¡¿QUÉ TE HAS FERIAO!?
Artículo obre el porqué de las ferias en Talavera publicado en una revista de la COPE de las ferias de mayo de 2017
Siempre he mantenido que Talavera se sitúa en un lugar que desde la prehistoria fue cruce de caminos. El lugar al sur del puerto del Pico donde mejor se puede vadear el padre Tajo. El lugar donde se cruzan el eje norte-sur entre las dos mesetas por donde desde siempre discurrían las cañadas trashumantes, con el eje este-oeste que seguía el valle del Tajo con las calzadas romanas.
Y ya desde aquella época se ha acudido desde todas las comarcas vecinas a esta ciudad milenaria para abastecerse de todo aquello que no podían producir en sus aldeas de casi autárquica economía las rústicas gentes de nuestra gran comarca natural.
Pero al mismo tiempo, Talavera era el lugar donde comercializar los excedentes de sus productos y sus ganados mientras adquirían las herramientas y objetos necesarios para desarrollar su trabajo o para hacer algo más cómoda su vida.
Un viajero musulmán llamado Al- Edrisi que pasó por la Talabayra musulmana hace más de mil años decía que “la villa es notable por su belleza, la extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y las casas están agradablemente dispuestas”.
Y ya entonces de decían los árabes que “Talavera es capital de una provincia importante” esa korá, esa gran comarca para la que las ferias serían después una fecha señalada en su calendario.
Conquistada la villa por los cristianos, convivieron en ella las tres culturas quedando gran parte del comercio local en manos de familias judías que instalaban sus tenderetes apoyados en los fuertes lienzos del primer recinto amurallado. Moriscos y mozárabes eran magníficos artesanos.
Y tanta era la actividad comercial de la ciudad que Sancho IV concede en 1294 la celebración de una feria ocho días antes de San Andrés y ocho después, para que la villa sea “más rica, la tierra mejor poblada y sus gentes más honradas”.
A lo largo de la historia cientos de actividades artesanales han completado su tradicional economía agropecuaria y así, en el siglo XVIII, trabajan en Talavera esparteros, sombrereros, boteros, plateros, cereros, herreros, cordoneros, tintoreros, jaboneros, clarineros, alfareros, carpinteros, tallistas, torneros, silleteros, carreteros, latoneros, doradores, cuchilleros, guarnicioneros, arcabuceros, cencerreros, botoneros, alpargateros , cedaceros y muchos más.
Esos objetos, desde la hoz hasta la montura, desde el fuelle al plato de cerámica que adornaría sus zaguanes, eran objetos trabajados con las propias manos, realizados con esos materiales que eran nobles por ser naturales, y todos ellos fabricados con una finalidad concreta en cada caso, la finalidad de facilitar y hacer algo más llevadera la vida. Y eso mismo fue la Fiaga hasta que desapareció
De la compra de aquellos utensilios, ropas etc. nos quedaba a los chavales la pregunta que nos hacíamos durante la feria: ¿Qué te has “feriao”? Y enseñábamos la garrotilla de niño o una de aquellas pelotas de colores con una goma, o un juego de pistolas con las que jugaríamos “a los indios y los americanos”, simulando con estas compras las que tradicionalmente venían haciendo los mayores.
Siempre estuvieron vinculadas las ferias al tradicional mercado de ganados, celebrándose actualmente el 15, 16 y 17 de Mayo las ferias de San Isidro, y las de San Mateo el 20, 21 y 22 de Septiembre. Hoy día siguen siendo un foco de atracción para todas las gentes de la comarca que acuden a Talavera para disfrutar de las atracciones y espectáculos ofrecidos al público, muy diferentes del teatro chino de Manolita Chen, The Guatemala´s Monster o la “Vaca Juanita de las siete patas” que llegué a conocer. O aquellas motos que giraban hasta la horizontalidad en una caseta cilíndrica de madera y los espejos de la risa o el tren de la bruja.
Hoy vienen como en otras épocas a darse una vuelta por el recinto ferial, comprar algún objeto en la muestra de artesanía o acudir a los toros en nuestra plaza, santuario de la tauromaquia por haber muerto Joselito en unas ferias de mayo.
Una fiesta que formó siempre parte del espíritu de nuestra ciudad hasta el punto de que desde el cerro Negro un bando de la Guerra Civil, da igual cual de ellos, bombardeaba el entorno del coso de Talavera con envidia de sus enemigos por no poder acudir a los toros.