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EL TAJO MEDIEVAL Y SUS AFLUENTES

EL TAJO MEDIEVAL Y SUS AFLUENTES

En este capítulo de «Ríos de historia» comentamos la repoblación medieval de nuestro territorio a través de los afluentes del Tajo, con sus torres de observación

Castillo de Malpica, residencia medieval del señor de Valdepusa
Castillo de Malpica, residencia medieval del señor de Valdepusa

Ya hemos visto cómo Talavera es reconquistada y baja la frontera con los musulmanes hasta el Guadiana, quedando entre su corriente y el Tajo un extenso territorio, La Jara, que habrá de ser repoblado desde Talavera bajo la autoridad de su concejo. El viejo puente romano es restaurado una y mil veces, y una y mil veces es derribado por la fuerza de las aguas, pero su existencia es fundamental para la comunicación de nuestra villa con su alfoz, para todo el trasiego de gentes de Castilla y de otros reinos hispanos e incluso de francos que se vienen a mezclar con los mozárabes que permanecieron, los judíos o los moriscos que poblarían no solo la ciudad madre sino también los valles de los afluentes y los arroyos.

Ruinas del castillo de Santisteban junto al río Pusa
Ruinas del castillo de Santisteban junto al río Pusa

Por el Pusa, río de “posadas” de colmenas van ascendiendo los nuevos pobladores y dejan la toponimia marcada por su presencia como en la Venta de Mozárabes cerca de su orilla. O el castillo de Santisteban, del que apenas quedan los restos de cal y canto de su torre. Y desde Malpica irán ascendiendo las gentes y fundarán San Martín en torno a un “Pozuelo” a las orillas de uno de sus arroyos, donde quedan todavía restos de una torrecilla en el entorno del que luego será palacio de los señores de Valdepusa, territorio éste que será enajenado a la villa de Talavera para ser donado por el rey a don Diego Gómez en el siglo XIV. Los señores de Valdepusa construirán su castillo desde donde se fomentará la repoblación del señorío. Santa Ana también junto al mismo río y Navalmoral de Pusa que en el mismo arroyo que San Martín, aguas arriba, unirá luego su caserío a Navalmoral de Toledo, formando siglos después Los Navalmorales con los dos pueblos hermanos separados sólo por el arroyo. Siempre la linde del agua. Y ya fuera de Valdepusa seguirán los colmeneros y cabreros poblando el valle del Pusa hasta Navalucillos de Talavera, que también se unirá con su vecino Navalucillos de Toledo, solo separado por la calle “de la raya”.

Los primeros núcleos de población a las orillas del río Sangrera nacieron en torno a Torrecilla de la Jara en cuya zona ya se conocían numerosos yacimientos romanos y visigodos. En este mismo valle nacerán Las Abiertas y luego San Bartolomé, además de Espinoso y Pueblanueva, la última población en ser fundada como su propio nombre indica.

Casi en el mismo nacimiento del río Jébalo, justo en la divisoria entre el Tajo y el Guadiana, se encuentra la iglesia de Piedraescrita en cuyo ábside se haya pintado un pantocrátor románico- mudéjar, la muestra más sureña de este estilo artístico, ya que a partir nuestra zona no dio tiempo a que la reconquista cristiana instaurara este estilo pues ya comenzaba a difundirse el gótico cuando se repoblaba La Jara. Ya en el Jébalo, bajo es Alcaudete una de las primeras poblaciones repobladas desde antiguos asentamientos musulmanes que crecieron en torno a una torre o fortificación luego reformada, que es la torre de la casa parroquial que se encuentra entre la iglesia y el río. Jébalo abajo una de las primeras propiedades medievales que aparecen en los documentos es la dehesa de Castellanos en cuyo entorno se encuentra otra torre medieval que da nombre a la finca La Torre. Justo en la desembocadura del Jébalo en el Tajo, una isla que queda sin sumergirse por el reculaje del embalse de Azután y que aloja otro yacimiento medieval.

En la cabecera del valle del Uso los repobladores son gentes cristianas, mozárabes de Sevilla y Córdoba, que fundan respectivamente Sevilleja y Cordobilla (núcleo hoy despoblado y en las proximidades de la actual Gargantilla). Vienen a Talavera con su obispo Clemente tras las persecuciones de los almohades y piden al concejo tierras talaveranas en las que asentarse. En la Cabeza del Conde junto al Uso en el término de La Estrella también se hallan restos medievales.

Torre medieval de observación en Navalmoralejo
Torre medieval de observación en Navalmoralejo

En el valle del Andilucha se levanta aguas debajo de Navalmoralejo otra torre de observación medieval, como la de Torlamora cerca del Pedroso, como la de la Oliva y la de Garvín ya más próximas al Tajo.

Al norte de Talavera tenemos ejemplos similares como el desparecido pueblo de Las Atalayuelas de Guadyerbas primitiva localización de Velada que se abandona por las escasas aguas del arroyo del Molinillo junto al que se asienta. Por el mismo motivo también desciende a orillas del arroyo Zarzueleja lo que luego sería Gamonal desde la primitiva población que se encontraba en las ruinas de la que hoy conocemos como ermita de la Encarnación del siglo XIV. La atalaya del Alberche protegía el paso hacia Cardiel y la Sierra de San Vicente

Ermita de la Encarnación en gamonal, antes iglesia del despoblado medieval de Zarzuela
Ermita de la Encarnación en gamonal, antes iglesia del despoblado medieval de Zarzuela

Guadyerbas las Altas, hoy bajo el embalse y Guadyerbas las Bajas que, cerca del llamado Puente Romano del mismo río conserva restos de los muros de su pequeña iglesia y tiene una presa en un arroyo cercano no sabemos si romana o medieval. Ambos núcleos serían el origen de la población de Navalcán. Cerca de la garganta Torinas otra torre daría lugar a la población de Almendral de la Cañada.

En el valle del Tiétar, una de las primeras poblaciones es La Torre, en el término de Gavilanes y otra más que se situaba cercana a Mombeltrán. Son por tanto todos esos valles fluviales los caminos, las arterias que conducirán a los nuevos habitantes de nuestra tierra hasta sus nuevos asentamientos que en general eran más pequeños que los actuales pero cuyas pequeñas aldeas confluyen luego en otras poblaciones mayores que en general llegarán hasta nosotros.

La torre de Azután en el proyectode navegación del Tajo del siglo XVII

EXCURSIÓN A LOS MOLINOS DE RIOFRÍO EN LA JARA

EXCURSIÓN A LOS MOLINOS DE RIOFRÍOrutariofrio

En el ámbito de Buenasbodas y Gargantilla, aunque muchos molineros eran de La Nava de Ricomalillo,  se localizan gran parte de los molinos de cubo de Riofrío. Nada menos que veintitrés artificios se reparten a lo largo de los aproximadamente diez kilómetros de cauce de este río jareño.

