CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (15) OBSERVAMOS LOS BUITRES Y LLEGAMOS A ALÍA

Buitreras de peña Amarilla

Ascendemos ahora cuatro kilómetros y encontramos un miradero desde el que se puede observar un paraje de gran belleza junto al desfiladero de la Peña Amarilla. Enfrente  observamos unas cuevas en torno de las que sobrevuelan numerosas aves entre las que podemos distinguir numerosos buitres. Abajo, apenas pueden vislumbrase las aguas del río que percibimos más bien por el ruido que hacen al discurrir bajo las umbrías de las alisedas.

Muy cerca, siguiendo camino hacia Alía, se ha abierto recientemente una casa rural donde podemos alojarnos,  comer o adquirir productos locales. A partir de aquí está señalizado el antiguo camino que nos conduce hasta Alía, aunque si lo deseamos podemos continuar por la carretera.

Buitre Leonado

 EL REY DE LAS CRESTAS

En las cumbres de las descarnadas crestas cuarcíticas de las sierras de La Jara y Las Villuercas podemos observar manchas blanquecinas sobre las paredes verticales de los riscos. Están producidas por los excrementos de las colonias de buitres que anidan en estas atalayas rocosas.

El buitre leonado ( Gyps Fulvus ) es el más abundante en la zona con más de ciento treinta parejas anidando en estos cantiles. Se distingue por su color pardo y por su cuello carnoso y desnudo al que adorna una corona de plumas también pardas. Tiene una longitud de hasta ciento veinte centímetros y una envergadura de dos metros y medio.

Aprovechan las corrientes térmicas para lanzarse desde las cumbres y desarrollar su vuelo majestuoso de observación del territorio. Cuando perciben la presencia en los valles o en las dehesas de algún animal muerto comienzan a volar en círculos descendentes que delatan la presencia de carroña a sus compañeros en varios kilómetros a la redonda.

En las zonas más elevadas e inaccesibles forman sus colonias de nidificación donde cada pareja cuida de su único polluelo, alternándose para su protección y utilizando el mismo nido durante varios años. También podemos encontrar en la zona al buitre negro (Aegypius Monachus ) que anidan más frecuentemente en los bosques, sobre las copas de grandes encinas o alcornoques, pero que a veces comparte la comida con el buitre leonado, el cual aprovecha en mayor medida las vísceras y el interior del cadáver, mientras que el buitre negro come con preferencia las partes más duras y correosas.

Empedrado en la entrada de la iglesia de Alía

ALÍA

El mismo nombre de Alía lleva marcada la presencia musulmana en su territorio pues, según algunos autores, querría decir “la alta” en árabe. Otros quieren ver en la palabra la huella histórica de un moro llamado Alí y los más aventurados van más lejos con su imaginación y se atreven a decir que Alía es la “Helice” que atacó el caudillo cartaginés Amílcar Barca. Existen referencias a la existencia de tres antiguas fortificaciones en el pueblo, una en el cerro de Santa Catalina, otra en las inmediaciones del actual casco urbano y la última, con leyenda de moros incluida, en el llamado Cerro del Moro.

Alía es junto a Valdecaballeros uno de los primeros pueblos de La Jara que se hicieron villa durante el reinado de Felipe II, dejando así de pertenecer a las Antiguas Tierras de Talavera, aunque en muchos aspectos como los económicos, históricos o geográficos persistieron los antiguos vínculos. Así lo demuestra por ejemplo que todavía en el siglo XVII tuviera Alía que pleitear para no tener que acudir hasta Talavera con su ofrenda durante las fiestas de Las Mondas, o que la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera vigilara sus caminos hasta bien entrado el siglo XIX.

Puente camino de Alía

Sancho IV el Bravo había donado a Talavera para su repoblación tres grandes dehesas al sur del Tajo, una de ellas era la del Puerto de Ivan Román dentro de la cual estaban incluidas Alía y la actual Puebla de Guadalupe, ya que en la antigua demarcación del pueblo que hoy visitamos, en la conocida entonces como Dehesa de los Guadalupes, es donde, según la tradición, tuvo lugar la aparición de la Virgen fundándose después el monasterio. En el año 1337 Alfonso XI, por privilegio concedido en Sevilla, segregaría  las tierras del monasterio del término de Alía y por tanto del alfoz talaverano.

