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ENTRE EL TIÉTAR Y EL GUADYERBAS

RUTA ENTRE EL TIÉTAR Y EL GUADYERBASrutatiétarguadyerbas
Un kilómetro antes de llegar a Parrillas, atraviesa la carretera la cañada que, desde el Puerto del Pico, discurre hacia Extremadura por las llanuras de la Campana de Oropesa. Tomamos esa cañada en dirección suroeste llegando hasta las orillas del Embalse del Guadyerbas, donde el aficionado a la pesca puede intentar capturar alguna carpa, barbos, bogas y black-bass, aunque las desafortunadas repoblaciones con peces gato y percasoles han degradado la práctica de este deporte en casi todos los embalses.

Riberas del Tiétar

El siguiente tramo del trayecto continúa por la misma orilla del pantano que, si el nivel de  las aguas no es muy elevado, es practicable. En el caso contrario después de disfrutar del embalse y sus magníficas vistas sobre Gredos y las dehesas del entorno volveremos a la carretera y continuaremos por ella el recorrido hacia el oeste.

Arquitectura popular de Parrillas

Nos encontramos ya en el muro de la presa y desde allí seguimos la carretera como un kilómetro más hasta que volvemos a encontrar el río a la derecha .En este paraje se encontraba uno de los núcleos de población que dieron origen a Navalcán y del cual hoy apenas quedan restos, con algunos muros escasamente visibles y, si os fijáis bien, una calleja entre pequeños fresnos que conduce a un grueso muro de argamasa, único testigo de lo que fue la iglesia del pueblecito de Guadyerbas las Bajas.

Molino en el Guadyerbas

Este paraje es adecuado para detenerse a reponer fuerzas y dar un paseo observando primero un tejar sobre una pequeña elevación donde todavía se percibe el horno, la era donde se extendían los ladrillos antes de cocerlos y la pila donde se amasaba el barro. Al otro lado del río se encuentra un molino en un paraje de fresnos y praderas muy ameno, y siguiendo su canal aguas arriba llegamos a un antiguo puente medieval cuyo arco, muy aplanado, parece ir a derrumbarse de un momento a otro. El lugar es adecuado para la pesca del black-bass y también abundan los cangrejos americanos.

Puente "romano" de navalcán sobre el Guadyerbas Puente «romano» de navalcán sobre el Guadyerbas

Volvemos a Navalcán y tomamos la pista que frente a la piscina conduce a la captación de aguas en el Tiétar. Se distingue por ir casi paralela a una pequeña línea eléctrica. Un kilómetro antes de llegar al río hay una desviación a la derecha que nos conduce hasta el molino de Peña ,es un paraje muy agradable ,donde se puede pernoctar si vamos a pie y queremos doblar la jornada, pues el molino es abovedado y dentro hay arena.

El río corre limpio hasta Junio cuando desgraciadamente, las captaciones de agua de las urbanizaciones y pueblos de Gredos y la escasa depuración de las aguas residuales que generan, lo deterioran hasta el punto de no ser recomendable para el baño. Pero las primaveras del Tiétar son de singular belleza y también nos permiten practicar la pesca, sobre todo de barbos y bogas.

Desandamos el camino hasta Navalcán ,aquí podemos reponer fuerzas en los dos o tres restaurantes ,carillas y cochinillo o chanfaina, por ejemplo, y dar una vuelta por el pueblo visitando un pequeño puente medieval restaurado por la escuela taller, algunos elementos de arquitectura popular, un monumento a los conquistadores que desde estas tierras fueron a las Américas y otro a los emigrantes. Los amantes de la artesanía pueden adquirir en Navalcán labores de mantelería que, aunque menos conocidas que las de Lagartera, en nada tienen que envidiarlas.

También podemos visitar un pequeño museo etnográfico donde además se exhiben las fotos donadas por Arthur Miller,  escritor y premio Nobel cuya esposa, después de Marylin Monroe, fue Inge Morth que hizo las instantáneas en los años 50 durante una boda local.

Una de las fotos de una boda en Navalcán de Inge Morth que se exhiben en el museo. Una de las fotos de una boda en Navalcán de Inge Morth que se exhiben en el museo.

Seguimos después nuestro camino hasta Parrillas, pueblo con mucho sabor que todavía conserva rincones con pintoresca arquitectura tradicional. También aquí ha restaurado la escuela taller un potro de herrar, la placita del pilón y se han erigido un rollo en memoria del 350 aniversario del privilegio de villazgo de este pequeño pueblo al que desde aquí felicitamos por conservar su patrimonio etnológico. Otro ejemplo de su buen hacer es la reconstrucción de la Ermita de la Fuente Santa que podemos visitar, camino ya de Talavera y donde se celebra en mayo una concurrida romería.

Las labores de Navalcán

Se pueden adquirir en Navalcán a buen precio típicas labores tradicionales. Los eruditos dicen que son absolutamente autóctonas y remontan sus motivos al siglo III d.C. Parece que sus esvásticas, rombos y meandros son de origen copto y de una gran influencia oriental. Son bordados de los denominados «de tejidillo» y tradicionalmente se hacían sobre lino con hilo de lana ,especulándose con la influencia sobre bordados incas que habrían llevado los navalqueños que pasaron a América en la conquista.

LA RUTA DE LA CAL

LA RUTA DE LA CAL

Ruta de la Cal de mi libro Rutas y Senderos de talavera y Comarcas Ruta de la Cal de mi libro Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas

Diecisiete kilómetros separan Talavera de Montesclaros, y desde este encantador pueblecito comenzaremos la travesía de hoy, aunque parece que hace unos meses propietarios de fincas colindantes han cortado el acceso a los hornos de cal.

Preguntaremos por el camino de los caleros y a menos de un kilómetro topamos con la restaurada ermita de San Sebastián que, por la arcada ciega occidental, da la sensación de ser obra inacabada, junto a ella se encuentra el crucero,gótico tardío con el escudo de los señores de Montesclaros que también lo fueron de Castillo de Bayuela y los pueblos de su entorno. Seguir leyendo LA RUTA DE LA CAL

DESDE EL RISCO ÑAÑA, SINTIENDO LA JARA

DESDE EL RISCO ÑAÑA

Invierno en La Jara. El sol rojo se refleja al atardecer sobre las espesas columnas de humo y vapor de las almazaras que se levantan por encima de los caseríos de tejas rojas, rojos ladrillos y adobes colorados.

