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ACABAMOS EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE CONOCIENDO NAVALVILLAR

Arquitectura popular cerca de Navalvillar

Dejamos Castañar y tenemos dos opciones para continuar camino de Guadalupe. O bien seguimos por la carretera hacia Navalvillar, o descendemos nuevamente hacia el río y continuamos el camino paralelo al Ibor siguiéndolo en dirección sur. Si tomamos esta segunda opción llegamos a cruzarnos con la garganta Salóbriga que aguas arriba, bajo el viaducto de la carretera, cuenta un paraje muy bonito con dos viejos molinos en umbrías muy amenas.

Cada vez se cultivan más cerezosen el valle del Ibor

Si descendemos aguas abajo del arroyo, hasta su desembocadura en el Ibor también nos encontramos con otro viejo molino de pizarra en la confluencia. Aguas abajo de él, se levanta el edificio de una antigua ferrería que servía para procesar el metal extraído de las minas cercanas.
Desde garganta Salóbriga ascendemos hacia Navalvillar por la antigua carretera o por el camino que aquí se convierte en una senda.

Portada mudéjar de la iglesia de Navalvillar de Ibor

El propio nombre de Navalvillar ya nos indica la existencia de una población anterior, pues “nava” quiere decir llanura elevada y húmeda, mientras que “villar” hace referencia a la existencia previa a la repoblación de ruinas de antiguos caseríos de época indeterminada. Pero la primera alusión documentada al pueblo, o al menos al paraje donde hoy se sitúa, se encuentra en el documento del siglo XIII referido en el capítulo anterior por el que Sancho IV dona a Talavera la dehesa de Castrejón de Ibor, concretando su amojonamiento y apareciendo el paraje de Navalvillar como uno de los incluidos en dicha dehesa. Así, perteneció este pueblo a las Antiguas Tierras de Talavera y por tanto al señorío de los arzobispos de Toledo, hasta el siglo XIX en que la división provincial le incluyó en Cáceres, aunque quedó como recuerdo de aquella vieja viculación la actual pertenencia a la demarcación eclesiática de la mitra toledana.

Navalvillar desde el valle del Ibor

La iglesia de Navalvillar es construcción del siglo XVI, pero las reformas y vicisitudes bélicas apenas han dejado huellas de su antiguo patrimonio.
La principal atracción de este pueblo es su agreste y rica naturaleza con los bosques de castaños, los alcornocales y los lugares de interés que se sitúan en torno al Ibor y la garganta Salóbriga, con los parajes que antes hemos referido entre otros de interés.

Alcornocales en el valle del Ibor

En la gastronomía de Los Ibores no debemos olvidarnos del magnífico queso de cabra con denominación de origen que se produce en estas sierras con sus diferentes variedades. Esos magníficos pastos también hacen que el cabrito de la zona sea delicioso acompañándolo si queremos con unas buenas migas. Las aguas del Ibor y de sus arroyos riegan con sus aguas limpias los huertecillos que producen verduras de calidad, entre las que destacaremos las judías. También en esas aguas se crían los magníficos peces que podemos capturar y degustar. De postre, las roscas de muédago o las cerezas que se cultivan en la zona.

Paisaje con molino en Navalvillar

En cuanto a la artesanía, Castañar y Navalvillar son dos pueblos donde se pueden adquirir labores tradicionales en unos casos con los motivos y técnicas autóctonos y en otros de tipo lagarterano. Las fiestas populares de Navalvillar se celebran el diez de febrero, Santa Escolástica, y el dieciseis de agosto, San Roque.

Labores en Navalvillar

Desde Navalvillar hasta el empalme con la carretera que viene del ya descrito Camino Viejo o Camino Real de Guadalupe y del Hospital del Obispo hay cerca de diez kilómetros. El camino antiguo discurre paralelo a la carretera por su lado oriental y se une con el Camino Viejo en el paraje conocido como de la Venta Real, que dio servicio antiguamente a los romeros y de la que hoy no quedan apenas restos. El tramo de este camino de Los Ibores que continúa hasta Guadalupe coincide con el Camino Viejo en su trayecto final.

