HISTORIA DE LOS MOLINOS DE AGUA (y II)

SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA DE LA MOLINERÍA DE MI LIBRO AGOTADO «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo»

Autor:  Miguel Méndez-Cabeza

Ruinas del cárcavo de un molino en el Tiétar
Ruinas del cárcavo de un molino en el Tiétar

Mediante los molinos de sangre, dos hombres o un asno molturaban en la antigüedad unos cinco kilogramos en el mismo tiempo que un molino de agua de potencia media (5-10 Cv) conseguía moler 180 kilogramos de cereales. Este hecho y la gran difusión que durante el siglo XII alcanza este ingenio, han llevado a que en la historia de la tecnología algunos autores hallan considerado esta centuria como el verdadero inicio de la revolución industrial. Esta afirmación puede parecer exagerada, pero si tenemos en cuenta que en el siglo XIX toda una serie de industrias son movidas por turbina hidráulica -que no es sino una adaptación del modesto rodezno del molino harinero- y que esta turbina (fig. 3)  se adaptará posteriormente a la producción de energía eléctrica por la aplicación en 1855 de los principios de Faraday, podemos convenir al menos en otorgar al venerable molino de agua el título de abuelo del proceso industrial.

También a comienzos del segundo milenio son los árabes quienes consiguen aumentar la potencia de las ruedas verticales al hacer incidir sobre la parte superior de las mismas la corriente de un canal [1](fig. 24). Antes de esta innovación -mediante la cual la gravedad aumenta la fuerza que antes solamente proporcionaba la corriente o “fuerza viva” del agua- la parte inferior de las ruedas se introducía directamente en el curso del río. Otra aportación de los árabes es el arubah, precursor del molino de cubo (fig. 16) y que consiste en una construcción cúbica o cilíndrica donde se acumula el agua antes de mover el rodezno. Se conseguía así otro aumento de energía por aprovechamiento de la fuerza gravitatoria[2] en corrientes de caudal escaso.

Molino en ruinas en el arroyo Marrupejo, término de Cervera
Molino en ruinas en el arroyo Marrupejo, término de Cervera

Desde la Edad Media se comienzan a disponer las palas del rodezno en sentido helicoidal. Si además de esto, se introduce la rueda en una cuba cilíndrica en la que el agua discurre desde arriba hacia abajo y en sentido rotatorio, nos encontraremos entonces ante el precursor del molino de regolfo[3]  (fig. 18).

Este tipo de ingenio fue descrito en el siglo XVI por Francisco de Lobato, probable introductor del mismo en España. En un interesante manuscrito de este autor estudiado por Francisco García Tapia, se describe este artefacto y otras muchas innovaciones tecnológicas de la molinería[4]. El aragonés Lastanosa hizo en este mismo siglo una pormenorizada descripción  de diferentes tipos de molinos con la que se adelantó en mucho a los conocimientos de su tiempo[5]. Realizó además una intuitiva pero muy aguda aplicación de otros principios físicos de hidráulica.

El Libro Once de Los Veintiún Libros de los Ingenios y Máquinas de Juanelo Turriano está también dedicado integramente a la tecnología molinera, lo que unido a la atención que, entre otros, prestan los dos anteriores autores a la molinería, nos sugiere la inquietud que estos ingenios despertaban en la época de Felipe II[6].

La Ilustración no podía dejar de interesarse por estos temas y ya en la Enciclopedia de Diderot se describe minuciosamente un molino y su funcionamiento[7].

Cárcavo de un molino de agua con su cárcavo

Al molino de regolfo, que dibuja Lobato en su manuscrito, solamente le faltaría cerrar herméticamente la cámara cilíndrica donde giran el agua y la rueda, para que nos encontráramos ante lo que más tarde se conocerá como turbina de reacción. En el siglo XVIII el francés Bellidor estudió estos molinos y sus escritos inspirarían a Fourneyron que en el año 1832 inventa e instala en París la primera turbina que llevará su nombre[8].

Las turbinas fueron la evolución natural de los molinos de regolfo como explica el texto
Las turbinas fueron la evolución natural de los molinos de regolfo como explica el texto

Las turbinas denominadas “de acción”, cuya mejor representación es la de Pelton (fig. 3), tienen su antecedente en lo que Lastanosa llamó “molinos de bomba”. En ellos una corriente vertical incide sobre la parte lateral de una rueda vertical. Este sistema ha tenido poca aplicación práctica en molinería. En el año 1849, Francis fabricó la primera turbina de admisión exterior. En ella el agua entraba radialmente y salía en dirección próxima al eje. Aún hoy se emplean y podemos reconocerlas en antiguas centrales eléctricas por su forma exterior similar a la espiral de una concha de caracol. Fourneyron añadió a la turbina un mecanismo fijo que distribuía el agua en filetes líquidos dirigidos de forma que movilizaran un rodete exterior en este caso. Se conseguía así una pérdida mínima de energía por la entrada de agua sin choque y la salida casi sin velocidad. Estas turbinas se denominan centrífugas, a diferencia de otras que cuentan con distribuidor exterior y rodete interior y se conocen como centrípetas. Pelton consigue, sin embargo, disminuir la pérdida de energía por el choque del agua cuando, al partir en dos las cucharas del rodete mediante una arista medial, divide el chorro en dos mitades suavizando el impacto[9].

Hemos hecho esta breve descripción de las principales turbinas porque, aunque estos artificios se salen del ámbito de la etnografía para entrar en el de la arqueología industrial, su nacimiento y evolución apoyan la idea del molino de agua como origen de la tecnología industrial.

Sala del molino de Los Rebollos en Valdeverdeja

Las correas de transmisión supusieron otro avance importante por cuanto se conseguía con ellas impulsar toda la maquinaria complementaria de la molinería (dechinadoras, limpiadoras, cernedores y humedecedores) al transmitir el movimiento rotatorio del eje del rodezno a otros ejes que las movilizaban. Los tornillos de Arquímedes y los rosarios de cangilones facilitaron por su parte el transporte en sentido vertical y horizontal del grano y de la harina. Todos los elementos anteriores fueron ingeniosamente combinados en diferentes planos de un edificio por Oliver Evans en 1783, año en el que diseñó y construyó la que podíamos considerar como primera fábrica de harina[10].

