Archivo de la categoría: Rutas y Senderos

COMENZAMOS EL CAMINO DE LOS IBORES A GUADALUPE POR BOHONAL

Casas porticadas en la plaza de Bohonal de Ibor

Desde la Nacional- V , poco antes de Navalmoral de la Mata seguiremos camino hacia el sur con destino a Guadalupe.  Pasamos junto a la arruinada iglesia del despoblado de La Mata ydespués de pasar junto a Peraleda de la Mata llegamos al Tajo, frente al templo romano de Diana que comentaremos en el capítulo próximo.

Antiguamente se cruzaba por la barca de Alarza situada cerca de Bohonal. Todavía se conserva el camino que llega desde ella hasta el pueblo y por él podemos acercarnos hasta el embalse, hasta un paraje solitario de gran belleza en el que la vista se pierde en el mar de agua dulce de Valdecañas. Otros viajeros cruzaban por la barca de Talavera la Vieja, como Ponz, que dijo de la posada del pueblo en 1784 que “No le dé Dios a nadie posada semejante a la que yo encontré en Talavera la Vieja. Nada había a qué apelar, ni para los hombres ni para las bestias”, aunque describe con admiración las riquezas arqueológicas de la villa desaparecida.

Rótulo cerámico de una calle de Bohonal

Bohonal es el único núcleo de población que queda en la actualidad del antiguo señorío del Conde de Miranda, formado además por Talavera la Vieja y el despoblado de Alija. En el siglo XV los habitantes de este último debían pagar al señor mediante un censo perpetuo dos fanegas de trigo y dos de cebada por cada yunta de bueyes que labrara en la Dehesa de Retuerta, en cuyo territorio se localizaron más tarde los otros dos núcleos de población, Bohonal y Talavera la Vieja. Una concordia del siglo XVI estableció que la propiedad de dicha dehesa era del conde, pero los colonos debían pagarle una cantidad fija para poder labrar las tierras. Esta situación medieval duró hasta 1930 con numerosos pleitos entre los vecinos, el señor y el estado, que en tiempos desamortizadores intentó también aprovecharse de la situación. Fueron muy numerosos los conflictos, e incluso en los años veinte un vecino perdió la vida de una paliza por ser firme defensor del reparto de las tierras entre sus paisanos.

Columnas de Talavera la Vieja salvadas tras lainundación del pueblo y al fondo el ambalse de Valdecañas

Pero el hecho histórico que modificó en mayor medida la historia de este pueblo y sobre todo de la desaparecida Talavera la Vieja fue la construcción del embalse de Valdecañas cuyo proyecto se publicó en 1956, modificando con su ejecución completamente el paisaje y despertando para Bohonal unas perspectivas turísticas que luego no se sustanciaron.

Espadaña de la iglesia de Bohonal

Un paseo por el pueblo nos mostrará su arquitectura popular claramente diferenciada de la forma jareña de construir que hemos venido observando en los pueblos de otros caminos guadalupanos. Son construcciones de mampostería granítica y de adobe que se reparten en intrincadas callejuelas y que tienen con frecuencia portales de acceso rematados con arco carpanel en ladrillo. En la plaza debemos destacar las casas porticadas de tradición mudéjar sobre columnas ochavadas, algunas de ellas reconstruidas pero conservando los soportales tradicionales.

Pila cerámica bautismal de cerámica talaverana en Bohonal

La iglesia de San Bartolomé es construcción del siglo XVI de una sola nave con una graciosa espadaña de sillería y una torre añadida en el siglo XX. El interior sufrió también los embates de la Guerra Civil y aquí se trajeron antes de su inundación algunos de los objetos litúrgicos de la iglesia de “Talaverilla”, entre los que tal vez destaque una pila bautismal de cerámica de Talavera que parece obra de Ruiz de Luna. También se trasladaron aquí dos de las lápidas romanas que se custodiaban en la sacristía talaverina, una de ellas la que hace referencia a los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta. De más valor eran los cuadros del Greco que formaban parte de un retablo de la iglesia inundada; representaban los motivos de la Coronación de la Virgen, San Pedro y San Andrés y actualmente se encuentran en el Museo de Santa Cruz de Toledo. El rollo jurisdiccional de Talavera la Vieja se encuentra actualmente en la cercana población de Rosalejo adonde fueron algunos colonos talaverinos tras anegarse el pueblo.

Arquitectura popular de Bohonal

BRAGUILLAS, COMO UNA MAJADA DE CELTAS EN EL SIGLO XXI

No muchos conocen esta magnífica restauración de una majada de pastores de Gredos rehabilitada muy cerca del castro celta de El Raso en Candeleda.

Majada de Braguillas rehabilitada en El Raso de Candeleda
Majada de Braguillas rehabilitada en El Raso de Candeleda

En un agradable paseo desde la plataforma de aparcamiento del castro o desde el mismo castro según indica el plano adjunto,  se puede subir hasta un collado cercano donde todavía se conserva este magnífico conjunto que nos ilustra sobre una forma de vida que hasta hace pocos años se ha mantenido en estos valles del sistema central poblados hace dos mil años por los vettones.

