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CONCEPTOS BÁSICOS DEL FUNCIONAMIENTO DE LOS MOLINOS DE AGUA

Segundo capítulo de mi libro agotado «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo» en el que se dan algunos conceptos básicos sobre la energía hidráulica para comprender su funcionamiento

II.- LA ENERGÍA HIDRÁULICA

Molino de cubo en Riofrío, Sevilleja de la Jara
Molino de cubo en Riofrío, Sevilleja de la Jara

Conozcamos ahora algunos conceptos básicos sobre energía hidráulica que, aunque en su desarrollo teórico no eran conocidos por la mayoría de los constructores de molinos, sí que eran, sin embargo, intuitivamente aplicados por ellos. Conseguían así adaptarse al medio en condiciones frecuentemente muy adversas de topografía, pendientes y caudales, consiguiendo la máxima rentabilidad del artificio para una molienda más productiva y un aprovechamiento del caudal de forma que se pudiera moler el mayor tiempo posible del año hidrológico.

Es fundamental  saber que a mayor altura de una columna de agua, mayor será la potencia del molino. Por esta razón la altura de los cubos es la que determina la fuerza de salida del agua a través del saetín para accionar el rodezno. La altura mínima de estos cubos necesaria para mover piedras de mediano tamaño ha sido considerada desde antiguo como de unos cinco o seis metros[1], los treinta palmos que nos recomiendan los libros de Juanelo.

La potencia en caballos de un artefacto hidráulico vendría dada por la fórmula:

 

Potencia = Cantidad de agua en litros   X   Altura en metros

                                                                             75

De aquí podemos deducir que cuando el caudal es pequeño, para conseguir una potencia similar, deberemos aumentar la altura. Esto es lo que los molineros conseguían elevando la envergadura de sus cubos cuando construían lo que luego describiremos como molinos de bombo (fig. 16). Como dicen los libros de Juanelo: A que cuanto fueren ellos más altos los cubos, aunque sean muy estrechos, por causa que el mucho peso del agua es el que hace la molida.@[2]

Esquema topográfico básico de una instalación molinera
Esquema topográfico básico de una instalación molinera

Considerando la viscosidad del agua constante y las diferencias de rozamientos y turbulencias despreciables entre un ingenio y otro, el principio de Pascal nos dice que toda presión ejercida sobre un líquido se transmite íntegra y normalmente en todos los sentidos. De esta forma la presión soportada por una superficie AS@ sería:

P = S x H x V

donde S es la superficie, H es la altura y V la viscosidad, que en nuestro caso consideramos con un valor homogéneo de 1 ( fig. 6) [3].

Una consecuencia de este principio es que la presión no es dependiente de la cantidad de agua almacenada sino solamente de su altura; de esta forma, por ejemplo, un tubo de un metro de diámetro y cien de altura haría soportar a su base una presión igual a la que soportaría esa misma base si se encontrara bajo millones de metros cúbicos de un gran embalse que tuviera esos mismos cien metros de altura. Todo ello nos indica que el volumen contenido en el cubo de un molino no influye sobre la potencia, aunque sí que influirá sobre el tiempo de molienda, pues tendremos un mayor caudal disponible para una misma sección del tubo de salida del agua o saetín.

En determinados lugares como La Mancha, donde nos encontramos con escasas pendientes que hacen necesarios grandes recorridos de canal para conseguir un mínimo desnivel, estos largos canales son poco rentables por su elevado coste, por las pérdidas de caudal ocasionadas por los escapes de agua y por las obstrucciones frecuentes que conlleva la escasa pendiente. El molinero soluciona este problema controlando todo el caudal por canalización del cauce y mediante la construcción de molinos de regolfo que aprovechan más la energía centrífuga que la gravitatoria como luego describiremos.

Esquema básico que explica el funcionamiento de un molino de agua
Esquema básico que explica el funcionamiento de un molino de agua

Definimos como gasto o caudal la cantidad de agua que pasa por la sección de una conducción en un segundo. Según el Teorema de Torricelli  este caudal depende del diámetro y forma del orificio así como de la velocidad del líquido.

Podemos resumir todos los conceptos anteriores diciendo que la potencia de un artificio molinero está en relación directa con el desnivel H, entre los dos puntos extremos del canal, y que también depende del caudal. El caudal a su vez es proporcional a la velocidad media del agua y a la sección de la corriente que en nuestro caso coincide con la sección de la boca del saetín (figs. 5 y 6).

Es necesario también que la corriente de agua incida de una manera suave sobre las ruedas, sin impactos bruscos que hagan perder parte de la energía. La salida del agua, después de haber accionado las ruedas, debe producirse sin turbulencias ni estancamientos que desperdicien la energía al impedir o dificultar el giro libre de los rodeznos o de los rodetes de los regolfos. Para conseguirlo los cárcavos de los molinos deben permitir una salida libre de la corriente mediante la construcción aguas abajo de espigones de obra que conduzcan el agua en la dirección adecuada. El estancamiento se previene con un adecuado diseño molinero y construyendo las presas de los molinos posteriores situados en ese río de forma que el remanso de sus presas no alcance e inunde el cárcavo del molino anterior.

Para un mejor aprovechamiento energético es también necesario un estudio de la inclinación adecuada que debe tener el chorro del agua al salir del saetín. Todo un tratado sobre este tema se desarrolla también en Los XXI Libros de los Ingenios y las Máquinas de Juanelo Turriano[4].

[1] GONZÁLEZ TASCÓN, I . Opus cit. pp. 183-192.

[2] LOS VEINTIÚN LIBROS…Opus cit. p. 333.

[3] De IGUAL, J.: Opus cit. pp. 67-70.

[4] LOS VEINTIÚN LIBROS…Opus cit pp. 323-333.

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, CASTILLO DE BAYUELA (III)

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, CASTILLO DE BAYUELA (III)

Cultivos y arquitectura popular

Espada de espadar el lino y rueca para hilar
Espada de espadar el lino y rueca para hilar

En el siglo XVIII se nos dice que la mayor parte de las parcelas de regadío se dedican al cultivo del lino, sesenta fanegas nada menos son para este aprovechamiento que junto al de la morera son los dos grandes desaparecidos en la historia de la Sierra de San Vicente. Vamos a acudir a un paisano nuestro, el talaverano Gabriel Alonso de Herrera para saber algunos datos de cómo era el cultivo tradicional del lino, este clérigo de la parroquia de San Miguel que durante el siglo XVI vivió en Talavera sacó de sus vivencias por toda la comarca sus conocimientos para escribir el primer tratado de agricultura de España y uno de los primeros que en Europa intentaban hacer una ciencia del cultivo de los campos. Hoy da nombre a un instituto donde estudian muchos de los hijos de este pueblo. Pues bien sobre los tipos de lino dice: “ Uno es invernizo, que se siembra antes del invierno que en algunas tierras llaman vayal, otro hay que se siembra a la primavera, que es por hebrero o marzo, y porque se riega llaman regantío”

Aparece una palabra que a todos os sonará, vayal y que es una bayuela, sino un diminutivo de vayal, yo estoy con los que mantienen que el nombre de vuestro pueblo y el apellido de bayolero por el que se conoce a los vecinos de aqui deriva directamente de estos linares ya desaparecidos.

