El caserío cuenta sin embargo con bastantes construcciones y algunos rincones que nos pueden dar una idea de lo pintoresco que debió ser el aspecto de estas poblaciones jareñas cuando todavía conservaban su bonita arquitectura popular en pizarra y algo de granito.
En el siglo XVI tenemos una descripción de las casas de Carrascalejo en las Relaciones de Felipe II: «Es lugar no cercado de setenta vecinos y la mayor parte de las casas son pajizas, las demás de tierra y paja sin alto ninguno. Provéense de la teja de lugares comarcanos».
Llama la atención que en este pueblo no se habla de casas retamizas, sino pajizas y diferencia entre las viviendas pajizas, probablemente simples chozos de paja y las casas que tienen «tierra y paja», aunque sin alto, sólo de un piso, aunque hay otras que sí están tejadas.
Una característica peculiar de Carrascalejo es la abundancia de chozos de pizarra que hay repartidos por el término y a los que dedicaremos una entrada monográfica, aquí solo decir que son de planta redonda en su mayoría y menos frecuentemente cuadrada o rectangular. Solo tienen alguna alacena interior en sus muros y en escasas ocasiones cuentan con chimenea, que puede ser simplemente una pieza de pizarra que se desplaza algo desde el interior para que salga el humo. La cubierta es como en tantos de los chozos de nuestra comarca, de falsa cúpula por aproximación de hiladas y a veces una capa de compresión de tierra sobre ella, una técnica que nos encontramos desde la prehistoria.
Estamos en una zona pizarrosa y es este material el más empleado para la construcción a veces con pequeñas lanchas que hacen difícil hacer esquinazos trabados por lo que en vez de esquinas se redondean los edificios. El adobe y el tapial son, como en otros lugares de La Jara, los materiales más frecuentemente empleados en el segundo piso o las trojes de las viviendas o en construcciones auxiliares de pajares, corrales, tapias etc…
También hay algunos ejemplares de la típica casa jareña con huecos rematados en arco rebajado y recercado pintado sobre el revocado de cal y arena de los muros.
Un periodista del siglo pasado Rafael Monje , en una crónica del Semanario Pintoresco de 1847, cuenta todos los prolegómenos y ceremonias de una boda en Carrascalejo. Describe desde el cortejo junto al ventanuco con reja de palo que todavía podemos observar en algunas casas, hasta la petición de mano del mozo ofreciendo al padre de la novia “un corpulento cigarro envuelto en papel escrito”. La navaja de dos reales y “ la liga con mote y cordón de seda” que se intercambian los novios como regalo.
El nuevo hogar es adecentado blanqueándolo, dorando el suelo con “boñiga de buey desleída en agua limpia y revocando sus paredes con barro. Es curioso el humilde ajuar y mobiliario de los recién casados: una tarima de palos de roble, una jerga de paja de centeno, un colchón con media arroba de lana, sábanas de estopa, una “serra” de corcho para la sal y el pimentón, un mortero de palo, una mesa de corazón de encina, cuatro sillas, un candil y una vajilla compuesta de tres cántaros de barro encarnado y docena y media de platos de Puente del Arzobispo.
Me ha gustado. Me gustan en general esas construcciones antiguas, las puertas, las ventanas, las piedras, el adobe, etc. Cuando voy a mi pueblo o a otro, me entretengo en contemplar lo que queda y hago fotos también. Gracias