Sulzberger empleó por primera vez cilindros de hierro en lugar de las tradicionales piedras de molino y Weymann en el año 1874 utiliza cilindros de porcelana.[11].

A comienzos de este siglo, cuando se utilizan la electricidad o los motores diesel como fuerza motriz para estas fábricas de harina, comenzará un lento pero inexorable declive de los molinos de agua que solamente continuarán funcionando hasta nuestros días en contadas ocasiones y casi siempre para moler pienso.

En España, las fábricas de harina movidas por turbina hidráulica comienzan a distribuirse por todo el territorio nacional en las últimas décadas del pasado siglo. Es característica en ésta, como en otras instalaciones industriales, la influencia tecnológica francesa, aunque a principios del siglo XX se percibe la entrada de maquinaria y la utilización de tecnología austro-húngara.[12]

[1]  MOPU-CEHOPU : “La obra pública en España, patrimonio cultural” ,Catálogo exposición, Madrid, 1986.

[2]  MUMFORD, L. Opus cit.  p. 133.

[3] DAUMAS, M. Opus cit p. 67.

[4] NICOLÁS GARCÍA TAPIA, Los molinos en el manuscrito de Francisco Lobato (Siglo XVI), Los Molinos, Cultura y Tecnología, Sorzano( la Rioja) – Madrid, 1989, Centro de Investigación y Animación Etnográfica, pp.  151-173.

[5] GARCÍA, N. y CARRICAZO, C. : Opus cit. pp.67-81.

[6] LOS VEINTIÚN LIBROS DE LOS INGENIOS Y MÁQUINAS DE JUANELO TURRIANO, Fundación Juanelo Turriano, Edic. Doce Calles y Biblioteca Nacional, Madrid 1996. Vol II, pp. 323-388.

[7] STRANDH, S.: Historia de las máquinas. Madrid, Ed Raíces, 1984, pp. 115.

[8] GARCÍA, N y CARRICAZO, C.: Opus cit. pp. 93-96

[9] De IGUAL, J.: Máquinas e instalaciones hidráulicas. Ed. Soler, Barcelona, 1922, p. 122.

[10]  ESPASA- CALPE, Enciclopedia, Primera Edición, ver Molinería, pp. 1474-1571.

[11]  Ibidem

[12] ILLA, A.: El Libro del Molinero, Tratado práctico de la fabricación de harinas.Murcia, Tipográficas de Anselmo Arqués, 1883, pp I-IX de la introducción.

 

BREVE HISTORIA DE LOS MOLINOS DE AGUA (I)

LOS MOLINOS DE AGUA DE LA PROVINCIA DE TOLEDO

(Fragmento de mi libro publicado por la Diputación de Toledo y ya agotado «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo))

Autor: Miguel Méndez-Cabeza

Molinos de los Rebollos en el Tajo (Valdeverdeja)
Molinos de los Rebollos en el Tajo (Valdeverdeja)

I.- INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A LA MOLINERÍA

   El concepto de máquina se define como el de “ un conjunto de piezas con movimientos combinados mediante el que se aprovecha una fuerza para producir un trabajo”. Podemos considerar al molino de agua -que es la aplicación más directa de la rueda hidráulica- como la primera máquina, el primer artificio que ahorra tiempo y energía al ser humano y a sus animales domésticos. Solamente la vela impulsó a las embarcaciones antes de que las aguas hicieran rodar las piedras de molino[1].

Mola asinaria romana, molinos de "sangre" movidos por fuerza de animales o de esclavos

Mola asinaria romana, molinos de «sangre» movidos por fuerza de animales o de esclavosHasta su invención, eran pequeños molinos de mano o los denominados en la antigüedad con el significativo nombre de “molinos de sangre” los que, movidos por energía animal (mola asinaria) (fig. 1) o humana (mola trusátilis), abastecían de harina a una sociedad esclavista como la romana[2]. Es probable que hace tres mil años existieran ya rudimentarios molinos de rueda horizontal en Asia Menor, precisamente en la misma zona de la tierra que vio nacer las culturas neolíticas y con ellas el cultivo de los cereales.[3]

A comienzos de nuestra era estos ingenios se documentan en Grecia y Escandinavia. Hacia el año 100 antes de Cristo, Estrabón, en una crónica sobre Mithridates del Ponto, se refiere a un tal Manganareios Hydraleia que vivía en Sardes. Este nombre ha sido traducido como “ constructor de molinos de agua”.[4]También Antipater de Salónica se refiere a nuestros ingenios en un texto que, según la traducción de V. Gordon Childe, dice:

“ Molineras, no toquéis más el molino de mano porque Deméter ha pedido a las ninfas que realicen vuestro trabajo. Ellas corren en lo alto de la rueda y hacen girar sus ejes”.[5]Existen además algunas otras referencias posteriores de autores helenísticos que parecen hablarnos de molinos hidráulicos.[6]

En tiempos de César, describió Vitrubio en el libro X de su obra “ De Architectura” el molino de rueda vertical que posiblemente se habría inspirado en la rueda persa o saquiya. Este artilugio precisaba de engranajes que transmitieran el movimiento a las piedras situadas en un plano horizontal y por tanto perpendicular a la dirección del movimiento de la rueda.[7] La necesidad de estos engranajes hizo preciso el desarrollo de una carpintería mecánica que acompañaría a la evolución de los molinos de agua y de viento hasta la Edad Moderna, impulsando así una cada vez más compleja tecnología preindustrial.[8]

Molinos del primer ojo del puente en el dibujo de Van der Wingaerde
Molinos del primer ojo del puente en el dibujo de Van der Wingaerde

Además de Vitrubio otros autores de la misma época citan molinos de agua. Es el caso de Plinio que describe un artificio para moler grano en el norte de Italia. Encontramos referencias similares en la historia de Jutlandia, Inglaterra y China donde aparecen molinos de tecnología muy sencilla.[9]

En el ágora ateniense se hallaron restos arqueológicos de estructuras que parecían pertenecer a un molino de rueda vertical de tipo vitrubiano y que se dataron en torno al siglo V a.C. También en Francia, cerca de Arlés, se encontraron restos de ingenios romanos dedicados a la molturación y que aprovechaban el desagüe de una presa.[10]

Podemos añadir, a estos escasos restos arqueológicos que nos confirman la presencia de molinos en la antigüedad, la presencia en mosaicos de época romana o bizantina de imágenes que nos sugieren la silueta de ruedas y molinos de agua.[11].