Las rañas jareñas vistas desde el risco Ñañas

Hileras interminables de olivos platean sobre las rañas movidos por el viento que se levanta al salir el sol después del chaparrón. Las duras cuarcitas que desde hacía siglos se comían las rejas de los arados romanos brillan mojadas sobre la arcilla. Verdean las jaras, este año jugosas porque el invierno húmedo y sin frío no las ha dejado consumidas y blanquecinas como en los años de secas pelonas y escarchas.

Vestidas con mil capas de chaquetas de chándal, rebecas y mandiles las mujeres salen por las mañanas en los remolques a varear las olivas, el único tesoro que les va quedando con las cuatro cabras y lo que deja el señorito por matar a los venados o el italiano por disparar hasta a los saltamontes.

Corrales y labranzas arruinadas desde el risco Ñañas

Y los chozos de pizarra se van derrumbando y las casillas de los olivares muestran sus muros de tapial lamido por el agua, con los cuartones y los cañizos de sus tejados pudriéndose bajo la lluvia y los cascotes. Y al fondo, las sierras antiguas se elevan con sus inmensos canchales de piedras quebradas y picudas que formaron antes enormes montañas. Grandes cordilleras que se formaron al elevarse hace millones de años los limos de un mar ancestral que dejó sus pequeños monstruos marinos impresos en la roca de Las Moradas o del Rocigalgo.

Cumbres de La Jara Alta desde el rico Ñañas Cumbres de La Jara Alta desde el rico Ñañas

Olor a alpechín y al barro pisoteado de los trampales de los caminos que se mezcla con las heces del ganado, de los rebaños que cada vez pasan menos por las coladas y cañadas, permitiendo que el monte se vaya comiendo las barreras. Y observo que siguen poniendo puertas al campo con las ilegales y elevadas alambradas de los amos, amos tan antiguos como los trilobites de las cumbres. Amos que adiestran a los guardas como a mastines porque no quieren que les roben sus ciervos alimentados como borregos que les sirven para darse tono con las amistades en nuestra Escopeta Nacional de nunca acabar.

Mirador del risco Ñañas Mirador del risco Ñañas

Voy subiendo hacia el Risco Ñaña, que me atrae con su vieja toponimia de magia y misterio, y me acompañan robles, pinos y castaños sobre los que planean los abantos. Desde allí un haz de luz que sale de repente entre las nubes negras ilumina como un foco gigantesco las rañas, las planicies perfectas surcadas por los valles del Pusa o del Jébalo. Muestran allí abajo su damero de olivares verdes, barbechos grises y labrados rojos. Y disfruto de esa atalaya lejos de los lenguajes binarios y simplones de los aparatejos que nos sorben el seso, y apartado también de la putrefacción urbana amasada por los nuevos bandoleros del voto y la mentira con sus corbatas verdes que tanta roña tapan, y a cuyo lado son criaturas inofensivas los golfines a los que perseguía por estos lares la Santa Hermandad, ejecutándolos sumariamente con sus ballestas atados a una encina . Hoy no hubieran tenido bastantes saetas.

Y con el viento frío que trae olor a jara, a hojas que se van pudriendo y a revolcadero de jabalíes, acompañado de una petaca de orujo de la tierra que templa el fresco, recuerdo las palabras del fraile leonés: “¡Oh campo, oh monte, oh río! Seguro secreto deleitoso”.

Quizá el último secreto deleitoso que nos va quedando.

Valle del río Sangrera en su naciente desde el rico Ñañas

RUTA: CEBOLLA Y SUS DOS ERMITAS

RUTA: CEBOLLA Y SUS DOS ERMITAS

Recorrido aproximado 14 kilómetros, tres horas y media. Con desviación a los molinos: 18 kilómetros, una hora más. 

Rollo del desaparecido pueblo de Sanchón entre los olivares de Cebolla
Rollo del desaparecido pueblo de Sanchón entre los olivares de Cebolla

Comenzamos la ruta de hoy en la población de Cebolla, por cuyo entorno vamos a deambular conociendo su patrimonio. Salimos en dirección a levante siguiendo el cordel o camino llamado de Talavera en su tramo anterior a Cebolla. Nos llevará a encontrarnos con un rollo o picota de ladrillo en medio de los olivares. Se trata del rollo de Sanchón, uno de los despoblados medievales que dieron lugar a Cebolla, al igual que otro llamado llamado la Aldehuela, lugar que en el siglo XVIII da el párroco como origen de la villa en torno a unos cebollares en el arroyo, aunque Jiménez de Gregorio hace derivar el curioso nombre de Cebolla de “yebaila”, palabra árabe que significa montecillo.

Aunque en vega tan fértil no es extraño que se hayan encontrado huellas del paleolítico o la Edad del Bronce, los romanos dejaron sus huellas, como por ejemplo una estela con epigrafía a nombre de un hispano llamado Asterio, un “Astérix” español de probable origen céltico. También hay restos romanos en el castillo de Villalba, del que hablaremos en otra ruta y los restos de un sepulcro, además de restos visigodos. En 1184 aparece ya el propio lugar con el nombre de Cebolla en un documento mozárabe.
Plano de la ruta Cebolla y us dos ermitas

Plano de la ruta Cebolla y sus dos ermitas

Seguimos nuestro camino y poco después pasamos junto a la fuente con el sugestivo nombre de Fuente de la Mora, relacionada también con el despoblado de Sanchón.

Tomamos a continuación un camino a la derecha y luego otro que sale también a la derecha para llegar así a la ermita de San Illán, edificio de ladrillo que se encuentra sobre una elevación con una magnífica vista panorámica y cuenta con gracioso pórtico en las caras sur y oeste, donde se sitúa la entrada. Es la ermita de Nuestra Señora de la Antigua, con magnífica imagen del siglo XIV, que la tradición dice que proviene del castillo de Villalba, y también tiene la advocación de San Illán. Es tradición que este santo es el hijo de San Isidro. Se trata de un culto local que no ha sido reconocido por los hagiógrafos, que incluso aducen razones de anacronismo, pues dicen que Illán vivió en el siglo XI e Isidro en el XII por lo que sería imposible que fuera su hijo. En un magnífico panel de cerámica del siglo XVI de la ermita antes referida se han representado escenas de la vida de San Illán en cuadros diferentes datados en la parte inferior por una inscripción que da el nombre del vicario que ordenó hacer los azulejos. La ermita era muy conocida por la fuente que junto a ella manaba y que  decían protegía contra la rabia, y cuenta la leyenda que fue el propio santo con la reja de su arado el que la descubrió. Para algunos, Illán sería la deformación del nombre del patrono de San Isidro, Juan o Ivan en grafía antigua, aunque para la mayoría solamente sería equivalente a Julián. Los cuadros cerámicos representan la aparición de la Virgen a San Illán, la resurrección del caballo del amo del santo, cómo amansa a unos toros bravos y labra con ellos, o cómo un toro rabioso descubre la tumba del santo, además de la escena en que sus compañeros de trabajo se quejan de que no trabaja, como sucede con San Isidro, al que mientras oraba un ángel le hacía sus tareas.

