Archivo de la categoría: Historia, leyendas

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (5) HACIA LA TORMENTA PERFECTA

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (5)

HACIA LA TORMENTA PERFECTA

Manifestación contra el polígono de tiro de Anchuras (Efe)

Con el régimen democrático llegó la España de las comunidades autónomas. Talavera quedó incluida en la Comunidad de Castilla.-La Mancha pero estas nuevas fronteras artificiales vinieron a perjudicar gravemente los intereses de nuestra ciudad que, aunque era la segunda de la región en número de habitantes, no recibió desde el principio las fuertes inversiones que se inyectaron en otras ciudades que, tal vez por ser capitales de provincia, vieron como se asentaba en ellas la Universidad regional, en el caso de Ciudad Real, los tribunales de justicia en el caso de Albacete o los organismos oficiales que requería la capitalidad en el caso de Toledo.Por otra parte, muchos otros aspectos, desde el patrimonial hasta el deportivo o el cultural eran ampliamente respaldados por las autoridades regionales en esas ciudades con la creación de infraestructuras, mientras que la nuestra y su comarca quedaba siempre en segundo plano y marginada en todos los aspectos. Incluso, las actividades más indeseables se proyectaba establecerlas en la ciudad, ante el silencio cómplice de diferentes corporaciones que asumían con fruición todo aquello, por perjudicial que fuera, que se ordenara desde el partido en Toledo.

Manifestación de Nosotros Talavera contra la marginación de la ciudad

Y así,  casi de forma simultánea, se proyectaron el parque de tiro de Anchuras, una planta de incineración de residuos en Cazalegas, un cementerio nuclear en Nombela y hasta se planteó la posibilidad de llevarse el agua del embalse de Azután hasta el Levante, sin que a los políticos se les moviera un pelo para impedirlo. Tuvo que ser el propio pueblo talaverano organizado en el colectivo “Nosotros Talavera” el que pusiera el grito en el cielo por las agresiones y la marginación de Talavera de la Reina que incluso veía como se quedaba sin campus universitario. Un campus que se hizo a regañadientes y que luego, a pesar de las escasas titulaciones ofrecidas mantiene una demanda muy superior a la de otros situados en capitales de provincia. Muchachos de toda la comarca natural de Talavera llegan a la ciudad a formarse ignorando las ridículas fronteras artificiales establecidas por las autonomías. Esas mismas fronteras que condicionan las comunicaciones de forma antinatural y así, conservamos carreteras tercermundistas para unirnos con La Vera, con la Jara “extremeña”, con el valle del Tiétar y la Sierra de San Vicente etc, porque la política de las diferentes autonomías es centrípeta en cuestión de comunicaciones. De forma que se mejoran las carreteras hacia el interior y las capitales de la comunidad autónoma, mientras instituciones regionales ignoran las vías que deberían comunicar las comarcas adyacentes de comunidades diferente.

CONCENTRACIÓN PARA PEDIR MEJORAS EN LA CIUDAD

Algo parecido sucede con el ferrocarril pues, aunque se hizo haciendo una autovía de los viñedos para comunicarnos con Tomelloso ¡¡? ?, los talaveranos deben utilizar líneas ferroviarias tercermundistas para llegar a Madrid, ciudad con la que Talavera se encuentra mucho más relacionada que con Toledo en todos los aspectos no burocráticos. También para este tema hubo de formarse una Plataforma del Ferrocarril ante la pasividad de las autoridades, locales, provinciales y regionales siempre atentas a las órdenes que venían de Toledo.

Seguimos con estructuras ferroviarias del siglo XIX

Don Fernando Jiménez de Gregorio dice que la geografía manda y la historia obedece y así quieren las gentes de la comarca que siga siendo, a pesar de los políticos. Gentes como aquel alcalde de Poyales del Hoyo que, ante la dificultad de acudir al hospital de Ávila atravesando los puertos, sugería poder utilizar el de nuestra ciudad diciendo: “Hagamos la provincia de Talavera y luego veremos en que autonomía nos metemos”, o la significativa actitud de los vecinos de la Vera Alta que, con la intención de presionar a las autoridades castellano-manchegas para mejorar sus comunicaciones, amenazaban con no comprar nada durante todo un mes en Talavera.

El tiempo ha demostrado la necesaria vinculación sanitaria del Valle del Tiétar o de Anchuras y actualmente son asistidos por el área de Talavera del SESCAM.

No contentos con ser cómplices de la marginación de Talavera, nuestros políticos locales y regionales han permitido también que nuestros ríos sean expoliados. El PP ha sido el gran felón del Tajo con el Memorandum aprobado por los populares en el senado y el Psoe quien permitió que se llevaran el Alberche a Madrid por un pacto  de Barreda con Cristina Narbona a cambio de la tubería de la Mancha. También tuvieron que ser los propios ciudadanos los que se levantaran contra esta ignominia mediante la Plataforma en Defensa de los Ríos Tajo y Alberche.

Manifestación dela Plataforma en Defensa Tel tajo y el Alberche en 2009

Los políticos siempre descalifican y despachan con desprecio interesado cualquier protesta sobre la marginación de la ciudad o cualquier iniciativa para mejorar las relaciones con las localidades vecinas de otras comunidades mediante la acusación de “abertzalismo” o de actitudes provincianas, cuando precisamente lo que más ha perjudicado a Talavera de la Reina ha sido precisamente la creación de las provincias en 1833.

Esas provincias que en comunidades como Galicia o Cataluña ya han desaparecido prácticamente ante la comarcalización del territorio que allí se ha acometido, mientras que en Castilla-La Mancha seguimos erre que erre con la decimonónica y arbitraria división provincial.

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (4) DEL DESASTRE PROVINCIAL AL DESASTRE AUTONÓMICO

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (4)       DEL DESASTRE PROVINCIAL AL DESASTRE AUTONÓMICO

Los franceses fueron causa principal de la decandencia talaverana del siglo IX

Y es en esos mismos años en los que Talavera sufre una de sus más agudas crisis económicas y demográficas de su historia cuando se acomete la división del territorio nacional en las actuales provincias. Nos encontramos en 1833 y éste es uno de los hechos más desafortunados de la historia de nuestra ciudad, pues se incluye a la misma en la provincia de Toledo, partiendo su territorio histórico entre varias otras provincias. La Jara no se conserva como unidad geográfica y parte de ella se incluye en la provincia de Cáceres, con localidades como Valdelacasa, Garvín, Peraleda de San Román, Alía, Villar del Pedroso o Guadalupe; otra parte se incluye en la provincia de Badajoz, concretamente los pueblos de Castilblanco y Valdecaballeros, y, por último, la población de Anchuras, que a su vez había sido aldea de Sevilleja de la Jara es incluida de una manera absurda en la provincia de Ciudad Real. Seguir leyendo TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (4) DEL DESASTRE PROVINCIAL AL DESASTRE AUTONÓMICO

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (3) XVI-XVIII AUGE Y DECADENCIA

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (3)

SIGLOS XVI-XVIII AUGE Y DECADENCIA

Dibujo de Enrique Reaño sobre foto antigua del patio del palacio de la plaza de El Salvador

En tiempos de los Reyes Católicos y del Emperador Carlos es cuando nuestra ciudad alcanza una de sus épocas de mayor pujanza, su Edad de Oro, junto a la época de la Talavera musulmana y a la actual.