Y sigue Alonso de Herrera: “ Cuando lo arrancaren han de hacer pequeños manojos…unos lo sacuden sobre sábana y otros con un peine de madera tan estrecho de púa que la cabezuela donde está la simiente no pueda pasar..y luego lo lleven al río… pónganle pesas encima porque ello es muy liviano…después bien enxuto y soleado, tráyanlo so techado, y antes que lo majen pónganlo en lugar algo húmido que la hebra tome correa, que si así seco lo majassen y espadassenc ortaríen la hebra y perdería mucho. Esto hecho entréguenselo a las mujeres que hagan dello como saben y lo pongan en perfición”

He leido en un artículo de AGUASAL como se guarda todavía memoria de los lugares donde se cultivaron los últimos linares y las piedras donde se majaba el lino virgen, y cómo todavía se guardan algunas espadas de madera de espadar el lino y algún peine de púas para obtener la fibra vegetal además de algunas mañas de esta fibra vegetal.

Molino de agua del arroyo Saucedoso
Molino de agua del arroyo Saucedoso

En el Catastro de Ensenada se hace también referencia a los olivares de donde se obtenía la aceituna que más tarde se molturaría en los lagares o molinos de aceite del pueblo. En aquella época eran dos y hoy todavía queda algún resto del llamado molino del Cura, hoy todavía se puede recrear la planta de sus instalaciones.

En cuanto al vino, hemos visto que en época tan temprana como el siglo XIV ya se hace referencia a las “viñuelas del castiello”. Todavía en la actualidad quedan algunas bodegas donde se mimaba la producción vinícola de la zona que, en el caso de una de las aldeas de Castillo, como es Hinojosa llegó a tener cierta fama.

Entre las instalaciones preindustriales de interés en Castillo de Bayuela debemos destacar la molinería de sus arroyos, nada menos que ocho molinos de agua eran movidos por el Guadmora y el Saucedoso. Son preciosas muestras de arquitectura popular en granito que debéis conservar, son molinos de cubo, de rampa y algunos de cubo-rampa según la terminología que utilizo en mi trabjo sobre los molinos de la provincia, el molino fue siempre lugar de trabajo pero también de encuentro, de vida y porqué no decirlo, de sisa y de estraperlo. Nos llevaría mucho tiempo hablar de su funcionamiento, de la maquila, de sus presas de sus canales de sus cárcavos y rodeznos, pero quede constancia de nuestra referencia a los molinos de agua, primera máquina que ahorra tiempo y esfuerzo al ser humano.

Ejemplar de vivienda arquitectura popular tradicional en castillo de Bayuela. Mampostería de granito con piso bajo blanqueado
Ejemplar de vivienda arquitectura popular tradicional en castillo de Bayuela. Mampostería de granito con piso bajo blanqueado

Ya me he referido a la belleza que como arquitectura popular tienen los edificios molineros, pero hay muchas otras muestras de esa arquitectura tradicional  que tuvimos tiempo de analizar en una conferencia anterior monográfica sobre ese tema. Pero recordemos que la sencilla forma de costruir de estas sierras hunde sus raices en el mundo céltico de las edificaciones redondas con techos vegetales que luego se transforman en falsas bóvedas por superposición de lanchas de granito, es el caso de los chozos y las cochineras, repartidas por vuestros montes. La arquitectura popular tiene una característica fundamental que es la utilización de los materiales más inmediatos y así el granito en mampostería y en más raras ocasiones en sillería predomina sobre otros materiales como el adobe y el tapial que se reservan para construcciones secundarias o para aumentar la altura de las escasas viviendas dobladas. Ese segundo nivel de vuestras casas donde se guardaba la paja y que os valió el nombre que se os aplica en el conocido dicho “ Los de Castillo pajariegos, que toda la paja encierran y un año que no la cerraron se murieron las becerras.”

Cerradura tradicional de madera empleada en muchas puertas y porteras de la Sierra de san Vicente
Cerradura tradicional de madera empleada en muchas puertas y porteras de la Sierra de san Vicente

La tradición arquitectónica de los pueblos serranos abulenses se deja también sentir en vuestras viviendas tradicionales: bajos perfiles de prolongadas techumbres, pequeños huecos y vanos y sobriedad absoluta en la ornamentación. Si acaso alguna cerradura en la que el herrero se entretuvo en adornar con motivos sencillos.

Pero no debemos olvidar las encantadoras construcciones secundarias como los pilones graníticos, los abrevaderos y comederos de animales vaciados en la piedra o en grandes troncos, las parideras, las majadas, los ameales, las fuentes y los puentes de bloques ciclópeos de granito, ese granito que también sirvió para labrar las cruces del calvario o la calavera que preside el cementerio, porque hasta en el cementerio se puede encontrar el sabor de la cultura popular y alli también me adentré con todo respeto y contemplé algunas de esas preciosas lápidas de cerámica de Talavera que tienen escritos bonitos epitafios imaginados por el corazón sencillo de un labrador que ha perdido a un ser querido, casi siempre algún niño.

No había sin embargo lavaderos en Castillo, las mujeres se encontraban en el arroyo y allí cambiaban impresiones y chascarrillos, hoy la consulta del médico y los comercios han sustituido a ese lugar de encuentro que era la fuente o el lavadero.

Pero volvamos otra vez doscientos años atrás y analicemos la sociedad bayolera de entonces: Dos clérigos representaban a la iglesia en el pueblo, los funcionarios de entonces entre comillas eran un administrador del señor feudal, un cirujano y un boticario, un maestro de primeras letras y un escribano;  hoy, la mejora de los medios de comunicación y el falso atractivo de la ciudad hace que ni los sanitarios, los maestros o los administrativos vivan en los núcleos rurales en su mayoría, este hecho disminuye de alguna manera el dinamismo social de nuestros pueblos.

Pozos y pilas en Bayuela

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO (II)

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO: CASTILLO DE BAYUELA

Conferencia impartida por Miguel Méndez-Cabeza en Castillo de Bayuela. 2ª parte: Sus recursos en la historia

Vista de prados y bosque de encinas y enebros desde el cerro del Castillo
Vista de prados y bosque de encinas y enebros desde el cerro del Castillo

Escuchad si no lo que dicen unos bayoleros de 1578:

“ …que en esta villa en tiempos que vivían en el Castillo, han oído decir a los pasados que los vecinos de él eran personas principales y gente de guerra y desde el castillo corrían la tierra de la comarca, y se defendían, y han oído decir que los habitantes de el dicho castillo tuvieron en tiempos pasados muchas diferencias y cuestiones con los de la villa de Escalona, y se llevaban los ganados de las unas partes a las otras y sobre la defensa de ellos siempre se apellidaban los de el dicho Castillo, y salían a defenderlos.”

Un lugar tan estratégico como vuestro cerro del Castillo no podía pasar desapercibida su situación estratégica para los pueblos que pasaron por aquí, pero este hecho tenía sus inconvenientes y como también decían en el siglo XVI,” por ser la tierra fragosa, y en parte alta, y mucha estrechura, los vecinos dejaron aquella vivienda y se bajaron a vivir donde al presente están, que antes dellos se llamaba Pajares, por estar adonde el dicho lugar está agora algunas labranzas y casas pajizas.”