Molino de Riofrío y dependencias anexas de vivienda, cuadras...
Molino de Riofrío y dependencias anexas de vivienda, cuadras…

Ya hay constancia de la existencia de al menos uno de estos molinos en el siglo XIV y forman un conjunto de gran interés etnográfico pues se aprovecha prácticamente toda la potencia del agua por captarse casi inmediatamente el caudal para mover el rodezno de un molino nada más salir del cárcavo del anterior, aguas arriba. Seguir leyendo EXCURSIÓN A LOS MOLINOS DE RIOFRÍO EN LA JARA

APROVECHAMIENTO DE PESCA, RÍOS Y RIBERAS EN LA EDAD MEDIA

APROVECHAMIENTO DE PESCA, RÍOS Y RIBERAS EN LA EDAD MEDIA

Pez y anguila en azulejería talaverana del sigloXVi de Pedraescrita
Pez y anguila en azulejería talaverana del sigloXVi de Pedraescrita

En el magnífico trabajo de Mª Jesús Suarez Álvarez sobre la Talavera medieval se nos ofrecen datos de gran interés. Entonces las aguas, islas y riberas de los ríos podían tener una propiedad privada o comunal. Algunas zonas de los ríos linderas con las grandes dehesas se incluían en la propiedad de las mismas, como es el caso, por ejemplo, de la dehesa de Cabañuelas cerca de la misma Talavera o La Oliva junto al Tajo y el Pedroso.

En los molinos también se colocaban trampas y cañales para aprovechar la pesca. Molino Nuevo en Valde verdeja

La propiedad privada de esos tramos permitía que a quienes quisieran pescar en ellos se les cobrara por ello, en general una cuarta parte de las capturas. Ese derecho podía ser objeto de ventas, donaciones o trueques. La propiedad de esos concesiones estaba en general en manos de grandes señores, seglares y eclesiásticos, de nobles y conventos, lo que nos induce a pensar que no eran desdeñables los beneficios obtenidos.
El resto de propiedades ribereñas y fluviales estaba en manos de la autoridad del concejo talaverano que las podía arrendar dando licencias para construir en el Tajo los “corrales”, algo parecido a los criaderos actuales de pescado que antes se llamaban sudrias. En el resto de los tramos la pesca era libre.

Cañales de pesca representados en un proyecto de navegación del Tajo
Cañales de pesca representados en un proyecto de navegación del Tajo

En cualquier caso la administración de entonces tenía en éste como en otros aspectos una actitud conservacionista que ya quisiéramos en nuestros tiempos. Por ejemplo estaban prohibidas las artes que acababan con las crías jóvenes de escaso tamaño como por ejemplo las llamadas “redes menuderas” que hoy llamaríamos trasmallos, y otras artes conocidas como “garlitos e uasones” que eran trampas elaboradas con cañas, sauces, mimbres o cuerdas. En general se permitía la pesca con caña y con redes legales como las llamadas “de marco”.
Todo el pescado que se quería comercializar debía venderse en la pescadería de la villa que, al igual que la carne, era un monopolio municipal aunque fueran abastecidas por particulares. La calle Pescaderías hoy desaparecida y que discurría junto a la calle Carnicerías se llamaba así por alojar ese establecimiento concejil y por motivos higiénicos y de malos olores tenía regulado el lugar donde debía verterse el agua procedente de la limpieza del pescado y de la tienda cerca de la plaza de Santa Leocadia “de aquel cabo de la torre albarrana, adonde está el horno de pan, en un hoyo que el dicho procurador le señaló, la cual agua faga vaciar de noche”.

Fauna fluvial en panel de azulejos que representa a San Cristóbal cruzando un río en la basílica del Prado
Fauna fluvial en panel de azulejos que representa a San Cristóbal cruzando un río en la basílica del Prado

La pesca fluvial era la única consumida fresca en Talavera, en general barbos, bogas, truchas y sábalos, porque la carpa no sabemos en qué momento es importada a nuestros ríos. El pescado de mar o “galiziano” por venir en su mayoría de Galicia era conservado por diferentes métodos de salazón, ahumado o escabechado y principalmente eran besugos, sardinas y congrios, lo que en la época se llamaba pescado “cecial”.

UN PASEO POR GUADYERBAS LAS BAJAS

UN PASEO POR GUADYERBAS LAS BAJAS

En la entrada anterior hablábamos del Guadyerbas en su tramo medio hasta llegar a los arenales del baldío de Velada declarado parque fluvial con los sotos del Guadyerbas y que podéis encontrar en la entrada de este blog:

PARAJES Y PAISAJES DE VELADA, Los Arenales de El Baldío y Sotos del Guadyerbas

Roltulo que indica que entramos en el parque fluvial de Guadyerbas y los arenales del baldío de Velada
Roltulo que indica que entramos en el parque fluvial de Guadyerbas y los arenales del baldío de Velada

Desde la desembocadura del arroyo de Riolobos en el Guadyerbas, se introduce el río en el Baldío de Velada, planicie conocida en la zona como Los Llanos de Velada. Tanto las riberas del Guadyerbas como esta llanura en apariencia esteparia han sido recientemente reconocidas por la Junta de Comunidades con la figura de Parque Fluvial por la peculiaridad y riqueza de su ecosistema.

Vale la pena recorrer los caminos que surcan el Baldío debido a que en algunos lugares nos dará la sensación por sus arenales de que nos encontramos en una playa, o en un desierto. Allí crecen plantas xerófilas específicas de suelos esteparios que bruscamente pueden dar paso a otros lugares donde crecen los helechos como si nos encontráramos en las húmedas laderas de Gredos. En otras ocasiones encontramos islotes de vegetación con bosquecillos de alcornoque acompañados de brezo o robles de buen porte. Si nos acercamos al Guadyerbas nos sorprenderá su tupida vegetación de ribera con fresnos, sauces, alisos, espinos o endrinos en parajes que constituyen toda una sorpresa, especialmente en las zonas de La Aliseda, La Fresneda, El Toril, o Casillas.

Pero sigamos con nuestro recorrido por el embalse de Navalcán y la parte más baja de su cauce hasta su desembocadura en el Tiétar.

