robledo, por la abundancia de esta especie arbórea en los tiempos en que los bosques de La Jara estaban menos degradados, y “del Mazo” porque, según las relaciones de Felipe II, existió aquí un ingenio hidráulico en la época de la repoblación medieval que, movido por el agua de un arroyo, hacía que un mazo de madera martilleara incesantemente para espantar a los osos que destrozaban golosos las colmenas de los primeros habitantes que se aventuraban a poblar las alquerías serranas.

Vale la pena un paseo por el pueblo observando su arquitectura popular típicamente jareña y también podemos pinchar algo si el hambre no nos deja llegar a Espinoso.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_1550-1024x669.jpg

Partimos de nuevo, preguntando por la pista de Vallesú y como a un kilómetro, cruzamos el Jébalo de nuevo.

Podemos dar una vuelta río abajo por sus orillas hasta donde se estrecha el cauce en forma de cañón y corren las aguas por un paraje realmente agreste donde no será extraño que nos tropecemos con venados o corzos. Las pozas invitan al baño y puede que veamos alguna nutria.

La pista sube entre pinares y pasamos cerca de la fuente de Vallesú muy caudalosa y situada en un paraje muy ameno.

Seguimos entre pinares con manchas de madroñeras y brezales, con bosquecillos de roble y algunos quejigos. La vista panorámica alegra el recorrido y, si tenemos tiempo y ha sido buena la otoñada, podemos llevar  a casa una bolsita de níscalos que abundan en el suelo de los pinares. De nuevo en la carretera, vamos en dirección este y llegamos a Espinoso finalizando la ruta.

El  Níscalo

El nombre científico, que  hace honor a su sabor, es Lactarius Deliciosus . Es muy abundante en las zonas de coníferas cuando el otoño ha sido húmedo y suave. Es de color rojo anaranjado y se distingue fácilmente por segregar un líquido naranja al partirse. El contacto con el aire hace que algunas zonas tomen color verdoso que si se extiende mucho indica casi con toda probabilidad que la pieza estará agusanada por lo que se deben desechar

 

Paisaje frente a Las Hunfrías

TEJOS MILENARIOS DE NAVALTORIL

LOS TEJOS MILENARIOS

Ejemplar milenario de tejo en Navaltoril, Robledo del Mazo
Ejemplar milenario de tejo en Navaltoril, Robledo del Mazo

Los ejemplares de esta desconocida tejeda son de grandes dimensiones u de gran antigüedad como se deduce del grosor de sus troncos que en algunos de ellos han sido quemados en su interior. Comparado el mayor de ellos con otros repartidos por el territorio nacional que son considerados como los más antiguos de Europa, como el de Bermiego en Asturias, no tienen éstos nada que envidiarles.

Se encuentra esta mancha de tejos en la umbría de la sierra de la Hiruela, frente a la aldea de Navaltoril en el municipio de Robledo del Mazo.

Ejemplar milenario de tejo en Navaltoril, Robledo del Mazo
Ejemplar milenario de tejo en Navaltoril, Robledo del Mazo

Es un árbol considerado mágico por los pueblos celtas y nuestra comarca estuvo poblada por ellos, concretamente por el pueblo vettón. Se utilizó desde la antigüedad como veneno  y aparece en los clásico como instrumento frecuente de suicidio, aunque también  se obtiene de él el Taxol, un medicamento utilizado en el tratamiento del cáncer

Este árbol,que puede llegar a tener 1500 años de antigüedad se repartía por toda nuestra comarca como se deduce de los numerosos topónimos «tejeda» que encontramos tanto en La Jara, la Sierra de San Vicente o Gredos.

DE LAS POSADAS DE COLMENAS A LAS DEHESAS

LA NATURALEZA Y LA HISTORIA 3

Tercer artículo de cuatro que obtuvieron el Premio Cabañeros de periodismo medioambiental de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

DE LAS POSADAS DE COLMENAS A LAS DEHESAS

Monumento al primer repoblador medieval de Alcaudete de La Jara
Monumento al primer repoblador medieval de Alcaudete de La Jara

Tras la reconquista de Talavera en el siglo XI, vuelven los cristianos y comienzan los titubeantes intentos de repoblación del inhóspito y desierto territorio de La Jara durante varias centurias. Primero se aprovechan unas cuantas colmenas y después se van rozando los encinares y jarales para conseguir tierras «de pan llevar».

Estos pioneros se enfrentan a tierras casi vírgenes habitadas todavía por osos, como en Robledo del Mazo donde, en el siglo XVI, justifican sus habitantes el nombre del pueblo porque sus abuelos al llegar a ese hermoso valle tienen que luchar con la glotonería de los plantígrados que destrozan sus posadas de colmenas, consiguen ingeniárselas mediante un mazo movido por una rueda hidráulica que machaca incesantemente espantando a los osos.

Los cultivos se fueron asentando tras rozar el monte bajo y los bosques de La jara

Los cultivos se fueron asentando tras rozar el monte bajo y los bosques de La jaraLos venados, los corzos y los jabalíes campan a sus anchas por una comarca salvaje donde se esconden golfines y bandidos aumentando la inseguridad de sus pobres habitantes. Se funda por ello una de las primeras  policías rurales de Europa, la Santa Hermandad Vieja de Toledo, Talavera y Villa Real, que vigilará los caminos y despoblados de los Montes de Toledo y entre cuyos símbolos figuran un jabalí y una colmena por su vinculación a meleros y ballesteros, primeros hombres que se aventuran en esas tierras.