Por los datos que tenemos, estos primeros ingenios habrían sido movidos por una rueda vertical que, como luego veremos, precisa de corrientes de caudal considerable para su funcionamiento. Las avenidas que durante siglos tuvieron esos grandes ríos habrían dificultado la conservación de los restos de estos primeros artificios.

Molino de arroyo en el Guadmora . Hinojosa de San Vicente
Molino de arroyo en el Guadmora . Hinojosa de San Vicente

Los pequeños molinos de rueda horizontal, aunque tienen el inconveniente de aprovechar en menor medida la energía hidráulica, se adaptan, sin embargo, a regímenes más torrenciales y de mayor pendiente pero de menor caudal.. Se produce gracias a esto una gran dispersión de los pequeños molinos de ribera desde la Edad Media. De esta manera se distribuyen en zonas más montuosas y marginales en menor relación con los grandes ríos y sus fértiles y pobladas vegas.

A pesar de que ya los romanos legislaron sobre el molino hidráulico, éste debió tener poca importancia en la época imperial pues en una economía esclavista como la romana no resultaba rentable su construcción por el desembolso de capital que precisaba. La escasez de mano de obra a partir del siglo IV motivó la consideración de utilidad pública para los molinos y, por ejemplo durante el siglo V en Irlanda y en el VI en la legislación de otros pueblos bárbaros, aparece reflejada la dispersión e importancia que fueron tomando.

Molinos de Calatravilla aguas abajo de Puente del Arzobispo

[12]

A partir del siglo X se localizan en Castilla la Vieja gran cantidad de instalaciones molineras aunque en nuestra zona, el escaso conocimiento de las fuentes árabes hace que no documentemos con certeza la existencia de molinos hasta el siglo XI y sobre todo el XII, centuria en la que aparecen dentro del ámbito de Castilla la Nueva alusiones a molinería en el fuero de Cuenca, mientras que en el territorio de Castilla la Vieja ya en época tan temprana como es el siglo IX hay abundantes referencias a molinos en los fueros de diferentes ciudades. En nuestra provincia, durante el siglo XII, el viajero árabe al- Idrisi a su paso por Talavera nos habla de que “ un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río” (fig. 2).[13]

Para estas fechas el molino de agua ha alcanzado una considerable difusión en Europa, baste decir que Guillermo el Conquistador censa en sus territorios británicos un número de 5.684 molinos de ribera.

1 DAUMAS, M.: Las Grandes Etapas del Progreso Técnico. México, Fondo de Cultura Económica 1983, p. 46.

[2]  ESCALERA,J.y VILLEGAS, A.: Molinos y panaderías tradicionales. Madrid, Editora Nacional, 1983, p. 23.

[3]  GARCÍA, N y CARRICAZO, C.: Molinos de la Provincia de Valladolid. Valladolid, Cámara Oficial de Comercio e Industria de Valladolid, 1990, p. 50.

[4] DAUMAS, M.: Opus cit. p. 48.

[5] MUMFORD, L.: Técnica y Civilización. Madrid, Alianza Editorial, 1982, p. 132.

[6] DAUMAS, M.: Opus cit. p. 48.

[7] VITRUVIO, Marco Lucio.: Los diez libros de Arquitectura. BLANQUEZ, A. Editorial Iberia, Barcelona 1955, Libro X, p. 269.

[8] GONZÁLEZ TASCON, I.: Fábricas Hidráulicas Españolas. Madrid, M.O.P.U.- C.E.H.O.P.U. 1987.

[9] DERRY, T.K. y WILLIAMS, T.I. : Historia de la Tecnología. Madrid, Siglo XXI,1986,p. 369.

[10] GARCÍA ,N. y  CARRICAZO C.: Opus cit. p. 150.

[11] Ibidem p. 53.

[12] MUMFORD, L. Opus cit. p. 133.

[13] GARCÍA MERCADAL, J.: Viajes por España. Madrid, Alianza Editorial, 1972, p. 45.

TALAVERA EN TIEMPOS DE CERVANTES

TALAVERA EN TIEMPOS DE CERVANTES

Aprovechando que se ha celebrado el IV centenario de la edición de la segunda parte de El Quijote, traemos aquí este artículo incluido en el libro del que soy autor: «El Quijote en la Cerámica de Talavera»

Dibujo de Van den Wingaerde del siglo XVI con la Puerta del Río y Molinos del primer ojo del puente
Dibujo de Van den Wingaerde del siglo XVI con la Puerta del Río y Molinos del primer ojo del puente

En el año 1547 nace Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares. Hasta esta primera mitad del siglo XVI ha experimentado la villa de Talavera de la Reina un gran crecimiento en su población alcanzando uno de los momentos de mayor pujanza de su historia.

La población ha aumentado considerablemente desde los mil vecinos con que contaba a principios de la centuria hasta los tres mil, es decir, unos diez o doce mil habitantes. Gracias al estudio de Mª del Carmen Marínez Muñoz podemos contar con un esbozo bastante aproximado de la sociedad de la época en nuestra ciudad. En el año 1492 son expulsados los judíos y Talavera, que cuenta con una aljama de cierta importancia, ve como esa etnia que había convivido con los cristianos desde hacía siglos, antes incluso de que llegaran los árabes, sólo mantendrá entre sus vecinos a los conversos, e incluso a algunos que habiendo salido de España y vagado por África volverán con añoranza a su tierra de origen convirtiéndose, al menos formalmente, al cristianismo.

