VISITANDO TORRALBA:

VISITANDO TORRALBA

Uno de los tres verracos de Torralba de Oropesa

Llegamos a este pequeño pueblo que, por hallarse situado junto a la cañada y antigua calzada que iba de Toletum a Emérita Augusta, ha sido desde siempre una localidad vinculada al mundo del transporte. Por ello, tanto las herrerías como las carreterías daban servicio a los muchos viajeros que por aquí transitaban. Además, como quiera que es también lugar rico en aguas fue poblado desde la antigüedad.

Puerta norte de la iglesia de Torralba

En el cerro de La Atalaya se han encontrado piedras talladas por el hombre del paleolítico inferior y en el arroyo de Alcañizo y otros se han hallado numerosas lascas de sílex pertenecientes a culturas del paleolítico superior. También se han localizado cerca del Horquillo hachas pulimentadas de datación incierta, pues este tipo de instrumentos se utilizaron desde el neolítico hasta la Edad del Bronce.

Arquitectura popular de Torralba

Hace más de dos mil años, en la llamada Edad del Hierro II, los pueblos indígenas de la zona eran vettones, un pueblo céltico que nos dejó sus esculturas zoomorfas, los verracos, de los que en Torralba podemos ver tres ejemplares muy cercanos entre sí en el entorno de la plaza. De uno de ellos solamente se conserva un fragmento al que le faltan los cuartos traseros y parte del hocico. Se sitúa junto a un portal en el lado nordeste de la plaza.

Torre de la iglesia de Torralba

El segundo se encuentra junto a la iglesia en su lado norte, Bastante bien conservado, es de tosca factura y tiene cazoletas repartidas por todo el cuerpo. Su peculiaridad es que cuenta con lo que parecen tres pares de patas o más bien, que por sus dimensiones, no se desbastara la zona media para evitar así su fractura quedando un pilar central.

Otro de los verracos de Torralba

El tercer verraco se encuentra a la entrada del pueblo por la antigua carretera de Extremadura y es el de mejor factura de los tres. Como ellos, está labrado en granito apreciándose detalles como los genitales, el espinazo, los colmillos o la boca. Se reutilizó en época romana pues muestra en su lomo izquierdo una dedicatoria funeraria de un tal Tancinio a su hija.

Cruz junto a la iglesia de Torralba

La presencia romana está demostrada por la presencia de restos en lugares como El Horcajo o Los Tesorillos y necrópolis como la de Los Ocadales, donde se halló en una de las tumbas un brazalete de bronce con cuentas verdes.

Cerca del casco urbano podemos dar un paseo en dirección suroeste hasta los restos del molino de viento. Junto a otro similar en Velada, constituye una rareza en nuestro territorio plagado de molinos de agua, pero la llanura de Campo Arañuelo con la escasa pendiente de sus corrientes fluviales y lo arenoso de sus cauces hizo necesario que aparecieran estos ingenios más propios de tierras manchegas. En este caso apenas se conserva parte del muro de unos dos metros de altura con un arco de ladrillo en la portada. En el interior se percibe el arranque de la escalera circular para acceder a la maquinaria y verter el trigo en la tolva, estructura típica de esta clase de artificios.

Restos del molino de viento de Torralba
Fuente de Torralba

Muy cerca se encuentra el Pilón del Fraile,  junto al camino de Oropesa. La acometida del agua es un túnel abovedado en el que cabe una persona de pie. Como tantos otros túneles, fuentes y cuevas, tiene su leyenda de moras en la que una joven herida de mal de amores llora y deambula en las noches de luna por los alrededores gritando y gimiendo su desdicha de enamorada. Consta de un pilón cuadrado y otro redondo de granito con numerosas pilas de piedra alineadas.

RUTA AL DESPOBLADO DE LA PUEBLA DE NACIADOS,

A LA PUEBLA DE NACIADOS

Fuente «romana» en las proximidades de La Puebla de Naciados

 Recorrido aproximado 16 kilómetros, 4 horas y media

 Junto al pilón de Caleruela parte un camino que nos puede llevar mediante una agradable excursión hasta la Puebla de Naciados.

Enaciados eran los renegados mahometanos que se convertían más o menos fingidamente al cristianismo. Puede que a partir del siglo XII se asentara junto a la fuente de los Muertos o de los Ahogados un grupo de estas gentes que eran mal vistas por la población de ambos bandos, y que se dedicaban en un principio a labores de espionaje a los dos lados de la frontera.

Rollo jurisdiccional de Puebla de Naciados

Aunque este despoblado se encuentra actualmente en la provincia de Cáceres, podemos situarlo en el ámbito del Campo Arañuelo, y más si tenemos en cuenta que era la posición más avanzada de las tierras abulenses en la Edad Media y que Valdeverdeja y otros lugares dependieron de esta villa, que por tal condición conserva en pie el rollo jurisdiccional de estilo gótico, aunque bastante deteriorado. Solamente quedan de la antigua población unas cuantas casas en ruinas, los cimientos de otras y restos de los muros de la iglesia y del antiguo convento que aquí tenían los monjes jerónimos de Yuste.