Panel de azulejos talaveranos del siglo XVI en la ermita de Mañosa o San Blas
Panel de azulejos talaveranos del siglo XVI en la ermita de Mañosa o San Blas

Olivos, higueras y viñas adornan el paisaje que vamos recorriendo, mientras vemos que en la vega del Tajo los regadíos se han ido extendiendo. Llegamos a la carretera, que cruzamos para ir más cómodamente por un camino paralelo al otro lado. 

Al llegar al pueblo parte un camino en dirección sur que nos llevará hasta los que fueron grandes molinos del Tajo, propiedad del señor de Cebolla y sobre los que se han instalado una central de los años cincuenta y otra moderna, aunque quedan cárcavos y bóvedas antiguas de grandes dimensiones edificadas en ladrillo que pertenecieron a los primitivos molinos de varias centurias de antigüedad.

En el siglo XIII es señor de Cebolla don García Álvarez de Toledo, su hijo Fernando deja la mitad del señorío y el castillo y despoblado de Villalba a su esposa en 1398, y en el siglo XV adquiere el castillo de Villalba don Juan Álvarez de Toledo, del que pasa a  Diego López de Ayala. El rollo jurisdiccional de la villa podemos datarlo a finales del XV o principios del XVI y lleva el escudo de los Ayala con las consabidas ménsulas finalizadas en cabezas de animales y fuste de cinco piezas sobre grada con remate cónico.

Ermita de San Illán en Cebolla
Ermita de San Illán en Cebolla

En Cebolla debemos visitar su iglesia, un edificio del siglo XVII de grandes proporciones. Es una gran mole de ladrillo que se levanta sobre el caserío con su torre  estilizada de cuatro cuerpos rematada mediante templete metálico con estatua de Jesús Redentor. En el interior del templo la nave central está cubierta con artesonado y el crucero con bóveda de media naranja sobre pechinas. Son de destacar los retablos barrocos y las imágenes de San Sebastián y la del Cristo de la Salud, del siglo XIV, cuya capilla se adorna con azulejos talaveranos del siglo XVI.

También debemos ver el antiguo palacio de los señores de Cebolla, los duques de Frías y Condes de Oropesa, que es también un edificio barroco de ladrillo del XVII con ventanales adornados por buena reja y en el centro balconada sobre forma redondeada de ladrillo.

En un breve paseo nos acercaremos al despoblado de Mañosa, donde solamente queda la iglesia de lo que fue un lugar habitado hasta finales de este siglo. La antigua parroquia, que hoy es ermita de san Blas, estaba bajo la advocación de San Pedro, que aparece dibujado en una bonita placa de cerámica de Talavera sobre la puerta principal. En su interior veremos el artesonado y la azulejería del siglo XVI que adorna los muros junto al altar. El entorno tiene su encanto, allí se hace la fiesta de san Blas y se encuentra poblado de las higueras de Cebolla, famosas desde antiguo por sus frutos que se exportan, las viñas cercanas producen el vino de Montearagón, el más comercializado y conocido de la comarca hasta la llegada de las bodegas de Valdepusa.

Azulejo del siglo XVIII representando a San Illán en la fachada de su ermita 

PASEO AL DESPOBLADO DE BRUGEL

PASEO AL DESPOBLADO DE BRUGEL

Tiene  La Enramá como lema heráldico del colectivo la frase “Semper res” porque estamos convencidos de que hasta en el lugar más ayuno en fama de monumentos y atractivos pueden encontrarse pequeños encantos que nos harán deleitarnos con la cultura de la tierra.

Y por eso decidimos Rafael y yo dirigirnos no ya a un pueblo con poco magnetismo, sino a un despoblado, el lugar donde hubo un pueblo que ya desapareció: Brugel

Para ello vamos por la A-5 hasta el cruce de Lucillos y siguiendo el camino de servicio en dirección Talavera, bajamos hasta la entrada de la urbanización Kien y cruzamos por debajo de la autovía, seguimos el camino en dirección norte y llegamos hasta el cruce con el cordel que lleva a El Casar de Escalona, y allí, sobre una pequeña elevación del terreno, se ve un grueso muro de cal y canto todavía enhiesto, pobre osamenta de la iglesia que cobijó a los vecinos de Brugel hasta que se despobló el lugarejo en 1808, cuando podemos imaginar cómo al estar junto al camino de Extremadura las tropas, los huidos y los hambrientos acabaron de despojar a sus gentes de lo poco que les servía para mal vivir.

Muros de las ruinas del despoblado de Brugel

Muros de las ruinas del despoblado de Brugel

Damos una vuelta por el entorno salpicado de los cantos y ladrillones que formaban los muros junto con el barro que ya deshizo el tiempo y observamos la planta de la parroquia que enriqueció con sus donativos el único vecino ilustre del pueblecillo. Vemos junto a los restos de los muros buenos  sillares de granito y hasta la tapa de una sepultura, y pensamos si no será la del sepulcro del tal Juan Ag:uero que llegó a ser obispo de Zamora y creó nada menos que tres capellanías, para entendernos,  plazas  de curas con sueldo por atender la capilla correspondiente de la iglesia de un lugar con algo más de cien vecinos, que se quejaban veladamente de que los capellanes ni siquiera vivan en el pueblo. Incluso, se construyó el obispo un caserón que destacaría en el pobre caserío pero que no vio terminar y se destinó a casa de los capellanes, por si querían permanecer allí, pero ni con esas, pues pasa como sucede ahora en los pueblos, que se nos mueren como se murió Brugel, porque entre otras cosas ya no viven allí ni curas, ni maestros, ni médicos, ni guardias civiles que ya ponen también  en los cuartelillos carteles con el horario de apertura.

