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EXCURSIÓN AL PIÉLAGO

CONOCER EL PIÉLAGO

El río Guadyerbas nace en El Piélago en un paraje lleno de magia y elementos históricos y arqueológicos enmarcados por una hermosa naturaleza. En esta excursión vamos a intentar conocerlo

Robledales y castañares de El Piélago
Robledales y castañares de El Piélago

unpaseoporpiélagoPodemos acceder al Piélago desde el Real de San Vicente o desde Navamorcuende, con una distancia desde Talavera de algo más de treinta kilómetros. En el primer caso subiremos entre castañares y en el segundo atravesaremos un hermoso rebollar. También se puede acceder por un bonito camino asfaltado con una hermosa vegetación y un paisaje impresionante desde Hinojosa de San Vicente.

El punto de partida del sendero se sitúa junto a un pinar, justo en el lugar donde la carretera deja de ascender e inicia el descenso en uno u otro sentido. Desde allí recorreremos unos trescientos metros en dirección Navamorcuende hasta un camino que parte desde una curva hacia el repetidor que se sitúa en la cumbre del Cerro Cruces. Cuando hemos avanzado unos cien metros observamos unos muros derruidos a la izquierda, nos acercaremos a ellos y observaremos que se trata de uno de los pozos de nieve donde los frailes del convento cercano acumulaban apisonada la nieve en capas que alternaban con paja. Luego la trasportaban en caballerías hasta Talavera en recipientes de corcho y durante la noche, para tener así menos pérdidas, constituyendo una de las mayores fuentes de ingresos para los frailes. Fue la única forma de refrigeración hasta finales del siglo pasado y de ahí su interés económico. Con ella se hacían también medicamentos pues se creía en su poder curativo, además de los primeros helados ya documentados desde el siglo XVII.

Pozo de nieve de El Piélago
Pozo de nieve de El Piélago

Seguimos por la ladera del Cerro Pelados y atravesamos un pinar contemplando a la izquierda la cuenca formada entre las elevaciones de Cruces, Pelados y San Vicente, que conocemos como El Piélago, lugar llamado así por tener hasta  las cien  fuentes que se contaban en el siglo XVIII. Llegamos junto a la base del cerro de Las Cruces y tomamos el camino que por su loma nos lleva entre robles y rebollos hasta los repetidores de televisión, desde donde podemos disfrutar de una vista incomparable sobre la Sierra de Gredos y sus pueblos, además de las localidades de la cara norte de la Sierra de San Vicente, como Almendral o La Iglesuela.

Una vez disfrutemos del paisaje, descendemos por el camino que bajaba paralelo a una antigua línea eléctrica hasta llegar a la carretera, que pasa entre un conjunto de tres molinos de agua de los que uno de ellos es casi monumental pues tiene todo el edificio y el cubo fabricados en buena sillería.

Seguimos la carretera y cruzamos el río Guadyerbas en su nacimiento, y si es época lluviosa podemos dar un breve paseo por sus orillas viendo cómo desciende con bonitas chorreras y pequeñas cascadas. Volvemos a la carretera y seguimos hasta llegar a la zona de esparcimiento y un campamento.

El Guadyerbas al salir de los robledales de El Piélago
El Guadyerbas al salir de los robledales de El Piélago

Allí podremos descansar, para a continuación seguir de nuevo por la carretera hasta el convento, construcción en ruinas del siglo XVII y XVIII que tiene su encanto típicamente romántico, con su hiedra y su aspecto sombrío. Poco antes del convento, parte de la carretera un camino hacia la derecha, hasta él retrocederemos, y tras recorrer unos trescientos metros veremos a la izquierda, entre los pinos, las ruinas del edificio de otro pozo de nieve.

Fachada del convento de el Piélago

Desde aquí mismo, o mejor desde el punto inicial de partida, ascenderemos por la linde de los pinos, hasta la cumbre del cerro de San Vicente y allí, junto al vértice geodésico, se encuentra la cueva de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, y sobre ella los restos de la ermita que erigió Francisco de Raudona, un hombre casado con una viuda del pueblo de San Román que andando por estos parajes creyó durante una experiencia mística ver en la cueva las marcas sobre la roca de las espaldas de los mártires patrones de Talavera, escondidos aquí cuando huían de las persecuciones del emperador Diocleciano. Sobre la pared de la izquierda se observa una pililla y una cruz labradas en la piedra.

Cueva de los Santos Mártires en el Cerro de San Vicente
Cueva de los Santos Mártires en el Cerro de San Vicente


A quinientos metros al sur de la cueva está el castillo. Parece que fue musulmán en su origen, y así lo confirman dos enormes cimitarras grabadas sobre la cara sur de la roca que lo sostiene, aunque una de ellas está parcialmente destruida por haberse fragmentado el batolito de granito. La parte más antigua es una torre que se encuentra a saliente y que es de estilo y época califal. La vista panorámica es desde aquí  impresionante: los valles del Alberche y el Tajo, Talavera al fondo a la derecha, al sur los Montes de Toledo y La Jara, más al oeste el Campo Arañuelo y las Sierras de Guadalupe, y debajo Hinojosa, El Real o Garciotún, casi como si fuéramos a caernos sobre ellos.

