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TALAVERA EN TIEMPOS DE CERVANTES

TALAVERA EN TIEMPOS DE CERVANTES

Aprovechando que se ha celebrado el IV centenario de la edición de la segunda parte de El Quijote, traemos aquí este artículo incluido en el libro del que soy autor: «El Quijote en la Cerámica de Talavera»

Dibujo de Van den Wingaerde del siglo XVI con la Puerta del Río y Molinos del primer ojo del puente
Dibujo de Van den Wingaerde del siglo XVI con la Puerta del Río y Molinos del primer ojo del puente

En el año 1547 nace Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares. Hasta esta primera mitad del siglo XVI ha experimentado la villa de Talavera de la Reina un gran crecimiento en su población alcanzando uno de los momentos de mayor pujanza de su historia.

La población ha aumentado considerablemente desde los mil vecinos con que contaba a principios de la centuria hasta los tres mil, es decir, unos diez o doce mil habitantes. Gracias al estudio de Mª del Carmen Marínez Muñoz podemos contar con un esbozo bastante aproximado de la sociedad de la época en nuestra ciudad. En el año 1492 son expulsados los judíos y Talavera, que cuenta con una aljama de cierta importancia, ve como esa etnia que había convivido con los cristianos desde hacía siglos, antes incluso de que llegaran los árabes, sólo mantendrá entre sus vecinos a los conversos, e incluso a algunos que habiendo salido de España y vagado por África volverán con añoranza a su tierra de origen convirtiéndose, al menos formalmente, al cristianismo.

Dibujo de Van der Wingaerde del siglo XVI en el que aparece la zona de Entretorres

Dibujo de Van der Wingaerde del siglo XVI en el que aparece la zona de Entretorres

Durante esta época, hay barrios que experimentan un notable crecimiento, como el de los arrabales viejos, en torno a San Ginés y San Andrés (Santo Domingo), donde principalmente se concentra la población trabajadora de la ciudad que llega incluso a rebasar con su caserío el tercer recinto amurallado que cerca el barrio. A ello hay que añadir algunas oleadas de inmigrantes, sobre todo gallegos, de Castilla y León y del valle del Tiétar,  además de bastantes portugueses. Otro de los barrios que experimenta un gran crecimiento es el de los Arrabales Nuevos, donde la nueva nobleza construye no pocos palacios y casonas. También en la zona de Trinidad, barrio de San Juan, el Tamujar, el Matadero o la Enramada se produce un importante crecimiento, como en torno de la cañada de Alfares donde, como su propio nombre indica, se sitúan los talleres de los ceramistas que, precisamente coincidiendo con los años de la vida de Cervantes, experimentan su mayor auge, ya que hay referencias de que residen en grandes casas de buenas dimensiones que albergan también sus obradores.

No consta que hubiera una inmigración importante desde Extremadura, como ha sucedido en otras épocas históricas. Parece como si el éxodo a las Indias de nuestros vecinos hubiera disminuido el número de los que tenían otros lugares no ultramarinos como destino. Otra etnia de cierta importancia en la villa es la de los moriscos, que podemos dividir en dos oleadas, los que llevaban ya siglos en Talavera, desde los tiempos de la reconquista, y concretamente desde la conquista de Sevilla según algunos cronistas, y una nueva oleada de moriscos que llegan desde el reino de Granada, en especial de las Alpujarras. Muchos se instalan en nuestra tierra como consecuencia de los repartimientos de las gentes de su etnia  que ordena hacer el rey por todo el reino, con no pocos reparos de los habitantes de la villa porque vienen “enfermos o de mal pasar” y  temen que les contagien la peste. En el año de 1571 había ya en Talavera la nada desdeñable cifra de trescientos cuarenta habitantes moriscos en su mayoría calificados de cristianos nuevos.