Dos de las construcciones restauradas de la majada de Braguillas

Los chozos y corrales para el ganado, las queseras para permitir la temperatura adecuada para la fermentación del queso manteniendo la temperatura a menos de 14 º, o los hornos de pan son algunos elementos de estas majadas rehabilitadas con acierto por el Parque de Gredos y que también podemos visitar por ejemplo en el Nogal del Barranco, cerca de «la Cabra», el monumento donde acaba la carretera que desde Guisando nos aproxima a Los Galayos.

Chozo y berenga o corral de cabras en la majada de braguillas

Mampostería de granito para los muros, techos de piornos o escobas y remates de las cumbreras con troncos partido por la mitad y vaciados son algunos de los elementos que comentaremos más extensamente en otras entradas próximas sobre las formas de vida de los pastores del alto Gredos.

Excavaciones del castro y su muralla desde la senda que lleva a la majada de Braguillas

Hay que pedir la llave de la majada de Braguillas al guarda del castro de El Raso para ascender en menos de una hora. La majada de Guisando no está cercada y es de libre acceso

Esquema del acceso a la majada de Braguillas

FINALIZAMOS EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE

Hermosos paisajes de Peraleda con el Tajo y los reculajes de sus arroyos

Hoy acabamos con el camino de Carlos V que a partir de Bohonal de Ibor se une con el camino de los Ibores a Guadalupe que describiremos en nuevas entradas de este blog.

Salimos ya de La Jara en nuestro periplo guadalupano y vamos a seguir recorriendo el trayecto que nos llevará ahora a través del señorío del conde de Miranda, que comprendía antiguamente el poblado del castillo de Alija, hoy incluido en el término de Peraleda, la población de Talavera la Vieja, hoy sumergida bajo el embalse de Valdecañas, y el pueblo de Bohonal de Ibor. Para conocer este viejo camino seguiremos, si vamos a pie o en caballería por el tramo que desde Peraleda iba a Talavera la Vieja descendiendo hacia el oeste y pasando cerca del Cerro de la Atalaya, al que vale la pena trepar para contemplar desde la cumbre una magnífica vista panorámica del valle del Gualija y su desembocadura en el embalse de Valdecañas.

Antigua barca del Tajo de Talavera la Vieja que deja ver al fondo el pueblo, la iglesia y el templo de diana hoy junto a la carretera de Guadalupe a Navalmoral

Hacia el este se ven unas barreras o trincherones graníticos en los que se encuentran varios yacimientos calcolíticos como los descritos en Peraleda, en lugares como la barrera de las Cuevas, el Cancho de las Colmenas o el de la Atalaya. Si lo deseamos podemos continuar por un camino que asciende desde estos parajes hasta el castillo de Alija.

Cortados y atalayones en el valle del río Gualija

Continuando ya nuestra ruta llegamos hasta el Puente del Búho y allí tomaremos la cañada que viene del Puente del Conde y que en un trayecto paralelo a la carretera actual nos llevará hasta Bohonal de Ibor, la tercera aldea del señorío del Conde de Miranda en cuyo término se encuentran sumergidos los restos de Talavera la Vieja.

Minas en Peraleda de San Román

Sobre el río Gualija, aguas abajo del despoblado de San Román, se pueden visitar los restos de tres molinos de agua y un puente pintoresco. Aguas arriba, llegamos primero a un recodo del río en el que hace un ángulo de noventa grados y, si seguimos ascendiendo sus riberas, llegamos a unos impresionantes cortados en los que anidan los buitres en un agradable paraje fluvial. Subiendo aún más arriba, aunque salvo que el río se encuentre en estiaje es difícil proseguir, se puede llegar al Chorrerón paraje que tiene una hermosa cascada en estos lugares solitarios que fueron tan frecuentados por los maquis, que en el cercano cerro Ballesteros sufrieron un gran descalabro a manos de la Guardia Civil que supuso el principio del fin de la partida de Quincoces.

Puente del Buho, donde se produjo el encuentro con las tropas francesas

Emboscada en el Puente del Buho

Sobre el río Gualija cruza el camino que une Peraleda con Talavera la Vieja a través de un bonito puentecillo conocido como el Puente del Buho. Es un paraje pintoresco donde también se pueden ver las ruinas de un viejo molino. Precisamente en este lugar los guerrilleros españoles conocidos como los Hermanos Cuesta tendieron una emboscada a un destacamento de franceses matando al general Marisy y a numerosos soldados y oficiales. Feliciano Cuesta se vistió con las ropas del general y acercándose al francés mientras agonizaba le dijo: ¿No querías ver al brigante de Cuesta?, Pues ya me has visto.Además, los españoles se burlaron de los franceses poniendo en los árboles monigotes vestidos con sus ropas y provocando así que dispararan sobre los peleles al pensar que eran guerrilleros. La derrota del invasor en el Puente del Buho desató la represión de los franceses contra los pueblos de Talavera la Vieja y Peraleda.