Castillo musulmán de la Sierra de San vicente
Castillo musulmán de la Sierra de San vicente

HISTORIA Y MAGIA: Pocos lugares tienen como éste una carga histórica y mágica tan acusada. Dice la tradición y la hipótesis histórica del historiador y arqueólogo alemán Schulten, que desde esta sierra atacaba el caudillo lusitano Viriato a las huestes romanas, y que sería el cerro de San Vicente el que los romanos conocieron como Monte de Venus, que tuvo para ellos unas connotaciones mágicas y religiosas. En él se encontraron sepulturas romanas y una dedicatoria a un dios celta prerromano llamado Togote. También los mártires Vicente sabina y Cristeta, los templarios, que algunos defienden que estuvieron por estos pagos, además de los ermitaños, hacen del Cerro de San Vicente un lugar ideal para los amantes de lo esotérico.

Se puede comer en Navamorcuende y en el Real en varios restaurantes donde son de destacar las carnes a buenos precios.

Recorrido aproximado 10 kilómetros,  2 horas y media, aunque si lo deseamos podemos seguir el Guadyerbas en su descenso hasta el embalse y volver en otra hora larga.

UN ASALTO PINTADO POR GOYA EN EL VERDUGAL (OROPESA)

EL FRAILE QUE DESARMÓ AL BANDIDO PINTADO POR GOYA

Un asalto en la venta de el Verdugal junto a la cañada leonesa occidental

El Maragato entra en la Venta de El Verdugal a asaltar a los huéspedes y el fraile llega a la venta

Una obra poco conocida de Goya  representa en seis pequeños cuadros un episodio sucedido en término de Oropesa, en las dehesas que cruza la Cañada Leonesa Occidental entre Ventas de San Julián y La Calzada, concretamente en la dehesa de El Verdugal, aunque está en término de Oropesa.

El Maragato le pide los zapatos al fraile de Rosarito

Los cuadros se encuentran en el Instituto de Arte de Chicago y representan varios momentos del asalto sufrido por un fraile, fray Pedro de Zaldivia, para unos lego del Convento de Rosarito y para otros del de Arenas de San Pedro. El bandido Pedro Piñero alias “El Maragato” fue hijo de un arriero de esta procedencia que vivió como carbonero cerca de Navalmoral de la Mata. Se echó al monte y sembró el pánico en las comarcas de Gredos, Talavera y Plasencia, llegando a cometer dos asesinatos y causando indirectamente la muerte de otros dos hombres, además de más de cuarenta robos.

El fraile arrebata el arma al Maragato

El Maragato se presentó en cierta ocasión en las mismas puertas de palacio para pedir clemencia al rey que mandó juzgarlo, escapándose después de ser condenado. Se refugiaba en la cueva que lleva su nombre y que está situada junto a la carretera que sube hacia el puerto de Menga desde el puerto del Pico.

El fraile golpea y derriba al Maragato

En una de las imágenes de Goya, “El Maragato” sale al encuentro del fraile, en el segundo el lego alarga con la mano izquierda unos zapatos al bandido, mientras en la tercera estampa toma el asaltado el arma del Maragato mientras forcejean. En el cuarto la víctima se ha hecho con la escopeta y golpea al bandolero. En el quinto dispara contra su asaltante en la pierna y el caballo huye asustado. En el sexto cuadro yace el herido en el suelo mientras el franciscano le ata y le protege de las otras víctimas que quieren tomar la justicia por su mano.

El fraile hiere al Maragato en una pierna

Después de ser detenido por el fraile, murió el Maragato ajusticiado en la Plaza de la Cebada de Madrid sin que los ruegos de su captor sirvieran de nada para salvarlo de la ejecución.

El fraile ata y detiene al Maragato

Otro asalto se produjo en la postguerra en esta misma venta y de él hablaremos en un capítulo de nuestro recorrido por la cañada leonesa occidental.

La cueva del maragato no es el covacho que se ve en la foto sino que se encuentra al otro lado, en la cara oeste del risco. Carretera que va a Ávila pasado el Puerto del Pico. En ella se refugiaba cometiendo alguna de sus fechorías

RÍO SANGRERA (1)

Valle del nacimiento del Sangrera, al fondo el Risco Ñañas

Zona alta del Sangrera

RÍO SANGRERA (1)

Hoy vamos a comenzar a recorrer otro de los ríos jareños que aunque poco caudaloso también guarda sus encantos y su patrimonio: El Sangrera

Nace el Sangtrta en la confluencia de los términos de Torrecilla de la Jara, Espinoso del Rey y Navalucillos, con la confluencia de tres arroyos, el llamado de la Ruda y otros dos pequeños arroyuelos que nacen bajo el risco Ñañas, paraje mágico del que luego hablaremos. En realidad la mayor parte del naciente se encuentra en término de Torrecilla de la Jara y allí es donde está una de las captaciones de agua potable del pueblo.

Las rañas de La Jara desde el risco Ñañas

El valle de la Ruda, con nombre de planta medicinal es un lugar donde desde ya en el siglo XVII venían de otros lugares para recolectar diferentes especies de plantas que se utilizaban en la farmacopea tradicional. Fue también una zona conocida por los muchos cerezos que se cultivaban y de los que ya abandonados quedan ejemplares escasos, aunque persisten algunas de las calanizaciones utilizadas para el riego de los frutales y huertecillos que allí se cultivaban.

Sale luego el río Sangrera en dirección norte entre los cerros de Valdefuentes y El Molinillo, cuyo nombre se debe a un antiguo molino del que apenas queda el pequeño cubo hecho de atanores.

