Archivo de la categoría: Rutas y Senderos

RUTA DE LOS FÓSILES

Ruta de los FósilesRUTAFOSILES

Crucianas de la colección depositada en el ayuntamiento de Puerto de San Vicente
Crucianas de la colección depositada en el ayuntamiento de Puerto de San Vicente

Vamos a conocer hoy otra zona de La Jara “profunda”, el triángulo formado por las localidades de Puerto, Mohedas y Campillo de la Jara. De la ruta principal se pueden hacer varias derivaciones interesantes que señalaremos.

Partimos de Campillo, pero antes nos vamos a acercar hasta la estación de la vía muerta que cruza la Jara y de la que ya hemos hablado en otra ruta, avanzamos en dirección sur unos cientos de metros hasta que la vía cruza a la otra orilla del Huso, subimos ahora a pie un kilómetro hasta la desembocadura del Riofrío y si tenemos tiempo ascendemos por él contemplando los magníficos ejemplares de arquitectura popular que son los numerosos molinos de agua de sus riberas, hoy abandonados. Junto a la vía se ha restaurado otro molino que se encuentra en el río Huso,

Embalse del arroyo de San Vicente junto a la Vía Verde, a la derecha.
Embalse del arroyo de San Vicente junto a la Vía Verde, a la derecha.

Es obligado pasear por las calles de Campillo de la Jara ya que conservan también edificios y rincones de arquitectura tradicional jareña en pizarra y visitar su iglesia, donde se encuentra uno de los antiguos retablos de la iglesia de El Salvador de Talavera.

Arquitectura popular en pizarra de Campillo de la Jara
Arquitectura popular en pizarra de Campillo de la Jara

Preguntamos por el camino de Mohedas y recorremos los seis kilómetros de olivares y jarales que nos separan de este pueblo que cuenta con una iglesia digna de visitar con una curiosa estructura en que la entrada principal se sitúa en la base de la torre, en el interior se conservan algunos paneles de cerámica de Talavera y debemos detenernos en la portada sur no exenta de belleza. Entre sus construcciones de arquitectura tradicional destaca la casa de D. Juan Alvarez de Castro  que fue obispo de Coria y fue asesinado por los franceses. En el patio hay un capitel visigodo y también son de interés arqueológico las estelas romanas de la puerta de la ermita, que tiene la misma advocación que la de Talavera, la Virgen del Prado.

Estela romana como poyete en la ermita de Mohedas
Estela romana como poyete en la ermita de Mohedas

Para ir a Puerto de San Vicente podemos volver por el camino de Campillo hasta la Cañada Leonesa Oriental, y por ella descender en dirección sur hasta este agradable pueblecito formado alrededor de antiguas ventas en el camino de Guadalupe.

Siguiendo la carretera en dirección sur, llegamos a cruzarnos nuevamente con la Vía Verde de La jara entre eucaliptales y madroños y podemos pasear por ella.

Los aficionados a la paleontología tienen aquí magníficos parajes para intentar encontrar fósiles de hace millones de años; se hallan incrustados en las pizarras de la zona, ya que las que ahora vemos como montañas están formadas por antiguos fondos marinos elevados por plegamientos de épocas posteriores. En el llamado tunel de la Loba de la misma vía en el lado extremeño era tal la densidad que ha habido que prohibir su extracción, pues se estaba expoliando el yacimiento.Casa del obispo y héroe de la Guerra de la Independencia don Juan Antonio Castro

Desde Puerto, donde hay una pequeña colección de fósiles en el ayuntamiento, tomamos de nuevo la carretera que, paralela a la sierra, nos conducirá otra vez hasta Mohedas. El que lo desee puede detenerse a recoger níscalos o madroños entre los pinares de repoblación que bajan por las laderas, y los más valientes pueden ascender siguiendo cualquiera de los arroyetes que bajan de la sierra para, paseando entre huertos abandonados donde antes se cultivaban frutales, castaños, encinas, alcornoques y rebollos en los más alto, llegar hasta las agrestes cumbres con risqueras de cuarcita desde donde la vista panorámica sobre La Jara y los valles de los Guadarranques y Gualija es impresionante. Un lugar interesante es la llamada Cueva de los Doblones de sugerente nombre de tesoros perdidos.

Vista desde el cerro Castrejón de las dehesas jareñas y al fondo Mohedas y las sierras de Altamira
Vista desde el cerro Castrejón de las dehesas jareñas y al fondo Mohedas y las sierras de Altamira

Cuando contempléis el cerrado bosque mediterráneo que se extiende hacia el oeste, no os extrañará que toda esta zona fuera escenario de las andanzas de bandidos, golfines, contrabandistas y, más recientemente, refugio de guerrilleros maquis tras la Guerra Civil.

La zona es una de las más desconocidas y salvajes de nuestra comarca y en ella se dan numerosas monterías. La fauna, jabalíes, corzos, venados y rapaces son fáciles de observar si nuestro paseo por estos desiertos es lo suficientemente silencioso.

En los tres pueblos nombrados, podemos pedir en alguno de los bares que nos sirvan alguna comida sencilla pero económica.

En otra entrada hablaremos de Navatrasierra y su museo de fósiles en el Geoparque de Ibores -Jara-Villuercas.

El mar de La Jara

Hace unos quinientos millones de años, La Jara estaba cubierta por el mar. En su fondo habitaban curiosos bichejos que al morir caían al fondo y eran sepultados por los limos antes de descomponerse. Más tarde, altas temperaturas y elevadas presiones endurecieron y petrificaron esos sedimentos dejando la huella de las partes duras de esos animales, que quedaron así impresas en las pizarras y cuarcitas como las de Puerto de San Vicente, Los Navalucillos o Robledo del Mazo. Trilobites, arqueciotus, crucianas, braquiópodos y gasterópodos son algunos de los fósiles que podemos encontrar en estas sierras.

Aunque esta es una ruto por zonas ricas en fósiles, especialmente en Puerto de San Vicente, es en un pueblecito jareño  cercano,  Navatrasierra, donde se ha instalado un museo de fósiles vinculado al Geoparque de Villuercas y que recomendamos visitar, pero de ello hablaremos en otro capítulo.

 

EXCURSIÓN A LA IGLESIA DE MELQUE Y EL CASTILLO DE MONTALBÁN

MELQUE Y MONTALBÁN

Interior de la iglesia de Melque
Interior de la iglesia de Melque

Vamos hoy a conocer una zona de la comarca de los Montes de Toledo que, como la de Malamoneda, alberga numerosos restos arqueológicos de gran interés. Para ello nos dirigiremos desde Talavera a la Puebla de Montalbán, para luego ir en dirección sur hacia San Martín de Montalbán. Antes de llegar a esta localidad, encontraremos los indicadores que nos informan de la presencia de dos importantes lugares históricos. En primer lugar podemos acercarnos en coche hasta la iglesia de Santa María de Melque, aunque si queremos dar un paseíto podemos dejar el vehículo al otro lado de la carretera, ir hasta la iglesia y luego volver para ir al castillo, donde solamente se puede llegar andando en un recorrido de cuatro kilómetros escasos entre ida y vuelta.