Durante el reinado de los Reyes Católicos y la época Imperial Talavera vivió uno de sus periodos de mayor pujanza. No dejan de construirse palacios y es muy numerosa la nobleza asentada en la villa. La sociedad talaverana de la época contaba con un diez por ciento de hidalgos y una nobleza con “las haciendas de las más crecidas del reino”. Según el novelista talaverano coetáneo Gonzalo de Céspedes y Meneses en su novela “Varia Fortuna del Soldado Píndaro”, donde también dice que la nobleza talaverana“es mucha y lucidísima y de las más calificadas casas de nuestra España”. En otra de sus obras nos describe sus actividades: “siendo nuestro particular entretenimiento caballos, toros, máscaras, sortijas y torneos y otros pasatiempos con que alegrando la gente, nosotros nos hacíamos prácticos y diestros. Otros días gastábamos en la caza, campo y montería, que cualquier género de esta materia es abundante en aquel terreno”. Se admira también el escritor de los nobles locales por “sus ricas libreas, su adorno y aparato”.

Casa Palacio del siglo XVI en la calle del Sol

Barreiros nos dice en 1542 que en Talavera “hay mucha gente noble y rica, eclesiástica como secular, y muchos hidalgos honrados, algunos de los cuales son del linaje de los Meneses”. Además de esta casa nobiliaria eran de destacar por su riqueza y poder los Ayala, los Suárez de Toledo o los Gaytán, junto a muchos otros también muy pudientes, como los Suárez de Carvajal, los Loaysa, los Estrada, los Carvajal, los Salcedo, los Girón etc…

El resto de habitantes de Talavera formaban una sociedad agropecuaria a la que se añadía la artesanía de la cerámica que, aunque tuvo altibajos a lo largo de ese medio siglo y el inicio del siglo XVII, siguió haciendo de su loza la más demandada de España y América, donde se llegó a dar el nombre de “talavera” a toda la cerámica, casi como si fueran sinónimos. Hasta cuarenta y dos alfareros se dedican a su producción en aquellos tiempos, y no les falta el trabajo, pues hacen incluso miles de azulejos para los palacios reales como el de El Escorial.

Caballeros españoles en cerámica del pórtico de la ermita del Prado

Muchos de los palacios nobles que todavía quedan en pie en Talavera son de esa época. Como los dos de la calle del Sol, el de los Girón, la llamada casa del Deán, el edificio blasonado de la calle San Sebastián o el ya desaparecido de los Loaysa en la plaza de Aravaca; o algo más tardíos, ya del siglo XVII, como el de los condes de la Oliva. También son de esta época, segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII, otros edificios nobles con bellas portadas que se sitúan en torno a la plaza del Pan, como la portada principal del ayuntamiento que da a la plaza Juan de Mariana o la que se abre a la misma plaza con los emblemas arzobispales y que hoy ocupa el ayuntamiento. También se acometen entonces las obras de la ermita que la darán el aspecto actual y son muchas las capillas que los nobles dotan y realzan en iglesias y conventos. Las casas talaveranas mantienen la vieja estructura de la casa-patio que hunde sus raíces en la presencia musulmana en la ciudad, pero en muchas se colocan encastrados sus fachadas los blasones de su boyante nobleza.

En 1518 Talavera intenta recuperar su antiguo obispado, según nos cuenta el historiador Cosme Gómez de Tejada, basándose en que el papa León X concedió una bula en 1514 permitiendo la creación de obispados en Madrid y Talavera. El documento fue remitido al cardenal regente Adriano de Utrech, pero Toledo puso enérgicas dificultades por lo que Talavera hubo de desistir en el empeño. Y como dice Gómez de Tejada “Esto trajo como consecuencia muchísimos disgustos con Toledo, ya que el ayuntamiento de Talavera no iba a Toledo nada más que cuando le convenía, pero cuando quería algo iban al Papa o al Rey”.

Monumento funerario de la madre de García de Loaysa, confesor del emperador Carlos V en el que fue monasterio de Santo Domingo

Nos encontramos en esta segunda mitad del siglo XVI y primeros años del siglo XVII en otro de los periodos de mayor florecimiento de nuestra ciudad. Es como ya hemos dicho el verdadero Siglo de Oro talaverano con personajes de la talla del padre de la historia española, el Padre Juan de Mariana, influyentes prelados y sabios como el confesor de la reina Católica fray Hernando de Talavera o el Doctor Talavera, de la familia de los Maldonado, personajes clave ambos en la aventura americana; el padre de las ciencias agronómicas españolas Gabriel Alonso de Herrera, militares de prestigio como los Duque de Estrada, los Girón o los Verdugo, novelistas como Céspedes de Meneses, además de verdaderos artistas de la cerámica.

Aunque se le niega el derecho atener obispado primero por parte de mérida y ahora por parte de Toledo, desde el punto de vista eclesiástico Talavera llega a ser un arcedianato con más de 110 parroquias, lo que nos habla de la importancia de su ámbito de influencia.

Como casi siempre sucedió en otras épocas históricas, Talavera no se unió a las rebeliones de la cercana ciudad de Toledo y estuvo de parte del bando contrario. El caso más evidente se dio durante el levantamiento de los comuneros, cuando nuestra villa permaneció fiel al Emperador. Sobre ello se conoce la significativa anécdota histórica en la que, cuando desde Toledo llegó una carta para que los talaveranos se unan a la sublevación, un tal Juan García de Cuerva se levantó durante la junta celebrada por los vecinos en la iglesia de San Pedro y dijo: “Señores, buen Rey tenemos y estamos como estamos”, siendo por aclamación  rechazado el apoyo al Toledo sublevado, aunque, curiosamente, uno de los tres famosos cabecillas de la revuelta, Maldonado, era de familia de origen talaverano afincada en Salamanca, descendiente del famoso doctor Talavera, que asesoró a Isabel la Católica sobre la empresa americana entre otras cuestiones. El también talaverano Hernán Duque de Estrada fue embajador del Emperador y a él le encomendó a su madre Juana la Loca durante su retiro forzoso en Tordesillas. Éste y otros personajes originarios de nuestra villa como el obispo García de Loaysa, confesor de Carlos V, tendrán gran influencia en la Corte.

La Talavera pujante del siglo XVI en el dibujo de Van der Wingaerde

En fecha tan temprana como es el siglo XIII se comienzan a desgajar determinadas zonas de las antiguas tierras talaveranas. Sancho IV otorga Mejorada y Marrupe a su Portero Mayor, Alfonso XI en el siglo XIV funda el monasterio de Guadalupe y segrega parte de la dehesa de Ivan Román para dársela al recién fundado cenobio. En 1556 ya adquieren su privilegio de villazgo las lejanas localidades de Castilblanco y Valdecaballeros, en la actual provincia de Badajoz, aunque curiosamente esta última localidad es la única que en la actualidad lleva con orgullo en su escudo la torre y los dos toros del emblema talaverano, como símbolo de la antigua pertenencia a las tierras de Talavera..