Antes de su deforestación, estas tierras se encontraban cubiertas de bosque y así los vecinos del tiempo de Felipe II dicen “ Hay bastante leña, y cerca, como son encinas, robles, madroñeras, alcornoques, enebros y  otros montes bajos». Hoy esos montes y dehesas no son tan frondosos, pero hubo un tiempo en que como nos decía el archivero Rafael Gómez, se carbonearon los bosques de Balsamaña llegándose a exportar ese carbón a Madrid en más de mil carretas, poco nos queda ya de aquella actividad carbonera, si acaso el recuerdo de la extracción de picón en tiempos más recientes y manchas circulares de color oscuro que no son otra cosa que la huella de antiguas carboneras.

Portera de un prado en Castillo de Bayuela. Las puertas son de resistente madera de enebro
Portera de un prado en Castillo de Bayuela. Las puertas son de resistente madera de enebro

Pero esa leña no sólo sirvió para arder en los hogares o en los muchos hornos de pan llamados maquileros como los molinos por cobrarse el dueño su servicio en especias quedándose con algún pan de la cochura del vecino, también servirían para cocer las tejas que sustituirían a los techos retamizos o pajizos de las viviendas según se iba consolidando la población, todavía os queda uno de esos hornos tejares en recuerdo de aquella antigua actividad hoy ya desaparecida.

También se utilizó su madera para la construcción de las viviendas, pilares y vigas de enebro son tal vez el mejor y más duradero de los materiales que pueden utilizarse en la arquitectura popular y vuestros antepasados no dejaron de hacer uso de esas cualidades. Los cuarterones y las vigas maestras de las construcciones de  envergadura precisaban de una mayor longitud y formas más rectilíneas, es el caso del pino como que, también decían hace quinientos años: la traen de las villas del Adrada y… que están a ocho y cuatro leguas”

Una de las actividades primeras de los repobladores cristianos, que  ya desde los visigodos se venía desarrollando en nuestro entorno, es la producción del único edulcorante existente hasta el descubrimiento de América y la caña de azúcar, me refiero a la miel. Era, como podemos comprender, un producto de primera necesidad y su aprovechamiento se acompañaba del de otro producto fundamental, la cera, necesario para dar luz a las oscuras casas de vuestros antepasados y preciso para los rituales de la iglesia, tan imbricados en su vida cotidiana. Pues bien con la corteza del alcornoque se hacían esas primitivas colmenas que incluso hoy día se utilizan, uniendo sus tapas y el cuerpo con virus de jara, ese otro material vegetal que daba calor o que servía para hacer las techumbres de las viviendas, sosteniendo el entortado de barro sobre el que se apoyaban las tejas.

Siguiendo con los recursos naturales que aprovechaban vuestros antepasados esta relación que venimos siguiendo del siglo XVI nos dice que el pueblo era “ tierra de alguna caza como son: perdices, liebres, conejos, aunque no en mucha cantidad, y algunas zorras, lobos y tejones.” lazos , lanchas de piedra hábilmente dispuestas y otros artilugios han servido hasta hace poco para complementar la escasa proporción de proteínas de la dieta al alcance de una sociedad rural como esta de la sierra se San Vicente.

Casi dos siglos antes, Alfonso el Onceno cazaba osos por estas tierras como se dice en su Libro de la Montería: “ et Guadamora es todo un monte, et es bueno de oso, et de puerco en ivierno. Et son las vocerías, la una desde cabeza del Oso, la cumbre ayuso, fasta la cabeza del Toconal, et travesar el arroyo de la Fresneda fasta la cabeza de la Gatera, et por esta fasta La Calera: et la otra desde el arroyo del Real et por medio de las viñas del Castiello fasta las dehesas de Pajares. Et son las armadas, la una en Salzedosa a la boca de Navaconejeros, et la otra en las Cañadiellas”.

En 1578 Bayuela “es tierra de alguna labranza, …y que en ella se cría seda más cantidad que en lugares comarcanos, y hay algunos ganados como cabras, ovejas, ganados de cerda …”

Como veis poco ha cambiado desde entonces la condición ganadera  que desde tiempos prehistóricos tenían vuestros prados y dehesas, que al encontrarse atravesados por un importante ramal de la cañada Segoviana, eran arrendados a los ganaderos trashumantes desde San Andrés hasta finales de abril. Los merinos o serranos como se les conocía aportaban así una fuente económica complementaria al pueblo

Grandes ejemplares de morales y moreras quedan todavía como resto de la antigua producción de gusano de seda en la comarca
Grandes ejemplares de morales y moreras quedan todavía como resto de la antigua producción de gusano de seda en la comarca. Se mantienen sus ramas con vigas de granito.

Pero ya tenemos aquí una desaparecida actividad que hasta no hace mucho se desarrolló especialmente en la Sierra de San Vicente, el cultivo de la seda, que salvo los más jóvenes todavía habéis conocido con esas trojes llenas de hoja de morera que alimentaban a los gusanos que todavía los chavales de toda la comarca crían pero ya convertida esta actividad en un juego, modesta huella  de lo que fue otra fuente de ingresos complementaria, principalmente durante el siglo XVIII, cuando la Real Fábrica de Sedas de Talavera elaboraba ricas telas que adornaban los mejores palacios con el producto de esas viejas moreras centenarias que todavía se conservan en vuestros cercados y que son monumentos vivos de una actividad por la que nuestra tierra fue conocida incluso en el extranjero, de la que dependieron miles de personas y que al cesar con el cierre de esas Reales Fábricas ocasionó una época de hambruna en la comarca. Esas moreras eran conocidas como árboles prudentes por los antiguos debido a su brote tardío que evitaba así las heladas.

Y en fin, en esta relación dirigida a Felipe II, el rey Prudente, que estamos analizando se definen los recursos de este pueblo con una preciosa frase que ya habréis escuchado pero que por ser encantadora traigo de nuevo aquí: “Es tierra, de muchas cosas poco, y de ninguna mucho”  ¡Qué castellana y sobria forma de aceptar la humildad de recursos pero al mismo tiempo la variedad de los mismos que lleva a esa independencia, a esa tendencia a la autarquía del labrador castellano.

Pero vayamos al siglo XVIII, allí  encentraremos algunos datos más concretos sobre la forma de subsistir de los bayoleros. Los regadíos son pocos y dependen en gran medida de la pluviosidad anual, de todas formas se nos refiere que entre los frutales cultivados se encuentra el cerezo, lo extremo y seco del clima actual impediría seguramente que además de las higueras y las moreras los huertos de las riberas contaran con estos frutales. También han casi desaparecido los robles de los que se dice en el siglo XVI que estaba poblado el término, confirmándonos hoy esa regresión del ecosistema.

Molinos en el arroyo Saucedoso

ETNOGRAFÍA DE UN PUEBLO, BAYUELA

EL PATRIMONIO ETNOLÓGICO DE CASTILLO DE BAYUELA (1)

Primera parte de una conferencia impartida por Miguel Méndez-Cabeza en Castillo de Bayuela. Trata de los antecedentes prehistóricos y algunos datos arqueológicos.

Los cerros del Castillo y del Obispo, donde se asentaron los primeros bayoleros
Los cerros del Castillo y del Obispo, donde se asentaron los primeros bayoleros

La etnología es la parte de la antropología que estudia las razas, los pueblos, las diferentes culturas, en todos sus aspectos físicos y psíquicos. Se basa para ello en los materiales aportados por otra ciencia antropológica, la etnografía.

La historia es otra de las armas de las que se sirve la etnología para estudiar las formas de vida del hombre, aporta una visión evolutiva del modo de sobrevivir del ser humano que se va adaptando en el curso del tiempo a diferentes condicionantes naturales y sociales para conseguir vivir sobre un espacio natural determinado aprovechando un entorno concreto.