La iglesia de Santa María de Melque es un monumento de gran importancia arqueológica y artística. Sobre un previo asentamiento romano se edificó esta iglesia visigoda que probablemente la mejor conservada de España de este periodo histórico. Se trata en realidad del templo de un conjunto monástico que todavía deja ver los restos de otras dependencias en el entorno, aunque aún no han sido totalmente excavadas.

Iglesia de Santa María de Melque
Iglesia de Santa María de Melque

Es una construcción mayoritariamente levantada con grandes bloques graníticos en el siglo VIII, con sus huecos en forma de arco de herradura y techada con grandes bóvedas peraltadas que dan al interior un aspecto realmente sobrecogedor por su aura de antigüedad y sus volúmenes pétreos. La torre central fue edificada posteriormente  por los árabes con una finalidad probablemente defensiva y de observación.

En el aula de interpretación aneja a la ermita conoceremos muchos más datos de este monumento, y si lo deseamos podemos también acercarnos al arroyo del Cubillo donde, como su nombre indica, se conservan los restos de un pequeño molinillo de gran antigüedad cuya presa para algunos sería romana.

Torre del homenaje del castillo de Montalbán
Torre del homenaje del castillo de Montalbán

El castillo de Montalbán solamente se puede ver mediante visitas guiadas y concertadas los fines de semana durante todo el año. Se trata de una de las mayores fortalezas de España y parece que se asienta donde primero hubo una fortificación musulmana.  Perteneció a los templarios por donación de Alfonso VII en el siglo XII. Fue cabeza de una de las encomiendas de esta orden, cuyos monjes soldado habrían dado desde el siglo XII seguridad a los repobladores de la vertiente norte de los Montes de Toledo.

En el siglo XV estaba secuestrado el rey Juan II, apenas un adolescente, por su primo Don Enrique, Infante de Aragón. Era en aquel tiempo su paje y hombre de confianza don Álvaro de Luna. Habían llegado con la corte después del secuestro en Tordesillas hasta Talavera, donde se habían celebrado las bodas de don Álvaro con su primera mujer y las de don Enrique con la hermana del Rey. Cuando disfrutaban de unos días de descanso urdió don Álvaro la huida para salvarse de la prisión de don Enrique y, con la excusa de que en el Alberche había una garza o un gran jabalí y que iban a cazarlo salió con el Rey y cincuenta caballeros, pero emprendieron la huida. Llegaron primero al castillo de Villalba en Cebolla, pero era fortaleza poco segura y cruzaron el Tajo en una barca, tomaron caballos a los hombres del señor de Valdepusa y siguieron su camino hasta el castillo de Montalbán, en el que entraron por un portillo después de desarmar a un hombre que había salido a por agua al pozo que todavía se conserva en la barbacana. A la llamada del Rey acudieron los cuadrilleros de la Santa Hermandad cuya ayuda permitió la resistencia contra el asedio de don Enrique, que levantó el campamento cuando se enteró de la próxima llegada de las fuerzas de su hermano Juan, el otro infante de Aragón que no veía con buenos ojos el secuestro del Rey por el poder que ello le daba a su hermano. Con este episodio comenzó el ascenso del poderoso valido don Álvaro de Luna que acabaría de forma trágica con su decapitación por orden del mismo rey don Juan que le había encumbrado.

La mejor defensa del castillo de Montalbán es el impresionante barranco del arroyo Torcón
La mejor defensa del castillo de Montalbán es el impresionante barranco del arroyo Torcón

Tiene el castillo de Montalbán una extensión aproximada de una hectárea y media, con un perímetro de unos 750 metros. Son impresionantes sus elevadas torres albarranas, características de esta fortaleza así como las de Escalona y Talavera, poblaciones donde se encuentran las mejores muestras de estas altas torres adosadas a la muralla y que sobresalen de las fortificaciones con un gran arco que deja paso por debajo de las mismas. La torre del homenaje es también accesible con las dependencias más nobles todavía conservadas. Una barbacana rodea todo el castillo e incluso protege con un pequeño recinto el pozo referido antes para abastecerse de agua.

En el siglo XIV se hicieron la mayor parte de las obras de ampliación y fortificación debidas a su propietario Alfonso Fernández Coronel, dueño del mismo desde que se deshizo la orden del temple en Castilla. Luego pasó a los Téllez de Girón señores de Montalbán.

En el pueblo de San Martín de Montalbán podemos visitar su iglesia parroquial y algunos rincones de arquitectura popular granítica. Cerca  del casco urbano se halla en el arroyo Torcón una zona de pic-nic desde la que podemos ascender río arriba viendo los restos de tres molinos y el llamado puente Canasta que se levanta sobre un pequeño desfiladero del río y que por su aspecto de gran antigüedad algunos consideran de construcción romana. También hay cerca de San Martín los restos de un dolmen y varios sepulcros rupestres.

DEL CASTILLO DE DOS HERMANAS AL DE MALAMONEDA

DEL CASTILLO DE DOS HERMANAS AL DE MALAMONEDAexcursionmalamoneda

LA EXCURSIÓN Y COSAS QUE VER

Recorrido aproximado solo ida 17 kilómetros. 4 horas.

En nuestra excursión de hoy vamos a visitar una de las zonas de los Montes de Toledo fronterizas con La Jara y muy rica en restos arqueológicos. Se trata del entorno de las localidades de Navahermosa y Hontanar. Partiremos de la primera de ellas en dirección este para acercarnos  por una pista hasta el castillo de Dos Hermanas, situado sobre uno de los riscos gemelos que dan nombre al paraje y a los que podemos ascender fácilmente en un paseo que nos llevará a la contemplación de unas magníficas vistas de encinares y olivares en las rañas y con los montes de Toledo al sur. Se trata del típico castillo roquero construido para algunos en el siglo XI por los árabes, aunque luego  los cristianos se apoderan de él, en concreto el caballero fronterizo don Alfonso Téllez  que toma posesión del mismo en el año 1210.

Peña del castillo de Dos Hermanas
Peña del castillo de Dos Hermanas y el arroyo Merlín

Pasa después el castillo en el siglo XIII por las manos de Jiménez de Rada, el arzobispo vencedor de Las Navas de Tolosa y las de Fernando III el Santo, para pasar finalmente a las tierras bajo el poder de la ciudad de Toledo. Cuando después de la batalla referida las fronteras con los musulmanes pasan al otro lado del Guadiana dando mayor seguridad a la zona, los vecinos se trasladaron al solar actual de Navahermosa donde las condiciones para la explotación agropecuaria y el abastecimiento de agua eran mejores.

Se conserva en el extremo oriental de la fortaleza el hueco de la puerta de entrada que indica haber estado rematado por un arco apuntado. También hay algunos huecos de tronera y un hueco cilíndrico a modo de pozo que discurre por el interior de uno de los muros. Delante de la puerta hay un pequeño patio de armas limitado por otro muro.