El reinado de Felipe II tiene aspectos positivos y negativos para Talavera. Por un lado favorece a la cerámica declarándola junto a la de Sevilla como una especie de “cerámica oficial del reino”, pasa en varias ocasiones por nuestra ciudad y se sorprende en una de ellas con el templo de la Virgen del Prado bautizándola como“la Reina de las Ermitas”, pero, sin embargo, acuciado por las deudas de guerra otorga a los lugares de su demarcación el privilegio de villazgo, comenzando por Espinoso, aunque Talavera consigue retrasar la independencia de sus antiguas aldeas pagando al monarca una cantidad considerable.

El siglo XVII es una época de decadencia, aunque en la primera mitad Talavera disfruta del gran esplendor de su industria más significativa, la cerámica. Así, don Francisco de Quevedo en una de sus jácaras nos llama “hijos del vidriado”, demostrando además en esos mismos escritos conocer muy de cerca los prostíbulos de la ciudad.

El siglo XVIII es para Talavera una época de recuperación económica y demográfica, como para casi todo el territorio nacional, pero ese avance se retrasa en los primeros años porque nuestro territorio debe sufrir el paso de los ejércitos contendientes en la Guerra de Sucesión.

En la iglesia de San Andrés quedan algunas casullas fabricadas en las Reales Fábricas de Seda de Talavera

Sin embargo, durante el reinado de Fernado VI, mediado ya el siglo, se produce un hecho de vital importancia para la historia de la ciudad: la decisión de don José de Carvajal, un verdadero benefactor de Talavera que ni siquiera tiene una calle en ella, de instalar a las órdenes del ingeniero francés Juan Rulière las Reales Fábricas de Seda que llegarán a dar de comer a tres mil familias de Talavera y su comarca. Una instalación fabril que probablemente fuera en aquel tiempo la mayor de la península y que supuso un cambio importante para la economía local. Durante esa época Talavera llega a ser una ciudad cosmopolita donde se mezclan las lenguas de los cientos de operarios franceses, suizos o piamonteses traídos para enseñar sus técnicas artesanas a los obreros locales. También traen sus costumbres y su religión protestante, que chocan con la sobria cultura católica de una villa castellana. El ministro Carvajal, viendo el progreso de la fábrica quiso constituir en Talavera una intendencia, una especie de provincia de la época independiente de la de Toledo, añadiéndole una parte de la de Ávila para encomendársela a don Juan Rulière junto a la dirección de las fábricas, pero él mismo le pidió que lo suspendiese hasta que éstas tomasen más cuerpo. El encarcelamiento de Rulière, debido a una malversación que luego demuestra falsa y fruto de la coalición de varios de sus enemigos, hace que la fábrica entre en una franca decadencia que culminará cuando los franceses, a quienes se había copiado la tecnología, al llegar a Talavera destruyan en gran parte sus instalaciones. Pero esta destrucción es sólo una pequeña muestra de los males causados por la presencia del ejército napoleónico y la Batalla de Talavera, con toda la secuela de hambre, pobreza y despoblación y expolio causados por ellos, ya que el número de vecinos  de la ciudad llega a reducirse a la cuarta parte. Pero sin embargo los franceses perciben también la unidad territorial, la unidad geográfica de Talavera y sus tierras, y deciden estructurar su territorio como la subprefectura de Campo Arañuelo en el marco de la prefectura de Cáceres. De nuevo nos unen a Extremadura, como cuando los hombres del calcolítico venidos de allí construían sus dólmenes o cuando los romanos nos situaron en la Lusitania.

Escudo real de las Fábricas de Seda en el ábside de la ermita

Talavera va saliendo como puede de la grave situación de crisis en que la dejan las tropas napoleónicas y el declive de las fábricas de seda. Sorprendentemente se produce aquí el primer alzamiento carlista de España, cuando se subleva el jefe de correos. La revuelta es sofocada,  la mayor parte de sus protagonistas ejecutados y Talavera no volverá a tener protagonismo en las crónicas guerras carlistas del siglo, aunque su comarca sí sufrirá las partidas y el bandidaje que éstas dejan como secuela.

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2) de Caesaróbriga a la Talavera Medieval

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (2)
de Caesaróbriga a la Talavera Medieval

Continuamos una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Ara romana en la que aparece el nombre de nuestra ciudad en la que aparece el nombre romano de nuestra ciudad: Caesaróbriga. En dibujo del padre Fita

Los romanos distribuyen las tierras hispanas en las tres provincias, la Bética, la Tarraconense y la Lusitana. Observan que nuestra tierra está poblada por los vettones, pueblo de la misma etnia que los lusitanos y que por tanto son encuadrados por el Imperio en esta misma demarcación territorial, que tiene como frontera oriental una línea que discurre aproximadamente a la altura de la localidad de Santa Olalla, claramente coincidente con el límite geográfico queaún hoy mantiene nuestra comarca natural. Son varios los autores que consideran que ya en tiempos romanos Talavera era una especie de capital administrativa de un gran territorio rural en el que se distribuían numerosas villas dispersas y donde parece haber tenido importancia económica la minería de numerosas explotaciones de La Jara,  la trashumancia y el asentamiento de las legiones romanas. Talavera fue sin duda una importante ciudad romana, capital de un extenso territorio en la que había lujosos templos y edificios y donde no se descarta que hubiera edificio públicos como circo o teatro, aunque todavía no se hayan encontrado por los numerosos arrasamientos de la época medieval.

Excavaciones de edificios y templos romanos bajo el actual centro Rafalel Morales en la Plaza del Pan

De cualquier forma, la gran cantidad de inscripciones romanas localizadas en nuestra ciudad, de las que entre otras cosas se ha deducido la denominación de Talavera como Caesarobriga, nos hablan de una población de importancia, como se deduce por tener uno de los corpus epigráficos más ricos de la península.

En la época más tardía se produce una crisis generalizada que conlleva una dispersión rural de la población, como demuestran los numerosos yacimientos tardorromanos y las villas que se hallan esparcidas por la tierra de Talavera. Algunas de esas grandes villas romanas presentan plantas basilicales que demuestran la cristianización en la época de las gentes que habitaban la comarca, cuyo ejemplo más representativo es la villa romana de Saucedo en Talavera la Nueva. Estos asentamientos parece que también estaban vinculados a explotaciones metalúrgicas y, de la misma manera que en otras épocas históricas, los arqueólogos han observado en los materiales hallados un gran paralelismo con los de yacimientos localizados en Extremadura. Nuevamente volvemos a percibir esa mayor vinculación cultural de nuestra ciudad con el occidente peninsular que con la zona central, como algo constante en el devenir histórico de esta tierra.

