MUSEO DE LOS HORRORES, LOS MOLINOS ALCANTARILLADOS DE PUENTE

Molinos de Puente del Arzobispo con el alcantarillado que atraviesa entre sus edificios.

Los Molinos de Puente del Arzobispo en el río Tajo tienen un gran interés desde el punto de vista histórico y etnográfico. Son un bello y complejo  de edificios que desde la Edad Media molieron grandes cantidades de cereal y, junto a los de Santa Cruz de la Zarza, eran los más potentes de todo el curso del río.

En la parte superior hay un conjunto de edificios complementarios como la herrería o los molinos de invierno, los utilizados en las crecidas, cuando se cubrían por la corriente los más bajos de verano, más inundables.  Este otro conjunto  se introduce en el cauce del río y es un magnífico grupo de construcciones abovedadas con sus canales y cárcavos, y los espigones para redirigir la corriente.

Otra vista de los molinos con el alcantarillado y el muro de ladrillo

Pues bien, hace años no se les ocurrió otra cosa a quienes diseñaron el alcantarillado del pueblo, que hacer pasar las grandes tuberías de aguas residuales con su soporte de cementazo por medio de ambos conjuntos. Una absoluta falta de respeto a este elemento cultural de gran interés, unos molinos que sirvieron para financiar el hospital de los peregrinos que iban a Guadalupe. En vez de restaurarlos y ofrecerlos como atractivo turístico, se puso ese estafermo horroroso de alcantarillas y tuberías que debería derribarse. También se hizo un muro de contención de la piscina con ladrillazo sin revocar que afea considerablemente el entorno.

Este es el enlace de este mismo blog que habla sobre estos molinos, una nueva muestra del escasísimo interés de nuestras autoridades y ciudadanos en general para con nuestro legado cultural. Estos molinos debidamente restaurados y explicados podrían ser un atractivo turístico para Puente del Arzobispo pero….

MOLINOS DE PUENTE DEL ARZOBISPO, Patrimonio en peligro 10

PASEANDO EL REAL DE SAN VICENTE Y SU ENTORNO

PASEANDO EL REAL DE SAN VICENTE  Y SU ENTORNO

Prados y enebrales desde el Cerro del Oso

El Real de San Vicente debe su nombre a que en el siglo XIII, el rey Alfonso VII asentó sus “reales” con su campamento de tropas en el solar que luego ocuparía este pueblo. El apellido de San Vicente se debe obviamente a la tradición de la estancia de los santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta  en la cumbre del cerro del mismo nombre que en la excursión visitaremos.

Restos de la muralla del castro vettón de cerro del Oso

El Real mantiene todavía en pie algunos rincones de arquitectura popular con sabor serrano , especialmente en la parte alta del pueblo.

Arquitectura popular de El Real de San Vicente

Es de interés su iglesia parroquial que tiene la estructura habitual  de las iglesias de esta sierra vinculadas al obispado de Ávila hasta los años cincuenta, levantadas todas ellas en mampostería y sillería graníticas.

Carnaval en el Real de San Vicente

Son de destacar sus carnavales y las fiestas de verano que como tantos pueblos del entorno celebran corridas de toros en sus plazas.

En sus alrededores debemos destacar los hermosos castañares dignos de visitar en otoño por su colorido impresionante. Por otra parte, cualquiera de las sendas caminos y callejas del entorno del pueblo que pueden hacernos disfrutar de paisajes amenos entre encinares, prados y enebrales.

Castañares en El Real de San Vicente

El cerro del Oso, sobre el que se encuentra un antiguo castro vettón  con restos de murallas y viviendas y con algunos grabados rupestres aislados de la Edad del Bronce.  Se accede por un camino que sale frente a la gasolinera y después podemos subir por la loma norte de este cerro que domina sobre el caserío y desde donde podemos disfrutar de unas vistas magníficas.

Fuente en el entorno de El Real de San Vicente

En la Garganta Tejea, a la que se llega también por un camino que sale junto a la gasolinera, se encuentra la garganta Tejea, donde se encuentran varios molinos de agua con un peculiar receptor de tubo. Otros molinos están en el propio casco urbano. También se ha restaurado un lavadero y hay algunas fuentes pintorescas, además de los Baños de la Pólvora, un balneario popular donde los vecinos iban a quitarse sus dolores y reumas.

Fachada occidental de la iglesia de El Real de San Vicente

El patrimonio de El Piélago lo describiremos en otra ruta.

