Son varias las leyendas de moras repartidas por nuestra tierra y en su mayoría ligadas a la noche mágica de San Juan, la noche del solsticio de verano, la noche más larga del año llena de ritos primitivos.
Cuando hablamos de moras no hablamos de musulmanas, el pueblo llamó así a las paganas, a las antiguas que son anteriores al cristianismo, por eso cualquier yacimiento arqueológico sea de la época que sea se suele asociar con los moros.
En la desembocadura del río Pedroso que se precipita sobre el Tajo desde unos altos canchales graníticos y a un paso de las ruinas de la ciudad musulmana de Castros, lo que las gentes de Puente del Arzobispo y Villar del Pedroso llaman «La Muralla». Pues desde esa cascada se lanza una mora bajo la luz de la luna todas las noches de San Juan hasta el Tajo. Y la causa dicen que es un mal de amores.
Y nos vamos ahora a las sierras de Espinoso del Rey y subimos entre castaños, robles y pinos hasta el risco Ñañas, extraño nombre casi impronunciable de puro antiguo. Una afloración de grandes bloques de cuarcita que forman un magnífico balcón panorámico sobre las rañas de La Jara. Allí se asoma también en la noche de San Juan una mora que peina sus largos cabellos con un peine de oro.
En un valle cercano se sitúa el pueblo de Piedraescrita, que ya en el nombre lleva su pincelada de arqueología. Su hermosa iglesia con orgullo de ermita está situada en la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana y guarda una de esas vírgenes»lloveoras», vírgen del agua que sus vecinos pasan a los de Espinoso cuando no llueve llevando las andas a pie sobre la corriente del Jébalo naciente.
Pues bien, en ese valle hermoso no sólo se apareció la Vírgen de Piedraescrita. Una mora salía también y se presentaba ante los pastores poniéndoles en la tesitura de elegir entre disfrutar de su cuerpo o de un tesoro que tenía escondido. Un pastor eligió el tesoro y ella le dijo que había sido estúpido porque de elegirla a ella habría disfrutado de ambos.
En Lucillos, en la vaguada húmeda del arroyo de Segaverde hay una cueva hoy ocluida donde cuenta una leyenda local que salía una mora en las noches de San Juan. Lo más peculiar de esta leyenda es que la mora se convierte en liebre al amanecer.
EL»GUSANO» GIGANTE DE LA JARA, MI HALLAZGO DE UN INTERESANTE FÓSIL EN LA CUMBRE DE LAS MORADAS
Mi hallazgo:
Hace unos años subí con mis amigos de La Enramá a las cumbres de las Moradas o “Las Morás”, la segunda elevación de La Jara después del pico Rocigalgo. Nos llamaba la atención el lugar por los numerosos topónimos como Atalayón o Castillazo que pueden sugerir yacimientos arqueológicos en aquellas alturas de la Sierra de La Hiruela, en término del municipio de Robledo del Mazo y en el ámbito de las aldeas de Piedraescrita y Navaltoril.
El topónimo de Las Moradas, elevación de 1378 metros de altura, es también sugerente desde el punto de vista arqueológico porque “moradas” es el nombre que se daba históricamente a los lejanos refugios en los que se escondían de las razzias de cristianos y musulmanes los habitantes de aquellas tierras de nadie que eran los territorios de La Jara en la Edad Media, y también es término al que hace referencia Santa Teresa en su obra como lugar aislado de retiro.
Como en otros muchos puntos de las sierras jareñas, se encuentran fósiles en las cuarcitas y pizarras por aquí y por allá, especialmente los llamados “crucianas”, testigos que nos hablan de la existencia de un mar en estos lugares hace 475 millones de años.
En aquellos tiempos del período llamado Ordovícico toda esta zona estaba situada sobre la plataforma continental de un antiguo y enorme continente llamado Gondwana por los geólogos. El eje de rotación de la tierra no era entonces el mismo y este lugar se encontraba en aguas frías pues se situaba cerca del polo sur.