Otro de los puentes pintorescos que encontraremos en nuestro camino

ACABAMOS DE CONOCER PERALEDA DE SAN ROMÁN ANTES DE SEGUIR EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE

Puerta en una vivienda de Peraleda

La arquitectura popular conserva todavía en Peraleda de San Román algunos de sus elementos característicos con tramos de algunas calles que mantienen cierto encanto. Merece también una visita el casco urbano del pueblo en cuyas proximidades, al borde de un camino que se dirige en dirección norte, encontramos un calvario de granito que conserva casi todas sus cruces. Como hemos visto, en los pueblos de la Jara occidental es común la persistencia de estos elementos etnográficos.

Iglesia parroquial de Peraleda de San Román

La iglesia parroquial de San Juan Bautista también es digna de visitarse. Se trata de un edificio de dimensiones considerables levantado en sillería granítica con los paramentos este y oeste apoyados sobre contrafuertes. El templo está distribuido en una nave única dividida en tres tramos por arcos apoyados en pilastras y cubiertos por bóvedas. La capilla mayor está cubierta con bóveda de crucería y cuenta con una encantadora capillita que está abierta mediante arco ojival y cubierta con bóveda de crucería. A los pies de la nave se encuentra el coro y tiene la curiosidad de apoyarse sobre sendas figuras labradas de granito, la una femenina y la otra masculina. El baptisterio se ubica en la base de la torre que alberga el campanario en su último cuerpo y finaliza en remate desafortunado con cúpula de pizarra.

Calvario de Peraleda de San Román

En el interior se conservan algunos retablos barrocos con pinturas en tablas de cierto valor. La Guerra Civil acabó también aquí con la mayor parte del patrimonio escultórico, aunque se conserva una imagen de la Virgen y otra de la Magdalena en la parte alta del retablo principal, como testigos de una imaginería que tuvo que tener calidad,ya que incluso se conservaba una antigua imagen procedente de la iglesia de San Roman. El edificio se construyó en su mayoría durante el siglo XVI pero se perciben todavía los restos de un templo anterior en la espadaña, que se halla embutida en el muro sur, y en la portada de la cara oeste.

Arquitectura popular de Peraleda de San Román

Dentro del término, en una finca privada, se situaba el despoblado de La Poveda. De su iglesia se conserva solamente parte de una de las portadas cuya construcción data de finales del siglo XV. Presenta un arco carpanel con dos arquivoltas que surgen de pequeñas columnas semicilíndricas, con sus capiteles y basas góticos. En el intermedio de las arquivoltas se inscribe una serie corrida de figuras humanas, elementos vegetales y animales. En su entorno y formando parte de sus muros se hallaron inscripciones y sillares romanos. Los restos de la que fue iglesia de San Román apenas dejan ver las ruinas de algunos muros.

Escena en el entorno de Peraleda

Peraleda celebra dos fiestas veraniegas, una en honor de la Virgen del Rosario el 15 de Agosto y la Fiesta del Cristo el 18 de Septiembre. En invierno todavía se festeja la Candelaria, día en el que los quintos hacen una hoguera, como también sucede el Miércoles de Ceniza cuando además se ofrece un convite por parte del ayuntamiento. El día de san Antón se hacen carreras de burros y el día de año nuevo se corren los gallos en un polémico ritual similar a otros pueblos de España en el que los quintos arrancan a la carrera las cabezas de las aves.
En los bares del pueblo nos pueden servir algo de comer y en las dos panaderías se hacen dulces tradicionales y también modernos. La gastronomía es típicamente jareña y en ella se pueden destacar las migas el cochinillo, la caldereta y los dulces caseros como perrunillas, floretas o magdalenas. En la matanza se suele guisar la cachuela.

LLEGAMOS A PERALEDA DE SAN ROMÁN POR EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE

Castillo de Alija con el embalse de Valdecañas en el tajo al fondo

Vamos a detenernos ahora en Peraleda de San Román, población en la que se encuentran numerosos e interesantes restos prehistóricos. La zona occidental y meridional del término están delimitadas por los ríos Gualija y Tajo y muestra un paisaje granítico de grandes bloques pétreos en cerros elevados de fácil defensa que fueron habitados desde la Edad del Cobre o Calcolítico, hace unos cuatro mil quinientos años. Son yacimientos en los que encontramos fragmentos de cerámica hecha a mano y abundante industria lítica en cuarcita, aunque también se pueden ver algunas piezas fabricadas en sílex.