En 1455 el arzobispo Carrillo gana una sentencia contra el maestre de la orden de Alcántara, don Alfonso de Sotomayor y contra su villa de la Puebla de Alcocer. El proceso se inició porque, favorecido el maestre por su amistad con el condestable don Álvaro de Luna, había usurpado en tiempos de Juan II gran parte de las tierras talaveranas del sur y el arzobispo y su villa reclamaban sus derechos. En 1460, hallándose el noble don Juan Gaitán en Alía, comisionado por el concejo talaverano, se hizo el deslinde y amojonamiento entre Guadalupe y Talavera, aunque son numerosos los pleitos entablados entre la villa del Tajo y el monasterio por  cuestiones de utilización de pastos por los ganados guadalupanos, tránsito de vino, trigo y otras mercancías por los términos de Alía camino de Guadalupe o por haber labrado los habitantes de La Puebla de Santa María en tierras de Alía, que más tarde se encontró también vinculada al señorío del marqués de Cortes de Graena.

Durante 1835 el pueblo sufrió las correrías de las partidas carlistas y en la Guerra Civil fue abundante la sangre derramada por los excesos de ambos bandos. En la posguerra también soportaron muchos de sus habitantes la represión derivada de la presencia de maquis en el territorio y los violentos métodos del teniente coronel Gómez Cantos encargado de su persecución.

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (14), ASALTOS EN GUADARRANQUE

Puente de los Guadarranques, lugar de frecuentes asaltos de bandoleros

Una vez traspuesto el puerto de San Vicente comenzamos el descenso hacia el valle de Los Guadarranques. La carretera coincide con la antigua cañada de merinas en muchos tramos de su recorrido, aunque al principio discurre a la derecha paralela a ella. Pasado el kilómetro 144 atravesamos sobre la vía abandonada de la línea Talavera -Villanueva de la Serena, sobre la que se ha trazado la denominada Vía Verde de La Jara que no llega hasta aquí por interrumpirse en la estación de Minas-Puerto la posibilidad de acceso debido a la inundación de los túneles que atraviesan la sierra de Altamira y al derrumbe de taludes. Esta zona de la vía que encontramos ahora, cercana al conocido como túnel de La Loba, es a la que nos referíamos anteriormente por su riqueza en fósiles.

Dibujo que recrea una comitiva de la Santa Hermandad junto a su cárcel de la puerta de Zamora en Talavera

Recorridos algo más de nueve kilómetros desde Puerto nos cruzamos primero sobre el arroyo de Guadarranquejo y enseguida llegamos al río Guadarranque. Sobre este último se pueden observar en un bonito paraje los restos de un puente arruinado que durante siglos fue lugar obligado de paso para los peregrinos, viajeros y ganados trashumantes para los que la mesta a finales del siglo XV ordenó que se hiciera “una puente de cal e canto firme e recya”. Su situación estratégica y lo agreste y aislado del entorno hicieron que fuera un lugar ideal para que los salteadores de caminos desvalijaran a sus víctimas.

Ejecución de un reo representada en un sello de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera

 Golfines y Bandoleros: Ya hemos comentado cómo estas tierras fueron grandes despoblados, tierra de nadie entre los bandos musulmán y cristiano.

 Los golfines eran desertores de los ejércitos cristianos medievales, soldados de fortuna e incluso componentes de la pequeña nobleza que agrupados en bandas recorrían estos montes desde Guadalupe hasta La Mancha asaltando viajeros, ganaderos o colmeneros que se atrevieran a pasar por aquí o intentaran asentarse en la zona.

Para proteger a esos primeros pobladores, colmeneros fundamentalmente, se fundó la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que unida a las de Toledo y Ciudad Real se constituyeron como una de las primeras policías rurales de Europa y antecedente directo de la Guardia Civil.

Cuadrillero de la Santa Hermandad de Talavera dibujado en un documento

La institución permanece en funcionamiento hasta el siglo XIX y son numerosos las causas criminales de esta Hermandad que se guardan en el Archivo Municipal de Talavera. Nos cuentan las fechorías de cuatreros, bandoleros, rateros, incendiarios, contrabandistas y toda clase de delincuentes que se refugiaban en estas soledades.

El lugar de Los Guadarranques aparece con gran frecuencia en estas causas como escenario de numerosos salteamientos. Durante el siglo XVIII hay también frecuentes referencias al paso de bandas de contrabandistas que atemorizaban a los escasos habitantes de estos despoblados. A mediados del siglo XIX desaparece la Santa Hermandad pero el bandolerismo en la zona persiste con bandoleros famosos que todavía figuran en la memoria de la población con nombres como Alonso Joroba y Fernando Pina, Samaniego, Moraleda, Pericaina, Run Run  y otros. 