La sociedad talaverana de la época contaba con un diez por ciento de hidalgos y una nobleza con “las haciendas de las más crecidas del reino”. Según el novelista talaverano coetáneo Gonzalo de Céspedes y Meneses en su novela “Varia Fortuna del Soldado Píndaro”, donde también dice que la nobleza talaverana “es mucha y lucidísima y de las más calificadas casas de nuestra España”. En otra de sus obras nos describe sus actividades: “siendo nuestro particular entretenimiento caballos, toros, máscaras, sortijas y torneos y otros pasatiempos con que alegrando la gente, nosotros nos hacíamos prácticos y diestros. Otros días gastábamos en la caza, campo y montería, que cualquier género de esta materia es abundante en aquel terreno”. Se admira también de los nobles locales por “sus ricas libreas, su adorno y aparato”

Detalle de la cerámica del siglo XVI del pórtico de la ermita, Genealogía de Cristo
Detalle de la cerámica del siglo XVI del pórtico de la ermita, Genealogía de Cristo

Además, eran muchas las casas nobles que aunque tuvieran su señorío en los alrededores de Talavera, tenían también residencia en nuestra ciudad. Es el caso de los Ayala de Cebolla, los Álvarez de Toledo de Oropesa, el señor de Montesclaros o el marqués de Velada, en cuyas casas de campo escribía el duque de Villahermosa que  “ay toda la recreación que es posible hallarse para vida de aldea”.

Barreiros nos dice en 1542 que en Talavera “hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular, y muchos hidalgos honrados, algunos de los cuales son del linaje de los Meneses”. Además de esta casa eran de destacar por su riqueza los Ayala, los Suárez de Toledo o los Gaytán, junto a muchos otros también muy pudientes, como los Suárez de Carvajal, los Loaysa, los Estrada, los Carvajal, los Salcedo, los Girón etc…e incluso, un Cervantes de Loaysa.

Panel de cerámica del siglo XVI de diseño similar al que se encuentra en el pórtico de la basílica del Prado pero que nombra a los personajes como héroes de la armada española por encontrar se en el archivo general de la marina «Álvaro de Bazán» en  El Viso del Marqués

Había en nuestra ciudad numerosos conventos tanto masculinos como femeninos de los que los más ricos eran el de jerónimos de Santa Catalina y el de monjas de San Benito. Habitaban en nuestra ciudad un total de unos ciento veinte frailes y cincuenta monjas, además de otros sesenta eclesiásticos, entre los curas de las parroquias y los canónigos de la Colegial, que además estaba dotada de un buen coro con sus músicos.

El resto de habitantes de Talavera formaban una sociedad agropecuaria a la que se añadía la artesanía de la cerámica que, aunque tuvo altibajos a lo largo de ese medio siglo y el inicio del siglo XVII, siguió siendo su loza la más demandada de España y América, donde se llega a dar el nombre de “talavera” a toda la cerámica, casi como si fueran sinónimos. Hasta cuarenta y dos alfareros se dedican a su producción en los tiempos de Cervantes, y no les falta el trabajo, pues hacen los azulejos para los palacios reales como el del El Escorial. La artesanía textil estaba también muy representada por artesanos que en telares

Instalados en sus domicilios llegaban a emplear a más de ciento setenta personas, un sector por tanto muy desarrollado. Al ser Talavera el centro de una gran comarca agraria las actividades artesanales que proveían de útiles y herramientas a los campesinos tenían una importancia considerable y destacaba entre ellas la industria artesanal del cuero y el calzado. Clasificados como tales había más de ciento cincuenta pobres, aunque muchos de los que no declaraban su actividad probablemente podríamos anotarlos también entre ellos.

Como era la nuestra una ciudad de paso y de trato, el sector de la hostelería estaba también muy bien representado pues ya en la época se decía que Talavera estaba “ en el riñón del reino y es paso ordinario para todos cavos”, por lo que llega a haber hasta una docena de ventas y mesones.

Personajes del siglo XVI en un jarrón de Ruiz de Luna

Entre la sociedad talaverana de la época también había esclavos negros, turcos, moros y un indio, que estaban al servicio de las casas nobles de Meneses, Loaysa y Gaytán. Nobleza que al comenzar el siglo XVII comienza a irse a la capital del reino, abandonando nuestra villa. La población comienza a disminuir considerablemente en los años en que Cervantes publica el Quijote y una de las causas principales son las mortíferas epidemias que se producen durante los últimos años del siglo XVI, como la de 1599, en la que llegaron a morir hasta setenta personas diarias de lo que entonces se llamaba “carbunco con seca” y que no era otra cosa que ántrax, una infección por estreptococo. Se hicieron cementerios para las víctimas, como el que se dispuso en la zona actual de los Santos Mártires, donde en esa misma época se construyó una ermita dedicada a estos patrones de Talavera.

Una institución a la que está unida la nobleza local, aunque ya comienzan a formar parte de ella también las clases pudientes de mercaderes o propietarios, es la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera, una de las policías rurales más antiguas de Europa que continúa vigilando los caminos y despoblados de las Tierras de Talavera desde la Edad Media.