Dibujo de Van der Wingaerde del siglo XVI en el que aparece la zona de Entretorres

Dibujo de Van der Wingaerde del siglo XVI en el que aparece la zona de Entretorres

Durante esta época, hay barrios que experimentan un notable crecimiento, como el de los arrabales viejos, en torno a San Ginés y San Andrés (Santo Domingo), donde principalmente se concentra la población trabajadora de la ciudad que llega incluso a rebasar con su caserío el tercer recinto amurallado que cerca el barrio. A ello hay que añadir algunas oleadas de inmigrantes, sobre todo gallegos, de Castilla y León y del valle del Tiétar,  además de bastantes portugueses. Otro de los barrios que experimenta un gran crecimiento es el de los Arrabales Nuevos, donde la nueva nobleza construye no pocos palacios y casonas. También en la zona de Trinidad, barrio de San Juan, el Tamujar, el Matadero o la Enramada se produce un importante crecimiento, como en torno de la cañada de Alfares donde, como su propio nombre indica, se sitúan los talleres de los ceramistas que, precisamente coincidiendo con los años de la vida de Cervantes, experimentan su mayor auge, ya que hay referencias de que residen en grandes casas de buenas dimensiones que albergan también sus obradores.

No consta que hubiera una inmigración importante desde Extremadura, como ha sucedido en otras épocas históricas. Parece como si el éxodo a las Indias de nuestros vecinos hubiera disminuido el número de los que tenían otros lugares no ultramarinos como destino. Otra etnia de cierta importancia en la villa es la de los moriscos, que podemos dividir en dos oleadas, los que llevaban ya siglos en Talavera, desde los tiempos de la reconquista, y concretamente desde la conquista de Sevilla según algunos cronistas, y una nueva oleada de moriscos que llegan desde el reino de Granada, en especial de las Alpujarras. Muchos se instalan en nuestra tierra como consecuencia de los repartimientos de las gentes de su etnia  que ordena hacer el rey por todo el reino, con no pocos reparos de los habitantes de la villa porque vienen “enfermos o de mal pasar” y  temen que les contagien la peste. En el año de 1571 había ya en Talavera la nada desdeñable cifra de trescientos cuarenta habitantes moriscos en su mayoría calificados de cristianos nuevos.

La sociedad talaverana de la época contaba con un diez por ciento de hidalgos y una nobleza con “las haciendas de las más crecidas del reino”. Según el novelista talaverano coetáneo Gonzalo de Céspedes y Meneses en su novela “Varia Fortuna del Soldado Píndaro”, donde también dice que la nobleza talaverana “es mucha y lucidísima y de las más calificadas casas de nuestra España”. En otra de sus obras nos describe sus actividades: “siendo nuestro particular entretenimiento caballos, toros, máscaras, sortijas y torneos y otros pasatiempos con que alegrando la gente, nosotros nos hacíamos prácticos y diestros. Otros días gastábamos en la caza, campo y montería, que cualquier género de esta materia es abundante en aquel terreno”. Se admira también de los nobles locales por “sus ricas libreas, su adorno y aparato”

Detalle de la cerámica del siglo XVI del pórtico de la ermita, Genealogía de Cristo
Detalle de la cerámica del siglo XVI del pórtico de la ermita, Genealogía de Cristo

Además, eran muchas las casas nobles que aunque tuvieran su señorío en los alrededores de Talavera, tenían también residencia en nuestra ciudad. Es el caso de los Ayala de Cebolla, los Álvarez de Toledo de Oropesa, el señor de Montesclaros o el marqués de Velada, en cuyas casas de campo escribía el duque de Villahermosa que  “ay toda la recreación que es posible hallarse para vida de aldea”.

Barreiros nos dice en 1542 que en Talavera “hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular, y muchos hidalgos honrados, algunos de los cuales son del linaje de los Meneses”. Además de esta casa eran de destacar por su riqueza los Ayala, los Suárez de Toledo o los Gaytán, junto a muchos otros también muy pudientes, como los Suárez de Carvajal, los Loaysa, los Estrada, los Carvajal, los Salcedo, los Girón etc…e incluso, un Cervantes de Loaysa.

Panel de cerámica del siglo XVI de diseño similar al que se encuentra en el pórtico de la basílica del Prado pero que nombra a los personajes como héroes de la armada española por encontrar se en el archivo general de la marina «Álvaro de Bazán» en  El Viso del Marqués

Había en nuestra ciudad numerosos conventos tanto masculinos como femeninos de los que los más ricos eran el de jerónimos de Santa Catalina y el de monjas de San Benito. Habitaban en nuestra ciudad un total de unos ciento veinte frailes y cincuenta monjas, además de otros sesenta eclesiásticos, entre los curas de las parroquias y los canónigos de la Colegial, que además estaba dotada de un buen coro con sus músicos.

El resto de habitantes de Talavera formaban una sociedad agropecuaria a la que se añadía la artesanía de la cerámica que, aunque tuvo altibajos a lo largo de ese medio siglo y el inicio del siglo XVII, siguió siendo su loza la más demandada de España y América, donde se llega a dar el nombre de “talavera” a toda la cerámica, casi como si fueran sinónimos. Hasta cuarenta y dos alfareros se dedican a su producción en los tiempos de Cervantes, y no les falta el trabajo, pues hacen los azulejos para los palacios reales como el del El Escorial. La artesanía textil estaba también muy representada por artesanos que en telares

Instalados en sus domicilios llegaban a emplear a más de ciento setenta personas, un sector por tanto muy desarrollado. Al ser Talavera el centro de una gran comarca agraria las actividades artesanales que proveían de útiles y herramientas a los campesinos tenían una importancia considerable y destacaba entre ellas la industria artesanal del cuero y el calzado. Clasificados como tales había más de ciento cincuenta pobres, aunque muchos de los que no declaraban su actividad probablemente podríamos anotarlos también entre ellos.