En tierra de Deleitosa

mataron a Samaniego

a Pericaina en Guarranque

y a Luengos en Cañamero  

Palacio de los Golfines de Abajo en Cáceres, Antes de ser nobles, los golfines fueron bandoleros que rindieron servicios de mercenarios a los reyes

 Más tarde hicieron correrías por la comarca partidas de carlistas y grupos de maquis como los de Quincoces o Chaquetalarga también se refugiaron en estos montes en su actividad guerrillera. Incluso hace unos pocos años fue asaltado un camionero en estas soledades en las que podemos detenernos a la sombra de los riscos y de los cerrados bosques de ribera para soñar con las aventuras que sucedieron en este lugar que nada tiene que envidiar en el aspecto novelesco a Despeñaperros o al desfiladero de Pancorbo.

EL OBISPO JAREÑO PATRIOTA ASESINADO POR LOS FRANCESES

Inscipción en la casa del obispo Álvarez de Castro en Mohedas

EL OBISPO PATRIOTA

Don Juan Álvarez de Castro nació en Mohedas en 1724 en la casa que todavía hoy conserva una inscripción en su recuerdo en Mohedas de la Jara. Fue párroco de la iglesia de Piedraescrita y Navaltorial en la Jara Alta, y después de Azután. En 1780 oposita a la parroquia de los Santos Justo y Pastor de Madrid y en 1789 es nombrado obispo de Coria por Carlos IV a instancias del gobierno de Godoy.

Iglesia de Piedraescrita, donde fué párroco el obispo Álvarez de Castro

Una de sus obras sociales más importantes fue la fundación del asilo de niños expósitos de la Casa de La Misericordia y es conocido que su palacio y catedral siempre estuvieron abiertos a los más necesitados, enfrentándose a veces con la nobleza para que la distribución de los bienes de las fundaciones religiosas cumpliera con las condiciones estipuladas de asistencia a los pobres. También le gustó potenciar «el ornato de los templos» y dotó de órgano a la catedral de Coria.

Retrato de don Juan Álvarez de Castro, obispo de Coria

En Mohedas construyó a su costa la fuente pública de Huertos Redondos y un calvario hoy desaparecido haciendo además otras donaciones a la iglesia del pueblo.

El 14 de Junio de 1808 emite una circular en la que exhorta a la defensa de España contra los franceses y para que sus fieles “olviden resentimientos particulares y derramen la última gota de su sangre en el caso de que sea necesario”, incluso distribuye un decreto por el que ordena que sus sacerdotes y fieles juren que defenderán a la religión y al soberano Fernando VII, sellándolo con su propia sangre. En otra de sus circulares se alegra por la derrota de los franceses en Bailén proclamando que “El Señor en su indignación ha humillado hasta el polvo a los soberbios y ha ensalzado a la cumbre de la gracia a los humildes”. Llega a comparar a Napoleón con Lucifer y antes había acogido a sacerdotes que huían de Francia.

Iglesia de Azután, otro de los destinos de don Juan antes de ser obispo

Hace entrega a la Corona de casi un millón de reales para ayudar a la financiación de los maltrechos ejércitos españoles. Por todo lo referido se hace blanco del odio del invasor y en agosto de 1809 se ve obligado a esconderse en el pequeño pueblo de Hoyos viéndose obligado a deambular por la sierra de Gata siendo ya un anciano enfermo. Ya tenía en el pueblo residencia para convalecer de sus achaques que además le dejaron prácticamente ciego.

El 29 de Agosto conoce,  postrado por la fiebre, la llegada a Hoyos de las fuerzas del mariscal Soult pero esta vez se niega a esconderse. Los franceses entran en su busca y saquean la casa sacando al obispo enfermo de la cama con sus ochenta y cinco años. Los franceses perseguían al Obispo. Y cuando entraron en su casa procedieron a destrozar todo el mobiliario, mataron al que hacía las veces de portero, golpearon hirieron y mortificaron a cuantas personas encontraron a su paso y cuando dieron con él, sin ninguna piedad, le sacaron a golpes del lecho, le despojaron de su ropaje, le tiraron al suelo, la soldadesca hizo burla y escarnio del pectoralmientras el comandante al frente de seis soldados que le acompañaban le gritaba: “¡Viejo loco! O juras hoy obediencia a José Bonaparte o te fusilo sin compasión”. Posteriormente al grito de: “¡Fuego! ¡Fuego!”, le dispararon dos tiros, en la garganta y en los genitales, matándole en el acto. Fue enterrado en la iglesia de Hoyos, aunque no se sabe el lugar exacto y cuentan los vecinos que la mancha de su sangre permaneció mucho tiempo indeleble en el suela de la habitación donde fue asesinado. 