Tapa de un sepulcro entre las ruinas de la iglesia de Brugel
Tapa de un sepulcro entre las ruinas de la iglesia de Brugel

Pero en las relaciones  de Felipe II dicen los más viejos del lugar que lo fundaron los romanos y que la imagen de la Virgen que es advocación tiene aire de imagen antigua y que es por eso llamada Nuestra Señora de la Romana. Y como en tantos lugares con pátina mágica y arqueológica hay una fuente del Moro y otra con fama de saludable en el mismo caserío. Y como la fantasía vuela libre, también dicen que el pueblo se llama así por que lo fundó uno de apellido Urgel.

Salimos por la fresnedilla que pespuntea el arroyo junto al que los brugeleños o como quiera que se llamaran cultivaban huertecillos de supervivencia y nos vamos al otro lado de la carretera.

Allí, en el prado de Siegaverde, llegamos a una construcción hermosa en su ruina que va desmoronándose como lo hicieron las de Brugel. El paraje es un curioso lugar de prados y juncales, sorprendentemente húmedo entre aquellas barbecheras, y que sigue la cañada de un arroyo donde visitamos una fuente de la Mora,

Fuente de la Mora en Segaverde, Lucillos. Al amanecer la noche de San Juan la mora se convierte en liebre
Fuente de la Mora en Segaverde, Lucillos. Al amanecer la noche de San Juan la mora se convierte en liebre

Tiene una de esas leyendas en las que aparecen moras o mujeres misteriosas  en la noche de San Juan con un final curioso en este caso: la mora se peina como en otros casos, pero aquí al amanecer la mora se convierte en liebre.

Vamos entre olivos, barbechos, higueras y viñas y acabamos fotografiando, antes de que se caiga como la de Gamonal,  la casa de postas de Cazalegas y fantaseamos sobre la vida que albergaban estas construcciones donde se cambiaban los coches de la diligencia.

Como ven ustedes “Semper res”, siempre hay algo, hasta en el término de Lucillos.

Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

A LAS CASCADAS DE LAS LANCHAS

A LAS CASCADAS DEL ARROYO DE LAS LANCHAS

Cascadas en el arroyo de Las Lanchas en Las Hunfrías
Cascadas en el arroyo de Las Lanchas en Las Hunfrías

 

 

 

Hace más de 20 años publiqué en mi libro «Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas» esta ruta que ha adquirido con la pandemia una gran afluencia de visitantes.

El punto de partida y de llegada se sitúa hoy en Espinoso del Rey, la “Ispinum” de los romanos donde nos detendremos unos momentos para visitar el rollo que simboliza el privilegio real de villazgo de este pueblo que se independizaba así de su villa madre, Talavera. A la entrada del pueblo hay una ermita desde donde se observa una bonita vista de las rañas rojizas de la Jara Oriental y podemos dar una vuelta observando la peculiar arquitectura popular mudejarista de ladrillo y mampostería de cuarcita.

Robledales, pinares y castaños en el arroyo de Las Lanchas

Robledales, pinares y castaños en el arroyo de Las Lanchas

Iniciamos el recorrido en dirección oeste por la carretera que se dirige hacia Guadalupe y, a unos dos kilómetros, encontramos antes del puente sobre el río Fresnedoso una pista que parte en dirección sur paralela al cauce. Cuando comienza a ascender vemos a la derecha entre chopos un bonito molinillo de agua que por su vista pintoresca merece una parada.

Seguimos el valle del Fresnedoso y comenzamos a subir por la umbría de la sierra, pasando por un bosque de robles y rebollos con una zona de esparcimiento preparada por la Consejería de Agricultura junto a una fuente.

Al coronar el collado la vista sobre el valle de Robledo del Mazo es encantadora y al poco tiempo llegamos a la bonita aldea de Robledillo que con su puñado de habitantes es el lugar situado en una cota más alta de toda nuestra comarca.

Descendemos hacia el valle por la carretera, llegamos a un cruce y seguimos en dirección oeste  paralelamente al río Jébalo, que en esta parte más alta de su cauce discurre entre fresnedas y choperas, dejando pequeñas pozas donde podemos bañarnos o intentar capturar bogas y cachuelos, lo que se llama en la zona «peces de bocao», por ser de fino paladar y pequeño tamaño.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_1546-828x1024.jpg

Pasamos el pueblecito de Las Hunfrías y a unos 300 metros encontramos a la izquierda los muros del cementerio y una explanada desde donde parte la ruta a pie.

Después de un breve recorrido bien indicado llegamos a una zona muy agradable de pozas y pequeñas cascadas y chorreras rodeada de rebollares y algún ejemplar de tejo y de loro, el llamado árbol de las nieblas, porque conduce el agua de las mismas que se condensa en sus hojas hacia la base del tallo para así “autoregarse” .Descansamos y nos refrescamos disfrutando del paraje.

Podemos volver por donde hemos venido o descender durante unos tres kilómetros por el propio cauce del arroyo entre huertecillos abandonados y castaños, pasando junto a tres molinillos, el primero de los cuales tiene un cubo que sorprende por su gran altura.

Dibujo que representa la ruta de las cascadas de el arroyo de Las Lanchas
Dibujo que representa la ruta de las cascadas de el arroyo de Las Lanchas

Nuevamente en la carretera seguiremos hacia el oeste hasta encontrarnos con la población de Robledo del Mazo, capital de este hermoso valle.

Se llama Robledo, por la abundancia de esta especie arbórea en los tiempos en que los bosques de La Jara estaban menos degradados, y “del Mazo” porque, según las relaciones de Felipe II, existió aquí un ingenio hidráulico en la época de la repoblación medieval que, movido por el agua de un arroyo, hacía que un mazo de madera martilleara incesantemente para espantar a los osos que destrozaban golosos las colmenas de los primeros habitantes que se aventuraban a poblar las alquerías serranas.

Vale la pena un paseo por el pueblo observando su arquitectura popular típicamente jareña y también podemos pinchar algo si el hambre no nos deja llegar a Espinoso.Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es IMG_1550-1024x669.jpg

Partimos de nuevo, preguntando por la pista de Vallesú y como a un kilómetro, cruzamos el Jébalo de nuevo.

Podemos dar una vuelta río abajo por sus orillas hasta donde se estrecha el cauce en forma de cañón y corren las aguas por un paraje realmente agreste donde no será extraño que nos tropecemos con venados o corzos. Las pozas invitan al baño y puede que veamos alguna nutria.

La pista sube entre pinares y pasamos cerca de la fuente de Vallesú muy caudalosa y situada en un paraje muy ameno.