CONOCEMOS CASTAÑAR Y SALIMOS PARA NAVALVILLAR CAMINO DE GUADALUPE

Frescos con pinturas del siglo XVI que decoran un púlpito de la iglesia de Castañar representando a los padres de la Iglesia, en la imagen San Jerónimo

Conocida la historia, vamos ahora a conocer el patrimonio de Castañar de Ibor. La iglesia merece una visita pues conserva un buen retablo y un curioso púlpito decorado con pinturas del siglo XVI.La iglesia es de una sola nave y está revocada y blanqueada en su exterior ocultando así sus muros de mampostería. En el interior un arco gótico mudéjar de influencia guadalupana da acceso a una capilla y otro a la sacristía.

El presbiterio está cubierto con bóveda de crucería y entre su patrimonio escultórico se debe destacar el Cristo de La Avellaneda datado en el siglo XV y que fue traído aquí tras el despoblamiento del pequeño lugar. Es a la devoción de esta imagen a la que está dedicada la romería que se realiza desde Castañar hasta el pequeño lugar en el mes de Mayo. En la sacristía se guarda otro Cristo de pequeñas dimensiones pero de buena factura y otro más de estilo popular se encuentra expuesto presidiendo la capilla bautismal en la que también destaca una gran pila granítica con una pililla de cerámica de Puente del Arzobispo.

Iglesia parroquial de El Castañar

Aunque la arquitectura tradicional del caserío ha sido sustituida en su gran mayoría por casas de nueva construcción levantadas por los emigrantes que volvieron al pueblo, todavía se conservan algunos rincones con encanto.

Es de gran interés una cueva descubierta en 1964 en la Solana del Helechal por un agricultor al que se le hundieron las mulas mientras trabajaba la tierra. Sus formaciones calizas se distribuyen en salas a las que se ha bautizado por su aspecto como la sala roja, la sala blanca o la sala jardín y también cuenta con pequeños lagos subterráneos. Es de grandes dimensiones y todavía no está completamente explorada. Ha sido declarada Monumento Natural de Extremadura y actualmente se puede pedir cita para la visita al Geoparque de Villuercas.

Cárcavo de un molino del río Ibor. El agua que sale por el saetillo mueve el rodezno.

Desde Castañar parten algunas rutas que nos permiten adentrarnos en un entorno privilegiado por sus riquezas naturales. En primer lugar podemos dirigirnos al extenso bosque de castaños que da nombre al pueblo y entre cuyas agradables umbrías es agradable pasear. También existen parajes serranos cercanos donde llaman la atención los tupidos robledales o los ejemplares monumentales de castaño, como los que se encuentran cerca del collado del Postuero camino de las Chorreras de Calabazas, pequeñas cascadas a las que se accede por una senda pintoresca que también nos puede llevar a los solitarios montes de Calabazas, donde es difícil encontrar a nadie salvo a la fauna salvaje y a los arroyuelos de aguas continuas que bajo sus alisedas esconden rincones de lo más ameno en los que podemos tomar un baño.

Tanto en la carretera que une Bohonal con Mesas de Ibor, como en la que nos lleva a Robledollano desde Castañar existen lugares de interés en las inmediaciones del río Ibor. En el primer caso encontramos un puente medieval que servía para el trasiego de los ganados trashumantes que discurrían por una cañada.

Chozo en un castañar del río Ibor

También podemos visitar un antiguo molino de los conocidos como “de regolfo”, debido al sistema hidráulico que hacía girar las piedras con la corriente del río que aquí discurre por unas riberas de gran belleza. En el segundo de los cruces enumerados hay un merendero junto a las zonas de baño y el agua del canal que daba servicio a una central eléctrica se despeña sobre una cascada cerca de la confluencia del río Viejas con el Ibor. Cerca del puente de la carretera de Fresnedoso hay también parajes ribereños muy agradables además de las ruinas de unas antiguas herrerías y molinos aguas abajo de otro merendero.

En las sierras cercanas son abundantes los fósiles, testigos de la existencia de un antiguo mar que hace millones de años cubría esta zona y cuyos lechos marinos hicieron elevarse plegamientos geológicos posteriores. Los limos sedimentados fueron convertidos por grandes presiones en las pizarras y cuarcitas  sobre las que hoy encontramos los trilobites y otros animalejos fosilizados en aquellos lejanos tiempos.

En el Castañar son dos las fiestas principales, la concurrida romería del Cristo de La Avellaneda, celebrada en mayo, y la fiesta patronal de San Benito Abad que tiene lugar el once de julio. Se ha abierto un camping y también puede dormirse en un hostal que es además restaurante y ofrece comidas.