Hoy recuerdan su memoria una calle de Hoyos, otra de Mohedas además de una de las principales vías del casco antiguo de Cáceres. Una placa en la Basílica del Pilar recuerda al “Obispo Santo”, como todavía se le llama en Hoyos .

EL GRAN ESCRITOR PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN PASA POR TALAVERA

Dibujo de Enrique Reaño sobre foto de Clifford del siglo XIX

Pedro Antonio de Alarcón tiene un librito delicioso de viajes en el que uno de ellos tiene como destino el monasterio de Yuste. El escritor pasa por Talavera y reproducimos aquí el texto desde que sale de Madrid hasta que llega  Navalmoral de la Mata.

Si sois algo jinete (condición sine qua non); si contáis además con cuatro días y treinta duros de sobra, y tenéis, por último, en Navalmoral de la Mata algún conocido que os proporcione caballo y guía, podéis hacer facilísimamente un viaje de primer orden—que os ofrecerá reunidos los múltiples goces de una exploración geográfico-pintoresca, el grave interés de una excursión historial y artística, y la religiosa complacencia de aquellas romerías verdaderamente patrióticas que, como todo deber cumplido, ufanan y alegran el alma de los que todavía respetan algo sobre la tierra —Podéis, en suma, visitar el Monasterio de Yuste.

Puerta de Mérida vista por su cara oriental poco antes de su total destrucción

Para ello (suponemos que estáis en Madrid) empezaréis por tomar un billete, de berlina o de interior, hasta Navalmoral de la Mata, en la «Diligencia de Cáceres» — que sale diariamente de la calle del Correo de ésta que fue corte[1], a las siete y media de la tarde. La carretera es buena por lo general, y en ningún paraje peligrosa. Pasaréis sucesivamente por la Dehesa de los Carabancheles, donde los Artilleros tenían establecida su muy notable Escuela práctica; — por las Ventas de Alcorcón y por Alcorcón mismo, que es como si dijéramos por el Sévres[2] de los actuales madrileños ;—por Móstoles, donde os acordaréis de su órgano y de su célebre Alcalde del año de 1808;—por Navalcarnero, uno de los principales lagares que surten de peleón a Madrid;—por Valmojado, que nada tiene de mojado ni de valle, pues ocupa un terreno muy alto y arcilloso;—por Santa Cruz del Retamar, abundante en fiebres intermitentes y en carbones;—por Maqueda, todavía monumental hoy, cuanto poderosa en la antigüedad romana y en tiempos de nuestra doña Berenguela,—y, en fin, por Santa Olalla, patria del historiador Alvar Gómez de Castro y del predicador Cristóbal Fonseca, ambos insignes varones y literatos;—con lo cual, al amanecer (dado que viajéis, como os lo aconsejamos, en primavera o en otoño), os encontraréis en Talavera de la Reina, confirmada (supongo) recientemente con el nombre de Talavera de la República federal[3].

Muchachas pintando cerámica de Talavera en un dibujo de un viajero a principios del siglo XX

Dicho se está que en todo este trayecto no habéis visto casi nada, a causa de la obscuridad de la noche y de haber ido proveyéndoos de sueño, o bien de dormición o dormimiento (como se decía antaño, para evitar confusiones entre la gana y el acto de dormir); y en ello habréis hecho perfectamente, pues no os esperan grandes hoteles, que digamos, en toda vuestra romería;—pero al llegar a Talavera, donde se detiene el coche una hora y se toma chocolate, despertaréis sin duda alguna, y podréis ver al paso muchas y muy buenas cosas Por ahorraros gastos, no presuponemos que caéis en la tentación de pasar todo un día en aquella ilustre villa , cuna del ínclito Padre Mariana; rica de monumentos arquitectónicos; emporio de los opimos frutos y frutas de todo el país que vais a recorrer; renombrada por sus barros cocidos, que os indemnizan del bochorno cerámico que pasasteis en Alcorcón[4], y vecina del memorable campo de batalla en que españoles e ingleses dimos tan buena cuenta de José Napoleón, de Sebastiani, de Víctor y de otros generales del Imperio, con más de 50.000 soldados vencedores de Europa — En otro caso vierais allí, además de las murallas, y la catedral[5], y los conventos, y los palacios, los celebérrimos jardines y alamedas que forman un paseo público a la orilla del noble Tajo —Pero ¡nada! vosotros vais a Yuste exclusivamente, y no podéis deteneros en parte alguna.