Cazoletas y grabados del altar prehistórico de Peña Castillo

En toda La Jara abunda este tipo de asentamientos junto a los cauces de los ríos que en algunos casos cuentan con restos de amurallamientos, como es el caso del paraje de Peraleda conocido como “El Castillejo” donde también se perciben los muros de las sencillas viviendas que se acomodan entre los pasadizos y covachas formados por los grandes bloques graníticos.

Capitel representando a un caballero barbado en la iglesia de Peraleda de San Román

Uno de estos grandes fragmentos pétreos que impresiona por sus dimensiones es el conocido como Peña Castillo, uno de esos parajes que tienen el halo mágico de los lugares sagrados prehistóricos. A los pies del gran peñasco se encuentran sobre otras rocas numerosos grabados rupestres del conocido como Arte Esquemático de la Edad del Bronce que encontramos en otras estaciones jareñas y en algunos monumentos megalíticos como son los menhires y dólmenes de la comarca incluidos todos ellos en el denominado Megalitismo Extremeño. Los grabados son en su mayoría unos huecos semiesféricos tallados en la piedra y conocidos como cazoletas, que en este caso concreto se encuentran unidos por curiosos canales cuyo significado se ignora. Hay además otros signos como hombrecillos esquemáticos (homúnculos) y otros variados puntiformes, cruciformes, vulviformes etc.

Las zahurdas son abundantes en la Jara Occidental, donde el cerdo tuvo especial importancia en la economía doméstica

La proximidad de Talavera la Vieja, pueblo hoy sumergido por el embalse de Valdecañas que fue la antigua Augustóbriga, nos hace pensar en la presencia de los romanos en la zona, como se confirma por la existencia de una probable calzada y de algunos restos de cerámica y tégulas en el despoblado de San Román. Este antiguo lugar fue también habitado por los visigodos y cerca de su caserío, del cual solamente quedan unos pobres restos de los muros de la iglesia, también se localizan antiguas explotaciones mineras. Parte del término de Talavera la Vieja pasó tras de su desaparición a formar parte de la demarcación de Peraleda de San Román como es el caso del castillo de Alija.

Cruz en el extremo occidental del casco de Peraleda

De la presencia musulmana nos quedan, en la confluencia del río Gualija con el Tajo, los restos del castillo y la población de Alija, los cuales, al igual que otras fortalezas como Canturias, Castros, Vascos y Espejel formaban parte de la línea defensiva que los árabes construyeron contra el avance de los cristianos a lo largo de las riberas del Tajo en su orilla sur.
Como sucede con estas otras fortificaciones, también en torno de la fortaleza de Alija había una población relativamente numerosa rodeando a la alcazaba. El abigarrado trazado de los muros de sus viviendas y callejuelas se distingue perfectamente, como también se percibe la presencia, al igual que en ciudad de Vascos, de una muralla que circunda el caserío y en la que podemos observar torres arruinadas de trecho en trecho con formas cuadradas o semicirculares y una puerta de acceso al recinto en la cara oeste de la muralla. Del castillo quedan pocos muros en pie pero la vista panorámica que sobre el embalse de Valdecañas se contempla es impresionante. Ya en época cristiana hubo una iglesia con su espadaña de la que hoy no quedan restos.

Peña Castillo y sus altares de culto prehistórico

Cerca de este castillo de Alija, aunque sumergido hoy día bajo el pantano, permanecen las ruinas del Puente del Conde, construcción antiquísima de la que al menos algunos sillares demuestran que en su origen fue construcción romana, aunque reedificada por la casa de los condes de Miranda. Daba paso este puente a una importante cañada trashumante pero fue volado por los españoles durante la Guerra de la Independencia para impedir el paso de los franceses. Se encontraban muy próximos y también sumergidos actualmente los Baños de la Cuadra o de la Guarra que, como tantos otros repartidos por La Jara, servían desde el siglo XIX para aliviar las dolencias reumáticas.
Alija llegó a despoblarse igual que San Román y sus habitantes constituyeron el núcleo humano que dio origen a la refundación de Talavera la Vieja. Peraleda se llamaba en principio Peraleda de Garvín, tal vez por depender su iglesia de la parroquia del pueblo vecino, hasta que para evitar equívocos se puso al pueblo el apellido de San Román por ser este despoblado uno de los que originaron el pueblo. Peraleda es el último lugar de La Jara hacia el suroeste, fronterizo al señorío del conde de Miranda. Perteneció por tanto a la villa de Talavera de la Reina hasta la desaparición de los señoríos.

Nidos de cigüeña en la entrada del Tajo en el embalse de Valdecañas. Bajo esas aguas se encuentra el Puente del Conde

SEGUIMOS POR EL CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE Y LLEGAMOS A GARVÍN

Espadaña de la iglesia de Garvín

Desde Valdelacasa podemos ir a Garvín por la carretera o dirigirnos directamente a Peraleda de San Román por un camino que va en esa dirección y que discurre entre la carretera y el cementerio, que por cierto tiene numerosas placas de cerámica de Puente y Talavera con las curiosas dedicatorias de lírica popular funeraria frecuentes en los pueblos de la comarca.

