LA CAÑADA LEONESA ORIENTAL 1
Recorrido aproximado 17 kilómetros, 5 horas
Las Tierras de Talavera han tenido desde siempre una especial vinculación con el mundo ganadero. Nuestra ciudad se halla enclavada en un cruce estratégico de comunicaciones. Un lugar de encuentro entre las dos castillas y Extremadura, entre los pastos estivales de altura de la Sierra de Gredos y los pastos de los inviernos suaves de la Lusitania. Talavera fue primero un paso situado en el lugar más vadeable y arenoso del Tajo y, más tarde, vio cómo por su viejo puente cruzaban los ganados que se dirigían a extremos. Más tarde, los puentes de La Puebla de Montalbán y Puente del Arzobispo vieron cruzar también los millones de ovejas merinas que atravesaban España durante los siglos en los que el Honrado Concejo de La Mesta era uno de los mayores poderes del imperio español. Nuestra tierra es el punto geográfico donde más se aproximan las tres cañadas principales, la Leonesa, la Segoviana y la Soriana. Además son varios los ramales principales y los cordeles que comunican entre sí estas tres grandes vías que atraviesan las mesetas de norte a sur, quedando en su centro Talavera como nudo de comunicaciones ganaderas que no en vano llegó a ser la sede de varias Juntas Generales de invierno del Honrado Concejo y a tener el principal mercado de ganados de la península que, curiosamente, nació como la Mesta en el siglo XIII.
Esas cañadas fueron vigiladas por una institución tan talaverana como es la Santa Hermandad Real y Vieja, cobrando en los “puertos” el peculiar impuesto de la asadura como pago por los servicios que prestaban de seguridad en despoblado. Todavía nos quedan ventas, paradores, fuentes, abrevaderos, mojones, cruces y otros elementos que jalonaban el recorrido y tan importante fue el trasiego de gentes y ganados por las cañadas, que incluso hay algunas poblaciones como La Corchuela, Ventas de San Julián o Puerto de San Vicente cuyo nacimiento estuvo relacionado directamente con el paso de las ovejas merinas.
Esas cañadas y cordeles son un patrimonio de todos, un patrimonio caminero que puede servir de arteria vivificante para que el turismo rural se desarrolle en nuestros pueblos.
Vamos a conocer desde estas páginas las vías pecuarias que nos conducirán por nuestra variada y hermosa naturaleza comarcal. Iremos deteniéndonos en los pueblos y parajes donde el viajero a pie, a caballo, en bicicleta o con vehículos todoterreno pueda encontrar algún elemento natural, histórico, o etnográfico que sea de su interés.
Provéanse del zurrón, el cayado y los mastines que pues comenzamos a viajar a extremos por nuestras cañadas.
Recorreremos primero la Cañada Leonesa Oriental e iniciaremos nuestro recorrido en el término de Cebreros, antes de trasponer la sierra de Gredos por el puerto de Arrebatacapas. Visitaremos esta población, ya descrita en su ruta correspondiente del valle del Alberche. Saldremos desde el cruce de la cañada con la carretera en el lado occidental del casco urbano. Pasaremos después por el puente de Valsordo, donde observaremos el curioso documento mesteño grabado en la piedra y descrito en esa misma ruta, para después ascender por la cañada hasta el bonito puente de la Yedra, sobre el arroyo del mismo nombre.
Después de un par de kilómetros desparece la pista que hasta este momento nos ha permitido viajar incluso en todoterreno para llegar finalmente hasta el entorno de los Toros de Guisando, tras pasar por el cruce de la carretera N-401 y la Av-511. Podemos visitar el patrimonio descrito en la ruta de este paraje, también incluida en las del valle del Alberche.
Vamos después por debajo del Cerro Guisando y el de La Pinosa, para a continuación pasar junto a la urbanización de Navahonda y el pueblo de Navahondilla que cuenta con algunos rincones pintorescos.
Dejamos a la derecha el Colegio Arzobispal y subimos hasta coronar el valle del arroyo de los Morales, con el embalse del mismo nombre que cuenta con un bosque circundante de gran belleza que ya describimos en la primera ruta del valle del Tiétar. Comenzamos así nuestro recorrido de la vía pecuaria por el valle del Tiétar, justo en su nacimiento de la Venta del Cojo, viejo parador donde precisamente se daba servicio a los pastores trashumantes que por aquí discurrían y a otros viajeros.