Sepulcro probablemente romano utilizado de abrevadero en Puebla de Naciados

En el entorno se han hallado restos paleolíticos, calcolíticos y romanos, así como la importante calzada que por aquí discurría, además de algún sepulcro, un ara votiva y una bonita fuente con una columnilla en el centro del arco que la forma y que algunos llaman fuente romana. También podemos ver en el arroyo de Naciados los tajamares de un viejo puente construido por la casa de Miranda, a cuyo señorío perteneció la Puebla desde el siglo XVI.

Muros de la antigua iglesia de Puebla de Naciados

Según la tradición local se despobló Santiago del Arañuelo, que así se llamó también el lugar, debido a una plaga de termitas que acabó con las casas, aunque parece que la Guerra de Sucesión, los franceses, las Guerras Carlistas y la ruina del puente del Conde, con el descenso consiguiente del paso de ganados y viajeros, tuvieron una mayor parte de culpa. 

Puente arruinado cerano a Puebla de Naciados

PASAMOS POR CALERUELA

PASAMOS POR CALERUELA

Restos de la vieja iglesia de Caleruela

El nombre es fácil deducir que proceda de algún afloramiento calizo del que se aprovechara la cal y que se nombra en diminutivo para diferenciarlo del cercano pueblo de Calera. En documentos históricos aparece también como Carreruela, palabra relacionada con carrera o camino que podría asociarse con la condición de lugar de paso de la calzada romana que se dirige hasta el Puente del Conde.

Arquitectura popular en Caleruela

Durante unas obras realizadas para reformar la iglesia en los años sesenta se encontraron restos de un poblamiento céltico de la Edad del Hierro que siguió habitado en época romana y visigoda, como demostraron las sepulturas y sarcófagos de época tardorromana y las pilastras visigóticas halladas. Incluso, apareció una inscripción epigráfica dedicada a la diosa lusitana Ataecina.

Detalle del retablo de Caleruela

Tres cuartas partes del término pertenecían a un Censo del Conde Francisco de Toledo con el que se financiaban sus obras pías. Este censo se redimió en 1978 pasando a pertenecer las tierras a la hacienda municipal.

Es Caleruela un lugar relacionado con el paso de ganados trashumantes donde hasta hace muy poco subían a Gredos sus gentes para aprovechar los pastos frescos de verano de la sierra. Obtiene su independencia del condado de Oropesa con el privilegio de villazgo de 1650.

Pozo y pilón en Caleruela

La iglesia está bajo la advocación de San Juan Ante Portam Latinam y, aunque en el exterior sufrió la poco afortunada restauración antes aludida, cuenta el templo en su interior con tres buenos retablos renacentistas. El mayor es plateresco obra del abulense Diego de Rosales y tiene algunas pinturas conservadas. También se custodian algunas imágenes de valor como una talla de la Virgen del siglo XIV. La puerta es de arco apuntado enmarcada en alfiz y frente a ella se exhiben ya en el exterior del templo las columnas y otros elementos de la antigua iglesia del siglo XV que se desmantelaron durante las obras de restauración. A esa misma centuria parece pertenecer otra buena talla de Santa Ana y además se pueden ver un buen púlpito granítico y un curioso confesionario tallado de época reciente.

Portada norte de la iglesia de Caleruela

Una vez hemos hecho la obligada visita a la iglesia parroquial, existen algunos otros elementos de interés en el pueblo, como su arquitectura de granito y adobe que conserva algunos rincones típicos y algunas sobrias rejas castellanas. Se mantiene en pie un viejo molino de aceite de granítica mampostería, un pilón abrevadero con una pila circular y otra rectangular cuyo entorno se ha adecentado, además de la cruz de Las Viñas a la entrada del pueblo cuando venimos de Herreruela.

Hoy día la fiesta se celebra el seis de mayo, San Juan Evangelista, y el segundo fin de semana de agosto, la fiesta de verano.

Arquitectura popular de Caleruela en mampostería y tapial

En cuanto a la artesanía debemos destacar los bordados al estilo lagarterano con ciertas características propias como el llamado “punto moruno”, introducido según algunos por la esposa de Juan Ramón Jiménez, Zenobia Comprubí. Tradicionalmente ha habido en el pueblo buenos artesanos de la forja y de la madera.

Ya hemos comentado la importancia de las bodas en Caleruela, donde se podía degustar la “patiburrilla” guiso a base de las patas y los callos del magnífico cordero de la zona. Los dulces como las mangas y floretas se daban a los invitados de las bodas y se siguen consumiendo, así como los suspiros o las roscas.

Patio típico con enlosado y pozo de granito

EL MUSEO DE HERRERUELA, SU ARTESANÍA Y GASTRONOMÍA

EL MUSEO DE HERRERUELA, SU ARTESANÍA Y GASTRONOMÍA

Vista parcial del Museo de Herreruela

En Herreruela son amantes de sus tradiciones y con el impulso de José Castaño editan una magnífica revista etnográfica y sobre el patrimonio del Campo Arañuelo.