 

SALIMOS DE BOHONAL PARA EL DESPOBLADO DE LA AVELLANEDA POR EL CAMINO DE GUADALUPE DE LOS IBORES

Arquitectura popular en Bohonal de Ibor

Hay un hostal a la entrada de Bohonal y en los bares de la localidad nos pueden dar algo de comer.

La fiesta de verano es San Bartolomé y todavía se conserva una curiosa costumbre el día de la Cruz de Mayo, concretamente el día dos de este mes, por la que los quintos van de noche marcando con cruces las puertas de las casas donde vive alguna moza por la que se sientan inclinados y a la que quieran halagar con este gesto. El segundo sábado de mayo se acude en romería a una ermita levantada a la Virgen de Guadalupe junto a la carretera de Mesas de Ibor.

Cruces en las puertas de las mozas durante la fiesta de las Cruz de Mayo en Bohonal en Bohonal

Entre los productos autóctonos debemos destacar el aceite de oliva que se comercializa en su almazara.
Desde Bohonal vamos a adentrarnos en Los Ibores siguiendo la ruta que está señalizada por ARJABOR a poco más de un kilómetro del pueblo y que es el antiguo camino entre Navalmoral de la Mata y Castañar de Ibor.

Nuestro camino discurre por el arruinado caserío de La Avellaneda

Discurre por parajes solitarios en trayecto paralelo al arroyo de Valdeazores hasta ascender a la Raña de Las Mesillas, donde confluye con la actual carretera.Nosotros no vamos continuar por ella sino que un poco más adelante dejaremos el asfalto y tomaremos un camino que desciende a la derecha hasta La Avellaneda.

La iglesia de La Avellaneda

Éste es un antiguo lugar, casi despoblado donde sobreviven fantasmales las ruinas de la mayor parte de las casas y alguna que otra mantenida a duras penas por sus dueños. Se trata del más antiguo asentamiento de la dehesa de Castrejón de Ibor que el rey Fernando III el Santo donó a la villa de Talavera, hoy de la Reina, para su repoblación. Perteneció a su concejo y por tanto al señorío de los arzobispos toledanos hasta el siglo XIX. En 1835, con la división provincial estas antiguas tierras de Talavera pasaron a pertenecer a Cáceres junto con parte de La Jara que actualmente se encuentra en la comunidad extremeña.

El cristo de La Avellaneda, hoy en la iglesia de Castañar de Ibor

La Avellaneda tiene una iglesia muy deteriorada construida en el siglo XV que conserva su espadaña pero a la que le han sido desmontados los contrafuertes. Dicen que en la despoblación del lugar tuvo que ver una plaga de termitas y que sus habitantes pasaron a vivir a Castañar, desde donde se celebra todos los años una concurrida romería hasta este lugar encantador situado en el valle del río Ibor por donde continuaremos nuestro periplo hacia Guadalupe.

El embalse de Valdecañas, todo un mar interior

El entorno aequeológico de Bohonal: En las terrazas del Tajo, desde la desembocadura del Gualija hasta el extremo occidental del término, se han hallado numerosas piezas de industria lítica trabajadas por el hombre del paleolítico inferior. Son abundantes los bifaces y raspadores que se pueden encontrar en los sedimentos movidos por el oleaje del embalse de Valdecañas en parajes como Los Navazos o las Cabrerizas.

La puente de Gualija

En las covachas graníticas formadas en la zona de confluencia del río Ibor con el Tajo se han encontrado restos neolíticos y calcolíticos en un entorno agreste de gran belleza y en esa misma zona, en el paraje conocido como Los Pibores, se conserva un buen dolmen, aunque su reutilización como cochinera lo ha deteriorado. Restos de otros cuatro dólmenes más se hallan en el término de Bohonal aunque tampoco se han conservado estos monumentos megalíticos en condiciones óptimas.

También en la Edad del Hierro dejaron los pueblos vetones muestras de su paso por aquí, hasta cinco verracos que se enumeran en las Relaciones de Felipe II y en el testimonio de un erudito del siglo XVIII que nos dejó algunos dibujos. Una de esas esculturas se conservan actualmente en Peraleda y es una cabeza de jabalí en la que se perciben perfectamente los colmillos.