Recorriendo aquellas cumbres donde las vistas sobre La Jara son impresionantes, nos tropezamos en el extremo oriental de la cumbre de Las Moradas con una gran superficie de cuarcita en la que aparece un curioso trazado, un dibujo sinuoso de unos 7 metros de longitud, aunque su recorrido extendido podría ser de unos 11, y tiene también 2 metros de anchura máxima y diez centímetros de grosor en el trazo. Los rigores climáticos de estas alturas han hecho que algunos de los trazos se interrumpan o estén quebrados.
Recientemente volvimos a visitar el yacimiento paleontológico y vimos que se trataba de algo mucho realmente antiguo; el trazado que había dejado en esos fondos marinos un trilobites, pues se ven claramente en todo su recorrido las marcas paralelas de los dos abultamientos que tenía en el abdomen esa curiosa criatura prehistórica.
Tenemos muy cerca de allí los antecedentes de un enorme gusano cuyo recorrido bajo los limos y arenas depositados en aquel antiguo mar se ha estudiado en profundidad en el parque de Cabañeros por científicos del CSIC y que se considera el fósil de mayor antigüedad en el mundo con un recorrido de unos 6,8 metros. De él se hizo un molde de silicona que pesó 100 kilos y se ha clasificado como un ejemplar de la especie Paleophycus Tubularis.
Científicos del Instituto Geológico y Minero y profesores de geología portugueses han estudiado allí también otro abigarrado yacimiento con crucianas, marcas de trilobites, y madrigueras de gusanos con siete especies diferentes de fósiles, concretamente en el valle del Estena, también situado en el parque de Cabañeros.
En nuestro caso de Las Moradas, no se trata propiamente de un gusano sino que nos encontramos ante un ejemplo claro de la huella de un trilobites en aquellos fondos marinos, huella que fue elevada y petrificada por las grandes presiones y temperaturas del devenir geológico. La impronta en las arenas es la de uno de aquellos curiosos seres que desaparecieron de la tierra hace 250 millones de años y que conocemos solo en su parte dorsal, lo que es su duro caparazón petrificado, porque la parte blanda inferior del abdomen desapareció aunque nos quedó su marca.
Estas huellas son precisamente las que se denominan Cruzianasy se interpretan como pistas fósiles debidas a la locomoción y la alimentación de trilobites en el fondo arenoso de aquel arcaico océano jareño, e incluye, dada la gran diversidad de estos animalejos, numerosas especies. Son pistas longitudinales que en relieve aparecen formadas por dos surcos que dejan una cresta central, en ocasiones con otros dos surcos más pequeños laterales, aunque es más frecuente y conocido el aspecto de las crucianas como contramoldes del recorrido del animal en forma de tubo, y de ellas también encontramos ejemplos en esta cumbre de Las Moradas.
Nos encontramos por tanto ante un importante hallazgo paleontológico con una huella de trilobites de grandes dimensiones que complementa los hallazgos del cercano parque de Cabañeros. Yacimiento que espero sea estudiado por los especialistas y sirva como uno más de los muchos recursos turísticos de La Jara tan desaprovechados por las diferentes administraciones que venimos sufriendo.
Muy cerca de este geositio, que junto con los de Cabañeros sería de rango internacional, podemos admirar unos impresionantes ejemplares de tejo, ese árbol antiquísimo, las cascadas y loreras del arroyo de las Lanchas, las minas de oro de Buenasbodas, las de plata y plomo de Sevilleja o Anchuras, la ermita de Piedraescrita etc…etc…y todos ellos son recursos que se deberían explotar para el desarrollo turístico, o el olvido y el abandono de esta hermosa tierra acabarán por dejarla tan despoblada como en el Ordovícico.
SANTUARIOS DE LA CERÁMICA EN LA COMARCA DE TALAVERA (1) IGLESIA DE PIEDRAESCRITA
Comenzamos hoy una serie sobre los lugares de la comarca donde podemos contemplar la azulejería talaverana. No es un estudio exhaustivo de la misma sino simplemente una invitación a visitar esos lugares y disfrutar de nuestra cerámica.