Mosaico de la Villa romana de Saucedo

En época visigoda los nuevos pobladores no arrasan la ciudad, pero sí que dan una nueva orientación urbanística a la misma. La distribución del territorio estaba entonces muy unida a la demarcación eclesiástica y en Talavera parece que se localizaba la sede episcopal de Elbora, sufragánea de la de Mérida. En Aquis, núcleo de población identificado con Talavera o con la cercana finca de La Alcoba, se crea un obispado en relación con la devoción que atrae a numerosos fieles al sepulcro de San Pimenio, pero el metropolitano de Mérida se queja al rey Wamba por la existencia de esta diócesis, por lo que Talavera se mantiene vinculada a la Lusitania hasta la llegada de la invasión musulmana.

Capitel visigodo de Mohedas de la Jara

Durante la época musulmana son diferentes los viajeros e historiadores que califican a Talabayra como una gran ciudad de la que depende “una provincia importante”.Esta provincia o korá es repoblada en gran parte por aguerridas tribus bereberes que, acostumbradas a batallar, son mantenidas aquí para controlar a la levantisca Toledo con la que mantienen no pocos enfrentamientos, pues Talavera, esa ciudad “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas”, está destinada a servir de bastión ante los cristianos y ante las fuerzas toledanas rebeldes al califato de Córdoba. La ciudad sufre después los enfrentamientos entre el taifa de Toledo y el taifa extremeño de Badajoz, entre los cuales se encuentra geográficamente. Las tierras de Talavera a raíz de la reconquista por Alfonso VI corresponden según J.Gómez Menor con ese territorio o iqlim de la Talabayra musulmana que “no estaba sujeta a Toledo sino que su iqlim formaba una pequeña provincia independiente integrada dentro de la Marca fronteriza Media. Su independencia administrativa está atestiguada: tenía un gobernador, y un cadí o autoridad judicial, y las crónicas árabes nos han conservado el nombre de algunos”.

Lucerna o candil árabe hallado en excavaciones de Talavera

Alfonso VI conquista Talavera y la repuebla con castellanos y francos, que en principio ocupan los arrabales, aunque persiste una numerosa población mozárabe que se asienta en la villa, dentro del caserío que dejaron las clases dominantes árabes. También los moriscos constituyen un núcleo de población importante que se acrecienta durante siglos posteriores, así como la aljama judía, que es de una importancia numérica media-alta entre las comunidades hebreas de Castilla. Más al oeste, la repoblación leonesa es más importante y ya desde la Campana de Oropesa hacia poniente pueden observarse algunos aspectos etnográficos y linguísticos que así parecen confirmarlo claramente.

Alfonso VII participa personalmente en el amojonamiento del término que sería el embrión de las futuras Tierras de Talavera, pasando numerosas temporadas cazando en nuestra ciudad. Fernando III el Santo aumenta la extensión de los territorios talaveranos con la cesión para su repoblación de las Siete Heredades del Pedroso, que formaban parte de La Jara y que actualmente se encuentran comprendidas en Extremadura, desde la división provincial de 1833, como también lo están las dehesas de Ivan Román y Castrejón de Ibor, lo que más tarde sería territorio de Guadalupe y del valle del río Ibor con núcleos de población como Castañar, Navalvillar o el despoblado de la Avellaneda.

El mudéjar quedó como huella de la cultura musulmana en la Talavera ya reconquistada

Hacia el sur, las tierras talaveranas se van repoblando hasta el Guadiana debido a la seguridad militar que se produce en el territorio después del avance de las tropas cristianas tras la batalla de Las Navas de Tolosa. El señorío de La Puebla de Alcocer tendrá no pocos problemas fronterizos con Talavera, principalmente ocasionados por las disputas sobre los pastos y las barcas del río. También son numerosas las luchas de las gentes de Talavera con los caballeros abuleses que abusan de su prepotencia militar y que hace necesario que nuestra villa firme una alianza con Plasencia para intentar afrontar la situación.

Es curioso constatar cómo en la repoblación medieval la cabeza del alfoz se encuentra al norte de la ciudad de cabecera y sus tierras se extienden hacia el sur, tanto en el caso de Talavera que llega hasta el Guadiana como en el caso de Ávila, ciudad cuya jurisdicción comprendía localidades tan cercanas a talavera como Velada, todos los pueblos de la Sierra de San Vicente e incluso la Campana de Oropesa, aunque evidentemente todas esas poblaciones se encuentran desde siempre en el ámbito geográfico y económico de Talavera.

La repoblación cristiana dejó muestras como estas ruinas del castillo de Santisteban en San Martín de Pusa

La repoblación de ese enorme territorio desierto por las razzias permanentes de uno y otro bando a lo largo de la Edad Media hace que sea necesaria la formación de una fuerza armada que defienda a colmeneros y ganaderos del bandidaje que en la fragosidad de los montes de La Jara impide por su inseguridad que se asienten poblaciones estables. Nace así una de las instituciones más antiguas de policía rural y uno de los símbolos de nuestra ciudad durante siglos. Se trata de la Santa Hermandad Real y Vieja de Talavera que junto a la de Toledo y la de Ciudad Real son el antecedente y modelo de la Hermandad Nueva que impulsarán los Reyes Católicos, y de la misma Guardia Civil, que con sus uniformes verdes recuerdan a la vieja institución hermandina. Durante siglos, los nobles se disputaban los cargos de la misma por ser signo de poder en la villa. La Santa Hermandad también protegía de alguna forma los intereses pecuarios, camineros e incluso “ecológicos” de nuestra tierra. Su pendón era colocado simbólicamente a la entrada de la Puebla de Guadalupe en recuerdo de la dependencia de aquellas tierras de Talavera y también perseguía los delitos perpetrados o a delincuentes huidos en la comarca natural de Talavera, en territorios muy lejos ya de los límites históricos de su alfoz.

Las torres albarranas, símbolo de la primera Talavera cristiana tras la reconquista

Doña María de Portugal recibe de su esposo Alfonso XI la villa de Talavera como regalo de bodas, por lo que, al ser señorío de realengo, nuestra ciudad mantiene cierta independencia relativa comparada con las poblaciones que sufren un señorío feudal, siempre más presionadas desde el punto de  vista impositivo o político.

El cambio de Talavera por la villa de Alcaraz con los arzobispos toledanos hace que nuestra ciudad caiga en señorío eclesiástico, aunque los datos apuntan a que históricamente los arzobispos no presionaron en exceso al concejo talaverano, que mantuvo hasta la eliminación de los señoríos en el siglo XIX una considerable independencia de la mitra toledana. Esto permitía, sin embargo, que la nobleza y los ricohombres de la villa fueran quienes realmente detentaran el poder efectivo.

continuará

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (1)

TIERRAS DE TALAVERA, HISTORIA DE UNA IDENTIDAD (1)

Prehistoria

Iniciamos hoy una serie de artículos sobre cómo la comarca natural de Talavera ha constituido una unidad cultural y geográfica a lo largo de la historia

Dolmen de Azután

Los condicionantes naturales han hecho desde tiempos prehistóricos que las Tierras de Talavera constituyan una unidad geográfica, humana y cultural en la que se ha determinado una identidad específica y bien diferenciada de los territorios adyacentes.

