ARQUITECTURA POPULAR PUEBLO A PUEBLO, CAMPILLO DE LA JARA

Vivienda típica de Campillo en el llamado barrio de la Zorra

Campillo pertenece a la comarca de La Jara, tierra histórica de Talavera. Se sitúa en territorio especialmente pizarroso por lo que éste es el material más abundante en sus construcciones.

A veces se rematan los muros con pizarra en el extremo lateral de los tejados

Los edificios más numerosos se levantan en mampostería de pizarra con barro como aglutinante. También existen partes y construcciones auxiliares en las que podemos ver el adobe o el tapial, pero en menor medida. La pizarra más fina se utiliza en algunos remates de los muros que sostienen los tejados protegiéndolos.

A veces se redondean las esquinas por hacerlo necesario el pequeño tamaño de la mampostería de pizarra

La mayor parte estaban enjalbegados pero también hay algunos que han sido revocados y pintados, tanto la pared como el recercado de puertas y ventanas con las casas de típica arquitectura jareña con ventanas con arco de medio punto y reja carcelera sencilla.

Ventana protegida y reforzada por visera o pestaña de pizarra
Ventana típicamente jareña recercada y con dintel de medio punto rebajado

Algunas ventanas están protegidas por una especie de visera de pizarra que sobresale del muro encima del dintel.  El hecho de no contar con grandes bloques de pizarra en la mampostería hace que sea más fácil remata las esquinas redondeándolas por no utilizarse la sillería granítica en esta zona pizarrosa.

Algunos edificios típicos en Campillo

La descripción que se hace de la vivienda campillana en 1960 es así: «la casa está construida de piedra de pizarra; tiene el tejado a dos aguas, con poca inclinación, y la fachada enjalbegada. La habitación principal es la cocina. Los suelos son de pizarra; las ventanas pocas y de pequeño tamaño.

Lagar construido con pizarra enjalbegada en Campillo de La Jara. Obsérvese la chimenea de gran tamaño y la conducción que vertía al arroyo cercano

La habitación principal es la cocina. El piso superior está destinado a granero y todas las casas tienen corrales muy amplios en los que se hayan situados los pajares, cuadras y tinadas.»

Conjunto de edificaciones en pizarra en Campillo de la Jara

Resumiendo. Campillo es un pueblo típico de la Jara Baja. Conserva una arquitectura popular con numerosos rincones tradicionales, principalmente en los modestos arrabales de La Pasión y del Calvario, también conocidos como barrio de la Zorra. Están situados al este del casco, sobre una zona elevada, y constituyen un bonito conjunto bastante bien conservado y homogéneo, donde son numerosas las construcciones de vivienda con anejos de utilidad agropecuaria como las huertas o los corrales.

Alacenas en el muro de una vivienda derribada

El trazado de las calles es irregular y abigarrado, con los muros de mampostería de pizarra a veces enjalbegada, pequeñas ventanas y remate redondeado en sus esquinazos. Es característico del casco urbano la alternancia de las edificaciones con espacios todavía dedicados a prados, huertas u olivares sin que, como sucede en otros pueblos de La Jara, el caserío esté tan concentrado.

ALBERCHE (12) A SU PASO POR MADRID

El Alberche represado en el embalse de San Juan

EL ALBERCHE MADRILEÑO
Hasta ahora río Alberche viene haciendo un recorrido de poniente a saliente desde las cumbres de Gredos, pero, cuando sale de la provincia de Ávila, comienza a hacer un giro en su recorrido que conseguirá que al final tome la dirección contraria para dirigirse a su desembocadura en el Tajo, cerca de Talavera. Por otra parte, ya hemos comprobado que es ésta la zona que cuenta con un mayor número de embalses, pues después de los abulenses de Burguillos y el Charco del Cura comenzamos a ver sus aguas retenidas en los de San Juan y Picadas de los que se surten para agua potable localidades de la provincia de Madrid y de la de Toledo, aunque hay algunos tramos cortos del río que no están embalsados.

Castillo de San Martín de Valdeiglesias

El pantano de San Juan ya desde principio de los años setenta comenzó a ser un lugar de esparcimiento para los madrileños, la llamada “costa de Madrid”. El muro se encuentra junto a la localidad de Pelayos de la Presa, que todavía conserva un núcleo de viviendas con su ermita que fue el poblado de los técnicos y trabajadores que lo construyeron, aunque el nombre no viene del embalse cercano sino del arroyo de la Presa, denominado así desde antiguo.
En toda la zona se fueron asentando eremitas desde época visigótica en cuevas o precarias construcciones, y es por eso que acabó denominándose Valle de las Iglesias (Valdeiglesias).