 

COMENZAMOS EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE POR BOHONAL

Casas porticadas en la plaza de Bohonal de Ibor

Desde la Nacional- V , poco antes de Navalmoral de la Mata seguiremos camino hacia el sur con destino a Guadalupe.  Pasamos junto a la arruinada iglesia del despoblado de La Mata ydespués de pasar junto a Peraleda de la Mata llegamos al Tajo, frente al templo romano de Diana que comentaremos en el capítulo próximo.

Antiguamente se cruzaba por la barca de Alarza situada cerca de Bohonal. Todavía se conserva el camino que llega desde ella hasta el pueblo y por él podemos acercarnos hasta el embalse, hasta un paraje solitario de gran belleza en el que la vista se pierde en el mar de agua dulce de Valdecañas. Otros viajeros cruzaban por la barca de Talavera la Vieja, como Ponz, que dijo de la posada del pueblo en 1784 que “No le dé Dios a nadie posada semejante a la que yo encontré en Talavera la Vieja. Nada había a qué apelar, ni para los hombres ni para las bestias”, aunque describe con admiración las riquezas arqueológicas de la villa desaparecida.

Rótulo cerámico de una calle de Bohonal

Bohonal es el único núcleo de población que queda en la actualidad del antiguo señorío del Conde de Miranda, formado además por Talavera la Vieja y el despoblado de Alija. En el siglo XV los habitantes de este último debían pagar al señor mediante un censo perpetuo dos fanegas de trigo y dos de cebada por cada yunta de bueyes que labrara en la Dehesa de Retuerta, en cuyo territorio se localizaron más tarde los otros dos núcleos de población, Bohonal y Talavera la Vieja. Una concordia del siglo XVI estableció que la propiedad de dicha dehesa era del conde, pero los colonos debían pagarle una cantidad fija para poder labrar las tierras. Esta situación medieval duró hasta 1930 con numerosos pleitos entre los vecinos, el señor y el estado, que en tiempos desamortizadores intentó también aprovecharse de la situación. Fueron muy numerosos los conflictos, e incluso en los años veinte un vecino perdió la vida de una paliza por ser firme defensor del reparto de las tierras entre sus paisanos.

Columnas de Talavera la Vieja salvadas tras lainundación del pueblo y al fondo el ambalse de Valdecañas

Pero el hecho histórico que modificó en mayor medida la historia de este pueblo y sobre todo de la desaparecida Talavera la Vieja fue la construcción del embalse de Valdecañas cuyo proyecto se publicó en 1956, modificando con su ejecución completamente el paisaje y despertando para Bohonal unas perspectivas turísticas que luego no se sustanciaron.

Espadaña de la iglesia de Bohonal

Un paseo por el pueblo nos mostrará su arquitectura popular claramente diferenciada de la forma jareña de construir que hemos venido observando en los pueblos de otros caminos guadalupanos. Son construcciones de mampostería granítica y de adobe que se reparten en intrincadas callejuelas y que tienen con frecuencia portales de acceso rematados con arco carpanel en ladrillo. En la plaza debemos destacar las casas porticadas de tradición mudéjar sobre columnas ochavadas, algunas de ellas reconstruidas pero conservando los soportales tradicionales.

Pila cerámica bautismal de cerámica talaverana en Bohonal

La iglesia de San Bartolomé es construcción del siglo XVI de una sola nave con una graciosa espadaña de sillería y una torre añadida en el siglo XX. El interior sufrió también los embates de la Guerra Civil y aquí se trajeron antes de su inundación algunos de los objetos litúrgicos de la iglesia de “Talaverilla”, entre los que tal vez destaque una pila bautismal de cerámica de Talavera que parece obra de Ruiz de Luna. También se trasladaron aquí dos de las lápidas romanas que se custodiaban en la sacristía talaverina, una de ellas la que hace referencia a los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta. De más valor eran los cuadros del Greco que formaban parte de un retablo de la iglesia inundada; representaban los motivos de la Coronación de la Virgen, San Pedro y San Andrés y actualmente se encuentran en el Museo de Santa Cruz de Toledo. El rollo jurisdiccional de Talavera la Vieja se encuentra actualmente en la cercana población de Rosalejo adonde fueron algunos colonos talaverinos tras anegarse el pueblo.

Arquitectura popular de Bohonal