Comenzamos hoy una serie en la que vamos a conocer la arquitectura popular de cada uno de nuestros pueblos por orden alfabético, para ir así viendo la gran cantidad de tipologías y materiales en la arquitectura urbana de la comarca. Dejaremos las construcciones rústicas y elementos etnográficos inmuebles para otras entradas de este blog.
Alcaudete de la Jara se encuentra en un valle de aluvión del río Jébalo por lo que los materiales más utilizados son el barro en forma de adobe o tapial, con zócalos de canto rodado y algunas verdugadas y machones de ladrillo.
En las relaciones de Felipe II del siglo XVI:
«Dixeron que las casas de este lugar muchas de ellas son tejadas, de tierra el edificio sin rafas de ladrillo, y otras tejadas que llevan rafas, y que la teja y ladrillo se hace en este lugar, y la madera se trae de once leguas de este lugar, y que muchas casas hay en este lugar de tierra las tapias y techadas de retama y la madera cortada de fresnos y otros árboles del término»
Curiosa la referencia a que muchas de las casas son de techo vegetal (retamizas) y que la madera la traen de once leguas, referencia a la madera de Gredos, en los pinares de Arenas de San Pedro, de donde se traían sobre todo las grandes vigas.
Tanto en el siglo XVIII como en el XIX se alude en las crónicas a que hasta un tercio de las casas del pueblo están arruinadas.
Moreno Nieto describe así sus viviendas en los años 50 del pasado siglo: «la casa típica está ordinariamente construida de adobes y ladrillos, con la fachada enjalbegada y los techos de regular inclinación. Consta generalmente de una o dos plantas con las cuadras y corrales en la parte trasera. La cocina es de lumbre baja y chimenea de campana, donde se quema leña de encina».
Se reparten por el casco también bastantes casas con la tipología más jareña de uno o dos pisos con huecos de arco rebajado y recercados pintado en los vanos.
Hay además media docena de edificios o casonas de mayor empaque con sillería y los huecos formados con dinteles y jambas de granito y rejas algo más macizas y elaboradas.
La parte del casco urbano cercana a la iglesia y el ayuntamiento fue reconstruida por Regiones Devastadas en los años 50 tras unas inundaciones del Jébalo. Lo más característico de la restauración es la plaza y sus soportales con el ayuntamiento y un bonito empedrado
Hay algunos edificios como lagares o una fábrica de orujo, buenos ejemplares de arquitectura industrial, o una posada. Merecen capítulo aparte las huertas del entorno del pueblo y dos molinos en el río Jébalo, en la vega inmediata al pueblo.
Las rejas y herrajes son modestos salvo muy contadas excepciones.