Dibujo de Sorolla del castillo de Oropesa

Montaréis, pues, de nuevo en la Diligencia, y , dejando a la izquierda el gran río y viendo siempre a la derecha la cadena del Guadarrama[6] (que, con el nombre de Sierra de Gredos y otros, se extiende hasta Portugal), continuaréis vuestro camino y cruzaréis por delante de la imponente villa de Oropesa, de aspecto feudal, coronada por su viejo castillo y presidida por el magnífico palacio de los antiguos Condes de Oropesa, hoy Duques de Frías — Como sabéis a dónde vais, no dejaréis seguramente de saludar agradecidos aquella villa, ni de pensar con reverencia en los mencionados Condes, cuyos recuerdos habéis de encontrar íntimamente ligados con los del Monasterio de Yuste; y , cumplida esta obligación , pasaréis por la Calzada de Oropesa, último pueblo de la provincia de Toledo; entraréis poco después en Extremadura, y, en fin,  eso de las doce del día os hallaréis en Navalmoral de la Mata[7].

[1] Estamos en 1873, en tiempos de la primera República y por eso dice Alarcón que ya Madrid ya no es corte real

[2] Se burla Alarcón de la cacharrería de Alcorcón comparándola con la fina porcelana de Sévres

[3] Situación similar a la de Talavera en la segunda República, cuando tras el alzamiento del 18 de Julio se cambia el nombre de Talavera de la Reina por Talavera del Tajo.

[4] Vuelve a burlarse de los pucheros de Alcorcón.

[5] Confunde la Colegiata con una catedral.

[6] Confunde el Sistema Central con la Sierra de Guadarrama, en la que incluye a Gredos.

[7] Este viaje se hizo y fue escrito en 1873. Pocos años después se podría hacer este viaje en ferrocarril a Navalmoral de la Mata.

 

CAMINO DE LOS BANDOLEROS (13) CONOCEMOS PUERTO DE SAN VICENTE

Labranzas ycorrales como este encontraos en nuestro recorrido hacia Puerto

Su iglesia dependió de la ya nombrada parroquia de Santiago de Zarzuela que agrupó a gran parte de la Jara occidental, pasando más tarde su cabecera a la iglesia de La Estrella. El actual templo de Puerto probablemente se asentó sobre una primitiva ermita de San Vicente. A su vez, de la parroquia local dependió un hospital que durante siglos sirvió de refugio a pobres, enfermos y peregrinos. También Santiago Zamora, saca a la luz un documento de 1624 en el que se describe el templo como “de una nave, capilla mayor con tres altares. El mayor con retablo dorado y finas pinturas y los dos laterales en nichos pobres aunque decentes. La sacristía está al lado del evangelio con pocos ornamentos y poca plata. El coro y la pila bautismal en capilla a los pies de la iglesia con alacena para los óleos. Su edificio es de piedra y cal. La techumbre es de madera, todo nuevo, reparado con torre de espadaña y en ella dos campanas y un cymbalillo, todo está aseado y con gusto”. Seguir leyendo CAMINO DE LOS BANDOLEROS (13) CONOCEMOS PUERTO DE SAN VICENTE

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (12) DESDE MOHEDAS A PUERTO

Sierra de Altamira con los arroyos que descienden desde ella y que eran aprovechados por las gentes de Moheda

Mohedas se encuentra muy cerca de la Sierra de Altamira por lo que podemos organizar desde el pueblo alguna que otra excursión a sus laderas. Los caminos suben por entre los arroyos que descienden de sus cumbres y que fueron cultivados desde antiguo con pequeños huertecillos y frutales que suponían un complemento económico para las economías familiares locales, ya que sus productos eran comercializados en caballerías por todos los pueblos vecinos. Entre las más pintorescas de estas pequeñas gargantas podemos destacar las del Zauceral, Las Tablas o La Huesa.

Peculiar torre de Mohedas con la portada occidental bajo ella

Si ascendemos por las laderas comienzan a aparecer los bosques de chaparros, madroños, quejigos y rebollares con manchas dispersas de castaño que hacen de estos parajes un lugar sumamente agreste y agradable. Podemos subir hasta los Riscos Altos o hasta las Moras, las dos elevaciones más destacadas de la sierra donde se refugiaban partidas de maquis y desde las que podemos disfrutar de un magnífico paisaje con la Jara hacia el este y el valle del Gualija y las Villuercas al oeste; el ascenso es duro pero realmente vale la pena. Otra elevación cercana, situada más al norte del término, es el Cerro del Castillo llamado así seguramente por los restos de amurallamientos que lo circundan. En el llano, el paraje de La Dehesa conserva como su nombre indica un buen espacio de bosque mediterráneo adehesado.

