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UN siglo EN EL QUE nuestra COMARCA FUE ESCENARIO histórico

UN SIGLO EN EL QUE LA COMARCA FUE ESCENARIO

Castillo de Montalbán, donde se ocultó el rey Juan II con don Álvaro de Luna

Juan II y su valido Álvaro de Luna, después de haber huido de Talavera y del secuestro del rey por su primo el infante de Aragón, pasaron tres semanas en el castillo de Montalbán, hasta que volvieron nuevamente a Talavera al retirar el infante don Enrique el asedio.

Pasó el Rey en nuestra ciudad los días de Navidad de aquel año de 1420 rodeado de la corte que celebró la victoria de don Juan. Para ello acudió también el rey de Navarra, que había llegado a serlo por matrimonio y durante cuyas bodas precisamente intentó su hermano Enrique hacerse con el poder secuestrando al Rey.

Alcázar de Talavera, donde residían en la época los reyes en sus estancias en Talavera

Volvió en otras ocasiones Juan II el Débil a Talavera en este siglo pleno de luchas entre facciones de nobles y la realeza. Como la sucedida en 1442, cuando el enfrentamiento se producía entre el propio Juan II y su hijo Enrique IV el Impotente.

En este caso, Pero Suárez, hijo del señor de Oropesa, toma nuestra villa declarándose partidario del futuro Enrique IV. Garciálvarez, su padre, que fiel al rey le había seguido en su huida al castillo de Montalbán, es apresado en esta ocasión por Juan II, por lo que después de unos días su hijo abandona el sitio de la ciudad y el Rey perdona a los sublevados dejando marchar a su padre a Oropesa.

En muchas de las luchas que hubo durante el reinado del rey Juan II la Santa Hermandad de Talavera aportó fuerzas armadas a los bandos en contienda.

Otro de los datos que nos hablan de la vinculación de Juan II a nuestra ciudad es que Alonso Martínez de Toledo, el Arcipreste de Talavera, tuvo entre otros cargos el de capellán del Rey y fue precisamente durante el tiempo que desempeñó estas atribuciones escribió su obra más conocida “El Corbacho” o «Reprobación del amor mundano».

Don Álvaro de Luna fue acumulando como hombre de confianza del rey numerosos señoríos vecinos de nuestra ciudad. A él pertenecieron Castillo de Bayuela y La Adrada, que le fueron entregados por Juan II después del episodio de la huida a Montalbán; Escalona, San Martín de Valdeiglesias, El Colmenar (que luego sería la Villa de Mombeltrán) y gran parte del valle del Tiétar.

Portada de la parte palaciega del castillo de Escalona donde residió y resistió don Álvaro de Luna

Construyó los castillos de Maqueda y el cercano de San Silvestre y todas estas posesiones se completarían luego con las que obtuvo por su matrimonio en segundas nupcias, con doña Juana de Pimentel, ya que había enviudado de su primera mujer, con la que se casó en Talavera.

De los territorios obtenidos por este matrimonio destacaba Arenas de San Pedro y su territorio, con el que don Álvaro de Luna fue dueño de la práctica totalidad del territorio que separaba a Talavera de la sierra de Gredos, controlando los puertos de montaña, los puentes y las cañadas de la Mesta. Este hecho daba a sus señoríos un gran poder estratégico en aquella época, pues dominaba el paso entre las dos Castillas.

También estuvo don Álvaro a punto de perjudicar gravemente a Talavera pues apoyó al Maestre de la Orden de Alcántara cuando usurpó a nuestra ciudad los territorios situados más al sur de La Jara, con los términos actuales de Sevilleja, Campillo, Puerto de San Vicente, Castilblanco Alía, y Valdecaballeros.

Cuando don Álvaro cayó en desgracia y fue ejecutado por el rey que tanto confió en él, su viuda se retiró al castillo de Arenas, que por eso se llamó desde entonces “de la Triste Condesa”.

Nuestra ciudad y las tierras de su entorno siguieron teniendo cierto protagonismo en la historia de España durante el reinado de Enrique IV el Impotente, rey calificado por Marañón como un “eunucoide displásico”, pero que fue un hombre misántropo y bondadoso a quien no se pudo atribuir directamente ninguna de las muertes que se produjeron durante las luchas nobiliarias que tuvieron lugar a lo largo de su reinado.

Enrique IV el Impotente

Está documentada su presencia en varias ocasiones en Talavera dada su afición al monasterio de Guadalupe, donde fue enterrado, y ser nuestra villa camino habitual hacia el monasterio de las Villuercas en aquellos tiempos en los que se hallaba en su época de mayor esplendor.

Pero es durante la guerra civil que enfrenta a los partidarios de don Enrique con los de su hermano Alfonso, que pretendía reinar por considerarse que Juana, la única hija de Enrique, era en realidad hija del apuesto cortesano Beltrán de la Cueva, y por eso era llamada la Beltraneja, dada la manifiesta impotencia del rey en su primer matrimonio. Se llega incluso a hacer una ridícula ceremonia en la que dos prelados certifican que el rey había recuperado su virilidad en el segundo matrimonio.

Castillo de Mombeltrán

Detrás de esta guerra se esconden en realidad las luchas entre diferentes facciones de la nobleza, y debido al enfrentamiento llegan los detractores de don Enrique a hacer un simulacro de destronamiento del rey en Ávila vistiendo con sus atributos a un muñeco, quitándoselos después y derribándole de una patada.

Los nobles y prelados que apoyaban la causa de don Alfonso se reunieron en julio de1466 en Talavera, partidaria entonces de los rebeldes para tomar una serie de decisiones sobre la estrategia a seguir contra don Enrique. El arzobispo de Toledo y el maestre de la orden de Santiago se muestran más belicosos pero el conde de Benavente y el maestre de Alcántara tienen una actitud más moderada que es al final es la que se adopta.

LA BATALLA DE TALAVERA (y 2) LA SANGRE CORRE EN LA PORTIÑA

LA BATALLA DE TALAVERA (y 2)

LA SANGRE CORRE EN LA PORTIÑA

Grabado de la colección del autor que muestra una recreación decimonónica de la Batalla de Talavera

Con estas acciones queda pues establecido el frente en una línea imaginaria que, bajando desde la atalaya de Segurilla siguiera por el arroyo de la Portiña para luego llegar hasta el Tajo, pasando cerca de la ermita del Prado por delante del caserío de Talavera.

Las fuerzas francesas se situarían al este de esa línea, las inglesas al oeste ocupando la mitad norte de la misma, en la zona cercana al actual embalse de La Portiña y sobre todo el cerro Medellín, y las españolas la mitad sur, desde el pajar de Vergara hasta la misma Talavera entre olivares y con el terreno surcado de zanjas.

El cerro Medellín domina todo el escenario de la batalla, por lo que desde el principio es objetivo de los franceses que ya el mismo día 27 por la noche intentan en una escaramuza tomar la altura, tanto por su valor estratégico como por encontrarse la mayor parte de las tropas inglesas situadas detrás del cerro.

El cerro de Medellín visto desde las elevaciones de Segurilla, fue escenario de la Batalla, sobre él se asentaron las tropas y baterías inglesas.

Antes se había producido el primer encuentro entre el ejército francés y los soldados españoles más novatos, de los cuales, algunos sorprendidos y asustados huyen en principio. Un episodio que se ha exagerado debido a las manipulaciones y opiniones negativas que sobre las fuerzas españolas difundieron en sus escritos los propagandistas ingleses. Parece que este ataque lo que pretendía en realidad era disimular el que sobre el cerro Medellín iban a acometer los franceses.