San Martín parte su capa, en la iglesia de San Martín de Valdeiglesias

Tras la reconquista de la zona, Alfonso VII protege a estos eremitorios y los agrupa en un monasterio en la ermita de la Santa Cruz, por donación del valle al abad Guillermo. Más tarde, el monasterio de Santa María la Real sería ocupado por monjes cistercienses. Una de aquellas antiguas ermitas, la de San Pelayo daría más tarde origen a la localidad del mismo nombre, en torno al que se localizarían edificios auxiliares del cercano monasterio. En el siglo XV el condestable don Álvaro de Luna es protagonista de numerosos pleitos e incluso encuentros armados para adueñarse de San Martín y de Pelayos.

Curiosa capilla o humilladero gótica en San Martín de Valdeiglsias

En el siglo XVI se levanta el rollo por pasar Pelayos de ser lugar a villa, pero hoy sus restos forman parte de una fuente. La iglesia tuvo que ser reconstruida tras la Guerra Civil. El monasterio cuenta con diferentes fases en su construcción, aunque la más antigua se encuentra en el templo y parece ser de construcción mozárabe, datada en el siglo XII, aunque arcos y bóvedas nos hablan de fases góticas en la construcción, además de otras partes edificadas en el siglo XVII y XVIII. En el entorno también son de destacar algunos molinos y el puente de San Juan.

Detalle taurino en San Martín de Valdeiglesias

La capital económica de esta comarca es la población de San Martín de Valdeiglesias, donde podemos visitar su magnífica fortaleza. Se trata del castillo de la Coracera que fue levantado en el siglo XV por el valido don Álvaro de Luna y es una magnífica construcción de granito de planta cuadrada en la que destacan su torre del homenaje, cuatro torreones en las esquinas y dos torrecillas en la entrada. Al recinto se accede por una portada blasonada. Está siendo rehabilitado para alojar el Museo de los Vinos de Madrid
La iglesia parroquial es de finales del siglo XVII y se encuentra bajo la advocación de San Martín de Tours, santo que aparece esculpido sobre dos de las puertas de acceso, montado a caballo y partiendo en dos la capa para dársela a un pobre. El templo no se terminó, pero es de grandes proporciones. A destacar su gran retablo barroco en crudo, sin dorar, y el cuadro del retablo mayor que representa también a San Martín y es atribuido a Lucas Jordán. Un paseo por el pueblo nos mostrará un viejo café teatro restaurado y algunas casonas de interés que nos hablan de la riqueza que trajo al pueblo la explotación de sus viñedos, y cuyos caldos aparecen referidos en la literatura del siglo de oro.

Uno de los pocos monumentos a Fernado VII «el ry felón» se encuentra en Navas del Rey

Al otro lado del Alberche se encuentra el pueblo de Navas del Rey, una pequeña localidad que hasta el siglo XIX fue una pequeña acumulación de casas que, cuando Fernando VII le concedió la condición de villa, creció hasta ser el pueblo que hoy es. Por esta razón en la plaza se alza un monumento a este rey, lo que es poco frecuente por la poca popularidad de la que gozó este monarca. Podemos dar una vuelta por el casco, donde hay algunas muestras de arquitectura tradicional. A la salida del lugar se puede ver un antiguo lagar, un pozo de herrar y un carro típico de la zona.

Castillejo en Navas del Rey

LA DESAPARECIDA ERMITA DE SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA

LA ERMITA DESAPARECIDA DE SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA

Ermita de San Joaquín y Santa Ana en un manuscrito de la historia del siglo XVIII Talavera de la Reina, Biblioteca Regional

Ermita de San Joaquín y Santa Ana en un manuscrito de la historia del siglo XVIII de Talavera de la Reina, señalado con la flecha

 

Hubo varias ermitas en Talavera hoy desaparecidas, una de ellas se encontraba en la zona de los actuales jardines del Prado y estuvo dedicada a San José y a San Joaquín sucesivamente. Así nos la describe en el siglo XVII Francisco de Soto: «Hay en esta villa otras ermitas de que hacer memoria, fuera de la de Nª Sª del Prado…La primera es la del glorioso S. Joseph a quien Talavera tanto reverencia, edificósele su ermita en que hoy está San Joachin, y después le labraron una hermosa capilla en la ermita de Nª. Sª. del Prado donde hoy es venerado este glorioso santo; antiguamente estaba sita aquí una particular cofradía de San José, que después pasaron a la parroquia de San Miguel donde todos los años se hace una solemne fiesta a este santo glorioso.