Seguimos entre pinares con manchas de madroñeras y brezales, con bosquecillos de roble y algunos quejigos. La vista panorámica alegra el recorrido y, si tenemos tiempo y ha sido buena la otoñada, podemos llevar  a casa una bolsita de níscalos que abundan en el suelo de los pinares. De nuevo en la carretera, vamos en dirección este y llegamos a Espinoso finalizando la ruta.

El  Níscalo

El nombre científico, que  hace honor a su sabor, es Lactarius Deliciosus . Es muy abundante en las zonas de coníferas cuando el otoño ha sido húmedo y suave. Es de color rojo anaranjado y se distingue fácilmente por segregar un líquido naranja al partirse. El contacto con el aire hace que algunas zonas tomen color verdoso que si se extiende mucho indica casi con toda probabilidad que la pieza estará agusanada por lo que se deben desechar

 

Paisaje frente a Las Hunfrías

RUTA DE LOS TRES CASTILLOS

RUTA DE LOS TRES CASTILLOS

Castillo de Villalba en término de cebolla, frente a Malpica
Castillo de Villalba en término de cebolla, frente a Malpica

La comarca de Talavera fue tierra de atalayas y torres defensivas más que de grandes castillos. Era la propia ciudad con sus tres recintos amurallados, la fortaleza principal del alfoz.

Hoy vamos a ir al sector más occidental de esta tierra, a Valdepusa territorio segregado de La Jara, donde conoceremos tres castillos poco conocidos y realizaremos además un agradable  recorrido por las orillas del río que da nombre al señorío.

Esquema del recorrido de la ruta descrita de mi libro Rutas y Senderos de talavera y Comarca. Autor del dibujo de Jose maría Perianes

Esquema del recorrido de la ruta descrita de mi libro Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas. Autor del dibujo de Jose maría PerianesPara comenzar esta ruta nos aproximaremos hasta Malpica de Tajo. Justo enfrente de la desviación de la carretera que nos trae desde Talavera podemos subir a observar en un cerro inmediato y rodeado de olivos el castillo de Villalba, edificado en tan estratégico lugar para controlar el paso de viajeros y ganados que durante siglos transitaban por estas cañadas y calzadas romanas.

Castillo de Villalba en Cebolla

Esta fortaleza dicen que estuvo habitada por templarios y está construida en ladrillo y canto rodado con argamasa y en ella se rodaron unas escenas de la película “Con el viento solano” de Mario Camus, premiada en Cannes.

Cruzamos el Tajo hacia Malpica y vale la pena dirigirse al puente de hierro desde donde se contempla una hermosa vista del castillo-palacio en el que residían y aún residen los señores que ostentaron el Señorío de Valdepusa. Nos encontramos ante una construcción residencial que, aunque está estratégicamente defendida por el río, tiene una función más palaciega que defensiva.

Castillo de Malpica de Tajo

En las proximidades de Malpica, podemos visitar, por un camino que parte de la carretera que se dirige a San Martin de Pusa a la izquierda, los restos de la villa romana de las Tamujas que, aunque se encuentra en un estado lamentable, nos da una idea de la planta de las viviendas que disfrutaban los poderosos señores romanos que explotaban las buenas tierras de la vega del Tajo.

Volvemos a Malpica y tomamos la carretera que se dirige al pueblecito de Bernuy y, al llegar al Pusa, nos desviamos por un camino que asciende por sus orillas, al principio entre huertecillos y regadíos y más tarde junto a más o menos degradadas fresnedas, alamedas, y saucedales. Ya más alejados de la orilla son los encinares y tierras de labor las que alegran el recorrido, en las laderas del valle, sobre todo si son muy empinadas, podemos encontrar manchas muy bien conservadas del bosque mediterráneo que originariamente cubría todas las rañas de la Jara y Valdepusa. No os extrañe que puedan saliros al paso varios guardas de caza, la abundancia de perdices y conejos que se cruzarán en el camino harán que os expliquéis tanta vigilancia, y es que esta zona es una de las más ricas en caza menor de la comarca. Los italianos acuden aquí atraídos por la caza del zorzal principalmente ya que los muchos olivos y acebuches que veréis en el trayecto son el habitat ideal para las palomas y zorzales de paso.

Los primeros pobladores medievales de estas tierras fueron ascendiendo río arriba y primero repoblaron la zona del actual San Martin de Pusa. Si subimos por la orilla sur encontraremos unos grandes muros de argamasa arruinados que no son otra cosa que los restos de uno de esos primeros intentos repobladores, Venta de Mozárabes; el nombre no puede ser más sugerente.

Ruinas del castillo de Santisteban en san Martín de Pusa
Ruinas del castillo de Santisteban en san Martín de Pusa

Llegamos al puente de la carretera de Talavera a los Navalmorales, y cerca de la orilla oeste podemos detenernos a observar un horno de tejar, con la boca de carga de fuego, la de carga de ladrillos que se sostienen sobre un entramado de arcos, «el hormiguero», y enfrente la caseta de los tejeros, el pozo del agua, la alberca de amasar el barro, la era donde se secaban los ladrillos antes de cocerse. Podemos detenernos e imaginar los afanes de estos artesanos antes de tomar un cordel a la izquierda que parte de la carretera junto a un caserío que se sitúa unos centenares de metros más arriba en dirección a Talavera. Avanzando unos quinientos metros sobre la primera terraza del río se encuentran los restos del tercer castillo, apenas un par de muros que se mantienen en pie milagrosamente, se trata del castillo de Santisteban, otro despoblado de los que más tarde darían origen a la población de San Martin. Vale la pena encaramarse junto a las ruinas para contemplar una bonita vista panorámica del valle del río Pusa.

Tomamos ahora el cordel que va paralelo al río, pero por la terraza superior, y discurre entre un bosquecillo de chaparros y acebuches que, si tenemos tiempo y ganas, podemos abandonar para descender a las orillas del río y dar un solitario y ameno paseo por el sotobosque.