Interior del castillo de Dos Hermanas
Interior del castillo de Dos Hermanas

A los pies del castillo pasa un arroyo con el sugestivo nombre de arroyo de Marlín o Merlín, nombre mágico que se une a la leyenda de las dos hermanas moras que pasean por el paraje en las noches de San Juan y bajan a lavarse al arroyo. Algunas fuentes históricas hablan de un violento encuentro armado en el entorno entre los caballeros templarios y los de Alcántara.

Volveremos sobre nuestros pasos los dos kilómetros y medio que nos separan de Navahermosa y visitaremos su iglesia parroquial de San Miguel, edificación del siglo XVI sobre otra anterior del XV que custodia algún patrimonio de interés procedente de la iglesia de San Felipe Neri de Toledo, como uno de los retablos y una talla de san Benito del imaginero toledano Germán López, además de un órgano del siglo XVIII. También cuenta Navahermosa con unas casas consistoriales de cierto empaque, unas viviendas de sabor popular con soportales, como la ermita de San Sebastián del camino de Toledo.  

Inscripciones epigráficas funerarias labradas en la piedra en Malamoneda
Inscripciones epigráficas funerarias labradas en la piedra en Malamoneda

Después de dar una vuelta por el pueblo tomaremos el camino que va a la ermita de La Milagra, llamada así por acoger a la Virgen del Milagro. Había otra ermita anterior que fue destruida y que se localizaba en el lugar donde hoy se levanta una cruz. Fue reconstruida en 1944 y hasta ella se hace una bonita romería el tercer domingo de mayo.

Desde la ermita descenderemos al pueblecito de Hontanar, donde podemos visitar un aula de interpretación sobre el yacimiento de Malamoneda destino último de nuestra excursión. Cuenta también el pueblo con algunos rincones de arquitectura tradicional. Desde antiguo fue poblado su término por el ser humano encontrándose numerosas huellas arqueológicas en el paraje de Malamoneda, al que nos acercaremos durante esta excursión dirigiéndonos hacia la carretera que va a Navas de Estena y siguiendo los caminos tal como se indica en el plano.

Torre de Malamoneda y al fondo chopera del río Cedena
Torre de Malamoneda y al fondo chopera del río Cedena

Lo primero que distinguimos son los restos de una torre medieval de la que solamente se conserva la mitad de su estructura con parte de una bóveda y restos de un matacán. También fue esta construcción bastión medieval que pasó al repoblador Alfonso Téllez y fue comprada después con Malamoneda por el arzobispo Jiménez de Rada para formar parte después del alfoz de la ciudad de Toledo.

Junto a ella quedan los restos de una antigua aldea, que hoy mantiene algunas casas y majadas. Al norte y nordeste de estas casas vemos unas elevaciones graníticas sobre las que se hallan tallados numerosos sepulcros de difícil datación, para algunos los más antiguos se encontraban allí desde época tardorromana hasta la alta Edad Media. Junto a una de ellas hay una inscripción, aunque las más importantes son las que se han hallado de epigrafía romana en diferentes aras encontradas en el entorno o formando parte de antiguos edificios, como unos molinillos cercanos.

Sepulcros labrados en la piedra o "lucillos"
Sepulcros labrados en la piedra o «lucillos»

En la vega, junto al río Cedena hay una fortificación sencilla cuadrangular de la que solamente quedan los muros con una entrada oriental en la que se han quitado sus piedras nobles. Solamente quedan de este castillo los muros con los huecos que sujetaban las vigas de madera, y ventanucos de aspillera.

Castillo de Malamoneda
Castillo de Malamoneda

Podemos dar algunos paseos por su magnífico entorno monteño siguiendo el río Cedena aguas arriba. Y si nos da tiempo, subir, ya en los vehículos, hasta el cercano risco de las Paradas siguiendo la carretera de Navas de Estena, y allí  disfrutar de su magnífica vista panorámica.

EMPEZAMOS A CONOCER EL HUSO VIAJANDO A SUS FUENTES

EMPEZAMOS A CONOCER EL HUSO VIAJANDO A SUS FUENTES

Sierra de Sevilleja con uno de sus característicos canchales
Sierra de Sevilleja con uno de sus característicos canchales

Ya hemos recorrido en anteriores ocasiones algunos itinerarios que nos han introducido al conocimiento de la Jara Alta pero el de hoy es especialmente apropiado para hacernos una idea de la gran diversidad paisajística, de la gran variedad geológica y vegetal de esta comarca.

Partimos en esta ocasión desde Sevilleja, núcleo rural al sur de La Jara y pequeña capital histórica de la zona. Esa Jara del extremo meridional que yo denomino «La Jara Profunda».

Debe su nombre este pueblo a los repobladores mozárabes que fueron alojados aquí por el concejo de Talavera debido a la persecución religiosa musulmana en épocas de intolerancia. Cerca de aquí existió otro lugar repoblado por mozárabes de Córdoba que se llamó Cordobilla, cerca del actual pueblecito de Gargantilla, anejo de Sevilleja.

Arquitectura popular jareña en Gargantilla
Arquitectura popular jareña en Gargantilla

La arquitectura popular urbana de Sevilleja, conserva todavía numerosos rincones con sabor que es interesante conocer paseando por el pueblo antes de emprender camino hacia el nacimiento del río Huso (o Uso) por un camino que, dirigiéndose en dirección sudeste ,discurre paralelo a la Sierra de Sevilleja. Se levanta ésta a nuestra izquierda con la vegetación tupida de sus laderas, interrumpida por los característicos canchales de cuarcitas ,tan característicos de las sierras jareñas.

Sobre una pequeña elevación cercana a la orilla sur del Huso se encuentra la mina de Antonio y cerca de ella los muros de las antiguas instalaciones para el aprovechamiento del mineral, un poco más adelante se sitúa la mina Paraiso, nombre sugerente como muchos de  los de las minas de la comarca : Ultratumba, Sultana, Feliz, Fortuna, California etc…,nombres que enterraron las ilusiones de paisanos nuestros que intentaron con un burrillo, un pico, un cedazo y una pala salir de la miseria y encontrar su Potosí, nombre que por cierto lleva otra de estas explotaciones.

Ruinas de la mina de Antonio en Sevilleja
Ruinas de la mina de Antonio en Sevilleja

Frente a la mina de Antonio cruzamos el río y nos dirigimos, por un camino paralelo a la otra orilla, hacia el naciente entre semiderruidas construcciones rústicas. Majadas,huertos y corrales, salpican el paisaje que va perdiendo su aridez según ascendemos. Comienzan a aparecer los primeros castaños y alcornoques y el monte de chaparros y madroños se va haciendo cada vez más espeso, las umbrías se salpican de fresnos, arces de Montpellier y hasta algún tejo aislado entre los que no es raro ver corzos ,venados y los baños donde acaban de revolcarse los jabalíes y todavía desprenden olor a montuno, suavizado por el penetrante y pringoso aroma de las jaras y las numerosas especies aromáticas que pueblan estos montes.

Subimos paralelamente al río hasta su nacimiento junto a las fuentes de la Parihuela y la de la Sabina y desde allí podemos llegar por los senderos que los ciervos y han ido marcando en los canchales, o por el borde de los mismos, salvando la pendiente de unos cien metros que todavía nos queda hasta la cumbre.