Casa porticada en Garvín

GARVÍN

Aunque actualmente Garvín sea el más pequeño de los pueblos de la Jara occidental se da la paradoja de que es el más antiguo y que su iglesia fue cabecera de las parroquias de la zona, incluidas las de lugares como Castañar y Navalvillar de Ibor, de ahí lo monumental de su fábrica en sillería y su mayor antigüedad, pues su decoración de perlas y sus bóvedas de crucería nos indican que fue erigida en el siglo XV.

Ya hemos visto los numerosos yacimientos arqueológicos de Valdelacasa y conoceremos más tarde los de Peraleda y, aunque no se han hallado muchos vestigios en el propio Garvín, tenemos por ellos la certeza de la presencia humana en la zona desde el calcolítico, con los vetones, árabes y cristianos entre los pueblos que dejaron en el entorno muestras de su paso por aquí. Solamente se conoce alguna referencia de antiguos viajeros a ciertas ruinas romanas hoy desaparecidas.

Olivo en el muro de la iglesia de Garvín

Este lugar fue también desde la repoblación cristiana tierra de Talavera, incluida en el ámbito de las diecisiete heredades del Pedroso que Fernando III el Santo otorgó a la villa cabeza del alfoz. Figura en la lista de los cincuenta y cuatro lugares que Talavera hubo de comprar a Felipe II para evitar que consiguieran su independencia con la concesión por el monarca del correspondiente privilegio de villazgo, previo pago de los derechos que irían a aliviar las exhaustas arcas reales. Las Relaciones de Felipe II nos informan de la vinculación a este pueblo de un noble talaverano que poseía un torreón medieval que, probablemente, habría sido desde época musulmana una de las muchas atalayas o torres de defensa y vigía que salpicaban La Jara. El concejo talaverano y por tanto los arzobispos toledanos conservaron su dominio sobre Garvín y el resto de La Jara hasta la abolición de los señoríos con la constitución de 1812.

Arquitectura popular en Garvín

Como todos los pueblos que vamos conociendo, Garvín tuvo que convivir después de la Guerra Civil con la guerrilla antifranquista y con la represión de la misma, ocurriendo desdichados episodios como el sucedido en una de las casas del pueblo cuando varios hermanos de la resistencia fueron sorprendidos en su domicilio de Garvín por la Guardia Civil y algunos falangistas ofreciéndoles resistencia. En la refriega murieron dos guerrilleros, otros dos lograron huir por los tejados pero uno de ellos también fue localizado más tarde a dos kilómetros del pueblo muriendo en el encuentro. El único superviviente continuó luchando en la sierra.

En el pueblo no debemos dejar de visitar su iglesia, ya que es de las pocas que conserva el patrimonio en su interior, manteniendo un buen retablo con buena imaginería y pintura. Es un templo de construcción granítica, gótico tardío y cubierto con  bóvedas de crucería. Aunque el casco urbano es pequeño, se mantienen algunos edificios característicos de la arquitectura jareña que combina en sus muros, como sucede en el resto de La Jara occidental, los aparejos de pizarra y granito.

Cruz junto al cementerio de Garvín

En el cercano arroyo del Risquillo se conservan los restos de un antiguo molino de agua y en las inmediaciones del pueblo algunas de las cruces del antiguo calvario.

En Garvín se puede comer en alguno de los dos bares locales y en su gastronomía debemos recomendar el magnífico cordero y la caza.

Las fiestas tienen lugar el 12 de Junio en honor de la Virgen del Rosario en conmemoración de la extinción de una epidemia que asoló el pueblo, por lo que se denominaban antiguamente “Fiestas del Sarampión”.

HERNÁN DUQUE DE ESTRADA

Este personaje talaverano era dueño de la torre de Garvín. Fue maestresala de los Reyes Católicos y ayo del príncipe don Juan. Más tarde fue nombrado mayordomo de la reina Juana la Loca. Enviado como embajador a Francia, también le destinó Fernando el Católico a Inglaterra para negociar el que después sería desgraciado matrimonio de su hija Catalina con Enrique VIII. También fue comisionado a Tordesillas donde la reina Juana, perdido ya el juicio, se negaba a ingerir alimentos y a dormir, y parece que consiguió sosegarla en cierta medida, lo que su hijo el emperador Carlos V agradeció al noble desde Flandes. Esta familia se unió más tarde con la de los marqueses de Villatoya cuyo palacio se conserva aún en Talavera.

El mismo emperador Carlos V pasó por Garvín volviendo de Guadalupe el 19 de Abril de 1525, durmiendo en Valdelacasa para encaminarse después a Oropesa.

CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE (2) CONOCEMOS VALDELACASA

Arquitectura popular en Valdelacasa

En Valdelacasa todavía se conservan numerosos elementos de arquitectura popular jareña en pizarra, a veces enjalbegada, y granito. También cuenta con un hermoso calvario de cruces de piedra a la entrada del pueblo y varias cruces más en la salida de los caminos. También es de destacar el verraco que describimos en el anterior capítulo.

Calvario del viacrucis de granito de Valdelacasa

Es también muy interesante darse una vuelta por el entorno del pueblo y observar las numerosísimas zahurdas que se construyeron en su entorno, especialmente todo un barrio de ellas situadas al este del casco urbano. Se disponen incluso en calles donde construcciones cubiertas con falsa cúpula de lanchas y en mampostería, nos muestran toda una tipología de ellas, desde las más modestas con capacidad para un cerdo hasta otras con numerosas parideras para guardar a los lechones.

Una de las agrupaciones de zahurdas de Valdelacasa
Otro grupo de zahurdas de Valdelacasa

La iglesia está construida en granito y es de buena factura, sobre todo las bóvedas de crucería de su interior y la curiosa entrada porticada. Parece construcción de finales del siglo XV y comienzos del siglo dieciséis, aunque la torre es de construcción más moderna.

Iglesia parroquial de Valdelacasa

En Valdeacasa se celebran dos fiestas estivales. Por un lado Santiago y Santa Ana el veinticinco de Julio y por otro la conocida como “Fiesta del Remolino” el 27 y 28 de Agosto. Esta última se conmemoraba con mayor esplendor en tiempos pasados pues incluso tenía lugar esos días una feria de ganado. Hoy cuenta con gran concurrencia ya que acuden muchos de los hijos del pueblo que emigraron.

Peculiar azulejo que da nombre a una calle de Valdelacasa

En cuanto a la artesanía tenemos que destacar la presencia de un guarnicionero que realiza sus trabajos en cuero. Tal vez el plato más típico sea las migas, como ocurre en tantos pueblos jareños cuya gastronomía gira también en torno a la matanza y a la caza mayor de sus sierras y la caza menor de sus llanos. Podemos hospedarnos en una casa rural y seguro que encontramos algo de comida casera en sus bares.

INICIAMOS CAMINO DE CARLOS V A GUADALUPE POR VALDELACASA DE TAJO

Verraco vettón de Valdelacasa en el que se aprecian labradas algunas cazoletas

Otra opción para llegar Guadalupe es la que, recorriendo el Camino Viejo desde Talavera por Puente del Arzobispo, se desvía de éste al cruzar el río Pedroso y en lugar de seguir hasta el Puerto de Arrebatacapas por Villar, continúa hacia Valdelacasa, Garvín y Peraleda para enlazar después con el Camino de Los Ibores que más adelante conoceremos.

Desde Puente tenemos dos opciones, la primera es seguir la carretera hacia Villar y tomar la desviación a la derecha pasado el río Pedroso y la segunda consiste en recorrer el camino que va directamente desde Puente hasta Valdelacasa pasando por La Oliva, antiguo despoblado que conserva su iglesia, sus inscripciones romanas y sus dos verracos. Este último camino viene a desembocar también a la carretera, junto al río Pizarroso algo más de tres kilómetros antes de llegar a Valdelacasa.

Reja en una casa de Valdelacasa

Como todos los pueblos de la Jara Occidental también éste es rico en hallazgos arqueológicos. Hay ruinas de amurallamientos de viejos castros prerromanos en algunas de sus elevaciones, encontramos en su término restos de hasta tres dólmenes bastante deteriorados que son conocidos como el del Tesoro, Talayuelas I y Talayuelas II. En el paraje conocido como el Castillejo, además de los restos de una atalaya musulmana, se encuentran cerámicas del calcolítico y algunos grabados rupestres muy sencillos pertenecientes al Arte Esquemático. Un verraco, que demuestra la presencia vetona en el pueblo, se ha instalado a la entrada del caserío. Los romanos dejaron en el lugar dos inscripciones epigráficas, una de ellas en mármol sobre el enterramiento de varios personajes de la época a los que se aludía como gente de la tribu “taganana”, nombre relacionado probablemente con el paso del Tajo (Tagus) por la zona. Otros topónimos como Los Villares, el Castrejon o las Moralas nos hablan también de antiguas poblaciones.

Murallas del castillo de Espejael y el Tajo al fondo

Los árabes dejaron en su término una de las fortalezas que formaban con Canturias, Vascos, Castros o Alija esa línea defensiva fluvial que protegía a los musulmanes del avance de los cristianos. En este caso, se trata del castillo de Espejel cuyo nombre tiene resonancias mozárabes y en cuyo entorno también existía un poblado, más tarde habitado por los primeros repobladores cristianos, resultando por ello el antecedente directo del pueblo de Valdelacasa, en cuya localización actual, más fértil y menos abrupta, acabaron asentándose.