También cuentan con un buen museo con una peculiar e interesante muestra de pesos y medidas, único en España, que además muestra fotografías antiguas y otros muchos elementos culturales y etnográficos mantenido con el entusiasmos de unos pocos vecinos, a los que hay que felicitar y animar a seguir con su labor.

Jaula de corcho y palos, una de las curiosas piezas del Museo

 

En cuanto a la artesanía, sus mujeres realizan hermosos bordados de estilo lagarterano, sus viviendas nos sugieren el trabajo de buenos canteros y también ha sido tradicional la ejecución de objetos de arte pastoril en cuerda de diversos colores.

Museo de Herreruela con su impulsor José Castaño

Herreruela ha vivido tradicionalmente de la ganadería lanar y porcina y por ello no podía menos que tener un magnífico queso de leche de oveja y una gastronomía apoyada sobre todo en los productos del cerdo. Uno de los más típicos es el conocido como bondejo. Se elabora mediante el relleno del estómago del cerdo con las costillas adobadas, la cara y otros huesos aprovechables del animal. Es tradicional que los bondejos se abran el día de San Ildefonso, utilizándose principalmente para “alegrar” platos tradicionales como el cocido, las patatas y otros guisos domésticos. Este embutido tiene sus primos hermanos en el botillo del Bierzo o en el botelo gallego. Otros embutidos típicos de Herreruela son los “lomos entelaos” o el “chorizo maldito” y, para acabar tan suculentas sugerencias, hay que resaltar la repostería tradicional con las mangas, perrunillas, roscas, floretas etc.

Vecinos de Herreruela posan en una matanza con tripas y chorizos

Las fiestas se celebran los días 23 y 24 de Enero en honor de San Ildefonso, pero también se hace una fiesta veraniega en agosto el llamado “Día de la Amistad”.

Todo tipo de medidas y distribuidores comerciales de sólidos y líquidos podemos observar en el museo de Herreruela

HERRERUELA DE OROPESA

HERRERUELA DE OROPESA

Herrajes y llavera de una puerta en Herreruela

Nuestra próxima ruta parte desde el pueblo de Herreruela en cuya demarcación no se han hallado restos arqueológicos significativos, aunque ya existía el topónimo Ferreruela en el siglo XII, siendo un lugar habitado en el siglo XIV, cuando pasa a formar parte del señorío de Oropesa. En el año de 1751 se exime de su jurisdicción delimitándose el término.

Arquitectura popular en Herreruela

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VISITAMOS EL TORRICO

EL TORRICO

Rollo de El Torrico

En el término de El Torrico se han hallado cerca del río Tajo numerosos útiles de piedra tallada del paleolítico inferior, como hachas, bifaces, núcleos y raederas. Damos un salto en el tiempo y nos encontramos en la segunda Edad del Hierro, cuando hace más de dos mil años los vettones deambulaban por aquí con sus ganados y dejaron un verraco en la finca de Valdepalacios.

El nombre de El Torrico deriva según algunos de la existencia en un cerro cercano de una torre fortificada medieval, una de las muchas atalayas de observación que tanto musulmanes como cristianos dejaron por estas tierras. Para algunos, esta torre se situaría precisamente en la base de la torre de la iglesia parroquial. Estas tierras se comenzaron a repoblar a partir del siglo XIII, situándose el pueblo en el ámbito de las tierras colonizadas por los aguerridos caballeros abulenses.

Ermita de El Torrico

Doña María de Toledo Quiñones, viuda de Diego Fernández Quiñones, era señora de El Torrico en el siglo XV, hasta que en 1447 vendió la población al señor de Oropesa don Fernando Álvarez de Toledo. En aquella época todavía existía un castillo-palacio perteneciente al feudal del que tomó posesión el nuevo señor y del que actualmente no quedan restos. Sí permanece en pie sin embargo el rollo jurisdiccional que, aunque muy gastado por el tiempo, nos recuerda el privilegio de villazgo de El Torrico en 1642. Se apoya en gradería de tres peldaños y en él podemos observar todavía dos argollas de hierro y el cuchillo esculpido en relieve, símbolo de la utilidad penal de la picota. Los brazos esculpidos apenas dejan ver su terminación en forma de cabezas de animales y se corona el monumento en remate cónico con escamas. Sobre el quinto tambor de piedra de los seis que forman el fuste se puede ver el escudo de la villa.

Iglesia parroquial de El Torrico

LA IGLESIA: En el siglo XVI y XVII se construye en sillería y ladrillo la iglesia parroquial de San Gil. El templo es de planta rectangular con una sola nave dividida en cuatro tramos separados entre sí por arcos de medio punto sobre pilastras. El ábside es poligonal y la cabecera se cubre con bóveda de arista, aunque en 1993 se descubrió que estaba cubierta anteriormente por una techumbre de madera ochavada y pintada primitivamente en rojo y azul. Junto a esta techumbre se conservaban pinturas murales del siglo XVIII representando ángeles, cortinajes y símbolos de la Pasión de Cristo. El acceso al templo se hace por la portada norte rematada en arco carpanel y otra protegida por un tejadillo en la fachada sur. Recientemente se ha reconstruido al sur del pueblo, junto a la carretera de Valdeverdeja, la ermita de Santa Ana que se encontraba arruinada.