Lugar aproximado donde se situaba la ermita de San Joaquín y Santa Ana. Al fondo la actual calle Salvador Allende

La ermita de San Joaquín es en la que antes era de San José y, después que se le hizo a este santo otra en la ermita de la Virgen del Prado , le pasaron a ella y pusieron a San Joaquín en la que había sido la de San José».

La Cofradía de San José se localizó primero en su ermita, luego en la de la Virgen del Prado para pasar después a la parroquia de San Miguel. Más tarde, al desaparecer ésta, pasó a la iglesia del Salvador. No debemos confundir esta cofradía con la Hermandad del Patrocinio de San José, radicada en la parroquia de San Andrés y que nació vinculada a la Real Fábrica de Sedas, celebrándose todavía hoy su fiesta.

Ermita de San Joaquín y Santa Ana en el dibujo de Van der Wingaerde de Talavera de la Reina
Ermita de San Joaquín y Santa Ana en el dibujo del sigloXVI de Van der Wingaerde de Talavera de la Reina

En el grabado de Van der Wingaerde aparece en la zona de El Prado un pequeño edificio que bien pudo ser la ermita de San Joaquín, de la que Ildefonso Fernández refiere que se encontraba «en el ángulo del Prado más inmediato a la población y a la Alameda. De niños recordamos haber visto en este sitio un empedrado y no más» Este mismo autor asegura que la ermita de San José se hallaba en los corrales de la plaza de toros. No sabemos si se trata de otra ermita o es la capilla donde se instaló la imagen de San José tras la ruina del edificio antes referido.

Postal en la que he señalado la stuación aproximada de la ermita de San Joaquín y Santa Ana

En 1750 se reconstruye la llamada entonces ermita de San Joaquín y Santa Ana. Pudiera ser que parte de la cerámica en paneles sueltos que hoy está en la ermita de la Virgen del Prado, y que no aparentan ser obra del mismo autor que pintó los azulejos de San Antón, procediera de la antigua ermita de San José.

 

 

PASEO PARA CONOCER EL MONASTERIO Y LOS TOROS DE GUISANDO

Monasterio y ermita desde los toros de Guisando
Hoy nuestro paseo será corto en recorrido pero muy interesante desde el punto de vista del patrimonio histórico.
Monasterio jerónimo de Guisando en El Tiemblo

Desde el kilómetro 1,6 de la carretera Ávila 511 que nos lleva hacia el Tiemblo, un kilómetro al sur de los Toros de Guisando parte un camino que primero cruzará la Cañada Leonesa Oriental y que luego nos lleva hasta el convento de Guisando, un lugar que os sorprenderá por su aspecto de ruinas románticas con la hiedra subiendo por las paredes, con los restos de la iglesia, los arruinados claustros y una curiosa ermita renacentista sobre la cueva donde en principio se instalaron los ermitaños.

Claustro arruinado del monasterio de Guisando

El paraje tiene también unas hermosas vistas sobre el valle del Alberche y está rodeado de una rica vegetación de robles, castaños y cornicabras, que en otoño consiguen efectos pintorescos con el variado colorido de sus hojas.

Escalera de subida a la ermita desde el monasterio deGuisando labrada directamente sobre la roca

Desde el monasterio bajaremos por otro camino que se dirige en dirección noreste hasta la carretera que seguiremos hacia el sur hasta donde se encuentran los toros de Guisando y después al punto de partida.

 Recorrido aproximado 7 kilómetros, 2 horas.

Portada de la ermita junto a la cueva del ermitaño
Camino del Monasterio

 

 

ARQUITECTURA POPULAR PUEBLO A PUEBLO, CALERUELA

El granito y el adobe son los materiales constructivos más frecuentes en Caleruela

Esta pequeña población de la Campana de Oropesa cuenta con una arquitectura popular que todavía nos muestra numerosos edificios de interés.

