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EL REY ORDOÑO II DE LEÓN ARRASA LA TALAVERA MUSULMANA

EL REY ORDOÑO II DE LEÓN ARRASA LA TALAVERA MUSULMANA

Rey cristiano somete a una ciudad musulmana en azulejería de Ruiz de Luna

Traigo hoy tres curiosos documentos en los que se relata cómo el rey Ordoño II de León arrasa la Talavera musulmana. Ese asalto y la debilidad de las murallas musulmanas de entonces hace que Abderramán III las fortalezca y haga que se construya la alcazaba.

«Fallecido ya su padre y habiéndole sucedido García, su hermano, el belicoso Ordoño, movilizando de nuevo su ejército, se puso en marcha contra Évora, ciudad del reino toledano, que ahora es designada como Talavera; una vez llegado ante ella, la rodeó con sus campamentos, y sin que le valiera para nada la robustez de sus murallas ni el valor de sus defensores sucumbió ante Ordoño, el victorioso y poderoso luchador. Pues, tras un pronto asalto, no sólo tomó, sino que dio muerte a todos los que habían acudido a la lucha con su jefe Suit, y habiendo saqueado todos los bienes de los ciudadanos, regresó rápidamente con una gran multitud de cautivos a su base de partida.»

CRÓNICA SILENSE

Fotografía de Ruiz de Luna que muestra una torre árabe de la muralla a la derecha, en la zona de El Charcón

A comienzos de este año [301 de la hégira, que comenzó el 7 de agosto del 913] movilizó sus tropas Urdun ibn Adfuns, (Ordoño, hijo de Alfonso) rey de Galicia, y salió con un gran ejército, formado aproximadamente -entre jinetes, infantes y arqueros- por 30.000 hombres, en dirección a la ciudad de Évora, cuyo amil era a la sazón Marwan ibn Abd al-Malik ibn Ahmad.

Acampó cerca de Évora el miércoles 13 de mubamzm de este año [19 agosto 913], y luego se adelantó entre un grupo de sus guerreros hacia la ciudad, dando la vuelta a su muralla. En esta inspección vio que la muralla era baja, sin antemuros ni almenas, y que en un lugar por la parte de fuera había unos montones de la basura de la ciudad, arrojada junto a la puerta desde dentro de la plaza, que en algunos sitios eran casi tan altos como la muralla. Estas circunstancias le movieron a codicia de tomar la ciudad, y, no dudando que la ganaría, la cercó por todas partes, asedió con rigor a sus habitantes e hizo descabalgar a todos sus jinetes y condes, quedándose sólo con unas cuantas personas de los principales de la gente de su casa, en número no superior a cinco.

Placa fundacional de la Alcazaba y la restauración de la muralla árabe que se encontraba en la esquina Carnicerías -Ronda del Cañillo

Las tropas iniciaron las hostilidades contra los habitantes de Évora, que los rechazaban desde encima de la muralla cuanto podían; pero como los arqueros enemigos les hacían llover las saetas, y no había parapeto que contuviera su avance, llegó un momento en que les abrasaron las flechas, y en que, no pudiendo resistirlas, dejaron libre toda la muralla y se retiraron de ella. Los enemigos entonces se acercaron a la muralla, y, llegando a lo más alto de aquellos montones de basura, lograron echar abajo un remiendo de albañilería recién hecho allí para tapar un boquete. Cuando quisieron darse cuenta los habitantes de la ciudad, ya ésta había sido invadida por varios sitios y se encontraron con el enemigo dentro.

Reaccionaron, sin embargo, los musulmanes en esta ocasión, unidos como un solo hombre; lograron expulsar de la plaza a los invasores, y, retornando a las murallas, mataron buen número de enemigos. Volvieron éstos, sin embargo, a la carga, los derrotaron, y entraron de nuevo en la ciudad. Encarnizóse el combate y arreció la pelea, muriendo mucha gente por ambas partes, hasta que a la postre los enemigos se impusieron por su número, los desbarataron y los obligaron a refugiarse en un sitio, al oriente dela ciudad, cerca de la muralla donde se aglomeraron en poco espacio y no les era posible desenvolverse por causa de la angostura. En consecuencia, los mataron a todos (iDios tenga misericordia de ellos!), y, además, los politeístas se apoderaron de todas sus mujeres, hijos y bienes. Sólo se salvaron diez personas de nota, gente conocida, que se refugiaron con sus familias en algunos de aquellos edificios antiguos; que, encaramados en lo más alto de ellos, resistieron hasta la noche, y que, cuando ésta cerró, bajaron de su escondite y, amparados en la oscuridad, se deslizaron furtivamente hasta llegar a Beja. Nadie se salvó de los  habitantes de Évora más que ellos, que eran de sus vecinos principales. En esta batalla encontró el martirio por la fe Marwan ibn Abd al-Malik,amil de Évora, que fue muerto en su oratorio, y cuyas mujeres e hijos cayeron en cautividad. El número de mujeres y niños hechos prisioneros dentro de la plaza se acercó a los 4.000, y los muertos en el recinto de la ciudad fueron alrededor de 700 hombres.