Como era la nuestra una ciudad de paso y de trato, el sector de la hostelería estaba también muy bien representado pues ya en la época se decía que Talavera estaba “ en el riñón del reino y es paso ordinario para todos cavos”, por lo que llega a haber hasta una docena de ventas y mesones.

Personajes del siglo XVI en un jarrón de Ruiz de Luna

Entre la sociedad talaverana de la época también había esclavos negros, turcos, moros y un indio, que estaban al servicio de las casas nobles de Meneses, Loaysa y Gaytán. Nobleza que al comenzar el siglo XVII comienza a irse a la capital del reino, abandonando nuestra villa. La población comienza a disminuir considerablemente en los años en que Cervantes publica el Quijote y una de las causas principales son las mortíferas epidemias que se producen durante los últimos años del siglo XVI, como la de 1599, en la que llegaron a morir hasta setenta personas diarias de lo que entonces se llamaba “carbunco con seca” y que no era otra cosa que ántrax, una infección por estreptococo. Se hicieron cementerios para las víctimas, como el que se dispuso en la zona actual de los Santos Mártires, donde en esa misma época se construyó una ermita dedicada a estos patrones de Talavera.

Una institución a la que está unida la nobleza local, aunque ya comienzan a formar parte de ella también las clases pudientes de mercaderes o propietarios, es la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera, una de las policías rurales más antiguas de Europa que continúa vigilando los caminos y despoblados de las Tierras de Talavera desde la Edad Media.

En cuanto al aspecto arquitectónico, muchos lienzos de muralla se hallan ya en muy mal estado, el alcázar se encuentra bastante deteriorado y algunas de sus dependencias ya amenazan ruina. Se ha tomado la decisión de derribar la barbacana, la pequeña antemuralla que circundaba a la muralla principal.

En el dibujo panorámico y sumamente detallado de nuestra ciudad que hizo de Van der Wingaerde en 1527, cuando Cervantes escribía sus primeras poesías, podemos ver una ciudad pujante que todavía conserva las puertas monumentales de sus recintos amurallados, y en cuyo caserío se advierte la presencia de conventos e iglesias, algunas de ellas en obras por ampliación o por la construcción de la torre, y otras torres de las casas los nobles. Se observan los arrabales en expansión ya saliendo fuera de la puerta de Cuartos. Muchos de los palacios nobles que todavía quedan en pie en Talavera son de esa época. Como los dos de la calle del Sol, el de los Girón, la llamada casa del Deán, el edificio blasonado de la calle San Sebastián o el ya desaparecido de los Loaysa en la plaza de Aravaca; o algo más tardíos, ya del siglo XVII, como el de los condes de la Oliva. También son de esta época, segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII otros edificios nobles con bellas portadas que se sitúan en torno a la plaza del Pan, como la portada principal del ayuntamiento que da a la plaza Juan de Mariana o la que se abre a la misma plaza del Pan con los emblemas arzobispales. También se acometen las obras de la ermita que la darán el aspecto actual y son muchas las capillas que los nobles dotan y realzan en iglesias y conventos. Las casas talaveranas mantienen la vieja estructura de la casa-patio que hunde sus raíces en la presencia musulmana en la ciudad, pero en muchas se colocan encastrados  en sus fachadas los blasones de su boyante nobleza.

Llamador del antiguo palacio de los Girónl luego ayuntamiebto de Talavera y hoy Delegación de la Junta de Comunidades

Nos encontramos en esta segunda mitad del siglo XVI y primeros años del siglo XVII en una de las épocas de mayor florecimiento de nuestra ciudad, junto a la época musulmana, la de la Real Fábrica de Sedas en el siglo XVIII y la actual. Es el verdadero siglo de Oro talaverano con personajes de la talla de el padre de la historia española, el Padre Juan de Mariana, influyentes prelados y sabios como el confesor de la reina Católica fray Hernado de Talavera o el Doctor Talavera de la familia de los Maldonado, personajes clave en la aventura americana: el padre de las ciencias agronómicas españolas Gabriel Alonso de Herrera, militares de prestigio como los Duque de Estrada, los Girón o los Verdugo, novelistas como Céspedes de Meneses, verdaderos artistas de la cerámica y tantos y tantos otros que conocerían las obras del Manco de Lepanto.

MOLINOS DE VIENTO EN VELADA Y TORRALBA

MOLINOS DE VIENTO EN VELADA Y TORRALBA

Molino de viento de los marqueses de Velada
Molino de viento de los marqueses de Velada

Son muchos los molinos de agua de nuestra comarca, al ser surcada nuestra tierra por numerosos ríos y arroyos, pero al no tratarse de un territorio tan llano como lo es La Mancha no fue tan necesario construir ingenios movidos por el viento como lo fue allí, donde fue importada su tecnología desde Flandes.

Hueco donde se encontraba el blasón de los marqueses de Velada, constructores del molino de viento

En la comarca de Talavera hay dos molinos de viento de los que se conservan restos. Uno de ellos lo vemos cuando yendo hacia Arenas de San Pedro y pasado el casco de Velada vemos a la izquierda una construcción sobre una elevación que muchos confunden con una atalaya musulmana, aunque no es otra cosa que un molino de viento que perteneció a los Marqueses de Velada, que intentaban así contar con un ingenio que moliera la producción cerealística de su señorío, ya que el arenoso cauce del Guadyerbas era poco propicio para la construcción de molinos de agua porque en los llanos de Velada sería muy largo el canal necesario para ganar el agua la altura precisa para mover un artificio de agua, y además, el suelo arenoso haría que se filtrara gran parte del agua perdiéndose el caudal.

Interior del molino de viento de Velada

Es una construcción de sillarejo granítico con cintas de ladrillo y sillería en puerta y ventana. Se perciben también los huecos donde iba la estructura de madera del piso y la escalera. Lo que parecen almenas no son tales, sino los huecos donde iban las vigas de la techumbre del molino, aunque vamos a dejar para otra ocasión la explicación de su funcionamiento. Encima del dintel de la puerta se ve el hueco del blasón hoy desaparecido de los marqueses Velada, sus primitivos dueños y constructores.