Pero esta historia de la que hoy hablaremos no es la historia de las grandes batallas, los reyes y los señoríos, los grandes monumentos o las grandes conquistas, es la historia de las gentes y de cómo nacen, se alimentan, se visten, se divierten, se reproducen, se aman o mueren adaptándose al engranaje de la naturaleza que les ha sido dada.

Un ejemplo que todos entenderéis es el de la población de Montesclaros, asentado su término sobre el territorio más calizo de toda nuestra comarca, acabaron sus habitantes por explotar la cal  en casi una treintena de hornos caleros que la cocían y, tras comerciar con ella se enjalbegarían los pueblos de nuestra tierra, se elaboraría la argamasa con que se se construirían los edificios más significativos e incluso se exportaría fuera de aquí constituyendo una de las formas de vida características de esa localidad cercana. Pues bien, la etnología estudiaría todos los aspectos materiales y culturales de ese mundo de la cal .

Pero hemos venido a hablar de vuestro pueblo y de sus habitantes que hace miles de años cazaban grandes animales sobre las terrazas del Alberche y sus arroyos afluentes dejando sobre los sedimentos fluviales las hachas con las que partían la carne o las raederas con las que cortaban las pieles y que algunos vecinos coleccionan hoy día.

Camino empedrado que sube al cerro del Castillo tal vez desde tiempos prehistóricos
Camino empedrado que sube al cerro del Castillo tal vez desde tiempos prehistóricos

Con el Neolítico, el hombre desarrolla el cultivo de los cereales y el pastoreo. Como en casi toda la meseta central, la localización de yacimientos neolíticos es incierta y sólo podemos aventurar su existencia por el hallazgo de hachas pulimentadas de difícil datación, ya que también se encuentran en los asentamientos de la Edad del Bronce. De esa época sí que tenéis en Bayuela una buena representación en el Cerro del Obispo. Ahí  arriba se enterraron hace unos 3500 años unos hombres que ya dominaban el trabajo de los metales como indican los crisoles hallados en el yacimiento; se inhumaban con sus cuchillos de sílex, sus hachas de piedra y sus molinos barquiformes que nos informan de ese balbuceante dominio de la agricultura. También se encuentran fusayolas o pesas de telar y leznas que nos sugieren un trabajo textil y del cuero que les dotaría de sus vestidos y recipientes, los cuencos y vasijas de variada tipología que fueron hechos a mano, sin conocer todavía el torno, nos demuestran que estos primitivos bayoleros conocían la cerámica. El hallazgo de un brazalete de arquero nos sugiere que desarrollaban una actividad cinegética y que estos hombres del bronce medio como culturas posteriores que se asentaron en el cerro del Castillo lo hicieron por lo fácil que resulta la defensa de un grupo humano, debido a lo escarpado de las pendientes rocosas de vuestro cerro más significativo.

Pero hay otra constante en la dedicación de las gentes de este pueblo que ya aparece en época tan lejana, parece, según sus excavadores, Gil Pulido, Menéndez  y  Reyes, que estos enterramientos rituales en pithoi, delimitados por una lancha de granito y una torta de cerámica como tapadera, contenían cuartos de animales como ofrenda al muerto, como sustento simbólico en su viaje al más allá. Este detalle nos habla ya desde hace 3.500 años de la actividad quizá más característica de estas tierras, la ganadería.

A lo largo de nuestro viaje por las formas de vida bayoleras vamos a ver como , en realidad no han variado mucho los recursos y el aprovechamiento del entorno desde aquellos remotos tiempos de la Edad del Bronce.

Verracos vettones de Castilla de Bayuela. El mayor cuentan que se bajó desde el cerro del Castillo por los quintos en los años 30
Verracos vettones de Castilla de Bayuela. El mayor cuentan que se bajó desde el cerro del Castillo por los quintos en los años 30

Damos otro salto  en la historia y nos encontramos en la Edad del Hierro, y un pueblo eminentemente ganadero como el de los vettones vio también en el cerro del Castillo el lugar idóneo para guardar sus ganados, y puso en la puerta de su gran cerca esculturas zoomorfas que protegieran simbólicamente a sus reses, son vuestros verracos. Eran un pueblo que deambulaban de un lado a otro con sus ganados y que por tanto dejaron muy pocos restos materiales de su cultura y de sus formas de vida, muchos historiadosre consideran que son los precursores de los ganaderos trashumantes y que fueron ellos los que comenzaron a dibujar las cañadas que todavía hoy atraviesan vuestros pastos. Esta cultura prerromana extendía su ámbito de influencia por las actuales provincias de Ávila, Salamenca, Cáceres y la comarca de Talavera, los verracos de Castillo de Bayuela son de los que se encuentran en una situación más oriental ya que la zona de influencia de Toledo no está ya en el ámbito de los pueblos célticos sino en el mundo de los pueblos ibéricos. Los asentamientos vettones se localizaban en castros, zonas elevadas y rodeadas por amurallamientos donde construían sus viviendas circulares en muchas ocasiones similares a las viviendas más simples de las que todavía podemos contemplar por vuestros campos, me refiero a los chozos de pastor o a las cochineras, que recuerdan a las viviendas que formaban los poblados de los castros gallegos, o en ejemplos más cercanos como el Castro de El Raso, cerca de Candeleda o el del arroyo Manzanas en Talavera.

Los romanos también dejaron su huella en Bayuela y en parajes como la Vega del Debate o la zona de la Fuente del Moro se hallan muros, tégulas y cerámica que nos habla de su presencia. Formando parte del muro de una cerca podemos todavía ver una mole de piedra a medio labrar que no es otra cosa que el enorme peso que en los lagares romanos ayudaba a que la viga presionara la aceituna para obtener su preciado aceite, los lagares o molinos de aceite que se mantuvieron hasta hace poco en el pueblo son herederos directos de aquellos lagares romanos. Nunca sabremos si realmente fue la sierra de San Vicente la que sirvió al guerrero lusitano Viriato como refugio y base de sus razzias sobre los romanos que se aventuraban buscando pastos, cómo no, por esta zona siempre unida al pastoreo y la ganadería.

Los visigodos también dejaron restos de su paso por Bayuela en esa concentración de historia y arqueología que es el cerro del Castillo. Allí quedaron las fíbulas y los broches con que estos pueblos guerreros se enterraban. 

Portada mudéjar de la arruinada iglesia del cerro del Castillo en Bayuela

HISTORIA DE LOS MOLINOS DE AGUA (y II)

SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA DE LA MOLINERÍA DE MI LIBRO AGOTADO «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo»

Autor:  Miguel Méndez-Cabeza

Ruinas del cárcavo de un molino en el Tiétar
Ruinas del cárcavo de un molino en el Tiétar

Mediante los molinos de sangre, dos hombres o un asno molturaban en la antigüedad unos cinco kilogramos en el mismo tiempo que un molino de agua de potencia media (5-10 Cv) conseguía moler 180 kilogramos de cereales. Este hecho y la gran difusión que durante el siglo XII alcanza este ingenio, han llevado a que en la historia de la tecnología algunos autores hallan considerado esta centuria como el verdadero inicio de la revolución industrial. Esta afirmación puede parecer exagerada, pero si tenemos en cuenta que en el siglo XIX toda una serie de industrias son movidas por turbina hidráulica -que no es sino una adaptación del modesto rodezno del molino harinero- y que esta turbina (fig. 3)  se adaptará posteriormente a la producción de energía eléctrica por la aplicación en 1855 de los principios de Faraday, podemos convenir al menos en otorgar al venerable molino de agua el título de abuelo del proceso industrial.