El Pusa y el puente de Malpasillo cerca de Santa Ana de Pusa
El Pusa y el puente de Malpasillo cerca de Santa Ana de Pusa

Finalmente el cordel se une a la carretera o a un camino asfaltado que se dirige hacia Santa Ana de Pusa, el último de los lugares que se repoblaron en el señorío de Valdepusa. Es un pueblo con un entorno muy agradable, sobre todo el encajonado cauce del Pusa que forma pequeños cañones y tablas muy cerradas entre los batolitos graníticos. Para este paseo se parte desde el cementerio hasta la orilla misma donde se encuentran los restos de un molino de agua, pasamos la zona de Malpasillo lugar llamado así por poderse cruzar el río de un sólo pero peligroso paso, tan delgado es el corte que las aguas han labrado en la roca. Después pasamos junto a un bonito puente del siglo pasado y seguimos andando por la orilla durante unos tres kilómetros hasta llegar a un cañón de mayor altura y similar a los del Jébalo en Alcaudete o el Uso junto a la Ciudad de Vascos, en estos barrancos acabamos nuestro recorrido por el valle bajo del Pusa.

PEQUEÑA CRÓNICA DE UN PASEO A LOS BAÑOS DEL HORCAJO Y DE LA GUARRA

PEQUEÑA CRÓNICA DE UN PASEO A LOS BAÑOS DEL HORCAJO Y DE LA GUARRA

Alcornocales de las dehesas de Velada
Alcornocales de las dehesas de Velada

(Enero  2016)

Para disfrutar de este invierno de almendros en flor, mariposas tempranas y hasta alguna culebra tomando el sol, y para alejarnos de la bulla de corruptos y cantamañanas, mi amigo Rafael, el Archivero, y un servidor hemos decidido recorrer las dehesas inmensas y desconocidas que se extienden entre Velada y Oropesa,

Y como siempre nos ponemos un objetivo en nuestros periplos, decidimos acercarnos hasta los Baños de El Horcajo, uno de esos charcos en los que las gentes de la comarca encontraban alivio a sus males reumáticos o «carranclas», que dicen los pacientes lugareños.

Baños del Horcajo en Alcañizo

Baños de la guarra en Torralba,

 

Vamos viendo rótulos de sonoros topónimos  Cornocosillo, que lleva los alcornoques y las encinas en el nombre; Cerro Dávila apellido de guerrero, repoblador y noble abulense cuya familia dio origen a las casas nobles de Velada y Navamorcuende, dos de los primeros señoríos de Castilla;  Quejigoso otra especie de quercus más querenciosa de humedad que sus hermanos la encina y el alcornoque de estas dehesas; arroyo de Mangas de Cuero de misterioso nombre, como El Arenal del Lobo

Sólo algunos rebaños de ovejas aprovechan  los pastos donde pacen algunas grullas, y nos sorprenden en su cercanía con su enorme tamaño de pajarraco elegante y gritador.

Y cruzamos arroyos arenosos arañuelos con su ribete de fresnos deshojados pero que muestran algunas yemas en esta primavera prematura, y bosquetes de espinos aguardando a blanquear con sus flores estos sotobosques mediterráneos.

Unos guarros negros salen tropezando de una charca con su paso presuroso. Allí gozaban tranquilos hasta que nosotros, tal vez los únicos humanos que han visto en todo el día, les sorprendemos.

Soledad, encinas y más soledad y por fin llegamos a nuestro objetivo.

Charca de los baños de El Horcajo en Alcañizo
Charca de los baños de la Guarra en Torralba

Se trata de un arroyo que se ensancha en un paraje donde afloran algunas peñas de granito y que dada la escasez de la piedra en estos parajes ha sido utilizada como cantera. Y allí está el charco de los baños, pero resulta que estos son otros baños ya en término de Torralba. Lo distinguimos por unas estacas a modo de barandilla para quienes se quieran adentrar en la poza rodeada de juncales. Hay unas construcciones cercanas pero dan la sensación de ser ganaderas, no parece que haya precarias instalaciones balnearias. Sólo parece haber sido un revolcadero como tantos baños de «la guarra» que hay en la comarca, especialmente en La Jara y que tienen similar leyenda de descubrimiento. Una guarra o una jabalina, no sé porqué son siempre hembras, que estando tullidas y enfermas curaron al revolcarse en el charco y eso dio una pista a los humanos para seguir esa línea terapéutica para sus achaques.

Sentados, disfrutamos de un atardecer en que sólo se oye a las grullas volar sobre nosotros con el trompeteo característico, su canto peculiar de tenores llegados de Suecia o Finlandia, en ruta hacia sus dormideros del embalse del Guadyerbas o de Rosarito después de bellotear bajo las copas de las viejas encinas.

En nuestro deambular por estas dehesas podemos encontrarnos con rebaños de venados como estos

Intentamos localizar los baños de El Horcajo, pero parece que queda poco de ellos por la construcción de una presa en el arroyo.

Y recuerdo que, preguntando por ellos, un pastor me dijo en una visita anterior  que su padre vio llegar a una señora montada en una tartana que hubieron de acercar al charco por su imposibilidad para moverse, y que al poco de tomar las aguas salió la señora andando tan campante, que no le hizo falta ayuda ni para subir al carrillo Y además se comió medio queso con pan.

Pero su canto a las virtudes de aquellas aguas me sorprendió todavía más cuando me explicó hecho un Hipócrates, mientras se hurgaba la mellada dentadura con una aguja de espino, que a quien de verdad le sentaban bien aquellos baños era a los veratos. Y quedé pensativo sobre los curiosos mecanismos de la herencia genética y la fisiología que hacían a los habitantes de La Vera  merecedores de los favores de las ninfas y náyades arañuelas que sin duda habitan en el fondo del charco de los baños.

RUTA DE LOS DÓLMENES

RUTA DE LOS DÓLMENES

Dolmen de Azután con el corredor en primer plano
Dolmen de Azután con el corredor en primer plano

Nos dirigimos en esta ocasión hacia Puente del Arzobispo, cruzamos el puente, tomamos la carretera de La Estrella e inmediatamente de pasar junto a una gravera se encuentra a la derecha, sobre una pequeña elevación, el dolmen de Azután. Observaremos el conjunto rodeado por un túmulo de tierra y piedras. Orientado a poniente un pequeño pasillo o corredor formado por grandes lajas de granito nos conduce a un recinto circular, también formado por dos hileras concéntricas de  grandes lajas, llamadas ortostatos por los arqueólogos.

Esquema de la Ruta de los Dólmenes dibujada por Jose María Perianes para mi libro agotado Rutas y Senderos de Talavera y Comarcas

Esquema de la Ruta de los Dólmenes dibujada por Jose María Perianes para mi libro agotado Rutas y Senderos de Talavera y ComarcasNos encontramos ante un monumento del conocido como  Megalitismo Extremeño, concretamente un dolmen de corredor de doble cámara. Fue edificado hace más de cuatro mil años por hombres de la Edad del Cobre (Calcolítico), puede incluso que del Neolítico final. Aunque el destino de estas estructuras como enterramiento está comprobada, otras finalidades mágicas, religiosas o de función simbólica de dominio sobre el territorio de un grupo humano, parecen haber condicionado su construcción.

