Por una pista en parte asfaltada de algo más de siete kilómetros podemos acceder a este bosque maravilloso que, sobre todo en otoño, con el variado colorido de las hojas, es un espectáculo digno de ver. En su recorrido, hacia el kilómetro 4, encontramos un monumento dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, que anduvo por estos parajes estudiando el buitre negro. Debemos dejar el vehículo en el paraje de El Regajo, donde hay una zona habilitada para merendero. Podemos hacer diferentes recorridos entre las arboledas de castaño, pino y roble con manchas de serbales o acebos entre otras especies, pero en invierno puede estar a veces cortado el acceso por las monterías.
Algunos lugares de interés son la pradera de la Yedra, o el castaño conocido como “El Abuelo”, que cuenta con 16 metros de perímetro y está solamente a diez minutos del área recreativa, cerca del refugio. No es el único ejemplar de grandes dimensiones que podemos encontrar, además de numerosos parajes pintorescos que nos sorprenderán, algunas fuentes y el pozo de la nieve, que es el final de la ruta y al que también podemos acceder desde el puerto de Casillas y el Valle de Iruelas.
LOS POZOS DE NIEVE
Hasta el descubrimiento del ciclo del amoniaco no existía otra forma de refrigerar que el hielo o la nieve acumulados durante el invierno. La nieve no sólo servía para mantener fríos los alimentos sino que también se consideraba curativa y se elaboraban con ella determinados medicamentos. También se hacían helados, sobre todo a partir del siglo XVIII, aunque la nieve en sus diferentes utilidades solamente estaba al alcance de las clases privilegiadas.
Generalmente estos pozos se llenaban llevando hasta ellos grandes bolas de nieve que se echaban en su interior siendo apisonadas, y dejando entre cada capa de nieve otra de paja para su mejor conservación y aislamiento. Después se transportaba de noche hasta las poblaciones en caballerías que llevaban recipientes de corcho y paja. Era una mercancía de lujo que como tal reportaba buenos beneficios a sus propietarios, que en muchas ocasiones eran conventos o señores feudales que lo explotaban por concesión real.
El pozo de nieve de El Tiemblo es uno de los mejor conservados de España, ya que ha sido recuperada la techumbre que solía cubrir a estas instalaciones. Son pozos construidos en mampostería y de gran diámetro, hasta 12 metros, a los que se descendía por escalas de cuerda o de madera y de los que se sacaba la nieve mediante trócolas colgadas de las vigas del cubrimiento.
Recorrido aproximado10 kilómetros con el circuito del castañar, 3 horas.