Fuente en Mohedas junto a los molinos

Entre las fiestas populares de Mohedas debemos resaltar la que se celebra el quince de Agosto en honor de la Virgen del Prado, patrona del pueblo a quien está dedicada la ermita ya reseñada. En invierno se celebra San Sebastián. Esta es sobre todo una fiesta religiosa sin las connotaciones arcaicas y a veces paganas que suelen tener los festejos celebrados bajo esta advocación en otros pueblos, aunque por supuesto no faltan la música, pólvora y la procesión con subasta de las andas del santo. El día de Todos los Santos se sigue manteniendo la costumbre de hacer el Calvote saliendo los vecinos al campo pertrechados de toda clase de frutos secos a disfrutar de un día en contacto con la naturaleza.

Olivo en Mohedas, donde decían en el siglo XVIII que el aceite es como ámbar

Abandonamos Mohedas por el camino de Puerto de San Vicente que coincide con la actual carretera desde el límite del término de Mohedas, aunque los primeros cinco kilómetros discurre paralelo a la carretera. Ya sabemos que también podemos acceder directamente por la cañada que desde “Aldeanovita” nos lleva a Puerto sin pasar por Mohedas.

Tanto el camino como la carretera son agradables pues sus nueve kilómetros de trayecto pasan muy cerca de las faldas de la sierra, entre pinares de repoblación con buenas vistas sobre La Jara profunda.

Chozo junto a los huertos en Mohedas

LLEGAMOS A PUERTO DE SAN VICENTE Y CONOCEMOS ALGO DE SU HISTORIA

Debido al estratégico lugar en que se sitúa este encantador pueblecito jareño, no es extraño que haya sido habitado desde antiguo en torno a las fuentes que brotan en el casco urbano o en sus alrededores. Es probable que también en este paraje se localizara una antigua ermita además de las ventas referidas. Pero incluso antes de los primeros núcleos habitados por la repoblación cristiana, los visigodos dejaron aquí muestras de su paso, como lo demuestra el tenante de altar labrado típico de esta época que se puede ver en la iglesia parroquial.

Puerto de San Vicente desde la cueva de la Fuente Santa

Varias monedas locales de los siglos XI y XII se han encontrado en el propio caserío según nos cuenta la historia local escrita por su párroco Santiago Zamora. En el siglo XIV ya andaba Alfonso XI cazando por estos montes entregado a su pasión venatoria y todavía en el siglo XVI, Puerto de San Vicente es, como todos los pueblos de La Jara, “del arzobispo de Toledo y sujeto a Talavera”.

Cerca del lugar había entonces dos ermitas, la de San Bartolomé de la Raña, que probablemente coincide con el actual lugar de Puerto Rey, “que está dos leguas de este lugar y por donde sus majestades han pasado y pasan a Nuestra Señora de  Guadalupe”; y por otra parte también hay constancia de la existencia de la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que se encontraba en el mismo collado del puerto, en el hermoso lugar desde el que, al trasponer la sierra, se contemplan los desiertos valles serranos de los Guadarranques, y el curso del río Gualija, entre las sierras del Obispo y la de Altamira. Lugares todos ellos muy agrestes, como decían en 1578 sus vecinos: “…no es tierra abundosa y que tiene leña abundosa y que es muy montosa de montes bajos de jara y berezo y madroñas y aulagares y que hay muchos osos y lobos y zorras y texones y guarduñas y gatos monteses y algunos venados y ciervos y jabalínes y conejos y liebres y otras cazas que por la prolixidad no se ponen y salvaxinas con que comen los panes y no dexan medrar los labradores comiéndose los ganados y las colmenas en que les hacen mucho daño”.

LLEGAMOS A MOHEDAS, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (11)

MOHEDAS DE LA JARA

Piedras de molino de mano de diferentes yacimientos arqueológicos

Recorridos cinco kilómetros desde Aldeanovita en dirección sur nos encontraremos con  el pueblo de Mohedas, si es que vamos siguiendo el camino que discurre por los núcleos urbanos y no seguimos el cordel que como hemos señalado conducía de una manera más directa a los peregrinos hasta el Puerto de San Vicente.

Mohedas es otra población que tiene un término con una considerable riqueza arqueológica. El historiador local Fermín Fernández Craus ha localizado decenas de yacimientos donde aparecen piedras trabajadas datadas en el paleolítico o molinos barquiformes, puntas de flecha y hachas pulimentadas de épocas posteriores como el calcolítico o la Edad del Bronce, habiéndose hallado incluso un bonito brazalete de este metal. Son también numerosos los hallazgos de cerámicas de época romana y molinos de mano dispersos por su demarcación. Incluso se han documentado tres aras romanas, dos de las cuales se utilizan como poyos para sentarse a la entrada de la ermita de la Virgen del Prado. De época visigoda son varios enterramientos localizados en los alrededores y un hermoso capitel y algunos fustes de columna.