Seguimos nuestro camino hasta llegar al cruce de Navalmoralejo que tomaremos a la derecha para dirigirnos a esta pequeña localidad llamada cariñosamente en la zona “el Cuco”. Al llegar al puente sobre el arroyo Andilucha detendremos el vehículo, subiendo el cauce llegaremos a un cerrete dominante sobre el valle llamado del Castillejo, allí se encuentran los restos de una atalaya musulmana y desde él se contempla una hermosa vista. Es agradable también el paraje que, subiendo por la ribera desde la carretera, se halla junto al antiguo puente del camino viejo que anteriormente conducía al pueblo.

Puente antiguo en el camino viejo de Navalmoralejo
Puente antiguo en el camino viejo de Navalmoralejo

La iglesia del lugar tiene su encanto y es curioso observar que uno de los sillares de la base de la espadaña no es otra cosa que un ara romana con dos rostros ya desgastados por el tiempo grabados en la piedra.

Otro lugar de interés por el matiz de magia que lo envuelve, es la Peña Fariza, a ella se acude en la la fiesta de invierno de San Antonio y por ella resbalan los vecinos y forasteros en un ritual que se repite año tras año.

Salimos de Navalmoralejo por el cordel dirigiéndonos en dirección sur hasta encontrarnos con el camino que desde La Estrella se dirige a Carrascalejo. Allí la cañada se hace impracticable con coche pero podemos seguir andando o en bicicleta hasta la  mina de la Borracha, sus  grandes zanjas y sus galerías  nos recuerdan que la Jara estuvo en la antigüedad horadada por centenares de explotaciones mineras, las primeras fueron explotadas en la época en que se construyeron los dólmenes, cuando el hombre balbuceaba en el dominio de los metales.

Torre musulmana cercana a Navalmoralejo

Volvemos sobre nuestros pasos y nos dirigimos, por el camino donde dejamos el coche, en dirección este hacia la Estrella, para desviarnos a continuación por otro  que va en dirección sur hacia la finca de la Aldehuela. Allí deberemos preguntar para visitar el dolmen que lleva su nombre. Este monumento megalítico es similar al de Azután con una mayor utilización de la pizarra y grabados de hombres esquemáticos en alguna de sus piezas, así como “cazoletas, huecos circulares grabados  en los ortostatos y de significación simbólica desconocida.

El otro dolmen importante de la comarca, es el de Navalcán, sumergido en el embalse del Guadyerbas. Tenía grabadas en los dos ortostatos de la entrada sendas figuras de serpiente que hoy pueden observarse en el Museo de Santa Cruz de Toledo.

Salimos a la carretera, junto a Aldeanueva de San Bartolomé, el cerro Castrejón domina el pueblo y si ascendemos a él podemos contemplar los restos de un poblado amurallado de la Edad del Bronce. También se vislumbran restos de los muros de las viviendas y el derrumbe de la muralla, e incluso, si observamos con atención, algún grabado rupestre representando a “homúnculos”,figuras humanas esquemáticas como las de los dólmenes. Con esto habremos finalizado un recorrido que nos lleva 4000 años atrás, con los primeros hombres que cultivaron la tierra y explotaron los afloramientos metalíferos de La Jara.

 

Dolmen de La Estrella
Dolmen de La Estrella

¿Qué había dentro ?

La curiosidad habrá hecho que os preguntéis qué se encontró en las excavaciones de estos dólmenes: huesos con muestras de incineraciones rituales ya que estaban teñidos de pigmentos de color ocre, hachas de piedra pulimentadas, hojitas y puntas de flecha de sílex, cerámica hecha a mano pues el torno no se había inventado todavía, y también algunos fragmentos de cerámica campaniforme. Este tipo de monumentos ha sido violado desde antiguo por lo que las piezas metálicas que se pudieran haber encontrado de bronce o de oro ya habían desaparecido. Es curioso que se encontraran balas soviéticas de la  guerra civil, el dolmen de Azután había alojado un nido de ametralladoras.

EL CAMINO DE CARLOS V

“Nueve veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en España, siete en Italia, diez he venido aquí, a Flandes, cuatro, en tiempo de paz y guerra, he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra África, las cuales todas son cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta que por visitar mis tierras tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterráneo y tres el Océano de España, y agora será la cuarta que volveré a pasarle para sepultarme.”

Carlos V llega a Yuste
Carlos V llega a Yuste

Artículo de Miguel Méndez-Cabeza en el Atlas de Caminería Histórica del profesor Criado del Val

EL CAMINO DE CARLOS V

El llamado “Camino de Carlos V” surge de un hecho histórico concreto. En el año 1555 el emperador Carlos I de España decide abdicar en su hijo Felipe II para retirarse al monasterio de Yuste, escogido por las suaves condiciones climáticas de la comarca de la Vera que le deberían hacer más llevadera su patología reumática y gotosa, además de una posible depresión.

La flota de su último viaje a España estaba integrada por sesenta naves guipuzcoanas, vizcaínas, asturianas y flamencas. El emperador iba a bordo de la nave capitana “La Bertendona”. En la salida le acompañaron su hijo Felipe II, a quien despidió afectuosamente dándole algunos consejos para su gobierno y conducta, sus hermanas las reinas viudas de Francia y de Hungría, su hija María y su yerno Maximiliano, rey de Bohemia, además de una brillante comitiva de flamencos y españoles.

Plano con el recorrido de la Ruta de Carlos V
Plano con el recorrido de la Ruta de Carlos V

Parte la flota del puerto holandés de Gante el 17 de septiembre de 1556.  Después de una travesía de 10 días, llega el 28 de Septiembre al puerto de Laredo en Cantabria donde el emperador permaneció descansando cinco días antes de acometer la larga marcha hasta el monasterio extremeño. El trayecto exacto recorrido por el Emperador tenía unas 90 leguas y se dividió en 21 escalas para dormir, aunque se conoce más en algunos tramos por los relatos de viajeros, crónicas o cartas que nos dicen dónde descansa Carlos V, que normalmente pernocta en casas de nobles cercanos, dependencias de la Iglesia o en casonas y palacios alquilados. El séquito del emperador, que viajaba sentado en carroza, estaba compuesto por cerca de 250 personas, entre alabarderos, secretarios, ayudas de cámara y criados. Sus hermanas, Leonor y María le acompañaron en todo el viaje

Inicia el camino con muy mal humor, pues no habían llegado a Laredo ni los médicos que debían asistirle ni los nobles que le acompañarían en el viaje, especialmente don Luis de Quijada, hombre de su confianza. Tampoco le habían suministrado los cuatro mil ducados que financiarían sus primeros días de estancia en España.