En cuanto al aspecto arquitectónico, muchos lienzos de muralla se hallan ya en muy mal estado, el alcázar se encuentra bastante deteriorado y algunas de sus dependencias ya amenazan ruina. Se ha tomado la decisión de derribar la barbacana, la pequeña antemuralla que circundaba a la muralla principal.

En el dibujo panorámico y sumamente detallado de nuestra ciudad que hizo de Van der Wingaerde en 1527, cuando Cervantes escribía sus primeras poesías, podemos ver una ciudad pujante que todavía conserva las puertas monumentales de sus recintos amurallados, y en cuyo caserío se advierte la presencia de conventos e iglesias, algunas de ellas en obras por ampliación o por la construcción de la torre, y otras torres de las casas los nobles. Se observan los arrabales en expansión ya saliendo fuera de la puerta de Cuartos. Muchos de los palacios nobles que todavía quedan en pie en Talavera son de esa época. Como los dos de la calle del Sol, el de los Girón, la llamada casa del Deán, el edificio blasonado de la calle San Sebastián o el ya desaparecido de los Loaysa en la plaza de Aravaca; o algo más tardíos, ya del siglo XVII, como el de los condes de la Oliva. También son de esta época, segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII otros edificios nobles con bellas portadas que se sitúan en torno a la plaza del Pan, como la portada principal del ayuntamiento que da a la plaza Juan de Mariana o la que se abre a la misma plaza del Pan con los emblemas arzobispales. También se acometen las obras de la ermita que la darán el aspecto actual y son muchas las capillas que los nobles dotan y realzan en iglesias y conventos. Las casas talaveranas mantienen la vieja estructura de la casa-patio que hunde sus raíces en la presencia musulmana en la ciudad, pero en muchas se colocan encastrados  en sus fachadas los blasones de su boyante nobleza.

Llamador del antiguo palacio de los Girónl luego ayuntamiebto de Talavera y hoy Delegación de la Junta de Comunidades

Nos encontramos en esta segunda mitad del siglo XVI y primeros años del siglo XVII en una de las épocas de mayor florecimiento de nuestra ciudad, junto a la época musulmana, la de la Real Fábrica de Sedas en el siglo XVIII y la actual. Es el verdadero siglo de Oro talaverano con personajes de la talla de el padre de la historia española, el Padre Juan de Mariana, influyentes prelados y sabios como el confesor de la reina Católica fray Hernado de Talavera o el Doctor Talavera de la familia de los Maldonado, personajes clave en la aventura americana: el padre de las ciencias agronómicas españolas Gabriel Alonso de Herrera, militares de prestigio como los Duque de Estrada, los Girón o los Verdugo, novelistas como Céspedes de Meneses, verdaderos artistas de la cerámica y tantos y tantos otros que conocerían las obras del Manco de Lepanto.

TALAVERA EN LA OBRA DE CERVANTES

TALAVERA EN LA OBRA DE CERVANTES

Soldados famosos representados en azulejería de Talavera entre los que se encuentra Cervantes. Es un panel que se encuentra en el Archivo General de la marina de El Viso del marqués y que imita al del pórtico de la Basílica del Prado pero nominando a los personajes
Soldados famosos representados en azulejería de Talavera entre los que se encuentra Cervantes. Es un panel que se encuentra en el Archivo General de la marina de El Viso del marqués y que imita al del pórtico de la Basílica del Prado pero nominando a los personajes

En la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII la alfarería de Talavera llega a conseguir su máxima calidad y difusión en los mercados nacionales, europeos y ultramarinos. Se convierte, como hemos dicho, en la cerámica de moda y también se beneficia de las pragmáticas reales que pretenden impedir el agravamiento de la situación económica mediante la prohibición del lujo excesivo de las casas nobles en los ajuares y vajillas de oro y plata, haciendo así que el uso de la loza talaverana se extienda aún más. Son muchas las alusiones a ella en la literatura del Siglo de Oro que dejaremos para otra entrada del blog.