NAVALCÁN Y SU ENTORNO

Restos del Dolmen de navalcán, casi siempre sumergido bajo el embalse
Restos del Dolmen de navalcán, casi siempre sumergido bajo el embalse

Desde el paleolítico dejaron los seres humanos huellas de su paso por estas tierras, y por ello se encuentran útiles de sílex en las orillas del Guadyerbas. En la Edad del Cobre se levantó el dolmen que actualmente se sitúa bajo las aguas del embalse de Navalcán. Sí que se pueden ver en el Museo de Santa Cruz de Toledo los dos grandes bloques de piedra de la entrada que tienen grabadas dos serpientes como también representaba un menhir hoy desaparecido que se encontraba en el reculaje del pantano. Los restos romanos y medievales completan el patrimonio histórico del entorno navalqueño. En la repoblación abulense de estos territorios Navalcán habría estado incluida en el Sexmo de Las Herrerías junto a otros lugares como Arenas de San Pedro o Ramacastañas para, a finales del siglo XIV, pasar con otras aldeas cercanas a formar parte del señorío de Oropesa, contra el que mantendría durante su historia numerosos pleitos por diferentes problemas sobre dehesas y aprovechamientos.

Partimos en esta excursión del muro del embalse de Navalcán y nos dirigimos por la orilla izquierda del Guadyerbas descendiendo a cierta distancia de las orillas, siguiendo por el borde de las elevaciones sin bajar hasta el cauce, pues las grandes piedras hacen más difícil andar por él. El sendero se hace más claro cuando giramos en dirección oeste.

Después de un tramo con grandes bloques rodados y pozas en el cauce, llegamos primero a los restos de los machones de mampostería de un puente que probablemente sostuviera una estructura de madera para permitir el paso. Siguiendo un sendero empedrado llegamos luego a un antiguo puente medieval cuyo arco, muy aplanado, parece ir a derrumbarse de un momento a otro y es el que se conoce en la zona como el “Puente Romano”. Algo más abajo observaremos aún los restos de los pilares de otro puente también de aspecto antiguo.

El llamado puente romano de sobre el Guadyerbas
El llamado puente romano de sobre el Guadyerbas

Cruzando el “Puente Romano” podemos acceder en la otra orilla y ver un viejo molino de agua que conserva su cubo y sus construcciones auxiliares de vivienda, cuadras, zahúrdas etc… Al norte, cerca de allí, se encuentra el yacimiento tardorromano de El Rondal.

El lugar es adecuado para la pesca del black-bass y también abundan los cangrejos americanos, tanto en las pozas del río como en la balsa posterior al puente, a la que dan sombra varios  álamos de buen tamaño donde se abre el valle del Guadyerbas en un paraje muy ameno.

Molino en el Guadyerbas por debajo del puente Romano
Molino en el Guadyerbas por debajo del puente Romano

En sus inmediaciones se encontraba una de las antiguas aldeas del entorno del actual pueblo de Navalcán en los primeros años de la repoblación cristiana, allá por el siglo XIII, Estos primitivos lugares poblados desaparecieron hacia el siglo XVIII, según dice la tradición, por una plaga de carcoma que asoló el caserío definitivamente. Se trata de la aldea de Guadyerbas las Bajas y hoy apenas quedan algunos restos, como un amago de calle delimitada por fresnos que se dirige hacia la iglesia, de la que apenas podemos vislumbrar grandes fragmentos de muros derruidos y construidos con argamasa, además de los cimientos y el arranque de los muros del templo cuando estaba en pie.

Horno de cal de guadyerbas todavía con la última carga de cal sin cocer
Horno de cal de guadyerbas todavía con la última carga de cal sin cocer

Desde allí nos acercaremos a un par de hornos que se encuentran al sudeste de la iglesia, el primero es un tejar situado sobre una pequeña elevación donde todavía se puede ver el horno propiamente dicho, que se completa con la era donde se extendían los ladrillos antes de cocerlos y la pila donde se amasaba el barro. También completa el patrimonio etnográfico de este rincón un calero u horno de cal en el que podemos ver la “boca de dar fuego” en la parte inferior y la “boca de cargar” en la parte superior. Por ésta se cargaba el horno con las piedras calizas del entorno para cocerlas y así hacer la cal. Tiene este horno la peculiaridad de haberse abandonado con toda su carga justo antes de cocerse.

Ruinas de la iglesia de Guadyerbas las Bajas
Ruinas de la iglesia de Guadyerbas las Bajas

Como vemos, todo un curioso patrimonio por el que es interesante curiosear en un entorno natural muy agradable de praderas y risqueras de granito a las orillas del río Guadyerbas. Desde aquí podemos subir por la carretera que vuelve al muro del pantano, desviándonos antes unos trescientos metros por el arroyo del Estanco que cruza la carretera, y que debe su nombre a una antigua presa que para algunos tendría origen romano. Volveremos después nuevamente a la carretera y llegaremos por ella a nuestro punto de partida.

El tramo que nos queda hasta la desembocadura en el Tiétar discurre entre prados donde pastan las vacas y los venados de las fincas colindantes en un paisaje con predominio del encinar.

EL GUADYERBAS ALTO Y MEDIO

Visitamos hoy el tramo alto y medio del río Guadyerbas con su paisaje y patrimonio. En parte recorrido por el mármol de Cibeles y Neptuno

El primer tramo del Guadyerbas discurre saltando en chorreras y casacadillas
El primer tramo del Guadyerbas discurre saltando en chorreras y casacadillas

El río Guadyerbas nace en El Piélago, lugar del que hablamos en otro capítulo. Es en este hermoso paraje donde el Padre Juan de Mariana habla de las mil fuentes que manan entre las cumbres de la Sierra de San Vicente. En aquellas umbrías se acumulaba la nieve en hondos pozos donde se llevaba en bolas o en caballerías y se helaba para luego dar buenos beneficios a los frailes del convento. Allí comienzan a unirse los regatos del deshielo entre prados frescos y tupidos rebollares donde hay una zona de esparcimiento y un campamento.

Es uno de los parajes más amenos de la comarca. Este río de resonancias árabes, “río de las hierbas” antes de despeñarse por chorreras hacia la presa pasa entre un conjunto de tres molinos de agua de los que uno de ellos es casi monumental pues tiene todo el edificio y el cubo fabricados en buena sillería. El primero es curioso porque mediante una presa que recorre la ladera recoge los regatos y el agua de escorrentía para mover después los tres artificios.

Estamos pues en el naciente del río Guadyerbas, y si es época lluviosa podemos dar un breve paseo por sus orillas viendo cómo desciende con bonitas chorreras y pequeñas cascadas.

Vale la pena también acercarnos a la presa y disfrutar del paisaje de su lámina de agua rodeada de robledales.

