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LA CAPILLA DE LOS SANTOS MÁRTIRES DE LA COLEGIAL

LA CAPILLA DE LOS SANTOS MÁRTIRES DE LA COLEGIAL

Panel deazulejería de San Juan Evangelista por ser la primitiva advocación de la capilla

En el ábside lateral izquierdo se encuentra la capilla que en un principio estuvo bajo la advocación de San Juan Bautista según algunos autores, pero el santo representado en el altar en azulejería talaverana es San Juan Evangelista. Más tarde se dedicó a los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, patrones de Talavera.

En ella puede observarse tras una reja la piedra en la que, según la tradición, permaneció de pie  San Vicente, derritiéndose la roca y quedando marcados los pies y la punta de su báculo. Cuenta la leyenda que este hecho se produjo en el momento en que el santo talaverano comparecía ante Daciano en el pretorio romano que, también según la tradición, se localizaba en la plaza de San Esteban. Curiosamente, en la cueva de los Santos Mártires que se encuentra en la cumbre del cerro de San Vicente, su redescubridor Francisco de Raudona creyó ver la marca de las espaldas de los tres santos en tres concavidades que todavía pueden observarse en la piedra del lado derecho de la gruta.

Piedra de San Vicente en la capilla de los Santos Mártires de la Colegial

Angel Deza ha publicado un documento del archivo municipal de Castillo de Bayuela en el que se relata cómo la piedra que hoy está en la capilla de la Colegial fue robada del santuario de El Piélago por un individuo probablemente pagado por el concejo talaverano. Recordemos que en la iglesia de Santiago el Nuevo existe otra piedra relacionada con el santo.

Francisco de Soto nos dice que «mucha parte de los gloriosos cuerpos de los Santos Mártires naturales de esta villa se trajeron a ella del monasterio de San Pedro de Arlanza en el 1638 y se colocaron en dicha capilla donde se encuentran en arca de plata». Todavía se custodian en el templo esas reliquias en su caja con los documentos que dan fe de las diferentes vicisitudes históricas sufridas por las mismas.

Imágenes de los Santos Mártires en su capilla de la Colegial

En el siglo XVIII, al arruinarse la ermita de los Santos Mártires, las tres imágenes son trasladadas a esta capilla pero las que actualmente podemos contemplar son seguramente otras que por orden del ayuntamiento se esculpen con los seis mil reales obtenidos de la venta del solar y los sillares a don Manuel Montero Gaitán, no sin la oposición del pueblo talaverano.

Es de gran valor la cerámica del siglo XVI que adorna esta capilla con un medallón que representa su antigua advocación, San Juan con los Evangelios y el cáliz con la serpiente en las manos. Se trata de un magnífico frontal que intenta simular los tejidos que se utilizaban en la época para adornar los altares. Durante muchos siglos se alojaron aquí infinidad de reliquias de santos y mártires muy diversos que figuran enumerados en las Relaciones de Felipe II.

Sepulcro de Jufre de Loaysa en la capilla de los Santos Mártires de la Colegial

Esta capilla de los Santos Mártires conserva además dos tesoros escultóricos funerarios del siglo XV. Se trata de dos magníficos sepulcros destinados a albergar los restos del linaje de los Loaysa. García Jufre de Loaysa fué sepultado en una urna de piedra negra que presenta elaborada decoración vegetal con alguna silueta femenina e inscripción en letra gótica que dice:«Aquí yaze el honrrado cavallero García Jufre de Loaysa fijo de Hernán Jufre de Loaysa que Dios haya. El cual finó a XXVI de henero año de nestro salvador jessuchristo de de M CCCCXXX Años». Los escudos frontales con las siete rosas del linaje de los Loaysa, así como los leones que soportan el sarcófago son de alabastro. Se encuentra el sepulcro depositado en el interior de un nicho enmarcado por dos columnas también negras. Como curiosidad, recordaré que para representar artísticamente a Talavera en la EXPO 92 se hizo un molde del frente del sepulcro y se expuso en el pabellón de Castilla-La Mancha.