En algunos aspectos, al igual que las actuales patrullas de medio ambiente de la Guardia Civil, tenía esta Hermandad Vieja competencias que pudiéramos considerar como «ecológicas», ya que cuidaban sus cuadrilleros de impedir rozas, talas y carboneos ilegales que las férreas ordenanzas talaveranas intentaban impedir.

En épocas de hambruna era, a veces, la tala de un poco de leña, el único recurso de subsistencia y tanto era así que el concejo talaverano se vio obligado a dar un bando llamando a los vecinos a evitar las cortas abusivas de leña porque si no vendría la ruina para ellos e «incluso los ricos hombres» serían pasto del hambre y la miseria. Egoísta e interesado concepto éste de la conciencia ecológica pero que, aplicado hoy, puede hacernos ver también cómo el deterioro de algún paraje natural o de la capa de ozono son un problema de todos los estratos de la sociedad.

Ciervos en una dehesa de Oropesa

Pero en esas ordenanzas municipales había además, como hoy, normativas menos afortunadas que por ejemplo premiaban el exterminio de «alimañas» pagando por cada ejemplar de «oso, lobo, o raposa» que se demostrara fehacientemente haber dado muerte mediante la entrega de su cabeza y garras. La caza, como siempre, ejemplo de la esquizoide relación amor -desamor entre el hombre y la naturaleza.

Todavía en el medievo la caza era al menos una actividad más noble, el hombre se enfrentaba al animal con las flechas de su ballesta y su astucia, cualidad desarrollada en las Tierras de Talavera cuando se descubre aquí la caza de paloma con cimbel, como se refiere en actas municipales del siglo XV.

Un siglo antes esa actitud dual entre el cazador que depreda y al mismo tiempo admira el medio natural la encontramos en las sabrosas descripciones de parajes y cazaderos que nos hace el Libro de la Montería de Alfonso XI , rey que recorrió la Sierra de San Vicente por ser «buen monte de oso en invierno». Pero antes que él, ya se habían fijado en el encanto de esta sierrecilla los mismísimos romanos, que la bautizaron con el nombre de su diosa de la naturaleza, Monte de Venus la llamaron.

Una fuente en El Piélago en la Sierra San Vicente
Una fuente en El Piélago en la Sierra San Vicente

Ya hemos hablado del talaverano Padre Juan de Mariana, preceptor de Felipe III que vino aquí a inspirarse para escribir el libro «Del Rey y la institución real» en el que por primera vez se justifica el tiranicidio.

Soplan templadísimos vientos libres de todo miasma, brotan de todas partes las más frescas aguas, corren acá y acullá fuentes cristalinas, cosas todas por las que no sin razón fue aquel lugar llamado Piélago. Alegre es allí el sol, alegre el cielo, alegre por demás la tierra cubierta de tomillo, borraja, acedera , peonía y mucho más de yezgos y de helechos…        

Todavía hoy la Sierra de San Vicente no desmerece de esa descripción de finales del siglo XVII.

Pero no es este el único documento histórico que describe o ensalza alguno de los parajes de nuestra comarca, las Relaciones de Felipe II cuentan con jugosas descripciones de la flora y la fauna que nos ayudan a comprender los cambios en el medio natural y, curiosamente, sorprende que la degradación, sobre todo del manto vegetal, no ha sido tan intensa como podríamos pensar. Vayamos por ejemplo al otro extremo de la comarca, a Mohedas de la Jara donde en 1572  «El monte es abundoso de leña de enzina, alcornoques y robles, quexigos e jaras, madroño e brezo. Descripción exacta de la actual vegetación de monte mediterráneo de la sierra de Altamira en Mohedas.

Dejamos pasar doscientos años y en 1784, el cura del pueblo responde a su obispo que en ese pueblo jareño » se cría con abundanzia benado, zierbas, corzos, benaetes, jabalíes, muchos lobos, zorros, gatos monteses, guarduños, lobos zerbales, conejos, liebres, perdizes, abertruzes, quebrantahuesos, águilas, vilanos, víboras ponzoñosas muchas y otros animalejos que se ignoran sus nombres.

No sabemos si el párroco quiso sorprender al obispo con lo de las avestruces o si aplicaba ese nombre a alguna otra especie de ave.

EL BANDIDO MORALEDA, PERSONAJE LEGENDARIO (1)

EL BANDIDO MORALEDA, UN PERSONAJE LEGENDARIO

El Bandido Moraleda
Bernardo Moraleda en foto de la revista Estampa de 1936

El siglo XIX fue el del bandolerismo más típico y tópico que dejó personajes que todavía se mueven entre la historia y la leyenda y que el pueblo ha ido magnificando, idealizando y fantaseando sobre los hechos reales o imaginarios de sus vidas. Hoy conoceremos a uno de ellos y mañana veremos diferentes aspectos de la vinculación del Bandido Moraledacon nuestra comarca y sus aspectos legendarios.

Bernardo Moraleda Ruiz parece que nació en Navas de Estena a mitad de la centuria, aunque se trasladó a Fuente del Fresno, localidad también ciudadrealeña que contaba con varios de sus vecinos dedicados al bandolerismo formando partidas tan famosas como las de dos parejas de hermanos, los “Purgaciones” y los “Juanillones”.