Cubo de uno de los molinillos del Sangrera que tiene la peculiaridad de estar formado de piezas cilíndricas llamadas atanores. T

Al risco Ñañas se asciende entre pinos, madroños y rebollares. Se trata de una gran risquera cuarcítica con un covacho donde se ha situado un mirador desde el que disfrutaremos de una hermosa vista sobre la Jara Oriental y Valdepusa con una gran variedad de colores por los olivares barbechos y rojas tierras labradas. Es uno de esos lugares que tienen un halo de misterio entre los habitantes de la comarca pues se dice que en las noches de San Juan sale una mora a peinarse a la luz de la luna. También hay un risco cercano que se mueve y suena cuando las gentes se balanceaban sobre él.

Seguimos nuestro recorrido fluvial entre fresnedas y pequeñas zonas de pasto y cultivo hasta llegar a la carretera de Toledo a Guadalupe que parece haber coincidido en parte con una calzada romana, de la que aún se puede ver algún tramo situado más al este. Y eso nos lleva a visitar Ispinum, el pueblo de Espinoso del Rey del que hoy vamos a conocer su historia antes de seguir nuestro periplo por el Sangrera.

Fresnedas en el naciente del Sangrera

Esta vía romana sería directa heredera de una antigua calzada que comunicaba Toledo (Toletum) con Mérida (Emérita Augusta), y que además enlazaba con otra vía secundaria que llegaba desde Talavera (Caesaróbriga) hasta Puerto de San Vicente. Basándose en la descripción de esta calzada algunos historiadores han querido ver en nuestro Espinoso la Ispinum de los romanos.

Pocos elementos arqueológicos tenemos que nos puedan ayudar a conocer la historia de Espinoso del Rey. Solamente se tiene constancia del hallazgo de una moneda romana, concretamente un dupondio, probablemente de la época de Constantino, y algunas ruinas antiguas de muros y basas de columnas. En los términos de otras poblaciones limítrofes se han hallado otros restos, como en el cercano paraje de Los Villarejos, cuyo nombre indica ya la presencia de habitación humana anterior. La historiadora local Concepción Rueda refiere la existencia aún reconocible de algunos tramos de esta calzada en las inmediaciones del pueblo, así como la existencia de un yacimiento castreño amurallado con abundantes restos cerámicos y estructuras de antiguas viviendas sobre una elevación. Son también numerosos los hallazgos de asentamientos rústicos hispano-romanos y visigodos en el curso del río Fresnedoso.

Una de las viviendas tradicionales de Espinoso

Como el resto de La Jara, Espinoso estaría poblado en época musulmana por los componentes de tribus bereberes que defendían la zona fronteriza talaverana contra el avance de los cristianos que, una vez conquistada la fortificada villa del Tajo, avanzaron con sus colmenas y ganados repoblando tímidamente los desiertos jareños. Sancho IV El Bravo otorgó a Talavera, entre otras, la dehesa de los Xebalillos, que comprendía los territorios situados en torno a la cabecera del río Jébalo, en cuyo ámbito se localiza Espinoso.

Rollo jurisdiccional de Espinoso del Rey

Pero en 1579, necesitado Felipe II de fondos para sus empresas bélicas, decide vender a los lugares de su reino el derecho a convertirse en villas independientes de sus señoríos. El primero en separarse de Talavera, y por tanto del señorío arzobispal, fue el lugar de Espinoso pasando a estar bajo la jurisdicción real directa, de ahí el apellido “del Rey” que lleva nuestro pueblo. Como símbolo de la nueva condición de villa que toma se erige el rollo jurisdiccional. Los vecinos deciden comprar su independencia  al monarca alarmados porque un aventurero flamenco llamado Comelín intenta comprar el lugar para vendérselo a un noble talaverano. Con todo ceremonial se hace el amojonamiento del término que, por su aislada situación y cercanía a las sierras jareñas, siempre estuvo muy relacionado con los cuadrilleros de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera. Es tradición local que aquí pernoctó Santa Teresa, precisamente cuando seguía este antiguo camino romano entre Toledo y Guadalupe.

VISITANDO UN MUSEO DE FÓSILES EN LA JARA

UN MUSEO DE FÓSILES EN LA JARA

EL MUSEO DEL GEOPARQUE DE VILLUERCAS EN NAVATRASIERRA

Trilobites

He tenido la oportunidad de visitar el museo de fósiles y de interpretación de la particular geología de las Villuercas en un pueblo jareño actualmente en la provincia de Cáceres, Navatrasierra.

Gráfico del museo de Navatrasierra que muestra un esquema de los plegamientos geológicos de los valles del Gualija y Guadarranques

Este pueblecito serrano se halla en pleno Camino Real de Guadalupe y es entidad local menor dependiente de Villar del Pedroso, pero con sus apenas 180 habitantes ha potenciado tanto este recurso como el camino de peregrinación y otras iniciativas. Un paseo hasta allí es sumamente agradable y podremos entre otras cosas disfrutar de las impresionantes vistas desde el puerto de Arrebatacapas o la naturaleza agreste de los valles del Gualija o el Guadarranque, pero dejaremos para otro día todos esos atractivos cuando vayamos analizando los recorridos por el Camino de Guadalupe.

Crucianas sobre cuarcitas en el museo de Navatrasierra

Accederemos por Puente del Arzobispo, Villar del Pedroso Carrascalejo para, después de pasar el puerto,  encontrarnos ya en Navatrasierra, pueblecito que aún conserva algunos elementos de la arquitectura popular de pizarra y cuarcita y en cuyo subsuelo se han hallado por los propios vecinos en obras y excavaciones muchos de los fósiles exhibidos y donados por ellos. Muchos de ellos, especialmente los trilobites son de gran tamaño, hasta de 20 centímetros.

