LAS MURALLAS
HISTORIA
El concepto medieval de ciudad era inseparable de la existencia de un recinto amurallado. Talavera se encuentra en una importante encrucijada de caminos a la orilla de un río importante. Es indudable la trascendencia estratégica de nuestra ciudad que defiende el lugar más vadeable del tramo medio del Tajo. Sus orillas marcan una línea defensiva poblada de fortalezas como Canturias, Vascos, Castros, Espejel o Alija, mediante las cuales los musulmanes intentaron cortar el paso a las huestes cristianas. Pero, sin embargo, Talavera está situada en una amplia vega, en un terreno llano que dificulta la defensa de un lugar tan estratégico. Esta circunstancia y la protección de la propia riqueza agropecuaria y comercial de la ciudad, expresada por viajeros como Al-Idrisi, condicionó la construcción de las magníficas murallas talaveranas. Por otra parte, la ciudad de Toledo mantuvo casi siempre una actitud levantisca hacia el califato, motivo por el que Córdoba potenció y financió la fortificación de Talavera que podía de esta forma ser un punto de apoyo táctico esencial de cara a las sublevaciones de Toledo.
Fueron tres los recintos amurallados de Talavera. Comenzaremos la descripción de los mismos por el que encerraba el casco viejo, esa parte más antigua de la población que era conocida como la villa. Aunque futuras excavaciones y hallazgos arqueológicos puedan confirmarlo con seguridad, se tiene hoy día la práctica certeza de que existía una fortificación romana anterior a la musulmana, como lo atestigua el aspecto del aparejo de ciertos tramos de sillería y algunas cimentaciones que parecen orientar en este sentido.
Desde las primeras referencias escritas sobre Talavera, hay continuas alusiones a la fortaleza de sus defensas. Es el caso de la Crónica del Moro Rasis que se refiere a Talabira en el siglo IX diciendo: «sus murallas son sólidas y elevadas con altas torres», o el mismo Al-Idrisi, que a su paso por la ciudad en el siglo XI observa cómo la «ciudadela está perfectamente fortificada».
EL PRIMER RECINTO
DESCRIPCIÓN
Los tres recintos amurallados de Talavera son tangenciales a la alcazaba en su trazado. Si seguimos el primer recinto defensivo, el más antiguo y monumental, podemos ir observando varios elementos y peculiaridades de este impresionante recuerdo de los que probablemente fueron los años de mayor grandeza histórica de nuestra ciudad, la época califal. Posteriormente se añadieron a la muralla otros elementos constructivos por sucesivas reparaciones.
Si observamos los lienzos de la muralla podemos distinguir numerosas reconstrucciones consecuencia muchas de ellas de la ruina que determinaron las incursiones de cristianos y musulmanes o las de los reinos de taifas vecinos. Otras de esas reformas fueron debidas a la construcción de elementos nuevos, ya con la tradición arquitectónica del grupo dominante en ese momento. Se ven lienzos construidos con sillería finamente labrada y con la piedra trabajada específicamente para ese fin. Pero otros lienzos, sin embargo, aunque también edificados en sillería, se han levantado con bloques de piedra de construcciones anteriores, siendo muchos de ellos de origen romano como se deduce por el almohadillado característico. En este caso, para nivelar las hiladas de los sillares de diferente altura, se han utilizado verdugadas de una o varias filas de ladrillo, dispuestos en el aparejo que se denomina el “encintado” que, para algunos autores, es preludio de las formas constructivas mudéjares que más tarde combinarán piedra y ladrillo.
Todavía hoy se pueden observar en los muros algunas inscripciones romanas, siendo numerosas las referencias históricas a lápidas y aras encastradas en la muralla, hasta el punto de que algunos antiguos historiadores creían que estas fortificaciones se levantaron con los restos de una gran necrópolis romana. En otros lugares, como en la zona del alcázar, se ha intentado en época moderna reconstruir el muro con bloques de hormigón, afortunadamente no se continuó tan espantosa rehabilitación de nuestro primer monumento.
En el recorrido vamos constatando la existencia de trecho en trecho de hasta sesenta y cuatro torres de planta cuadrada y otras semicirculares de gran importancia tipológica. De éstas, la más visible se encuentra en la zona del Charcón. Parece, según Martínez Lillo, que estas torres redondas constituyen el elemento más antiguo de la fortaleza de Talabira cuya edificación podría remontarse al siglo IX o X. El mismo autor ve en ciertos aspectos de nuestra muralla la aparición de elementos constructivos de origen norteafricano, lo que no sería de extrañar por la importante proporción de gentes bereberes que poblaron nuestras tierras en época musulmana.
Pero lo más paradigmático de nuestra muralla son las torres albarranas, esas grandes elevaciones de planta rectangular, edificadas en mampostería con sillería en las esquinas y en sus elevadísimos arcos. En nuestro ámbito geográfico, estas peculiares construcciones podemos solamente contemplarlas en contadas fortificaciones como las del castillo de Escalona y el de Montalbán. Ha sido objeto de discusión para los especialistas el datar estas torres, pues para algunos se construyeron en época almohade, mientras que otros consideran que fue en época cristiana, durante el reinado de Alfonso VII o de Alfonso VIII, y por último hay quien retrasa su construcción hasta el siglo XIV, en época del “arzobispo arquitecto”, el arzobispo Tenorio. Estas enormes torres dejaban discurrir debajo de ellas el foso y sus frentes se enlazaban con otro recinto defensivo paralelo al principal cuyo nombre es barbacana, así aparece en el dibujo de Van der Wingaerde del trayecto conocido como Entretorres y en el tramo que se sitúa frente a la Cuesta de San Clemente. Hay quien ha querido ver en el escudo de Talavera a la torre albarrana como símbolo más específico de la ciudad. En el interior de la torre que se sitúa al inicio de La Corredera se aloja la capilla del conocido como “Cristo de los Mercaderes”.
En próximas entradas hablaremos de las puertas del primer recinto amurallado