La Jara es tierra minera con numerosas bocaminas y acumulaciones de residuos mineros
La Jara es tierra minera con numerosas bocaminas y acumulaciones de residuos mineros

Volvemos sobre nuestros pasos para tomar una pista  más al sur que nos llevará cómodamente en dirección hacia el pequeño pueblo de El Enjambre, anejo de Anchuras. No llegaremos a él, sino que unos dos kilómetros después de pasar junto a otras minas, las de Pozuelo, asciende hacia las cumbres del Atalayón, una bifurcación de la pista que nos llevará hasta la cuerda de las sierras de Sevilleja.

El trayecto es muy regular y casi llano en la mayor parte del recorrido, el paisaje es impresionante. Al sur áridas lomas sólo habitadas por jaras que nos llevan a pensar en los sinsabores de las gentes que no hace más de cincuenta años, todavía intentaban sacar cuatro espigas de centeno a estos pizarrales,  no por áridos menos  hermosos. Al norte vamos contemplando mientras recorremos la pista de la cumbre, los vallecillos del arroyo de las Lanchas y del naciente de Riofrío con bosque de rebollos y pinos de repoblación, cuyo color excesivamente vivo para estas tierras no acaba de encajar en el paisaje jareño.

inmensos jarales de la "Jara Profunda" desde la sierra de Sevilleja
inmensos jarales de la «Jara Profunda» desde la sierra de Sevilleja

Llegamos al final de la pista y nos detenemos a observar el mar de relieves suaves que conforman las tierras de la Jara profunda. Si el día es claro los caseríos del Campillo, Puerto o Mohedas se dejan ver con las Sierras de Guadalupe al fondo.

Desde aquí descendemos hasta Sevilleja por una senda. Los aficionados al parapente han tomado este balcón como trampolín para sus descensos.

Guerrilleros antifranquistas o maquis detenidos por la Guardia Civil
Guerrilleros antifranquistas o maquis detenidos por la Guardia Civil

Épica jareña

La ruta de hoy enmarca el ambiente idóneo para dejar volar la imaginación y recordar que estas agrestes y, durante muchos años, casi despobladas» tierras de nadie» fueron refugio de desertores, perseguidos, golfines, bandidos generosos, maquis e incluso contrabandistas que accedían por estas sierras al interior peninsular eludiendo la vigilancia de zonas más pobladas.Los mineros, cuadrilleros de la Santa Hermandad, y rebaños trashumantes completan este retablo de personajes con el que podrían escribirse mil novelas

RUTA DE LAS CAÑADAS DE OROPESA

RUTA DE LAS CAÑADAS DE OROPESA

Una de las propuestas de mi libro agotado «Rutas y Senderos de Talavera y comarcas» para conocer la red viaria trashumante de CampoArañuelo y el patrimonio de Oropesa

Venados en las dehesas de La Corchuela
Venados en las dehesas de La Corchuela

Las llanuras del Campo Arañuelo se hallan surcadas por numerosas cañadas y cordeles de la antigua trashumancia. En la ruta de hoy  recorreremos algunas de las principales.

RUTA DE LAS CAÑADAS DE OROPESA
RUTA DE LAS CAÑADAS DE OROPESA

Partimos de la base del cerrete sobre el que se asienta Oropesa en su zona este, y después de cruzar la autovía de Extremadura y la carretera de Oropesa a Candeleda, hacemos un trecho de unos cinco kilómetros de llanos cerealistas sin apenas arbolado aunque el paseo resulta agradable por la vista al norte de la mole de Gredos. Llegamos a una bifurcación de la cañada y tomamos el ramal de la derecha para dirigirnos hasta el pueblecito de La Corchuela donde nos detendremos junto al monumento de Fray Juan de los Angeles, personaje nacido en este lugar y conocido por sus escritos místicos. Allí mismo, junto a una antigua fuente que saciaba la sed de pastores y ganados trashumantes  que cruzaban estas cañadas podemos descansar en una zona de recreo agradablemente preparada por la Escuela Taller de Oropesa. Vale la pena también echar un vistazo a la antigua iglesia con una buena imagen del venerado Cristo de la Humildad.

Numerosos nidos de cigüeña en La Corchuela, junto al arroyo de Alcañizo
Numerosos nidos de cigüeña en La Corchuela, junto al arroyo de Alcañizo

Tomamos a continuación la cañada que en dirección oeste se dirige a las Ventas de San Julián. A la derecha discurre, entre fresnos y alcornoques, el arroyo de Alcañizo con numerosos rincones donde detenernos y disfrutar de la amenidad de sus bosquecillos de ribera. No es extraño que se nos cruce en el camino alguna manada de venados,  que veamos numerosos anidamientos de cigüeña en algunos secos alcornoques o que nos sobrevuelen las rapaces, milanos principalmente pero puede que también algún águila imperial. En la época de las migraciones no es extraño contemplar verdaderas nubes de paloma torcaz que junto con los conejos que continuamente se cruzan en nuestro camino hacen de ésta una zona de caza abundante.

Calvario en el camino del cementerio de Ventas de San Julián
Calvario en el camino del cementerio de Ventas de San Julián

Llegamos al fin a  Las Ventas de San Julián que, como su nombre indica, es un lugar formado en torno a unas antiguas ventas que,  como en La Corchuela, daban servicio a ganaderos y trajinantes. Aquí podíamos hasta hace poco adquirir un rabel labrado en raíz de fresno, un mortero o una cinta de música popular grabada por el mismo pastor artesano que fabricaba los rabeles. No debemos seguir nuestro camino sin subir hacia el cementerio donde se encuentra un bonito calvario, único en estas latitudes por la imagen de Cristo esculpida en la cruz. Seguimos en dirección a poniente hasta llegar al límite de provincia, donde todavía se encuentra una antigua venta habitada por el ventero que os puede relatar aventuras de los trashumantes, El Venturro se llama.

Fresnedas del arroyo de San Julián y al fondo el pico Almanzor
Fresnedas del arroyo de San Julián y al fondo el pico Almanzor

Como quiera que el recorrido es largo, aquellos que lo realicen en bicicleta o a pie pueden dividirlo en dos jornadas pernoctando en el camping del Embalse de Rosarito rodeados de robles y fresnos e incluso practicando la pesca, el piragüismo o dándose un chapuzón. Otra alternativa es pasar la noche en las zonas de acampada situadas en las orillas del Tiétar, en la zona conocida como las Máquinas de Monteagudo por las ruinas todavía en pie de una antigua fábrica de harinas movida por energía hidráulica. A esta zona se accede desde La Corchuela y es privilegiada para los que gusten de la pesca de la boga y el barbo en primavera.

Desde El Venturro volvemos por otro ramal de la cañada hasta la bifurcación que dejamos al comienzo de nuestro periplo mesteño. El trayecto alterna los encinares con los huertecillos,  saucedales y choperas de los arenosos y numerosos arroyos que cruzan estas llanuras y que en primavera con sus espinos, sus robles y fresnos nos ofrecen lugares amenos y encantadores.

