LEYENDAS DE MORAS
Son varias las leyendas de moras repartidas por nuestra tierra y en su mayoría ligadas a la noche mágica de San Juan, la noche del solsticio de verano, la noche más larga del año llena de ritos primitivos.
Cuando hablamos de moras no hablamos de musulmanas, el pueblo llamó así a las paganas, a las antiguas que son anteriores al cristianismo, por eso cualquier yacimiento arqueológico sea de la época que sea se suele asociar con los moros.
En la desembocadura del río Pedroso que se precipita sobre el Tajo desde unos altos canchales graníticos y a un paso de las ruinas de la ciudad musulmana de Castros, lo que las gentes de Puente del Arzobispo y Villar del Pedroso llaman «La Muralla». Pues desde esa cascada se lanza una mora bajo la luz de la luna todas las noches de San Juan hasta el Tajo. Y la causa dicen que es un mal de amores.
Y nos vamos ahora a las sierras de Espinoso del Rey y subimos entre castaños, robles y pinos hasta el risco Ñañas, extraño nombre casi impronunciable de puro antiguo. Una afloración de grandes bloques de cuarcita que forman un magnífico balcón panorámico sobre las rañas de La Jara. Allí se asoma también en la noche de San Juan una mora que peina sus largos cabellos con un peine de oro.
En un valle cercano se sitúa el pueblo de Piedraescrita, que ya en el nombre lleva su pincelada de arqueología. Su hermosa iglesia con orgullo de ermita está situada en la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana y guarda una de esas vírgenes»lloveoras», vírgen del agua que sus vecinos pasan a los de Espinoso cuando no llueve llevando las andas a pie sobre la corriente del Jébalo naciente.
Pues bien, en ese valle hermoso no sólo se apareció la Vírgen de Piedraescrita. Una mora salía también y se presentaba ante los pastores poniéndoles en la tesitura de elegir entre disfrutar de su cuerpo o de un tesoro que tenía escondido. Un pastor eligió el tesoro y ella le dijo que había sido estúpido porque de elegirla a ella habría disfrutado de ambos.
En Lucillos, en la vaguada húmeda del arroyo de Segaverde hay una cueva hoy ocluida donde cuenta una leyenda local que salía una mora en las noches de San Juan. Lo más peculiar de esta leyenda es que la mora se convierte en liebre al amanecer.