Tramo de muralla restaurado en la zona de El Charcón

Se cuenta que no había memoria en al-Andalus de un desastre del Islam, por parte del enemigo, más afrentoso y terrible que éste. Durante algún tiempo, el que entraba en la plaza, luego de haberla abandonado el enemigo, y se dirigía al lugar en que se habían apretujado los musumanes sin encontrar ante ellos salida, veía sus cadáveres, apilados unos encima de otros, hombres y mujeres, en montones, casi tan altos como dos veces la talla de un hombre, que llegaban al filo de la muralla.

Se llamaba aquel lugar al-Atrás [¿el Estrecho?], a causa de su angostura. El tirano Urdun partió rápidamente con su ejército el jueves, a otro día de su entrada en la ciudad. El resto de los habitantes del Algarve y de otras regiones se afligieron sobremanera por esta calamidad de Évora, y concibieron tan grande temor del enemigo, que se consagraron a reparar las murallas y a fortificar sus castillos. Los que lo tomaron más a pecho fueron los habitantes de la ciudad de Badajoz, cuya muralla, de adobe y tapial, era la misma de los tiempos de Abd al-Rahman ibnMarwan al-Yilliqi. En efecto, escribieron a su emir Abd Allah ibn Muhammadibn Abd al-Rahman, comunicándole la decisión que habían tomado de fortificar la plaza, y el príncipe, no sólo les animó en su decisión, sino que tomó personalmente a su cargo, en compañía de sus consejeros, el vigilar la obra y reunió a los obreros necesarios para la edificación de la nueva muralla. La hicieron de un ancho de diez palmos en un solo tapial, y los trabajos se continuaron ininterrumpidamente, hasta dejarla concluida en este mismo año”.

UNA CRÓNICA ANÓNIMA DE ABDERRAMÁN III.  E. Levy Provenzal y Emilio García Gómez

 

 

 

El señor de Badajoz, Abdallah b. Muhammad temió que, al haber quedado Évora desierta, se metieran en ella algunos de los bereberes de las inmediaciones y resultara perjudicado, por lo que, saliendo con los suyos hacia allí, destruyó los torreones y echó abajo el resto de las murallas, hasta dejarlas por tierra.

Al-Muqtabis

LA LÁPIDA CON INSCRIPCIÓN ÁRABE DE LA MURALLA DE TALAVERA

 

Lápida con escritura cúfica de la torre de la alcazaba musulmana de Talavera, hoy extraviada
Lápida con escritura cúfica de la torre de la alcazaba musulmana de Talavera, hoy extraviada

 

Recientemente ha aparecido en los medios una noticia que anuncia que el Ayuntamiento y la Uned van a realizar una reproducción de una lápida con una inscripción árabe en letra cúfica que actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional.

La historia es triste porque fue el propio ayuntamiento talaverano el que la donó a la Real Academia de la Historia a mediados del siglo XVIII , y no solo la regalaron, sino que además pagaron de las arcas municipales los 100 reales que costó el trasporte en carreta  hasta Madrid, como puede verse en el documento de la imagen adjunta.

Durante mucho tiempo se pensó que la lápida pertenecía al castillo de Baños de la Encina en Jaén, pero ya se ha demostrado por los historiadores Alberto Cantó e Isabel Rodríguez, entre otros,  que se trata de la placa talaverana

En el cruce de Ronda del Cañillo con la calle Carnicerías, en la torre de la alcazaba que hace esquina entre las dos vías se mantiene en el muro un hueco donde estaba encastrada esta lápida de mármol con una inscripción que, según una tradición popular, decía: «Cuando el Tajo llegue aquí , Talavera , ¡Ay de ti !», pero es en realidad se trata de la placa conmemorativa de las obras de fortificación de las murallas y alcazaba o castillo (bury) talaveranos que acometiera Abderramán  III, aunque el nombre que aparece en la inscripción es el de su hijo y sucesor Al-Hakan II.

Torre de la alcazaba en la Ronda del Cañillo. La flecha señala el lugar de la lápida desaparecida
Torre de la alcazaba en la Ronda del Cañillo. La flecha señala el lugar de la lápida desaparecida

Las trascripción de la inscripción árabe dice:

«En nombre de Dios, clemente y misericordioso,

ordenó construir esta torre Abdallah al Hakán

al-Muntasir bi -Llah, Emir de los creyentes

-al que Dios dé larga vida- por obra de su señor y

dirigente Manshud ben Naser. Se terminó

con la ayuda y apoyo de Dios, el mes de Ramadán

del año 356″

Lámina que reproduce la inscripción árabe realizada por el grabador Jerónimo Gil por encargo de la Academia de Historia (Archivo Universidad de Sevilla)
Lámina que reproduce la inscripción árabe realizada por el grabador Jerónimo Gil por encargo de la Academia de Historia (Archivo Universidad de Sevilla)

Actualmente se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional, aunque sería bueno que una de las piezas más importantes de la arqueología musulmana de Talabyra volviera al lugar de donde nunca debió salir, el muro donde ordenó instalarla Al-Hakan II. Pero mucho me temo que deberemos conformarnos con que se haga simplemente esa reproducción para que se instale de nuevo en la torre de la muralla, porque legalmente es difícil reclamarla por haber sido donada por el ayuntamiento.

La placa tal como se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional

Al menos en este caso no está la pieza en los sótanos del Museo de Santa Cruz de Toledo, donde yace tanto patrimonio talaverano usurpado. Como esa escultura romana de bronce de Hércules que iba a ser devuelta a Talavera «echando leches», como el AVE. Y todavía estamos esperando.