TALAVERA LA VIEJA, LA AUGUSTÓBRIGA SUMERGIDA.
EN EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE
La mayor parte del término de Talavera la Vieja, incluido el caserío, pasaron tras la inundación provocada por el embalse de Valdecañas en los años sesenta, a formar parte de la demarcación de Bohonal de Ibor. Fue una gran pérdida para la historia y la arqueología de la zona el anegamiento de “Talaverilla”, pues esta población asentaba sus cimientos sobre la antigua Augustóbriga de los romanos.
Ya el nombre orienta de por sí a la existencia de una población prerromana anterior, pues la raíz “briga” indica “lugar fortificado” en el idioma de los pueblos célticos anteriores a los romanos que, al colonizarlo, pusieron el apellido de Augusto a la primitiva ciudad. Es como si se hubiera llamado algo así como “El Castillo de Augusto” al igual que Talavera de la Reina se llamó Caesaróbriga, “El Castillo del César”.
Visto desde el aire el plano de Talavera la Vieja era la típica cuadrícula con la que urbanizaban los romanos sus fundaciones. Son muy numerosas las huellas de su colonización encontradas en el caserío y sus alrededores. En primer lugar debemos destacar el conjunto monumental conocido como “Los Mármoles”. Se trata, según el investigador Marcelino Santos, del edificio que habría servido de curia o tribunal en la antigua Augustóbriga.
En 1963 fue salvado de las aguas trasladándose piedra a piedra hasta su emplazamiento actual junto al puente del embalse por el que discurre la carretera de Navalmoral de la Mata a Guadalupe, en un marco realmente pintoresco. Se conserva íntegro el basamento granítico sobre el que se asientan cuatro grandes columnas en el frente y dos a los costados, sobre un zócalo interrumpido por la portada coronada con un arco también de granito.
Todo el edificio es de piedra y parece que en él se distinguían restos de estuco. En el pueblo se decía que el nombre de Los Mármoles derivaba de que anteriormente las columnas habían estado decoradas con vidrio que por su brillo hacía que las gentes denominaran así al monumento. No sabemos si el resto del edificio estaría formado por más columnas o si fue simplemente una construcción de sillares berroqueños. El monumento está datado en el siglo II.
Cerca del emplazamiento actual de Los Mármoles se pueden ver también, mirando hacia el oeste, tres fustes pertenecientes a las cuatro columnas que formaban parte del pórtico de otro edificio singular que todavía conserva bajo las aguas los gruesos muros de su construcción. Se trata de la construcción conocida como “el Templo” o la cilla, pues fue utilizada como panera por el feudal del pueblo y en sus sótanos es tradición se mantuvieron presos a los Santos Mártires. Según antiguos viajeros en su fachada se podía ver una inscripción en la cual podía leerse que el templo había estado dedicado a Júpiter.
En el siglo tercero de nuestra era dicen los eruditos que fue construida la muralla romana de forma semicircular y fabricada en mampostería y argamasa de la que todavía se perciben restos cuando bajan las aguas. Además, también quedan ruinas de lo que parece haber sido un antiguo acueducto o más bien una tarjea, además de conducciones subterráneas de agua con restos de baños y de otras estructuras tal vez relacionadas con actividades metalúrgicas.
Hasta treinta y una inscripciones epigráficas documentó Marcelino Santos entre las ruinas anegadas del pueblo junto a otras halladas anteriormente en el pueblo. En ellas se pueden leer diferentes textos entre los que señalaremos la de los Santos Mártires, una que habla de la propia Augustóbriga y otra funeraria de una tal Tita Salvia que por avaricia mató a sus hijos. También se encontraron restos de calzadas, esculturas romanas entre las que destacan dos bustos de ambos sexos, cerámica, piedras de molino, monedas e incluso un tesorillo de plata que estaba embutido entre unos ladrillos del edificio de “Los Mármoles”.