Portada carretera típica de Caleruela. En este caso está enmarcada en ladrillo, aunque la mayoría se hacen de sillería en la zona

Se encuentra situada en las estribaciones de la pequeña sierra de la Ventosilla, formación granítica en cuya ladera norte se sitúan la mayoría de los pueblos de esta comarca.Todo el Campo Arañuelo es sumamente arenoso por lo que, aunque el adobe y el tapial es frecuente entre los materiales elegidos, es poco el barro de calidad disponible para levantar los muros con estos aparejos. Sin embargo, los materiales más empleados son la mampostería de granito en forma de sillarejo no muy trabajado, y sillares enmarcando portalones y huecos de las casas más pudientes.

Patio enlosado típico de Caleruela en una vivienda del siglo XVIII

Son muy características de esta comarca los portalones para el acceso de carros y vehículos con buena sillería y los característicos topes graníticos o cantoneras para evitar que los carros puedan rozarse contra las jambas. Como en toda la Campana de Oropesa, son frecuentes los patios solados con grandes lanchas de granito y su pozo del mismo material.

Rincón de arquitectura popular en Caleruela

El adobe y el tapial se utiliza, como viene siendo habitual en los pueblos que vamos mostrando, en el segundo piso destinado a trojes y pajares, así como en tapias de corrales, huertos y otras construcciones auxiliares.

Vivienda enteramente construida en granito con puerta carretera de sillería del mismo material.

Tenemos que señalar también la existencia de algún muro con esgrafiados y arquitecturas fingidas en sus muros.

Esgrafiado decorativo en una de las fachadas de Caleruela

Vemos en sus calles algunas rejas del siglo XVII y XVIII así como las llaveas y herrajes de puertas de Bernardo Igual, el herrero de Alcolea que las comercializó por toda la zona.

Llavera y tirador típico de la Campana de Oropesa, muchos de ellos obra de bernardo Igual

En el diccionario de Madoz informan de que a mediados del siglo XIX había tres calles y algunas «callejuelas». Y ya en 1960 la casa «suele estar construida de adobes, tiene la fachada enjalbegada y el tejado a dos vertientes con bastante inclinación. Consta de dos plantas. Las cuadras y los pajares suelen estar en las casas. La cocina es de lumbre baja y está provista de campana. como leña se utiliza la leña de encina»

Algunas apreciaciones parecen inexactas pues realmente predomina el granito, aunque el adobe se utiliza en trojes y construcciones auxiliares.

UNA EXCURSIÓN DESDE CEBREROS AL PUENTE DE VALSORDO EN EL ALBERCHE, Y COSAS DE CELA

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Al oeste de la gasolinera parte un camino que nos lleva en dirección sur hasta la ermita de la Virgen de Valsordo, El rollo jurisdiccional también nos pilla de paso parara verlo.

Rollo de Cebreros

De la ermita hay referencias documentales desde el siglo XIII  y alusiones legendarias desde la época musulmana, aunque la mayor parte del edificio actual parece del siglo XVII. Tiene un pórtico en la fachada sur y los muros decorados con fragmentos de escoria. También hay salpicadas por el entorno piedras vetustas de probable origen arqueológico e incluso una portada gótica de un edificio anterior y un crucero del siglo XVIII en el llamado Jardín de la Virgen, parquecillo que se sitúa delante de la ermita y se amplía en el entorno con una zona de picnic.

Ermita de Cebreros

Seguimos después ese mismo camino y llegamos hasta el puente de de Valsordo. Una magnífica construcción medieval con referencias documentales del siglo XV y que consta en realidad de dos puentes consecutivos con un buen empedrado en el suelo. El primero de ellos tiene tres arcos con tajamares río arriba que lo protegen de la corriente. El otro es de un solo arco y salva un brazo menor del río. Pero lo más curioso de este puente es la inscripción labrada en un bloque granítico cercano del texto de un acuerdo entre el obispado de Ávila y la Mesta para cobrar por el paso de los ganados que deambulaban por la referida cañada leonesa.

Inscripción gótica de grandes dimensiones en el puente de Valsordo
Transcripción de una de las inscripciones

Río arriba, a unos trescientos metros se sitúan los restos de una antigua central eléctrica que mantiene en pie su presa y los edificios de los generadores levantados ambos en buena sillería granítica. En esa misma orilla podemos también ver las ruinas de otros tres molinos harineros a lo largo de su ribera, aunque todo ello se encuentra en término de El Tiemblo. Volveremos después siguiendo el camino indicado que coincide en parte con la Cañada Leonesa Oriental

El río Alberche a su paso por el puente de Valsordo

El río Alberche pierde después del embalse del Charco del Cura su carácter de río serrano y se hacen más áridas sus orillas, aunque aumentan las viñas que han hecho famoso al vino de Cebreros.