También a comienzos del segundo milenio son los árabes quienes consiguen aumentar la potencia de las ruedas verticales al hacer incidir sobre la parte superior de las mismas la corriente de un canal [1](fig. 24). Antes de esta innovación -mediante la cual la gravedad aumenta la fuerza que antes solamente proporcionaba la corriente o “fuerza viva” del agua- la parte inferior de las ruedas se introducía directamente en el curso del río. Otra aportación de los árabes es el arubah, precursor del molino de cubo (fig. 16) y que consiste en una construcción cúbica o cilíndrica donde se acumula el agua antes de mover el rodezno. Se conseguía así otro aumento de energía por aprovechamiento de la fuerza gravitatoria[2] en corrientes de caudal escaso.

Molino en ruinas en el arroyo Marrupejo, término de Cervera
Molino en ruinas en el arroyo Marrupejo, término de Cervera

Desde la Edad Media se comienzan a disponer las palas del rodezno en sentido helicoidal. Si además de esto, se introduce la rueda en una cuba cilíndrica en la que el agua discurre desde arriba hacia abajo y en sentido rotatorio, nos encontraremos entonces ante el precursor del molino de regolfo[3]  (fig. 18).

Este tipo de ingenio fue descrito en el siglo XVI por Francisco de Lobato, probable introductor del mismo en España. En un interesante manuscrito de este autor estudiado por Francisco García Tapia, se describe este artefacto y otras muchas innovaciones tecnológicas de la molinería[4]. El aragonés Lastanosa hizo en este mismo siglo una pormenorizada descripción  de diferentes tipos de molinos con la que se adelantó en mucho a los conocimientos de su tiempo[5]. Realizó además una intuitiva pero muy aguda aplicación de otros principios físicos de hidráulica.

El Libro Once de Los Veintiún Libros de los Ingenios y Máquinas de Juanelo Turriano está también dedicado integramente a la tecnología molinera, lo que unido a la atención que, entre otros, prestan los dos anteriores autores a la molinería, nos sugiere la inquietud que estos ingenios despertaban en la época de Felipe II[6].

La Ilustración no podía dejar de interesarse por estos temas y ya en la Enciclopedia de Diderot se describe minuciosamente un molino y su funcionamiento[7].

Cárcavo de un molino de agua con su cárcavo

Al molino de regolfo, que dibuja Lobato en su manuscrito, solamente le faltaría cerrar herméticamente la cámara cilíndrica donde giran el agua y la rueda, para que nos encontráramos ante lo que más tarde se conocerá como turbina de reacción. En el siglo XVIII el francés Bellidor estudió estos molinos y sus escritos inspirarían a Fourneyron que en el año 1832 inventa e instala en París la primera turbina que llevará su nombre[8].

Las turbinas fueron la evolución natural de los molinos de regolfo como explica el texto
Las turbinas fueron la evolución natural de los molinos de regolfo como explica el texto

Las turbinas denominadas “de acción”, cuya mejor representación es la de Pelton (fig. 3), tienen su antecedente en lo que Lastanosa llamó “molinos de bomba”. En ellos una corriente vertical incide sobre la parte lateral de una rueda vertical. Este sistema ha tenido poca aplicación práctica en molinería. En el año 1849, Francis fabricó la primera turbina de admisión exterior. En ella el agua entraba radialmente y salía en dirección próxima al eje. Aún hoy se emplean y podemos reconocerlas en antiguas centrales eléctricas por su forma exterior similar a la espiral de una concha de caracol. Fourneyron añadió a la turbina un mecanismo fijo que distribuía el agua en filetes líquidos dirigidos de forma que movilizaran un rodete exterior en este caso. Se conseguía así una pérdida mínima de energía por la entrada de agua sin choque y la salida casi sin velocidad. Estas turbinas se denominan centrífugas, a diferencia de otras que cuentan con distribuidor exterior y rodete interior y se conocen como centrípetas. Pelton consigue, sin embargo, disminuir la pérdida de energía por el choque del agua cuando, al partir en dos las cucharas del rodete mediante una arista medial, divide el chorro en dos mitades suavizando el impacto[9].

Hemos hecho esta breve descripción de las principales turbinas porque, aunque estos artificios se salen del ámbito de la etnografía para entrar en el de la arqueología industrial, su nacimiento y evolución apoyan la idea del molino de agua como origen de la tecnología industrial.

Sala del molino de Los Rebollos en Valdeverdeja

Las correas de transmisión supusieron otro avance importante por cuanto se conseguía con ellas impulsar toda la maquinaria complementaria de la molinería (dechinadoras, limpiadoras, cernedores y humedecedores) al transmitir el movimiento rotatorio del eje del rodezno a otros ejes que las movilizaban. Los tornillos de Arquímedes y los rosarios de cangilones facilitaron por su parte el transporte en sentido vertical y horizontal del grano y de la harina. Todos los elementos anteriores fueron ingeniosamente combinados en diferentes planos de un edificio por Oliver Evans en 1783, año en el que diseñó y construyó la que podíamos considerar como primera fábrica de harina[10].

Sulzberger empleó por primera vez cilindros de hierro en lugar de las tradicionales piedras de molino y Weymann en el año 1874 utiliza cilindros de porcelana.[11].

A comienzos de este siglo, cuando se utilizan la electricidad o los motores diesel como fuerza motriz para estas fábricas de harina, comenzará un lento pero inexorable declive de los molinos de agua que solamente continuarán funcionando hasta nuestros días en contadas ocasiones y casi siempre para moler pienso.

En España, las fábricas de harina movidas por turbina hidráulica comienzan a distribuirse por todo el territorio nacional en las últimas décadas del pasado siglo. Es característica en ésta, como en otras instalaciones industriales, la influencia tecnológica francesa, aunque a principios del siglo XX se percibe la entrada de maquinaria y la utilización de tecnología austro-húngara.[12]

[1]  MOPU-CEHOPU : “La obra pública en España, patrimonio cultural” ,Catálogo exposición, Madrid, 1986.

[2]  MUMFORD, L. Opus cit.  p. 133.

[3] DAUMAS, M. Opus cit p. 67.

[4] NICOLÁS GARCÍA TAPIA, Los molinos en el manuscrito de Francisco Lobato (Siglo XVI), Los Molinos, Cultura y Tecnología, Sorzano( la Rioja) – Madrid, 1989, Centro de Investigación y Animación Etnográfica, pp.  151-173.

[5] GARCÍA, N. y CARRICAZO, C. : Opus cit. pp.67-81.

[6] LOS VEINTIÚN LIBROS DE LOS INGENIOS Y MÁQUINAS DE JUANELO TURRIANO, Fundación Juanelo Turriano, Edic. Doce Calles y Biblioteca Nacional, Madrid 1996. Vol II, pp. 323-388.

[7] STRANDH, S.: Historia de las máquinas. Madrid, Ed Raíces, 1984, pp. 115.

[8] GARCÍA, N y CARRICAZO, C.: Opus cit. pp. 93-96

[9] De IGUAL, J.: Máquinas e instalaciones hidráulicas. Ed. Soler, Barcelona, 1922, p. 122.