Ubicación: Piedraescrita, ayuntamiento de Robledo del Mazo
Descripción básica
LA IGLESIA: Cuenta la leyenda que en tiempos medievales, “poco después de la expulsión de los sarracenos”, un vaquero de Espinoso aprovechaba con los ganados propiedad de su amo talaverano las hierbas frescas del entorno y se le apareció la Virgen en un lugar cercano al pueblo, sobre una roca conocida como “El Canto de la Virgen”, donde hace unos años se ha erigido un sencillo monumento conmemorativo. Le encomendó la construcción de una ermita y los lugareños se empeñaban en erigirla en otro lugar diferente al que hoy le sirve de solar, sucediendo que los muros levantados por el día aparecían derruidos a la mañana siguiente, hasta que por fin el templo fue construido donde actualmente se ubica, justo en la divisoria entre las aguas del Guadiana y el Tajo. Está documentado históricamente que en 1188 el obispo Gonzalo Pérez otorga licencia para la construcción de una iglesia a un tal Nuño Nuñez y a su mujer Aderazo Gómez que aportaban la dote necesaria para su mantenimiento.
El templo es una edificación sencilla con un ábside que fue octogonal y, según parece, formaba únicamente la sencilla construcción primitiva, más tarde modificada añadiéndose la nave principal. El edificio tiene a los pies un campanario de tres huecos que fue construido en el siglo XVIII. Se accede a la iglesia por un pórtico descendiendo cuatro escalones, ya que el piso del templo se encuentra por debajo del nivel actual del suelo y hay constancia de la existencia de una antigua fuente dentro de la ermita que, como hemos dicho, es una iglesia en realidad. Los muros están fabricados en mampostería de lajas de pizarra con revoco exterior enjalbegado.
Pero lo realmente interesante desde el punto de vista artístico es el interior de este monumento. Sus paredes están en gran parte recubiertas de valiosa azulejería talaverana del siglo XVI y XVII con escenas del Nuevo Testamento. En el lado de la epístola destaca un San Cristóbal de grandes dimensiones frente al que se sitúa un panel con una fila de arcabuceros similar al que se encuentra en la ermita de la Virgen del Prado de Talavera, aunque no es esta la única similitud en los motivos dibujados en Piedraescrita. Otros paneles representan a diferentes santos y en el testero se aparece un juicio final con la resurrección de los hombres que son extraídos de las tumbas por ángeles y demonios. Un azulejo parece representar al autor de parte de los paneles cerámicos.
En el cuarto de esfera que cubre la capilla podemos contemplar la pintura al fresco de un Pantocrátor con estrellas y una luna con cara femenina. Esta es la pintura románica más meridional del territorio nacional. Son también de interés un magnífico Cristo crucificado del siglo XVII, la pila bautismal y una escultura de la Virgen en cerámica talaverana.
Datos para la posible visita por el público Puede visitarse pidiendo las llaves en una vivienda de la plaza
La azulejería ha sido recientemente restaurada incorporando azulejos hallados en el templo.
Sobre la autoría de uno de los paneles he publicado otro artículo que podéis consultar en este enlace:
SIGUIENDO EL JÉBALO POR EL VALLE DE ROBLEDO DEL MAZO
Vamos a conocer ahora el resto del hermoso valle de Robledo del Mazo, formado por este pueblo jareño y sus cuatro aldeas situadas en torno a la cabecera del río Jébalo que nace cerca de Piedraescrita como ya sabemos.
Ya cerca de Navaltoril, otra de las aldeas del valle del se encuentra el lugar donde las gentes de Espinoso y Piedraescrita desarrolan un curioso ritual sobre el río pasando la imagen de un pueblo al otro.
Cada siete años, durante los meses de Mayo a Septiembre, o bien por necesidad causada por plagas o sequía, y también con una duración de cuatro meses, tienen derecho los espinoseños a tener en su poder la venerada y antigua imagen. El traslado a Espinoso es todo un acontecimiento para el pueblo y la imagen es acompañada por los agrestes parajes serranos que deben atravesarse rezando y cantando coplillas a la Virgen.