 Recorrido aproximado 9 kilómetros, dos horas y media

Central eléctrica en el Alberche

 CELA EN CEBREROS

 Nuestro premio Nobel residió en los años 50 en esta localidad mientras recorría estas sierras y escribía su encantador libro de viajes “Judíos, moros y cristianos”, cuya lectura recomendamos y en el que dedica algunas páginas a Cebreros, que es “pueblo importante, con dos bancos, dos boticas, cuatro cafés, seis médicos, cien tabernas, mil bodegas y dos retretes, como es natural sin agua corriente. Cebreros es pueblo de vino. En Cebreros, al caminante prefieren darle un vaso de vino a un sorbo de agua; el caminante no suele contrariar tan donosa preferencia.” “pueblo donde siempre lo trataron bien, la villa donde mordió el níscalo y bebió el vino, donde puede pegar la gorra en el café de Cartujo, beber de balde en el bar de Isabelilla y comer al fiado en la taberna de la tía Ratona, que es gorda, y poderosa, y maternal y guisa de perdiz y fríe la trucha y pega si es preciso un tantarantán que lo dobla, al que enseña los vapores airados…

Reloj de sol del siglo XVII en el muro de la ermita

ALBERCHE (11) PASAMOS POR CEBREROS

Portada de la Iglesia Vieja de Cebreros

Aunque en el escudo local aparece una cebra como símbolo del pueblo, es evidente que por aquí no han correteado recientemente tales animales africanos, sino que el nombre del lugar parece tener mayor relación con la abundancia de cabras por la zona. Existen algunas referencias a un verraco de granito situado cerca del Alberche y hoy desaparecido que nos indica la presencia de los vetones en este pueblo así como en el resto del valle. Incluso junto a la ermita de la Virgen de Valsordo se expone lo que parecen las patas de una de estas esculturas zoomorfas.

Esgrafiados y arquitecturas fingidas en Cebreros

En el siglo XIV el rey Fernando IV otorga al infante don Juan la que desde ese momento será villa de Cebreros. Isabel la Católica pasó cuatro veces por esta localidad. En una de ellas tuvo un aborto cuando pernoctaba en una casa de la antigua calle de los mesones y la última fue su cortejo fúnebre que tuvo que detenerse para acondicionar las andas mediante las que llevaban su cuerpo sobre dos caballerías. A lo largo de su historia, Cebreros fue siempre lugar de paso entre las dos castillas y un lugar muy vinculado al comercio y a la ganadería. En el siglo XVI se desarrolló la industria del vidrio para abastecer al monasterio de El Escorial y también hay constancia de la existencia de fábricas de papel, curtidos y las bodegas que almacenaban el preciado vino de Cebreros. No debemos pasar por alto que Adolfo Suárez, primer presidente de nuestra democracia es natural de Cebreros.

El valle del Alberche desde la cañada leonesa oriental en su ascenso a Gredos

En el patrimonio local debemos destacar en primer lugar la llamada iglesia Vieja, cuya torre pudo según algunos autores formar parte de una iglesia anterior o de una torre defensiva medieval. Es un templo de tres naves ya destechado con ábsides semicirculares y decoración de flores y bolas, especialmente en la portada de la puerta sur, la de mayor calidad presidida por las armas del obispo Sánchez de la Fuente y formada por dos pilastras laterales que enmarcan una puerta compuesta de un arco conopial y tres arquivoltas más de medio punto. Las columnas que separan las naves son muy elegantes y decoradas también con bolas. Es de destacar la puerta de la sacristía y su decoración con motivos renacentistas. La iglesia parroquial de Santiago Apóstol es también construcción berroqueña de tres naves de grandes dimensiones y considerada la mejor de los pueblos de la diócesis. Construida en el siglo XVI en estilo herreriano. La portada de la sacristía es renacentista de cierta calidad y con imagen de Santiago, mientras que la portada norte es jónica y la sur corintia. La portada principal es del siglo XVII y está presidida por estatua granítica de Santiago Peregrino. El retablo es magnífico con pinturas de José Leonardo del mismo siglo.