Arquitectura popular de El Torrico

ARQUITECTURA POPULAR: En El Torrico quedan viviendas tradicionales en mampostería y adobe. Son típicos algunos balconcillos de madera que aún se conservan. Entre estas casas la más pintoresca se sitúa en la esquina noroccidental de la plaza. Muchas otras dejan ver todavía las solanas que, acristaladas hoy día, sirven para que las mujeres cosan en invierno. En el patrimonio inmueble también debemos señalar el antiguo pósito y varias fuentes con pilón como las de El Pilar, El Caño o el de Las Ranas, situado este último en un agradable paraje al norte del casco urbano con gran un pilón de granito redondo y otro rectangular.

Un lugar pintoresco es el de la presa molinera de Tarrara junto a la carretera que nos lleva a Oropesa. Se ha adecentado el entorno pero de los ingenios hidráulicos queda bien poco, aunque sí permanece sin embargo el recuerdo de un accidente luctuoso allí sucedido en el dicho popular “Los molinos de Tarrara no muelen trigo, que muelen las tripas de Hermenegildo”. En la ruta conoceremos los molinos del Tajo y del arroyo del Pilón

Soldadesca de El Torrico

FIESTAS: Entre las celebraciones festivas de El Torrico debemos destacar las fiestas de San Gil, con su concurrida procesión el 1 y 2 de Septiembre. El veintiséis de Julio se celebra la fiesta de Santa Ana que ya tiene su nueva ermita como escenario. Pero tal vez las tradiciones más interesantes y arcaicas se celebren en invierno con la quema del chozo el 31 de Diciembre por parte de los quintos. La soldadesca del carnaval con su abanderado, la capitana y sus sargentos y sargentas que desde la Candelaria recorren las calles pidiendo para las ánimas del purgatorio. El Martes de Carnaval salen en desfile vestidos con los tradicionales trajes torriqueños que, aunque no sean tan abigarrados como los lagarteranos, no tienen que envidiarles en belleza, como sucede también con las labores tradicionales que, aunque parecidas, tienen sus propias peculiaridades. El Domingo de Gallos o de Carnaval se comen los tradicionales dulces como floretas, roscas y suspiros y se recogen por las casas huevos y embutidos.

Uno de los pilones y fuentes de El Torrico

El Sábado Santo los jóvenes salen al campo para coger centeno y confeccionan  con él largas trenzas que decoran la plaza y las calles que serán al día siguiente escenario de la Procesión del Encuentro. Otra peculiar costumbre de paganos orígenes es la de vestir dos peleles llamados Los Mayos, uno de hombre y otro de mujer.

Antes de abandonar El Torrico debemos visitar el museo etnográfico que exhibe objetos de la cultura material del pueblo donados por sus vecinos

CONVENTO DE LA ENCARNACIÓN DE LAS MADRES BERNARDAS

CONVENTO DE LA ENCARNACIÓN

DE LAS MADRES BERNARDAS

Fachada de la iglesia del convento de la Encarnación de las Madres Bernardas

Doña María de Albornoz era la heredera de un rico mayorazgo de tres mil ducados creado por sus padres. Al enviudar, recayó también sobre ella el patrimonio de su marido el marqués de Aravaca, cuyo palacio se levantaba en la plaza del mismo nombre.

San Bernardo representado en azulejería del siglo XVIII sobre una de las puertas del convento de las bernardas

Una noche del verano de 1608, la marquesa salió con su servidumbre para bañarse en el Tajo, bajo el primer ojo del Puente Viejo. La señora y una criada fueron arrastradas por el agua, la sirvienta pudo salvarse por la intervención de un hombre que se arrojó al agua, pero doña María se ahogó perdiéndose en la oscuridad.Su cuerpo se encontró al día siguiente después de peinar el río con redes y barcas pues se habían recorrido las orillas la noche anterior con hachas encendidas sin hallar el cadáver. Fue enterrada en el panteón familiar de la capilla del Cristo de los Espejos de “La Colegial”.

Arbotantes sobre la fachada oeste del convento de las bernardas

Volvió el mayorazgo a su madre doña Teresa Saavedra que en 1610, con su otra hija llamada Catalina y monja profesa de San Benito, fundó un monasterio con el título de la Encarnación en sus propias casas, pues una de las cláusulas del mayorazgo establecía que, si quedara éste sin herederos, se emplearía su patrimonio en la fundación de un convento de monjas descalzas.

Una de las rejas del convento de las Bernardas

El templo se construyó bajo traza de Fray Lorenzo de San Nicolás. Es edificio de ladrillo, como es habitual en la obra de este arquitecto. La iglesia es de planta de salón y está coronada por una bóveda semiesférica. La decoración es la habitual de cornisas y molduras de yeso. Destacaremos los dos paneles de azulejos sobre las puertas de acceso del convento y de la iglesia con el motivo de San Bernardo y el misterio de La Encarnación respectivamente. Son pintorescos los arcos de los arbotantes que sirven de apoyo al edificio en su cara oeste.