Podemos imaginar el escenario en el actual emplazamiento del muro de la presa de La Portiña. En el lado derecho mirando a Segurilla, sobre el llamado cerro del Cascajal, los franceses. En medio, el arroyo sin la presa actual y con su barranco de considerable profundidad, y a la izquierda los ingleses desplegados por las faldas del cerro Medellín.

El embalse de la Portiña ocupa gran parte del escenario de la Batalla de Talavera. En la zona del muro se dieron los combates más encarnizados.

Los franceses atacan inopinadamente a las diez de la noche y se empiezan a extender sin fuego artillero por las faldas del Medellín. Aunque son descubiertos por los soldados alemanes encuadrados en las fuerzas inglesas, el ejército aliado es sorprendido y el mismo general británico Hill, cuando viene de cenar en Talavera, es casi apresado por los franceses tirando de la brida de su caballo.

Aprovechando la sorpresa, un destacamento francés llega incluso a coronar el cerro Medellín, pero es desalojado nuevamente por las tropas inglesas, aunque éstas tienen bajas y pierden algunos cañones. Durante el resto de la noche hubo algunos tiroteos de nervios e incluso murieron varios oficiales ingleses bajo el propio fuego desatado por una falsa alarma.

Recreación de una acometida en la Batalla de Talavera

El día 28 amanece y los ingleses ven desplegadas las fuerzas napoleónicas frente a ellos con una gran batería de artillería concentrada en el cerro Cascajal. Para reforzar la ladera norte del cerro Medellín, Wellington pide ayuda a Cuesta que le envía varios destacamentos de caballería, de infantería y algunos cañones.

Los franceses inician el ataque con el sol deslumbrando a los aliados, y comienzan a batir con intenso fuego de artillería el Medellín. En principio se abren peligrosos huecos en las líneas aliadas causando bajas numerosas, pero aprovechando un hueco abierto en las tropas francesas, son atacadas por orden de Wellesley también por el flanco y se ven obligadas a retroceder.

Plano de la batalla de Talavera con los destacamentos franceses en azul, amarillo los españoles y granate los ingleses

Ante el fracaso de este ataque, se reúne un consejo de guerra francés en casa Salinas presidido por el mismo José Bonaparte, quien prefería dilatar nuevas acometidas hasta que el mariscal Soult llegara desde la zona de Salamanca para sorprender a los aliados por detrás, pero eso supone al menos resistir una semana a Cuesta y Wellington en Talavera y a Venegas en Toledo, por lo que al final deciden acometer un nuevo ataque cuidadosamente planeado en tres fases. En la primera de ellas se atacó a las cuatro de la tarde y en plena canícula el centro del frente, sobre el pajar de Vergara, pero las tropas inglesas y españolas, con especial actuación de la caballería, rechazaron a las napoleónicas, formadas en este caso por soldados alemanes y holandeses, entre los que causaron bastantes bajas capturando cañones y banderas.

Detalle del plano de la batalla con el frente más activo en el enfrentamiento. La flecha señala lasituación aproximada del muro de la presa de la Portiña.

Esta primera fase es en realidad una maniobra de distracción para atacar nuevamente el cerro Medellín. Los franceses al mando del general Lapisse, cruzan otra vez el arroyo de la Portiña e intentan tomar el cerro Medellín, pero la lucha es encarnizada, se encuentran en peor situación que los ingleses y, tras ser herido su general, que muere más tarde, se ven obligados a retirarse.

Los ingleses pasan a la ofensiva y persiguen a los franceses, pero estos, que se han retirado organizadamente, les hacen frente y se ven abocados a una situación muy comprometida sobre la que debe tomar el mando el mismo Wellington, que la reconduce, aunque sus guardias tienen bajas numerosas. Después de dos horas de combate, los dos ejércitos quedan exhaustos, nuevamente cada uno a un lado del arroyo.

Reculaje occidental de la Portiña, donde tuvo lugar el desastre de la caballería inglesa.

La tercera fase del plan francés consistió en el ataque al cerro Medellín por su cara norte y oeste. Al avanzar los franceses se encuentran con las tropas españolas de refuerzo pedidas a Cuesta y comienza el tiroteo en las faldas de la sierra de Segurilla en un combate muy duro que costará la vida al coronel que manda las tropas españolas. Los franceses titubean y Wellesley ordena atacar a su caballería, pero debido a una distancia excesiva hasta las tropas francesas y a la zanja de una torrentera, exagerada en dimensiones por las fuentes inglesas, el ataque es un desastre con numerosas bajas en la caballería británica. Pero los franceses desisten de la maniobra y ya no intentan acometer el cerro por el norte y el oeste.

La Portiña tras finalizar la batalla en un grabado de la colección del autor

Al amanecer del día 29 los franceses se retiran. No quieren dejar desprotegida la línea del Tajo con el peligro que ello supondría para un avance aliado sobre Madrid. Las cifras oficiales hablan de unas 5400 bajas inglesas entre muertos y heridos. Los que llevaron la peor parte fueron los soldados alemanes que luchaban bajo bandera inglesa. En el ejército galo las bajas son unas 7300. Los españoles tuvieron entre 1000 y 1500 bajas.

Aunque para muchos la Batalla de Talavera quedó en tablas el mismo Napoleón dice en una carta a su ministro de la Guerra que “lo cierto es que he perdido la batalla de Talavera” .

HISTORIA CORTITA DE LA BATALLA DE TALAVERA (1 DE 2)

ANTES DE LA BATALLA

PINTURA QUE RECREA LA BATALLA DE TALAVERA

¡ QUÉ HERMOSA OCASIÓN PERDIDA !

Con esta frase se quejaba Napoleón de la derrota de sus ejércitos en Talavera a finales de Julio de 1809. Se cumplen en estos días por tanto el aniversario.

Los ingleses habían desembarcado en Portugal y habían iniciado una campaña conjunta con el ejército español contra los franceses, sobre todo por su propio interés estratégico en la guerra europea.

Desde Portugal habían entrado los británicos en el territorio español al mando de su prestigioso general Arthur Wellesley, más tarde vizconde de Talavera y lord Wellington. Habían avanzado hasta Plasencia y según el plan trazado, el ejército español de Extremadura, al mando del sexagenario general Gregorio García de la Cuesta, debía unirse al inglés para iniciar el avance hacia Madrid. Las tropas francesas al mando del mariscal Víctor, el general Sebastián y el propio José Bonaparte se disponen en arco para defender Madrid del avance aliado por el sudoeste, mientras las tropas de Soult, más al norte, intentan proteger Castilla del avance de los ejércitos británico y portugués situados frente a Ciudad Rodrigo.

RETRATO DEL GENERAL CUESTA

En el pueblecito de Casas de Miravete se encuentran por primera vez Cuesta y Wellesley en una escena novelesca. La delegación inglesa se pierde de noche y los españoles deben esperar a sus aliados en formación a la luz de las antorchas durante cuatro horas, con el consiguiente sufrimiento de Cuesta, que soporta impávido el dolor de la herida recibida en Medellín y que a veces hace incluso necesario llevarle en una silla de mano. En la entrevista entre los dos generales aliados deben utilizar a un oficial español de origen irlandés como intérprete porque Cuesta se niega a utilizar el francés, idioma del invasor que ambos militares conocen. Para colmo, les dan a los británicos un alojamiento en las pobres chozas de Miravete agasajándoles con una especiada cena española que los ingleses no están habituados a comer.