Iglesia parroquial de Cebreros

En el extremo sur del caserío podemos ver el rollo o picota del siglo XVI que nos habla de la condición de villa de la localidad. Cerca del pueblo, en la zona conocida como El Valle, se encuentran las ruinas de un pequeño convento franciscano del que algunos de sus retablos se conservan en la iglesia parroquial.

Arquerías de la iglesia Vieja de Cebreros

ALBERCHE (10) LOS TOROS DE GUISANDO y LA VENTA JURADERA

Los cuatro toros de Guisando

Estas esculturas zoomorfas se encuentran en término de El Tiemblo, frente al cerro de Guisando y en una zona de evidente interés estratégico, ya que junto al Puerto del Pico es éste el lugar de más fácil comunicación entre las dos mesetas. Es una zona amena, de arroyos festoneados de fresnos y praderas de frescos pastos que se encuentra también cercana a una de las principales vías pecuarias de la trashumancia. la Cañada Leonesa Oriental. Las esculturas se encuentran orientadas hacia el poniente, justo en la dirección del punto en que se oculta el sol en invierno, el “poniente brumario”. También han resaltado algunos autores la localización de los toros muy cerca del centro geográfico de la península y justo en el límite de las provincias romanas de la Lusitania y la Tarraconensis.

Visión idealizada de los toros de Guisando en el siglo XVIII

Hay referencias de que en principio eran cinco los toros esculpidos, aunque una de ellos estaba roto y sus fragmentos fueron desapareciendo. Es evidente que estas esculturas zoomorfas son en este caso figuras de toros, aunque la mayoría de estos elementos arqueológicos vettones suelen ser de menor tamaño y representan a cerdos o verracos propiamente dichos. Nos encontramos pues ante la representación de figuras bovinas, que cuentan en algún caso con los orificios que habrían acogido las astas o el rabo fabricados en madera o en piedra. Las pezuñas, los pliegues de la papada, el rabo en relieve o los testículos son otros detalles que podemos observar en los pétreos animales, de los que dos muestran las uniones de los fragmentos reconstruidos con vástagos metálicos y plomo.

Uno de los toros con su inscripción epigráfica

Como en otros casos, las berroqueñas esculturas han sido reutilizadas en la época romana como monumento funerario y por ello presentan algunas inscripciones epigráficas, de las que la mejor conservada está dedicada a Prisco por su hijo Longino. Algunos autores de los viejos cronicones con más fantasía que rigor histórico han querido ver en los toros monumentos funerarios de batallas de tiempos romanos referidas a esta zona entre El Tiemblo y Cadalso de los Vidrios.

Detalle de la cabeza y cuello de uno de los toros con los pliegues de la piel y los orificios que donde se sugetarían probablemente cuernos de madera o auténticos cuernos.

Los toros también aparecen en numerosas referencias literarias como El Quijote o el poema de García Lorca a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías:

Y los toros de Guisando

Casi muerte y casi piedra

Mugieron como dos siglos

hartos de pisar tierra

Detalle posterior de uno de los toros donde se perciben los testículos y las pezuñas

La Venta Juradera

Enrique IV el Impotente mantuvo una guerra con su hermanastra Isabel, la que luego sería la reina Católica, ya que ésta demandaba su derecho sucesorio contra la hija del Rey,  Juana la Beltraneja, llamada así  porque según los rumores de la época era en realidad hija del valido don Beltrán de la Cueva, pues se consideraba que Enrique no tenía posibilidad de procrear, impotencia que incluso fue reconocida por él mismo, anulando el arzobispo de Toledo su matrimonio con Blanca de Navarra. La cabeza del señorío de Juana estaba en la actual Villa de Mombeltrán y el hermoso castillo perteneció a su familia.

Escasos restos que quedan de los cimientos de la Venta Juradera

Durante el conflicto se había hecho incluso un simulacro teatralizado en la ciudad de Ávila durante el que se representó a Enrique IV con un muñeco y se declaró rey al príncipe Alfonso. Este infante murió después y los nobles rebeldes propusieron a Isabel como sucesora. Llegó por fin a un pacto con su hermanastro para que la nombrara princesa de Asturias y así finalizar las guerras sucesorias. Este pacto se firmó en la llamada Venta Juradera o Venta de Tablada, la que se hallaba junto a los toros de Guisando. Cuando Isabel se casa con Fernando de Aragón, Enrique IV anula el acuerdo y vuelve a nombrar sucesora a su hija Juana.