La Encarnación representada en azulejería de Talavera del siglo XVII sobre la puerta principal de las bernardas

En la planta del siglo XIX que reproducimos se observa al este de la iglesia el coro y un dormitorio alargado que da a una pequeña huerta. Junto al muro que separa el convento de la plaza de San Agustín se puede ver un pequeño cementerio y la huerta principal con un corral y un basurero en el extremo sur de la misma que además contaba con un emparrado sobre machones. En torno al patio del Pozo discurre el claustro alrededordel que se distribuyen las dependencias habituales de los conventos: la cocina, dos refectorios, el capítulo, la entrada con el torno y los locutorios. Un patinillo más al sur daba acceso al ropero, almacenenes y un portal. También aparecen señalados los aljibes, carboneras, despensas, gallinero, horno y excusado.

Puerta tapiada del convento de las bernardas.

CURIOSIDADES Y PERSONAJES

El historiador talaverano Cosme Gómez de Tejada fue capellán de este convento, pero el personaje histórico más relevante relacionado con la institución fue el cardenal Gil de Albornoz, sobrino de los fundadores y protector del nuevo monasterio al que obsequió con un magnífico ajuar que hizo traer desde Roma. Allí murió manifestando su intención de ser enterrado en este convento de La Encarnación de Talavera donde, todavía hoy, se puede observar su sepulcro de jaspe suspendido en el muro oriental de la iglesia.

Sepulcro del Cardenal Gil de Albornoz en el convento de la Encarnación

Don Gil era vallisoletano y se decía en Talavera que durante su juventud estuvo enamorado de su infortunada prima Dª María, pero el padre de ella no permitió la relación, por lo que marchó a Salamanca donde comenzó una brillante carrera eclesiástica y política que le llevaría a ser embajador en Roma y capitán general del ejército en Milán.

Año 1090, EL GOBERNADOR CRISTIANO DE TALAVERA ES EJECUTADO POR TRAICIÓN

 

Tropas musulmanas al mando de galafrón cruzaron el Tajo con consentimiento del gobernador de Talavera
Tropas musulmanas al mando de galafrón cruzaron el Tajo con consentimiento del gobernador de Talavera

Esta historia comienza de Ávila, en plena canícula del año 1090. Un pastor llega agotado a la ciudad del Adaja y pide ver al conde don Raimundo de Borgoña, gobernador de ella y casado con doña Urraca, la hermana del rey Alfonso VI. El asustado serrano cuenta cómo una partida de moros al mando de un tal Galafrón han cruzado el Tajo y se hallan en “los pinares”, con trescientos de a caballo y cien de a pie corriendo toda la tierra, robándoles sus ganados y aprisionando a sus pobladores y “faciendo grandes desaguisados e que si no les valían fincarían todos muertos e captivos”. Por “los pinares” se conocía a la ladera sur de Gredos, donde al igual que hoy día eran extensos los bosques de pinos

Alfonso VI rinde la ciudad musulmana de Toledo en azulejería de Ruiz de Luna

El conde montó en cólera y pidió su caballo para acudir “a la brega”, pero su mujer “fincó de hinojos” rogándole que no fuera, por lo que el conde hizo sonar las trompas y llamar a sus soldados. Ordenó tomar doscientos caballeros franceses de los suyos y doscientos castellanos de la compañía de Sancho de Estrada y Juan Martínez del Abrojo. También el obispo de Ávila quiso ir a pelear con sus tropas pero no se lo consintieron.

Otros nobles se ofrecieron pero el conde sólo aceptó la participación en la expedición a Fernán López y a Fortún Blázquez. Cargaron además a sesenta rocines y mulas con las viandas y partieron con el pastor como guía. En la “primera nava”, que es como llaman en el relato a la parte de la sierra que se encuentra pasado el puerto de Menga, llegaron más pastores con alimentos y les informaron de que los moros habían pasado ya “el Puerto”, nombre que daban al puerto de El Pico, y que iban ya en dirección a Talavera para cruzar el Tajo con sus muchos cautivos y los ganados mayores y menores robados.

El alcázar de Talavera, residencia de los gobernadores cristianos y musulmanes en la Edad Media

Hay que señalar que ocasionalmente los pastores hacían entonces de soldados serranos para defenderse de las razzias de los musulmanes.

Las tropas de Raimundo de Borgoña descendieron por la calzada del puerto del Pico
Las tropas de Raimundo de Borgoña descendieron por la calzada del puerto del Pico

Como ya era tarde y estaba oscuro, “lobreguido” como dicen en la crónica, se entabló entre los nobles una discusión sobre si avanzar o descansar, pues las bestias se encontraban cansadas después de subir la sierra. Al final decidieron seguir cuatro horas más hasta trasponer el puerto y se emboscaron antes del “albor”en un castañar, probablemente el de Cuevas del Valle. Dieron de comer heno y avena a los caballos y descansaron hasta que les llegaran nuevas noticias sobre el lugar en que se encontraban los moros.