Detalle de la portada occidental de la iglesia de Mohedas

Como todos los pueblos jareños, Mohedas  fue aldea de Talavera que la repobló después de la conquista cristiana del territorio. El propio nombre del pueblo es de origen árabe pues parece que “mohedas” significaría lugar de monte alto o jaral. Es como si dijéramos que nuestro pueblo se llama “Jaral de la Jara”. De aquellas épocas de razzias e inseguridad queda en las cumbres de su sierra un lugar llamado Las Moradas donde se ocultarían los habitantes mozárabes durante las épocas de enfrentamiento entre los dos bandos, como ya hemos descrito en la sierra de La Estrella.

Azuejería de Talavera del siglo XVI en la iglesia de Mohedas

Mohedas perteneció también a la parroquia de Santiago de Zarzuela hasta que se independizó pasando a ser cabeza eclesiástica de los pueblos de su entorno pues a su iglesia quedaron subordinadas las de Aldeanovita, Campillo y Puerto de San Vicente. Tal vez por ello su templo del siglo XVI sea el menos modesto de la zona y no deja de ser una buena expresión de la arquitectura religiosa rural. Se trata de una construcción en mampostería de tres naves con una puerta en la fachada sur, formada por un arco de medio punto protegido por un recuadro o guardapolvo con ménsulas, y otra portada en el lado de poniente que se abre sobre una bóveda de cañón en los mismos pies de la torre. Es un arco conopial sobre el que se ven a ambos lados dos medallas de estilo con el sol y la luna labrados en piedra.

Ermita de la Virgen del Prado en Mohedas

En el interior del templo es de destacar el arco triunfal apuntado que indicaría una construcción más antigua, tal vez edificado en el siglo XV. Las naves están separadas por dos filas de columnas renacentistas que sostienen arcos rebajados. El retablo mayor probablemente labrado en el siglo XVII es de cierta calidad y el presbiterio se encuentra adornado con varios paneles de hermosa cerámica de Talavera del siglo XVI formando un zócalo. Entre los motivos que decoran los azulejos vemos un escudo de armas y las imágenes de la Virgen y San Sebastián enmarcadas por los típicos motivos geométricos y vegetales de la azulejería renacentista talaverana.

Arquitectura popular en Mohedas de la Jara

La Virgen del Prado es patrona de Mohedas y su ermita se sitúa en la entrada oriental del casco urbano. Se trata de un bello edificio de buenas proporciones con planta basilical de tres naves que está levantado en ladrillo y sillería. En su entrada se sitúan haciendo de poyos dos bloques de granito de los que al menos uno fue un ara romano.

Mohedas conserva bastantes construcciones de factura tradicional jareña en bonito aparejo de pizarra combinada con granito, como sucede en casi todos los pueblos de la jara occidental. Aquí se conservan algunos edificios cuya arquitectura tiene algo más de empaque que en el resto de la comarca. Entre ellos debemos señalar la vivienda en la que nació uno de los más ilustres personajes mohinos, como denominan a los habitantes de Mohedas sus vecinos de Aldeanovita. Se trata de don Juan Álvarez de Castro obispo de Coria y héroe de la Guerra de la Independencia.

Puente del sigloXVII sobre el arroyo Cubilar en Mohedas

VISITAMOS ALDEANOVITA, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (10)

Arquitectura popular de Aldeanueva de San Bartolomé

Como todos los lugares de La Jara, estuvo habitada por los árabes y más tarde fue repoblada por los cristianos desde Talavera a partir de su conquista por Alfonso VI en 1083. Toda la zona occidental de La Jara estaba comprendida en la dehesa  del Pedroso, dividida más tarde en diecisiete heredades y cuyo territorio fue otorgado por Fernando III el Santo en 1220 al concejo talaverano para su repoblación.

En la zona que visitamos ahora, el núcleo urbano más antiguo es Mohedas de la Jara y, según Jiménez de Gregorio, unos pastores que procedían de esta cercana localidad fueron los que en 1425 refundaron una nueva aldea o “aldea nuevita”, la conocida por el nombre de Aldeanueva de Mohedas, como todavía aparece en las Relaciones de Felipe II, estableciéndose posiblemente su primer caserío alrededor de un núcleo inicial en torno al actual barrio de “Toledillo”.