RETRATO DE LORD WELLINGTON , VIZCONDE DE TALAVERA

Ambos ejércitos tienen problemas de abastecimiento de víveres en unas tierras ya esquilmadas por la guerra y el saqueo francés. También sufren la falta de medios de transporte, lo que les servirá a los ingleses, entre otros argumentos, para poner excusas a su inacción y crear una leyenda negra en torno a Cuesta y al ejército español que, por otra parte, se encontraba formado por restos de regimientos casi destruidos en las primeras batallas contra el ejército de Napoleón y por nuevos reclutas poco adiestrados y mal equipados, incluso sin calzado. Mantenía además el ejército español una estructura militar algo anticuada, aplicando las viejas tácticas prusianas, aunque introduciendo por observación de los propios franceses en el campo de batalla algunos nuevos métodos en su acción guerrera. Había por otra parte una gran escasez de oficiales formados y con experiencia que pudieran instruir a las tropas.

Eran en definitiva un montón de campesinos mal adiestrados aunque con ganas de batirse, formando un ejército dividido en unidades de lo más heterogéneo. Pero los medios que se tenían eran los que eran y con ellos había de acometerse la lucha contra los ejércitos franceses, expertos y fogueados en la conquista de media Europa y con un equipamiento y un adiestramiento muy superior al de los batallones españoles, maltrechos ante la resistencia al invasor. El ejército español que habría de enfrentarse en Talavera a los franceses contaba con unos 20.000 soldados de infantería, 3.000 de caballería y 30 cañones. El británico estaba formado por unos 17.000 infantes, más de 3000 jinetes y 25 cañones. Con él luchaban tropas portuguesas y alemanas de Hannover, de donde provenía la familia real inglesa. Los franceses tenían 37.000 soldados, 7500 jinetes y más de 100 cañones.

ESTANDARTE DE UN REGIMIENTO ESCOCÉS CON EL NOMBRE DE TALAVERA EN LA CATEDRAL DE GLASGOW

En Miravete deciden Cuesta y Wellington remontar el Tajo y enfrentarse a Víctor en Talavera, para así abrir paso hacia Madrid, mientras parte del ejército inglés avanzaría por el piedemonte de Gredos para envolver a los franceses por el norte.

Los ingleses comienzan su avance desde Plasencia y las tropas españolas cruzan el Tajo por el Puente del Arzobispo. Los dos ejércitos aliados se encuentran en Calzada de Oropesa el 21 de Julio de 1809. El día 22 acampan en los llanos de Velada y Gamonal e incluso la vanguardia española tiene una escaramuza con las tropas francesas en El Casar de Talavera.

El día 22 los franceses se retiran a través de las calles de Talavera y podemos imaginar a sus miles de soldados pasando por la Puerta de Cuartos, San Andrés, calle Cerería, la Corredera, plaza del Reloj y calle del Sol, cruzando el casco urbano semiabandonado por sus habitantes y quemando mientras tanto “sus casas principales, sus conventos y los campos de trigo” como relata el alférez inglés Aitchinson.

Para los franceses, la presencia de los soldados ingleses y españoles es realmente una sorpresa, pues sus informaciones situaban al ejército español todavía en la zona de Almaraz y a los soldados británicos en Plasencia, por lo que cunde la alarma en su Estado Mayor de Madrid.

ZONA DE LA PORTIÑA DONDE SE DESARROLLÓ LA BATALLA DE TALAVERA ANTES DE HACER LA PRESA

Para reforzar a sus tropas ordenan al general Sebastiani, cuya misión era retener a las tropas del general español Ve n e g a s cerca de Toledo, que baje Tajo abajo a incrementar las tropas francesas en Talavera. Pero, aunque hay un intento de las tropas inglesas y las españolas para romper las líneas francesas, finalmente el ejército aliado se queda en la franja de la vega comprendida entre Talavera y el Alberche, con la intención de vadearlo y atacar a los franceses al día siguiente.

Pero el río, que por las lluvias recientes va inusualmente caudaloso para ser el mes de Julio, hace que, al no ser operativo el puente del Alberche por ser estrecho y de tablas que no soportarían el peso de soldados y cañones, se busquen vados alternativos aguas arriba para atacar así al ejército napoleónico.

Sin embargo, al amanecer del día 23 ya se han marchado los franceses y los ingleses se niegan a perseguirlos aduciendo falta de abastecimientos. Esto es sólo una excusa, pues es el armisticio de Znaim con el consiguiente abandono de la guerra por Austria el motivo de que lord Wellington no se entregue a las operaciones pactadas en Casas de Miravete. Además, los ingleses estaban conspirando con la ayuda de algunos militares españoles para poner a Wellesley al mando del ejército en lugar de a Cuesta y no era bueno para sus planes que el general español pudiera tener un buen papel en una acción contra el enemigo. Los franceses se retiraron a través de la Puebla de Montalbán hacia Toledo, pero Cuesta creyó que iban en dirección a Madrid. Cuando se dio cuenta, ya era tarde y los franceses volvieron sobre sus pasos con dos cuerpos de ejército en dirección a Talavera, sorprendiendo desprevenidas a algunas tropas españolas que iban separadas del grueso de sus fuerzas. Como eran muy inferiores en número y el terreno de Alcabón muy llano, los españoles deciden retirarse protegidos por dos regimientos de dragones que se sacrifican para salvar al resto de las tropas, ocasionándose además un mayor número de bajas por la dificultad de paso que producen las espinosas cambroneras de las lindes, cayendo en la acción unos trescientos o cuatrocientos jinetes españoles. Cuesta consigue replegarse hasta el Alberche y lo cruza al amanecer del día siguiente. También tuvieron una desagradable sorpresa las tropas inglesas cuando, sin haber finalizado todavía el paso del río de las fuerzas españolas, los franceses, ante la falta de vigilancia de las orillas del Alberche, lo vadearon con el agua al pecho y sorprendieron a los ingleses, que se vieron obligados a retirarse. Incluso el mismo Wellington tiene que huir de la Casa de Salinas con las balas silbándole al oído, dejando incluso el catalejo que le servía para observar al enemigo.

LAS TORRES DE SALINAS: DE DONDE WELLINGTON HUYÓ A UÑA DE CABALLO

LAS TORRES DE SALINAS:  DE DONDE WELLINGTON HUYÓ A UÑA DE CABALLO

Palacio fortificado de las Torres de Salinas

Cuando previamente a la Batalla de Talavera en julio de 1809 los ejércitos napoleónicos se vieron sorprendidos porque tanto el ejército español como el inglés ya se encontraban cerca de Talavera impidiendo su avance,  se retiraron a través de la Puebla de Montalbán hacia Toledo, pero el general Cuesta que mandaba las tropas españolas creyó que iban en dirección a Madrid y emprendió su seguimiento y avance.

Torre mocha de Salinas en primer plano. Desde ella vigilaba el frente Wellington

Cuando se dio cuenta, ya era tarde y los franceses volvieron sobre sus pasos con dos cuerpos de ejército en dirección a Talavera, sorprendiendo desprevenidas a algunas tropas españolas que iban separadas del grueso de sus fuerzas. Como eran muy inferiores en número y el terreno de Alcabón muy llano, los españoles deciden retirarse protegidos por dos regimientos de dragones que se sacrifican para salvar al resto de las tropas.

Patio mudéjar de las Torres de Salinas

En la acción se ocasiona además un mayor número de bajas por la dificultad de paso que producen las espinosas cambroneras de las lindes, cayendo en la acción unos trescientos o cuatrocientos jinetes españoles. Cuesta consigue replegarse hasta el Alberche y lo cruza al amanecer del día siguiente, quedando por un tiempo las líneas establecidas en el río.