Muchos de estos bandoleros están a caballo entre las partidas carlistas con cierta ideología y el estricto bandidaje. Algunas fuentes los sitúan en las partidas carlistas del apodado “Merendón” y otras aseguran que Moraleda cabalgó junto al párroco de Alcabón, Lucio Dueñas, uno de aquellos curas trabucaires ultraconservadores que asolaron con sus partidas el territorio de La Mancha, los Montes de Toledo, La Jara y Extremadura, justo el mismo ámbito que antes había sido el refugio de los golfines provocando la formación de la Santa Hermandad de Toledo, la de Talavera y la de Ciudad Real, y también la misma zona que tras la Guerra Civil sería refugio de los maquis o guerrilleros antifranquistas.

Frecuentemente el oficio primero que tuvieron fue el de cabrero como es el caso de los “Juanillones” y del propio Moraleda, aunque parece que de niño fue recadero. Con ellos se echa al monte tras la segunda guerra carlista y a partir de 1873 son famosas sus correrías por los Montes de Toledo y la zona de La Jara más próxima a Navalucillos y Robledo del Mazo.

No se sabe a ciencia cierta cuál fue la causa por la que Moraleda comenzó su carrera delictiva. Para algunos fue una discusión con derramamiento de sangre con el patrón y dueño de las cabras que pastoreaba, aunque otros hablan de que mató a su mujer a los cuatro días de casarse o que fue desertor del ejército justo antes de partir con las tropas españolas hacia Filipinas. También se le acusa de haber asesinado a un pastor que lo había denunciado y a un capitán de voluntarios que lo perseguía con inquina.

El hecho de ser cabrero hace que se adapte perfectamente al terreno y que les sea a guardias civiles y otras fuerzas de la época muy difícil capturarle. En una ocasión en que se encuentra rodeado desarma a un guarda y disfrazado con su traje de escopetero consigue burlar el cerco lo que incrementa su leyenda.

También sabe comprar silencios y voluntades con sus monedas de cinco duros, de las que dicen tiene guardado un tesoro en un lugar de los montes de Retuerta del Bullaque, junto con un catalejo y sus armas, aunque cuando años más tarde, al salir de presidio, quiso recuperarlo  no lo encontró, o alguien lo había hallado antes.

Los delitos que las crónicas de la época nos relatan son el despojo de recuas de arrieros, atracos de recaudadores o secuestros y robos a propietarios o al alcalde de Fuente del Fresno, pueblo que llegan a asaltar cometiendo varios atracos. Se les acusó también de algunos asesinatos de civiles como el de un carretero, o de guardias y escopeteros, aunque forman también parte de la leyenda algunos comportamientos algo más cercanos al concepto romántico de bandido generoso. El más conocido de estos episodios tiene relación con uno de los personajes más importantes de la época, el general Prim.

Castillo de Prim, finca en Retuerta del Bullaque
Castillo de Prim, finca en Retuerta del Bullaque

Parece que en una de esas cacerías que daba el héroe de la batalla de Castillejos en su finca de los montes de Toledo con políticos y autoridades de la época, el hijo del general se perdió entre los jarales y dio la casualidad que cuando pedía auxilio se encontró con Moraleda que, llevándolo incluso a hombros por estar desfallecido, lo dejó junto al castillo de Prim, una casona almenada de su propiedad. Cuando el muchacho lo invitó a entrar para que su padre le recompensara, su salvador le dijo que era Moraleda, que estaba huido de la justicia y que por tanto no podía acompañarle al castillo.

Después de numerosos delitos las autoridades les siguen de cerca y les tienden una emboscada cuando se disponen a asaltar el tren en Villacañas, que pretendían previamente hacer descarrilar. Antes habían tenido éxito soltando el último vagón para desvalijarlo en Venta de Cárdenas secuestrando antes al jefe de estación y a otros ferroviarios.

De resultas de estas detenciones en Villacañas los dos “purgaciones” y un “juanillón” son detenidos, juzgados y ejecutados en Toledo en 1882 pero Moraleda huye saltando por una ventana en compañía del otro “juanillón” hasta Portugal. Parece que escapan por la Senda de los Contrabandistas que discurre a lo largo de las cumbres de las sierras oretanas sin tocar pueblo alguno entre Lisboa y Valencia.

Con el fruto de los robos se establecen cerca de la frontera poniendo un comercio de ultramarinos, pero son tantas las cartas que el compañero de Moraleda envía imprudentemente a su mujer que son descubiertos y detenidos. Son extraditados por el país vecino con la condición de que no sean ejecutados aunque se les achacan veintidós asesinatos, treinta tantos robos y tres secuestros.

Son condenados sin embargo a largas penas de presidio, casi ciento quince años, y enviados a Ceuta, donde el Juanillón muere por un proceso respiratorio. Bernardo Moraleda pasa muchos años todavía allí pasando penalidades y con los grilletes puestos lo que le ocasiona úlceras infectadas.  Su encarcelamiento sucede en 1882 y permanece allí hasta 1911, año en que es trasladado a Santoña para ser liberado en 1923 con 71 años.

Los hermanos Juanillones, compañeros de fechorías de Moraleda
Los hermanos Juanillones, compañeros de fechorías de Moraleda, El de la izquierda fue ejecutado y el de la derecha murió cuando estaba con Moraleda en el penal de Ceuta.

