EL TRAJE TÍPICO DE LAS COMARCAS DE TALAVERA DE LA REINA
INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente se han venido distinguiendo los habitantes de una zona determinada por su lengua y por su indumentaria, ya que es mucho más difícil y compleja su diferenciación por características físicas o antropométricas, y aún más por sus características psicológicas.
Desde los años cincuenta, con la atención que por razones obvias prestaba el régimen anterior a las cuestiones identitarias nacionales, que de forma más o menos adecuada potenciaba la Sección Femenina con la promoción del folklore, se comenzó a prestar atención a lo que entonces se denominaban trajes regionales.
Precisamente la identificación que se hacía de estas cuestiones con la dictadura franquista hizo que durante los primeros años del sistema democrático se minusvalorara e incluso se rechazara todo lo que se asociaba al folklore y la identidad nacional, aunque afortunadamente una vez pasado este sarampión político se volvieron a valorar diferentes aspectos de la etnografía como expresión cultural de los pueblos.
Las mujeres han sido las verdaderas guardianas de muchas de las expresiones de la cultura popular y, al organizarse en asociaciones locales, han conseguido conservar no sólo el traje típico, sino también la artesanía, la gastronomía, los bailes o las fiestas de muchas localidades que sin su esfuerzo habrían caído en el olvido. Vinieron estos grupos a sustituir a los maestros de los pueblos, que durante años fueron en muchos casos los únicos que se esforzaron por buscar, y conservar muchas de estas tradiciones populares, aunque no podemos olvidar la aportación de francotiradores de la cultura popular como eruditos locales, anticuarios o recopiladores que individualmente se interesaron por el traje típico.
La indumentaria tradicional viene conformada por la confluencia de numerosos factores climáticos, geográficos, sociales, económicos y culturales. Hoy día no se visten estos trajes a diario, sino que su utilización es una forma de volver al pasado, a una cultura rural en la que todo tenía su porqué desde el punto de vista práctico y también desde el simbólico.
La bibliografía sobre métodos de estudio en tema tan interesante desde el punto de vista etnográfico como es el de los trajes tradicionales es muy escasa, no así el gran número de los estudios meramente descriptivos de un traje determinado que son muy numerosos.
Los métodos que se han utilizado para el estudio de la indumentaria popular y la combinación de todos ellos nos llevará al menos a introducirnos en tema tan difícil de encarar, y más en estos momentos en que las asociaciones culturales, sin emplear en muchas ocasiones criterios contrastados, fantasean sobre los modelos tradicionales, introduciendo elementos fantásticos que, siendo frecuentemente discutibles desde el punto de vista estético, tienen además poca relación con los trajes que realmente han utilizado las gentes de nuestros pueblos. De todos los datos que se nos aportan, deberemos filtrar la información mediante una criba que nos separe los nuevos tejidos, los nuevos motivos decorativos o los frutos de la imaginación de quienes sin documentarse o sin buscar entre las fotografías, estampas antiguas o en los arcones de las abuelas, diseñan nuevos trajes que poco o nada tienen que ver con el traje típico, regional, popular, tradicional o como queramos llamarlo, pues hasta en esto no se acaban de poner de acuerdo los expertos.
Eso si no aparece el nacionalismo ilustrado y florece una nueva historia recién inventada pero con 300 años de edad.