RUTA DE LAS ATALAYAS ( y 2) MEJORADA Y EL CASAR

RUTA DE LAS ATALAYAS ( y 2) MEJORADA Y EL CASAR

Castillo de Mejorada

A continuación nos dirigiremos hacia Mejorada por la carretera, con unos dos kilómetros de recorrido. Preguntamos por el camino del castillo y nos dirigimos a él, haciendo un alto en esta pequeña fortaleza que fue residencia de los Señores de Mejorada y que probablemente estuvo previamente habitada por los árabes. Siguiendo el mismo camino hacia el sur, sobre un cerrete que se encuentra al otro lado del castillo, se erige la atalaya de Mejorada, la menos conocida de las que hoy veremos, por ser una pequeña torrecilla de observación de algo más de dos metros de altura.

Atalayuela de Mejorada

En el entorno de ese mismo cerro se encuentran un puentecito medieval y la llamada fuente de la Mora. A la salida de Mejorada, encontraremos en nuestro recorrido una ermita. La iglesia también es porticada y conserva buena azulejería talaverana del siglo XVI. Los dos pueblos vecinos, Segurilla y Mejorada,  mantienen algunos edificios de arquitectura vernácula en mampostería con muros blanqueados total o parcialmente.

Zaguán de en la arquitectura popular de Mejorada

 Desde Mejorada tomamos el camino de Gamonal, y por él continuaremos hasta dar vista a la atalaya que se yergue sobre el cerro Malojo, que es quizá la mejor conservada. En ella pueden observarse los huecos donde se sostenían las vigas de la escalera y los pisos de madera del edificio. Como en la otra atalaya, la puerta se encuentra elevada. En los alrededores de la torre todavía se pueden ver derrumbes y muros de los edificios donde probablemente habitaba la guarnición.

Atalaya de El Casar de Talavera

Bajamos de la atalaya otra vez hacia el camino de Gamonal, continuamos por él y como a un kilómetro, a la derecha, se encuentra la ermita de la Encarnación, una de las iglesias más antiguas de la comarca (s.XIV), ya que fue la parroquia de la antigua población de Gamonal que al venir tiempos más seguros y ante la escasez de agua del lugar, se despobló porque descendieron sus habitantes al actual emplazamiento. Acabamos bajando a Gamonal para dirigirnos desde allí por la carretera hasta Talavera. Si vamos andando, podemos volver también en los autobuses urbanos que van hasta este pueblo y así nos ahorraremos diez kilómetros de marcha.

Puente de Mejorada junto a la vereda de los Madroños

En el camino, sobre todo en el último tramo, hemos venido entre encinas y enebros, y también podemos encontrar algún zorro (no en vano se les llama zorreros cariñosamente a los habitantes de Mejorada). Desde las atalayas no es raro contemplar rapaces sobrevolando los vallecillos en busca de sus presas.

Fuente de la Mora en Mejorada

RUTA DE LAS ATALAYAS (1) SEGURILLA

Ruta de las Atalayas

 Recorrido aproximado: 16 kilómetros si se vuelve en autobús, más otros diez si se regresa andando desde Gamonal.

Tiempo empleado: Cuatro horas y media, más el tiempo que nos detengamos a ver el patrimonio de Mejorada y Segurilla

Vamos a dar hoy un agradable paseíto a pie  o con bicicleta de montaña partiendo desde la misma Talavera por el camino de La Portiña, mejor que por la carretera, para así no tener que circular por la misma ni por la autovía.

Dejamos a la izquierda el embalse y ascendemos por la pista recién asfaltada que sube junto al reculaje hacia Segurilla entre encinas y chaparros que van regenerando ya el antiguo bosque mediterráneo que el carboneo intensivo y la explotación ganadera de El Berrocal hicieron casi desaparecer.

Atalaya musulmana de Segurilla

   Vamos dejando a la izquierda la atalaya de Segurilla a la que ascenderemos mejor desde el pueblo. Observemos esta construcción fortificada y de vigía de origen musulmán, levantada en el siglo X, probablemente por Abderramán III, aunque es posible que fuera reutilizada por los cristianos. Estas atalayas eran torres que también servían para comunicarse entre ellas y dar la señal de alarma ante la llegada del enemigo mediante el humo que hacían con fogatas, y de hecho, en las crónicas árabes aparecen como “torres de señales”, y es curioso constatar cómo esos lugares estratégicos para las comunicaciones siguen siéndolo hoy día, pues cerca se pueden ver varias torretas y repetidores de telecomunicaciones. Estaban defendidas por una pequeña guarnición y vemos cómo a ellas se accedía por una puerta elevada sobre el suelo, a la que se ascendía mediante una escalera de madera o de cuerda que podía retirarse ante la llegada de fuerzas del adversario. Desde esta torre podemos observar cómo nos podemos comunicar visualmente con la torre del Cerro San Vicente, la atalayuela de Mejorada y la atalaya de El Casar que luego visitaremos.