Restos del molino de viento de Torralba, al fondo Oropesa
Restos del molino de viento de Torralba, al fondo Oropesa

El otro molino se encuentra en un olivar al otro lado de la autovía al suroeste del casco urbano de Torralba de Oropesa. Se conserva en peor estado pues apenas conserva la mitad de altura de sus muros, aunque se percibe también el arranque de la escalera helicoidal. En este caso la construcción es de mampostería de pizarra y ladrillo con argamasa. Me dicen los entusiastas de Rutas Arañuelas que había otro del que no quedan restos junto al camino que une Oropesa y Lagartera

Interior de las ruinas del molino de viento de Torralba de Oropesa
Interior de las ruinas del molino de viento de Torralba de Oropesa

 

 

OTROS PUENTES TALAVERANOS

OTROS PUENTES TALAVERANOS

 

Puente del siglo XV dobre el arroyo Bárrago
Puente del siglo XV dobre el arroyo Bárrago

Además del Tajo y el Alberche, muchos eran los arroyuelos que atravesaban el entorno más próximo a Talavera: el Berrenchín, el Papacochinos, Bárrago, o la Portiña. Unos se cruzaban por simples pasaderas, otros por pontones de madera y algunos, como el Arroyo Bárrago, contaban con puentes de mampostería, como es el caso de un bonito ejemplar que se conserva en el paso de un cordel sobre él en la zona de “Talaverilla”.

También había varios puentecillos sobre el arroyo Papacochinos que hoy discurre tapado bajo la zona de la Ronda del Cañillo.Puentes sobre el arroyo de Papacochinos que desembocaba cerca del Puente Viejo, señalados con flechas

Puentes sobre el arroyo de Papacochinos que desembocaba cerca del Puente Viejo, señalados con flechas

Más conocidos eran los puentes que comunicaban la villa con los arrabales cruzando sobre el arroyo de la Portiña. En orden de este a oeste estaba el puente Nuevo, junto a la entrada de la plaza de los Tinajones. Al final de la calle de Cererías, cruzaba el puente de la Villa, llamado así porque daba acceso a la misma por la puerta denominada de las Alcantarillas Nuevas. El siguiente puentecillo era peatonal y realizado con estructura metálica, se encontraba en las inmediaciones de la calle de la Mula y se conocía como puente de Hierro.

Puente de madra que salvaba un brazo del río Tajo y se utilizaba para acceder a la playa y merenderos de Los Arenales

A continuación el puente Pópulo o de las Alcantarillas Viejas, llamado así por la proximidad de una capilla que albergaba a la Virgen del Pópulo, se encontraba en el trayecto entre el Salvador y San Andrés, sobre el actual cruce de la N-V con el inicio de la calle del Carmen. En el libro de César Pacheco sobre el Barrio de la Puerta Cuartos aparece un proyecto para reconstruir el puente Pópulo en el siglo XVII.

Fragmento de la pintura de Van der Wingaerde del siglo XVI donde aparece el Puente Moris y al fondo Santo Domingo
Fragmento de la pintura de Van der Wingaerde del siglo XVI donde aparece el Puente Moris y al fondo Santo Domingo

Ya cerca de la Puerta de Mérida se situaba el puente Moris que debía este nombre a un suceso luctuoso que se desarrolló en sus inmediaciones y que tuvo como protagonista a un personaje, tal vez francés, que se llamaba Moris. Se hallaba en las inmediaciones de la puerta de Mérida y aparece en el dibujo de Van der Wingaerde y en una antigua foto de Ruiz de Luna que hemos visto en otra entrada de este blog.

EL PIÉLAGO SEGÚN EL PADRE JUAN DE MARIANA

HERMOSA DESCRIPCIÓN DE LA SIERRA DE SAN VICENTE Y EL PIÉLAGO POR EL PADRE JUAN DE MARIANA

El arco iris en los robledales de El Piélago
El arco iris en los robledales de El Piélago

El Padre Juan de Mariana, el padre de la historia en España como lo definió Benito Pérez Galdós, hizo una descripción de la sierra de San Vicente a la que se retiró para escribir De la Institución Real, texto que pretendía ser un manual educativo para Felipe III :

«no a mucha distancia (de Talavera) se levanta a manera de meta un cerro, separado de cuantos le rodean, muy quebrado, de áspera y dificilísima pendiente y de unos cuatro mil pasos de circunferencia.

Está poblado de muchas aldeas, cubierto de bosques, dotado de frescas y abundantes aguas, enriquecido con una tierra que satisface las esperanzas del colono, libre de todos los males que tan a menudo afligen otros países no tan afortunados. Tiene en la cumbre una cueva de estrecha y trabajosa entrada, noble asilo de San Vicente y de sus hermanas, cuando para evitar la cólera de Daciano tuvieron que dejar los muros de Elbora (Talavera)…

Naciente del río Guadyerbas
Naciente del río Guadyerb

…es esta humilde capilla, a pesar de lo pobre venerada en los pueblos del contorno y más que todo notable por un jardín adjunto, donde brillan las aguas de una fuente inagotable bajo la sombra de castaños y nogales, ciruelos, morales y otros árboles de que abundan aquel lugar y sus alrededores. No sin razón se ha creído que pudo tan deliciosa llanura (El Piélago) consagrada a Diana, diosa tutelar de los bosques para los antiguos…

Castañares de la Sierra de San Vicente
Castañares de la Sierra de San Vicente

Es además la temperatura de aquel lugar admirable hasta la estación en que arden abrasados por el campo el sol y las ciudades. De noche como de día puede uno pasar las horas sin molestia y sin fatiga, ya bajo la copa de los árboles, ya bajo el sencillo techo de una rústica cabaña. Soplan templadísimos vientos puros y limpios de toda miasma, brotan de todas partes las más frescas aguas, corren acá y acullá fuentes cristalinas, cosas todas por las que no sin razón fue aquel lugar llamado Piélago. Alegre es allí el sol, alegre el cielo, alegre por demás la tierra cubierta de tomillo, borraja y acedera, peonía y mucho más de yezgos y de helechos. baste decir, por fin, en su elogio que dio la antigüedad el nombre de Elíseos a tan afortunados campos, tal y tan agradable se presentaen ellos el cielo en tiempo de verano.