Primero se lleva la imagen a la vecina aldea de Navaltoril, también situada en el valle de Robledo. Allí se celebra una multitudinaria misa de campaña que preside también la imagen de la Inmaculada de Navaltoril con asistencia de gentes de todos los pueblos de los alrededores. Después se conduce la imagen hasta el paraje conocido como “El Agua de las Juntas” donde, en el mismo lecho del río Jébalo, entregan la imagen las autoridades del valle a las de Espinoso. El camino es largo y para el recorrido se despoja a la Virgen de su corona y se la pone un manto para que no se moje, pues es mucha la fe en su intercesión para traer la lluvia en tiempos de sequía. Es recibida con las calles engalanadas con arcos florales y hierbas aromáticas alfombrando el suelo, entre la emoción de todo el vecindario que la espera en el paraje conocido como el “Plaerón
Navaltoril es otra de las aldeas de Robledo del Mazo que todavía conserva una arquitectura popular con sabor serrano en un entorno muy agradable, ya que el pueblo se sitúa desde el siglo XV en un antiguo postuero de ganados entre los prados de una nava. Cuenta con dos molinos arruinados cercanos en las riberas del Jébalo. Uno de ellos se encuentra cerca del pueblo y junto a él podemos ver un rústico.
El otro molino está frente al cruce de la carretera que nos subirá hasta la pequeña aldea de Robledillo, cuyo caserío se sitúa en la cota más alta en la comarca y también está rodeado de un marco natural privilegiado. Es una labranza de Robledo que comienza su andadura en el siglo XVIII conociéndose el nombre de su fundador como “el abuelo Cirilo Galán”. Cuenta el pueblo con una piscina natural y si continuamos por la misma carretera en dirección a Espinoso podemos disfrutar de la zona de recreo que se ha preparado en torno al ameno paraje de la fuente de La Teja. Otra bonita excursión desde Robledillo es la que nos acerca dirigiéndonos hacia el oeste por una senda hasta el paraje de Vallesú donde mana una caudalosa fuente.
Desde Robledillo volvemos a descender hasta el valle de Robledo y continuamos la carretera en dirección oeste pasando por el lugar de Las Humfrías que, como las otras aldeas del municipio, conserva algunas muestras de la arquitectura tradicional y las ruinas de varios molinos en el cercano arroyo de Las Lanchas, pintoresco por sus cascadas.
ROBLEDO DEL MAZO
Historia
El pueblo de Robledo del Mazo se fundó a mediados del siglo XV, según se deduce del testimonio de uno de los vecinos que declaran en las Relaciones de Felipe II. Refiere que uno de los fundadores fue su padre, quien con otros cuatro colmeneros se asentó en el valle para explotar una posada de colmenas. El mismo testigo asegura que el nombre del lugar deriva de que los osos que por entonces andaban por aquellas sierras jareñas causaban daños a las colmenas buscando la miel. Para espantarlos, los primeros pobladores de aquellos robledales instalaron en un arroyo un artificio al que “ pusieron hechizo” para que, movido por las aguas, diera sonoros martillazos que ahuyentaran a los animales.
Un testimonio del siglo XVIII asegura que “un incendio redujo a cenizas toda la población y aún los vestidos de la imagen titular, De suerte que habiendo quedado Diego García único vecino y alcalde, entregó en el ayuntamiento de la villa de Talavera su vara y jurisdicción, que con dicho motivo se agregó a la del lugar de Sevilleja. Mas, habiéndose reunido de su calamidad los vecinos dispersos, lograron reintegrarse el dominio privativo del egido y solar del pueblo”.
CONJUNTO URBANO
El núcleo urbano de Robledo se reparte por la ladera de su asentamiento, con las casas siguiendo calles empinadas y formando grupos bastante homogéneos de viviendas de pizarra enjalbegadas. Las construcciones son de una tipología característica en la Jara serrana, de finalidad totalmente utilitaria, y forman un conjunto curioso que conserva todavía algunos rincones con agradable sabor rural.