Sepulcro gótico de Jufre de Loaysa en la capilla de los Santos Mártires

Enfrente de éste se sitúa otro monumento funerario también encuadrado en la escultura de la escuela castellana del siglo XV. Consiste en un sarcófago que  se apoya sobre leones pero que en este caso está completamente fabricado en alabastro. Así lo describe el Conde de Cedillo: «sobre la tapa descansa la estatua yacente, de tamaño natural de un joven guerrero que viste cota, arnés y manto; sujeta sobre sus manos una espada hoy rota. Un bonete o pequeño gorro cubre su cabeza, poblada de melena. A los pies hay un paje en triste actitud reclinado sobre el yelmo». Parece que el caballero aquí enterrado era Francisco de Loaysa y, aunque se halla deteriorada la inscripción, sabemos por Fray Andrés de Torrejón que algunos de los escudos pertenecen a los Loaysas y los Carvajales. Otro muestra una cruz de Alcántara o de Calatrava y una inscripción dice: «Aquí yaze el cuerpo del noble cavallero Francisco de Loaysa fijo de Juan de Loaysa y de doña Leonor de Carvajal. dexó a esta yglesia la heredad de…». Miembros de esta familia enterrados en el suelo de la capilla fueron los padres de García Jufre. Álvaro y Pedro de Loaysa, ambos regidores de la villa, pero éste último trasladado más tarde a San Ginés por haber fundado este monasterio su hijo García de Loaysa, cardenal y arzobispo de Sevilla. Otro regidor, Pedro Girón, fue sepultado en esta capilla por ser su mujer, Inés de Loaysa, hermana de Pedro. También se enterraron aquí otros restos de la familia de los Meneses que luego se trasladaron a su capilla del monasterio de Santa Catalina. Juan de Cerezuela era hijo del Arzobispo de Toledo del mismo nombre y casó con doña Teresa Meneses, llegando a ser alcalde mayor de la villa y depositándose sus restos también en esta capilla. De algunos de estos enterramientos no queda resto alguno.

Tabla gótica fragmento de un retablo, que representa a Santa Bárbara  y que parece obra de la escuela de Juan de Borgoña. Hay otras dos tablas del mismo retablo que habrían estado anteriormente en la capilla de San Juan Bautista, que yo creo es diferente a ésta.

Otros elementos de interés en esta capilla son un relieve del bautismo de Cristo de finales del siglo XV y de la escuela flamenca enmarcado en una moldura gótica, una predela que tal vez es parte de un antiguo retablo y donde está pintado el martirio de San Juan en una caldera de aceite hirviendo, obra de finales del siglo XVI y una pintura de Santa Teresa de cierta calidad.

LA CAPILLA MAYOR DE LA COLEGIAL

LA CAPILLA MAYOR DE LA COLEGIAL

Retablo mayor actual de mármol gris de Montesclaros enmarcando la pintura de la Asunción de Salvador Maella

Ya hemos hablado en otras entradas del edificio de la Colegial talaverana y de su historia. Comenzamos hoy otra serie sobre el interior del templo principal de nuestra ciudad y lo hacemos con la capilla mayor.

Se renovó completamente bajo el arzobispado del cardenal Lorenzana, pues antiguamente estuvo decorada por un gran retablo gótico que tenía siete metros de ancho por catorce de altura con seis cuerpos que alojaban cincuenta y ocho pinturas y tres estatuas de Cristo crucificado, San Juan y la Virgen. Este retablo habría sido encargado por Juan de Ayala, primer patrón de la capilla, cuyo patronazgo luego heredarían los señores de Oropesa. De él solamente quedan dos pinturas, una de ellas en la sacristía, muy deteriorada, y la otra en el Museo de Santa Cruz a donde fue a parar para una restauración en 1968 sin haber sido devuelto a la iglesia talaverana.

La reja es de José Duperier y fue realizada a finales del siglo XVIII.

Talavera tuvo buenos herreros que hicieron rejas como ésta de la capilla mayor y otras por toda la comarca

Ambas tablas, según Mª del Carmen González Muñoz, podrían haber sido pintadas por Juan de Borgoña que también estuvo durante esa época en Talavera realizando trabajos para el retablo del monasterio de Santa Catalina. La talla de la Virgen, que probablemente estuvo destinada a ser la titular de la iglesia, todavía se conserva en la sacristía y es una magnífica obra escultórica del siglo XV probablemente de la escuela de Egas Cueman, según Juan Nicolau. Puede que también un Cristo Crucificado de comienzos del siglo XVI que se halla ahora en la capilla de Santa María del Pópulo formara parte de este retablo.