Vamos a remontarnos nada menos que 5500 años, hasta la época en que los primeros agricultores del Eneolítico y la Edad del Cobre poblaban nuestros campos y dejaban como muestra de su paso dólmenes como los de Navalcán, La Estrella o Azután.

Estos monumentos megalíticos se enmarcan en el conocido como Megalitismo Extremeño, por tener características similares tanto en su estructura como en el arte esquemático, y en el ajuar en ellos depositado a los megalitos hallados en Extremadura y Portugal, que a su vez se enmarcan en la denominada cultura Alentejana. Es ésta la primera muestra de la vinculación de nuestra comarca con las culturas del occidente peninsular.

Menhir de la Laguna del Conejo en Gamonal

Los menhires de la Laguna del Conejo, cerca de Velada, o el conocido como menhir de Parrillas son también manifestaciones de esta cultura que curiosamente se hallan, al igual que los dólmenes, en las inmediaciones de la Cañada Leonesa Oriental, constituyendo este hecho una primera muestra de esa constante vinculación de las gentes que habitaron nuestras tierras con la actividad de la ganadería.

Ya en la Edad del Bronce se reparten por nuestra geografía varias estelas de guerrero que nos vinculan también con las culturas orientalizantes provenientes del mundo protofenicio de la costa mediterránea de Asia que, después de colonizar la zona de las actuales provincias de Cádiz y Huelva, hicieron sentir su influencia en un recorrido ascendente siguiendo el eje de la Vía de la Plata hasta Talavera y su entorno, localizándose así nuestra tierra en el límite noreste de la referida influencia cultural del oriente mediterráneo.

Estela de Guerrero de Las Herencias

En la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro sucedió algo similar, como nos indican los materiales del ajuar encontrado en una tumba de características “principescas” que fue hallada en El Carpio, finca situada en el término de Belvís de la Jara.

Las influencias del mundo tartésico se siguen produciendo durante la Edad del Hierro y son significativos los hallazgos de una vasija piriforme, que se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York, y un timaterio o braserillo ritual, como objetos que tienen también características de clara influencia orientalizante, así como un puñal hallado en término de Mesegar datado en torno al siglo IX a.C. o unas fíbulas localizadas en Azután. Todos estos son hallazgos que, en general, coinciden con la llegada a la península de las primeras colonias fenicias.

Verraco de Cabeza del Moro

Los pueblos que se asentaban en Talavera antes de la llegada de los romanos eran pueblos célticos con esas evidentes influencias culturales del suroeste peninsular, que a su vez estaba influido por las culturas orientales llegadas a la península. Los vettones son un pueblo celta que ocupa la comarca de Talavera, Ávila y gran parte de las actuales provincias de Salamanca y Cáceres. Distribución que coincide claramente con el que más tarde llamarían los romanos Conventus Emeritensis. Son más de medio centenar los verracos de piedra que se encuentran distribuidos a lo largo y ancho de nuestra comarca y en el mismo término de Talavera. Estos pueblos celtas están también vinculados a la ganadería y se piensa que hacían desplazamientos con sus ganados, siguiendo probablemente muchos de aquellos viejos caminos y cañadas pecuarias. Esta vinculación con la ganadería como principal forma de vida es, como vamos anotando, una constante de las tierras talaveranas.

Mapa de la Lusitania romana en la que se incluyen las Tierras de Talavera (Caesaróbriga) actuales

Ese sustrato céltico se observa, por ejemplo, en el primer nombre conocido de nuestra ciudad: Caesaróbriga, que quiere decir algo así como “población fortificada de César”. Los vettones, aunque eran bravos guerreros y se enfrentaron duramente a los romanos, se integraron después en sus ejércitos con relativa facilidad como fuerzas indígenas. Antes de ello, en coaliciones con los lusitanos o con los carpetanos, lucharon contra las legiones y, aunque es difícil de comprobar la veracidad histórica de la cuestión, autores como Schulten han asegurado la presencia de Viriato en la zona, concretamente en el Monte de Venus, al cual identifica el famoso historiador con el cerro de San Vicente. En este mismo sentido, también se ha querido localizar la batalla de Quinto Fulvio Flaco contra una coalición carpetovetona en las llanadas del actual polígono industrial de Torrehierro donde, por cierto, existen los restos de una posible tumba turriforme conmemorativa.

Pintura del siglo XIX que representa la muerte de Viriato

Vemos por tanto que nuestra ciudad se encuentra en el centro peninsular, pero claramente vinculada a los pueblos occidentales de ascendencia céltica, al contrario que la vecina Toledo y el resto de Castilla-La Mancha, cuyos territorios se hallan enmarcados más bien dentro del mundo cultural ibérico.

Continuará

TALAVERANOS EN LA CONQUISTA DE ORÁN CON EL CARDENAL CISNEROS

TALAVERANOS EN LA CONQUISTA DE ORÁN CON EL CARDENAL CISNEROS

El Cardenal Cisneros desembarca en Orán. Detalle de uno de los frescos que decoran la capilla mozárabe de la catedral de Toledo. Obra de Juan de Borgoña

El cardenal y arzobispo de Toledo don Francisco Jiménez de Cisneros, cuya exposición sobre su vida, obra y época se puede ver estos días en la catedral de Toledo, era como tal señor de Talavera y su tierra y decidió enviar a su costa una expedición contra Argelia.

Con voluntarios de nuestra ciudad y de sus tierras de La Jara formó un cuerpo de seiscientos hombres entre los que destacaban por su pericia los arcabuceros. Estaban al mando de Bernardino de Meneses, de la noble familia talaverana emparentada con los señores de Oropesa, los Ayala de Cebolla y don Álvaro de Luna.

Conquista de Orán en la capilla mozárabe de la caedral de Toledo

Sus antepasados vinieron a Castilla en compañía de doña Beatriz, esposa de Juan I, a principios del siglo XV y dio su estirpe nombres famosos a la historia. Como Juan de Meneses, que estando en Roma fue con el cardenal Carvajal por orden del Papa a luchar contra los turcos y participó en la toma de Belgrado. Don Antonio de Padilla y Meneses, cortesano y presidente del Consejo de Indias durante el reinado de Felipe II, o su hermano Pedro, que fue militar de fama reinando también el Rey Prudente.

Nombrado entre otros cargos Capitán General de Orán y castellano de Milán, tuvo señaladas intervenciones en las guerras de Europa, Africa, o la conquista de las islas Terceras. Pablo Meneses que en compañía de Lagasca intervino en las guerras de Perú y llegó a ser Jefe del Ejército Real contra el levantamiento de Francisco Fernández Girón en Cuzco.

Conquista por los talaveranos y jareños de la puerta de Canistel o de Talavera en Orán. Juan de Borgoña

Don Juan de Austria dijo que prefería haber perdido mil hombres antes que a Carlos de Meneses, otro aguerrido miembro de la familia que murió en Flandes durante el asedio de Mastrik. Otros miembros militares de la familia fueron Pedro de Meneses y Verdugo gobernador de algunas plazas en Italia o don Juan de Meneses que también luchó en Flandes al mando del coronel Verdugo.