Como un mendigo camina hasta Retuerta de Bullaque donde intenta encontrar su botín escondido de cinco mil duros sin conseguirlo. Aunque al pueblo le atemorizaba su presencia, hasta el punto de que un antiguo delator abandonó el lugar, ya solo era un anciano artrítico y sin fuerzas.

Fue a pedir auxilio a la finca de Prim donde el administrador le puso al cargo de la bodega, pues no se olvidaba en la casa cómo había salvado al marqués de Castillejos, hijo del general. Muere en 1936 en el asilo de Ciudad Real, poco antes de que otra guerra civil eche al monte a otros españoles.

EL»GUSANO» GIGANTE DE LA JARA

EL»GUSANO» GIGANTE DE LA JARA, MI HALLAZGO DE UN INTERESANTE FÓSIL  EN LA CUMBRE DE LAS MORADAS

El autor junto al "gusano" de Las Moradas
El autor junto al «gusano» de Las Moradas

Mi hallazgo:

Hace unos años subí con mis amigos de La Enramá a las cumbres de las Moradas o “Las Morás”, la segunda elevación de La Jara después del pico Rocigalgo. Nos llamaba la atención el lugar por los numerosos topónimos como Atalayón o Castillazo que pueden sugerir yacimientos arqueológicos en aquellas alturas de la Sierra de La Hiruela, en término del municipio de Robledo del Mazo y en el ámbito de las aldeas de Piedraescrita y Navaltoril.

La flecha señala el lugar aproximado de la ubicación del «gusano»

El topónimo de Las Moradas, elevación de 1378 metros de altura, es también sugerente desde el punto de vista arqueológico porque “moradas” es el nombre que se daba históricamente a los lejanos refugios en los que se escondían de las razzias de cristianos y musulmanes los habitantes de aquellas tierras de nadie que eran los territorios de La Jara en la Edad Media, y también es término al que hace referencia Santa Teresa en su obra como lugar aislado de retiro.

Simulación del paso del trilobites dejando su huella (Foto CSIC)
Simulación del paso del trilobites dejando su huella (Foto CSIC)

Detalle de la huella del trilobites en el fósil de Las Moradas
Detalle de la huella del trilobites en el fósil de Las Moradas

Como en otros muchos puntos de las sierras jareñas, se encuentran fósiles en las cuarcitas y pizarras por aquí y por allá, especialmente los llamados “crucianas”, testigos que nos hablan de la existencia de un mar en estos lugares hace 475 millones de años.

En aquellos tiempos del período llamado Ordovícico toda esta zona estaba situada sobre la plataforma continental de un antiguo y enorme continente llamado Gondwana por los geólogos. El eje de rotación de la tierra no era entonces el mismo y este lugar se encontraba en aguas frías pues se situaba cerca del polo sur.

Recorriendo aquellas cumbres donde las vistas sobre La Jara son impresionantes, nos tropezamos en el extremo oriental de la cumbre de Las Moradas con una gran superficie de cuarcita en la que aparece un curioso trazado, un dibujo sinuoso de unos 7 metros de longitud, aunque su recorrido extendido podría ser de unos 11, y tiene también 2 metros de anchura máxima y diez centímetros de grosor en el trazo. Los rigores climáticos de estas alturas han hecho que algunos de los trazos se interrumpan o estén quebrados.

Visión de conjunto del gusano de Las Moradas
Visión de conjunto del gusano de Las Moradas

Recientemente volvimos a visitar el yacimiento paleontológico y vimos que se trataba de algo mucho realmente antiguo; el trazado que había dejado en esos fondos marinos un trilobites, pues se ven claramente en todo su recorrido las marcas paralelas de los dos abultamientos que tenía en el abdomen esa curiosa criatura prehistórica.

Tenemos muy cerca de allí los antecedentes de un enorme gusano cuyo recorrido bajo los limos y arenas depositados en aquel antiguo mar se ha estudiado en profundidad en el parque de Cabañeros por científicos del CSIC y que se considera el fósil de mayor antigüedad en el mundo con un recorrido de unos 6,8 metros. De él se hizo un molde de silicona que pesó 100 kilos y se ha clasificado como un ejemplar de la especie Paleophycus Tubularis.

Científicos del Instituto Geológico y Minero y profesores de geología portugueses han estudiado allí también otro abigarrado yacimiento con crucianas, marcas de trilobites, y madrigueras de gusanos con siete especies diferentes de fósiles, concretamente en el valle del Estena, también situado en el parque de Cabañeros.

Crucianas del Las Moradas
Crucianas del Las Moradas

En nuestro caso de Las Moradas, no se trata propiamente de un gusano sino que nos encontramos ante un ejemplo claro de la huella de un trilobites en aquellos fondos marinos, huella que fue elevada y petrificada por las grandes presiones y temperaturas del devenir geológico. La impronta en las arenas es la de uno de aquellos curiosos seres que desaparecieron de la tierra hace 250 millones de años y que conocemos solo en su parte dorsal, lo que es su duro caparazón petrificado, porque la parte blanda inferior del abdomen desapareció aunque nos quedó su marca.