Ermita de la Soledad de Segurilla

Contemplemos la hermosa panorámica sobre el embalse de la Portiña y su entorno con el cerro Medellín, escenarios de la famosa Batalla de Talavera, y el valle del Tajo con el cerro Negro y la comarca de La Jara al sur.

Herrajes de una puerta en Segurilla

A continuación descenderemos al pueblo y preguntaremos por la ermita de la Soledad, que es un curioso ejemplar porticado de arquitectura religiosa rural restaurado y con cierto encanto. La ermita de Santa Ana tiene menor valor arquitectónico pero custodia una buena talla de San Roque del siglo XVI. También podemos visitar un lavadero de más de treinta pilas graníticas, algunas fuentes, y un viacrucis cuyas cruces se reparten por las afueras del pueblo. La iglesia es del siglo XVI y está construida en mampostería.

Iglesia parroquial de Segurilla

La soldadesca de este pueblo se ha recuperado y es sumamente vistosa con los coloristas vestidos de los quintos y la vaquilla.

El pueblo se llamó primero Malpartida y algunos topónimos como “fuente Caldelas” nos orientan hacia un posible asentamiento romano. Pasó en el siglo XIII, como Mejorada o Cervera, de las Tierras de Talavera a juan García de Toledo, mayordomo de Alfonso VII y después a los Álvarez de Toledo, señores de Oropesa.

Vista parcial del lavadero de Segurilla

RUTA DE IGLESUELA A SARTAJADA. ENTRE LAS DOS CASTILLAS

Entre las dos Castillas 

Fuente de la ermita de la Virgen de la Fuentesanta

Iremos desde La Iglesuela a la ermita de la Fuente Santa donde tomaremos un camino en dirección nordeste que nos llevará, tras ascender al Cerro del Cuadro, hasta el río Tiétar, que en esta zona es de singular belleza por discurrir entre un bosque de pinos autóctonos. Además, en estos parajes es muy abundante la cigüeña negra y un gran número de rapaces y otras especies de aves.

Puente sobre el Tiétar en término de La Iglesuela

Descendemos después el Tiétar por su misma ribera si vamos andando, o por un camino que nos conduce a la carretera de Casavieja. Junto al puente de la carretera, río arriba, se halla otro puente más antiguo en un paraje muy ameno, donde podemos, como en el resto del trayecto fluvial, intentar pescar algún barbo, cachuelo e incluso black-bass. En el descenso del río se adornan las orillas con algunas alisedas, saucedales, choperas y fresnedas, en los lugares, donde el regadío y las plantaciones de espárragos, no han deteriorado el bosque de ribera. También encontraremos tres ejemplares de molino de agua que dan un toque pintoresco al entorno, sobre todo el conocido como de Castillo construido en obra de buena sillería con un gran canal elevado.

Río Tiétar a su paso por los pinares de La Iglesuela

Llegamos después a la desembocadura de la Garganta Torinas en el Tiétar, desde donde subiremos al pueblecito de Sartajada. Tenemos dos opciones: o ir hacia el pueblo por un camino que pasa por un puente cercano,  o mejor,  ascender por la ribera oeste del arroyo en un paseo muy agradable siguiendo las sendas de las vacas o un canal un poco más elevado que nos lleva hasta una presa junto la que se levanta un arruinado molino.

«Puente Romano» sobre la garganta Torinas en Sartajada

Menos de un kilómetro nos separa de un puente medieval, romano para algunos, por el que podemos volver a La Iglesuela o ir a Sartajada, pueblo famoso por haber tenido en tiempos una pujante artesanía alfarera con numerosos hornos árabes en su caserío. Sus pequeños cántaros eran célebres en toda la comarca por la frescura con que mantenían el agua, y tanto es así que cada vez que se rompía alguno se decía «Eso se ha oído en Sartajá» en referencia a que aumentaría el negocio alfarero de sus habitantes. Hoy permanece abierto un taller donde podremos adquirir su alfarería tradicional.

Alfar de Sartajada en fotografía de hace unos años

Podemos volver a La Iglesuela a través del camino del “puente romano” o subir hacia la carretera, y al pasar por el paraje conocido como Arroyolugar visitar un curioso museo al aire libre de escultura popular. El artista es Longino, un pastor ya fallecido que talló en los bloques graníticos enormes esculturas con motivos animales en un curioso safari pétreo.

Escultura rupestre de Longino en Arroyolugar

Otra excursión que podemos realizar desde La Iglesuela nos llevaría por un camino hasta el extremo oriental del Cerro de la Mesa, desde donde ascenderíamos hasta la encina del Gacho, un árbol singular por sus grandes proporciones, todo un monumento natural. El proverbial cochinillo de La Iglesuela nos repondrá de la caminata.