Los Meneses eran protectores del monasterio de Santa Catalina enviando algunos de ellos al cenobio jerónimo las banderas de los regimientos vencidos y otros trofeos de sus batallas tanto a ese monasterio como a la ermita de la Virgen del Prado, donde, por ejemplo, permanecen las llaves de la puerta de Canistel de la ciudad de Orán.

Pues bien, Bernardino de Meneses, más conocido como el Adalid Meneses dirigió el destacamento de talaveranos que fueron en vanguardia en la expedición de Cisneros contra Orán.

Llave de la puerta de Orán ofrecida por los talaveranos a la Virgen del Prado

Partieron de Cartagena diez galeras y cien embarcaciones menores que llevaban unos diez mil hombres al mando de Pedro Navarro, hombre experto en minas de pólvora para expugnar las ciudades. Tropas musulmanas les salieron al paso, pero fueron vencidas y con la pinza efectuada entre la artillería de la flota y las fuerzas de tierra se consiguió tomar la ciudad en menos de dos horas. En la batalla tuvieron un importante papel los talaveranos, pues tomaron la puerta por la que los españoles consiguieron entrar en la ciudad que es la antes referida de Canistel y que se llamó desde entonces de Talavera, cuyo pendón hicieron ondear tras la toma de la ciudad norteafricana.

La conquista de Orán consolidó el poder de Fernando el Católico en el norte de África, dominando con acciones posteriores Argel y la costa de Túnez, por lo que concibió con ilusión la posibilidad de realizar una cruzada que reconquistara los Santos Lugares. Toda Europa quedó sorprendida por la proeza, pero lo que más importó a los españoles, incluidos los talaveranos fue el gran botín obtenido, al que siguió el saqueo de las tierras colindantes: “e cada uno fue señor de lo que tomó; e ovo hombre que tomó más de dos mil ducados. E los soldados e los atambores traían las manos llenas de doblas de oro, e las jugaban como si fueran blancas” para disgusto del Cardenal Cisneros que pretendía más bien una labor evangelizadora y no tanto conseguir el botín de unos trescientos mil ducados y numerosos esclavos y cautivos que trajeron los barcos a España.

Edición italiana del libro de agricultura de Gabriel Alonso de Herrera, protegido de Cisneros

El cardenal Cisneros protegió y financió los estudios y viajes del talaverano Gabriel Alonso de Herrera, padre de las ciencias agronómicas españolas con su «Libro de Agricultura»

CAMINOS DE GUADALUPE 2, LA LEYENDA DE LA APARICIÓN

CAMINOS DE GUADALUPE 2, LA TRADICIÓN DE LA APARICIÓN

Cuadro que escenifica la aparicion de la virgen de Guadalupe a Gil Cordero

Vamos a conocer ahora la leyenda de la aparición que aparece en los más antiguos códices, con referencias no sólo a la aparición en sí, sino a los orígenes legendarios de la imagen.

En algunos de esos antiguos documentos del siglo XV y XVI se atribuye la autoría de la talla de la imagen al mismo San Lucas, quien habría tenido a la misma Virgen como modelo. Muerto San Lucas en Asia Menor la imagen fue enterrada con él y acompañó al cadáver cuando fue trasladado a Bizancio en el siglo IV, y a ella se encomendaron sus habitantes cuando un terremoto asoló la ciudad del Bósforo.

En el año 581, siendo cardenal el futuro papa Gregorio Magno se encontró allí con San Leandro, arzobispo de Sevilla fraguándose entre ellos una gran amistad. El emperador Tiberio II  regaló a Gregorio la imagen y algunas reliquias y éste cuando accedió al papado llevó a Roma la imagen que con motivo de una epidemia fue sacada en procesión, cesando la peste por los lugares que iba recorriendo la comitiva y apareciéndose un ángel sobre el castillo, que desde entonces se llamaría de Sant Ángelo, limpiando y enfundando la sangre de su espada, símbolo de la pestilencia.

Imagen de la Virgen de Guadalupe

Convocado concilio en Roma, San Leandro envió a su hermano San Isidoro por no poder ausentarse de Sevilla debido a los problemas habidos con los arrianos. Gregorio Magno le dio la imagen y otros objetos para que los llevara a la ciudad del Guadalquivir. En el camino se desató una tempestad y un clérigo sacó la talla de un arca encomendando la suerte de la expedición a la Virgen. Cesó de inmediato la tormenta y el barco pareció iluminado por cientos de cirios.

Cuando en 711 los árabes invaden España huyen las gentes de  Sevilla y unos clérigos toman la imagen y otros objetos sagrados y escapan hacia el norte. Cuando se hayan “fuera de camino” por los valles del Guadalupejo encuentran una ermita con un sepulcro de mármol donde se hallaban los restos de San Fulgencio, lo que se contradice con otra leyenda según la cual son hallados en Berzocana junto a los de Santa Florentina dentro de un sepulcro permaneciendo hoy en su iglesia parroquial. Los clérigos excavan una cueva en la ermita escondiendo la imagen acompañada de una campanilla y una carta y allí permanecen hasta el siglo XIII en que se produce el hallazgo milagroso de la imagen.

La que por tradición se considera casa del Gil Cordero en Guadalupe

Cuando un pastor cacereño llamado Gil Cordero andaba con sus ganados por estos valles se extravió una de sus vacas y después de buscarla varios días la encontró muerta junto a una fuente. No viéndola mordida de lobos u otras alimañas sacó el cuchillo para desollarla, abriéndola como era costumbre por el pecho en forma de cruz. En ese momento se levantó viva la vaca y se apareció la Virgen diciendo al pastor que pusiera la vaca con las otras y fuera a su tierra a buscar a los clérigos para decirles que debían cavar en el lugar de la aparición y que hallarían allí una imagen. Al principio se rieron de él pero debido a la señal que todavía llevaba la vaca en forma de cruz le escucharon. Cuando llegó el pastor a su casa encontró a su hijo muerto y a su mujer llorando. El pastor consoló a su mujer diciéndola que no se preocupara pues Santa María de Guadalupe le devolvería la vida, y así fue, levantándose el muchacho sano y salvo. Los clérigos acabaron así de creerle y acudieron a Guadalupe excavando en la cueva y encontrando la imagen con la carta que describía su periplo y la campanilla.

Pastor y clérigos de Cáceres descubren, junto al río Guadalupe, la Imagen de Guadalupe,obra de Juan de Santa María, siglo XVII.

EXCURSIÓN EN BUSCA DE LOS DIOSES VETTONES ATAECINA Y VAÉLICO

EXCURSIÓN EN BUSCA DE LA DIOSA VETTONA ATAECINA

Embalse de Riocuevas en Arenas de San Pedro

Vamos a hacer una nueva excursión en Gredos que consta de dos partes. La primera de ella es la llamada ruta Triana  del Lancharón y es una de las señalizadas por el ayuntamiento de Arenas de San Pedro.