Presa del río Guadyerbas en Navamorcuende
Presa del río Guadyerbas en Navamorcuende rodeado de robledales y pinares

El río va descendiendo hasta un agradable lugar situado a sus orillas. En este paraje rodeado de fresnos y praderas se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Guadyerbas, hoy convertida en pajar y de la que al menos desde el siglo XIII existen referencias históricas. Siempre tuvo fama la Virgen que acogía de buena intercesora para la lluvia: “Virgen de Guadyerbas, la hierba no nace/ y los corderitos se mueren de hambre/ Virgen de guadyerbas, la del manto azul/ enviadnos agua para todo el común”, como decían los lugareños en unas coplillas. Es en realidad la iglesia de una antigua aldea hoy despoblada, como sucedió con el también cercano lugar de Parraces, del que cuentan que fue abandonado porque alguien envenenó sus aguas.

Ermita del Guadyerbas cerca de Sotillo de las Palomas
Ermita del Guadyerbas cerca de Sotillo de las Palomas

El paisaje es sumamente agradable mientras vamos descendiendo el Guadyerbas: alcornoques de gran porte, tupidos encinares que se pierden en el horizonte,  ejemplares aislados de quejigo y de roble que enmarcan las praderas y cercados, y que nos hablan de una actividad mayoritariamente ganadera.

Junto al casco de Sotillo se mantienen las ruinas de un molino que funcionó durante un tiempo con una máquina de vapor cuando el caudal era escaso. Eran tiempos de escasez en la posguerra, pero el gasto de leña era tal que el invento fracasó. Va descendiendo el río junto a un cerro donde se halla una atalaya medieval en el paraje de Torrejón.

Molino en Guadyerbas junto a Sotillo
Molino en Guadyerbas junto a Sotillo
Grandes fresnos junto al Guadyerbas
Grandes fresnos junto al Guadyerbas

Paralelamente al río discurre la Cañada Leonesa Oriental. El paisaje es encantador, entre berrocales, prados y bosque mediterráneo solitario. La única compañía que se suele encontrar es el ganado bravo que en ocasiones pasta en las fincas colindantes por lo que debe caminarse con precaución.

Desde Montesclaros baja hacia el río la Ruta de la Cal que va uniendo los hornos en los que se cocía la cal, producto característico de esta localidad con el que se blanqueaban las viviendas de la comarca y se hacía la argamasa para utilizarla en la construcción.

Allí mismo se encontraba una cantera de mármol cuyos filones, fueron aquellos de los cuales en 1779 se arrancaron las moles de piedra con las que se esculpirían las esculturas de Cibeles y Neptuno de Madrid. Desde estas viejas canteras se observan otras más modernas todavía en explotación. Bajamos por el camino hacia el río continuando el mismo recorrido que siguió la materia prima de los emblemáticos monumentos madrileños, llegamos al Guadyerbas. Por su cauce se arrastraron sobre su arena los grandes bloques de mármol con el que se harían las dos esculturas hasta Velada para luego ser llevados hasta Madrid por un capataz con el significativo nombre de Pedro de la Paliza.

Podemos destacar en el recorrido otros dos viejos molinos desde hace mucho abandonados y una cercana Venta que daba servicio a los ganaderos trashumantes.

Nolino posiblemente romano junto a Riolobos
Nolino posiblemente romano junto a Riolobos

La cañada nos lleva hasta el Riolobos, un afluente del Guadyerbas que discurre por los términos de Mejorada y Velada. En sus riberas hubo también población romana y medieval, de las que sólo nos quedan algunos muros cubiertos por los sauces y el cubo de un antiquísimo molino que ya se nombra en documentos de principios del siglo XII, aunque los restos arqueológicos del entorno y el aspecto de su argamasa ha llegado a hacer pensar a algunos en el posible origen romano de ese artificio. Casi enfrente, pero en la otra orilla se encuentra el molino Burdías, único ingenio de la provincia que funcionó mediante una gran rueda gravitatoria de cangilones y siete metros de diámetro, parecida a la de las norias, que movía sus piedras, aunque hoy ha sido adaptado como vivienda.

La desembocadura de Riolobos en el Guadyerbas está cubierta de sotos muy frescos y agradables entre los que podremos practicar la pesca de bogas y barbos que suben en gran cantidad en las primaveras lluviosas. El Baldío de Velada con sus arenales comienza aquí, pero de ello hablaremos mañana.

san antonio de padua en cerámica de talavera

SAN ANTONIO DE PADUA

Este santo es de origen portugués, ya que nació en Lisboa en el año 1195 en el seno de una noble familia. En realidad se llamaba Fernando y estudió en Coimbra haciéndose canónigo agustino. Después de un fallido viaje misionero a Marruecos fue a parar a Sicilia. Más tarde se unió a San Francisco y sus compañeros viviendo en una cueva.

Tuvo gran talento para la predicación y una gran formación en las escrituras por lo que viajó por Italia, Francia y España congregando a grandes multitudes para escucharle con tal entusiasmo que se decía que hablaba como un ángel. Conseguía que ciudades enteras hicieran penitencia, convertía a los herejes, recriminaba a los ricos su egoísmo y a los clérigos corruptos les conminaba a que cambiaran de vida. Tal era su ansia de predicación, que en cierta ocasión llegó a dar un sermón a los peces del mar que según la leyenda se asomaban a escucharle. Volvió San Antonio a Asís para el traslado de los restos de San Francisco y vivió dos años más en Padua hasta su muerte. Levantaron una iglesia en la ciudad donde enterraron sus restos, y cuenta la tradición que en cierta ocasión en la que abrieron su tumba encontraron su cuerpo descompuesto, salvo la lengua, que guardaron en un cofre adornado con piedras preciosas que se ha conservado hasta hoy en una capilla.

Su culto se incrementa a partir del siglo XV cuando los portugueses lo convierten en un santo nacional y llevan su devoción a todas sus colonias, extendiéndose por todo el mundo, sobre todo entre las clases más desfavorecidas.

*Iglesia parroquial de Velada (Toledo) Siglo XX. Policromía. Enmarcado en cenefa de roleos con flores en las esquinas. El santo aparece abrazado al niño que a su vez está de pie sobre el Libro. San Antonio sostiene el lirio con la mano.

*Capilla de San Antonio. Nombela (Toledo). Siglo XX. Policromía. Enmarcado en cenefa de cadeneta recta y curva y otra con dos volutas que flanquean a una flor verde central. Representa la escena de la predicación a los peces, acompañado de varios personajes con túnica que lo observan.

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*Museo Ruiz de Luna. Talavera de la Reina. Siglo XVIII. Policromía. Este panel forma parte de otro mayor situado sobre la entrada del antiguo Convento de la Madre de Dios, en el que pidió ser sepultado Fernando de Rojas. La imagen de San Antonio se enmarca en cenefa de roleos y el santo aparece entre nubes con sus atributos habituales del Niño, el lirio y el Libro.