Pero también tuvieron una desagradable sorpresa las tropas inglesas cuando, sin haber finalizado todavía el paso del río de las fuerzas españolas, los franceses, ante la falta de vigilancia de las orillas del Alberche, lo vadearon con el agua al pecho y sorprendieron a los ingleses, que se vieron obligados a retirarse, es desbaratada la columna del general Mackenzie pero es afortunadamente protegida por la caballería inglesa de Anson. Se produjo esta situación en parte porque los ingleses habían quemado las chozas de los franceses del otro lado del río y el humo dificultó verles pasar el río que iba crecido.

Incluso el mismo Wellington tiene que huir “a uña de caballo” de la Casa de Salinas, entonces en ruinas con las balas silbándole al oído, dejando incluso el catalejo que le servía para observar al enemigo.

Patio empedrado de las Torres de Salinas

El dueño de la casa de salinas nos dejó amablemente visitarla hace unos años con la televisión regional. siglos y se puede divisar desde la autovía en dirección Badajoz cuando se cruza el Alberche sobre un alto y rodeada de algunos árboles.

El lugar está habitado desde hace siglos pues se han encontrado cerámicas romanas, ruedas de molino etc..Hay una piedra mojón con una inscripción de 1594 que habla de su amojonamiento por don Francisco Carvajal y Meneses, de nobles apellidos talaveranos. En el interior hay un azulejo de otra reparación del propietario en 1850, el conde de Bornos y Villariezo.

Mojón de la dehesa con escudo de los Carvajal Meneses

El claustro mudéjar es de gran belleza y el solado de patio está muy conservado con su pozo y pila. Cuatro torres en las esquinas defienden la casa palacio y en una de ellas sin cubierta llamada torre Mocha es desde donde observaba Wellington al enemigo a la otra orilla del Alberche. Conserva también la capilla y otras dependencias siendo uno de los monumentos talaveranos más desconocidos pero de gran valor.

Panel de azulejos que elata episodios históricos del palacio

EL AGUA EN TALAVERA, FUENTES, ARROYOS, POZOS Y NINFAS

EL AGUA EN TALAVERA, FUENTES, ARROYOS Y NINFAS

Arroyo de Papacochinos con dos puentecillos en un dibujp del siglo XVIII

Talavera fue también conocida en la antigüedad como Aquis, palabra que según algunos hacía alusión a la abundancia de agua corriente en su entorno.

Son muchos los arroyos de nombre sonoro que cruzan su territorio: el Bárrago, el Papacochinos, Berrenchín, Baladiez, y sobre todo La Portiña, en cuya confluencia con el Tajo se alojó muy probablemente el primer caserío céltico y núcleo de origen de nuestra ciudad. El Alberche confluye también con el Tajo en nuestro entorno y el relativamente fácil vado del gran río a su paso por nuestra vega condicionó históricamente la importancia de Talavera como nudo de comunicaciones.

Las fuentes no eran tampoco escasas en nuestra ciudad y sus cercanías y así la fuente de la finca de Bencachón aparece en referencias de don Julio Caro Baroja como curioso ejemplo de culto antiquísimo, cuando alude a que nuestros paisanos se encomendaban todavía en el siglo XVI a esa fuente cuando les asustaban las tormentas.

Hubo baños romanos y medievales en Talavera que quedaron en el callejero

Otra fuente con un halo de magia es la que se conocía como fuente de la Peñuela. Se encontraba en la calle del Sol y según algunas tradiciones fue el lugar donde se apareció por primera vez la Virgen del Prado.

La fuente de los Caños y su lavadero tradicional, lamentablemente desaparecido, fue lugar donde se acudía a lavar la ropa y tenderla sobre sus juncales, aunque la principal zona de lavadero, alegrado siempre con la algarabía de las talaveranas, fue la ribera de la Portiña a su paso por el casco urbano, desde la zona de San Miguel hasta la desembocadura.

Estela romana dedicada a las ninfas en un dibujo del siglo XVIII de una historia de Talavera

Otra curiosa tradición sobre las fuentes dice que en el Prado del Arca había junto a la fuente del Caballo un edificio morisco que había sido el palacio del gobernador militar árabe de Talavera Jazmín Hiaya, el mismo que aparece en las leyendas del Caballero Cornudo y de Aixa Galiana de capítulos anteriores. Desde esta misma fuente de la dehesa del Caballo se intentan ya en 1537 traer aguas a Talavera, concretamente hasta otras tres fuentes situadas en la plaza del Pan, la del Reloj y la Corredera.

Torre de Nazar, donde había instalada una rueda similar a la albolafia de Córdoba

En las inscripciones de época romana encontradas en la ciudad se han hallado varias referencias a las ninfas, las diosas de las fuentes. En la época musulmana había una torre de la muralla llamada de Nazar que parece sirvió para sostener una rueda de arcaduces similar a la de la albolafia en Córdoba. Habría servido para subir las aguas del Tajo a la ciudad y más tarde la utilizarían los jerónimos para regar su huerta.

Albolafia de Córdoba en el Guadalquivir

También es curiosa la llamada fuente de Tetuán en el siglo XIX. Se encontraba junto al alcázar y puede que de alguna forma condicionara la instalación precisamente en ese lugar de la alcazaba talaverana. También es curiosa la puerta que da a la barbacana  junto al río y que es muy similar ala que desde el alcázar de Mérida daba acceso al Guadiana.

También en época musulmana se extendían por toda la vega numerosas norias dispuestas para regar las huertas. Pero Talavera no sólo tuvo aguas en superficie, sino que al hallarse en la amplia vega del Tajo, el subsuelo siempre ha sido rico en agua, por lo que uno de los elementos constantes en la arquitectura popular ha sido el pozo que abastecía a las casas, muchas veces situado en el centro del patio alrededor del que giraba la distribución de las dependencias, con clara influencia de la tradición constructiva árabe.

Pozodel patio dl palacio de la plazuela del Salvador en dibujo de Enrique Reaño

Se han hallado por toda la villa viejas tuberías de cerámica machihembradas de unos cincuenta centímetros de longitud y ocho o diez de ancho conocidos como atanores y que formaban las viejas conducciones romanas o medievales por las que circulaba el agua, ya desde que Talavera era la antigua Caesaróbriga. Así mismo, muchos de los túneles que se creían pasadizos subterráneos no son otra cosa que los desagües y tarjeas de la ciudad romana.

Arcaduz de una noria  musulmana hallado en Talavera

A mediados del siglo XIX se comienzan a instalar fuentes públicas en la ciudad, que al principio estaban relacionadas con las fuentes de la zona de las Cambijas. El 23 de Enero de 1868 el empresario Piñeiro y el ingeniero José Canalejas hicieron la obra que traería el agua potable por primera vez a Talavera desde la finca de Valdefuentes. Un periodista venido al efecto desde Madrid describe las “colgaduras que cubrían las puertas, ventanas y balcones, los arcos de follaje y los templetes de lo mismo, las banderas flámulas y gallardetes, las salvas y los gritos de alegría y plácemes de satisfacción” que rodearon al evento. Hubo comilona para las autoridades servida por el restaurador madrileño de Los Leones de Oro, y bailes en el Liceo, al que acudía el pueblo, y en el casino y la sociedad El Fomento de las Artes para las clases acomodadas.

Celebración de traída de aguas de 1869

Pero curiosamente esta celebración quedó empañada porque un “incidente extraño a la tramitación de este asunto” se suspendieron las obras por más que se acudió al ministerio de Fomento y en realidad ese día no hubo nada que celebrar, aunque las obras se acabarían más tarde.

