SOROLLA EN LAGARTERA
Estando en París el pintor valenciano de la luz el año 1911 recibe del magnate y gran amante de la cultura española Milton Hungtinton, el encargo de pintar los enormes murales que decorarían en Nueva York la Hispanic Society.
Se trata de una gran obra que se ha dado en llamar “Visión de España” con nada menos que 70 metros de largo y tres y medio de alto en el que se recogen figuras de personajes españoles de diferentes zonas del país en escenas que reproducen monumentos, fiestas y tradiciones.
El año siguiente el gran pintor invertirá su tiempo en recorrer España haciendo bocetos de tipos de todas las regiones para realizar un conjunto pictórico de inconmensurable belleza y de una gran superficie en el que queda reflejada entre otras cosas toda la variedad de la indumentaria popular.
Sorolla pintando en el pórtico de la iglesia de lagarteraComienza este periplo precisamente en Lagartera porque conoce en el hotel Castilla de Toledo a Platón Páramo, farmacéutico de Oropesa, coleccionista y anticuario que reúne en torno a su persona a los más significados personajes de nuestra tierra en aquella época. Es acompañado a Lagartera por el joven y cosmopolita Priede, hijo del dueño del hotel toledano.
Juan Ruiz de Luna es uno de esos amigos del erudito boticario y parece que incluso es convencido por Páramo para que se quede en Talavera a resucitar la cerámica cuando ya estaba pensando en irse a Holliwood como fotógrafo y decorador, y por eso es quien hace algunas fotografías del genial valenciano en el pórtico de la iglesia de Lagartera pintando a un grupo de lagarteranos que luego aparecerán en la obra neoyorkina
El historiador de la Campana de Oropesa, el lagarterano Julián García Sánchez publicó un artículo en el que identificó a aquellos de sus paisanos que posaron para la ocasión y describió su indumentaria con toda riqueza de detalles. Uno de ellos era el alcalde de Lagartera de entonces,que acogió al pintor con amabilidad y facilitó su trabajo pues son varios allegados los que aparecen en las pinturas.
Los tipos y bocetos que obtiene los reflejará más tarde en la escena conocida como «La Fiesta del Pan» dentro del gran conjunto de la Hispanic Society. En ella también ha pintado a un borrico cargado con cerámica de Talavera.
En la casa de Platón Páramo en Oropesa se alojó el artista y se dirigía todos los días andando a Lagartera y por ello en el centenario se levantó un monolito conmemorativo entre ambas localidades. Por las cartas que escribe a su esposa Clotilde sabemos que andaba el pintor aquejado de sus problemas reumáticos que le acompañaron toda su vida y que los trataba con aspirina y agua con sal.
Recorre los alrededores con el automóvil del farmaceútico y comenta: “he visitado cosas curiosas, pero sobre todo los tipos de Lagartera, es extrordinario, ellos y ellas. La Sierra de Gredos, que tengo enfrente es una maravilla de hermosura, está cubierta de nieve, el pueblo recuerda en pequeño a Asís, rodeado de olivos y dominando una extensa llanura” y en otra carta comenta nuevamente admirado por el farallón de Gredos y las llanuras arañuelas que “el panorama de la inmensa sierra de Gredos elevándose limpia sobre este inmenso valle lleno de olivos, de alcornoques es imponente, a determinadas horas es incomparable”
Se admira de los zaguanes lagarteranos y dice que “las casas tienen tanto cachivache pintoresco, en platos, tazas, muebles, cuadros antiguos, que vives en plena edad pasada”
El trabajo es extenuante pues pinta durante largas jornadas aunque se queja del frío que le agrava sus dolores pero: “abundan las cosas admirables produce un placer para los ojos esta gente”. La estética lagarterana le entusiasma y comenta a su mujer que “son muy artistas, y finos” e incluso compra un traje de varón y otro de mujer admirado por su belleza.
Después de pintar durante una agotadora semana parte hacia Talavera para conocerla y luego encontrarse con su mujer en Toledo.