Imagen de la Virgen y el Niño, actualmente en la sacristía que es muy posible fuera la imagen mariana principal del templo (Del libro sobre el VIII centenario de la Colegial

A finales del siglo XVIII «el Cardenal Lorenzana sustituyó el antiguo retablo por el existente, que es neoclásico, hermoso y severo, hecho con mármoles de Montesclaros, decorado con dos pilastras corintias y un entablamento curvilíneo en la parte alta sobre el que se posan dos ángeles de gran tamaño sosteniendo una corona»  según descripción del Conde de Cedillo. Aunque otros autores refieren que el mármol es de Bayuela, yo  considero más bien que sea originario de las vetas calizas de Garciotún, aldea de Castillo de Bayuela. Fue obra del arquitecto de la catedral toledana Eugenio López Durango.

Enmarca este retablo una pintura al óleo con el motivo de la Asunción de la Virgen que aún se conserva aunque fue afectada por el incendio de 1846. En ella se refleja cómo asciende la Virgen mientras los apóstoles miran sorprendidos su sepulcro

Su autor es Salvador Maella, pintor de la escuela española del siglo XVIII. De origen valenciano y estilo academicista, fue continuador del arte de Mengs con el que realizó algunos trabajos para Carlos III en el Palacio Real. Su padre era también pintor y lo envió a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de la capital y en Roma. Nombrado Pintor de Cámara del rey en 1774 llegó a ser presidente de la Real Academia de Bellas Artes. Entre sus obras destacan numerosos cuadros religiosos como éste de la Colegial, algunos retratos y los frescos que realizó en los palacios reales y en la catedral de Toledo.

Mariano Salvador Maella, autor del cuadro que hoy preside la capilla mayor de la Colegial

DESCRIPCIÓN DE LA COLEGIAL (1)

DESCRIPCIÓN DE LA COLEGIAL 1

Elementos gótico mudéjares del ábside de la Colegial

Aunque, como hemos visto, el edificio fue modelado a lo largo de su historia con diferentes reformas y estilos, lo más característico e interesante de la Colegial reside en sus primitivas estructuras mudéjares. Puede que el ábside y las dependencias conventuales que se asoman hoy a la plaza del arzobispo Tenorio sean las únicas que quedan hoy día del edificio más antiguo que probablemente se comenzara en la época de este prelado. Pero la mayoría de los elementos gótico mudéjares, incluido el rosetón y la portada principal, serían algo posteriores y se habrían ido construyendo como el análogo monasterio de Guadalupe a lo largo del siglo XV. Algunos autores defienden para ambos monumentos la misma autoría, la del maestro Rodrigo Alonso cuya sepultura está señalada en el santuario de las Villuercas por un azulejo talaverano.

Detalle de la ornamentación de la puerta occidental de La Colegial

La iglesia de Santa María la Mayor es un templo de planta rectangular que tiene la orientación tradicional con la cabecera hacia naciente. La nave central es más ancha y alta que las dos laterales y las tres están divididas en seis tramos. La planta carece de crucero. La capilla mayor es de planta poligonal y está iluminada por siete ventanales, mientras que los ábsides laterales son de base rectangular que en sus bóvedas se hace poligonal mediante pequeñas trompas. Los materiales empleados en su construcción son la mampostería y la sillería granítica y el ladrillo aplantillado típico de las construcciones mudéjares. Los elementos más elaborados que fueron fabricados en piedra son los pilares, capiteles y dovelas, mientras que el ladrillo se ha empleado en las molduras de los arcos y las bóvedas, los modillones de las cornisas, el rosetón de la entrada principal y las pirámides de los contrafuertes que la flanquean.

Magnífico rosetón gótico mudéjar sin parangón en el arte español

En su arquitectura destaca la compacta torre formada por tres cuerpos. El primero de ellos es de época mudéjar y se construyó de mampostería de grandes bloques poco labrados, abriéndose en su cara oeste un ajimez o pequeña ventana partida en dos por una columnita. Su estructura es similar a la llamada torre de San Gregorio del monasterio de Guadalupe. El segundo cuerpo es de sillería granítica, rematado con balaustrada culminada en bolas y, junto al tercero que es octogonal, fue construido en 1705 por el cardenal Portocarrero. «Sus campanas son de las mejores de Castilla, aunque entren las de Toledo» según aseguraba el historiador Francisco de Soto.

Torre de la Colegial donde se observan las dos épocas de la construcción, el siglo XV la base y el XVIII la superior.