*Ermita de la Virgen de Gracia de Velada. Retablo lateral. Siglo XVII. Policromía. Las figuras son esbeltas y el dibujo aunque muy rectilíneo, es seguro y de calidad. El retablo enmarca las figuras entre columnas, mármoles simulados y cenefas de hojas de acanto y cadeneta. El santo aparece con su hábito y sus atributos habituales del Niño, la Cruz, el Libro y la palma del martirio.

San Antonio en azulejería en la ermita Virgen de Gracia de Velada

*Capilla de San Antonio. Nombela (Toledo). Siglo XX. Policromía. Enmarcado en cenefas de cadeneta recta y curva y otra con dos volutas que flanquean una flor verde central. Representa a San Antonio con una custodia en la mano y un asno arrodillado, en referencia al momento en que para convencer a un incrédulo judío le dijo que, si era cierto que la sagrada forma contenía a Cristo, hasta el animal lo reconocería.

Milagro del asno en la capilla de San Antonio de Padua de Nombela

*Museo Ruiz de Luna. Siglo XIX (1817). Policromía con predominio de tonos amarillos y manganeso. Placa enmarcada por sencillos filetes. Fecha y nombre del santo en cartela  de rocalla. Nubes con querubines en esquinas superiores El santo se presenta con el Niño en brazos y el lirio en la mano.

*Iglesia del despoblado de Mañosa. Cebolla (Toledo). Siglo XVI. Policromía. Frontal en el que la imagen está enmarcada por azulejos de repetición de florón, dos bandas amarillas y flecos fingidos. El santo aparece sobre terraza con matas y arquitectura  en el fondo y lleva sus atributos de la Cruz, el Libro y el Niño con la bola del mundo.

*Iglesia parroquial de La Villa de Mombeltrán. Retablillo de San Francisco. Siglo XVI. Policromía. En la parte superior cenefa de ovas y perlas con cartela con el nombre del santo, que aparece con el Libro, el Niño y la palma del martirio como atributos.

*Iglesia parroquial de Candeleda (Ávila). Siglo XVI. Policromía de predominio de azul y amarillo. Autor Juan Fernández. Enmarcado en columnas abalaustradas de decoración renacentista con ángeles, querubines y grutescos de brazos vegetales. El santo se presenta  sin atributos, solamente en actitud de orar y en ambiente oscuro y un tanto tétrico por los árboles sin hojas.

San Antonio en el retablo de Candeleda

*Basílica de Nuestra Señora del Prado. Siglo XX (1954). Policromía. Panel que forma parte del púlpito ejecutado y donado por el taller de Ruiz de Luna. Concretamente este cuadro se pinta en referencia a Antonio Ruiz de Luna Arroyo, hijo del ceramista. Enmarcado en cenefa de hojas de acanto amarillas sobre fondo verde con grutescos en el friso superior. El santo se presenta arrodillado sobre nubes con querubines y lleva el Niño y el lirio como atributos.

*Convento franciscano de Velada (Toledo) Panel de azulejos sobre la entrada principal. Siglo XVIII. Policromía. El marqués de Velada fue protector de los franciscanos y es probable que por eso aparezca esta representación. Enmarcado con cenefa de motivos vegetales formando cruces y círculos alternos. Se le dibuja con el hábito de franciscano y con un libro abierto en la mano izquierda sobre el que aparece el Niño. En la mano derecha sujeta un lirio. Fondo de nubes que enmarcan orla amarilla. Árboles en pisos, matas, flores y un conejo acompañan a la imagen del santo.

LA LEYENDA DE LA PUERTA DE CUARTOS

Puerta de Cuartos en un grabado del siglo XIX
Puerta de Cuartos en un grabado del siglo XIX

LA LEYENDA DE LA PUERTA DE CUARTOS

La puerta de Cuartos es una de las puertas del tercer recinto amurallado de nuestra ciudad mediante el que se cercaban y protegían los arrabales viejos. Después de la reconquista de Talavera por Alfonso, sus habitantes se dividen en dos comunidades claramente diferenciadas: la de los mozárabes, que ocupan mayoritariamente la villa o casco antiguo, y la de los castellanos y francos recién llegados que pueblan los arrabales.

Cada uno de los grupos se regía por su propio fuero y era juzgado por sus propios jueces, por lo que no eran pocos los enfrentamientos entre ambas poblaciones que, por otra parte, tenían también grandes diferencias culturales por la herencia musulmana de los mozárabes.

Representación de Alfonso X el Sabio
Representación de Alfonso X el Sabio

Corría el año de 1283. Reinaba Alfonso X el Sabio y había muerto su sucesor y primogénito el Infante don Fernando. La ambición de su segundo hijo Sancho había hecho que se levantara contra su padre para impedir que reinaran sus sobrinos, los hijos de don Fernando. El hijo había declarado la guerra a su padre con el apoyo de algunas potencias extranjeras, de los nobles e incluso de la reina doña Violante. El rey Alfonso quedó sólo, enfermo y sumido en la tristeza con el único apoyo de algunas ciudades como Sevilla, Murcia y Badajoz. Sancho fue declarado maldito por su padre, carga que llevaría con angustia durante toda su vida. Sin acuerdo posible, se inició una guerra entre padre e hijo. Talavera no permaneció unida en aquel conflicto, ya que los castellanos de los arrabales se declararían partidarios del rey Alfonso y los mozárabes se aliaron con don Sancho. El cabecilla de los nobles castellanos fieles al Rey era un tal Romero que con cuatrocientos caballeros se preparópara unirse a don Alfonso, pero Sancho se encontraba en Olmedo y vino rápidamente hasta Talavera con su ejército. Aquí castigó duramente a los nobles fieles a su padre, destruyendo sus casas, confiscando Sus bienes, desterrando a los supervivientes y prohibiendo a los castellanos entrar en la villa, poblada por los mozárabes desde la reconquista.

Romero huyó con algunas de sus tropas y cruzó el puente de Pinos, situado aguas arriba de Azután, destruyéndole a su paso y marchado a refugiarse a la inexpugnable fortaleza roquera de Cabañas del Castillo, en las sierras de Las Villuercas.

Castillo de Cabañas en las Villuercas,
Castillo de Cabañas en las Villuercas,

Los más significados nobles del arrabal fueron ejecutados y descuartizados, colgando sus cuartos de la puerta que según la leyenda llevaría desde entonces el nombre de Puerta de Cuartos en recuerdo de tan sangrientos sucesos, aunque es sabido que la puerta ya se conocía con anterioridad como la puerta de Cortes o de Cuarto. La imaginación popular y los historiadores del siglo XIX vieron en estos hechos históricos la justificación del nombre de esta puerta de la muralla talaverana que recibía a los viajeros que venían desde Extremadura y junto a la que nació el padre de las ciencias históricas en nuestro país, el ilustre Juan de Mariana que en su Historia de España hace también referencia a estos acontecimientos.