Castillo árabe del cerro de San Vicente

Suministran abundantemente los pueblos y las aldeas vecinas todo lo necesario para la vida, uvas higos y peras que pueden sostener la comparación con los mejores, jamones excelentes, peces, carnes, aves y vinos que podrían hacer olvidar la patria. Es verdaderamente de admirar que guardando tan buenas dotes estén aquellos lugares faltos de quintas y de moradas de recreo y de placer para los ricos, que dificilmente podrán encontrar otros más amenos saludables y fecundos…Nunca brillaron para mi días tan alegres ni tan claros; tan dulce y tan agradable era la sociedad en que vivíamos.

FOTOS DE LOS MOLINOS DEL PUENTE CON PLANO DE 1906

FOTOGRAFÍA DE 1906 Y PLANO DE LOS MOLINOS DEL PUENTE

Molinos del puente en postal de 1906. Vistos desde la Isla Grande
Molinos del puente de 1906. Vistos desde la Isla Grande. Postal de Norberto Vázquez

Esta fotografía de principios de siglo nos muestran el edificio de los molinos del puente Viejo antes de convertirse en la central hidroeléctrica que actualmente ocupa su solar.

Se observan los edificios hoy desaparecidos construidos en ladrillo y a la izquierda una galería bajo la que debía salir el agua como se adivina en el plano que también adjuntamos.

Varios personajes deambulan por el pasillo de acceso a las compuertas y a la izquierda vemos la vegetación de álamos blancos típica de la Isla Grande.

Foto de la pasarela de la isla del molino en postal de J. del Camino vista desde las compuertas de acceso del agua a los molinos y central eléctrica.

 

Fotografía de Ruiz de Luna de la parte trasera de los molinos, por donde el agua entraba a los regolfos y alas turbinas de la central eléctrica que ya entonces existía.

En la fotografía anterior ya se percibe detrás de los árboles el edificio de la central eléctrica primitiva.

 

Plano de los molinos en el que la flecha indica desde donde se hizo la fotografía anterior. Archivo Municipal
Plano de los molinos en el que la flecha indica desde donde se hizo la fotografía anterior. Archivo Municipal

El brazo de río que llega a los molinos es el que discurre junto al parque de los sifones que en realidad eran las compuertas que regulaban el caudal de los molinos y luego de la central eléctrica pasando después junto a la llamada Presilla que también sirve de aliviadero caso de caudal excesivo para mover los artificios.

Ramal del río que movía los molinos. La primera fotografía parece haberse realizado desde el puentecillo hoy desaparecido que se encontraría cerca de los sifones.
Ramal del río que movía los molinos. La primera fotografía parece haberse realizado desde el puentecillo que todavía hoy existe junto a la Presilla

En el plano, la dirección de la flecha indica desde donde se ha realizado la fotografía, que es probablemente el puente que aparece en la segunda fotografía, realizada por Ruiz de Luna.

El mismo puente de la isla de los molinos, cerca de los Sifones visto desde la entrada del agua a los regolfos del molino del Puente, luego central eléctrica. A la izquierda estaría la caída del agua de la actual presilla. Se perciben las casillas hoy desparecidas.

De la historia y características de estos antiquísimos molinos de Talavera hablaremos en otra entrada.

TIEMPOS DEL CÓLERA 100 AÑOS ANTES QUE GARCÍA MÁRQUEZ

Este curioso azulejo talaverano se encontraba sobre la entrada de una vivienda del pueblo de Las Herencias, en La Jara.

Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX
Azulejo de Cerámica talaverana con referencia a la epidemia de cólera del siglo XIX

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es curiosa la referencia a «los azarosos tiempos  del cólera» a mediados del siglo XIX, 100 años antes de que escribiera algo similar el gran García Márquez.

En realidad se trata de dos azulejos. En el primero se representa a la Inmaculada Concepción en la ya decadente cerámica talaverana de la época, aunque el dibujo no deja de tener su encanto popular.  La decoración de las cenefas son flores y motivos que nada tienen que ver con los de la azulejería renacentista.

En el azulejo de abajo se nombra a los dueños de la vivienda y al albañil que la construyó. Es cierto que el cólera produjo estragos horrorosos por ser una enfermedad que produce intensas diarreas muy violentas y deshidratación que en aquella época eran difíciles de tratar al no contar con los antibióticos ni los medios adecuados. Se trasmite por aguas con contaminación fecal y en aquella época sin saneamientos ni tratamiento de las aguas potables la infección se extendía rápidamente.  La epidemia fue catastrófica y causó miles de muertos dejando algunas localidades prácticamente despoblados.

ARTE RUPESTRE EN LA NAVA

GRABADOS RUPESTRES EN LA NAVA DE RICOMALILLO

Detalle de los grabados de La Nava de Ricomalillo con hombres esquemáticos o "homúnculos"
Detalle de los grabados de La Nava de Ricomalillo con hombres esquemáticos o «homúnculos»

Estos grabados fueron descritos por primera vez por Miguel Méndez-Cabeza, autor de esta WEB, y son una muestra del conocido como Arte Esquemático de la Edad del Bronce.

Los primeros pastores y agricultores de La Jara dejaron su arte sobre un afloramiento de lanchas de pizarra que emergen orientadas al sur junto a un camino en el paraje conocido como La Parrilla. Se sitúan al oeste de la población de La Nava de Ricomalillo en un paraje con amplia visibilidad sobre los jarales y pobres prados y barbechos del entorno.

Risco de pizarra sobre cuya superficie se han hecho los grabados
Risco de pizarra sobre cuya superficie se han hecho los grabados

 

Como en muchos de estos casos podemos ver pequeños homúnculos o hombrecillos esquemáticos piqueteados sobre la piedra, que parecen representar una escena bélica o una danza guerrera y algunos de ellos tienen un curioso trazado que hace pensar al primer vistazo en una escuadrilla de aviones.