Estas huellas son precisamente las que se denominan Cruzianas  y se interpretan como pistas fósiles debidas a la locomoción y la alimentación de trilobites en el fondo arenoso de aquel arcaico océano jareño, e incluye, dada la gran diversidad de estos animalejos, numerosas especies. Son pistas longitudinales que en relieve aparecen formadas por dos surcos que dejan una cresta central, en ocasiones con otros dos surcos más pequeños laterales, aunque es más frecuente y conocido el aspecto de las crucianas como contramoldes del recorrido del animal en forma de tubo, y de ellas también encontramos ejemplos en esta cumbre de Las Moradas.

Nos encontramos por tanto ante un importante hallazgo paleontológico con una huella de trilobites de grandes dimensiones que complementa los hallazgos del cercano parque de Cabañeros. Yacimiento que espero sea estudiado por los especialistas y sirva como uno más de los muchos recursos turísticos de La Jara tan desaprovechados por las diferentes administraciones que venimos sufriendo.

Muy cerca de este geositio, que junto con los de Cabañeros sería de rango internacional, podemos admirar unos impresionantes ejemplares de tejo, ese árbol antiquísimo, las cascadas y loreras del arroyo de las Lanchas, las minas de oro de Buenasbodas, las de plata y plomo de Sevilleja o Anchuras, la ermita de Piedraescrita etc…etc…y todos ellos son recursos que se deberían explotar para el desarrollo turístico, o el olvido y el abandono de esta hermosa tierra acabarán por dejarla tan despoblada como en el Ordovícico.

 

AL ATALAYÓN POR LAS LANCHAS

Cascadas de l arroyo de Las Lanchas

Recorrido corto hasta las Cascadas del Arroyo de Las Lanchas 4 kilómetros, 2 horas

Recorrido largo hasta el Atalayón y vuelta 12 kilómetros, 5 horas.

Ventana de la arquitectura popular de Las Hunfrías

 Antes de llegar al pueblecito de Las Humfrías, cruza la carretera el arroyo de las Lanchas que ascenderemos mejor tomando el camino indicado junto al cementerio de esta localidad, mejor que por las propias riberas.  Seguimos el recorrido indicado en la ruta que se ha marcado con paneles durante unos tres kilómetros, y llegamos a una zona muy agradable de pozas, pequeñas cascadas y chorreras, rodeada de rebollares y algunos ejemplares de tejos y de loros que, no nos confundamos con las aves tropicales, se trata del llamado “árbol de las nieblas”, que se encuentra en lugares húmedos y sombríos de estas sierra. Tiene un sistema muy curioso de condensación del vapor de agua de la atmosfera, que se acumula en pequeñas gotitas en sus hojas, que a su vez dirigen ese agua cayendo junto al tronco para que lo aprovechen las raíces.

El bosque mediterráneo virgen entre los canchales frente al pueblo de Las Hunfrías

Después de refrescarnos y disfrutar del paraje podemos regresar por donde hemos venido o por el mismo cauce del arroyo entre huertecillos abandonados y castaños, pasando junto a tres molinillos, uno de ellos con un cubo de más de once metros de altura. Ya en la carretera nos dirigiremos hacia el este, de nuevo al cementerio de donde salimos.

Molino de cubo en el arroyo de Las Lanchas

Esta pequeña ruta es muy fácil y asequible, pero si queremos realizar la versión larga y serrana de la misma, podremos subir entre rebollares junto al ameno arroyo de las Lanchas hasta llegar a su nacimiento. Un poco más arriba, se halla un collado desde el que tomaremos la senda, según indica el mapa, que nos lleva hasta El Atalayón. Se trata de una formación cuarcítica con paredes verticales y rodeada de prados y rebollares desde donde, como su nombre sugiere, disfrutaremos de  vistas inmejorables sobre la Jara Alta. En el camino vamos disfrutando entre pinares con manchas de madroñeras y brezales, con bosquecillos de roble y algunos quejigos. No es extraño que nos crucemos con venados o corzos en el descenso que va siguiendo el camino indicado hasta un cortafuegos. Siguiéndolo nos acabará de bajar hasta la aldea de Las Humfrías.  Si tenemos tiempo y ha sido buena la otoñada, podemos llevar a casa una bolsita de níscalos que abundan en el suelo de los pinares.

Garganta de Las Lanchas y su vegetación de robles, madroños, encinas…

EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO (1)

Labranza junto al Jébalo en Robledo del Mazo

Vamos hoy a conocer el valle más atractivo de La Jara, enmarcado por las cumbres más elevadas de este territorio se trata del territorio de Robledo del Razo, municipio con sus cuatro aldeas anejas de las que hoy conoceremos también una, Las Humfrías, por ser este pueblecito desde el que comienza nuestro paseo campestre.

Caserío de Robledo del mazo visto desde el puerto

HISTORIA: El pueblo de Robledo del Mazo se fundó a mediados del siglo XV, según se deduce del testimonio de uno de los vecinos que declaran en las Relaciones de Felipe II. Refiere que uno de los fundadores fue su padre, quien con otros cuatro colmeneros se asentó en el valle para explotar una posada de colmenas. El mismo testigo asegura que el nombre del lugar deriva de que los osos que por entonces andaban por aquellas sierras jareñas causaban daños a las colmenas buscando la miel. Para espantarlos, los primeros pobladores de aquellos robledales instalaron en un arroyo un artificio al que “pusieron hechizo” para que, movido por las aguas, diera sonoros martillazos que ahuyentaran a los animales.