Toro enmaromado para celebrar la traída de aguas en 1947

En 1947 se inaugura la traída de aguas desde el embalse de a Portiña con gran alborozo popular, fiestas y corridas de toros.

LOS CINES DE TALAVERA

LOS CINES DE TALAVERA

Proyecto para una caseta de cinematógrafo en los jardines del Prado

Los comienzos del cine en nuestra ciudad podemos situarlos según el historiador Agustín Díez el 21 de octubre del año 1897, un año después de que en el Hotel Rusia de Madrid fuera presentado el invento por Alejandro Promio, operador de los hermanos Lumière.

En Talavera el acontecimiento tuvo como escenario el teatro Calderón, situado junto al solar del antiguo convento franciscano en que hoy se sitúa el cine del mismo nombre. No se sabe el empresario que lo trajo, aunque este mismo autor aventura la posibilidad de que fuera la compañía del actor Francisco Mercé, ya que unos días antes había hecho una exhibición parecida en Toledo.

Curiosamente, el famoso ceramista y fotógrafo afincado en Talavera Juan Ruiz de Luna mantenía correspondencia con los hermanos Lumière para ser su delegado en España y comercializar sus películas y productos, pero para ello necesitaba un préstamo de diez mil pesetas que no obtuvo y al final no asumió tal representación.

Durante los primeros años de su existencia el cine era poco más que una atracción de barracón que en Talavera podía verse durante las ferias de Mayo y Septiembre. El cinematógrafo Pinacho fue la primera instalación de la que se tienen noticias concretas y se situó durante Mayo del año1905 en el recinto ferial, exhibiendo títulos tan dispares y sugerentes como “La Guerra Ruso-Japonesa”, “Venganza de unos Salvajes”, “Novela de Amor” o “Incendio de un Teatro”. En Septiembre de ese mismo año se instaló otra barraca llamada el Teatro Mágico.

Decoración alegórica de las artes escénicas y la música en la iglesia de los agustinos que fe el llamado Liceo, que exhibió películas y variedades y hoy es Museo de Cerámica

Pero es al año siguiente cuando de una manera algo más prolongada se instala el “Cinematógrafo Universal”, que estuvo de feria a feria para trasladarse después al Teatro Cervantes, situado en la iglesia de los agustinos o Liceo, donde combinaba las películas con varietés, hasta que, no resultando rentable, su promotor, llamado Reizábal, se trasladó con la empresa a Plasencia.

Era frecuente la combinación con variedades de aquellas primeras sesiones de cine. Se traían cantaores flamencos, alguna bailaora, equilibristas o ventrílocuos que intentaban atraer al público en aquellos años de pocas posibilidades económicas en una población agraria como la nuestra.cineprado

Es a finales de la primera década del siglo cuando algunos empresarios talaveranos intentan construir cines estables en el Prado. Las construcciones tenían cierta precariedad por ser de madera, aunque algunas de ellas tenían fachadas decoradas con formas modernistas. También en la plaza de toros se llegó a instalar un cine con bar y mesas.

Poco a poco se van estabilizando los cinematógrafos en los teatros talaveranos Calderón, Cervantes y Victoria, construido a partir de 1912 sobre el solar del antiguo Teatro Principal, antes corral de comedias talaverano, aunque todavía seguían las funciones al aire libre en los jardines del Prado.

Carteleras de los cines de Talavera en la Plaza del Reloj en los años 70

Durante los años veinte, a pesar de que el cine todavía era mudo, fue ganando la partida al teatro, exhibiéndose cada vez más películas y llegando a cerrarse el Cervantes. Hubo otro intento de un nuevo cine al aire libre junto a la iglesia de San Agustín. Se trataba de un cine de verano que se denominaba el “Monumental Moya” pero también acabó cerrando.

La seguridad de estas primeras instalaciones, sobre todo las que estaban en el interior de los teatros, era sumamente precaria. Las medidas de seguridad eran escasas, y más teniendo en cuenta el gran peligro de incendio de aquellas primeras películas. La falta de calefacción y ventilación eran proverbiales, los servicios dejaban mucho que desear y la incivilidad de los espectadores que provocaban altercados, arrojaban objetos desde el “gallinero” o gritaban y alborotaban durante las funciones, hacían a veces toda una aventura acudir al cine.

Unos operarios ponen líneas telefónicas en la Plaza del Reloj. La película anunciada de «La hija del Capitán» es italiana y de 1947

En la segunda mitad del siglo XX son varios los cines de verano existentes en Talavera, donde era habitual que los espectadores llevaran su cena, y así, con una gaseosa en la mano, a la luz de las estrellas y con el suelo de arena, donde a veces hasta se hacían las necesidades fisiológicas más primarias, se disfrutaba del séptimo arte. Entre ellos estaba el popular “Alpargata” situado en la calle Rafael Morales, el más moderno cine del Prado en la calle Banderas de Castilla o el cine de verano de El Calderón.

Otra sala peculiar situada en la calle Cerería fue el cine Marjul que, debido a su innovadora tecnología de techo corredizo, dejaba al descubierto la sala en verano. Entre los cines de invierno debemos resaltar el actual teatro Palenque que fue anteriormente una sala que se adaptó a la nave de la antigua iglesia del convento de los jesuitas, el cine Coliseum de la calle San Francisco decorado como el anterior con algo más de lujo que las salas habituales hasta el momento, y el último de los grandes cines antes de los actuales multicines, el cine del Prado, situado en el paseo de los Arqueros.

 

LA LOCA DE LA TORRE DE LA COLEGIAL

LA LOCA DE LA TORRE DE LA COLEGIAL

Ventana de la torre de la colegial por donde probablemente se asomaba la «Loca de Leganitos»

Don Fernando de Valenzuela fue el último de los validos del siglo XVII. Llegó a ser el hombre de confianza de Carlos II el Hechizado, debido a la influencia que tuvo sobre la reina madre doña Mariana de Austria.

Valenzuela era un hidalgo huérfano al servicio en Nápoles del duque del Infantado. Para algunos autores actuó toda su vida como un pícaro sin oficio ni beneficio que consiguió medrar en la Corte, y para ello utilizó todos sus encantos, pues era “de buen talle, amena conversación, lengua expedita, ojos expresivos, facciones simpáticas, y fue decidor, insinuante, algo poeta, un poco músico, listo más que inteligente y despierto más que instruido. Faltáronle en absoluto los escrúpulos y le sobró prisa de subir…”

Fernando de Valenzuela valido de Carlos II y protegido de Mariana de Austria

Los descendientes del Duque no le mantuvieron a su servicio por lo que hubo de buscarse en la Corte alguna manera de sobrevivir.

En sus paseos por los patios de palacio se supo atraer a doña María Ambrosia de Ucedo, una de las “mozas de retrete” de la Reina, a través de la que pudo acercarse a doña Mariana de Austria, obteniendo enseguida la confianza de la soberana. A esto se unió un incidente casual en el que fue herido de un tiro sirviendo a Felipe IV, llamando con ello la atención de la soberana que primero le hizo su caballerizo y luego introductor de embajadores, llegando con el tiempo a ser su mejor amigo, confidente y tal vez amante, que influía de una manera determinante en la toma de decisiones por la soberana.

Fue ascendiendo en el desempeño de cargos palatinos más que de responsabilidades políticas, llegando a ser conocido por el pueblo como “el Duende de Palacio” por su capacidad para intrigar e influir en cualquier asunto. Era gran amante del teatro, e incluso escribió algunas comedias y endechas. Fomentó las fiestas y el brillo de la corte, además de numerosas obras públicas en la capital.