Uno de los gráficos que muestran la fauna que hace quinientos millones de años vivían en el mar que inundaba La Jara

El museo se encuentra abierto viernes y sábado y las mañanas de los domingos y un joven geólogo explica de manera divulgativa y sencilla los secretos del relieve apalachense, uno de los geológicamente más antiguos y que da sus características formas al relieve de esta zona con sus empinadas sierras paralelas y sus cresterías en las cumbres que en realidad son fondos marinos elevados hace quinientos millones de años por grandes presiones tectónicas entre los dos continentes primigenios.

Otras especies de fósiles como gasterópodos y bivalvos

Además de la magnífica colección de fósiles se exponen gráficos y un audiovisual didácticos y atractivos que hace que esta visita valga la pena para después disfrutar del entorno por las muchas rutas del Geoparque de las Villuercas cuyos planos también te facilitan en el museo. Después podremos refrescarnos y tomar alguna tapilla en los bares de la localidad.

Los trilobites se hacían una «bola» para defenderse como hacen actualmente las cochinillas de humedad

Otros ejemplares de trilobites

LLEGAMOS A VENTAS DE SAN JULIÁN POR LA CAÑADA

LLEGAMOS A VENTAS DE SAN JULIÁN POR LA CAÑADA

Calvario de Ventas de San Julián

En Ventas de San Julián no debemos dejar de visitar la iglesia parroquial que en tiempos fue aneja de la de La Corchuela. Construida en el siglo XVI, está coronada con una espadaña de ladrillo Es un edificio de mampostería y sillería modesto en su exterior. Tiene acceso a través de portada rematada con arco ojival y ábside plano con contrafuertes. El interior se distribuye en una sola nave con el presbiterio cubierto por bóveda de arista y separado de la nave por arco de triunfo de medio punto sobre pilastras en piedra con moldura renacentista. El coro se levanta a los pies sobre un pilar de granito. La iglesia guarda retablos barrocos de interés y debemos reparar en la imaginería con tallas del siglo XVI y XVII.

Fachada oeste y espadaña de la iglesia de Ventas de San Julián

En Ventas de San Julián hay que visitar, además de la iglesia parroquial, el calvario que se sitúa en el cerro del cementerio. La cruz de la estación de la Pasión tiene la peculiaridad de ser la única de la comarca que tiene el Cristo labrado en granito, ya que en la zona suelen ser cruces sencillas, sin imagen esculpida.

Cristo del calvario de Ventas

Al oeste del caserío, siguiendo la cañada, todavía se mantiene en pie el “Venturro” un viejo edificio que fue parada de los ganaderos trashumantes y uno de los pocos en la zona que todavía se mantienen habitados.

Las dos fiestas del pueblo están dedicadas al patrono San Julián cuyo nombre era también el de la dehesa sobre la que se asentaron las ventas que dieron origen al pueblo. La fiesta de verano es la primera semana de Septiembre y la de invierno se celebra el 28 de Enero, día del santo. En cuanto a la gastronomía son de destacar los platos a base de la abundante caza del término pero no debemos marcharnos sin probar el delicioso pan y los dulces caseros tradicionales que se elaboran en su tahona.

El Venturro daba servicio a los ganaderos trashumantes que discurrín por la cañada

Faustino Espejel era un artesano de Ventas que hasta hace poco labraba objetos de arte pastoril como cucharas, morteros, saleros o sellos del pan, objeto éste que se utilizaba en los pueblos antiguamente para marcar los panes que se cocían en los hornos locales con la harina que aportaba cada vecino, de forma que sellando cada hogaza se sabía a qué dueño pertenecían, pues la composición de la masa podía variar de unos a otros con diferencias en la cantidad o la calidad de los cereales. Pero la más interesante de las producciones de Faustino es el rabel, instrumento de pastores por antonomasia que este singular artesano, merecidamente homenajeado por su pueblo con el nombre de una calle, ha venido fabricando hasta hace poco, tocándolo además con maestría en un interesante repertorio de canciones tradicionales. Todos sus objetos se hallan adornados con motivos geométricos labrados en la madera que generalmente es de raíz de fresno.

Almirez labrado de arte pastoril

El entorno de Ventas de San Julián da para numerosas excursiones, no sólo por sus cañadas, sino también por las hermosas dehesas de los alrededores, surcadas por el arroyo de Alcañizo y otros que aquí se funden entre verdes bosquecillos de ribera de fresnos y espinos para ir a desembocar al Tiétar, cuyas aguas embalsa la cercana presa de Rosarito.

Cerca de Ventas de San Julián, en la dehesa del Verdugal por la que pasaremos en la próxima jornada se produjeron dos asaltos, uno de ellos inmortalizado por Goya, pero de eso hablaremos en otra jornada.

Dehesas de Ventas de San Julián con Gredos al fondo

DE CORCHUELA A VENTAS POR LA CAÑADA

DE CORCHUELA A VENTAS POR LA CAÑADALa imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es clocc4-1024x193.png

Iglesia de La Corchuela

Debemos vadear varios arroyos que en época de lluvias pueden dificultar el paso, llegando por fin al arroyo de Alcañizo. La cañada, una vez cruzado el arroyo, pasa junto a la iglesia y después junto al cementerio de La Corchuela. Éste es un arroyo muy parecido al río Guadyerbas, y como él conserva en sus riberas numerosas piezas de industria lítica trabajada hace miles de años, sobre todo lascas de sílex de muy variadas tonalidades que fueron labradas por los hombres del paleolítico.