Portada de la iglesia parroquial de Oropesa
Portada de la iglesia parroquial de Oropesa

OROPESA MONUMENTAL

En el recorrido de hoy no todo es naturaleza, en Oropesa podremos degustar en el Parador Nacional y en otros establecimientos su exquisita gastronomía. El marco del Parador ya es en sí un atractivo. El antiguo palacio de los Alvarez de Toledo fue contruido por el que fue IV Virrey del Perú. Oropesa merece callejear por ella visitando el castillo anejo al parador, los restos de las murallas, la plaza con su curiosa torre del reloj, la casa del Santo Alonso de orozco. La portada plateresca de la parroquia de nuestra Señora de la Asunción. El antiguo colegio universitario de los jesuitas, que también dejaron en Oropesa la iglesia de San Bernardo llamada «de la Compañia». La ermita de la Virgen de Peñitas, el antiguo ayuntamiento gótico, los conventos…etc . Un patrimonio que sería prolijo detallar aquí, y del que hablaremos otro día pero sobre el que podréis conseguir folletos en el ayuntamiento que además ha señalizado en el casco urbano una ruta sencilla para conocer el rico patrimonio de la capital de «la Campana».

UNA RUTA POR LA JARA ALTA

UNA RUTA POR LA JARA ALTA

Majada en el valle alto del Pusa, en la Jara Alta
Majada en el valle alto del Pusa, en la Jara Alta

Para iniciar esta ruta nos acercaremos hasta Los Navalucillos. Este pueblo se formó por la unión de Navalucillos de Toledo y su homónimo de Talavera que formaban parte respectivamente de los Montes de Toledo y de La Jara o montes de Talavera. El término de esta localidad es de una naturaleza agreste y montuosa con parajes solitarios que sorprenderán al viajero y sobre todo al senderista que, calzándose unas botas, quiera adentrarse en esta tierra donde convivieron los osos, los lobos, los venados y los corzos con colmeneros, ballesteros, mineros, bandoleros, partidas carlistas o “maquis” y que hoy día sigue siendo un lugar ideal para la caza mayor y también para la pesca, ya que en Navalucillos existe un coto intensivo de trucha.

En la población de Navalucillos se puede ver una arquitectura popular de tradición mudejarista con algunas curiosas viviendas que construyeron cuadrillas de albañiles emigrados de Portugal. En la iglesia se encuentran los restos de un guerrillero famoso que luchó contra los franceses y vale la pena también visitar la ermita de la Virgen de Las Saleras a la que se dedica una bonita procesión con velas encendidas el ocho de septiembre. También los carnavales son celebrados por los navalucillenses con la típica fiesta de invierno de orígenes muy antiguos en la que salen los marraches disfrazados.

Navalucillos es famoso en la comarca por su tapeo, la ruta de los cortitos de los Domingos puede tumbar al más avezado a base de aperitivos siempre variados y de platos de caza mayor como el venado o el jabalí. También podemos llevarnos artesanía, concretamente la alfarería tradicional que se fabrica y vende en el Bar El Cacharrero donde, además de muchas piezas típicas de cántaros, cazuelas, hornillos, pucheros etc, podemos encontrar la que el artesano considera de más éxito entre sus piezas “El botijo erótico”, un verdadero homenaje a Príapo.

Artesanía cacharrera en Navalucillos
Artesanía cacharrera en Navalucillos

Pero adentrémonos en la naturaleza salvaje de la Jara Alta y tomemos la carretera que se dirige hacia el sur y que une Navalucillos con sus aldeas. Dos o tres kilómetros más adelante llegamos al río Pusa donde unos merenderos sirven de esparcimiento a las gentes que se acercan en verano a bañarse. Si están abiertos podemos hacer también aquí una rústica parada gastronómica. Aguas arriba de estos bares, sobre la orilla derecha se sitúan unas ruinas que vale la pena curiosear , se trata de los restos de las antiguas ferrerías de El Mazo que, mediante energía hidráulica, movían todo un complejo metalúrgico del siglo pasado. Se abastecía del mineral que se extraía de las minas de la Herrera en el cercano pueblo de Los Navalmorales y llegaron a emplear hasta trescientos pares de mulas para acarrear el mineral. Durante la construcción de estos edificio parece que falleció y está enterrado en Navalucillos uno de los ingenieros, hermano de Michelín, descubridor del neumático.

Ferrerías del Mazo en los Navalucillos
Ferrerías del Mazo en los Navalucillos

Ascendemos a continuación por la carretera que deja a su izquierda la presa del Pusa y los barrancos por los que este río asoma desde el macizo central de los Montes de Toledo hacia las rañas de la Jara y Valdepusa. Una vez coronada la subida, se desvía hacia la izquierda una pista que nos llevará hasta el valle de Las Becerras, allí se sitúan un campamento, un merendero donde descansar bajo los castaños y el coto truchero. Todo este impresionante valle donde se unen el Pusa y su arroyo tributario de El Chorro tiene parajes realmente agrestes por donde hacer senderismo entre los que destaca el Chorro que da nombre al arroyo y que se llama así por la hermosa cascada que a los pies del Rocigalgo, cumbre más elevada de la cordillera, se deja caer desde una altura de veinte metros entre robles, rebollos, quejigos y un árbol protegido y especialmente arcaico, el tejo.

Cascada de El Chorro y al fondo Rocigalgo
Cascada de El Chorro y al fondo Rocigalgo

Continuamos nuestro viaje y volvemos a la carretera, recorrido un kilómetro, junto a las orillas del Pusa, se ha preparado una zona de pic-nic cerca de una fuente. Seguimos ascendiendo hasta llegar a Robledo del Buey que, como todos los pueblecillos que vamos a visitar, todavía conserva algunas edificaciones en la arquitectura tradicional jareña de muros de pizarra. Tomamos a continuación la carretera que nos llevará hasta el valle de Robledo del Mazo recorriendo hermosos parajes serranos entre rebollares, pinares, encinares y alcornocales hasta llegar al pueblecito de Navaltoril, uno de las cuatro aldeas que junto al mismo Robledo forman el municipio.

Desde Navaltoril tomamos la carretera hacia la izquierda para dirigirnos hasta Piedraescrita lugar mágico con una iglesia que merece la pena visitar. Situada en la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana, el paraje es sumamente pintoresco, hacia el sur el Rincón de Anchuras con el arroyo de Linchero que para los que gusten de pasear puede ascenderse subiendo junto a su limpia corriente donde todavía podemos encontrar nutrias y algún corzo o venado que bajen a beber desde las intrincadas sierras que lo bordean. Desde el podemos recorrer caserío hacia el norte unos cientos de metros hasta el lugar donde la leyenda refiere que se apareció la Virgen de Piedraescrita a un vaquero. A esta imagen se la atribuye ser “muy lloveora” y se la saca en procesión en épocas de sequía, ese día tanto los vecinos de Espinoso del Rey como los de Piedraescrita y el valle se reúnen junto al río Gébalo, en la zona conocida como de Las Juntas, y en procesión desarrollan un bonito ritual para solicitar la lluvia. La fiesta de la Virgen se celebra el uno de mayo. La iglesia conserva el pantocrator románico más sureño de España pintado en su ábside pero además se pueden contemplar los valiosos paneles de azulejería de Talavera del siglo XVI y XVII que adornan sus paredes con escenas del juicio final, de la vida de Cristo y un curioso “cristobalón” cruzando las aguas en las que se puede ver representada la fauna del Tajo recreada por el ceramista talaverano. Es un placer recrearse en el detalle de esta antigua cerámica sin olvidar también un cristo del siglo XVI. La llave del templo hay que pedirla en el pueblo.