IGLESIA
El templo de Robledo es muy sencillo y también sufrió los avatares bélicos. Estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora del Robledo durante el siglo XVI para, más tarde, ser Nuestra Señora de la Encarnación su patrona. La iglesia se independizó de la de Piedraescrita en 1.676 .
Vamos a ir recorriendo nuestros ríos y aprovecharemos para conocer los atractivos de sus valles y de los pueblos por los que van atravesando. El río Jébalo podemos considerar que nace en Piedraescrita, aunque con las aportaciones en su nacimiento de la garganta de las Puentecillas
Iniciamos el recorrido del río Jébalo, y lo escribo con «J» porque como defiende Jiménez de Gregorio aparece escrito como Xébalo en los documentos antiguos. Río de jabalíes es una de las propuestas que nos quieren solucionar el significado de su nombre.
Nace como hemos dicho cerca del pueblecito jareño de Piedraescrita, cuya ermita se sitúa en la misma divisoria de aguas del Tajo y el Guadiana por lo que las precipitaciones de su tejado en el lado norte caerían al Jébalo.
Un camino va paralelo al cauce y se dirige en dirección norte discurriendo junto a un pequeño altarcillo que nos recuerda que allí se apareció la imagen. Siguiendo ese camino llegamos al río cerca del paraje donde se pasa la imagen de la Virgen en un ritual curioso entre los pueblos de Espinoso y Piedraescrita, y del que hablaremos en el próximo capítulo de esta serie.
Pero antes visitaremos primero este agradable pueblecito del que existen antiguas referencias a su iglesia como un lugar que servía de refugio a los peregrinos de Guadalupe que se aventuraban por estas sierras.
LA IGLESIA: Cuenta la leyenda que en tiempos medievales, “poco después de la expulsión de los sarracenos”, un vaquero de Espinoso aprovechaba con los ganados propiedad de su amo talaverano las hierbas frescas del entorno y se le apareció la Virgen en un lugar cercano al pueblo, sobre una roca conocida como “El Canto de la Virgen”, donde hace unos años se ha erigido un sencillo monumento conmemorativo.
Cuenta la leyenda que la Virgen encomendó al vaquero la construcción de una ermita y los lugareños se empeñaban en erigirla en otro lugar diferente al que hoy le sirve de solar, sucediendo que los muros levantados por el día aparecían derruidos a la mañana siguiente, hasta que por fin el templo fue construido donde actualmente se ubica, justo en la divisoria entre las aguas del Guadiana y el Tajo.
Está documentado históricamente que en 1188 el obispo Gonzalo Pérez otorga licencia para la construcción de una iglesia a un tal Nuño Nuñez y a su mujer Aderazo Gómez que aportaban la dote necesaria para su mantenimiento.
El templo es una edificación sencilla con un ábside que fue octogonal y, según parece, formaba únicamente la sencilla construcción primitiva, más tarde modificada añadiéndose la nave principal. El edificio tiene a los pies un campanario de tres huecos que fue construido en el siglo XVIII. Se accede a la iglesia por un pórtico descendiendo cuatro escalones, ya que el piso del templo se encuentra por debajo del nivel actual del suelo y hay constancia de la existencia de una antigua fuente dentro de la ermita que, como hemos dicho, es una iglesia en realidad. Los muros están fabricados en mampostería de lajas de pizarra con revoco exterior enjalbegado.