Sancho IV reinaría después y se reconciliaría con nuestra ciudad, anulando las medidas legales contra sus moradores, aumentando considerablemente los territorios de la Tierra de Talavera y otorgando el privilegio para el establecimiento de los mercados y ferias que tanto marcaron luego nuestra identidad.

ESCUDO DESPIEZADO DE TALAVERA DE LA DERRIBADA PUERTA DE CUARTOS

LA JARA TOTAL

LA JARA TOTAL

Arquitectura popular en Campillo de la Jara
Arquitectura popular en Campillo de la Jara

La Jara es un enorme territorio delimitado por cuatro ríos entre el Tajo al norte y el Guadiana al sur, y entre el Pusa al este y el Ibor al oeste. Las tierras que diferentes monarcas van otorgando a Talavera de la Reina para que sean repobladas después de haber quedado casi desiertas por las guerras de reconquista constituirá la futura comarca de La Jara. Este es un concepto histórico al que debemos otro más importante, el geográfico y cultural, porque como muy bien dice nuestro ilustre paisano Jiménez de Gregorio, “la geografía manda y la historia obedece”.

Esta comarca siempre ha tenido una mayor vinculación con los pueblos y culturas del occidente peninsular y así, las primeras culturas agrarias, las primeras oleadas de pueblos indoeuropeos hacen que nuestra tierra se enmarque en el conocido como megalitismo extremeño, como nos muestran los dólmenes de Azután y La Estrella. También vemos, por los hallazgos arqueológicos de estelas como la de Las Herencias o “Aldeanovita”, que en todo nuestro territorio se encuentra las más septentrionales muestras de las influencias “orientalizantes” y tartéssicas, propias de esa zona cultural del occidente penínsular con la que siempre veremos relacionarse a nuestro territorio.

Navatrasierra, uno de los pueblos de la Jara que fue incluido en Extremadura con la división provincial
Navatrasierra, uno de los pueblos de la Jara que fue incluido en Extremadura con la división provincial

También es cierto que las esculturas zoomorfas, los verracos de piedra de las tribus vettonas que salpican la geografía jareña nos demuestran la pertenencia de la zona a la España céltica. Es el peublo vettón especialmente ganadero, como lo es la cultura de nuestra comarca, surcada por infinidad de cañadas y cordeles por donde discurrían desde tiempo inmemorial millones de ovejas de la cabaña trashumante. Esta cultura, al igual que las anteriormente referidas, también nos une con el resto de la comarca natural de Talavera, con la parte oriental de Cáceres, Ávila y Salamanca, nuevamente con una clara vinculación a la facies cultural atlántica de nuestra península, al contrario que la vecina comarca de los Montes de Toledo, situada más bien en un contexto ibérico.

Los romanos, que como sabemos tenían un concepto muy práctico y realista de la organización del territorio, incluyen nuestra comarca en la provincia lusitana, situándose la frontera con la España Citerior precisamente en el límite oriental de nuestra comarca.

La Edad Media también configuró claramente una distribución geográfica en la que la korá árabe de Talavera incluía todo el territorio de La Jara defendido del avance cristiano por las fortalezas de Canturias, Vascos, Castros, Espejel y Alija, esa fuerte frontera del Tajo que yo denomino línea “maginot” jareña,

Toda la zona —aunque en la parte más occidental es reconquistada para los cristianos desde la ciudad de Ávila—, queda finalmente en el alfoz talaverano por las concesiones reales, aunque incluida en el reino y arzobispado de Toledo, quedando así fuera del obispado emeritense al que parece haber seguido perteneciendo en los primeros tiempos del reino visigodo con el obispado sufragáneo de Aquis.

Chozo en Aldeanueva de Barbarroya
Chozo en Aldeanueva de Barbarroya

En el siglo XIV comienzan las “mordidas” de diferentes casas señoriales a nuestra extensa comarca. Primero la zona más oriental de La Jara pasa a constituir el señorío de Valdepusa que aunque históricamente queda así separado de La Jara, sigue por su paisaje, cultura y condicionantes geográficos muy unido a las tierras jareñas. Alfonso XI segrega un pequeño territorio de la dehesa de Ivan Román para la fundación del monasterio de Guadalupe, aunque Alía, Castañar de Ibor, La Avellaneda y Navalvillar de Ibor siguen en el alfoz talaverano. Ya en el siglo XVI comienza la compra de privilegios de villazgo a Felipe II, necesitado de fondos para la financiación de sus iniciativas bélicas, y es Espinoso del Rey el primer municipio que se segregará de la villa madre, Talavera, que poco a poco irá perdiendo los territorios bajo su directa administración, aunque todas las poblaciones seguirán manteniendo con la ciudad del Tajo su vinculación económica, social y cultural, una vinculación de la que es símbolo más claro la fiesta de las Mondas, en la que el alcalde talaverano cambia su bastón de mando con los de los pueblos hermanos.

Pero en 1833 con la división provincial de Javier de Burgos se produce una distribución del territorio nefasta para nuestra tierra, pues parte de ella se incluye en la provincia de Cáceres (Valdelacasa, Carrascalejo, Villar del Pedroso, Garvín, Peraleda, Navatrasierra)

Como sucede igualmente con esa otra parte de La Jara que hoy llaman Las Villuercas, con Guadalupe, cuya devoción mariana se halla fuertemente arraigada en los jareños, así como Alía, Castañar de Ibor, Navalvillar y la Avellaneda.

Estela de la Edad del Bronce de Las Herencias
Estela de la Edad del Bronce de Las Herencias

Otra parte de nuestra comarca es incluida en la provincia de Ciudad Real y así el muy jareño rincón de Anchuras queda de manera absurda separado administrativamente de La Jara, aunque la geografía manda y hasta para la atención sanitaria siga dependiendo de Talavera. Por último Valdecaballeros, que en su escudo lleva el de Talavera como símbolo de esa pertenencia a La Jara, y Castilblanco, pueblos que, junto a gran parte de la llamada Siberia Extremeña siguen teniendo una fuerte vinculación económica con la comarca.

