EL OBISPO PATRIOTA
Don Juan Álvarez de Castro nació en Mohedas en 1724 en la casa que todavía hoy conserva una inscripción en su recuerdo en Mohedas de la Jara. Fue párroco de la iglesia de Piedraescrita y Navaltorial en la Jara Alta, y después de Azután. En 1780 oposita a la parroquia de los Santos Justo y Pastor de Madrid y en 1789 es nombrado obispo de Coria por Carlos IV a instancias del gobierno de Godoy.
Una de sus obras sociales más importantes fue la fundación del asilo de niños expósitos de la Casa de La Misericordia y es conocido que su palacio y catedral siempre estuvieron abiertos a los más necesitados, enfrentándose a veces con la nobleza para que la distribución de los bienes de las fundaciones religiosas cumpliera con las condiciones estipuladas de asistencia a los pobres. También le gustó potenciar «el ornato de los templos» y dotó de órgano a la catedral de Coria.
En Mohedas construyó a su costa la fuente pública de Huertos Redondos y un calvario hoy desaparecido haciendo además otras donaciones a la iglesia del pueblo.
El 14 de Junio de 1808 emite una circular en la que exhorta a la defensa de España contra los franceses y para que sus fieles “olviden resentimientos particulares y derramen la última gota de su sangre en el caso de que sea necesario”, incluso distribuye un decreto por el que ordena que sus sacerdotes y fieles juren que defenderán a la religión y al soberano Fernando VII, sellándolo con su propia sangre. En otra de sus circulares se alegra por la derrota de los franceses en Bailén proclamando que “El Señor en su indignación ha humillado hasta el polvo a los soberbios y ha ensalzado a la cumbre de la gracia a los humildes”. Llega a comparar a Napoleón con Lucifer y antes había acogido a sacerdotes que huían de Francia.
Hace entrega a la Corona de casi un millón de reales para ayudar a la financiación de los maltrechos ejércitos españoles. Por todo lo referido se hace blanco del odio del invasor y en agosto de 1809 se ve obligado a esconderse en el pequeño pueblo de Hoyos viéndose obligado a deambular por la sierra de Gata siendo ya un anciano enfermo. Ya tenía en el pueblo residencia para convalecer de sus achaques que además le dejaron prácticamente ciego.
El 29 de Agosto conoce, postrado por la fiebre, la llegada a Hoyos de las fuerzas del mariscal Soult pero esta vez se niega a esconderse. Los franceses entran en su busca y saquean la casa sacando al obispo enfermo de la cama con sus ochenta y cinco años. Los franceses perseguían al Obispo. Y cuando entraron en su casa procedieron a destrozar todo el mobiliario, mataron al que hacía las veces de portero, golpearon hirieron y mortificaron a cuantas personas encontraron a su paso y cuando dieron con él, sin ninguna piedad, le sacaron a golpes del lecho, le despojaron de su ropaje, le tiraron al suelo, la soldadesca hizo burla y escarnio del pectoral, mientras el comandante al frente de seis soldados que le acompañaban le gritaba: “¡Viejo loco! O juras hoy obediencia a José Bonaparte o te fusilo sin compasión”. Posteriormente al grito de: “¡Fuego! ¡Fuego!”, le dispararon dos tiros, en la garganta y en los genitales, matándole en el acto. Fue enterrado en la iglesia de Hoyos, aunque no se sabe el lugar exacto y cuentan los vecinos que la mancha de su sangre permaneció mucho tiempo indeleble en el suela de la habitación donde fue asesinado.
Hoy recuerdan su memoria una calle de Hoyos, otra de Mohedas además de una de las principales vías del casco antiguo de Cáceres. Una placa en la Basílica del Pilar recuerda al “Obispo Santo”, como todavía se le llama en Hoyos .
Muy interesante lo que que
Publicas sobre la historia de Mohedas.
Gracias Miguel por dar a conocer a este gran personaje.
El próximo año vamos a celebrar en Mohedas el tercer centenario de su nacimiento en nuestro pueblo. Para ello hemos previsto una serie de actos desde principios de febrero hasta finales de agosto de los que se dará la oportuna publicidad.