Pero lo realmente interesante desde el punto de vista artístico es el interior de este monumento. Sus paredes están en gran parte recubiertas de valiosa azulejería talaverana del siglo XVI y XVII con escenas del Nuevo Testamento. En el lado de la epístola destaca un San Cristóbal de grandes dimensiones frente al que se sitúa un panel con una fila de arcabuceros similar al que se encuentra en la ermita de la Virgen del Prado de Talavera, aunque no es esta la única similitud en los motivos dibujados en Piedraescrita. Otros paneles representan a diferentes santos y en el testero se aparece un juicio final con la resurrección de los hombres que son extraídos de las tumbas por ángeles y demonios. Un azulejo parece representar al autor de parte de los paneles cerámicos. Considero esta iglesia de Piedraescrita uno de los santuarios de la cerámica talaverana cuyo contenido ampliaremos en otra ocasión
En el cuarto de esfera que cubre la capilla podemos contemplar la pintura al fresco de un Pantocrátor con estrellas y una luna con cara femenina. Esta es la pintura románica más meridional del territorio nacional. Son también de interés un magnífico Cristo crucificado del siglo XVII, la pila bautismal y una escultura de la Virgen en cerámica talaverana.
Justo por encima del pueblo domina el paisaje la cumbre de Las Moradas, el pico más elevado de La Jara en el que persisten restos de amurallamientos donde se habrían refugiado los primeros pobladores cristianos huyendo de las razzias musulmanas. En un risco de cuarcita que mira desde la cumbre hacia el caserío se percibe un fósil que es el rastro de un trilobites de más de 7 metros de longitud, y no conozco ejemplar de cruciana, que así se llaman estas huellas fosilizadas, con un mayor tamaño. También hay referencias al hallazgo de otras inscripciones hoy desaparecidas en el entorno de la iglesia que habrían justificado el nombre de “Piedra-escrita”.
SAN CRISTÓBAL EN AZULEJERÍA ANTIGUA DE TALAVERA Y SU HAGIOGRAFÍA
Réprobo fue un hombre del siglo III y originario de Asia Menor. Su leyenda cuenta cómo buscó al hombre de la tierra más poderoso para ponerse a su servicio. Primero sirvió a un rey, pero observó que en presencia de un juglar que nombraba al diablo en una de sus canciones el monarca temblaba solamente con su mención. Decepcionado, contactó con un brujo para que le diera a conocer al demonio y así poder servirle, pero cuando iban por un camino en el que había una cruz, el hechicero se puso a temblar. Réprobo se dio cuenta así de que el Crucificado era realmente el más fuerte y se puso por ello a su servicio convirtiéndose al cristianismo. Conoció después a un ermitaño que vivía junto a un río y le aconsejó que, para ayudar a los demás y hacerse merecedor de servir a Jesús, debería ayudar con su gran corpulencia a cruzar la corriente a los viajeros. En cierta ocasión, cuando llevaba sobre sus hombros a un niño, notó que le costaba un gran esfuerzo pasar el río con su peso, que además iba aumentando a medida que cruzaba por el cauce. Cuando se lo dijo al muchacho, éste le respondió que eso le sucedía porque estaba llevando al amo del universo, ya que él era Cristo. Desde ese momento, Réprobo se hizo llamar Cristóbal o Cristóforo, nombre que significa “portador de Cristo”. Cristóbal se bautizó en Antioquia y predicó en Samos de Licia. El santo sufrió martirio y fue sometido a suplicios con barras de hierro y parrillas, además de sufrir varios intentos de ejecución hasta que finalmente fue decapitado.
Su imagen es muy familiar, pues fue representada generalmente en iglesias, catedrales, e incluso a las puertas de las ciudades, ya que era creencia antigua que si alguien se moría habiéndole contemplado se le perdonarían los pecados.
*Iglesia parroquial de El Casar de Talavera. Talavera de la Reina Siglo XVI. Policromía. Altar lateral. Enmarcado en retablillo renacentista en azulejo formado por dos columnas acanaladas con capiteles decorados en color que sostienen motivos de grutescos y venera central. San Cristóbal lleva al niño y se apoya en un árbol. Se ve al ermitaño en la orilla del río y en el medallón de recortes con decoración vegetal de la zona inferior del retablo se ha dibujado al que probablemente es el ermitaño de la leyenda de San Cristóbal orando ante un crucifijo.