La Jara no es por tanto ni toledana, ni cacereña, ni pacense, La Jara es una sola comarca y como tal debe considerarse, debiendo tender las asociaciones que estudian y defienden su patrimonio cultural y humano a considerar este hecho histórico y geográfico, aunque por evidentes razones, el estado autonómico tienda a segregar estos territorios e incluso intenten que se olviden las raíces de esos pueblos. Y no digamos nada de la nueva geografía del absurdo que los políticos hacen y deshacen a su antojo con la búsqueda de las subvenciones de los fondos europeos, incluyendo, por ejemplo, Azután y Navalmoralejo en la comarca de La Campana de Oropesa, Navalucillos en Cabañeros o San Bartolomé de las Abiertas en los Montes de Toledo.

LAS OTRAS FORTALEZAS ÁRABES DEL TAJO

LAS OTRAS FORTALEZAS ÁRABES DEL TAJO

Puerta norte de la fortaleza de Castros
Puerta norte de la fortaleza de Castros

Hasta la reconquista cristiana de Toledo y Talavera, en el año 1063, la línea divisoria entre musulmanes y cristianos fue durante mucho tiempo el río Tajo. Ya hemos hecho referencia a que Talavera era descrita en las crónicas árabes como la ciudad situada “más al norte de Al-Andalus, en la frontera con los politeístas (cristianos)” y es por ello que las riberas de nuestro río a su paso por la Marca Media estuvieron jalonadas de numerosas fortalezas que pretendían evitar el avance hacia el sur de las tropas castellano-leonesas.

Centrándonos en nuestra comarca podemos comenzar el recorrido del río desde el castillo de Villalba, en término de Cebolla, y que se eleva frente a otro castillo de época posterior, el de Malpica Esta fortaleza de Villalba ya existía en época romana protegiendo la calzada que discurría paralela al Tajo y es muy probable que  permaneciera habitada también durante la época de dominación musulmana.

Puente bajo la fortaleza de Castros

Río abajo, la misma muralla y fortificaciones de Talabayra nos demuestran esa necesidad estratégica de defender el paso del Tajo.

Seguimos hacia el oeste y encontramos algo más abajo de Las Herencias el castillo de Canturias, hoy en el fondo del río por el derrumbe de las cárcavas sobre las que se situaba. Se sabe que este llamado “castellum ciselli” también existía en época romana y visigoda.

El mismo nombre del pueblo de Azután está relacionado con la existencia de una torre de época musulmana que defendía el paso del río por esa zona. Parece que Azután viene del árabe y significaría “Torre del Sultán” de la que solo quedan los cimientos de dicha construcción junto al río y algún dibujo esquemático en los planes de navegación del Tajo.

CASTROS

Si seguimos descendiendo el río por la orilla sur encontramos otra fortaleza no menos importante que Vascos pero cuya población no está amurallada. Se encuentra en término de Villar del Pedroso, aunque esté en el entorno de Puente del Arzobispo. Los lugareños conocen el paraje como “La Muralla” y para ir hasta allí tomaremos un camino que sale inmediatamente a la izquierda del puente,  discurriendo por la ribera del río. Desde esta orilla tenemos una pintoresca vista de la villa con el puente, los molinos y el caserío. Después de andar unos dos kilómetros, tropezamos con la desembocadura  del río Pedroso, que se despeña en cascada sobre el Tajo en un hermoso paraje.

Justo en el codo que hace el río Pedroso antes de su desembocadura en el Tajo, se observan sobre el cauce los restos de un molino y batán, con cuyos beneficios dejó también estipulado el arzobispo Tenorio que se financiaran los hospitales de Puente. Siguiendo el cauce del riachuelo nos encontramos con el bonito conjunto que forman un puente y un molinillo de ribera. En la elevación situada entre los dos ríos se sitúa la fortaleza. En este caso nos encontramos ante una alcazaba con un poblado alrededor, sin que en este caso haya un amurallamiento que rodee al caserío como en la Ciudad de Vascos pero, como se deduce por sus características constructivas, también se levantó entre los siglos IX y XI. Parece que este castillo tenía también como misión la defensa de un puente medieval de considerables proporciones que se encuentra a sus pies y del que se mantienen todavía los tajamares.

Se la conoce con el nombre de Castros, al menos desde el siglo XII, cuando aparece citada en un privilegio otorgado por Alfonso VIII al concejo de Ávila, sin embargo su construcción data del siglo X.

Entre sus restos más destacables hay que resaltar la puerta de la muralla, flanqueada por dos torreones de planta cuadrada. El interior aparece hoy totalmente desocupado, a excepción de una estructura rectangular que delimita un aljibe y los restos de la primitiva atalaya, desde la cual se comunicarían con las poblaciones vecinas.

Está construida en el espigón que forma la desembocadura del arroyo Pizarroso en el Tajo, vigilando los puentes referidos que enlazaban las orillas de ambas corrientes. Su planta está diseñada y construida, siguiendo un esquema ampliamente difundido por Al-Andalus y el Magreb, consistente en un rectángulo de torres cuadradas, pero adaptado con la cota del otero en el que se asienta.

Fuera del castillo se extienden los restos de una aldea sujeta a su protección, con viviendas de planta rectangular, construidas, al igual que el castillo con mampostería granítica. Como sucede con Vascos, su abandono y despoblación, se inicia con la rendición de Toledo y Talavera por Alfonso VI, y la posterior ocupación cristiana de los valles del Tajo.

Muralla del castillo de Espejal
Muralla del castillo de Espejal

CASTILLO DE ESPEJEL

Aguas abajo y ya en término del jareño pueblo de Valdelacasa se alza la fortaleza de Espejel. Se cita en las fuentes cristianas a partir del siglo XII, cuando Alfonso VIII la dona a la orden de Santiago, en calidad de plaza desierta. Parece que el asentamiento tuvo lugar en el siglo X, constituyendo uno de los castillos mejor caracterizados de la Marca, pues aparte del baluarte central construido a partir de un esquema cuadrangular con torres de la misma planta incrustadas en las esquinas, conserva la barbacana y la coracha. Su aparejo es de granito y pizarra con cal y lanchas de pizarra. Muy cerca se encuentra unos grandes molinos también con el nombre de Espejel.

Ruinas de la fortaleza de Alija junto al Tajo
Ruinas de la fortaleza de Alija junto al Tajo

CASTILLO DE ALIJA

Más hacia el oeste, donde el Tajo recibe el río Gualija y se abre ya al embalse de Valdecañas, se encuentra la fortaleza de Alija emplazada sobre los cerros graníticos que dominan la desembocadura del rio Gualija en el Tajo. Su disposición estratégica cabe relacionarla con el paso de una antigua vía que salvando los puentes del Búho y del Conde alcanzaba las llanuras del Campo Arañuelo.