Tomaremos la carretera de Guisando y a unos trescientos metros del cruce sale una carretera estrecha a la derecha que lleva al muro de la presa de abastecimiento del río Cuevas, pero no la tomaremos todavía pues a la entrada se encuentra un panel informativo de una ruta llamada del Lancharón  que vamos a recorrer subiendo por la carretera de Guisando hasta el primer poste indicador que nos muestra al lado izquierdo de la vía una pista que sube y que nos llevará en una primera subida empinada hasta dar una vuelta al cerro cubierto de pinos y robles con magníficas vistas que se denomina El Lancharón.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

El que lo desee puede prolongar la ruta unos dos kilómetros llegando hasta dar vista al valle donde se sitúa Guisando cerca del collado de la divisoria.

Volveremos después sobre nuestros pasos bajando casi a donde hemos iniciado nuestro paseo, pero antes hay una pequeña entrada junto al muro de la presa antes referida.

Camino de ascenso al Lancharón

Vamos a dar la vuelta al camino de servicio del pequeño embalse en un paseo muy agradable junto a las aguas. Y casi en el reculaje encontramos sobre una roca una escultura metálica que representa a los dioses célticos vettones venerados en la comarca hace 2000 años Ataecina y Endovélico o Vaélico.

La escultura del autor salmantino Fernando Sánchez Banco, estuvo situada en principio en la plaza del ayuntamiento pero mentes cocejiles un anto mojigatas consideraron que era su representación demasiado erótica y se la llevaron a este retirado paraje.

Escultura a los dioses Vaélico y Ataecina de Fernando Sánchez Banco

Vamos a saber algo de estos dioses acuáticos:

Algunas deidades vettonas estaban relacionadas  con el agua como es el caso del culto al dios Vaélico que dejó algunas aras votivas en el entorno del castro de El Raso y la desembocadura de la garganta de Alardos en el Tiétar.

Ya en época romana aunque probablemente sea una deidad de origen anterior también se han encontrado inscripciones en las estelas halladas en la misma Talavera a una diosa también relacionada con las aguas que es la diosa Ataecina, que para algunos eruditos también se relacionaba con los vados de los ríos y con los caminos y cañadas ganaderas.

Es además la diosa del renacer, de la primavera y de la fertilidad, de la naturaleza y también de la curación, tiene relación con cultos lunares y está también relacionada con la noche. Los romanos la identificaron con Proserpina, diosa también de los campos que volvía en primavera desde los infiernos para darles fertilidad. Su hija era Ceres la tan venerada en Talavera en la antigüedad con la fiesta de las Mondas.

Ara dedicada al dios Vaélico, relacionado con ritos acuáticos. Hallada en Candelda

Tiene así mismo la diosa Ataecina una componente como deidad o ninfa protectora de las aguas mineromedicinales, lo que entronca con su carácter de dispensadora de la salud y la fecundidad humana y de los campos. Es por ello que su culto se realizaba en altares o aras ubicados en las cercanías de estas surgencias de aguas que eran consideradas como poseedoras de especiales virtudes, aunque su santuario principal se situara en la lejana ciudad bética de Turóbriga, y aunque el mayor número (unas cincuenta) de las dedicatorias a esta diosa céltica, es en los muros, suelos y alrededores inmediatos de la ermita visigoda de Santa Lucía del Trampal ( palabra que significativamente quiere decir zona encharcada), cercana a la localidad cacereña de Alcuéscar, y levantada en el mismo lugar donde existió un antiguo santuario dedicado a la Dea Sancta Adaegina.

 La nuestra «Señora», «La Santa Señora» o «La Santa Diosa», unos epítetos muy poco frecuentes que también se dan en el dios Endovéllico o Vaélico y demuestran su importancia religiosa. Es representada con diferentes atributos, destacando la paloma blanca, la palma o el ciprés, la vid y sobre todo la cabra, de la que se han encontrado en sus lugares de culto exvotos representándola. Además de invocarla para pedir una curación también se hacía para maldecir a alguien, y el resultado podía ser desde pequeñas aflicciones del maldito hasta su muerte.

Para algunos puede que la diosa que fenicios y cartagineses llamaban Astarté y Tanit, reflejadas en la Dama de Baza y la Dama de Elche, fueran otras iconografías de esta divinidad.  Coincidió en algún lugar de Extremadura que los cristianos mantuvieron su culto bajo la advocación de Santa Eulalia.

En la propia Talavera hay una dedicatoria a esa diosa que dice: “A Ataecina, Flavio, hijo de preso le cumplió un voto con libre ánimo” . También en Caleruela hay otra muy curiosa en la que un soldado llamado Baso, hijo de Ioubeo, “caballero del ala vetona” del ejército romano “puso un ara en cumplimiento de un voto con libre ánimo”

TALAVERA Y LA NOCHE TOLEDANA,

TALAVERA Y LA NOCHE TOLEDANA,

Moros en un panel de cerámica de Ruiz de Luna

Aunque el desarrollo de esta leyenda se sitúa en la ciudad de Toledo, su principal protagonista fue el gobernador militar de Talavera y por ese motivo la traemos aquí.

Siendo califa de Al-Hakam I, dieron nuevamente en sublevarse los toledanos contra Córdoba. Encabezaba la sublevación un tal Humayd y era ayudado por el poeta Girbib. El califa envió a sofocarla a Amrús el Muladí, palabra que quiere decir “renegado”, por lo que deducimos que probablemente se trataba de un cristiano convertido al Islam. Amrús desempeñaba las funciones de gobernador militar de Talavera y vivía por tanto en su alcázaba, en el actual huerto de San Agustín.

Con el fin de acabar con la sublevación, Amrús pagó grandes riquezas a los jefes toledanos, para que así le entregaran al cabecilla. Además, se apoyó en el clan bereber de los Banu Majsi, que acabaron matando al rebelde y llevando su cabeza a Talavera, acogiéndoles Amrús en nuestra villa. Pero los bereberes talaveranos tenían cuentas pendientes con los de Toledo y tomaron venganza al anochecer asesinando a los refugiados del clan Banu Majsi. Normalizada la situación en Toledo,

Amrús marchó a Zaragoza y Huesca y dejó a su hijo Yusuf al mando de Toledo. Pero el joven fue depuesto y encarcelado por unos francos ayudados por soldados árabes. Al enterarse, el antiguo gobernador talaverano envió nuevamente tropas a Toledo y volvió a sofocar esta nueva rebelión, aunque no los deseos de los toledanos de volver a sublevarse contra el califa.

Amrús, harto ya, volvió a Toledo en el año 806 y ordenó construir un palacio en una fortaleza. Convocó allí a todos los hombres importantes de la ciudad para una fiesta con la excusa del paso por Toledo de Abderramán II.

Esa misma noche es la que dio origen al dicho de “una noche toledana” para definir cualquier noche de perros, una noche de angustia e insomnio. Este episodio se conoce también como “jornada del foso”, porque los cadáveres fueron arrojados al foso que recorría el perímetro de la fortaleza, excavado para sacar la tierra destinada a construir los muros de tapial de sus murallas.