[10]  ESPASA- CALPE, Enciclopedia, Primera Edición, ver Molinería, pp. 1474-1571.

[11]  Ibidem

[12] ILLA, A.: El Libro del Molinero, Tratado práctico de la fabricación de harinas.Murcia, Tipográficas de Anselmo Arqués, 1883, pp I-IX de la introducción.

 

MOLINOS DE VIENTO EN VELADA Y TORRALBA

MOLINOS DE VIENTO EN VELADA Y TORRALBA

Molino de viento de los marqueses de Velada
Molino de viento de los marqueses de Velada

Son muchos los molinos de agua de nuestra comarca, al ser surcada nuestra tierra por numerosos ríos y arroyos, pero al no tratarse de un territorio tan llano como lo es La Mancha no fue tan necesario construir ingenios movidos por el viento como lo fue allí, donde fue importada su tecnología desde Flandes.

Hueco donde se encontraba el blasón de los marqueses de Velada, constructores del molino de viento

En la comarca de Talavera hay dos molinos de viento de los que se conservan restos. Uno de ellos lo vemos cuando yendo hacia Arenas de San Pedro y pasado el casco de Velada vemos a la izquierda una construcción sobre una elevación que muchos confunden con una atalaya musulmana, aunque no es otra cosa que un molino de viento que perteneció a los Marqueses de Velada, que intentaban así contar con un ingenio que moliera la producción cerealística de su señorío, ya que el arenoso cauce del Guadyerbas era poco propicio para la construcción de molinos de agua porque en los llanos de Velada sería muy largo el canal necesario para ganar el agua la altura precisa para mover un artificio de agua, y además, el suelo arenoso haría que se filtrara gran parte del agua perdiéndose el caudal.

Interior del molino de viento de Velada

Es una construcción de sillarejo granítico con cintas de ladrillo y sillería en puerta y ventana. Se perciben también los huecos donde iba la estructura de madera del piso y la escalera. Lo que parecen almenas no son tales, sino los huecos donde iban las vigas de la techumbre del molino, aunque vamos a dejar para otra ocasión la explicación de su funcionamiento. Encima del dintel de la puerta se ve el hueco del blasón hoy desaparecido de los marqueses Velada, sus primitivos dueños y constructores.

Restos del molino de viento de Torralba, al fondo Oropesa
Restos del molino de viento de Torralba, al fondo Oropesa

El otro molino se encuentra en un olivar al otro lado de la autovía al suroeste del casco urbano de Torralba de Oropesa. Se conserva en peor estado pues apenas conserva la mitad de altura de sus muros, aunque se percibe también el arranque de la escalera helicoidal. En este caso la construcción es de mampostería de pizarra y ladrillo con argamasa. Me dicen los entusiastas de Rutas Arañuelas que había otro del que no quedan restos junto al camino que une Oropesa y Lagartera

Interior de las ruinas del molino de viento de Torralba de Oropesa
Interior de las ruinas del molino de viento de Torralba de Oropesa

 

 

LA CERÁMICA FUNERARIA POPULAR

Placa funeraria del cementerio viejo de Oropesa
Placa funeraria del cementerio viejo de Oropesa

La cerámica de Talavera es conocida sobre todo por la preciosa azulejería y las magníficas piezas del siglo XVI y XVII que hicieron de esta manifestación del noble oficio del barro la preferida de Felipe II, que la puso de moda entre los poderosos de la época y concedió a sus alfares el privilegio de exportación a su inmenso imperio. Pero hay otras producciones de la cerámica talaverana menos conocidas y de elaboración más tardía y popular que, no por menos llamativas desde el punto de vista estético, carecen de interés como expresión artesanal y llena de contenido antropológico, sobre todo en cuanto al estudio de la mentalidad popular referida a un tema como es la muerte, con el que, según Quevedo,  tanto teníamos que ver los médicos. Se trata de la cerámica popular funeraria que se puede observar en casi todos los cementerios públicos situados en torno a Talavera y Puente del Arzobispo.

Muchos de los camposantos fueron trasladados desde las céntricas iglesias de los pueblos hasta su más higiénica periferia por la normativa  promulgada el siglo pasado. Es por ello difícil saber si durante los siglo XVI y XVII se produjo esta manifestación cerámica funeraria y de hecho los ejemplares más antiguos que he podido encontrar se datan a finales del siglo XVIII. Posteriormente hay una verdadera explosión  en la segunda mitad del siglo XIX y vuelve a reavivarse cuando se produce el renacimiento de la cerámica talaverana con Ruiz de Luna.

Las abundantes piezas del pasado siglo son monocromáticas, en tonos marrones o sepia y con una gran sencillez en la decoración, sin embargo, tienen una gran expresividad en cuanto a la lírica popular de sus epitafios se refiere. Una excepción a este modelo son algunas placas de Puente del Arzobispo que adaptan a ciprés su tradicional motivo del “pino” con sus hermosas tonalidades verdes.

Placa funeraria en cerámica en color del taller de Ruiz de Luna
Placa funeraria en cerámica en color del taller de Ruiz de Luna

Ruiz de Luna redescubre la cerámica de Talavera en la primera mitad del presente siglo y encontramos  curiosas manifestaciones de su arte en las placas de cementerio que ejecuta, algunas de ellas en relieve y de las que reproducimos algún ejemplar. A las nuevas generaciones de esta familia de ceramistas les toca vivir la posguerra y producen una serie de monumentos o paneles de azulejos referentes a los caídos del bando nacional durante la confrontación , todo un género cerámico funerario que requeriría un estudio aparte ya que, sin entrar a considerar su contenido ideológico, no están exentas de belleza.

Pero aparte de consideraciones estéticas sobre el soporte cerámico hay que resaltar la riqueza de los epitafios que se escriben sobre estas modestas lápidas de barro cocido. Epitafio significa en griego “sobre sepultura” y desde la antigüedad se ha venido expresando esta última vanidad humana que es el “mensaje postrero” que en forma de monólogo, diálogo o poema dejamos a las generaciones futuras. Los romanos repartieron su epigrafía por toda nuestra península y es ésta una de las principales fuentes para el estudio de su historia. Los más modestos de ellos se enterraban bajo algunas grandes tejas, esas “tégulas” que a veces tenían grabada alguna inicial o pequeña inscripción.

Placa funeraria cerámica de Puente en Aldeanovita

En los cementerios de Los Navalmorales y en Espinoso, he hallado algunas grandes baldosas muy similares con una modesta inscripción realizada  ya en nuestro siglo con un punzón cuando el barro aún estaba fresco. Es la más modesta expresión funeraria, probablemente, sobre la tumba de algún humilde peón agrícola.

Los motivos ornamentales de esta cerámica funeraria son los tradicionales: la cruz, el túmulo, los cipreses, diferentes y sencillos adornos vegetales y algunos geométricos en  las cenefas. En las placas de los niños es frecuente la presencia de ángeles más o menos afortunados en la ejecución de su dibujo.

Hay algunas alusiones a la enfermedad que provocó la muerte y a si fue repentino el desenlace o bien se produjo “ tras larga enfermedad”:

Padre nuestro que estás en los cielos / por el alma de Jacinta va / que bastante ha sufrido / con los años de su enfermedad.

