Esta escena se basa en la Leyenda Dorada y en evangelios apócrifos como el Protoevangelio de Santiago Además del dogma de la Inmaculada Concepción, la Iglesia propuso como doctrina que la concepción de María también se produjo “sine mácula”.
Joaquín era un hombre rico que tras veinte años de matrimonio con Ana no había tenido descendencia. En cierta ocasión no le dejaron hacer una ofrenda en el templo por no haber tenido hijos y, disgustado por ello, se retiró al desierto con sus ganados. Allí se le apareció un ángel que le anunció que Ana concebiría una hija que sería la madre de Jesús.
Una aparición similar tuvo Ana cuando se preguntaba bajo un laurel porqué hasta los gorriones tenían descendencia y ella no. El ángel les dijo a ambos que se reunieran ante la Puerta Dorada de Jerusalén y esa es la escena representada, cuando se abrazan y se besan, momento que principalmente los franciscanos defendieron como instante de la concepción de la Virgen “sin concupiscencia”.
*Iglesia de Piedraescrita. Robledo del Mazo (Toledo). Policromía. Siglo XVI. Joaquín y Ana ante la puerta pintada de amarillo para indicar que era la Puerta Dorada. Esta cerámica es del siglo XVI, y es a finales de esta centuria cuando se empieza a sustituir esta representación por la de la Inmaculada Concepción, y de hecho, en las escenas de la basílica del Prado realizadas ya en el siglo XVII no aparece esta escena. Enmarcada por querubines y columnas abalaustradas con decoración renacentista.
*Iglesia de Piedraescrita. Robledo del Mazo (Toledo). Policromía. Siglo XVI. Ana arrodillada se pregunta por qué no tiene descendencia bajo un árbol cuyas hojas intentan representar las de un laurel, con los pajarillos y la cría en su nido. Es curioso el remate del muro con un bardal de ramas entrelazadas.
Escena enmarcada por friso superior e inferior de grutescos de blanco en reserva sobre azul, además de filetes y cordoncillo.
Preciosa azulejeria talaverana. Buen documental de un precioso monumento lleno de zócalos y retablos de azulejos de los alfares de la ciudad de Talavera, en una sencilla y humilde ermita de una pequeñita imagen mariana, conocida como la Virgen de Piedra escrita.