Una de las plazas de Valdelacasa

Esta antigua población medieval se sitúa concretamente entre la desembocadura del arroyo del Madroño y el Tajo. Apenas quedan en pie las murallas y restos de un foso defensivo en la cara este y las paredes caídas de antiguas viviendas del poblado repartidas por las empinadas laderas. Hoy las aguas tienen elevado su nivel por el reculaje del embalse de Valdecañas y esto hace que no se puedan visitar los cercanos molinos de Espejel, propiedad en otros tiempos de los jerónimos de Guadalupe y de los que sí podemos ver las antiguas dependencias donde habitaban frailes y molineros. Este castillo fue otorgado por Alfonso VIII a la orden de Santiago en el siglo XII para que lo defendiera y lo restaurara, aunque se entabló un pleito por la reclamación que hizo sobre la fortaleza un tal Juan Martínez al que se lo había donado Sancho IV, pero que al final transige pasando a los caballeros santiaguistas.

Abrevadero y fuente de granitoen Valdelacasa de Tajo

Fernando III el Santo concede a Talavera los territorios de las diecisiete heredades del Pedroso para que desde la villa sean repobladas. En su ámbito se encontraba nuestro pueblo y desde entonces perteneció Valdelacasa a la Tierra de Talavera y por tanto a los arzobispos toledanos hasta la desaparición de los señoríos en el siglo XIX, centuria en que también se divide La Jara incluyendo en Extremadura esta parte del alfoz talaverano.

EXCURSIÓN DE LA PEÑA DE CADALSO A LA PEÑA DE CENICIENTOS

 

Nos encontramos numerosas gamonitas en nuestro recorrido

Desde la zona sureste del casco urbano de Cadalso parte un camino que nos llevará a en dirección a la Peña Muñana. Es un camino transitable en todo terreno hasta la base de la peña en su cara norte, pero es un paseo agradable entre pinares que podemos perfectamente hacer andando. Desde allí ascenderemos por una senda que nos llevará hasta la cumbre,  transitando entre las afloraciones graníticas aprovechadas desde antiguo como canteras y entre las que crecen los pinos, las gamonitas y las madreselvas. Desde la senda observamos hacia el noreste algunas de las grandes canteras modernas que explotan el blanco granito de Cadalso. Arriba vemos que hay tres pequeñas elevaciones donde hay restos de edificios, como también las hay en el llano del collado que da acceso a las ellas.

Canteras en Cadalso de los Vidrios vistas desde peña Muñana

Los historiadores han querido ver aquí una atalaya de observación de las muchas que jalonaban el valle del Tajo en época medieval. Aunque son tres las elevaciones de la cumbre en las que se encuentran restos de murallas y viviendas, es en la más alta, en la que aloja el vértice geodésico, en la que se hallan los restos de muros de mayor entidad cogidos con argamasa. En uno de ellos y orientado como solían  los musulmanes, hacia el sur se encuentra un hueco que bien podría haber sido un minrhab del que estaban dotadas todas las mezquitas. Puede que no solamente fuera por tanto una torre de observación, sino que tal vez se tratara de un ribat, esa especie de monasterio de monjes armados que al igual que las órdenes cristianas tenían los árabes en la línea fronteriza de confrontación.

Probable minrhab de la mezquita musulmana de la fortificación de peña Muñana

La vista panorámica sobre el valle del Alberche al sur y Gredos al norte es impresionante. Hasta aquí es tradición subir en romería  el Lunes de Pascua, para degustar el llamado “hornazo”, un bollo típico con un huevo en el centro que encontramos en las fiestas populares de otros pueblos.

Afloraciones graníticas en peña Muñana

Volveremos después otra vez al pueblo para tomar el camino de Los Huertos o del Lancha para llegar, cerca del collado de la carretera que nos lleva de Cadalso a Cenicientos, donde parte en dirección a poniente por la ladera de la peña de Cenicientos una pista que nos llevará entre magníficos pinares hasta las proximidades de la Peña, donde ya no pueden pasar los vehículos, pero  hay una senda que en unos minutos nos pondrá en la base de dicha peña podemos bajar por el lado norte hasta la presa de las Albercas, para volver por la carretera a Cadalso.

Puente romano en término de Cenicientos

También podemos hacer una ruta desde Cenicientos para conocer la Piedraescrita, un lugar de culto romano en el que  sobre una gran roca  se halla labrada una escena de una ofrenda que el celo de un párroco cristianizó grabando un rótulo en el que dice que los personajes son las «tres marías» y no una escena de culto pagana. Cerca se encuentra también un puente romano y varios molinos de agua.

Piedraescrita, un santuaio romano con una escena que representa una ofrenda de un matrimonio a una diosa. Abajo a la izquierda se percibe la inscripción «a las tres Marías» hecha por un párroco del pueblo.

Otros parajes de interés en Cenicientos son las pequeñas pozas de un arroyo en el paraje conocido como Las Ollas, a unos dos kilómetros del pueblo.