Ermita de Piedraescrita
Ermita de Piedraescrita

Podemos pasear por las callejuelas de los pueblecillos del valle recorriendo pintorescos rincones de arquitectura tradicional. Para volver hay varias opciones pero recomendaré en este caso desplazarse a la pequeña aldea de Robledillo para desde allí dirigirnos a Espinoso del Rey por una pista asfaltada que discurre por amenos parajes. En el camino hay otro lugar de pic-nic junto a una fuente donde se puede descansar para continuar viaje a Espinoso donde veremos su rollo y su ermita. Por supuesto no podemos marcharnos sin adquirir una garrafita de aceite jareño virgen de las cooperativas de Espinoso o de Los Navalmorales.

Azulejería talaverana del siglo XVI en la ermita de Piedraescrita
Azulejería talaverana del siglo XVI en la ermita de Piedraescrita

EXCURSIÓN A LOS MOLINOS DE RIOFRÍO EN LA JARA

EXCURSIÓN A LOS MOLINOS DE RIOFRÍOrutariofrio

En el ámbito de Buenasbodas y Gargantilla, aunque muchos molineros eran de La Nava de Ricomalillo,  se localizan gran parte de los molinos de cubo de Riofrío. Nada menos que veintitrés artificios se reparten a lo largo de los aproximadamente diez kilómetros de cauce de este río jareño.

Molino de Riofrío y dependencias anexas de vivienda, cuadras...
Molino de Riofrío y dependencias anexas de vivienda, cuadras…

Ya hay constancia de la existencia de al menos uno de estos molinos en el siglo XIV y forman un conjunto de gran interés etnográfico pues se aprovecha prácticamente toda la potencia del agua por captarse casi inmediatamente el caudal para mover el rodezno de un molino nada más salir del cárcavo del anterior, aguas arriba. Seguir leyendo EXCURSIÓN A LOS MOLINOS DE RIOFRÍO EN LA JARA

GUÍA FÁCIL DE LA CIUDAD DE VASCOS

GUÍA FÁCIL DE LA CIUDAD DE VASCOS

Completamos al capítulo anterior sobre fortalezas del Tajo con esta excursión a la Ciudad de Vascos, toda una ciudad amurallada musulmana abandonada  hace casi mil años

Vista general de la alcazaba de ciudad de Vascos
Vista general de la alcazaba de ciudad de Vascos

conocervascos

Recorrido aproximado 19 kilómetros ida y vuelta si vamos andando desde Puente del Arzobispo, 6 horas; 10 kilómetros si el recorrido lo hacemos solamente desde el cruce de Navalmoralejo, 3 horas.

Calle calzada en Ciudad de Vascos
Calle calzada en Ciudad de Vascos

Salimos de Talavera y nos dirigimos a Puente del Arzobispo, cruzamos el puente y tomamos la carretera de La Estrella. En el camino podemos visitar el dolmen de Azután y un paraje junto al Andilucha en el que vemos un viejo puente, un horno tejar y los restos de un viejo molino. Llegamos después al cruce de Navalmoralejo. Justo enfrente, parte un camino que nos conducirá a la Ciudad de Vascos tras un recorrido de unos cuatro kilómetros. Los conejos saltan a nuestro lado mientras recorremos un agradable encinar adehesado.
Trescientos metros antes de llegar a la muralla podemos observar enterramientos musulmanes a ambos lados del camino. Se trata de una de las necrópolis de la ciudad compuesta por inhumaciones de cadáveres colocados de costado, orientados de este a oeste y con cuatro cipos o piedras alargadas que delimitan las cuatro esquinas de cada sepultura. Parece que antropológicamente, los individuos allí enterrados son de la etnia bereber, que sabemos también por datos históricos que fueron traídos por su carácter aguerrido a esta línea del Tajo para defender la frontera contra los cristianos.
Aparcamos el coche en una pequeña explanada junto a la muralla y accedemos al interior a través de un derrumbe de la misma. Pasamos al interior de la zona amurallada e iniciamos el recorrido siguiendo los indicadores. Descendemos por la zona oeste del recinto amurallado, que encierra nada menos que las ocho hectáreas de superficie que tiene esta misteriosa ciudad.
vascos croquisLlegamos a la zona “A”, situada en una pequeña vaguada bajo la alcazaba. Es uno de los sectores urbanos ya excavados donde observamos las dependencias de las viviendas, habitaciones pequeñas en torno a un patio y algunos detalles como molinos de mano fragmentados, silos de almacenamiento excavados en la roca, las jambas de las puertas, el lugar chamuscado donde se situaba el hogar y alguna pila excavada en la piedra.
Junto a esta puerta noroccidental de la muralla se observan las dependencias del cuerpo de guardia con acceso directo al muro. Es curioso ver en la cara exterior de la puerta un arco de herradura labrado en bajorrelieve para darle aspecto musulmán, en una especie de arabización a posteriori de la puerta.

Caldarium del baño de la Mora
Caldarium del baño de la Mora

Y ya que hemos salido por esa puerta, precisamente subiendo unos metros por el arroyo de La Mora arriba se encuentran los restos de uno de los baños árabes de la ciudad. Con su vestuario, sus salas de baño caliente y frío, la leñera y la dependencia donde se calentaba el agua etc.

Mezquita de la Ciudad de vascos
Mezquita de la Ciudad de vascos

Volvemos nuevamente al interior del recinto amurallado y subimos hacia la alcazaba, la parte más fuerte de las ciudades medievales. Antes de entrar observamos una dependencia de planta rectangular con columnas que es la mezquita principal de la ciudad. Es curioso observar en ella los restos del mihrab, esa pequeña dependencia orientada a la Meca que estaba más o menos lujosamente decorada según la riqueza de la mezquita, aunque en este caso solamente queda un hueco en el tapial del muro sur. A la entrada de la mezquita se observa una pileta apenas conservada donde probablemente hacían sus lavados rituales los musulmanes antes de rezar. Se mantienen también fragmentos de algunas de las columnas que sostenían la techumbre.

Se ha llado otra mezquita de menores dimensiones en el barrio situado al sur de la alcazaba.

La entrada a la alcazaba, donde además residía el jefe militar de la plaza, conserva todavía el arranque del arco de herradura, restos de murallas y torreones y un aljibe para almacenar agua. Si nos asomamos al sur contemplamos una vista espléndida con la confluencia del arroyo de la Mora en el río Huso o el embalse de Azután y Gredos al fondo.