Estos fueron los primeros pobladores de La Corchuela que hoy día es un pequeño lugar del señorío de Oropesa, incluido actualmente en su ayuntamiento. Compartía cura y parroquia con Las Ventas de San Julián y, al igual que este pueblecito, vio nacer su caserío alrededor de las ventas y mesones que daban refugio, agua y yantar a los trashumantes y sus ganados. Sufrió un golpe su economía cuando disminuyó el trasiego de los ganados mesteños por el llamado Camino Real de Gallegos y cuando se vendió, entre otras propiedades comunales, el ejido propio de este arrabal oropesano. Junto al caserío, podemos visitar una fuente restaurada donde bebían pastores y ganados cuyo entorno se ha adecentado por la Escuela Taller de Oropesa, habilitándose una zona de fiestas con su tribuna y un pequeño edificio construido según la arquitectura popular de la zona y que sirve de cantina.

Monumento a fray Juan de los Ángeles

En esta misma zona recreativa, se halla el monumento a un hijo ilustre de La Corchuela, fray Juan de los Ángeles, un escritor místico considerado casi del nivel de fray Luis de León y que vivió en el siglo XVI, siendo predicador de la corte de Felipe II y escritor de obras religiosas contemplativas como “Manual de Vida Perfecta”, “Cantar de los Cantares de Salomón”, “Vergel Espiritual del Ánima Religiosa” y otras.

Nidos de cigüeñas en La Corchuela, junto al arroyo de Alcañizo

Hace unas décadas La Corchuela fue recolonizada dotándose el pequeño caserío de algunos edificios públicos. En la casa del cura hay un bonito panel con cerámica de Ruiz de Luna y no debemos de olvidarnos de visitar la iglesia del pueblo, construcción del siglo XV con acceso mediante arco de medio punto y con fachada rematada en espadaña. En su interior son de destacar sus retablos, de los que el central aloja la pequeña pero hermosa imagen sedente del Cristo de la Humildad, celebrado en la comarca con una fiesta entrañable el domingo de Pentecostés. También son dignos de reseñar la granítica pila gótica bautismal y el púlpito, labrado del mismo material. El muro se halla recorrido por un bonito viacrucis de cerámica talaverana de Niveiro.

Cerámica de Ruiz de Luna en La Corchuela

El entorno de La Corchuela es sumamente agradable, el arroyo de Alcañizo tiene sus riberas pobladas de grandes fresnos y alcornoques y si paseamos por sus orillas podemos toparnos con los venados que corretean por la finca de El Alcornocal. Otro paraje de interés por su bien conservada dehesa mediterránea es la finca de experimentación agropecuaria de El Dehesón del Encinar. Esta finca se encuentra siguiendo el camino que discurre junto a la iglesia en dirección este y también contaba con buena cerámica de Ruiz de Luna en su capilla, cerámica que hoy se custodia en el museo talaverano. Siguiendo el arroyo abajo, en la otra orilla se encontraba otra de las aldeas de Oropesa y el palacio de La Bobadilla, del que tras el incendio de 1812 apenas quedan restos de los cimientos y de una fuente. Era este paraje lugar de caza y recreo de los condes de Oropesa y hay referencias de que en sus inmediaciones funcionó una fábrica de vidrio.

Desde Corchuela vamos recorriendo la cañada por dehesas solitarias con arroyetes con alguna chopera y fresnedas. Pasamos junto a la llamada Cruz de Ramón, que aunque lo he intentado no he encontrado quien me dijera el origen de ese nombre. Estas cruces muchas veces se ponían para recordar un hecho luctuoso, alguna muerte por accidente o por salteadoes.

Y llegamos a Ventas tras un recorrido de unos siete kilómetros.

Cruz en la cañada poco antes de llegar a Ventas de San Julián

POR LA CAÑADA Y EL GUADYERBAS HASTA  CORCHUELA

CAÑADA LEONESA OCCIDENTAL III

POR LA CAÑADA Y EL GUADYERBAS HASTA  CORCHUELA

Recorrido aproximado 17 kilómetros, 5 horas

Emblase del Guadyerbas en Navalcán

Seguimos nuestro periplo trashumante desde Parrillas. Tenemos dos opciones: ir en dirección sur, partiendo de la plaza donde se ha erigido el rollo, para volver así a la cañada, o bien recorrer la carretera en dirección inversa de nuevo hasta la cañada y así seguir completo el trazado pecuario desde donde lo dejamos para acercarnos a visitar Parrillas.

Antes de que las aguas del embalse de Navalcán anegaran la cañada en su recorrido original, deberíamos haber seguido su viejo trazado en dirección a poniente, pero debido a la inundación de la misma, ahora nos vemos obligados a tomar un camino que se dirige en dirección sur para cruzar el Guadyebas por la cola del pantano a través de un puente de nueva construcción y seguir así su nuevo trazado por la orilla sur.

Dolmen de Navalcán salvo los dos ortostatos con serpientes grabadas, con el embalse casi vacío por lo que se puede contemplar

Después de unos kilómetros nos encontramos con el Guadyerbas, río de gran interés ecológico cuyo entorno ha sido protegido recientemente como Parque Fluvial del Río Guadyerbas y los Baldíos de Velada. A primera vista, el escaso caudal que parece llevar en superficie puede engañarnos y llevarnos a pensar que se trata de poco más que un arroyuelo, pero la humedad que su cauce arenoso mantiene en el subsuelo hace que sus orillas se adornen con un precioso bosque de ribera que cuenta con rincones de gran belleza y parajes que pueden ser una sorpresa para el caminante.