Retrato de Juana la Beltraneja

 LAS ENFERMEDADES DEL MOLINO

Molino arruinado sobre la garganta Torina en Sartajada

Traemos hoy un nuevo capítulo en el que se tratan las enfermedades del molino y los incidentes que afectaban al edificio, y próximamente acabaremos con otra entrada sobre las enfermedades del molinero mi libro «Los Molinos de Agua de la Provincia de Toledo».

“Lo que el agua trae el agua lo lleva”, este refrán ilustra lo que muchas veces sucedía con los molinos, que al estar en su mayoría muy cerca del cauce corrían el riesgo de ser arrastrados por las crecidas, sobre todo los más rentables que se surtían de las aguas del Tajo. Hay dichos que hacen referencia a esa mayor seguridad de los molinos de arroyo, como el que dice: “Heredad por heredad molino de pan en arroyo y no en caudal”.

Molino en la confluencia de los arroyos de Saucedoso y El Batán, en Garciotún

Era tan frecuente la inundación anual de los molinos y aceñas del Tajo que en algunos casos -como sucedía en las aceñas del Conde, molino de Rebollos, molino Nuevo y en los de Puente del Arzobispo- se construyeron molinos de creciente o de invierno. Se levantaban estos edificios en localización más elevada sobre la ladera del cauce, para poder así dar servicio en caso de inundación de las piedras más bajas, situación ésta no muy frecuente ni continuada en el tiempo; por ello se decía “molino de creciente poco moliente” refiriéndose a estos edificios que precisaban de lluvias muy abundantes para funcionar.

Molinos de Espejel en el Tajo, en término de Valdelacasa, inundados y colmatados de limo en la actualidad

Los arreglos de los desperfectos causados por las avenidas eran muchas veces motivo de disputa entre dueños y arrendatarios de los molinos, como ejemplo citaré el que nos relata Jiménez de Gregorio[1] al transcribirnos las actas del ayuntamiento talaverano en el siglo XVIII cuando en una de ellas se dispensa al arrendatario de los molinos del Puente de pagar las obras de reparación por haber acometido a sus expensas otras anteriores en el “alfacén” (interesante término que define al canal del molino), en la azuda o presa y en los “matazones” que parecen ser según el Diccionario de Autoridades “el dique que mantiene seco al molino para proceder a  su reparación”.

La humedad hacía pudrirse con facilidad todos los componentes de madera de la maquinaria que se encontraban en contacto con el agua, aunque también facilitaba la destrucción del resto del maderamen del edificio que además, al estar repleto de harina y cereales, era visitado con frecuencia por insectos, parásitos y roedores que contribuían a esa destrucción. La abundancia de roedores se intentaba combatir con diferentes artificios sonoros conectados al movimiento de las piedras.

Molino de agua arruinado en Navaltoril, sobre el Jébalo

La abundancia de madera, grano y paja hacía que no fueran infrecuentes los incendios; el refrán: “Por una paja se pega fuego al molino” nos lo recuerda. En los grandes molinos del Tajo he comprobado la dificultad de adaptar chimeneas a las abovedadas y compactas estructuras de sus grandes edificios al estar situadas excesivamente próximas a la zona de trabajo, lo que, unido al trasiego continuo dentro de la sala, podía facilitar estos incendios.

[1] JIMÉNEZ DE GREGORIO, F. : “Temas Talaveranos (LXXXVII)  en LaVoz del Tajo, 19-9-1992.

RUTA POR EL CASTAÑAR DEL TIEMBLO AL POZO DE NIEVE

 

Paseando el castañar de El Tiemblo

Por una pista en parte asfaltada de algo más de siete kilómetros podemos acceder a este bosque maravilloso que, sobre todo en otoño, con el variado colorido de las hojas, es un espectáculo digno de ver. En su recorrido, hacia el kilómetro 4, encontramos un monumento dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, que anduvo por estos parajes estudiando el buitre negro. Debemos dejar el vehículo en el paraje de El Regajo, donde hay una zona habilitada para merendero. Podemos hacer diferentes recorridos entre las arboledas de castaño, pino y roble con manchas de serbales o acebos entre otras especies, pero en invierno puede estar a veces cortado el acceso por las monterías.

El castaño monumental de El Tiemblo conocido como El Abuelo

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Página Talavera y su Tierra de Miguel Méndez-Cabeza Fuentes

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