Puerta de la alcazaba con el arranque del arco de herradura
Puerta de la alcazaba con el arranque del arco de herradura

Bajamos de la alcazaba y vamos observando la zona “E”, donde se encuentran los cimientos y muros viviendas de rango superior y algunos edificios públicos. En esta zona se han hallado también restos de poblamiento romano anteriores a la ocupación árabe de la ciudad, e incluso lascas de sílex y cerámica que demuestran poblamiento prehistórico.
Ascendemos hacia la zona “B” donde veremos lo abigarrado de las callejuelas, su empedrado, los sistemas de desagüe de las viviendas, los hogares etc. En la muralla de esta parte se observa un portillo de los seis que se conservan actualmente.

Aquí nos asomamos a la muralla y vemos un entorno paisajístico de gran belleza con el bosque mediterráneo rodeando la ciudad, en cuyo interior crecen los almendros. Está flanqueada al este por el impresionante cañón granítico del río Huso en cuyos despeñaderos abundan los espárragos de cambronera y las rapaces que sobrevuelan la impresionante formación granítica. Los patos también transitan por las aguas tranquilas del reculaje del embalse de Azután en el río Huso. Al otro lado del arroyo de La Mora se esconden también los restos de un barrio extramuros, con las ruinas de unas tenerías y quizá otras dependencias artesanales.

Puerta oeste de la Ciudad de vascos que da acceso a los baños
Puerta oeste de la Ciudad de vascos que da acceso a los baños

Muchas teorías se han aventurado sobre la significación del nombre “Vascos” pero ninguna está fundamentada. La despoblación de la ciudad en el siglo XI también es un enigma, aunque sí sabemos que tuvieron que abandonarla los musulmanes por las exigencias de Alfonso VI, que ya preparaba la toma de Talavera y Toledo. Sí conocemos la finalidad estratégica que tuvo esta población defendiendo, junto con otras fortalezas, como Castros, Espejel o Alija, la línea defensiva del Tajo del avance de los cristianos en la Reconquista. Sí sabemos que la propia ciudad o al menos su ámbito de influencia se conoció como Nafza en el mundo musulmán. También conocemos que en el siglo XVII aparece en documentos como la ciudad de “Vasquez”, por lo que puede que este nombre de “Vascos” simplemente haga alusión al apellido de un antiguo dueño, y tal vez pueda esta explicación tan sencilla darnos la solución al enigma.
La tradición local vincula a Vascos con cierta actividad metalúrgica pues, aparte de ciertos restos hallados, se encuentra comunicada por un viejo camino con las minas de oro y hierro de Sierra Jaeña.
Desde aquí partieron tropas convencidas por un santón musulmán llamado Al Quit para conquistar la ciudad cristiana de Zamora. Los generales bereberes no se fiaron de su jefe en el último momento y abandonaron el asedio, por lo que los pocos fieles que le quedaron no pudieron evitar su derrota por Alfonso III y que su cabeza quedara expuesta clavada en una pica junto a las murallas del Duero. Este curioso personaje convencía a la gente mediante trucos de magia y predicaba a los fieles de pie sobre un asno.
Además del patrimonio que antes hemos mencionado antes de llegar a la Ciudad de Vascos también podemos acercarnos a Navalmoralejo, donde se ha instalado un pequeño museo para dar a conocer mejor los restos arqueológicos de la ciudad hispanomulmana.

También podemos acercarnos al embalse de Azután pasando por el pueblo que le da nombre, que fue propiedad de las monjas del monasterio de san Clemente de Toledo. Quedan junto al río restos escasos de la torre árabe de observación que lo originó y un viejo molino que se halla junto a ella. El pueblo cuenta con una arquitectura tradicional en adobe y tapial.
Se puede hacer el camino hasta la Ciudad también en turismo, aunque la parada en el dolmen es un tanto dificultosa y debemos avanzar para aparcar hasta el arroyo Andilucha por seguridad.

RUTA DEL CASTRO DEL RASO Y LA GARGANTA TEJEA

RUTA DEL CASTRO DEL RASO Y LA GARGANTA TEJEA

En otra ruta conocíamos algunos aspectos del patrimonio candeledano relacionados con la arqueología, pero sin duda el yacimiento más importante que podemos visitar es el castro celta de El Raso, pequeño pueblo perteneciente a su ayuntamiento.

Ruta de la garganta Tejea
Ruta de la garganta Tejea

Aunque el yacimiento se conoce desde antiguo, es en las dos últimas décadas cuando se han acometido las excavaciones más importantes que han descubierto un poblado vettón que tal vez sea el de mayor entidad de los conocidos actualmente y el que ha dado más datos sobre este pueblo prerromano. Tiene varias zonas excavadas. En una de ellas, la más extensa, han quedado al descubierto numerosas viviendas que presentan la misma estructura, con planta rectangular y con una dependencia principal en la que los habitantes de la casa se sentaban en un banco corrido delante del hogar, que se sitúa en el centro de la habitación. Allí comían pasándose los alimentos de unos a otros. La vivienda tenía otras pequeñas habitaciones que servían tanto de cuadra como de almacén o lugar de trabajo para telares u otras actividades artesanas.

Viviendas reconstruidas en el castro vettón de El Raso

También hay construcciones de planta circular que probablemente servían como silos o almacén, y hornos que delatan la dedicación a actividades metalúrgicas de sus habitantes, aunque, como es sabido, su principal dedicación era la ganadería y por ello esculpían su manifestación artística más conocida, los verracos de piedra que se encuentran salpicados por toda nuestra geografía y que parece ser eran una especie de grandes amuletos que protegían a los ganados, por lo que aparecen en ocasiones a las puertas de sus corrales. Dos de las casas excavadas han sido reconstruidas y existe el proyecto de hacer un pequeño museo de interpretación del yacimiento con los objetos y herramientas descubiertos. Entre ellos se encuentra un tesorillo hallado en la entrada de una de las viviendas, bajo las cenizas de destrucción de la misma, que se produjo probablemente en el momento del asalto de la población por los romanos. Otra de las zonas excavadas se encuentra en la parte más elevada del yacimiento y cuenta con un bastión que defiende una de las puertas de la muralla, la cual circunda a todo el núcleo urbano y ha sido también excavada en algunos tramos. Pero la mayor riqueza de armas, cerámica, ornamentos etc. ha sido encontrada en la necrópolis, donde se enterraron los restos de sus muertos.

Recientemente se ha acometido la excavación de más tramos de la muralla en los que se ha descubierto un torreón que habría tenido 6 metros de altura, entre otras estructuras.

Pinturas rupestres que representan cérvidos en el valle de la garganta Tejea
Pinturas rupestres que representan cérvidos en el valle de la garganta Tejea

Este pueblo adoraban entre otros a un dios innominado al que cantaban en las noches de plenilunio, según nos cuenta Estrabón, y eran magníficos soldados que resistieron con fuerza a los romanos, para después incorporarse a sus ejércitos como mercenarios.