Por eso, también en la obra de Cervantes aparecen alusiones a la loza de Talavera en “La Guarda Cuidadosa”. Una criada despierta los celos de su novio soldado cuando se interesa por un sacristán, y como no había cocina donde las sirvientas no manejaran las vajillas talaveranas, es muchas veces obligada la alusión a ellas. Elogia el enamorado el trabajo de su moza cuando limpia la loza y la consigue dar un brillo casi metálico, y al mismo tiempo quisiera que el pensamiento de su amada quedara igualmente limpio de pensamientos en su oponente: ¡Oh platera la más limpia que tiene, tuvo o tendrá el calendario de las fregonas! ¿Por qué así como limpias esa loza talaveril que tienes en las manos y la vuelves bruñida y tersa plata, no limpias esa alma de pensamientos bajos y soto-sacristaniles?

La fiesta de Las Mondas es descrita por Cervantes en su obra "Los Trabajos de Persiles y Segismunda
La fiesta de Las Mondas es descrita por Cervantes en su obra «Los Trabajos de Persiles y Segismunda

Lope de Vega no se cansa en muchas de sus obras de alabar la blancura y brillo de los platos talaveranos, y también Tirso de Molina se refiere a ello, junto a otros autores, entre los que incluso se encuentra una de las personas que tal vez hicieron más daño a don Miguel de Cervantes, el autor del Quijote de Avellaneda, que en una de las escenas de su libro hace pedir a una criada dos reales para evitar los palos que le dará su amo cuando se entere de que ha roto dos platos de Talavera.

En «La Gitanilla», una de las novelas ejemplares de Cervantes, aparece Talavera en algún episodio como referencia geográfica de la acción, como no podía ser de otra manera cuando se habla de gitanos que recorren los caminos hacia Extremadura, pues siempre estuvo vinculada esta etnia al trato de caballerías y Talavera era uno de los mercados más frecuentados. De ahí la importancia que todavía hoy tiene la colonia gitana en Talavera.

Pero la obra en la que Cervantes hace alusiones más directas a nuestra ciudad es su novela póstuma, y puede que la más valorada por el propio autor: «Los Trabajos de Persiles y Segismunda». Es muy probable que el mismo Cervantes pasara por Talavera cuando fue en peregrinación a Guadalupe, para dejar allí en ofrenda sus grilletes de cautivo de los moros en Argelia. Una placa en cerámica talaverana situada en el precioso humilladero mudéjar desde el que los peregrinos daban por primera vista al monasterio de las Villuercas recuerda ese momento.

Los personajes de la novela pasan por Talavera a su vuelta de Guadalupe, y en el texto demuestra el autor conocer muy bien nuestra fiesta más emblemática, las Mondas.escanear0012

«La ida de Trujillo fue de allí a dos días la vuelta de Talavera, donde hallaron que se preparaba para celebrar la fiesta de la Monda, que trae su origen de muchos años antes de que Cristo naciese, reducida por los cristianos a tan buen punto y término, que si entonces se celebraba en honra de la diosa Venus por la gentilidad, ahora se celebra en honra y alabanza de la Virgen de las vírgenes. Quisieran esperar a verla; pero por no dar más espacio a su espacio, pasaron adelante, y se quedaron sin satisfacer su deseo”.

Sin satisfacer su deseo ni el nuestro, porque fue esta una gran ocasión que perdimos para que don Miguel hubiera hecho con su pluma universal una descripción de Las Mondas, tan esplendorosas en aquellos tiempos. También es muy curioso constatar que ya entonces era reconocido el origen pagano de estas fiestas.

Más tarde, en los capítulo VII y XVI del libro tercero de «Los Trabajos de Persiles y Segismunda», los personajes conocen a una moza talaverana a la que describen como «de gentil parecer, de hasta veintidós años, vestida a la española, limpia y aseadamente». Relata su historia la moza y resulta ser la mujer adúltera de un polaco llamado Ortel Baledre que, enamorado de ella en Talavera, la desposó, pero la talaverana se fugó con el mozo de un mesón. Apresados los adúlteros en Madrid, él murió en la cárcel y ella se vio obligada a seguir a un soldado español que iba a Italia y que no la trataba demasiado bien. Es el momento en que la talaverana se encuentra con Constanza, es cuando se produce el diálogo en el que Cervantes elogia a Talavera:

«-Desa manera -respondió Constanza-, ¿vos, señora, española debéis de ser?

-¡Y cómo si lo soy! -respondió ella-. Y aún de la mejor tierra de Castilla

-¿De cuál? -replicó Constanza.

-De Talavera de la Reina -respondió ella».

 

Y esta escena es precisamente la que ha dado nombre a esta web.