Acogedoras fresnedas, alcornocales y encinares con ejemplares de gran porte, bosquecillos de espino albar nevados de flores en primavera y rojos en el otoño por sus frutos que en algunos lugares se combinan con el morado de los endrinos. Choperas, algunas alisedas y helechales que afloran sorpresivamente con su verde vivo en medio de los arenales esteparios.

Industria paleolítica de la cultura del Guadyerbas

El embalse de Navalcán sirve para el abastecimiento de agua potable a los pueblos del entorno, aunque en épocas de sequía también se utiliza como complemento para el embalse de Rosarito, que con sus aguas fertiliza las huertas veratas. El embalse del Guadyerbas se encuentra rodeado de bosque mediterráneo adehesado y bien conservado, donde no es raro que nos crucemos con los venados y con grandes bandos de grullas que en los atardeceres invernales se concentran en las orillas sobrevolando sus aguas con su peculiar graznido. Otras especies que podemos observar en este entorno privilegiado, según el naturalista Ignacio García del Pino, son la avutarda, el sisón o el alcararaván, sobre todo en las llanuras cerealistas pseudoesteparias de la zona. También se han podido detectar varios nidos de cigüeña negra y una población importante de gorrión moruno. Entre las rapaces, el águila calzada, el aguilucho cenizo y algunas parejas de águila imperial ibérica en las inmediaciones de la desembocadura del Guadyerbas en el Tiétar. El cernícalo primilla cuenta con la mayor población de Castilla- La Mancha, y todo el territorio se ha declarado por la Unión Europea como Zona Especial de Protección para Aves.

El embalse es muy frecuentado por los pescadores que intentan capturar las especies más frecuentes en el mismo, como son la carpa común, el barbo, la boga y el black –bass.

Una vez que hemos cruzado el puente sobre el Guadyerbas seguimos nuestro camino por la orilla sur. Jnto a la desembocadura del segundo arroyo que debemos vadear se situaba el conocido como menhir de Parrillas o del Guadyerbas. Se trata de un monumento megalítico que se habría erigido en el Calcolítico o Edad del Cobre hace unos cuatro mil quinientos años, como confirman los hallazgos de cerámica encontrados en la excavación que se hizo a sus pies y que desgraciadamente dejó sin sustentación al monolito, lo que ocasionó que se desplomara y fuera robado. Tenía 1,70 metros de altura y en su superficie se podían ver anchos grabados obtenidos por piqueteado y abrasión posterior. Se trata de cazoletas o huecos semiesféricos labrados y unidos verticalmente por una línea que sugiere según la arqueóloga P. Bueno la presencia de una serpiente similar a las que más tarde veremos en el dolmen de Navalcán. Otras líneas verticales más finas forman también dibujos serpentiformes mientras que otro motivo grabado en la zona superior presenta forma de dientes de sierra. Como iremos viendo, es frecuente que cerca de las cañadas se sitúen éste y otros monumentos megalíticos de la comarca, lo que nos orienta sobre la gran antigüedad de estos caminos ganaderos.

Entre el embalse y Corchuela podemos encontrar grupos numerosos de venados

DEL TIÉTAR A PARRILLAS POR LA CAÑADA

CAÑADA LEONESA OCCIDENTAL II

DESDE EL TIÉTAR A La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es clocc2-758x1024.png

Antes de hacer este tramo debemos atravesar el río Tiétar

Recorrido aproximado 12 kilómetros, tres horas

Más cuatro de la desviación a Parrillas, ida y vuelta, otra hora más.

Cañada Leonesa occidental a su paso por los términos de Velada y Parrillas

Vamos a comenzar nuestros periplos trashumantes por la cañadaque desciende desde el Puerto del Pico hasta Ramacastañas cruzando así el Tiétar y pasando de una Castilla a la otra. Aquí comenzaremos nuestro camino de hoy, siguiendo la que en los planos aparece como Cañada de Arenas de San Pedro a Navalmoral de la Mata. Vamos a seguirla desde el puente del Tiétar en dirección sur, adentrándonos en el término de la villa de Parrillas que, en nuestro ascenso paralelo a la carretera que va a Talavera, vamos a ir dejando a la derecha. Cuando coronamos el repecho, entramos en las tierras de Velada y unos metros después, parte un camino a la izquierda que nos llevará, si queremos desviarnos, en un agradable paseo de unos dos kilómetros y medio hasta un pueblo desaparecido que se llamó Aldea de Arango y que  se conoce actualmente con el nombre de la finca donde se halla, El Bosque.

Parador de San Prudencio, junto a la cañada Leonesa occidental y la carretera de Arenas

En realidad éste fue un conato de pueblo, una colonización fallida promovida en 1863, mediante la que el terrateniente y senador del reino don Andrés Arango quiso colonizar estas sierrecillas despobladas. Conserva todavía su iglesia, el cementerio, el caserío de la finca y los restos escasos de algunas viviendas de aquella población que solo duró unas décadas pero de la que se conservan en la parroquia de Velada los libros de nacimientos y defunciones. Muy cerca, en el arroyo de Navalarroyo, se conserva un molino muy antiguo, situado en una zona de praderas y alcornocales. En el arroyo de Nahínos se pueden ver dos buenos puentes graníticos con los que don Andrés quiso facilitar la explotación de sus tierras y, entre ambos, unas cascadas pintorescas. El colegio público de Velada lleva el nombre de Andrés Arango porque a su patrocinio se debe la fundación primitiva de las escuelas “velaínas” dotadas con diez mil pesetas de las de entonces.