Busto de Carlos V en el monasterio de Yuste

CANTABRIA

El 5 de Octubre sale de Laredo en compañía del alcalde de Durango, ascendiendo el valle del río Ansón hasta el puerto de Los Tornos, y atravesando los pueblos de Colindres, Limpias y Ampuero, donde pernocta el día 6 de octubre. Luego sigue por Rasines y Ramales, durmiendo el día 7 en el pueblo vizcaíno de Lanestosa. El día 8 pasan por Soba pernoctando en el municipio castellano de Agüera, en la merindad burgalesa de Montija. Este camino que vamos recorriendo se seguía desde la Edad Media para unir los puertos cántabros con las merindades del norte de Burgos y poder así sacar hacia Europa las mercaderías de la pujante ciudad castellana, y también se utilizaba frecuentemente en los viajes de monarcas, nobles y comerciantes que se dirigían hacia Flandes.

Cuatro leguas separaban Agüera de Medina de Pomar, donde pernoctó el día 9 de Octubre, concretamente en el llamado Arco de la Cadena, donde se situaba la casa- torre del alcaide. Un hito conmemora el paso del Emperador en esta hermosa ciudad medieval y en otros pueblos que son final de etapa.

Después de pasar por Bisjueces cruzó por el Puente de Arenas, de origen romano, aunque con parte de su estructura de los siglos XVI y el XIX, y siguió por la población de El Almiñe por donde discurre la llamada “Calzada del Pescado”, ya que por ella se introducía desde la costa la pesca en Castilla.

El 11 de octubre durmió en Pesadas de Burgos y el día 12, antes de llegar a la ciudad castellana, pasa por Villalta y pernocta en la villa de Hontomín, en una casa cercana a la iglesia, según tradición local.

Después de pasar por Vilimar entró en Burgos, donde permaneció del 13 al 16 de Octubre. Su paso por aquí se conmemora en el arco de Santa María, levantado en el siglo XIX. Sobre él aparece la efigie del Emperador junto a otros personajes importantes en el nacimiento del reino de Castilla. Sale de la actual provincia de Burgos pasando por Celada del Camino

Ruinas del monasterio de Yuste antes de su restauración

PALENCIA

Ya en la provincia de  Palencia duerme el 17 de octubre en Palenzuela. De aquí a Torquemada recorre tres leguas el día 18 y de Torquemada a Dueñas cuatro leguas más el día 19. Había estado indispuesto pero llegó a este pueblo en mejor estado de salud.

VALLADOLID

El día 20 entra en Cabezón de Pisuerga, a cuatro leguas y ya en la provincia de Valladolid. Allí le esperaba su nieto D. Carlos al que todavía no conocía. Partió después de comer para Valladolid, donde hizo la entrada de noche ese mismo día. Allí permanece hasta el 4 de Noviembre durmiendo en el antiguo palacio real que hoy alberga la Capitanía General. Dos semanas en las que está acompañado por sus hermanas, Leonor y María, su hija Juana y su nieto Carlos.

Ese mismo día 4 sale por la Puerta del Campo después de haber comido en público y de haber recibido las muestras de cariño y respeto de la población, nobles y prelados. Por la noche llega a dormir a Valdestillas y el día 5 arriba a Medina del Campo. Allí dormiría en casa del cambista y consejero real Rodrigo de Dueñas, que hizo un recibimiento ostentoso, llegando a poner un brasero de oro macizo y quemando en él palos de canela de Ceilán, lo cual consiguió que el monarca no sólo no quisiera admitir al cambiante a que le besara la mano, sino que además ordenó pagar la estancia en su palacio, conocido hoy como la Casa Blanca, una hermosa mansión renacentista.

AVILA

El 7 de noviembre durmió en Horcajo de las Torres en la provincia de Ávila, donde al llegar dijo “Gracias a Dios que no tendré ya más visitas ni recepciones”.

Palacio de Carlos V anejo al monasterio de Yuste

SALAMANCA

Partieron de aquí  el 7 noviembre para llegar a Peñaranda de Bracamonte. Carlos V se alojó aquella noche en la mansión de los Bracamonte, posiblemente en el palacio de la Puerta del Sol. El día 8 de noviembre durmió en Alaraz después de pasar por Macoteras. Y salió de la provincia de Salamanca por Gallegos de Solmirón, donde es tradición que durmió en la casa del cura.

AVILA

El 10 de noviembre llegan al Barco de Ávila donde la comitiva recibió unas colchas que se habían pedido para mejorar las condiciones del viaje de Su Majestad.

EXTREMADURA

Cuando llegaban de noche a Tornavacas, el Rey se entretuvo en ver pescar truchas con luces en el río Jerte, y después le fueron servidas para cenar el 11 de noviembre de 1556.

El 12 noviembre de viaje hacia Jarandilla S. M. atravesó el Puerto de las Yeguas entre los valles del Jerte y de La Vera, escogiendo así este camino más corto pero más penoso que el que discurre por el valle hasta Plasencia. Pasó con grandes dificultades, ya en la litera, ya en silla de manos, e incluso a cuestas de los lugareños. Al coronar la cima del puerto, dijo: «Ya no franquearé otro puerto que el de la muerte». Después de cruzar el llamado hoy Puente de Carlos V en la garganta de la Serrá. Llegó cansado pero a buena hora a Jarandilla y se alojó en el castillo del Conde de Oropesa, hoy parador de Turismo. Visitó unos días más tarde las obras de acondicionamiento del palacio que habitaría adosado al monasterio jerónimo de Yuste junto al pueblo de Cuacos.

En abril del año 2007 se constituyó la Red de Cooperación de Ciudades y Municipios en la Ruta de Carlos V: Laredo-Yuste. En varias localidades como Medina de Pomar se sienten perfectamente identificados con la ruta, e incluso durante la segunda quincena del mes de septiembre se rememora la presencia imperial con una fiesta medieval.