Llegó otro pastor que les informó de que los árabes habían avanzado hacia Talavera y se encontraban a nueve millas y media, y de que ese día no seguirían la marcha, por lo que les recomendaba que al llegar la noche avanzaran en la oscuridad guiados por él mismo hasta alcanzarlos. Llegaron otros pastores desde las “navas fondas” de la sierra, los más perjudicados por la acometida de los árabes, y se ofrecieron a unirse a las tropas si les esperaban, pero los caballeros no quisieron hacerlo por encontrarse ya los cristianos muy cerca del campamento de Galafrón.

Sancho de Estrada hizo montar al pastor en un caballo y se dirigieron hacia el soto donde estaba el campamento enemigo. En el camino toparon con un vaquero que les informó de que los musulmanes se encontraban descuidados descansando y con los caballos recogidos en un prado a cierta distancia de las tiendas. Ordenó Sancho de Estrada que Fernán López fuera por sorpresa con cien hombres y les quitaran las monturas.

Los moros que cuidaban a los caballos fueron sorprendidos de madrugada y corrieron hacia el campamento, situado en un soto donde Galafrón reposaba junto a una fuente. Atacaron entonces los cristianos haciendo gran cantidad de cautivos y muertos entre los moros, uno de los cuales fue el propio Galafrón que fue hallado con una lanzada. Las bajas musulmanas fueron trescientas veinte, y once las de las tropas abulenses. Entre el botín que llevaban se encontraron muchas cabezas de ganado

Los caballero cristianos salieron de Ávila para defender la sierra de los moros que cruzaron por Talavera
Los caballero cristianos salieron de Ávila para defender la sierra de los moros que cruzaron por Talavera

También fueron aprisionados tres “malos cristianos” que guiaban a las tropas de Galafrón. Los victoriosos caballeros rezaron en acción de gracias y vieron como llegaban los habitantes de las “navas fondas” con becerros y viandas para agradecerles la lucha mantenida en su defensa.

Fernán López fue nombrado juez para devolver los bienes a sus legítimos dueños y los caballos que traían los moros fueron repartidos entre los señores y escuderos españoles y entre los franceses de las compañías de Raimundo de Borgoña. Al otro día “se dio pregón para volver a Ávila” y tocando las trompas comenzaron el viaje de vuelta y se mandaron cartas al obispo y al conde sobre la buena nueva.

La comitiva estaba formada por las diferentes compañías precedidas del pendón del noble al que pertenecían. Unos custodiaban a los cuatrocientos prisioneros, otros a los caballos o al botín. Pararon una noche en la sierra e hicieron allí grandes hogueras y lo celebraron. A siete millas de Ávila les recibió la compañía de Gimén Blázquez y un poco después el obispo“con asaz de prestes y arciprestes”.

En Ávila la población acudió a dar gracias a la iglesia de El Salvador. El señor conde de Borgoña hizo gracia a los caballeros y al obispo de los moros cautivos y de los caballos que fueron repartidos entre todos.

Pero pasados los momentos de alegría, el conde envió a Talavera a Fernando de Llanes y a Martín Roanes para que prendieran a su gobernador Sancho del Carpio y lo llevaran a Ávila, quedando el primero de ellos como sustituto del gobernador. Se le acusaba de no haber sido cuidadoso en la vigilancia de la frontera impidiendo que Galafrón y los suyos pasaran el Tajo. Solamente Álvaro Álvarez se levantó ante el conde para defender a Sancho del Carpio, por considerar que había prestado al rey don Alfonso valerosos servicios de armas y que por ello le había dado en premio el gobierno de Talavera, cuando hacía ya siete años se la había conquistado a los moros. Dijo además que Talavera era de jurisdicción real y que por tanto el conde no podía juzgar lo que allí sucediera. Raimundo de Borgoña se irritó tanto ante la defensa que hacía del gobernador que echó de la reunión a don Álvaro, aunque después el obispo intercedió y fue perdonado. Tanto a él como a los otros cinco nobles que habían intervenido en la batalla el conde les dio como premio el privilegio de armar un molino en el río Adaja.

Llegó al poco la comitiva desde Talavera con el gobernador cargado de cadenas sobre “un magro rocino e con gran tristura”.

Detrás iba su mujer Roma Vélez con gran amargura sobre un palafrén con paños negros rodeada de algunos sirvientes. Álvaro Álvarez la llevó a casa de sus padres y allí acudieron a consolar su llanto las mujeres de los nobles.

Mientras, el nuevo gobernador de Talavera recogía los testimonios de varios testigos que aseguraban que Sancho del Carpio había sabido del paso de los moros y lo había consentido. Otros talaveranos se quejaban también de su mal gobierno. Fueron nombrados además dos nobles llamados Lope Moreno y Gómez Sánchez como sus defensores, pero no consiguieron encontrar en la villa ni un solo testimonio en su defensa. El conde mandó también al Notario Mayor de Ávila para que embargara los bienes de Sancho del Carpio en Palencia y a Fernando Llanes para que hiciera otro tanto en Talavera.