En ocasiones se dejan entrever las arcaicas etiologías que el pueblo considera causa del deceso:

La muerte te sorprendió /  dejándonos sin consuelo / Petronilo ruega a Dios  / por tus padres  en el cielo. / Tu fuiste la mejor rosa  / del jardín de Jericó / y cuando más fresca estabas / Mal aire te desojó.

Otras veces se teatraliza el final de la vida pues, hasta en las mentes más sencillas, hay deseos de trascender no sin cierto histrionismo:

La muerte me separó / de los seres tan queridos  / y para mayor dolor / me dejó dos angelitos / Un ataque me separó / de Ulalio y de Ulalita  / y al volver un poco en sí / por los dos yo preguntaba.

Los recursos poéticos tienen a veces cierto aire de haber sido extraídos de sermones, por ejemplo en alguna de las muchas despedidas en primera persona del difunto a sus deudos se dice:

Adiós hermanos queridos / Bien me podéis perdonar  / de cuanto os haya ofendido / Adiós, Hasta Josafat.

Placa de cerámica funeraria del cementerio viejo de Oropesa
Placa de cerámica funeraria del cementerio viejo de Oropesa

La rima pura y dura es la que con frecuencia busca el anónimo autor :

Adiós, madre, dulce encanto /yo sé que estás en la gloria /Gozando de Dios ,¡ Qué llanto / derrama por ti Gregoria !

O este otro ejemplo de rima más traída por los pelos:

 Emilia de mi corazón/ para qué quiero vivir / si ya no tengo ilusión / desde que te vi morir / tu triste esposo afligido / Reomualdo Rodríguez Lozano / se quedará en la vida / sin tú cariño ni amparo.

Los recursos poéticos están a veces impregnados de los lugares comunes del estilo literario vigente en la época que, no  lo olvidemos, coincidía en muchos casos con el romanticismo:

El cuerpo descansa aquí / de la virtuosa Petra / pero su alma penetra / la gloria porque está allí / de este mundo baladí / salió y ha subido al cielo /  rápidamente en un vuelo / dejando a su esposo e hijos / entre dolores prolijos / en el mayor desconsuelo.

Todavía se escriben las mismas llamadas que hacían los romanos a que el viajero se detuviera junto a las tumbas del camino y, así  por ejemplo, dice una de ellas : Pasajero que a la postre / de este mundo al otro vas / rézame un Ave María / que Dios te lo pagará.

Toda esta cerámica funeraria es, no lo olvidemos, el último pequeño lujo que gentes muy humildes daban a sus seres queridos y por eso no debemos esperar que se canten las glorias y honores que glosaban los antiguos epitafios. Lo más que se puede encontrar es un “ fue alumno del instituto de Toledo”, “fue cura ecónomo de Piedraescrita” o “fue uno de los devotos que más se distinguieron en cooperar con sus limosnas para la construcción de este templo de Navaltoril”. No son, desde luego, grandes hechos heroicos los que aquí se reflejan.

Otro tipo de epitafio dentro del género es el que podríamos clasificar como “ tétrico”, el típico epitafio de calaveras y espanto.

¿Qué es de tu talle? Pues si considero / y contemplo despacio tu figura / has quedado tan feo que yo infiero / que si alguno amara tu hermosura / y viese un retrato de tu rostro fiero / No quisiera mirarla ni en pintura.

Desgraciadamente, las flores de plástico, los mármoles y todo un elenco de elementos kitch han sustituido en los cementerios actuales a estas bonitas placas de cerámica llenas de contenido y cultura popular.

LEYENDAS DE MORAS

LEYENDAS DE MORAS

Puente de la fortaleza musulmana de Castros

Son varias las leyendas de moras repartidas por nuestra tierra y en su mayoría ligadas a la noche mágica de San Juan, la noche del solsticio de verano, la noche más larga del año llena de ritos primitivos.

Cuando hablamos de moras no hablamos de musulmanas, el pueblo llamó así a las paganas, a las antiguas que son anteriores al cristianismo, por eso cualquier yacimiento arqueológico sea de la época que sea se suele asociar con los moros.

Desembocadura del río Pedroso con el risco granítico desde donde dice la leyenda que se lanza la mora

En la desembocadura del río Pedroso que se precipita sobre el Tajo desde unos altos canchales graníticos y a un paso de las ruinas de la ciudad musulmana de Castros, lo que las gentes de Puente del Arzobispo y Villar del Pedroso llaman «La Muralla». Pues desde esa cascada se lanza una mora bajo la luz de la luna todas las noches de San Juan hasta el Tajo. Y la causa dicen que es un mal de amores.

El risco Ñaña y su covacha, lugar de aparición de la mora para peinarse

Y nos vamos ahora a  las sierras de Espinoso del Rey y subimos entre castaños, robles y pinos hasta el risco Ñañas, extraño nombre casi impronunciable de puro antiguo. Una afloración de grandes bloques de cuarcita que forman un magnífico balcón panorámico sobre las rañas de La Jara. Allí se asoma también en la noche de San Juan una mora que peina sus largos cabellos con un peine de oro.

Vista de Piedrescrita desde Las Moradas, parajes donde se aparece la mora

En un valle cercano se sitúa el pueblo de Piedraescrita, que ya en el nombre lleva su pincelada de arqueología. Su hermosa iglesia con orgullo de ermita está situada en la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana y guarda una de esas vírgenes»lloveoras», vírgen del agua que sus vecinos pasan a los de Espinoso cuando no llueve llevando las andas a pie sobre la corriente  del Jébalo naciente.

Pues bien, en ese valle hermoso no sólo se apareció la Vírgen de Piedraescrita. Una mora salía también  y se presentaba ante los pastores poniéndoles en la tesitura de elegir entre disfrutar de su cuerpo o de un tesoro que tenía escondido. Un pastor eligió el tesoro y ella le dijo que había sido estúpido porque de elegirla a ella habría disfrutado de ambos.

Entorno del paraje de Siegaverde en Lucillos, donde se aparecía la mora que se conertía en Liebre

En Lucillos, en la vaguada húmeda del arroyo de Segaverde hay una cueva hoy ocluida donde cuenta una leyenda local que salía una mora en las noches de San Juan. Lo más peculiar de esta leyenda es que la mora se convierte en liebre al amanecer.

 

PEQUEÑA CRÓNICA DE UN PASEO A LOS BAÑOS DEL HORCAJO Y DE LA GUARRA

PEQUEÑA CRÓNICA DE UN PASEO A LOS BAÑOS DEL HORCAJO Y DE LA GUARRA

Alcornocales de las dehesas de Velada
Alcornocales de las dehesas de Velada

(Enero  2016)

Para disfrutar de este invierno de almendros en flor, mariposas tempranas y hasta alguna culebra tomando el sol, y para alejarnos de la bulla de corruptos y cantamañanas, mi amigo Rafael, el Archivero, y un servidor hemos decidido recorrer las dehesas inmensas y desconocidas que se extienden entre Velada y Oropesa,

Y como siempre nos ponemos un objetivo en nuestros periplos, decidimos acercarnos hasta los Baños de El Horcajo, uno de esos charcos en los que las gentes de la comarca encontraban alivio a sus males reumáticos o «carranclas», que dicen los pacientes lugareños.