Arquitectura popular en Robledo del Mazo

Un testimonio del siglo XVIII asegura que “un incendio redujo a cenizas toda la población y aún los vestidos de la imagen titular, De suerte que habiendo quedado Diego García único vecino y alcalde, entregó en el ayuntamiento de la villa de Talavera su vara y jurisdicción, que con dicho motivo se agregó a la del lugar de Sevilleja. Mas, habiéndose reunido de su calamidad los vecinos dispersos, lograron reintegrarse el dominio privativo del egido y solar del pueblo”. 

Espadaña de la modesta iglesia de Robledo del Mazo

CONJUNTO URBANO: El núcleo urbano de Robledo se reparte por la ladera de su asentamiento, con las casas siguiendo calles empinadas y formando grupos bastante homogéneos de viviendas de pizarra enjalbegadas. Las construcciones son de una tipología característica en la Jara serrana, de finalidad totalmente utilitaria, y forman un conjunto curioso que conserva todavía algunos rincones con agradable sabor rural.

Puente en Robledo del Mazo sobre el arroyo del Endrino

IGLESIA: El templo de Robledo  es muy sencillo y también sufrió los avatares bélicos. Estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Robledo durante el siglo XVI para, más tarde, ser Nuestra Señora de la Encarnación su patrona. La iglesia se independizó de la de Piedraescrita en 1.676.

Vamos a conocer ahora el hermoso valle de Robledo del Mazo, formado por este pueblo jareño y sus cuatro aldeas situadas en torno a la cabecera del río Jébalo que nace cerca de una de ellas, Piedraescrita.

Las Hunfrías

GASTRONOMÍA: Migas o gazpacho acompañados de caza, o del magnífico cabrito serrano, cerrando con postre de rosquillas o retorcíos puede ser un menú que no nos decepcionará. Los bollos de San Miguel son típicos de la fiesta local.

Hay algún artesano que elabora objetos tallados en Madera. Las mujeres hacen labores de tipo lagarterano.

Vegetación en las sierras de Robledo

SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA DE TALAVERA (1) PIEDRAESCRITA

SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA DE TALAVERA (1) IGLESIA DE PIEDRAESCRITA

Dios Padre representado en la azulejería de Piedraescrita

Comenzamos hoy una serie sobre los lugares de la comarca donde podemos contemplar la azulejería talaverana. No es un estudio exhaustivo de la misma sino simplemente una invitación a visitar esos lugares y disfrutar de nuestra cerámica.

  1. Ubicación: Piedraescrita, ayuntamiento de Robledo del Mazo

    Ermita de Piedraescrita
  2. Descripción básica
  3. LA IGLESIA: Cuenta la leyenda que en tiempos medievales, “poco después de la expulsión de los sarracenos”, un vaquero de Espinoso aprovechaba con los  ganados propiedad de su amo talaverano las hierbas frescas del entorno y se le apareció la Virgen en un lugar cercano al pueblo, sobre una roca conocida como “El Canto de la Virgen”, donde hace unos años se ha erigido un sencillo monumento conmemorativo. Le encomendó la construcción de una ermita y los lugareños se empeñaban en erigirla en otro lugar diferente al que hoy le sirve de solar, sucediendo que los muros levantados por el día aparecían derruidos a la mañana siguiente, hasta que por fin el templo fue construido donde actualmente se ubica, justo en la divisoria entre las aguas del Guadiana y el Tajo. Está documentado históricamente que en 1188 el obispo Gonzalo Pérez otorga licencia para la construcción de una iglesia a un tal Nuño Nuñez y a su mujer Aderazo Gómez que aportaban la dote necesaria para su mantenimiento.

    Iglesia de Piedraescrita

    El templo es una edificación sencilla con un ábside que fue octogonal y, según parece, formaba únicamente la sencilla construcción primitiva, más tarde modificada añadiéndose la nave principal. El edificio tiene a los pies un campanario de tres huecos que fue construido en el siglo XVIII. Se accede a la iglesia por un pórtico descendiendo cuatro escalones, ya que el piso del templo se encuentra por debajo del nivel actual del suelo y hay constancia de la existencia de una antigua fuente dentro de la ermita que, como hemos dicho, es una iglesia en realidad. Los muros están fabricados en mampostería de lajas de pizarra con revoco exterior enjalbegado.

    Decapitación de San Juan Bautista en azulejería de Talavera en la iglesia de Piedraescrita

    Pero lo realmente interesante desde el punto de vista artístico es el interior de este monumento. Sus paredes  están en gran parte recubiertas de valiosa azulejería talaverana del siglo XVI y XVII con escenas del Nuevo Testamento. En el lado de la epístola destaca un San Cristóbal de grandes dimensiones frente al que se sitúa un panel con una fila de arcabuceros similar al que se encuentra en la ermita de la Virgen del Prado de Talavera, aunque no es esta la única similitud en los motivos dibujados en Piedraescrita. Otros paneles representan a diferentes santos y en el testero se aparece un juicio final con la resurrección de los hombres que son extraídos de las tumbas por ángeles y demonios. Un azulejo parece representar al autor de parte de los paneles cerámicos.