*Ermita de la Virgen de Gracia de Velada (Toledo). Retablo lateral. Siglo XVII. Policromía. El niño va sobre los hombros con la bola del mundo. Las figuras son esbeltas y el dibujo aunque muy rectilíneo, es seguro y de calidad como puede observarse por lo conseguido de la postura, el rostro o la sugerencia de volúmenes y pliegues de las vestiduras. El retablo enmarca las figuras entre columnas, mármoles simulados y cenefas de hojas de acanto y cadeneta, además de recuadro de bandas y filetes azules y amarillos.
*Iglesia de Piedraescrita. Robledo del Mazo (Toledo). Policromía. Siglo XVI. El santo está flanqueado por las imágenes de los Padres de la Iglesia. En las aguas del río se suelen representar peces, anfibios y a veces animales fantásticos. En el caso de la azulejería talaverana es curioso constatar que los animales representados son los de la fauna del Tajo: carpas, barbos, bogas, anguilas y galápagos.
*Basílica de la Virgen del Prado. Talavera de la Reina. Siglo XVI. Policromía. Retablillo de San Cristóbal que se encuentra a la entrada del templo a la izquierda. Cristóbal lleva al Niño con la bola del mundo y se apoya en un árbol. Se ve al ermitaño en una cueva a la orilla del río, donde peces, tortugas e incluso ballenas surcan las aguas. El arco del retablo está decorado con ángeles, frutos y grutescos. Aparece el ermitaño en una cueva con una lámpara cuya luz guía a Cristóbal en el paso de la corriente.
Para iniciar esta ruta nos acercaremos hasta Los Navalucillos. Este pueblo se formó por la unión de Navalucillos de Toledo y su homónimo de Talavera que formaban parte respectivamente de los Montes de Toledo y de La Jara o montes de Talavera. El término de esta localidad es de una naturaleza agreste y montuosa con parajes solitarios que sorprenderán al viajero y sobre todo al senderista que, calzándose unas botas, quiera adentrarse en esta tierra donde convivieron los osos, los lobos, los venados y los corzos con colmeneros, ballesteros, mineros, bandoleros, partidas carlistas o “maquis” y que hoy día sigue siendo un lugar ideal para la caza mayor y también para la pesca, ya que en Navalucillos existe un coto intensivo de trucha.
En la población de Navalucillos se puede ver una arquitectura popular de tradición mudejarista con algunas curiosas viviendas que construyeron cuadrillas de albañiles emigrados de Portugal. En la iglesia se encuentran los restos de un guerrillero famoso que luchó contra los franceses y vale la pena también visitar la ermita de la Virgen de Las Saleras a la que se dedica una bonita procesión con velas encendidas el ocho de septiembre. También los carnavales son celebrados por los navalucillenses con la típica fiesta de invierno de orígenes muy antiguos en la que salen los marraches disfrazados.
Navalucillos es famoso en la comarca por su tapeo, la ruta de los cortitos de los Domingos puede tumbar al más avezado a base de aperitivos siempre variados y de platos de caza mayor como el venado o el jabalí. También podemos llevarnos artesanía, concretamente la alfarería tradicional que se fabrica y vende en el Bar El Cacharrero donde, además de muchas piezas típicas de cántaros, cazuelas, hornillos, pucheros etc, podemos encontrar la que el artesano considera de más éxito entre sus piezas “El botijo erótico”, un verdadero homenaje a Príapo.
Pero adentrémonos en la naturaleza salvaje de la Jara Alta y tomemos la carretera que se dirige hacia el sur y que une Navalucillos con sus aldeas. Dos o tres kilómetros más adelante llegamos al río Pusa donde unos merenderos sirven de esparcimiento a las gentes que se acercan en verano a bañarse. Si están abiertos podemos hacer también aquí una rústica parada gastronómica. Aguas arriba de estos bares, sobre la orilla derecha se sitúan unas ruinas que vale la pena curiosear , se trata de los restos de las antiguas ferrerías de El Mazo que, mediante energía hidráulica, movían todo un complejo metalúrgico del siglo pasado. Se abastecía del mineral que se extraía de las minas de la Herrera en el cercano pueblo de Los Navalmorales y llegaron a emplear hasta trescientos pares de mulas para acarrear el mineral. Durante la construcción de estos edificio parece que falleció y está enterrado en Navalucillos uno de los ingenieros, hermano de Michelín, descubridor del neumático.