Baños del Horcajo en Alcañizo

Baños de la guarra en Torralba,

 

Vamos viendo rótulos de sonoros topónimos  Cornocosillo, que lleva los alcornoques y las encinas en el nombre; Cerro Dávila apellido de guerrero, repoblador y noble abulense cuya familia dio origen a las casas nobles de Velada y Navamorcuende, dos de los primeros señoríos de Castilla;  Quejigoso otra especie de quercus más querenciosa de humedad que sus hermanos la encina y el alcornoque de estas dehesas; arroyo de Mangas de Cuero de misterioso nombre, como El Arenal del Lobo

Sólo algunos rebaños de ovejas aprovechan  los pastos donde pacen algunas grullas, y nos sorprenden en su cercanía con su enorme tamaño de pajarraco elegante y gritador.

Y cruzamos arroyos arenosos arañuelos con su ribete de fresnos deshojados pero que muestran algunas yemas en esta primavera prematura, y bosquetes de espinos aguardando a blanquear con sus flores estos sotobosques mediterráneos.

Unos guarros negros salen tropezando de una charca con su paso presuroso. Allí gozaban tranquilos hasta que nosotros, tal vez los únicos humanos que han visto en todo el día, les sorprendemos.

Soledad, encinas y más soledad y por fin llegamos a nuestro objetivo.

Charca de los baños de El Horcajo en Alcañizo
Charca de los baños de la Guarra en Torralba

Se trata de un arroyo que se ensancha en un paraje donde afloran algunas peñas de granito y que dada la escasez de la piedra en estos parajes ha sido utilizada como cantera. Y allí está el charco de los baños, pero resulta que estos son otros baños ya en término de Torralba. Lo distinguimos por unas estacas a modo de barandilla para quienes se quieran adentrar en la poza rodeada de juncales. Hay unas construcciones cercanas pero dan la sensación de ser ganaderas, no parece que haya precarias instalaciones balnearias. Sólo parece haber sido un revolcadero como tantos baños de «la guarra» que hay en la comarca, especialmente en La Jara y que tienen similar leyenda de descubrimiento. Una guarra o una jabalina, no sé porqué son siempre hembras, que estando tullidas y enfermas curaron al revolcarse en el charco y eso dio una pista a los humanos para seguir esa línea terapéutica para sus achaques.

Sentados, disfrutamos de un atardecer en que sólo se oye a las grullas volar sobre nosotros con el trompeteo característico, su canto peculiar de tenores llegados de Suecia o Finlandia, en ruta hacia sus dormideros del embalse del Guadyerbas o de Rosarito después de bellotear bajo las copas de las viejas encinas.

En nuestro deambular por estas dehesas podemos encontrarnos con rebaños de venados como estos

Intentamos localizar los baños de El Horcajo, pero parece que queda poco de ellos por la construcción de una presa en el arroyo.

Y recuerdo que, preguntando por ellos, un pastor me dijo en una visita anterior  que su padre vio llegar a una señora montada en una tartana que hubieron de acercar al charco por su imposibilidad para moverse, y que al poco de tomar las aguas salió la señora andando tan campante, que no le hizo falta ayuda ni para subir al carrillo Y además se comió medio queso con pan.

Pero su canto a las virtudes de aquellas aguas me sorprendió todavía más cuando me explicó hecho un Hipócrates, mientras se hurgaba la mellada dentadura con una aguja de espino, que a quien de verdad le sentaban bien aquellos baños era a los veratos. Y quedé pensativo sobre los curiosos mecanismos de la herencia genética y la fisiología que hacían a los habitantes de La Vera  merecedores de los favores de las ninfas y náyades arañuelas que sin duda habitan en el fondo del charco de los baños.

EL MOLINO CALANCHO EN LOS NAVALMORALES, UN MOLINO CUALQUIERA QUE HAY QUE CONSERVAR

Cárcavo del molino de Calancha

El presente artículo es el informe que hice para Hispania Nostra de cara a poner en su Lista Roja este elemento del patrimonio.

Se trata de un molino de arroyo que, como tal, tiene la gran importancia etnográfica y de arqueología industrial de todos estos venerables artificios. Este es uno de los casi trescientos molinos de la provincia de Toledo que se haya relativamente bien conservado por mantener la captación, el canal, la represa, el receptor y el cárcavo, aunque la sala se encuentra ya destechada.

Fueron los molinos hidráulicos la primera máquina que ahorró trabajo físico al ser humano. Mejorando su rendimiento en el curso de los siglos, desde el molino de rodezno se llegó al molino de regolfo y, cerrando la cuba de éste, se consiguió la turbina, que más tarde originaría el generador eléctrico y por tanto la revolución industrial.

Croquis de la planta del molino

En cuanto a su historia, les puedo comentar que en el arroyo Navajata no aparece molino alguno hasta casi mediado el siglo XIX pues ni en las Relaciones de Felipe II de Navalmoral de Toledo o Lugarnuevo ni en las de Navalmoral de Pusa aparecen referencias a ellos, mientras que sí se alude a los molinos y batanes del río Pusa o a los del río Cedena a su paso por el término.

Sucede lo mismo en las referencias del siglo XVIII, tanto en el Catastro de Ensenada como en las Relaciones del Cardenal Lorenzana. Pero sí hay, sin embargo, alusiones a seis molinos en el Diccionario de Madoz de 1845, de los que debido a ese elevado número referido puede que alguno de ellos se tratara de este molino de Calancha en cuestión. En el arroyo Navajata existen restos de tres molinos de los que éste artificio es el mejor conservado y ocupa el segundo lugar en el cauce.

Canal y embocadura de la rampa del receptor

Desde el punto de vista de su arquitectura popular sí tiene un gran interés, pues desde la presa molinera y la posterior represa, el agua discurre por un curioso canal elevado hasta el receptor. Dicha conducción está completamente realizada en granito, material abundante en su entorno. Su estructura se levanta con grandes bloques que conforman el canal y que se sustentan sobre pilares de mampostería de bloques pétreos del mismo material. Unas largas piezas rectangulares de granito forman también los laterales del canal al que en algunos lugares se ha aumentado su altura mediante mampostería sobre el borde.

Canal elevado del molino

El canal que viene desde la presa o azud desemboca en una represa anterior al receptor que, además de para aumentar el caudal disponible necesario para la molienda, parece haberse utilizado como reservorio de agua para utilizarla en el regadío de los prados y huertos cercanos.

El receptor del agua es del tipo que en mi libro «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo» denomino «de rampa» ya que el agua se precipita por un plano inclinado hacia el saetillo sin que se acumule previamente en un depósito, como sí que sucede en los molinos de cubo. Tiene esta rampa el valor de estar fabricada mediante muy buena sillería que en su embocadura está precedida por una entrada también granítica. En el cárcavo, adintelado con bloques graníticos, no parecen conservarse restos del rodezno o de otras estructuras.

La sala del molino está hecha de mampostería y al encontrarse destechada, el artificio corre el riesgo de total destrucción. Se conserva la piedra “solera” pero la «volaera» se encuentra partida.

Acceso a la sala del molino

Considero muy interesante su conservación por lo referido anteriormente y porque, como tantos otros de estos pequeños molinos de arroyo o molinos «bastardos», se encuentra en claro riesgo de desaparición.

Su entorno, con los barrancos graníticos cercanos rodeados de magníficos olivares tiene un gran valor paisajístico que se suma a otros elementos cercanos como el llamado dolmen de La Cobertera, alguna explotación minera cercana y otros elementos de arquitectura popular, como dos pequeños puentes de granito que, articulados en una ruta molinera que partiera desde el pueblo, podían constituirse en un elemento cultural de interés que preserve su integridad con no mucho coste.