Este control lo reforzaba, en la otra orilla, la atalaya Peñaflor, de la que hoy no queda más que la cimentación al pie de la roca del mismo nombre. De su importancia se hacen eco las fuentes medievales, mucho más prolijas en datos sobre los avatares del asentamiento. Por Ibn Hazm sabemos que un miembro de la tribu berebere de los «Awraba». Sabrun b. Sabib gobernó la fortaleza de «Alisa» a finales del siglo XI o a comienzos del X, ya que su hijo fue destituido del mismo cargo por el califa Abda al-Rahman III anNasir. Otro cronista, Ibn Hayvan, al hablar del Tajo comenta que pasa al Norte por la fortaleza de «Alisa», situada a ochenta millas de Toledo.

FOTOS ANTIGUAS DE LA CALLE SAN FRANCISCO

Calle San Francisco desde la plaza del Reloj en los años 60
La calle de San Francisco con el café Español en los años 30
Calle de San Francisco con el Metro Chico a la derecha

FOTOS ANTIGUAS DE LA CALLE SAN FRANCISCO

Presentamos hoy en nuestra sección de fotos antiguas algunas de las que tienen como protagonista a la popular y comercial calle de San Francisco. También ampliamos algunos de sus detalles para ver tipos de la época y algunas curiosidades.

Calle San Francisco en fototografía de Ruiz de Luna
Calle San Francisco en fototografía de Ruiz de Luna

El primer nombre conocido de la calle San Francisco, según Pedro Gayarre nos dice en su obra sobre el urbanismo talaverano en el siglo XV y XVI, es el de calle de las Ollas, lo que nos habla ya entonces, antes del apogeo de la cerámica talaverana, de una importante actividad alfarera en la ciudad.

El nombre que más tiempo ha llevado esta importante arteria es el actual de calle San Francisco debido al convento que allí se alojó y cuya iglesia luego quedó como iglesia parroquial de Santa Leocadia y Santa Eugenia y luego simplemente iglesia de San Francisco.

Final de la calle San Francisco con la antigua torre del Reloj al fondo y detrás la torre albarrana del Arco de San Pedro. Principios del siglo XX

Aunque también llevó mucho tiempo el de Calle de la Zapatería o Zapaterías, actividad que hasta muy recientemente ha tenido varios establecimientos en la misma.

Durante algún tiempo se llamó en el siglo XIX calle de Pi y Margall, presidente de la primera república

Tipos a la puerta de un comercio a la entrada de la calle de San Francisco, junto a la plaza del Reloj
Tipos a la puerta de un comercio a la entrada de la calle de San Francisco, junto a la plaza del Reloj. Los niños y su actitud, especialmente la del de la izquierda, no tienen desperdicio. Se ve algún rótulo comercial, como el de la sombrerería Vidal

La calle de San Francisco ha sido siempre una calle eminentemente comercial, es esa calle central con numerosos comercios que hay en todas las ciudades españolas y que en muchos casos es la «calle Real» por ser en general vías de comunicación principales para el acceso a la ciudad.

Nuestra calle partía de la actual Cañada de Alfares, frente a la Trinidad. Su comienzo era una de las puertas principales del segundo recinto amurallado. la puerta de Toledo, llamada así por ser el acceso de los que venían a Talavera desde la Imperial Ciudad, y luego desde Madrid.  También tenemos que decir que en realidad finalizaba frente a la puerta principal del primer recinto murado, una puerta musulmana monumental llamada luego Arco de San Pedro, lo que apoya la importancia de esta calle en el entramado urbanístico histórico de nuestro pueblo.

Estos que van a a continuación son muchos de los comercios de la calle San Francisco que recuerdo, aunque algunos solo por referencias de otros talaveranos mayores que yo.

Acera este:

Bar Chico, hasta hace poco Calzados  Cortés, Comercio Casa Tomás, Fotos Lafuente, Teléfonos, Correos, Cine Coliseum, Club Taurino ( en el callejón junto al coliseum), Banco Central, Carrión, Mi Tienda, La Exposición, Pinilla, Casa Tene, Nicanor Flores

Acera Oeste:

Viuda de Cruz confitería, tejidos y confección Laureano Prieto, Óptica Poly, alpargatería La Carroza, tejidos El Paraíso, Ferretería Santa Cruz, Imprenta Ébora, Almacenes Imperio, Fotógrafo Antoranz, calzados Cortés. Banesto, Vargas, Estilo, Ramiro Gómez, Lamagrande, Ivarte, Círculo de Labradores (luego Banco Central)

Son curiosas las pequeñas tiendas adosadas a la iglesia que son además herederas directas de los tenderetes de palo y lonas que se instalaban pegadas a los muros y murallas durante la Edad Media para luego ir consolidándose como construcciones menos precarias.

Calle San Francisco en su extremo de La Trinidad.
Calle San Francisco en su extremo de La Trinidad.

Vemos los albañales discurrir por las calles entre el empedrado y los floridos balcones talaveranos que han cantado sus poetas, Rafael Morales y Joaquín Benito de Lucas. En la foto se ve al fondo el convento de la Trinidad y diversos personajes que deambulan a principios del siglo XX . Algunas tiendas exhiben  sus productos textiles a la puerta de los establecimientos.

En el detalle inferior vemos a dos de esos personajes rústicos con sus varas de vaqueros o tratantes, sus grandes fajas, su montera y sus blusones  bordados en la pechera que me sugieren a las que actualmente utilizan en Parrillas como traje tradicional.

Tipos con atuendo tradicional pasean por la calle San francisco

Plaza de San Francisco, antiguo bar frente a la torre de la iglesia
Plaza de San Francisco, antiguo bar frente a la torre de la iglesia

Esta es la parte de la calle frente a la torre de la iglesia de San Francisco en la que observamos un elegante bar de principios de siglo con los parroquianos en la terraza y frente a ellos la torre con un soportal de entrada hoy desaparecido y que puede ser el que que los frailes solicitaron  permiso al concejo para su construcción.

Iglesia de san francisco con el soportal hoy desaparecido
Iglesia de san francisco con el soportal hoy desaparecido

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En esta fotografía de la calle San Francisco tomada a la altura de la iglesia es una muestra magnífica de todo el patrimonio arquitectónico que hemos perdido en Talavera, casas de lujosa factura en esta vía

 

Clientes en la terraza de un bar en la calle San Francisco
Clientes en la terraza de un bar en la calle San Francisco a principios de siglo
Calle de San Francisco desde la entrada de la iglesia del mismo nombre
Calle de San Francisco desde la entrada de la iglesia del mismo nombre

principal, aunque coexistan con los albañales y el empedrado de las calles por donde transitan los carros y los animales de los que se ven algunos excrementos.

Asfaltando la calle San Francisco. Todavía está en pie al fondo a la derecha el convento de la Trinidad
La oficina de correos en los años 20