Pero era frecuente y sabido que cobraba comisiones por los favores que hacía a los nobles. Consiguió con ello formar a su alrededor una clientela política que aumentaba su influencia mediante la corrupción con el tráfico de mercedes. Por todo esto llegó el valido a amasar una inmensa fortuna, y más teniendo en cuenta que nos referimos a una época de crisis económica y política importante en la que las arcas reales se encontraban exhaustas.

Cuadro de Castellano representando el prendimiento del valido Fernando de Valenzuela

Cuando ya Carlos II llegaba a su mayoría de edad, su hermanastro don Juan José de Austria, hijo ilegítimo de Felipe IV y la cómica llamada la “Calderona”, movió sus fichas para acceder al poder, y uno de sus principales enemigos, por ser hombre de confianza de la Reina, era el valido Valenzuela, el cual maniobró para permanecer en el poder, venciendo en este primer embate y acabando por ser nombrado primero marqués de Villasierra y Caballerizo Mayor de Carlos II, y después gobernador militar de Granada, ciudad en la que llamaron la atención sus extravagancias.

Después de numerosas intrigas entre los dos bandos, acabó por asumir de hecho las competencias de primer ministro, e incluso fue nombrado Grande de España, con motivo de haber sido herido por el propio Rey en una cacería, Esto último enfureció especialmente a la aristocracia y acabó precipitando su caída. Valenzuela se vio obligado a huir al monasterio de El Escorial para acogerse a sagrado y tras un auténtico golpe de estado de Juan-José de Austria, el valido fue sacado por la fuerza del monasterio y condenado a muerte. Pero al haberse quebrantado su acogimiento a sagrado en El Escorial, la Iglesia reclamó su jurisdicción y aunque salvó la vida, Valenzuela fue desposeído de su fortuna cifrada en la cantidad fabulosa para la época de diez millones de reales, además de todos sus privilegios y títulos.

La reina Mariana de Austria, protectora de Fernando de Valenzuela

Se le envió preso a Consuegra, para pasar luego diez años en un fuerte de Filipinas. Antes de partir conoció en Cádiz a su hijo recién nacido, pero al final, acabó sus días en América al morir en Méjico herido gravemente por la coz de un caballo.

Su desgraciada mujer, mediante la que llegó a conocer a su protectora la Reina, fue objeto de varios intentos de asesinato y se vio obligada a huir de don Juan de Austria. Se acogió a sagrado en la torre de la Colegial de Talavera y durante su larga estancia en nuestra ciudad donó hermosas prendas para el ajuar de la Colegial y otras ropas y enseres para el Hospital de la Misericordia, situado justo enfrente de la ventana por la que durante años se asomaba en su forzado retiro.

En Talavera murió una de sus hijas y ella hizo aquí su testamento en 1699. Permaneció en su encierro desde 1677 a 1683, año en que pasó a residir en las casas del marqués de Sofraga.

Olvidados ya los problemas políticos de su marido, la desgraciada mujer volvió a Madrid. Su aislamiento, la ausencia de Valenzuela y el miedo a nuevos intentos de agresión hicieron que María Ambrosia de Ucedo, la moza de retrete de la Reina, acabara perdiendo la razón y fuera conocida en su época como “La Loca de Leganitos” por ser allí donde estaba su residencia en los primeros tiempos de felicidad con su marido.

EL REY ORDOÑO II DE LEÓN ARRASA LA TALAVERA MUSULMANA

EL REY ORDOÑO II DE LEÓN ARRASA LA TALAVERA MUSULMANA

Rey cristiano somete a una ciudad musulmana en azulejería de Ruiz de Luna

Traigo hoy tres curiosos documentos en los que se relata cómo el rey Ordoño II de León arrasa la Talavera musulmana. Ese asalto y la debilidad de las murallas musulmanas de entonces hace que Abderramán III las fortalezca y haga que se construya la alcazaba.

«Fallecido ya su padre y habiéndole sucedido García, su hermano, el belicoso Ordoño, movilizando de nuevo su ejército, se puso en marcha contra Évora, ciudad del reino toledano, que ahora es designada como Talavera; una vez llegado ante ella, la rodeó con sus campamentos, y sin que le valiera para nada la robustez de sus murallas ni el valor de sus defensores sucumbió ante Ordoño, el victorioso y poderoso luchador. Pues, tras un pronto asalto, no sólo tomó, sino que dio muerte a todos los que habían acudido a la lucha con su jefe Suit, y habiendo saqueado todos los bienes de los ciudadanos, regresó rápidamente con una gran multitud de cautivos a su base de partida.»

CRÓNICA SILENSE

Fotografía de Ruiz de Luna que muestra una torre árabe de la muralla a la derecha, en la zona de El Charcón

A comienzos de este año [301 de la hégira, que comenzó el 7 de agosto del 913] movilizó sus tropas Urdun ibn Adfuns, (Ordoño, hijo de Alfonso) rey de Galicia, y salió con un gran ejército, formado aproximadamente -entre jinetes, infantes y arqueros- por 30.000 hombres, en dirección a la ciudad de Évora, cuyo amil era a la sazón Marwan ibn Abd al-Malik ibn Ahmad.

Acampó cerca de Évora el miércoles 13 de mubamzm de este año [19 agosto 913], y luego se adelantó entre un grupo de sus guerreros hacia la ciudad, dando la vuelta a su muralla. En esta inspección vio que la muralla era baja, sin antemuros ni almenas, y que en un lugar por la parte de fuera había unos montones de la basura de la ciudad, arrojada junto a la puerta desde dentro de la plaza, que en algunos sitios eran casi tan altos como la muralla. Estas circunstancias le movieron a codicia de tomar la ciudad, y, no dudando que la ganaría, la cercó por todas partes, asedió con rigor a sus habitantes e hizo descabalgar a todos sus jinetes y condes, quedándose sólo con unas cuantas personas de los principales de la gente de su casa, en número no superior a cinco.

Placa fundacional de la Alcazaba y la restauración de la muralla árabe que se encontraba en la esquina Carnicerías -Ronda del Cañillo

Las tropas iniciaron las hostilidades contra los habitantes de Évora, que los rechazaban desde encima de la muralla cuanto podían; pero como los arqueros enemigos les hacían llover las saetas, y no había parapeto que contuviera su avance, llegó un momento en que les abrasaron las flechas, y en que, no pudiendo resistirlas, dejaron libre toda la muralla y se retiraron de ella. Los enemigos entonces se acercaron a la muralla, y, llegando a lo más alto de aquellos montones de basura, lograron echar abajo un remiendo de albañilería recién hecho allí para tapar un boquete. Cuando quisieron darse cuenta los habitantes de la ciudad, ya ésta había sido invadida por varios sitios y se encontraron con el enemigo dentro.

Reaccionaron, sin embargo, los musulmanes en esta ocasión, unidos como un solo hombre; lograron expulsar de la plaza a los invasores, y, retornando a las murallas, mataron buen número de enemigos. Volvieron éstos, sin embargo, a la carga, los derrotaron, y entraron de nuevo en la ciudad. Encarnizóse el combate y arreció la pelea, muriendo mucha gente por ambas partes, hasta que a la postre los enemigos se impusieron por su número, los desbarataron y los obligaron a refugiarse en un sitio, al oriente dela ciudad, cerca de la muralla donde se aglomeraron en poco espacio y no les era posible desenvolverse por causa de la angostura. En consecuencia, los mataron a todos (iDios tenga misericordia de ellos!), y, además, los politeístas se apoderaron de todas sus mujeres, hijos y bienes. Sólo se salvaron diez personas de nota, gente conocida, que se refugiaron con sus familias en algunos de aquellos edificios antiguos; que, encaramados en lo más alto de ellos, resistieron hasta la noche, y que, cuando ésta cerró, bajaron de su escondite y, amparados en la oscuridad, se deslizaron furtivamente hasta llegar a Beja. Nadie se salvó de los  habitantes de Évora más que ellos, que eran de sus vecinos principales. En esta batalla encontró el martirio por la fe Marwan ibn Abd al-Malik,amil de Évora, que fue muerto en su oratorio, y cuyas mujeres e hijos cayeron en cautividad. El número de mujeres y niños hechos prisioneros dentro de la plaza se acercó a los 4.000, y los muertos en el recinto de la ciudad fueron alrededor de 700 hombres.