El gobernador fue juzgado y condenado a cortarle la cabeza. En el coso mayor, probablemente la plaza del Pan, se armó un tablado. Veinte escuderos y veinte ballesteros fueron a por el traidor a la cárcel y envuelto en una larga cadena fue subido a un caballo después de confesarle el obispo.

Le fue cortada la cabeza delante de los judíos, moros y cristianos de la ciudad y después fue su cuerpo despedazado en cuatro y puestos los cuartos en los caminos de

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE ( y 17) Y LLEGAMOS AL MONASTERIO CON UNA LEYENDA DE MOROS

Claustro del monasterio con su hermoso templete mudéjar

Abandonamos Alía por el viejo camino de Guadalupe que parte desde el sur del casco urbano en dirección oeste. Seguimos su trazado paralelo a la carretera con la que volvemos a encontrarnos después de recorrer unos dos kilómetros y medio. Junto a la carretera se encuentra la capilla de la Virgen de la Concepción a la que nos hemos referido ya cuando hablamos de la ermita de la misma advocación. Después de una curva muy cerrada salimos de la carretera y tomamos nuevamente el camino que asciende hacia el collado del Madroño dejando una zona recreativa con una fuente a la izquierda. Vale la pena detenerse y contemplar el panorama desde el collado, para después descender por la Hoya de las Infantas hasta encontrarnos con el Río Valmorisco.

Vista panorámica de Alía

Puede que vayamos a parar otra vez a la carretera, junto al puente viejo de este río, pero debemos ascender por la ribera doscientos metros para luego tomar de nuevo la ruta a Guadalupe que sale a la izquierda ascendiendo por un camino que pasa junto a una fuente. Más arriba no debemos tomar el camino de la izquierda pues volveríamos a la carretera. Tomaremos el de la derecha que sigue un recorrido muy agradable entre alcornoques y olivares hasta dar vista a Guadalupe de la que ya solamente nos separa el arroyo de Valhondo. Después de atravesar el abandonado ferrocarril Talavera-Villanueva cerca de su estación y viaducto habremos llegado a Guadalupe.

Vista panorámica de Guadalupe. A la derecha el viaducto de la línea Talavera-Villanueva de la Serena, de la que es parte la vía Verde de la Jara
Guerreros musulmanes se dirigen a la batalla

UNA LEYENDA DE MOROS

En término de Alía existe un lugar conocido como el cerro del Moro y cuenta una leyenda recogida en la revista “Guadalupe” en 1913 que el castillo de Alía pertenecía a un moro llamado Abderramán Ben Muza, señor de los contornos.

“Tenía el moro una hija llamada Zulima, esbelta como las palmeras del desierto y bonita como la sonrisa de una madre” y para custodiarla levantó y fortificó su castillo. En una de sus correrías guerreras el moro capturó a veinte prisioneros cristianos y los encerró en sus mazmorras. Marchó más tarde a otra de sus razzias y dejó a Zulima en el castillo. Conmovida por los gritos y gemidos de los cautivos, visitó la morilla los calabozos y allí se fijó en Gonzalo Vargas, uno de los caballeros cristianos allí encerrados.

Por compasión de los prisioneros ordenó que les quitaran grillos y cadenas y que permitieran los centinelas que bajo su vigilancia pasearan por el patio de armas del castillo. Gonzalo y Zulima se enamoraron mientras Abderramán tardaba en volver de sus correrías. Por intercesión de los cautivos llegó Zulima a un acuerdo con los vecinos cristianos de Talavera por el que conservaría sus tierras y castillos si pagaba las parias. Los prisioneros fueron liberados y desde entonces defendieron a la mora y su señorío. Ella se convirtió al cristianismo y se casó con el caballero.

Pero un día llegó Ben Muza tras la derrota de Las Navas de Tolosa enfurecido por las noticias sobre su hija que le habían llegado al campo de batalla. Abrieron los puentes levadizos y el moro entró en el castillo, subió a la estancia de su hija y la encontró con su marido cristiano amamantando a su hijo. Tomó Abderramán al niño y lo arrojó con furia por una ventana. Todos se abalanzaron para asomarse y observaron que una hermosa mujer morena como Zulima sostenía al niño.

El moro se hizo cristiano y con el correr de los años se identificó a esa señora con la Virgen de Guadalupe.

Detalle de las puertas de bronce de la iglesia de Guadalupe

CAMINO DE LOS BANDOLEROS A GUADALUPE (15) CONOCEMOS ALÍA Y SU ENTORNO

Detalle de la decoración mudéjar de la iglesia de Alía

La guerra causó grandes destrozos en el patrimonio de Alía. Uno de los monumentos dañados, aunque después parcialmente restaurados, fue la ermita de la Virgen de la Concepción que se halla en la dehesa Boyal y que era llamada antes de Aguas Santas por acudir a ella los vecinos en épocas de sequía. A la salida del pueblo, camino de Guadalupe, se ha levantado recientemente una hornacina con una imagen en cerámica de esta misma advocación, a la que el quince de Agosto se venera desde las doce de la noche a las dos de la mañana en los llamados “Buenos días a la Virgen”. Otra ermita también afectada por la contienda se encuentra en el casco urbano y es conocida como la de La Pasión. Según el historiador local Valentín Alcojol fue un antiguo hospital de peregrinos.