 Recorrido aproximado 17 kilómetros 5 horas

RUTA DE LOS AZULEJOS Y GARGANTAS

AZULEJOS  Y GARGANTAS

Panel de azulejos en Cabdeleda que representa a San Juan con el cáliz y el dragón
Panel de azulejos en Cabdeleda que representa a San Juan con el cáliz y el dragón

Vamos a acercarnos a los pueblos y gargantas de Gredos para conocer el tesoro de antigua azulejería talaverana que se reparte por muchos de los pueblos del valle del Tiétar.

Nos dirigiremos por la carretera de El Real de San Vicente hasta Higuera de las Dueñas, en cuya iglesia gótica se pueden ver tres paneles de azulejos que representan a tres de los cuatro evangelistas en cerámica del siglo XVI.

Desde Higuera podemos ir a La Adrada y visitar el recién reformado castillo, con su museo de interpretación del valle del Tiétar que nos muestra de forma pedagógica la historia de la zona. Desde allí podemos acercarnos al siguiente pueblo que cuenta con cerámica talaverana. Se trata de Lanzahita, en cuya iglesia parroquial podemos ver su magnífico retablo renacentista y un frontal de altar con San Juan Bautita y los dos santos diáconos que se distinguen por vestir ambos la dalmática, San Lorenzo con la parrilla del martirio y San Vicente. Por supuesto no debemos marcharnos sin probar sus sandías, casi tan buenas como las de Velada.

Panel de azulejos en Cabdeleda que representa a San Juan con el cáliz y el dragón
Panel de azulejos en Cabdeleda que representa a San Juan con el cáliz y el dragón

Desde Lanzahita nos dirigiremos a la Villa de Mombeltrán donde debemos visitar el imponente castillo construido por quien la opinión pública consideró en su época el verdadero padre de la “Beltraneja”, y no el rey Enrique IV el Impotente, al que el pueblo consideraba incapaz de procrear. Iremos a la iglesia parroquial donde no sólo la magnífica reja es obra de talaveranos, sino también uno de los retablos y dos altarcillos decorados con azulejería, en los que se representa la caída de San Pablo del caballo, santos franciscanos, o la Cena del Rico Epulón además de otros santos como San Joaquín y Santa Ana, San Pedro, San Ildefonso y un curiosísimo Juicio Final en el que un demonio hace las veces de Caronte llevando las almas en el barco a través de la laguna Estigia, escena donde se une la mitología clásica con el cristianismo. La Villa tiene además la peculiaridad de que celebra también Las Mondas, pero con una comilona en el campo en el que la monda es una hogaza rellena de sustanciosos productos del cerdo.

Desde Mombeltrán nos acercaremos hasta Villarejo del Valle, donde en la llamada capilla de los Mártires, una coqueta ermita de tipología popular, encontraremos su pequeño ábside y bóveda forrado de azulejería talaverana del siglo XVI de buena calidad que representa una crucifixión con los ladrones y una imagen de Dios Padre con el sol y la luna, símbolos que a veces acompañan al Crucificado en la iconografía religiosa.

Azulejo talaverano en la casa del santero de la ermita de la Virgen de Chilla en Candeleda

Volvemos atrás y nos dirigimos a través de La Parra hasta el monasterio de San Pedro de Alcántara, cuyo interior podemos visitar hasta las doce del mediodía, y que cuenta entre otras bellezas artísticas que allí nos mostrarán, con dos pequeños paneles de azulejos del siglo XVIII en la entrada del cenobio y un pequeño museo en el que también se pueden ver algunas piezas de cerámica antigua talaverana utilizada por los monjes. La iglesia parroquial de Arenas de San Pedro cuenta con una hermosa serie de los santos abulenses realizada por Ruiz de Luna y en El Arenal también tenemos una ermita del Cristo que tiene decoración de motivos geométricos y vegetales de tradición mudéjar, también del siglo XVI, además de un Calvario.

Charco de los Nogales

Si todavía tenemos ánimo podemos acercarnos hasta Candeleda y ver la azulejería renacentista de Juan Fernández que decora su iglesia parroquial, con imágenes de San Zacarías, la Ültima Cena, y varios santos franciscanos y evangelistas.

Este trayecto precisa en realidad dos jornadas pues para facilitar el acceso a los templos deberemos hacerla preferentemente un domingo por la mañana, cuando los oficios religiosos nos permiten entrar sin problemas.

Azulejería de Ruiz de Luna en la iglesia parroquial de Arenas de San Pedro

Para bañarnos no tendremos ningún problema pues en todo el recorrido cada uno de los pueblos cuenta con piscinas naturales para darnos un baño en sus aguas transparentes, aunque yo recomiendo ascender desde algún paraje accesible garganta arriba hasta encontrar alguna poza solitaria en la que descansar. Son también numerosos los lugares en los que podremos degustar unas patatas revolconas, unas judías de El Barco o un chuletón de ternera avileña.