Tramo de muralla restaurado en la zona de El Charcón

Se cuenta que no había memoria en al-Andalus de un desastre del Islam, por parte del enemigo, más afrentoso y terrible que éste. Durante algún tiempo, el que entraba en la plaza, luego de haberla abandonado el enemigo, y se dirigía al lugar en que se habían apretujado los musumanes sin encontrar ante ellos salida, veía sus cadáveres, apilados unos encima de otros, hombres y mujeres, en montones, casi tan altos como dos veces la talla de un hombre, que llegaban al filo de la muralla.

Se llamaba aquel lugar al-Atrás [¿el Estrecho?], a causa de su angostura. El tirano Urdun partió rápidamente con su ejército el jueves, a otro día de su entrada en la ciudad. El resto de los habitantes del Algarve y de otras regiones se afligieron sobremanera por esta calamidad de Évora, y concibieron tan grande temor del enemigo, que se consagraron a reparar las murallas y a fortificar sus castillos. Los que lo tomaron más a pecho fueron los habitantes de la ciudad de Badajoz, cuya muralla, de adobe y tapial, era la misma de los tiempos de Abd al-Rahman ibnMarwan al-Yilliqi. En efecto, escribieron a su emir Abd Allah ibn Muhammadibn Abd al-Rahman, comunicándole la decisión que habían tomado de fortificar la plaza, y el príncipe, no sólo les animó en su decisión, sino que tomó personalmente a su cargo, en compañía de sus consejeros, el vigilar la obra y reunió a los obreros necesarios para la edificación de la nueva muralla. La hicieron de un ancho de diez palmos en un solo tapial, y los trabajos se continuaron ininterrumpidamente, hasta dejarla concluida en este mismo año”.

UNA CRÓNICA ANÓNIMA DE ABDERRAMÁN III.  E. Levy Provenzal y Emilio García Gómez

 

 

 

El señor de Badajoz, Abdallah b. Muhammad temió que, al haber quedado Évora desierta, se metieran en ella algunos de los bereberes de las inmediaciones y resultara perjudicado, por lo que, saliendo con los suyos hacia allí, destruyó los torreones y echó abajo el resto de las murallas, hasta dejarlas por tierra.

Al-Muqtabis

DESASTRES DE LA GUERRA

DESASTRES DE LA GUERRA

Grabado alegórico a los sufrimientos del pueblo español en la Guerra de la Independencia

En la Guerra de la Independencia no sufrió Talavera solamente los efectos de la gran batalla que lleva el nombre de nuestra ciudad, sino que las idas y venidas de los ejércitos franceses provocaron gran cantidad de víctimas, daños en el caserío y una gran miseria posterior debida a su rapiña insaciable.

En 1819 el ayuntamiento de Talavera emite un informe por orden del rey Fernando VII en el que relata “narraciones verídicas, hechos heroicos, acciones brillantes, sentimientos leales, sufrimiento y trabajos que haya padecido el pueblo desde que las huestes francesas ocuparon su suelo”.

A finales de noviembre de 1808 se crea en Talavera con vecinos de la villa y de sus tierras el Regimiento de Infantería Voluntarios Leales de Fernando VII, bajo las órdenes del también talaverano coronel Genaro Rezábal. Las tropas salen hacia Badajoz ante el avance francés después de cuatro meses de ejercitarse en las armas.

En esta misma época pasa por la villa huyendo de la represión francesa en Madrid “la Suprema Junta Central y todo nuestro ejército en dispersión, prelados eclesiásticos, comunidades religiosas de ambos sexos, grandes títulos, empleados y multitud de familias afligidas y desoladas, y todos encuentran en el recinto de Talavera y sus moradores tantos héroes como vecinos, que se esmeran y distinguen en prestar a estos fieles errantes súbditos cuantos auxilios y recursos hallaban en sus alcances ”.

El llamado patio de San José, antigua casa de la dirección de la Real Fábrica de Sedas fue el lugar donde se alojó José Bonaparte, Pepe Botella, a su paso por Talavera

Podemos imaginar a toda la abigarrada muchedumbre de personalidades, nobles funcionarios y religiosos de Madrid huyendo de las tropas francesas y alojándose en las casas de Talavera. El 11 de diciembre de 1808, un domingo a las ocho de la mañana, entran en nuestra ciudad las tropas francesas al mando del general Lasalle con los regimientos franceses del 10º de Cazadores y el 5º de Dragones, que por su crueldad provocan la huida de nuestros paisanos y “se cubrieron los caminos de personas de todos estados, sexos, condiciones y edades que como náufragos barquichuelos caminaban por donde les conducía el viento de sus desconsuelos en el agitado mar de sus tribulaciones. Volvían sus humedecidos ojos a los muros de su amada patria, que quedaban en el más pavoroso silencio, y se despedían de ella juzgando que no volverían a verla, como sucedió a muchísimos, que de sentimiento, necesidad y miseria fallecieron en los pueblos inmediatos, o en las labranzas, alquerías y cortijos”.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 1e44c12f52afba3f236ff2eb462bef4f-744x1024.jpg

El general Lasalle, uno de los más crueles generales franceses con la población de Talavera

Una semana más tarde llegan a Talavera más tropas francesas al mando del general Lefevre y se alojan en las casonas, palacios y conventos. “Hacia las ocho de la tarde se esparcen en patrullas de seis u ocho hombres por las calles de la villa con velas encendidas y se dedican a un saqueo general, rompiendo las puertas con hachas y cometiendo toda clase de insultos y violencias con las pocas personas que se habían quedado. Continuaron por todo el día siguiente destrozando y rompiendo en las bodegas y lagares las tinajas de vino y vasos que contenían aceite, de suerte que una y otra especie corrían por las calles hasta incorporarse con la corriente del Tajo ”. El mismo general francés desvalijó el palacio arzobispal y se llevó un furgón cargado, entre otras cosas, con toda la vajilla y telas ricas en las que le sirvieron la cena.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 3e25f07c4086e14c6e2c716a2c098b30-686x1024.jpg

El general Lefèvre otro militar francés que fue especialmente violento en Talavera

Cuando el 6 de enero de 1809 los franceses abandonaron Talavera tras su primera estancia, habían robado cien mil fanegas de trigo, cuarenta mil de cebada y ocho mil arrobas de garbanzos, cincuenta mil cántaros de aceite y doscientas mil arrobas de vino, además de incontables carnes, aves y ganados. Pero al cabo de sólo nueve días volvieron los gabachos a ocuparla con tropas del primer cuerpo al mando del mariscal Víctor, duque de Bellune que, además de otros agravios, intentó saquear la riqueza en metálico que pudiera quedar en la villa.