Una de las ermitas de Alía

También conserva el pueblo una arquitectura tradicional típicamente jareña que describimos en una entrada hace unos días

Bóveda de crucería en la iglesia de Alía

LA IGLESIA

Durante nuestro periplo por los caminos guadalupanos iremos visitando algunas obras de arte mudéjar de gran interés y con ciertas características comunes y similitudes derivadas de la influencia que el monasterio y los alarifes que trabajaron en él llevaron a  las construcciones del entorno.

La iglesia parroquial de Alía se encuentra bajo la advocación de Santa Catalina, patrona de la localidad. Se trata de un templo de tres naves y crucero con una mayor altura en la central. Remata con una cabecera poligonal. Las naves están separadas por hermosos arcos apuntados construidos en ladrillo, como los pilares en los que se apoyan que son achaflanados y rematados en imposta. Esta característica así como la combinación de mampostería y ladrillo en el aparejo de sus muros o el portal del acceso de sur son algunos de los aspectos comunes  con la  iglesia de Valdecaballeros, que junto a la de La Calera y la de Castilblanco dependieron de ésta parroquia de Alía. Por supuesto se perciben también algunas semejanzas con motivos del claustro del monasterio de Guadalupe.

Torre y pórtico de la iglesia de Alía

El presbiterio se eleva en el exterior sobre el cuerpo de la iglesia con arcos ciegos apuntados fabricados en ladrillo. La torre es curiosa, rematada en espadaña, de planta rectangular y de pequeñas dimensiones, desproporcionada con la amplitud del cuerpo de la iglesia. Es también muy similar en su tipología a una de las torres del monasterio de Guadalupe.

Arquitectura popular de La Calera con grandes chimeneas

En el entorno de Alía es posible disfrutar también de algunos parajes de interés, además de los ya conocidos de los Guadarranques y Peña Amarilla. Podemos acercarnos al encantador pueblecito de La Calera incluido también en este ayuntamiento. Se trata de una aldea sumergida en las Villuercas, al pie de la Sierra de La Palomera. Tiene un par de bares y una arquitectura popular con algunos edificios que conservan el sabor serrano y si tomamos un camino que va directamente a Guadalupe desde La Calera pasaremos junto a una presa que resulta curiosa y pintoresca entre estas barreras y barrancos.

Presa cercana a La Calera

También al nordeste del término de Alía, solo que más cercano a Navatrasierra, en las riberas de uno de los afluentes del Guadarranque se encuentra el bonito paraje del charco de  La Trucha que cuenta con uno de los mejores bosques de loros del entorno y una quesería donde se puede adquirir queso de cabra con marchamo ecológico. Las magníficas pozas pueden servirnos para refrescarnos en el verano y seguro que nos sorprende la fauna de estos lugares solitarios donde no es extraño que nos crucemos con algún venado. También tiene algo de mágico el lugar pues uno de los charcos que se forman entre las cascadas aseguran los lugareños por su profundidad y oscuridad que es un “resolgaero del mar y si una cabra cae a él salen sólo sus tripas porque se la han comido los tiburones”

Charco de la Trucha

Al sur del casco urbano de Alía, como a cuatro kilómetros, discurre el Guadalupejo en cuyas orillas se asientan antiguos molinos de agua que serán, junto al paisaje y la soledad, otro atractivo para pasear por sus riberas. Podemos llegar al río siguiendo un cordel que va a parar junto a las ruinas del primero de los molinos, el de Los Cerezos. Subiendo después aguas arriba encontramos el molino de La Puente, llamado así por encontrarse junto a un encantador puentecillo de mampostería. Si ascendemos más encontramos los restos de los molinos de Los Vallejos, de Las Covachas y el de Las Corchas en un recorrido ribereño de unos tres kilómetros.

Los valles del entorno de Alía son de una gran belleza y soledad

Pasado el kilómetro 156 de la carretera que nos traía desde Puerto de San Vicente sale un camino en dirección sureste que nos puede acercar hasta unos antiguos baños hoy arruinados donde acudían gentes del entorno para aliviar sus dolores. El último tramo del camino debe realizarse necesariamente a pie.

En cuanto a la artesanía, en Alía hay visitar viejos telares de tradición árabe en los que todavía se elaboran hermosos tejidos de lana y lino. También son de gran interés los bordados locales.

Semana Santa en Alía

Las fiestas populares se celebran el 25 de Noviembre en honor de Santa Catalina y del 13 al 15 de Agosto las fiestas estivales de la Virgen. El 1 de Mayo se va en romería a la ermita de la Concepción.

En cuanto a la gastronomía, en dos de los restaurantes de la localidad nos repondremos de las caminatas degustando la cocina local de la que forman parte sustancial los platos de caza además de los típicos gazpacho, migas, caldereta de cabrito, cuchifrito y “rebolao”. De postre los “encanutaos”, roscas, perrunillas o candelillas y el magnífico queso de cabra de la zona.

Flora de los Guadarranques