Otros signos además de estos antropomorfos toman formas vulviformes, ancoriformes o puntiformes, aunque también se pueden ver otras inscripciones más modernas que completan el cuadro como alguna letra o lo que pudiera ser algún arma.

Panel principal de los grabados de La Nava de Ricomalillo
Panel principal de los grabados de La Nava de Ricomalillo

La estación rupestre se encuentra junto al camino que une La Nava de Ricomalillo con el río Uso y la Vía del Verde de La Jara,  y antes de llegar encontramos la Fuente del Oro, de donde también cogían agua los lugareños para curar sus dolores reumáticos.

Algo más arriba, sobre la misma barrera a los pies de la que se sitúan los grabados, se encuentra una pequeña fuente con unos antiguos y precarios baños terapéuticos. Vemos como sucede en otros casos, que estos lugares con arte rupestre coinciden con fuentes o baños a los que las gentes atribuyen propiedades mágicas o terapéuticas.

Uno de los grabados de La Nava que representa un homúnculo esquemático

SOROLLA EN LAGARTERA

SOROLLA EN LAGARTERA

Grupo de lagarteranos en la obra Visión Española de Sorolla en la Hispanic Society de Nueva York. Escena de la "Fiesta del pan"
Grupo  con tipos lagarteranos en la obra «Visión Española» de Sorolla en la Hispanic Society de Nueva York. Escena de la «Fiesta del pan»

Estando en París el pintor valenciano de la luz el año 1911 recibe del magnate y gran amante de la cultura española Milton Hungtinton, el encargo de pintar los enormes murales que decorarían en Nueva York la Hispanic Society.

Se trata de una gran obra que se ha dado en llamar “Visión de España” con nada menos que 70 metros de largo y tres y medio de alto en el que se recogen figuras de personajes españoles de diferentes zonas del país en escenas que reproducen monumentos, fiestas y tradiciones.

El año siguiente el gran pintor invertirá su tiempo en recorrer España haciendo bocetos de tipos de todas las regiones para realizar un conjunto pictórico de inconmensurable belleza y de una gran superficie en el que queda reflejada entre otras cosas toda la variedad de la indumentaria popular.

Sorolla pintando en el pórtico de la iglesia de lagartera

Sorolla pintando en el pórtico de la iglesia de lagarteraComienza este periplo precisamente en Lagartera porque conoce en el hotel Castilla de Toledo a Platón Páramo, farmacéutico de Oropesa, coleccionista y anticuario que reúne en torno a su persona a los más significados personajes de nuestra tierra en aquella época. Es acompañado a Lagartera por el joven y cosmopolita Priede, hijo del dueño del hotel toledano.

Juan Ruiz de Luna es uno de esos amigos del erudito boticario y parece que incluso es convencido por Páramo para que se quede en Talavera a resucitar la cerámica cuando ya estaba pensando en irse a Holliwood como fotógrafo y decorador, y por eso es quien hace algunas fotografías del genial valenciano en el pórtico de la iglesia de Lagartera pintando a un grupo de lagarteranos que luego aparecerán en la obra neoyorkina

Foto de Ruiz de Luna de los tipos que pintó Sorolla
Foto de Ruiz de Luna de los tipos que pintó Sorolla

El historiador de la Campana de Oropesa, el lagarterano Julián García Sánchez publicó un artículo en el que identificó a aquellos de sus paisanos que posaron para la ocasión y describió su indumentaria con toda riqueza de detalles. Uno de ellos era el alcalde de Lagartera de entonces,que acogió al pintor con amabilidad y facilitó su trabajo pues son varios allegados los que aparecen en las pinturas.

Los tipos y bocetos que obtiene los reflejará más tarde en la escena conocida como «La Fiesta del Pan» dentro del gran conjunto de la Hispanic Society. En ella también ha pintado a un borrico cargado con cerámica de Talavera.

Placa de cerámica queconmemora el viaje de Sorolla a Lagartera y su amistad con el ceramófilo Platón Páramo, en cuya casa se alojó en Oropesa. Situada a mitad de camino entre Oropesa y Lagartera

En la casa de Platón Páramo en Oropesa se alojó el artista y se dirigía todos los días andando a Lagartera y por ello en el centenario se levantó un monolito conmemorativo entre ambas localidades. Por las cartas que escribe a su esposa Clotilde sabemos que andaba el pintor aquejado de sus problemas reumáticos que le acompañaron toda su vida y que los trataba con aspirina y agua con sal.

Recorre los alrededores con el automóvil del farmaceútico y comenta: “he visitado cosas curiosas, pero sobre todo los tipos de Lagartera, es extrordinario, ellos y ellas. La Sierra de Gredos, que tengo enfrente es una maravilla de hermosura, está cubierta de nieve, el pueblo recuerda en pequeño a Asís, rodeado de olivos y dominando una extensa llanura” y en otra carta comenta nuevamente admirado por el farallón de Gredos y las llanuras arañuelas que “el panorama de la inmensa sierra de Gredos elevándose limpia sobre este inmenso valle lleno de olivos, de alcornoques es imponente, a determinadas horas es incomparable”

Cuadro de Sorolla "Una boda en Lagartera", en el que aparecen los mismos personajes de "Visión Española·
Cuadro de Sorolla «Una boda en Lagartera», en el que aparecen los mismos personajes de «Visión Española·

Se admira de los zaguanes lagarteranos y dice que “las casas tienen tanto cachivache pintoresco, en platos, tazas, muebles, cuadros antiguos, que vives en plena edad pasada”

El trabajo es extenuante pues pinta durante largas jornadas aunque se queja del frío que le agrava sus dolores pero: “abundan las cosas admirables produce un placer para los ojos esta gente”. La estética lagarterana le entusiasma y comenta a su mujer que “son muy artistas, y finos” e incluso compra un traje de varón y otro de mujer admirado por su belleza.

Después de pintar durante una agotadora semana parte hacia Talavera para conocerla y luego encontrarse con su mujer en Toledo.

 

Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

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