ARQUITECTURA POPULAR 1:
CONDICIONANTES CLIMÁTICOS, GEOGRÁFICOS E HISTÓRICOS
Comenzamos hoy con una serie de artículos sobre la arquitectura popular de las Tierras de Talavera. Hoy, condicionantes climáticos, geográficos e históricos
Talavera y su entorno, como zona históricamente fronteriza, oomo nudo de comunicaciones desde la antigüedad, ha sido influenciada por las culturas próximas y por los pueblos que por aquí han pasado.
No se puede por tanto hablar de homogeneidad en su arquitectura popular, como sucede en muchos otros de sus elementos culturales y etnográficos. La variedad es la ley en esta oomarca natural de Talavera que como tal estudiaremos, olvidando las divisiones históricas o administrativas.
Podemos diferenciar, sin embargo, algunas subcomarcas con características propias, aunque sin trazar líneas de división absolutas. Sierra de San Vicente, Jara Alta, Jara Baja, Campana de Oropesa, Valdepusa, o el Valle del Tajo y el Horcajo son estas subcomarcas que más tarde estudiaremos específicamente.
Veremos reflejadas las influencias extremeñas, castellanas, leonesas y toledano-mudejaristas que han impregnado la estética y el utilitarismo de la vivienda en estas tierras. No son solamente condicionantes geográficos y culturales los que modifican la arquitectura sino que las variantes climáticas, la disponibilidad de materiales y las vías de comunicación, influirán en las formas de hábitat humano.
Condicionantes climáticos
El clima mediterráneo continental es común a toda nuestra comarca pero la occidentalidad nuestra situación lo suaviza un tanto dándole ciertas características oceánicas, como son una menor extremosidad en las temperaturas y algo más de pluviosidad que en los climas puramente mesetarios.
Otros factores son más locales como la humedad ambiente del valle del Tajo, la proximidad a Gredos de los pueblos más norteños o la cercanía de las sierras jareñas o de San Vicente a otras localidades.
En la Jara Baja, el régimen de precipitaciones es el de los climas secos, con precipitaciones medias anuales que no llegan a superar los quinientos milímetros por metro cuadrado, a medida que nos aproximamos al valle del Tajo aumentan las lluvias hasta aproximarse al clima casi subhúmedo de la misma Talavera con casi seiscientos milímetros o Calera con seiscientos treinta.
También es clima subhúmedo el de las cumbres jareñas o el de la Sierra de San Vicente. Solamente encontramos clima húmedo dentro de nuestra comarca en la parte más noroeste, en las zonas más cercanas a Gredos de los términos de Ventas de San Julián y Oropesa, con precipitaciones cercanas a los mil milímetros por metro cuadrado.
La influencia oceánica se manifiesta además en un menor número de heladas, y aunque las temperaturas máximas son similares a las del resto de la región, la temperatura media anual es por ello algo superior, debido a lo cual en pueblos como Calera, Cazalegas, Valdeverdeja o Talavera las temperaturas medias anuales son 16.6, 15,4, 15,7 y 15,3 respectivamente.
La nieve no suele resultar un problema salvo en las dos zonas serranas ya aludidas y en escasas ocasiones.
Aunque con las matizaciones reflejadas, no deja el nuestro de ser un clima mesetario con heladas invernales y veranos muy secos, con temperaturas que sobrepasan los cuarenta grados y con más de tres mil horas anuales de insolación.
Referencias históricas
A finales del siglo XVI se recogieron en buen número de los pueblos de nuestra comarca las llamadas «Relaciones de Felipe II », en ellas se interrogaba sobre diferentes cuestiones a los vecinos relevantes de villas y lugares y en las preguntas numeradas como 30 o 35, según el cuestionario de 1568 o el del año 1572 respectivamente, se pide que se diga “la suerte de las casas y edificios que se usan en el pueblo, y de qué materiales son, y si lo hay en la tierra o los traen de otra parte”.
El análisis de todos los datos extraídos de estas Relaciones nos aporta interesantes detalles sobre tradiciones arquitectónicas, utilización y extracción de materiales con el origen de los mismos, e incluso dimensiones de las viviendas. Tienen estos valiosos cuestionarios, el inconveniente de no haberse realizado o no estar publicados los correspondientes a los pueblos de la Campana de Oropesa y muchos de la sierra de San Vicente. En las «cartas puebla» con las que los señores medievales regulaban los nuevos asentamientos en sus territorios también se hallan algunas noticias sobre las características mínimas exigidas por el feudal a los repobladores de su señorío para la construcción de sus viviendas.
Del Catastro de Ensenada, realizado a finales del siglo XVIII pueden también entresacarse algunas referencias a las características y dimensiones de los inmuebles objeto de esta recopilación de datos fiscales. Pero para lo que nos interesa aquí es preciso conocer sobre todo las denominadas respuestas individuales de dicho Catastro.
El Diccionario Geográfico de Pascual Madoz (1845) nos ofrece escasos apartados donde a lo sumo se hacen alusiones a la calidad general de las viviendas de una localidad determinada.
Mucho más interesante es el Diccionario de los Pueblo de la Provincia de Toledo de Luis Monreno Nieto que, escrito a mediados del siglo pasado, acumula gran cantidad de referencias no solo a los materiales de las clases populares sino también a sus plantas, distribución, aparejos e incluso salubridad, y todo ello, justo en la época anterior a la masiva destrucción de nuestro patrimonio de arquitectura vernácula.