Puente construido en l aldea de Arango por su fundador, hoy finca El Bosque

Desde Aldea de Arango volvemos a la cañada, vamos descendiendo por el cordel y dejando algunos caseríos a la derecha que en su mayoría sirvieron como ventas y paradores para los trashumantes. En el quiebro que hace el la cañada separándose de la carretera de Arenas vemos un viejo edificio que se conoce como El Parador de San Prudencio o Parador de Aguirre. Se llama así porque era propiedad de la Fundación Aguirre de Talavera, debido a que está situada en La Aliseda, una de las fincas de cuyos beneficios se financia el patronato benéfico. En la institución solamente podían ser admitidos en su origen niños de Talavera, Velada (por estar localizadas en su término las fincas de Aguirre) y Vitoria por ser este terrateniente originario de esa ciudad, cuyo patrón es San Prudencio. Este parador tenía como usuarios principales a los carreteros que bajaban desde la Sierra de Gredos cargados de madera para Talavera y Madrid. Antiguamente, cuando estaba en activo la Cabaña Real de Carreteros, los carreteros cargaban loza en Talavera, para luego transportarla a Sevilla donde se embarcaba para las Américas.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_1044-1024x636.jpg

La cañada continua entre paredes de piedra en un entorno de bosque mediterráneo y algunos prados a los lados con otros caseríos y antiguos paradores que incluso tienen hornos donde se debieron cocer no pocos panes para los serranos que pasaban por aquí con sus ganados.

Tramo calzado de la Cañada Leonesa Oriental

Llegamos después de seis kilómetros de recorrido hasta la carretera que se desvía desde la de Arenas a Talavera para ir a los pueblos de Parrillas y Navalcán. Aquí abandonamos la cañada si queremos visitar estos dos pueblos de fuerte personalidad. Solamente recorridos unos metros de la carretera vemos un indicador que nos orienta hacia la ermita de la Fuente Santa, recientemente reconstruida por los parrillanos y donde se celebra una concurrida romería. Es curioso cómo, cerca de aquí, se encontró un ara funeraria romana alusiva a las ninfas, deidades romanas de las aguas, en un entorno que cuenta con dos ermitas vinculadas a las aguas salutíferas, como son ésta de la Fuente Santa y la de San Juan Bautista, advocación vinculada también a diversos aspectos y rituales relacionados con el agua.

Fuente Santa que da nombre a la Virgen de la ermita de Parrillas

La ermita de la Virgen de la Fuente Santa es de fundación desconocida, aunque se tienen datos de su existencia al menos desde el siglo XVI. La planta original era similar a la actualmente reconstruida y en ella existía un retablo del siglo XVIII, aunque ahora la capilla está adornada con azulejo talaverano moderno. También se ha restaurado con gusto la casa del santero y la antigua fuente. El paraje es agradable con una pradera donde se desarrolla la romería y la procesión en torno a la ermita con las consabidas pujas posteriores.

Romería en la ermita de la Virgen de la Fuente Santa

BAJANDO LA CAÑADA Y CALZADA DEL PUERTO DEL PICO

BAJANDO LA CAÑADA Y CALZADA DEL PUERTO DEL PICO

Recorrido aproximado 23 kilómetros, 6 horas

En todas las rutas de las cañadas solamente se señala la ida del recorrido, sin la vuelta

El puerto del Pico ha sido desde la prehistoria el más transitado por las gentes, ganados y mercancías que querían ir de una meseta a otra, ya que es el más accesible, con sus 1352 metros, comparado con los puertos cercanos de Mijares o Serranillos que cuentan con 1570 y una mayor pendiente. Eso ha hecho que nos quede como huella de ese trasiego la calzada romana más larga y mejor conservada de todo el territorio peninsular. La Cañada Leonesa Occidental coincide en su trazado con esta calzada, lo que nos habla de la antigüedad de estas viejas vías trashumantes.

La cañada Leonesa Occidental discurre por la calzada romana en su descenso del puerto del Pico

En el mismo puerto comienza a descender esta impresionante vía histórica, pero debemos antes disfrutar de la vista que se contempla sobre todo el valle del señorío de Mombeltrán, con sus Cinco Villas repartidas por sus laderas, y al fondo las llanuras del valle del Tajo, La Jara y el Campo Arañuelo. En las inmediaciones del puerto vemos dos antiguos indicadores que nos dan la distancia a Ávila de 10 leguas y a Madrid 29 leguas, y sobre las praderas cercanas vemos erigido un monumento de dudoso gusto estético en el que se recuerda a los caídos de uno de los bandos en los combates que, para defender lugar tan estratégico, tuvieron lugar durante la Guerra Civil.

Calzada y cañada descienden del puerto del Pico

Un poco más abajo se hallan las ruinas del antiguo Portazgo, lugar que tenía una  finalidad  aduanera para el cobro de los impuestos que grababan a las mercancías y ganados que circulaban por nuestros caminos. Es un edificio de granito que tuvo que tener también una utilidad militar, ya que las ruinas nos muestran sillares bien trabajados y de buen tamaño, con pequeñas aberturas o troneras en sus muros destinados a dar mayor seguridad y facilitar la vigilancia del puerto

El macizo granítico del Torozo nos mira desde la altura en nuestro recorrido

El trazado de la calzada romana es sinuoso, con mayor pendiente que la carretera (15%) pero muy bien acabado en su solado, en los quites para desviar las corrientes de agua y en los pequeños puentes y alcantarillas que impedían su destrucción por las avenidas. También se ven en los tramos altos postes graníticos que tenían la finalidad de marcar el camino después de las nevadas, como actualmente se marcan con barras metálicas. Podemos observar su estructura, elevada sobre el terreno, con grandes bloques laterales que soportaban las piedras de la calzada. Va discurriendo por todo el valle pasando por Cuevas del Valle con unos tres kilómetros de trazado empedrado.