Grabado del siglo XIX que representa la Batalla de Talavera

La fría noche del siete de febrero de 1809 fueron los gendarmes y soldados franceses sacando de sus casas a las personas más ricas e influyentes y las llevaron al ayuntamiento. Todos los talaveranos allí encerrados quedaron de acuerdo en no entregar a los invasores ni un solo maravedí de los que les exigían con la excusa de acusarles de apoyar a los insurgentes españoles. Para aterrorizarlos les sacaron de madrugada para llevarlos, seguidos de varios cañones con la mecha encendida, para marchar a pie hasta Almaraz, donde dijeron que les pasarían por las armas. No quebraron así su voluntad y cuando iban por la iglesia del Salvador, viendo los franceses que no amedrentaban a estos paisanos, volvieron a llevarlos al ayuntamiento.

Siguieron entrando y saliendo los franceses de Talavera cometiendo toda clase de tropelías. Pero especialmente cruel fue el general Lavalle cuando volvía de incendiar Arenas de San Pedro, donde además había pasado a cuchillo a muchos de sus habitantes.

Como ya habían dejado en Talavera pocos víveres y riquezas, se llevaron las mantas y sábanas de los vecinos y maltrataron al vicario y cura de Santa Leocadia, registrando y destrozando su casa.

Soldados franceses en un grabado alegórico sobre los desastres de la Guerra

Se empiezan entonces a producir los primeros ataques de los guerrilleros españoles contra los ejércitos napoleónicos, llegando en sus incursiones hasta la plaza del Comercio (hoy del Reloj) y atacando a la guardia francesa del puente. Un guerrillero talaverano llamado Jerónimo Moreno llegó a disparar un cañón contra los invasores desde el sitio conocido como La Redondilla.

Los franceses se alojaban en las casas de los talaveranos y allí les exigían toda clase de alimentos, maltratándoles si no los conseguían, como cuando les pedían castañas frescas en pleno verano. Obligaban a los vecinos a dormir en el suelo y ni siquiera les dejaban arrimar al fuego el miserable puchero que podían permitirse después de los saqueos. Con ocasión de que varios soldados de Napoleón habían muerto en una emboscada a manos de los insurgentes españoles, los franceses dinamitaron más de cuatrocientas casas en Talavera, cebándose especialmente en el barrio de la Puerta de Cuartos por pensar que allí habían ocultado a los guerrilleros que les habían atacado.

Fue notorio el gélido recibimiento que se dio al rey José Bonaparte, “Pepe Botella” para el pueblo, cuando entró en Talavera al mando de treinta mil hombres. Se alojó en la Casa de la Dirección de las Reales Fábricas de Sedas, el conocido como patio de San José, y durante su estancia de tres días no recibió ni el más mínimo obsequio por parte de los talaveranos, ni se escuchó ni una sola vez en la villa el grito de ¡Viva el Rey José!, mientras que al llegar nuestro ejército con los aliados ingleses y portugueses, el recibimiento fue clamoroso.

Después vendría la Batalla de Talavera y los franceses que volvieron a recuperar después la ciudad se vengaron de la ayuda prestada a los aliados sometiéndola a un nuevo y horroroso saqueo. Otra vez se producen crímenes, tala masiva de los centenarios olivos talaveranos y arrancamiento de cepas.

La miseria, la destrucción y las enfermedades hicieron que la población se llegara a reducir a una tercera parte y Talavera entró en una crisis de la que tardaría muchos años en recuperarse, ya que a ello se unía la decadencia de las Reales Fábricas de Seda que había dejado en desempleo a miles de personas de la ciudad y su comarca. Talavera fue la primera población que recibió al mensajero del alcalde de Móstoles con el llamamiento a la sublevación militar contra los franceses y en el Archivo Municipal se guarda incluso el recibo de uno de las postas que contestó a la llamada de auxilio contra los franceses.

 

MONJES LUJURIOSOS, UN HALLAZGO Y UN MOTÍN

MONJES LUJURIOSOS, UN HALLAZGO Y UN MOTÍN

CURIOSIDADES DEL MONASTERIO JERÓNIMO

Claustro ´sur de los jerónimos mal llamado «de los Canónigos», ya que estos nunca se llegaron a enclaustrar

HOY TRAEMOS TRES CURIOSIDADES HISTÓRICAS REFERIDAS AL MONASTERIO JERÓNIMO DE SANTA CATALINA

Costumbres poco edificantes

 Poco antes del cierre definitivo de este monasterio en 1803 se produjeron algunos hechos escandalosos que nos hablan de la decadencia del mismo y de la utilización de los bienes del convento para el beneficio personal de los monjes.

Fray Joaquín de Segurilla acostumbraba a visitar a sus barraganas en Gamonal con una vistosa mula blanca a la que los jóvenes del pueblo cortaron la cola como humorístico escarmiento, paseando este monje su vergüenza por toda la comarca y llegando a establecerse el dicho “Estás más descolado que la mula de Fray Joaquín”.

Otro fraile hubo de salir desnudo por los tejados de Talavera huyendo de un marido celoso, mientras que también eran famosos los escándalos sexuales que se producían debido al mantenimiento de “amas” poco recomendables por los frailes a cuyo cargo se encontraban los molinos o la granja de Pompajuela.

Por estas ventanas se arrojaron jamones y enseres de los jesuitas en el Motín del Pan

 Un levantamiento revolucionario.

El dos de mayo de 1898 fue asaltada la residencia jesuítica de Talavera en un motín de carácter anarquista protagonizado por mujeres talaveranas que protestaban por la subida exorbitante del precio del pan, de este suceso nos ha quedado un curioso aunque parcial relato de uno de los concejales de la época, el médico D. Fulgencio Farinós:

 «Una vez abierta la puerta penetraron las más atrevidas, arrojando a la vía pública todo cuanto encontraron. De una a otra habitación recorrieron todo el edificio. Detrás de las mujeres penetraron hombres y no hubo mueble, ropa, ni objeto de adorno, que no destrozasen. Crucifijos, imágenes, libros sagrados, ornamentos, nada en una palabra se libró de sus manos.

Por aquellas puertas rotas , por aquellos balcones y rejas eran arrojados a la calle jamones, chorizos, trigo y comestibles de todas clases; colchones hechos pedazos, camas, muebles, crucifijos y objetos sin fin…y con navajas y cuchillos rasgaban las ropas, sotanas, habitos, casullas…todo cuanto cogían.

No contentos con romper hicieron hogueras para que todo fuera pasto de las llamas.

Los Sres. Alcalde y Capitán de la Guardia Civil, lograron casi a viva fuerza penetrar en el recinto, exponiéndose a las iras de aquellos desgraciados; se colocaron frente a las puertas que trataban de derribar y les intimaban que para abrirlas habían de pasar sobre sus cuerpos…Todo inútil, todo en vano, aquello no hubiera podido dominarse más que con las bayonetas y las balas…el señor alcalde ordenó tocar las campanas en son de somatén…»

Un hallazgo arqueológico

 «Cuando se abrieron las zanjas para los cimientos de la capilla mayor de este monasterio hallaron los oficiales una cabeza de becerro de bronce vaciado, continuada con su pescuezo hasta los hombros, con un movimiento y habitud de gran maestría y primor; guardola un monje antiguo y curioso, y a dos años dispuso labrándose una campana, la echó en la fundición quizá con consideración que si había sido instrumento de idolatría en la ciega gentilidad , de allí adelante se incorporase en otro instrumento que llama y despierta a dar el verdadero culto a Dios» Esta curiosa noticia arqueológica nos confirma la importancia del entorno de la Colegial, zona incluida en el primer recinto amurallado, como localización de restos similares al referido en este párrafo que se ha extraído de la historia de Talavera de Francisco de Soto. Podríamos pensar en el  origen probablemente romano de esta escultura perdida por el celo religioso del monje.