Ascendemos a continuación por la carretera que deja a su izquierda la presa del Pusa y los barrancos por los que este río asoma desde el macizo central de los Montes de Toledo hacia las rañas de la Jara y Valdepusa. Una vez coronada la subida, se desvía hacia la izquierda una pista que nos llevará hasta el valle de Las Becerras, allí se sitúan un campamento, un merendero donde descansar bajo los castaños y el coto truchero. Todo este impresionante valle donde se unen el Pusa y su arroyo tributario de El Chorro tiene parajes realmente agrestes por donde hacer senderismo entre los que destaca el Chorro que da nombre al arroyo y que se llama así por la hermosa cascada que a los pies del Rocigalgo, cumbre más elevada de la cordillera, se deja caer desde una altura de veinte metros entre robles, rebollos, quejigos y un árbol protegido y especialmente arcaico, el tejo.
Continuamos nuestro viaje y volvemos a la carretera, recorrido un kilómetro, junto a las orillas del Pusa, se ha preparado una zona de pic-nic cerca de una fuente. Seguimos ascendiendo hasta llegar a Robledo del Buey que, como todos los pueblecillos que vamos a visitar, todavía conserva algunas edificaciones en la arquitectura tradicional jareña de muros de pizarra. Tomamos a continuación la carretera que nos llevará hasta el valle de Robledo del Mazo recorriendo hermosos parajes serranos entre rebollares, pinares, encinares y alcornocales hasta llegar al pueblecito de Navaltoril, uno de las cuatro aldeas que junto al mismo Robledo forman el municipio.
Desde Navaltoril tomamos la carretera hacia la izquierda para dirigirnos hasta Piedraescrita lugar mágico con una iglesia que merece la pena visitar. Situada en la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana, el paraje es sumamente pintoresco, hacia el sur el Rincón de Anchuras con el arroyo de Linchero que para los que gusten de pasear puede ascenderse subiendo junto a su limpia corriente donde todavía podemos encontrar nutrias y algún corzo o venado que bajen a beber desde las intrincadas sierras que lo bordean. Desde el podemos recorrer caserío hacia el norte unos cientos de metros hasta el lugar donde la leyenda refiere que se apareció la Virgen de Piedraescrita a un vaquero. A esta imagen se la atribuye ser “muy lloveora” y se la saca en procesión en épocas de sequía, ese día tanto los vecinos de Espinoso del Rey como los de Piedraescrita y el valle se reúnen junto al río Gébalo, en la zona conocida como de Las Juntas, y en procesión desarrollan un bonito ritual para solicitar la lluvia. La fiesta de la Virgen se celebra el uno de mayo. La iglesia conserva el pantocrator románico más sureño de España pintado en su ábside pero además se pueden contemplar los valiosos paneles de azulejería de Talavera del siglo XVI y XVII que adornan sus paredes con escenas del juicio final, de la vida de Cristo y un curioso “cristobalón” cruzando las aguas en las que se puede ver representada la fauna del Tajo recreada por el ceramista talaverano. Es un placer recrearse en el detalle de esta antigua cerámica sin olvidar también un cristo del siglo XVI. La llave del templo hay que pedirla en el pueblo.
Podemos pasear por las callejuelas de los pueblecillos del valle recorriendo pintorescos rincones de arquitectura tradicional. Para volver hay varias opciones pero recomendaré en este caso desplazarse a la pequeña aldea de Robledillo para desde allí dirigirnos a Espinoso del Rey por una pista asfaltada que discurre por amenos parajes. En el camino hay otro lugar de pic-nic junto a una fuente donde se puede descansar para continuar viaje a Espinoso donde veremos su rollo y su ermita. Por supuesto no podemos marcharnos sin adquirir una garrafita de aceite jareño virgen de las cooperativas de Espinoso o de Los Navalmorales.
Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes
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