    Satanás representado en una imagen de San Bartolomé en la azulejería de Piedraescrita

    En el cuarto de esfera que cubre la capilla podemos contemplar la pintura al fresco de un Pantocrátor con estrellas y una luna con cara femenina. Esta es la pintura románica más meridional del territorio nacional. Son también de interés un magnífico Cristo crucificado del siglo XVII, la pila bautismal y una escultura de la Virgen en cerámica talaverana.

    Ábside decorado con azulejería de Talavera en la iglesia de Piedraescrita
  4. Datos para la posible visita por el público Puede visitarse pidiendo las llaves en una vivienda de la plaza

La azulejería ha sido recientemente restaurada incorporando azulejos hallados en el templo.

Sobre la autoría de uno de los paneles he publicado otro artículo que podéis consultar en este enlace:

EL CERAMISTA JUAN FERNÁNDEZ AUTOR DE UN PANEL DE PIEDRAESCRITA

 

EL JÉBALO (3) DE ROBLEDO AL MARTINETE

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Salida del Jébalo del valle de Robledo del Mazo por El Portadillo

Siguiendo nuestro recorrido fluvial por el Jébalo salimos ya del valle de Robledo del mazo para recorrer una zona agreste  y solitaria que recomiendo recorrer en verano calzado con unas zapatillas viejas que nos permitan ir andando por el río y darnos un chapuzón de vez en cuando. El río está aquí muy limpio y podemos disfrutar de pozas y remansos con aguas trasparentes y no muy frías desde las que no será extraño ver algún corzo o venado y tropezarnos con alguna nutria.

Río Jébalo y el canal de la central eléctrica del Martinete

A mitad del recorrido nos encontramos con una presa arruinada que desviaba el agua para llevarla a la central hidroeléctrica del Jébalo, que dio luz a algunos pueblos de la comarca.

Podemos aquí coger el canal que parte de la presa y dejar el río para caminar más cómodo con unas magníficas  vistas sobre el valle fluvial.

Detrás del puente se ve la central de El Martinete

Llegamos por fin a un ensanchamiento del canal desde el que desciende un tubo que con el caudal que conducía movía la turbina eléctrica.

Cartel de la central eléctrica del Jébalo

Río abajo se encuentra el puente de la carretera de Espinoso a Buenasbodas con buenas pozas y tablas en la zona para pescar o refrescarse. Más abajo están los restos del artificio que da nombre al paraje, una construcción semiarruinada que alojaba un mazo o martinete que era movido por una rueda vertical que a su vez hacía girar un eje con dientes que hacía golpear un martillo contra las chapas de hierra o cobre que se querían afinar y moldear.

Ruinas del martinete que da nombre al paraje

y más abajo aún se encuentran los grabados rupestres del Martinete que hemos descrito más pormenorizadamente en otra entrada pero vamos a recordar que debemos seguir  por la ribera río abajo, mejor por la orilla derecha para evitar problemas con el guarda de la finca, y vamos observando la orilla contraria hasta que veamos una gran roca lamida por las aguas en cuya superficie se encuentra una muestra del llamado arte esquemático de la Edad del Bronce, aunque es probable una mayor antigüedad en su ejecución pues algunos especialistas retrasan su datación hasta la Edad del Cobre o Calcolítico, con más de 4500 años, e incluso otros llegan hasta el epipaleolítico añadiendo un par de milenios más.

Riberas del Jébalo cerca de El Martinete

La mayor parte de los grabados están realizados con técnica de piqueteado sobre unas superficies rocosas lamidas por el Jébalo en sus crecidas y situadas en un lugar intrincado que tiene algo de mágico por su entorno y por su aspecto de «capilla» o de recogido paraje religioso. Muchos de los motivos son homúnculos, es decir, hombrecillos esquemáticos en diferentes actitudes, como uno de ellos, por ejemplo, que parece representar un arquero caído.

Ciervo con gran cornamenta en los grabados del Martinete

También aparece la imagen de la cabeza de un cérvido y lo que da la sensación de ser una escena de lucha entre otro animal astado y un hombre. Además, se percibe un carro o una vivienda esquemática y otros signos y dibujos muy sencillos pero de difícil interpretación. Las figuras se distribuyen sobre un panel principal y otro secundario más elevado y situado más hacia el norte. Detrás de los grabados se observan también pinturas en tonos rojizos muy desvaídos en los que se distinguen dos imágenes formadas por círculos concéntricos con el típico aspecto de los ojos esquemáticos que caracterizan a muchos idolillos hallados en los dólmenes y en otras estaciones de arte esquemático.

Calco de un ciervo en los grabados del Martinete

En la msma orilla pero más abajo aún desemboca el arroyo de los Maíllos cerca de la aldea de El Portezuelo, hoy finca particular. En ese arroyo se encontró una roca con una inscripción en lengua prerromana, probablemente ibérica que encontró Jiménez de Gregorio.

Inscripción ibérica de Los Maíllos
Cornicabra gigante en el valle del Jébalo

SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO

NUESTROS RÍOS, EL JÉBALO 2

SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO

El río Jébalo a su paso por el valle de Robledo del Mazo

Vamos a conocer ahora el resto del hermoso valle de Robledo del Mazo, formado por este pueblo jareño y sus cuatro aldeas situadas en torno a la cabecera del río Jébalo que nace cerca de Piedraescrita como ya sabemos.

Ya cerca de Navaltoril, otra de las aldeas del valle del   se encuentra el lugar donde las gentes de Espinoso y Piedraescrita desarrolan un curioso ritual sobre el río pasando la imagen de un pueblo al otro.