El acceso principal al templo se sitúa en la cara de poniente. Su elemento más característico es un rosetón gótico flamígero fabricado en el siglo XV con infinidad de pequeñas piezas de ladrillo mudéjar aplantillado. Sus tres hermanos de la iglesia de Guadalupe son anteriores, sin el estilo gótico del talaverano sino puramente mudéjares en su diseño. Como sucede con otros elementos de esta iglesia, se mezclan en esta puerta principal varias épocas y estilos. Así, el rosetón se enmarca bajo un frontón del siglo XVIII y sobre un poco afortunado balcón bajo el que se sitúa la portada formada por siete arcos ojivales abocinados sobre buenos capiteles decorados con figuras humanas similares a las de la puerta de entrada del monasterio guadalupano y su Humilladero. Aparecen también encastrados en el muro dos pequeños escudos del arzobispo Juan Contreras.

Escudo del arzobispo Juan Contreras sobre la puerta oeste de la Colegial

Otra puerta llamada de la Concepción o de los Apóstoles se abre en la cara norte del edificio y cuenta con un portal de acceso cubierto por bóveda de crucería. Se halla desvirtuado su antiguo aspecto por un arco de medio punto en el que se pueden ver los escudos arzobispales del cardenal Quiroga, pues se reformó bajo su mandato al hacerse obras en la capilla aneja de Santa Leocadia. También se pintó en aquella época una imagen de la Virgen y el Niño, con San Pedro y San Pablo a los lados, que estaba alumbrada día y noche para que acudiera allí el pueblo a rezar.

Deteriorada pintura que representa a San Pablo en la puerta norte de la Colegial

El terreno de aluvión fluvial sobre el que se erige el edificio hizo necesarias diferentes obras de refuerzo. Entre ellas destacan los arcos de la nave central que intentaban impedir el derrumbe del templo, aunque por esta inestabilidad del terreno todavía se percibe la inclinación del imafronte de la entrada principal. Si a esta circunstancia añadimos las numerosas capillas que a lo largo de la historia le fueron siendo adosadas a la iglesia podemos comprender porqué el monumento ha perdido el estilo y el aspecto de grandiosidad original. Se pueden observar por ejemplo, libres de otras edificaciones, los enormes arbotantes que lo adornan en el grabado de Van der Wingaerde del siglo XVII.

Arbotantes en la fachada norte de la Colegial

El mismo Francisco de Soto dice que «el claustro de esta Santa Iglesia no cede a los mejores del reino; es muy largo, ancho y alto, y todo él está fabricado de piedra de sillería muy curiosamente labrado», con motivos entre los que hay que destacar las gárgolas de animales fantásticos y los pináculos de remate de los contrafuertes. Fue levantado en 1469 y cada una de sus cuatro galerías cuenta con seis tramos con sus bóvedas  sobre una pareja de arcos cruceros y pilarillos adornados con perlas. Sobre el suelo aparecen lápidas con inscripciones diferentes y en él se encuentran actualmente los restos de Fernando de Rojas, autor de La Celestina. Según Ildefonso Fernández el pozo central tiene una pila que es un antiguo sepulcro romano.

Plano del siglo XIX del claustro de la Colegial. En la leyenda señala el pozo, el callejón de acceso al cementerio con sus capillas, otras capillas, altares y panteones

Desde el claustro se daba acceso al antiguo cementerio anejo a la Colegial que se estableció en una antigua huerta llamada «de Moctezuma» por haber pertenecido al Duque del mismo nombre.

El interior del templo sorprende por lo magnífico de sus proporciones. Las columnas se componen de ocho columnillas menores que se separan en sendos nervios al llegar a las bóvedas. Aunque se percibe mal por la altura a la que se encuentran, los capiteles se adornan con bustos humanos, ángeles, músicos e incluso figuras femeninas.

Vista general de la nave central de la colegial con los arbotantes de refuerzo que se construyeron para evitar que se abriera el edificio

Ya hemos comentado cómo fue necesario reforzar la estructura con cuatro arcos rebajados que atraviesan a media altura la nave central afeando la perspectiva del conjunto. Sus ventanales se hallan semicegados y los de las capillas están tapiados completamente. Sólo en la parte trasera norte, que da a la plaza del Cardenal Tenorio, se observan los arcos mudéjares de los ventanales sobre capiteles similares a los de la entrada principal. Están realizadas con ladrillo aplantillado y enmarcados en alfiz al más puro estilo mudéjar y con gran parecido a los de Guadalupe, aunque más sencillos.

Ventana gótico mudéjar de la Colegial