Después de atravesar bonitos bosques de castaño y algún pinar entramos en el primero de los cinco pueblos que salpican el valle, se trata de Cuevas del Valle que acredita su condición de villa por el rollo jurisdiccional que se levanta en la zona norte del casco urbano. No vamos a describir el patrimonio de los pueblos que atravesamos, pues ya lo hemos hecho en sus rutas respectivas encuadradas en el valle del Tiétar.

En Cuevas del valle se hacen ramos que se ofrecen el Domingo de Resurrección con dulces y pequeños regalos

Si no queremos cansarnos mucho, podremos recorrer la calzada descendiendo, dejando un vehículo en la Villa de Mombeltrán o en Cuevas y subiendo con otro coche hasta el puerto.

Va descendiendo luego hacia la Villa de Mombeltrán, pasando su caserío cerca de la garganta del Puerto al este del caserío. Todavía continúa por la zona más llana del valle hasta Ramacastañas, y aunque algunos tramos se han perdido por pasar sobre ellos la propia carretera, otros afloran en curvas y cambios de rasante, demostrándonos la importancia de esta vía de comunicación con más de dos mil años de antigüedad. Una vía romana que comunicaba la meseta norte con las dos calzadas  que desde Toletum (Toledo) y Caesaróbriga (Talavera) iban hasta Mérida.

Castilllo de la Villa de Mombeltrán

En Mombeltrán la cañada pasa junto al rollo, que se encuentra en su lado norte después de haber cruzado un puente sobre el arroyo del Herradero.

Más tarde pasamos por la iglesia en ruinas de Arroyocastaño, un despoblado junto al que hay una antigua venta que daba servicio a los trashumantes. Aquí se cobraba el portazgo por cada oveja merina que pasaba aunque varió durante el trascurso de la historia y hubo algunos problemas de competencia con el señor feudal de Mombeltrán. También vemos una ermita en ruinas que es la la antigua iglesia de la población.

Hospital de peregrinos y transeúntes de la Villa de Mombeltrán

Discurre después la cañada por el valle entre prados y arboledas dejando en ocasiones que veamos alguna alcantarilla de la calzada o algún pequeño tramo empedrado, sobre todo en las cuestas que sube antes de bajar hacia Ramacastañas, lugar donde también se controló en algunas épocas el trasiego ganadero y los impuestos respectivos, y que sigue teniendo esa función de dar comida y cama a los viajeros, igual que hacían sus habitantes hace siglos con los trashumantes.

Cruzado el río Ramacastañas, seguimos hasta el río Tiétar por un tramo en que la cañada está muy bien conservada en sus dimensiones.

RUTA DEL CERRO DE LOS MOROS

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Ermita de la virgen del Valle en Torrecilla de la Jara

 Recorrido aproximado 13 kilómetros, 4 horas

 Comenzaremos la excursión de hoy en la ermita de la Virgen del Valle,  muy cerca de Torrecilla de la Jara, que es de planta rectangular con una sola nave y la capilla mayor rematada en falsa bóveda con pinturas del siglo XVIII. La construcción data de 1673 aunque ha sufrido numerosas reformas. Está dotada de un campanil y un pórtico sujeto por siete pilares en la cara sur, aunque la entrada se realiza por otra puerta cubierta por un pórtico moderno.

Sin duda el más conocido de los festejos torrecillanos es la romería que el último domingo de Agosto celebran los lugareños y no pocas gentes de los pueblos cercanos hasta la ermita de la Virgen del Valle. Según la tradición se apareció a un porquerillo que estaba con su ganado en las orillas del río Fresnedoso y tanto se asustó el zagal, que con su honda disparó una piedra a la señora que se le aparecía, de manera que a este incidente achacan el hecho de que la imagen tenga una pequeña mancha en la mejilla, el hematoma producido por la rusticidad defensiva del pastor.

Leyenda de la aparición de la Virgen del valle que describimos en el texto y representada en azulejos en la ermita

El último domingo de agosto se celebra allí una interesante romería en la que además de las tradicionales pujas por las andas o por determinadas partes de la imagen, se baila una antigua danza que todavía se conserva aquí y en los pueblos aledaños como Retamoso, La Fresneda o San Bartolomé. Es el baile de La Pera al son del cual se recogen donativos de los danzantes que evolucionan en la pradera cercana a la ermita. También se levantan castillos humanos, no tan elevados como los de las fiestas catalanas, pero muy curiosos por lo  inhabitual de esta costumbre en nuestras latitudes.

Podemos encontrar en la excursión parajes como éste en el río Fresnedoso o el Sangrera

Medio kilómetro, bajando el río, en la orilla oeste se encuentra el Cerro de los Moros, donde todavía puede observarse una necrópolis visigoda desgraciadamente destrozada por desaprensivos «buscatesoros».

Desde allí seguimos el cauce del río Fresnedoso hasta llegar a la confluencia con el Sangrera, y unos cuatrocientos metros más abajo encontramos el bonito molino de agua de El Grajo que también fue pequeña fábrica de harinas movida por motor cuando faltaba caudal en el río. Por el margen derecho del río seguimos unos dos kilómetros y medio hasta el paraje de Cerro Gordo, donde hay unas magníficas vistas sobre el pequeño cañón del río que allí se forma. Si es tiempo en que corra el río podemos bajar a sus orillas y disfrutar de sus charcas y riberas. De vuelta ya pasaremos por Retamoso.