Artesanía de la trenza en Aldeanovita

En el siglo XVI, cuando se construye el templo parroquial y se pone bajo la advocación de San Bartolomé, el pueblo toma el apellido del santo y en 1833, al abolirse todos los señoríos, Aldeanueva adquiere la independencia respecto a Talavera como todos los lugares de La Jara. Es Aldeanovita un lugar de gente emprendedora que tradicionalmente se dedicó al campo y al trato de ganados. Cuenta con uno de los mayores índices de universitarios por número de habitantes de España y como curiosidad diré que aquí fue agraciado el “primer millonario” de las quinielas, lo que mereció un reportaje del No-Do sobre esta localidad.

Las pinturas del ruso Vladimir en la iglesia de Aldeanovita

IGLESIA: La iglesia merece una visita pues se trata de una construcción en sillería granítica del siglo XVI muy similar en su curiosa estructura al templo de Mohedas, con el que coincide en la peculiar entrada situada bajo la torre en su cara oeste.

Otra curiosidad del templo es la decoración que el pintor ruso Wladimir Straschko ha realizado en la capilla mayor de la iglesia que, aunque chocante por su estética en este pueblo jareño, no deja por ello de tener calidad artística.

Fuente de los antiguos baños de la Ferrumbrosa

CONJUNTO URBANO: Un paseo por el caserío no dejará de sorprendernos con algunos rincones de pintoresca arquitectura popular en pizarra, aunque son cada vez más escasos los edificios que conservan el aparejo tradicional.

Antiguamente dieron su servicio terapéutico a la comarca los baños de la Ferrumbrosa donde venían los lugareños a intentar aliviar sus dolores reumáticos, hoy solamente queda la fuente medicinal de la que se abastecían ya que el edificio destinado a las bañeras y  hospedaje ha desaparecido.

Arquitectura popular Aldeanueva de San Bartolomé

GASTRONOMÍA: No hay restaurantes en la población aunque podemos comer algo en sus bares y no debemos marcharnos sin adquirir uno de los magníficos quesos de oveja que se comercializan en las dos queserías locales. Entre los platos de la gastronomía local debemos destacar el pisto y su cordero excepcional. Para postre los dulces llamados candelillas o el rosco de la Virgen.

Vieja fotografía del antiguo ayuntamiento de Aldeanovita

FIESTAS: Entre las fiestas populares debemos destacar las patronales de verano en honor a San Bartolomé, celebradas el 24 de Agosto. Todavía se festeja la “Candelaria” en invierno aunque ya queda solamente el rito religioso con la procesión y los dulces típicos, sin los aspectos carnavalescos que se mezclaba con esta celebración hace años.

NOS VAMOS PARA ALDEANOVITA. CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (9)

Arquitectura popular en el entorno de Aldeanueva de San Bartolomé

Abandonamos La Estrella y vamos paralelos al arroyo Andilucha que en esta zona está muy deforestado y solamente conserva las resistentes y punzantes tamujas que festonean sus riberas. Comienzan ya a aparecer las primeras labrancillas y majadas construidas en pizarra.

Dolmende la Aldehuela en La estrella, cerca de Aldeanovita

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PARAMOS EN LA ESTRELLA, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (8)

Herrajes de una puerta en La Estrella

En el siglo XIV Alfonso XI debía frecuentar estas tierras porque a la sierra de La Estrella la nombra en su Libro de la Montería como “Real Monte”. Aún quedan restos de una casa señorial de los Caballeros de Calatrava sobre cuya portada se conserva la cruz de la orden militar. Otra gran cruz se encuentra en el interior de la propia iglesia. Existió un hospital en el pueblo que sin duda alojó a muchos de los peregrinos que iban camino de Guadalupe, ya sea por el camino  que vamos recorriendo, o bien conectando con el Camino Viejo mediante un camino que va desde La Estrella a Carrascalejo.

Cruz de calatrava en el dintel de una portada en La Estrella, similar a otra esculpida en piedra que ahora forma parte de una fuente

La parroquia madre de esta zona de La Jara se situaba en el actual despoblado de Santiago de Zarzuela en Aldeanueva de Barbarroya pero, arruinada en época temprana y despoblado el lugar, pasó esta preeminencia a la iglesia de La Estrella de la que llegaron a depender hasta doce templos jareños. Tal vez por esta circunstancia es uno de los escasos templos que tienen cierta monumentalidad en esta humilde comarca. Se construyó bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y se compone de tres naves. Su capilla mayor está cubierta por un alfanje octogonal con lacería mudéjar tardía en forma de estrella, las naves están cubiertas por un sencillo artesonado Seguir leyendo PARAMOS EN LA ESTRELLA, CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (8)