De época visigoda es la tradición que asocia a los santos Fulgencio y Florentina, hermanos de San Leandro y San Isidoro, con las Villuercas. Sus leyendas se entrecruzan con la del hallazgo de la imagen de la Virgen de Guadalupe que, según la tradición, habría sido regalada a San Leandro por San Isidoro y más tarde se habría ocultado en estas sierras por los cristianos que huían hacia el norte de la represión musulmana.
Puerta mudéjar en Berzocana
Se dice que el 26 de Octubre de 1223 en el bonito pueblo de Berzocana y en un lugar conocido como Prado de los Santos, un labrador encontró “un cofre de mármol basto”, que se conserva todavía en su capilla, con las reliquias de los dos santos. En 1572 un clérigo asegura que los frailes de Guadalupe “quisieron llevar los dichos cuerpos santos a su casa diciendo que así estarían con más reverencia y llevándolos ya casi una legua de esta villa anocheció y a la mañana amanecieron en esta iglesia donde ahora están y que esto hicieron dos veces…Cuando hallaron las dichas reliquias quisieron edificar esta villa un poco más arriba en un lugar fragoso donde las dichas reliquias aparecieron y por temor de víboras y estar poblado de sabandijas ponzoñosas situaron la villa más abajo en la iglesia parroquial en la cual están dichas reliquias”.
En el siglo XVIII dicen que se llama Berzocana por los “berezos canos” o brezo banco que pueblan sus campos y es tradición en otra de las versiones legendarias que fue la propia Virgen de Guadalupe quien señaló a un pastor el lugar donde se encontraban las reliquias de los santos sevillanos, aunque curiosamente señala también en 26 de Octubre el hallazgo aunque en el año de 1362. Cuenta también esta versión que, en 1593, queriendo llevarse las ciudades de Cartagena y Murcia los cuerpos de los santos, ya que eran nacidos allí, les erigió la villa para impedirlo su suntuosa capilla “en el mismo sepulcro donde los hallaron, que es de mármol blanco de una pieza y de largo más de dos varas y de ancho más de media vara y de grueso tres dedos, se guarda con dos llaves, la una la tiene el cura rector y la otra el alcalde de hijosdalgo. Descúbrense cuatro veces al año, que son el propio día de uno y otro santo, el de la aparición y el de la traslación a la referida capilla”. Las calaveras se hallan en dos relicarios de plata sobredorada y los de Santa Florentina se distinguen por encontrarse un antiguo peine entre sus huesos dentro del relicario, el resto de los despojos se guardan en un arca de ébano donada por Felipe II que aún se conserva con su decoración de incrustaciones de nácar y marfil y tachonada de clavitos dorados.
Fue hecha villa Berzocana por el emperador Carlos V en 1538 separándola de Trujillo y “son sus armas un castillo dorado en campo rojo, un cordero sobre un libro con su bandera y dos calaveras coronadas sobre dos huesos, propias insignias de los patrones de esta villa y su iglesia”. El cordero es símbolo de San Juan Bautista, advocación parroquial.
La iglesia que aloja las referidas reliquias es un magnífico templo declarado monumento histórico artístico en 1977. En sus orígenes se trataba de un edificio mudéjar construido en el siglo XV o tal vez antes, como demuestra la construcción de ladrillo y mampostería de la torre-fachada occidental, donde es curioso observar el reloj con los viejos péndulos de piedra.
Pero la devoción a los santos Fulgencio y Florentina hizo que en el siglo XVI se reconstruyera y erigiera su capilla, en cuya financiación parece que tuvo la mayor parte el propio pueblo de Berzocana que canta todavía: Para hacer esta capilla/ ni el rey ni el obispo ayudó/ porque aquesta ilustre villa / todo siempre lo cumplió. Esto sucedió en tiempos del obispo placentino que tantas obras acometió, don Gutierre de Vargas Carvajal, y parece que en ella trabajó el gran artífice en piedra Sancho Cabrera.
Tiene el templo dos accesos con portada renacentista una en la fachada norte y otra en la sur a la que da paso un pórtico con arco escarzano sobre el que se puede observar un relieve con la imagen de San Juan Bautista, aunque más bien parece San Juan Evangelista por el libro que sostiene en sus manos. En la cabecera podemos observar un ventanal gótico con un fuste arbóreo y un vano enmarcado en ladrillo con una cruz renacentista a modo de parteluz.
La iglesia se distribuye en tres naves separados por dos filas de tres pilares fasciculados que rematan en bóvedas estrelladas de crucería de magnífica factura La capilla mayor es ochavada y el coro cuenta con una buena balaustrada con escudo arzobispal y una bóveda estrellada con gran riqueza ornamental.
La capilla de los santos se compone de dos niveles. El sepulcro original en cuyo interior se encontraron los restos de los dos patrones de Berzocana es de mármol como hemos descrito y se encuentra en el segundo piso de la capilla bajo un bonito templete sobre columnas decoradas con dorados. En este piso al que se accede por una escalera de piedra, se encontraba otro retablo del siglo XVIII con dos medias figuras de los santos. En el piso bajo de la capilla un retablo barroco sirve de marco a las imágenes de los dos hermanos sevillanos.
Un frontal de magnífica cerámica de Talavera que parece de principios del siglo XVII decora el altar con la representación en azulejería de los dos hermanos (San Leandro y San Isidoro) y los padres de los dos santos, (San Hermenegildo y Santa Theodosia) ambos con corona y ropas y atributos reales, como reyes visigodos que fueron, especialmente San Hermenegildo, que muestra vestiduras típicas de la época en que se cocieron los azulejos, muy parecidas a las de representaciones de Felipe III en varios retratos, como el de Pantoja de la Cruz, con lo que se pretendía de alguna forma sacralizar la monarquía según la mentalidad de la época.
San Leandro y San Isidoro fueron sucesivos obispos de Sevilla por lo que se representa como tales con la mitra y el báculo. Fueron fervientes impulsores de la cristianización de los visigodos y se enfrentaron a los arrianos. No está claro si pertenecían a una familia hispanorromana o a una familia mixta de godos e hispanorromanos.
También hay restos de otros paneles en suelos y arrimaderos cerámicos de repetición con variados motivos geométricos y vegetales. Se han colocado varios en el suelo, bajo el sepulcro, constituyendo un curioso catálogo de azulejería talaverana del XVII. Los motivos son la cruz de Calatrava, el florón típico de los palacios de Felipe II, aunque en este caso son tricolores con el amarillo y no solo en azul y blanco como en como en El Escorial; y otro panel con lacería mudéjar tardía que parece emular ciertos brocados textiles de finales del XVI y comienzos del XVII. El panel principal en el que figuran los cuatro santos está también enmarcado por los roleos típicos renacentistas y los flecos en azul y amarillo simulando los textiles que cubrían los altares.
Otro pequeño cuadro de azulejos situado junto a la capilla parece pintar a San José y el Niño de la mano, tal como se representan en algunos casos de imaginería barroca andaluza. Otros paneles decoran el lado de la epístola que también oculta probablemente tras un altar moderno otros frontales de azulejos. La capilla se instaló en 1610.
Aunque cada uno tiene su día en el santoral, la fiesta de los santos Fulgencio (16 de Enero) y Florentina (14 de Marzo) se celebra en el pueblo el penúltimo domingo de Agosto con la entrega de un gran ramo como ofrenda. Nueve días antes, la gente del pueblo les canta canciones y coplas a la puerta de la iglesia con antiguos panderos de forma romboidal.