1.-Antigua postal con las murallas de la alcazaba árabe de Talavera, donde residía Amrús

Según iban entrando todos los invitados eran decapitados en presencia de Abderramán que sólo contaba entonces con catorce años de edad. Y se cuenta que, impresionado por tanta sangre, mantuvo durante toda su vida un tic nervioso ocasionado por el impacto emocional.

No dejaron por ello de sublevarse los toledanos contra el poder del califa y fue Talavera durante muchos años la plaza fuerte fiel al poder de Córdoba que vigiló a los entonces levantiscos toledanos.

Cincuenta años más tarde, en el año 857, se produjo otra de esas peleas entre clanes bereberes y los toledanos acudieron contra Talavera, pero, alertado su gobernador militar, sufrieron una emboscada a manos de los talaveranos causándoles una gran masacre.

Amrús, aunque despiadado, tuvo un gran prestigio como militar, sofocando otras revueltas en Aragón y fundando la ciudad de Tudela, donde dejó como gobernador a su hijo Yusuf. En Huesca dejó las tropas al mando de su sobrino Shabrit.

UN siglo EN EL QUE nuestra COMARCA FUE ESCENARIO histórico

UN SIGLO EN EL QUE LA COMARCA FUE ESCENARIO

Castillo de Montalbán, donde se ocultó el rey Juan II con don Álvaro de Luna

Juan II y su valido Álvaro de Luna, después de haber huido de Talavera y del secuestro del rey por su primo el infante de Aragón, pasaron tres semanas en el castillo de Montalbán, hasta que volvieron nuevamente a Talavera al retirar el infante don Enrique el asedio.

Pasó el Rey en nuestra ciudad los días de Navidad de aquel año de 1420 rodeado de la corte que celebró la victoria de don Juan. Para ello acudió también el rey de Navarra, que había llegado a serlo por matrimonio y durante cuyas bodas precisamente intentó su hermano Enrique hacerse con el poder secuestrando al Rey.

Alcázar de Talavera, donde residían en la época los reyes en sus estancias en Talavera

Volvió en otras ocasiones Juan II el Débil a Talavera en este siglo pleno de luchas entre facciones de nobles y la realeza. Como la sucedida en 1442, cuando el enfrentamiento se producía entre el propio Juan II y su hijo Enrique IV el Impotente.

En este caso, Pero Suárez, hijo del señor de Oropesa, toma nuestra villa declarándose partidario del futuro Enrique IV. Garciálvarez, su padre, que fiel al rey le había seguido en su huida al castillo de Montalbán, es apresado en esta ocasión por Juan II, por lo que después de unos días su hijo abandona el sitio de la ciudad y el Rey perdona a los sublevados dejando marchar a su padre a Oropesa.

En muchas de las luchas que hubo durante el reinado del rey Juan II la Santa Hermandad de Talavera aportó fuerzas armadas a los bandos en contienda.

Otro de los datos que nos hablan de la vinculación de Juan II a nuestra ciudad es que Alonso Martínez de Toledo, el Arcipreste de Talavera, tuvo entre otros cargos el de capellán del Rey y fue precisamente durante el tiempo que desempeñó estas atribuciones escribió su obra más conocida “El Corbacho” o «Reprobación del amor mundano».

Don Álvaro de Luna fue acumulando como hombre de confianza del rey numerosos señoríos vecinos de nuestra ciudad. A él pertenecieron Castillo de Bayuela y La Adrada, que le fueron entregados por Juan II después del episodio de la huida a Montalbán; Escalona, San Martín de Valdeiglesias, El Colmenar (que luego sería la Villa de Mombeltrán) y gran parte del valle del Tiétar.

Portada de la parte palaciega del castillo de Escalona donde residió y resistió don Álvaro de Luna

Construyó los castillos de Maqueda y el cercano de San Silvestre y todas estas posesiones se completarían luego con las que obtuvo por su matrimonio en segundas nupcias, con doña Juana de Pimentel, ya que había enviudado de su primera mujer, con la que se casó en Talavera.

De los territorios obtenidos por este matrimonio destacaba Arenas de San Pedro y su territorio, con el que don Álvaro de Luna fue dueño de la práctica totalidad del territorio que separaba a Talavera de la sierra de Gredos, controlando los puertos de montaña, los puentes y las cañadas de la Mesta. Este hecho daba a sus señoríos un gran poder estratégico en aquella época, pues dominaba el paso entre las dos Castillas.

También estuvo don Álvaro a punto de perjudicar gravemente a Talavera pues apoyó al Maestre de la Orden de Alcántara cuando usurpó a nuestra ciudad los territorios situados más al sur de La Jara, con los términos actuales de Sevilleja, Campillo, Puerto de San Vicente, Castilblanco Alía, y Valdecaballeros.

Cuando don Álvaro cayó en desgracia y fue ejecutado por el rey que tanto confió en él, su viuda se retiró al castillo de Arenas, que por eso se llamó desde entonces “de la Triste Condesa”.

Nuestra ciudad y las tierras de su entorno siguieron teniendo cierto protagonismo en la historia de España durante el reinado de Enrique IV el Impotente, rey calificado por Marañón como un “eunucoide displásico”, pero que fue un hombre misántropo y bondadoso a quien no se pudo atribuir directamente ninguna de las muertes que se produjeron durante las luchas nobiliarias que tuvieron lugar a lo largo de su reinado.

Enrique IV el Impotente

Está documentada su presencia en varias ocasiones en Talavera dada su afición al monasterio de Guadalupe, donde fue enterrado, y ser nuestra villa camino habitual hacia el monasterio de las Villuercas en aquellos tiempos en los que se hallaba en su época de mayor esplendor.

Pero es durante la guerra civil que enfrenta a los partidarios de don Enrique con los de su hermano Alfonso, que pretendía reinar por considerarse que Juana, la única hija de Enrique, era en realidad hija del apuesto cortesano Beltrán de la Cueva, y por eso era llamada la Beltraneja, dada la manifiesta impotencia del rey en su primer matrimonio. Se llega incluso a hacer una ridícula ceremonia en la que dos prelados certifican que el rey había recuperado su virilidad en el segundo matrimonio.

Castillo de Mombeltrán

Detrás de esta guerra se esconden en realidad las luchas entre diferentes facciones de la nobleza, y debido al enfrentamiento llegan los detractores de don Enrique a hacer un simulacro de destronamiento del rey en Ávila vistiendo con sus atributos a un muñeco, quitándoselos después y derribándole de una patada.

Los nobles y prelados que apoyaban la causa de don Alfonso se reunieron en julio de1466 en Talavera, partidaria entonces de los rebeldes para tomar una serie de decisiones sobre la estrategia a seguir contra don Enrique. El arzobispo de Toledo y el maestre de la orden de Santiago se muestran más belicosos pero el conde de Benavente y el maestre de Alcántara tienen una actitud más moderada que es al final es la que se adopta.