Cada siete años, durante los meses de Mayo a Septiembre, o bien por necesidad causada por plagas o sequía, y también con una duración de cuatro meses, tienen derecho los espinoseños a tener en su poder la venerada y antigua imagen. El traslado a Espinoso es todo un acontecimiento para el pueblo y la imagen es acompañada por los agrestes parajes serranos que deben atravesarse rezando y cantando coplillas  a la Virgen.

Romería de Piedraescritade 2016 en el momento de cruzar el Jébalo con la imagen FOTO DE LA VOZ DEL TAJO

Primero se lleva la imagen a la vecina aldea de Navaltoril, también situada en el valle de Robledo. Allí se celebra una multitudinaria misa de campaña que preside también la imagen de la Inmaculada de Navaltoril con asistencia de gentes de todos los pueblos de los alrededores. Después se conduce la imagen hasta el paraje conocido como “El Agua de las Juntas” donde, en el mismo lecho del río Jébalo, entregan la imagen las autoridades del valle a las de Espinoso. El camino es largo y para el recorrido se despoja a la Virgen de su corona y se la pone un manto para que no se moje, pues es mucha la fe en su intercesión para traer la lluvia en tiempos de sequía. Es recibida con las calles engalanadas con arcos florales y hierbas aromáticas alfombrando el suelo, entre la emoción de todo el vecindario que la espera en el paraje conocido como el “Plaerón

Iglesia de Navaltoril

Navaltoril es otra de las aldeas de Robledo del Mazo que todavía conserva una arquitectura popular con sabor serrano en un entorno muy agradable, ya que el pueblo se sitúa desde el siglo XV en un antiguo postuero de ganados entre los prados de una nava. Cuenta con dos molinos arruinados cercanos en las riberas del Jébalo. Uno de ellos se encuentra cerca del pueblo y junto a él podemos ver un rústico.

Puente sobre el Jébalo cerca de navaltoril. Ingeniería popular en un puente de roncos jara y tierra apisonada

El otro molino está frente al cruce de la carretera que nos subirá hasta la pequeña aldea de Robledillo, cuyo caserío se sitúa en la cota más alta en la comarca y también está rodeado de un marco natural privilegiado. Es una labranza de Robledo que comienza su andadura en el siglo XVIII conociéndose el nombre de su fundador como “el abuelo Cirilo Galán”.  Cuenta el pueblo con una piscina natural y si continuamos por la misma carretera en dirección a Espinoso podemos disfrutar de la zona de recreo que se ha preparado en torno al ameno paraje de la fuente de La Teja. Otra bonita excursión desde Robledillo es la que nos acerca dirigiéndonos hacia el oeste por una senda hasta el paraje de Vallesú donde mana una caudalosa fuente.

Plaza de Robledillo

Desde Robledillo volvemos a descender hasta el valle de Robledo y continuamos la carretera en dirección oeste pasando por el lugar de Las Humfrías que, como las otras aldeas del municipio, conserva algunas muestras de la arquitectura tradicional y las ruinas de varios molinos en el cercano arroyo de Las Lanchas, pintoresco por sus cascadas.

El caserío de las Humfrías y al fondo el monte conservado con el original bosque mediterráneo en su aspecto original con los canchales típicos de las sierras jareñas

ROBLEDO DEL MAZO

Historia

El pueblo de Robledo del Mazo se fundó a mediados del siglo XV, según se deduce del testimonio de uno de los vecinos que declaran en las Relaciones de Felipe II. Refiere que uno de los fundadores fue su padre, quien con otros cuatro colmeneros se asentó en el valle para explotar una posada de colmenas. El mismo testigo asegura que el nombre del lugar deriva de que los osos que por entonces andaban por aquellas sierras jareñas causaban daños a las colmenas buscando la miel. Para espantarlos, los primeros pobladores de aquellos robledales instalaron en un arroyo un artificio al que “ pusieron hechizo” para que, movido por las aguas, diera sonoros martillazos que ahuyentaran a los animales.

Cascadas del arroyo de Las Lanchas cerca de Las Humfrías

Un testimonio del siglo XVIII asegura que “un incendio redujo a cenizas toda la población y aún los vestidos de la imagen titular, De suerte que habiendo quedado Diego García único vecino y alcalde, entregó en el ayuntamiento de la villa de Talavera su vara y jurisdicción, que con dicho motivo se agregó a la del lugar de Sevilleja. Mas, habiéndose reunido de su calamidad los vecinos dispersos, lograron reintegrarse el dominio privativo del egido y solar del pueblo”. 

CONJUNTO URBANO

Arquitectura popular jareña en el valle de Robledo

El núcleo urbano de Robledo se reparte por la ladera de su asentamiento, con las casas siguiendo calles empinadas y formando grupos bastante homogéneos de viviendas de pizarra enjalbegadas. Las construcciones son de una tipología característica en la Jara serrana, de finalidad totalmente utilitaria, y forman un conjunto curioso que conserva todavía algunos rincones con agradable sabor rural.

IGLESIA

El templo de Robledo  es muy sencillo y también sufrió los avatares bélicos. Estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Robledo durante el siglo XVI para, más tarde, ser Nuestra Señora de la Encarnación su patrona. La iglesia se independizó de la de Piedraescrita en 1.676 .