VALVERDE, CAPITAL DEL SEÑORÍO
Tanto los pueblos veratos que ya conocemos, Madrigal y Villanueva, como las pequeñas localidades de Viandar y Talaveruela, pertenecieron al estado señorial de Valverde de la Vera, pueblo del que no tenemos noticias hasta el siglo XIII, en que es otorgado como señorío por Sancho IV a Nuño Pérez de Monroy y su descendencia. Esta familia, que tenían como castillo la magnífica fortaleza de Belvís de Monroy, también construyeron la de Valverde, al que en alguna ocasión pusieron sitio la familia de los Almaraz, señores de este pueblo arañuelo y enemigos acérrimos de los Monroy. Uno de los “almaraces” murió precisamente en uno de los sitios que pusieron al castillo verato y fue después vengado por su hijo asesinando éste a su vez a un Monroy.
Durante el siglo XIV, por falta de descendencia acaba pasando el señorío al infante don Fernando y a doña Beatriz de Portugal, que tuvo una hija, Leonor, que casó con Diego López de Zúñiga, más tarde conde de Nieva, cuya poderosa familia tuvo gran influencia en la política y las guerras nobiliarias del siglo XV. Este linaje, relacionado con los Velasco, fue señor feudal de Valverde hasta el siglo XIX.
De finales del XV parece ser el magnífico rollo jurisdiccional con el que contamos en Valverde y que se encuentra en una agradable placita, elevado sobre dos peldaños y rematado por un pináculo y los consabidos prótomos con formas de animal, además de los escudos de los Zúñiga y los Velasco. En la parte baja del rollo se han esculpido cadenas que forman parte de la heráldica de la familia de los Zúñiga o Stúñiga, que es como se llamaban al comienzo de la Edad Media. Su blasón también aparece en algunos edificios de la plaza y en la fuente que se sitúa en la misma. Hay algunas fuentes más, como la que se encuentra en la plaza de la Fuente de los Cuatro Caños.
Valverde es otro de los pueblos veratos que conserva la arquitectura vernácula en muchos de sus edificios y, aunque no son tan numerosos como los que se mantienen en pie en las localidades de Villanueva o Madrigal, sí son sumamente pintorescos, especialmente los porticados que rodean a la plaza mayor y una serie de ellos repartidos por sus callejuelas con el entramado de sus muros y el tipismo de sus solanas, balconadas y portadas.
El castillo se halla en el extremo norte del casco urbano. Se inicia su construcción en el siglo XIV y se finaliza a finales del XV. Tiene la mitad de su estructura arruinada y se ha añadido una poco afortunada estructura metálica para poder ascender a un mirador. Se conservan dos cubos en las esquinas del norte. La torre del homenaje también está semiarruinada con sus garitas, matacanes y algún escudo de los señores del lugar.
Junto a la fortaleza se encuentra la iglesia, que aprovecha algunos elementos de la parte sur que están actualmente integrados en el templo, como una torre hexagonal del castillo, que hace de capilla mayor, a la que está adosado también un bastión que se ha adaptado para camarín de la Virgen de las Fuentes Claras, advocación de la parroquia. Así mismo la torre de la iglesia aprovecha otra que fue del castillo como lo demuestran almenas y saeteras. Aunque hoy se encuentra cegado y ajardinado, parece que hubo un foso que circundaba los fuertes muros de mampostería del castillo.
En Valverde también tenemos dos ermitas, una de ellas, la del Cristo, cuenta con azulejería talaverana del siglo XVI.
En Valverde podemos también visitar el museo del Empalado, que además de darnos una visión de esta fiesta de interés turístico nacional, es una casa verata en la que podemos conocer la arquitectura y algunos aspectos de la etnografía de la comarca, además de magníficas fotografías.