Garganta Tejea

 Ascenso por la garganta Tejea

 Puede que el nombre de esta hermosa garganta derive de la existencia de tejos, especie arbórea hoy en remisión en toda la sierra. Nos podemos introducir en su alto recorrido siguiendo desde el Raso por la pista que lleva al castro vettón. Siguiéndola hasta el final llegamos a una zona donde se puede dejar el vehículo y desde donde parte una senda que lleva hasta el puente Pinillos para después, cruzando el puente, seguir por la orilla oeste ascendiendo por la garganta. Pasada la vega de las Berceas (berzas) es mejor coger la senda que sube hasta unas majadas para después llegar a los Chozos de tío Domingo y la fuente del Brial. A partir de aquí el paisaje se va haciendo más árido con grandes canchales de piedra y llegamos a la vega del Zapato, desde donde poco antes sale una senda que asciende por la ladera de la izquierda aunque luego se pierde. El final de la garganta es muy abrupto y su cauce desciende muy encajonado por la zona de los Barquetes.

Las paradisíacas pozas de Gredos
Las paradisíacas pozas de Gredos

El paseo es muy ameno, con el sonido de la garganta, los chozos, queseras y majadas, que nos encontramos en el trayecto, y las agradables pozas trasparentes donde podremos bañarnos. No es extraño que veamos cabras monteses.

Aquellos que lo deseen pueden subir por una vaguada hasta los Hermanitos de Tejea, dos picachos gemelos con vistas desde su cara oeste sobre un paisaje de gran belleza con despeñaderos impresionantes. Delante del más sureño de los dos picos se perciben los restos de la muralla de otro castro.

Garganta Tejea, a la derecha los dos picos llamados hermanitos de Tejea
Garganta Tejea, a la derecha los dos picos llamados hermanitos de Tejea

En el plano solamente figura el trayecto que se realiza desde la pequeña zona de aparcamiento, pues desde El Raso, pasando por el castro, no hay pérdida ya que solamente debemos seguir la pista. Este aparcamiento del que hablamos es también el mejor lugar para darnos acceso a la cabecera de la garganta de Alardos.

 Recorrido aproximado 11 kilómetros, 3 horas y media

Con subida a los Hermanitos de Tejea 5 horas

RUTA DE LA GARGANTA BLANCA

RUTA DE LA GARGANTA BLANCATIÉTAR 21 DISFRUTANDO LA GARGANTA BLANCA

CANDELEDA

Hoy vamos a comenzar a conocer el pueblo que se sitúa bajo el macizo central en su vertiente sur, junto a las elevaciones más pronunciadas de la sierra, el circo de Gredos y el Almanzor, con sus casi 2600 metros de altura. Por otra parte, estamos en La Vera abulense que sorprendió a  Camilo José Cela, pues escribió de Candeleda que

Arquitectura popular de Candeleda.
Arquitectura popular de Candeleda.

“tiene de todo; es como el arca de Noé de los tres reinos de la naturaleza, a saber: el animal, el vegetal y el mineral. En Candeleda se cría el tabaco y el maíz, el pimiento para hacer pimentón y la judía carilla, sabrosa como pocas. El término de Candeleda mide alturas para todos los gustos y voluntades, desde los cuatrocientos metros hasta cerca de los dos mil seiscientos. En Candeleda a la vista de las nieves perpetuas, florecen el limonero, el naranjo y el almendro. Candeleda muestra fresnedas y robledales, higuerales y piornales, castañares, pinares y olivares. El término municipal de Candeleda, mal medido, da ochenta leguas cuadradas sin contar el proindiviso con Arenas de San Pedro. En Candeleda hay cancho y praderío, huerta y majada, pan, vino y aceite. En los riachuelos de Candeleda brota entre truchas el cimbreante junco y, entre ranas, la airosa espadaña. En el campo de Candeleda se enseña la glauca flor del piorno, la alba margarita de la manzanilla, la campánula rosa, morada y azul. En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca y el botón de la rosa francesilla, el fragante dondiego que unos nombran donpedro y otros dicen donjuan, el nardo y el jazmín.”

No puede ser más hermosa la descripción que nos hace el premio nobel en cuyo libro “Judíos, moros y cristianos” aparece y que ya hemos dicho es de obligada lectura para aquellos que quieran adentrarse a conocer estas sierras.

 

Garganta Blanca y al fondo el circo de Gredos
Garganta Blanca y al fondo el circo de Gredos

La garganta Blanca

  La manera más fácil de acceder a la Garganta Blanca es tomar en coche la pista que sale poco antes de tomar la carretera de la ermita de Chilla, recorriendo unos ocho kilómetros y disfrutando de unas vistas magníficas sobre la garganta de Santa María y la garganta Lóbrega, entre hermosos bosques de pinos y robles. Cruzamos entre otros el arroyo Castañarejo, que puede merecer un paseo por sus riberas, y nos detendremos al final del camino, ya en el refugio de la Albarea, junto al puente de la Garganta Blanca.

Desde allí podemos ascender por la orilla este, pasamos junto a los restos del llamado corral de las Monteses y seguimos, dejando a la derecha el abrupto arroyo de las Alamedas, hasta un pequeño cerrete con grandes bloques de granito en su cima, al que  llega la senda, y desde donde se contemplan magníficas vistas de la garganta Blanca y de la espalda del circo de Gredos. Enseguida encontramos los grandes bloques graníticos que distinguen las cabeceras de todas estas corrientes de la vertiente sur de Gredos.  Continuamos por la mal marcada senda que discurre entre los bolos berroqueños, quedando a la derecha el arroyo de las Cañas y poco después el arroyo de la Ribera que nace junto al risco del Fraile, que vemos elevarse solitario en la cumbre.

El camino se va haciendo cada vez más penoso y la corriente a veces desaparece bajo las grandes piedras. Llegamos finalmente a la zona de los Covachones, desde donde se levanta el gran macizo pétreo del circo. Arriba vemos a los Tres Hermanitos y su portilla, desde donde bajan en chorreras que cortan la piedra dos arroyos que dan origen a la Garganta Blanca. Antes hemos dejado a la derecha otro arroyo que nos permitiría subir hasta la portilla del Morezón con relativa facilidad. La zona de los Covachones es llamada así por las cuevas y grandes fracturas y grietas que han dejado con el tiempo el agua y la erosión. Los que estén preparados para el montañismo pueden incluso subir hasta la cresta del circo y ver abajo la laguna de Gredos.

Haremos después la segunda parte de la excursión. Apenas una hora de camino hay desde este mismo refugio de la Albarea hasta la conjunción de la garganta Blanca con la de Santa María, junto al puente del Camino al Puerto de Candeleda y el refugio del Rey.

Pozas esmeraldas de la Garganta Blanca en su tramo final
Pozas esmeraldas de la Garganta Blanca en su tramo final

Este tramos es un agradable paseo entre bosques serranos con la garganta despeñándose en pozas y chorreras muy bellas, siguiendo una senda bastante bien marcada que baja por la orilla oeste. La vuelta la podemos hacer subiendo por el camino del Puerto desde el puente del mismo nombre hasta el carril que viene desde el refugio de la Albarea, volviendo así al punto de partida.

Recorrido aproximado: Subida de la garganta, ida y vuelta 6 kilómetros, dos horas

Descenso hasta desembocadura, ida y vuelta 5 kilómetros, 1 hora y media